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domingo, 21 de julio de 2024

REFLEJO DE TUS ACCIONES

 



Reflejo de tus acciones


Conducía camino a mi casa durante una noche lluviosa; delante de mi iba otro automóvil que constantemente me deslumbraba con una luz proveniente de la parte de  atrás del automóvil.

Me molesté pues a demás de la lluvia y el estado de la  carretera tenía que lidiar con el destello que aquel automóvil me reflejaba.

Pensé que algún niño travieso llevaba algún artefacto luminoso e iba jugando por la carretera.

Más adelante llegamos a un semáforo donde un poco molesto me coloqué al lado de  aquel automóvil, cuando se abrió la ventana del otro auto y el conductor me dijo:

 - "Disculpe, pero su luz izquierda está desprendida Debería repararla o puede  tener algún accidente". Me di cuenta entonces que el reflejo era producto de mi luz averiada . Esto me hizo reflexionar mucho sobre lo que pensamos de los demás.

A veces una  actitud negativa o mala de otras personas, puede no ser mas que el reflejo de  nuestras acciones en aquella persona.

Comprendí entonces las palabras de Jesús  de tratar a los demás como quisiéramos ser tratados, y servir como si fuéramos  los últimos para así ser los primeros.

Mantén la paz con tus amigos y compañeros, y antes de criticar o juzgar, mira tu  corazón y piensa si aquello no es el resultado de tus acciones para con aquella persona Y recuerda no juzgar pues con la misma medida serás juzgado, deja el juicio y a Dios, que ES MISERICORDIOSO, lento para enojarse y generoso para perdonar.

ORACIÓN AL DIVINO NIÑO JESÚS



ORACIÓN AL DIVINO NIÑO JESÚS


«En tus manos, Divino Niño, pongo mis preocupaciones y temores.

Divino Niño, guíame en el camino de la fe.

Que tu amor, Divino Niño, llene mi corazón.

Divino Niño, renueva mi esperanza cada día.

Bendice a mi familia, Divino Niño, y mantenla unida en tu amor» 

DESCANSO RENOVADOR - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 21 DE JULIO DE 2024



 Descanso renovador


Es gozoso para un creyente encontrarse con un Jesús que sabe comprender las necesidades más hondas del ser humano. Por eso se nos llena el alma de alegría al escuchar la invitación que dirige a sus discípulos: «Venid a un sitio tranquilo a descansar un poco».

 

Los hombres necesitamos «hacer fiesta». Y quizá hoy más que nunca. Sometidos a un ritmo de trabajo inflexible, esclavos de ocupaciones y tareas a veces agotadoras, necesitamos ese descanso que nos ayude a liberarnos de la tensión, el desgaste y la fatiga acumulada a lo largo de los días.

 

El hombre contemporáneo ha terminado con frecuencia por ser un esclavo de la productividad. Tanto en los países socialistas como en los capitalistas, el valor de la vida se ha reducido en la práctica a producción, eficacia y rendimiento laboral. Según el teólogo Harvey Cox, el hombre actual «ha comprado la prosperidad al precio de un vertiginoso empobrecimiento en sus elementos vitales». Lo cierto es que todos corremos el riesgo de olvidar el valor último de la vida para ahogarnos en el activismo, el trabajo y la producción.

 

La sociedad industrial nos ha hecho más laboriosos, mejor organizados, más eficaces, pero, mientras tanto, son muchos los que tienen la impresión de que la vida se les escapa tristemente de entre las manos. Por eso el descanso no puede ser solo la «pausa» necesaria para reponer nuestras energías agotadas o la «válvula de escape» que nos libera de las tensiones acumuladas, para volver con nuevas fuerzas al trabajo de siempre.

 

El descanso nos tendría que ayudar a regenerar todo nuestro ser descubriéndonos dimensiones nuevas de nuestra existencia. La fiesta nos ha de recordar que la vida no es solo esfuerzo y trabajo agotador. El ser humano está hecho también para disfrutar, para jugar, para gozar de la amistad, para orar, para agradecer, para adorar... No hemos de olvidar que, por encima de luchas y rivalidades, todos estamos llamados ya desde ahora a disfrutar como hermanos de una fiesta que un día será definitiva.

 

Tenemos que aprender a «hacer vacaciones» de otra manera. No se trata de obsesionarnos con «pasarlo bien» a toda costa, sino de saber disfrutar con sencillez y agradecimiento de los amigos, la familia, la naturaleza, el silencio, el juego, la música, el amor, la belleza, la convivencia. No se trata de vaciarnos en la superficialidad de unos días vividos de manera alocada, sino de recuperar la armonía interior, cuidar más las raíces de nuestra vida, encontrarnos con nosotros mismos, disfrutar de la amistad y el amor de las personas, «gozar de Dios» a través de la creación entera. Y no olvidemos algo importante. Solo tenemos derecho al descanso y la fiesta si nos cansamos diariamente en el esfuerzo por construir una sociedad más humana y feliz para todos.

 P. José Antonio Pagola 

PAPA FRANCISCO: QUE PAPÁ Y MAMÁ COMPARTAN TIEMPO CON LOS HIJOS Y NO CAIGAN EN LA DICTADURA DEL HACER



Papa Francisco: Que papá y mamá compartan tiempo con los hijos y no caigan en “la dictadura del hacer”

Walter Sánchez Silva

21 de julio de 2024


El Papa Francisco alentó a que, en las familias, papá y mamá puedan compartir tiempo con los hijos para hacer crecer el amor; y advirtió del peligro del activismo, de la posibilidad de caer en “la dictadura del hacer”.

