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viernes, 27 de agosto de 2021

¿QUÉ HACER CON IMÁGENES RELIGIOSAS QUEBRADAS O ROTAS?



 ¿Qué hacer con imágenes religiosas quebradas o rotas?

Un desastre natural o un accidente doméstico puede dejarnos con un objeto religioso roto o deteriorado ¿Qué hacemos con él?

Por: Hno. Ramón Gutiérrez Pavez, a.a. | Fuente: SantuarioLourdesChile.cl



En muchos templos y santuarios se crea una seria dificultad con las imágenes de yeso, en mal estado, que los peregrinos dejan por diversos lugares.

Eso habla de un respeto por lo que la imagen representa y por lo sagrado que la imagen recuerda. Es como las fotos antiguas de los padres, las madres, los abuelos, los hijos ya fallecidos. Se guardan con respeto y cariño aunque estén dañadas o borrosas.

El paso del tiempo, los temblores y otras causas hacen que en nuestras casas se nos destruyan las imágenes del Señor, de la Virgen y de los santos. Actualmente el yeso no es trabajado con materiales que lo refuercen (alambres, estopa, etc.), por lo tanto, al menor golpe tenemos en casa una imagen destrozada.

Pareciera que lo primero que surge en la mente es llevarlas a un templo. Sin embargo, en los templos hay que eliminarlas con respeto y cuidado. Es tarea a veces complicada, por la cantidad de yeso que se acumula.


Tampoco es bueno llevarla a los cementerios.

La Iglesia nos enseña:

“La veneración de las imágenes, sean pinturas, esculturas, bajorrelieves u otras representaciones, además de ser un hecho litúrgico significativo, constituyen un elemento relevante de la piedad popular: los fieles rezan ante ellas, tanto en las iglesias como en sus hogares. Las adornan con flores, luces, piedras preciosas; las saludan con formas diversas de religiosa veneración; las llevan en procesión; cuelgan de ellas exvotos como signo de agradecimiento; las ponen en nichos y templetes en el campo o en las calles”.

”Sin embargo, la veneración de las imágenes si no se apoya en una concepción teológica adecuada, puede dar lugar a desviaciones. Es necesario, por tanto, que se explique a los fieles la doctrina de la Iglesia, sancionada en los concilios ecuménicos y en el Catecismo de la Iglesia Católica, sobre el culto a las imágenes sagradas”. (Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, principios y orientaciones. Ciudad del Vaticano, 2002).

Es conveniente que desterremos de nosotros la idea, muy generalizada, de que una imagen dañada es algo mágico, que tenerla en casa trae mala suerte, que es malo tenerlas. No es malo ni bueno.

“Es necesario, sobre todo, que los fieles adviertan que el culto cristiano de las imágenes es algo que dice relación a otra realidad. La imagen no se venera por ella misma, sino por lo que representa. Por eso a las imágenes se les debe tributar el honor y la veneración debida, no porque se crea que en ellas hay cierta divinidad o poder que justifique este culto o porque se deba pedir alguna cosa a estas imágenes o poner en ellas la confianza, como hacían antiguamente los paganos, que ponían su esperanza en los ídolos, sino porque el honor que se les tributa se refiere a las personas que representan”. (Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, principios y orientaciones. Ciudad del Vaticano, 2002).

Así como nos enseña la doctrina de la Iglesia Católica, nos vamos acercando a la forma cómo debemos actuar con una imagen destruida. Nunca con miedo, nunca pensando o actuando como si nos fuera a pasar algo malo. Nada de eso. La imagen se destruyó, se rompió y nada nos va a pasar, fuera de la pena que a veces sentimos porque era imagen que teníamos desde niños.


¿Qué son las imágenes sagradas?

Según la enseñanza de la Iglesia, las imágenes sagradas son:


- Traducción iconográfica del mensaje evangélico, en el que la imagen y palabra revelada se iluminan mutuamente; la tradición eclesial exige que las imágenes estén de acuerdo con la letra del mensaje evangélico.

