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sábado, 15 de febrero de 2020

SACERDOTE LLEVÓ ESPERANZA A PASAJEROS DE CRUCERO CON SOSPECHA DE CORONAVIRUS


Sacerdote llevó esperanza a pasajeros de crucero con sospecha de Coronavirus
POR DIEGO LÓPEZ MARINA | ACI Prensa





Un sacerdote mantuvo firme la esperanza de los pasajeros de un crucero al que se le denegó la entrada a varios puertos por el temor al Coronavirus, pero que finalmente pudo desembarcar en Camboya este viernes 14 de febrero, tras descartarse cualquier peligro de infección.

El crucero Westerdam, que pertenece a la empresa Holland America, permaneció en el mar cerca de dos semanas tras visitar Hong Kong, ciudad con cerca de 50 casos de una variedad de Coronavirus identificada como COVID-19. Previo al desembarco, habían sido rechazados por las autoridades de Taiwán, Filipinas, Guam y Tailandia.

Además de los 1.455 pasajeros y 802 tripulantes, al interior del crucero iba un sacerdote del Apostolado del Mar de los Estados Unidos de América, cuyo nombre se pidió que se mantenga en reserva. Él se encargó de que los pasajeros tengan compañía espiritual, reciban los sacramentos y tengan mejores ánimos para afrontar la difícil situación.

En declaraciones a ACI Prensa, Doreen M. Badeaux, secretaria general del Apostolado del Mar de los Estados Unidos de América, informó que los pasajeros “estaban muy preocupados al principio”, por lo que el sacerdote decidió “escribir una novena para el Coronavirus y, los que asistían a Misa diariamente a bordo, comenzaron a rezarla todos los días”. También la compartió con el capitán y le aseguró que oraría por él y su tripulación.

Badeaux dijo que el personal del barco fue muy diligente con respecto a la higiene a bordo, y todos los días se tomaba la temperatura a los pasajeros. Luego, cuando las tensiones comenzaron a disminuir, estos últimos comenzaron “a bromear sobre cuán preocupadas estaban sus familias en casa. ¡Les decían que estaban realmente bien y que disfrutaban de excelente comida y espectáculos!”.

El sacerdote a bordo de Westerdam ofrecía Misa diaria, Misa de fin de semana y Misa para la tripulación, que normalmente se celebraba el domingo alrededor de las 11 de la noche. Además, estaba disponible para asesoramiento, atención pastoral, confesiones y conversaciones con cualquier persona a bordo, independientemente de su fe.

“Durante un momento de tanta tensión, es muy importante tener un sacerdote a bordo. La tripulación a bordo siempre tiene que ser profesional y no mostrar su propio estrés o preocupación por los pasajeros. Pero con el sacerdote, el personal puede relajarse y hablar con franqueza, sabiendo que él no compartirá lo que dicen”, dijo Badeaux.

También contó que, inclusive en cruceros que no pasan por momentos tan angustiantes, muchos pasajeros “se toman el tiempo para tener largas conversaciones con el sacerdote sobre los problemas que enfrentan (…) Esto es cierto para personas de muchos diferentes credos y personas que no creen en ninguna religión”.

“El sacerdote es como el consejero de un barco. Le recordamos al sacerdote a bordo que su comportamiento y presencia serán observados y muchos seguirán su ejemplo”, acotó.


Finalmente, Badeaux contó que un día el presbítero les recordó a las personas que rezaran y recordaran tratar bien a la tripulación, “porque ellos también estaban estresados”.

“Creo que les recordó a las personas que se relajaran, rezaran y pensaran en las personas a su alrededor, darse cuenta de que todos literalmente estaban ‘en el mismo barco’, y que sean pacientes con el proceso”, concluyó.

El Apostolado del Mar de los Estados Unidos de América es un grupo compuesto por capellanes portuarios, marineros católicos, sacerdotes de cruceros, voluntarios, y otros que se preocupan por las necesidades de la gente en altamar. Su trabajo es abogar por los derechos de los marineros y llevar la vida sacramental de la Iglesia a las personas que trabajan en el  mar.

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