Así lo indicó el Santo Padre en su reflexión antes del rezo del Ángelus este domingo 21 de julio, bajo el radiante sol romano y ante miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro, con quienes reflexionó sobre el Evangelio de hoy (Mc 6,30-34) en el que Jesús tiene compasión por los discípulos y los invita a descansar.

El Papa Francisco advirtió que, en la vida cotidiana, “el entusiasmo por llevar adelante la misión o el trabajo, así como el papel y las tareas que nos son confiadas nos hacen víctimas del activismo, y esto es una cosa fea: tan preocupados por las cosas que hacer y por los resultados”.

“Es una advertencia importante para nuestra vida, para nuestra sociedad a menudo prisionera de la prisa, pero también para la Iglesia y para el servicio pastoral: hermanos, hermanas, ¡estemos atentos a la dictadura del hacer!”, continuó.

El Papa Francisco refirió que “esto puede suceder por necesidad, también en las familias, cuando por ejemplo el papá, para ganarse el pan, se ve obligado a ausentarse por el trabajo, teniendo así que sacrificar el tiempo que dedica a la familia. Con frecuencia sale rápido en la mañana, cuando los niños todavía están durmiendo, y vuelve tarde en la noche, cuando ya están acostados”.

“Y esta es una injusticia social: en las familias papá y mamá deberían tener el tiempo para compartir con los hijos, para hacer crecer este amor familiar y no caer en la dictadura del hacer”, lamentó.

El Papa Francisco remarcó asimismo que “el descanso propuesto por Jesús no es una fuga del mundo” y preció que “solo si aprendemos a descansar podemos tener compasión”.

“De hecho, es posible tener una mirada de compasión, que sabe reconocer las necesidades del prójimo, solamente si nuestro corazón no está consumado por el ansia del hacer, si sabemos detenernos y, en el silencio de la adoración, recibir la gracia de Dios”.


Las preguntas del Papa Francisco para ti este domingo 21 de julio

Por lo tanto, continuó el Santo Padre, “podemos preguntarnos: ¿se detenerme durante mis jornadas? ¿Se tomarme un momento para estar conmigo mismo y con el Señor, o estoy siempre sumido en la prisa de las cosas por hacer?”.

“¿Sabemos encontrar un poco de 'desierto' interior en medio al ruido y a las actividades de cada día?”, cuestionó.

Para concluir, el Papa Francisco rogó para que “la Virgen Santa nos ayude a ‘descansar en el Espíritu’ también en medio de todas las actividades cotidianas, y a ser disponibles y compasivos para con los otros”. 

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 21 DE JULIO DE 2024



 Domingo 16 (B) del tiempo ordinario

Domingo 21 de julio de 2024



1ª Lectura (Jer 23,1-6): Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño —oráculo del Señor. Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: «A los pastores que pastorean mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de vuestras acciones —oráculo del Señor. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá —oráculo del Señor. Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia».



Salmo responsorial: 22

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.


Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.


Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.


Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

2ª Lectura (Ef 2,13-18): Hermanos: Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.

Versículo antes del Evangelio (Jn 10,27): Aleluya. Mis ovejas oyen mi voz, dice el Señor, y yo las conozco y me siguen. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mc 6,30-34): En aquel tiempo, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco». Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.



«Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco»

Rev. D. David AMADO i Fernández

(Barcelona, España)


Hoy, el Evangelio nos invita a descubrir la importancia de descansar en el Señor. Los Apóstoles regresaban de la misión que Jesús les había dado. Habían expulsado demonios, curado enfermos y predicado el Evangelio. Estaban cansados y Jesús les dice «venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6,31).


Una de las tentaciones a las que puede sucumbir cualquier cristiano es la de querer hacer muchas cosas descuidando el trato con el Señor. El Catecismo recuerda que, a la hora de hacer oración, uno de los peligros más grandes es pensar que hay otras cosas más urgentes y, de esa forma, se acaba descuidando el trato con Dios. Por eso, Jesús, a sus Apóstoles, que han trabajado mucho, que están agotados y eufóricos porque todo les ha ido bien, les dice que tienen que descansar. Y, señala el Evangelio «se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario» (Mc 6,32). Para poder rezar bien se necesitan, al menos dos cosas: la primera es estar con Jesús, porque es la persona con la que vamos a hablar. Asegurarnos de que estamos con Él. Por eso todo rato de oración empieza, generalmente, y es lo más difícil, con un acto de presencia de Dios. Tomar conciencia de que estamos con Él. Y la segunda es la necesaria soledad. Si queremos hablar con alguien, tener una conversación íntima y profunda, escogemos la soledad.


San Pedro Julián Eymard recomendaba descansar en Jesús después de comulgar. Y advertía del peligro de llenar la acción de gracias con muchas palabras dichas de memoria. Decía, que después de recibir el Cuerpo de Cristo, lo mejor era estar un rato en silencio, para reponer fuerzas y dejando que Jesús nos hable en el silencio de nuestro corazón. A veces, mejor que explicarle a Él nuestros proyectos es conveniente que Jesús nos instruya y anime.