- Signos santos, que como todos los signos litúrgicos, tienen a Cristo como último referente; las imágenes de los Santos, de hecho, representan a Cristo, que es glorificado en ellos.

- Memoria de los hermanos Santos que continúan participando en la historia de la salvación del mundo y a los que estamos unidos sobretodo en la celebración sacramental.

- Ayuda en la oración: la contemplación de las imágenes sagradas facilita la súplica y mueve a dar gloria a Dios por los prodigios de gracia realizados en sus Santos.

- Estímulo para su imitación, porque cuanto más frecuentemente se detienen los ojos en estas imágenes, tanto más se aviva y crece en quien lo contempla, el recuerdo y el deseo de los que allí están representados; el fiel tiende a imprimir en su corazón lo que contempla en sus ojos: una “imagen verdadera del hombre nuevo, transformado en Cristo mediante la acción del Espíritu y por la fidelidad a la propia vocación”.

- Una forma de catequesis, puesto que a través de la historia de los misterios de nuestra redención, expresada en las inturas y de otras maneras, el pueblo es instruido y confirmado en la fe recibiendo los medios para recordar y meditar asiduamente los artículos de fe.

No podemos olvidar que actualmente hay en el mercado muchas imágenes feas, decadentes, deformes. Hay que evitar esas imágenes para nuestras casas y comunidades. Las representaciones del Señor, de la Virgen y de los santos deben ser de materiales nobles y deben transmitir belleza.


¿Qué hacer con las imágenes en mal estado?

- No llevarlas a los templos, santuarios ni cementerios.

- Si se trata de telas (pinturas), hay que buscar una persona entendida que nos oriente en la forma de devolverle la belleza a esas pinturas. Algunas pueden ser muy valiosa.

- Cuando se trata de imágenes de madera, bronce, mármol o piedra, hay que conservarlas en casa y buscar algún buen restaurador. Si no se tiene los medios para hacerla restaurar, hay que entregarlas a algún museo, de preferencia religioso (católico). O bien, a un convento o parroquia.

- Si son imágenes de yeso, hay que ver si es posible restaurarlas, porque se puede hacer, especialmente cuando se trata de imágenes con alambres o estopa al interior. Esas imágenes son valiosas. Hay que conservar con cuidado todos los trozos, de manera particular los rostros. Un buen artesano en yeso hace maravillas con esos pequeños trocitos. En el Santuario de Lourdes tenemos las direcciones de algunos artesanos que trabajan muy bien porque conocen las antiguas técnicas.


Cuando la imagen está totalmente destruida...

- Si es yeso, se coloca en un tiesto hasta que se deshaga, y con cuidado se vierte en algún lugar del jardín de la casa donde no haya cultivos de hortalizas, arboles frutales ni de flores ornamentales. Con el paso del tiempo se mezcla solo con la tierra. Tarda un poco el proceso.

- Si se da el caso de alguien que viva en departamento o en casa sin patio, pues se muele completamente la imagen, se reduce a polvo y se elimina en un lugar adecuado, conforme cada persona lo estime. Se ha sabido que algunas personas hacen artesanías con el yeso molido. Lo mezclan con arena de diversos colores y hacen hermosos adornos en botellas blancas.

Consultado un fabricante de imágenes, nos ha señalado que el yeso ya procesado no sirve. No se puede reutilizar, no sirve para estucos, es material inútil que daña bastante la tierra. Por eso es bueno tratar de cuidar las imágenes, y las que pueden ser restauradas hay que repararlas para que duren mucho.

Rosarios, Libros y otros artículos bendecidos: Lo mejor es reparar o restaurar lo que se pueda reparar. Muchos Rosarios pueden ser desarmados de tal manera que sus cuentas terminen formando las de uno nuevo y listo;  sus cruces, también, son susceptibles de ser separadas para usarlas con una cadena. Con relación a los libros una nueva encuadernación puede ser la solución.

