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jueves, 20 de enero de 2022
EL SAGRARIO - REFLEXIÓN
El sagrario
Me apasiona hablar y escribir sobre la presencia real y verdadera de Jesús VIVO, en el sagrario. Algunos se preguntan qué es el sagrario, por qué hablo tanto del sagrario, o mejor: quién habita en el sagrario.
El sagrario es el recinto en la Iglesia destinado para la reserva de la Eucaristía. Es como una casita con llave y una lamparita roja al lado que te indica que allí está Jesús.
El sacerdote guarda en el sagrario las hostias consagradas que no fueron consumidas durante la misa. Es bueno que los católicos se acerquen a los sagrarios sabiendo que en ellos habita el prisionero de amor, el amigo de amigos, el Rey de Reyes: Jesús Sacramentado.
Siempre me han impresionado las palabras de un obispo que solía pedir de limosna, no dinero, ni ropa para los pobres, ni comida. Él pedía gestos de amor para Jesús en los sagrarios abandonados.
“Permitidme que, yo que invoco muchas veces la solicitud de vuestra caridad en favor de los niños pobres y de todos los pobres abandonados, invoque hoy vuestra atención y vuestra cooperación en favor del más abandonado de todos los pobres: el Santísimo Sacramento. Os pido una limosna de cariño para Jesucristo Sacramentado…” (San Manuel Gonzáles).
Por favor no dejes solo a Jesús, anda a verlo. Es un prisionero de amor, en espera de nuestro afecto y compañía.
Creo que te lo he comentado en alguna ocasión. A menudo me escriben lectores de estos escritos en Aleteia y algunos que han leído mis libros.
Me preguntan qué hacer para recuperar sus fuerzas y esperanza, para vivir felices, con paz interior (qué valiosa es la paz, te percatas cuando la pierdes…).
Muchas veces no tengo la respuesta a sus inquietudes, pero sí sé quién las tiene. Por ello, a todos recomiendo lo mismo, una y otra vez: “Ve al sagrario y cuéntale todo a Jesús”.
Un amigo que vive en Canadá me preguntó qué hacer ante los difíciles momentos que estamos viviendo en el mundo. Le recomendé lo que a todos recomiendo: “Ve al sagrario y habla con Jesús. Cuéntale todo.”
Hoy me envió esta nota. Te copio sus palabras, porque son edificantes y de pronto te pueden ayudar.
“Claudio, el martes seguí tu consejo y me fui a hacerle una visita a Jesús Sacramentado. Me estuve un poco más de una hora, simplemente hablándole. Al salir el mundo seguía igual, mis problemas y preocupaciones seguían ahí, pero… sentí una paz indescriptible. Volví a mi casa muy feliz de haberlo hecho”.
—Autor: Claudio de Castro / Aleteia—