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viernes, 20 de marzo de 2020

LA URRACA Y LA COTORRA


La urraca y la cotorra



El abuso verbal, aunque invisible, ataca la mente y el espíritu de los que lo sufren. Las palabras que se dicen con rabia o resentimiento lastiman con efectos prolongados. En verdad las palabras pueden doler como los golpes físicos. Especialmente los padres deben saber que la crítica, el desprecio y los insultos pueden dañar la autoestima de sus hijos.

Estaba de visita la urraca en lo de la cotorra, y como, desde el día anterior no se habían visto, tenían muchas cosas que contar. Ambas hablaban a la vez y se apuraban tanto en chacharear que casi no se entendían. Pero lo principal era mover el pico sin descanso. Y cuando en lo mejor estaban de una historia que contaba la urraca sobre la hija del vecino, llegó la sirvienta de la cotorra y le dijo, alarmada: —Señora, ¡está llorando la chica! —¡Oh!, exclamó la cotorra, ¡qué fastidio! Bueno, ya voy, ya voy. Y quedóse escuchando hasta el fin el interesante cuento de la urraca sobre la hija del vecino (Daireaux)

Santa Faustina escribió en su “Diario”: «Cuando recibo a Jesús en la Santa Comunión, le ruego con fervor que se digne sanar mi lengua para que no ofenda con ella ni a Dios ni al prójimo. Grandes culpas se cometen con la lengua. Un alma no llegará a la santidad si no tiene cuidado con su lengua». El Señor, pues, sane nuestras lenguas.



* Enviado por el P. Natalio

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