Cuando se reciclan Rosarios, puede que sobren partes, también puede que la restauración  de los libros sea mas costosa que comprar uno nuevo, algo similar puede ocurrir con las imágenes. Para estos casos, lo mejor es conseguir un recipiente de plástico lo suficientemente grande para contenerlos y colocar en él estos objetos o restos de los mismos. 

Siempre hay alguna Capilla, Templo, Colegio Católico, Centro de Atención Católico, etc. que esté en construcción. Pues habla con el sacerdote responsable de esta obra y ofrécele tu caja con los objetos para que sean colocados en los cimientos de la edificación. 

Recordemos que, aunque rotos o desgastados, siguen siendo benditos, por lo que seguirán bendiciendo esa construcción.

HOY CELEBRAMOS A SANTA MÓNICA, MADRE DE SAN AGUSTÍN, 27 DE AGOSTO



 Mónica, Santa

Memoria Litúrgica, 27 de agosto

Por: n/a | Fuente: Centro de Espiritualidad Santa María



Madre de San Agustín

Martirologio Romano: Memoria de santa Mónica, que, muy joven todavía, fue dada en matrimonio a Patricio, del que tuvo hijos, entre los cuales se cuenta a Agustín, por cuya conversión derramó abundantes lágrimas y oró mucho a Dios. Al tiempo de partir para África, ardiendo en deseos de la vida celestial, murió en la ciudad de Ostia del Tíber († 387).

Etimológicamente: Mónica = Aquella que disfruta de la soledad, es de origen griego.

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

         

Breve Biografía

Hoy celebramos a Santa Mónica, que con su testimonio logró convertir a su marido, a su suegra y a su hijo, San Agustín, quién también, es un gran santo de la Iglesia.

Santa Mónica fue una mujer con una gran fe y nos entregó un testimonio de fidelidad y confianza en Dios, por lo que alcanzó la santidad cumpliendo con su vocación de esposa y madre.


Un poco de historia

Mónica, la madre de San Agustín, nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332.


Formación

Sus padres encomendaron la formación de sus hijas a una mujer muy religiosa y estricta en disciplina. Ella no las dejaba tomar bebidas entre horas (aunque aquellas tierras son de clima muy caliente) pues les decía: "Ahora cada vez que tengan sed van a tomar bebidas para calmarla. Y después que sean mayores y tengan las llaves de la pieza donde está el vino, tomarán licor y esto les hará mucho daño." Mónica le obedeció los primeros años pero, después ya mayor, empezó a ir a escondidas al depósito y cada vez que tenía sed tomaba un vaso de vino. Más sucedió que un día regañó fuertemente a un obrero y éste por defenderse le gritó ¡Borracha! Esto le impresionó profundamente y nunca lo olvidó en toda su vida, y se propuso no volver a tomar jamás bebidas alcohólicas. Pocos meses después fue bautizada (en ese tiempo bautizaban a la gente ya entrada en años) y desde su bautismo su conversión fue admirable.


Su esposo

Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad pero sus padres dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamado Patricio. Este era un buen trabajador, pero de genio terrible, además mujeriego, jugador y pagano, que no tenía gusto alguno por lo espiritual. La hizo sufrir muchísimo y por treinta años ella tuvo que aguantar sus estallidos de ira ya que gritaba por el menor disgusto, pero éste jamás se atrevió a levantar su mano contra ella. Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por varias décadas.


La fórmula para evitar discusiones

En aquella región del norte de África donde las personas eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica porqué su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, pero que nunca la golpeaba, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió: "Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo, para pelear se necesitan dos y yo no acepto entrar en pelea, pues....no peleamos".


Viuda, y con un hijo rebelde

Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande hacia los pobres, nunca se opuso a que dedique de su tiempo a estos buenos oficios. Y quizás, el ejemplo de vida de su esposa logro su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo hiciera su suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado grandemente la vida a la pobre Mónica. Un año después de su bautizo, Patricio murió, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.


