El dulce remedio
Un caballero llegó a un hospital con un
pequeño paquete bajo el brazo. Estaba visitando a su sobrino hospitalizado por
haberse roto una pierna. El muchacho de doce años se emocionó cuando su tío
abrió el paquete y vio la elegante caja de bombones. El tío insinuó que podía
abrirla y probarlos. Pero el muchacho dijo "los guardo para más
tarde".
Tan pronto como se fue el visitante, el enfermo envolvió de nuevo
la caja de bombones, cogió sus muletas y bajó despacio las escaleras. Llegó
hasta la habitación de una señora enferma de reuma y le obsequió su caja. Esta
señora se había mostrado muy atenta con el adolescente cuando ingresó al
hospital, y él había estado esperando la oportunidad para agradecérselo.
Cumplido su objetivo regresó a su habitación.
Pocos minutos después, la
señora reumática salía de su habitación hacia otro pabellón con una gran bolsa
de compras en la mano. Su visita era para una joven oficinista que estaba
convaleciendo de una operación. Ya junto a la cama, la señora abrió la bolsa y
le obsequió la caja de bombones que había recibido del muchacho. Conversó un
rato con ella y se despidió con una sonrisa.
Esa misma tarde, el joven
daba un paseo de ejercicio por la sala donde se encontraba la oficinista. Se
paró un momento para saludarla. "Mira, tengo un regalo para ti". Abrió el cajón
de su mesita de noche y el muchacho quedó sorprendido al ver de nuevo la misma
caja de bombones que él había recibido de su tío.
En ese momento la
señora que había obsequiado los bombones a la oficinista apareció. El rostro de
la convaleciente se ruborizó cuando la vio venir. Lo mismo de la convaleciente
se ruborizó cuando la vio venir. Lo mismo le sucedió a la señora, cuando vio al
adolescente con la caja de bombones en sus manos. Una mirada cruzada de los tres
lo explicó todo... En ese instante se echaron a reír; los ojos de los amigos
estaban humedecidos en lágrimas de alegría. El chico abrió -por fin- la caja de
bombones y los repartió con sus dos amigas.
Una sola caja de bombones
había traído una gran felicidad a aquel hospital. Tres personas la habían
recibido como regalo y ellas mismas la habían obsequiado, a su vez, como muestra
de agradecimiento. La gran alegría que ahora sentían los tres enfermos provenía
de la felicidad que proporciona la acción de dar.James
Hyatt
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