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miércoles, 6 de enero de 2021

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 6 DE ENERO DEL 2021



El Evangelio de hoy miércoles 6 de enero del 2020

ciclo B


Primera lectura

I Juan 4:11-18

 Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.  A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.  En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo, como Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece em él y él en Dios.  Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.

 En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del Juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo.  No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; "quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor. Nosotros amemos, porque él nos amó primero. Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano."




Salmo 72:1-2, 10, 12-13

1 De Salomón. Oh Dios, da al rey tu juicio, al hijo de rey tu justicia:

2 que con justicia gobierne a tu pueblo, con equidad a tus humildes.

10 los reyes de Tarsis y las islas traerán tributo. Los reyes de Sabá y de Seba pagarán impuestos;

12 Porque él librará al pobre suplicante, al desdichado y al que nadie ampara;

13 se apiadará del débil y del pobre, el alma de los pobres salvará.



Evangelio

Marcos 6:45-52

Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar. Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra.

Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo. Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: «¡Animo!, que soy yo, no temáis.»

Subió entonces donde ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos, pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.

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