El muchacho difícil

Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que Agustín era extraordinariamente inteligente, y por eso decidieron enviarle a la capital del estado, a Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero a Patricio, en aquella época, solo le interesaba que Agustín sobresaliera en los estudios, fuera reconocido y celebrado socialmente y sobresaliese en los ejercicios físicos. Nada le importaba la vida espiritual o la falta de ella de su hijo y Agustín, ni corto ni perezoso, fue alejándose cada vez más de la fe y cayendo en mayores y peores pecados y errores.


Una madre con carácter

Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez más preocupantes del comportamiento de su hijo. En una enfermedad, ante el temor a la muerte, se hizo instruir acerca de la religión y propuso hacerse católico, pero al ser sanado de la enfermedad abandonó su propósito de hacerlo. Adoptó las creencias y prácticas de una la secta Maniquea, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el diablo. Y Mónica, que era bondadosa pero no cobarde, ni débil de carácter, al volver su hijo de vacaciones y escucharle argumentar falsedades contra la verdadera religión, lo echó sin más de la casa y cerró las puertas, porque bajo su techo no albergaba a enemigos de Dios.


La visión esperanzadora

Sucedió que en esos días Mónica tuvo un sueño en el que se vio en un bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo, Se le acercó un personaje muy resplandeciente y le dijo "tu hijo volverá contigo", y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narró a su hijo el sueño y él le dijo lleno de orgullo, que eso significaba que ello significaba que se iba a volver maniquea, como él. A eso ella respondió: "En el sueño no me dijeron, la madre irá a donde el hijo, sino el hijo volverá a la madre". Su respuesta tan hábil impresionó mucho a su hijo Agustín, quien más tarde consideró la visión como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 437. Aún faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera.


La célebre respuesta de un Obispo

En cierta ocasión Mónica contó a un Obispo que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió: "Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas". Esta admirable respuesta y lo que oyó decir en el sueño, le daban consuelo y llenaban de esperanza, a pesar de que Agustín no daba la más mínima señal de arrepentimiento.


El hijo se fuga, y la madre va tras de él

A los 29 años, Agustín decide irse a Roma a dar clases. Ya era todo un maestro. Mónica se decide a seguirle para intentar alejarlo de las malas influencias pero Agustín al llegar al puerto de embarque, su hijo por medio de un engaño se embarca sin ella y se va a Roma sin ella. Pero Mónica, no dejándose derrotar tan fácilmente toma otro barco y va tras de él.


Un personaje influyente

En Milán; Mónica conoce al santo más famoso de la época en Italia, el célebre San Ambrosio, Arzobispo de la ciudad. En él encontró un verdadero padre, lleno de bondad y sabiduría que le impartió sabios. Además de Mónica, San Ambrosio también tuvo un gran impacto sobre Agustín, a quien atrajo inicialmente por su gran conocimiento y poderosa personalidad. Poco a poco comenzó a operarse un cambio notable en Agustín, escuchaba con gran atención y respeto a San Ambrosio, desarrolló por él un profundo cariño y abrió finalmente su mente y corazón a las verdades de la fe católica.


La conversión tan esperada

En el año 387, ocurrió la conversión de Agustín, se hizo instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar.


Puede morir tranquila

Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano, a su tierra, en África, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba es esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, mientras madre e hijo admiraban el cielo estrellado y platicaban sobre las alegrías venideras cuando llegaran al cielo, Mónica exclamó entusiasmada: " ¿Y a mí que más me amarra a la tierra? Ya he obtenido de Dios mi gran deseo, el verte cristiano." Poco después le invadió una fiebre, que en pocos días se agravó y le ocasionaron la muerte. Murió a los 55 años de edad del año 387.

A lo largo de los siglos, miles han encomendado a Santa Mónica a sus familiares más queridos y han conseguido conversiones admirables.

En algunas pinturas, está vestida con traje de monja, ya que por costumbre así se vestían en aquél tiempo las mujeres que se dedicaban a la vida espiritual, despreciando adornos y vestimentas vanidosas. También la vemos con un bastón de caminante, por sus muchos viajes tras del hijo de sus lágrimas. Otros la han pintado con un libro en la mano, para rememorar el momento por ella tan deseado, la conversión definitiva de su hijo, cuando por inspiración divina abrió y leyó al azar una página de la Biblia.

 



Oración

Santa Mónica, te pedimos en este día que nos ayudes a vivir nuestra vocación cerca de Dios, confiando siempre en que la oración constante y sencilla es un instrumento eficaz para transformar los corazones de quienes nos rodean.

Amén.


EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 27 DE AGOSTO DE 2021



Viernes 21 del tiempo ordinario

Viernes 27 de agosto de 2021



1ª Lectura (1Tes 4,1-8): Por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús. Esto quiere Dios de vosotros: una vida sagrada, que os apartéis del desenfreno, que sepa cada cual controlar su propio cuerpo santa y respetuosamente, sin dejarse arrastrar por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Y que en este asunto nadie ofenda a su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga todo esto, como ya os dijimos y aseguramos. Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino sagrada. Por consiguiente, el que desprecia este mandato no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.




Salmo responsorial: 96

R/. Alegraos, justos, con el Señor.

El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Justicia y derecho sostienen su trono.

Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.

El Señor ama al que aborrece el mal, protege la vida de sus fieles y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre.

Versículo antes del Evangelio (Lc 21,36): Aleluya. Velad y orad, para que podáis presentaros sin temor ante el Hijo del hombre. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mt 25,1-13): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora».





«En verdad os digo que no os conozco»

+ Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)



Hoy, Viernes XXI del tiempo ordinario, el Señor nos recuerda en el Evangelio que hay que estar siempre vigilantes y preparados para encontrarnos con Él. A media noche, en cualquier momento, pueden llamar a la puerta e invitarnos a salir a recibir al Señor. La muerte no pide cita previa. De hecho, «no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25,13).

Vigilar no significa vivir con miedo y angustia. Quiere decir vivir de manera responsable nuestra vida de hijos de Dios, nuestra vida de fe, esperanza y caridad. El Señor espera continuamente nuestra respuesta de fe y amor, constantes y pacientes, en medio de las ocupaciones y preocupaciones que van tejiendo nuestro vivir.

Y esta respuesta sólo la podemos dar nosotros, tú y yo. Nadie lo puede hacer en nuestro lugar. Esto es lo que significa la negativa de las vírgenes prudentes a ceder parte de su aceite para las lámparas apagadas de las vírgenes necias: «Es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis» (Mt 25,9). Así, nuestra respuesta a Dios es personal e intransferible.

No esperemos un “mañana” —que quizá no vendrá— para encender la lámpara de nuestro amor para el Esposo. Carpe diem! Hay que vivir en cada segundo de nuestra vida toda la pasión que un cristiano ha de sentir por su Señor. Es un dicho conocido, pero que no estará de más recordarlo de nuevo: «Vive cada día de tu vida como si fuese el primer día de tu existencia, como si fuese el único día de que disponemos, como si fuese el último día de nuestra vida». Una llamada realista a la necesaria y razonable conversión que hemos de llevar a término.

Que Dios nos conceda la gracia en su gran misericordia de que no tengamos que oír en la hora suprema: «En verdad os digo que no os conozco» (Mt 25,12), es decir, «no habéis tenido ninguna relación ni trato conmigo». Tratemos al Señor en esta vida de manera que lleguemos a ser conocidos y amigos suyos en el tiempo y en la eternidad. 

SANTA TERESA DE CALCUTA NACIÓ UN DÍA COMO HAY HACE 111 AÑOS



Santa Teresa de Calcuta nació un día como hoy hace 111 años

Redacción ACI Prensa


“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, india. En lo referente a la fe, soy una monja católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”, solía decir Santa Teresa de Calcuta.

Agnes Gonxha Bojaxhia, luego conocida como Madre Teresa de Calcuta, nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje (actual Macedonia). Sus padres fueron Nikola y Drane Bojaxhia.

Hizo la Primera Comunión cuando tenía cinco años y medio, y recibió la Confirmación en 1916.

Desde pequeña tuvo una profunda formación religiosa en la Parroquia Sagrado Corazón, que estaba a cargo de los jesuitas.

Su padre murió cuando ella tenía ocho años. Esta pérdida trajo problemas económicos a su familia. A los 18 años ingresó al Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como las Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí tomó el nombre de Hermana María Teresa en honor a Santa Teresa de Lisieux.

Llegó a la India el 6 de enero de 1929. En mayo de 1931, hizo sus primeros votos y fue enviada a la comunidad de Loreto Entally, en Calcuta, como profesora del colegio para niñas St. Mary.

El 24 de mayo de 1937 se convirtió en “esposa de Jesús para toda la eternidad” al hacer sus votos perpetuos. Desde entonces fue llamada Madre Teresa.

Permaneció durante 20 años dedicándose a la enseñanza, incluso llegó a ser directora del colegio St.Mary. En ese tiempo se caracterizó por su profunda piedad, su amor hacia sus hermanas religiosas y sus alumnas. También fue una gran administradora y trabajadora.


La llamada dentro de la llamada

El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje que realizó a Darjeeling para realizar su retiro anual, la Madre Teresa recibió lo que ella llamó la “inspiración” o su “llamada dentro de la llamada”.

Aquel día la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón. En las siguientes semanas, mediante locuciones interiores y visiones, el mismo Jesús le reveló su deseo de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz. No puedo ir solo.”, le dijo.

En respuesta a ese llamado, el 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul, y salió del convento de Loreto para introducirse en el mundo de los más pobres.

Recorrió los barrios paupérrimos, visitó familias, lavó las heridas de los niños y ayudó a los olvidados. Todos los días recibía la Eucaristía y salía de su casa con el rosario en la mano. Meses después se le unieron algunas de sus antiguas pupilas.

Cristo le pidió que fundara una congregación religiosa, que más tarde sería las Misioneras de la Caridad, dedicada al servicio de los más pobres entre los pobres.

En 1950 se estableció oficialmente la Congregación de las Misioneras de la Caridad. Tiempo después envió a sus hermanas a otras partes de la India y abrió otras casas en Venezuela, Roma, Tanzania e incluso en casi todos los países que entonces formaban parte de la Unión Soviética.

Además, fundó a los Hermanos Misioneros de la Caridad, la rama contemplativa de las Hermanas, los Hermanos Contemplativos, los Padres Misioneros de la Caridad, a los Colaboradores de Madre Teresa y a los Colaboradores Enfermos y Sufrientes. Posteriormente surge la congregación de Misioneros de la Caridad Laicos y el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi.

Estuvo pendiente de su inmensa obra. Descansaba poco, casi no comía, rezaba durante horas y atendía a los pobres.

En 1979 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz. Desde entonces los medios de comunicación siguieron atentamente sus obras, que daban testimonio de la alegría de amar y de la grandeza y dignidad de cada persona humana.

Hasta el final de su vida, y a pesar de sus problemas de salud, la Madre Teresa continuó sirviendo a los pobres.

Después de encontrarse por última vez con San Juan Pablo II, retorna a Calcuta y el 5 de septiembre de 1997 partió hacia la Casa del Padre.

Durante la Misa de Beatificación, el 19 de octubre del 2003, San Juan Pablo II dijo de ella: “Veneremos a esta pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad. Honremos en ella a una de las personalidades más relevantes de nuestra época. Acojamos su mensaje y sigamos su ejemplo”.

Fue canonizada el 4 de septiembre de 2016 por el Papa Francisco.