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jueves, 8 de julio de 2021

NO OS PROCURÉIS ORO, NI PLATA... PARA EL CAMINO



 «No os procuréis oro, ni plata (...) para el camino»

Rev. D. David COMPTE i Verdaguer

(Manlleu, Barcelona, España)



Hoy, hasta lo imprevisto queremos tenerlo previsto. Hoy triunfan los servicios a domicilio. Y si hoy hablamos tanto de paz, quizá es porque estamos muy necesitados de ella. El Hoy del Evangelio toca de lleno estos distintos “hoy”. Vayamos por partes.

Queremos prever hasta lo imprevisible: pronto haremos un seguro por si el seguro nos falla. O cuando uno compra unos pantalones, ¡el dependiente nos ofrece el modelo con manchas o descoloridos incluidos! El Evangelio de hoy, con la invitación a ir desprovistos de equipaje («No os procuréis oro ni plata...»), nos invita a la confianza, a la disponibilidad. Pero alerta, ¡esto no es dejadez! Tampoco improvisación. Vivir esta realidad sólo es posible cuando nuestra vida está enraizada en lo fundamental: en la persona de Cristo. Como decía el Papa San Juan Pablo II, «es necesario respetar un principio esencial de la visión cristiana de la vida: la primacía de la gracia (...). No se ha de olvidar que, sin Cristo, ‘no podemos hacer nada’ (cf. Jn 15,5)».

También es cierto que proliferan los servicios a domicilio: nada de catering; ahora te hacen la tortilla de patatas en casa. Sirve de icono de una sociedad donde las personas tendemos fácilmente a ir a la nuestra, a organizarnos la vida prescindiendo de los demás. Hoy Jesús nos dice «id»; salid. Esto es, tened en cuenta aquellos que tenéis a vuestro lado. Tengámoslos, pues, realmente en cuenta, abiertos a sus necesidades.

Vacaciones, un paisaje tranquilo..., ¿son sinónimos de paz? parece que tenemos motivos serios para dudar de ello. Quizá muchas veces son un letargo de las zozobras interiores; éstas, más adelante, volverán a despertar. Los cristianos sabemos que somos portadores de paz, es más, que esta paz impregna todo nuestro ser —también cuando a nuestro alrededor encontramos un ambiente hostil— en la medida que seguimos de cerca a Jesús.

¡Dejémonos tocar, pues, por la fuerza del Hoy de Cristo! Y..., «quien ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciarlo» (Juan Pablo II).

10 RAZONES PARA LEER LA BIBLIA



 10 razones para leer la Biblia

La Biblia es el conjunto de textos para conducir a los hombres al cielo. Está inspirada por Dios, esto significa que Dios mismo es el autor principal de estos libros, aunque utilizó para escribirlos un instrumento humano. El autor humano escribe con su estilo, pero bajo la inspiración divina, de modo que lo escrito realmente es palabra de Dios.

 

La Biblia se divide en dos grandes partes: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, ambos relacionados entre sí. La Biblia está formada por 73 libros: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento.

 

10 Razones para leer la Biblia:

 

1. Conocer a Dios.

Sería para nosotros imposible saber algo acerca de Dios si Él no nos lo hubiera revelado. Y lo hizo a través de Su Palabra. Así que para que puedas conocerlo y consiguientemente entablar con Él una relación personal de amor y confianza, es indispensable que leas Su Palabra.

2. Conocerse uno mismo.

La Palabra de Dios "penetra hasta las fronteras del alma y del espíritu" (Heb 4,12). Leerla te permite conocerte a fondo, pero no desde la óptica humana de juicio y condena, sino desde la mirada esperanzadora y misericordiosa de Dios.

3. Recibir luz.

Dice el salmista que la Palabra es "lámpara para sus pasos, luz en su sendero” (ver Sal 119, 105). Siempre tiene un mensaje para iluminar tu situación actual, siempre tiene algo pertinente que decirte; a veces te consuela, a veces te exhorta, a veces te tranquiliza, a veces te inquieta y te sacude, pero puedes tener la certeza de que siempre te da lo que tu alma necesita.

4. Dialogar con Dios.

Hay quien cree que orar consiste sólo en hablar y hablar con Dios pues Él no dice nada. Pero Dios sí habla: a través de Su Palabra. Leer la Biblia te permite escuchar lo que quiere decirte, para poder después responderle, dialogar con Él y, con Su gracia, hacerlo vida.

5. Participar de la reflexión y oración de toda la Iglesia.

Cuando lees los textos que se proclaman cada día en Misa o en la Liturgia de las Horas, te unes a millones de católicos en todo el mundo que en ese mismo momento están leyendo, escuchando, reflexionando, orando con esas mismas palabras. Leer así la Palabra te permite participar activamente en la unidad y universalidad de la Iglesia.

6. Situarte dentro de la historia de la salvación.

Leer la Biblia te permite descubrir cómo fue que Dios se reveló al ser humano; estableció una alianza con el hombre, le prometió Su amor y salvación y lo cumplió. Conocer el pasado te permite comprender el presente y vivirlo desde el gozo de saber que formas parte del pueblo de Dios, que eres miembro de Su rebaño, oveja del Buen Pastor.

7. Conocer, comprender y amar a la Iglesia.

Leer la Biblia te permite conocer la Iglesia de la que formas parte para comprenderla y amarla más, y gozarte de pertenecer a ella sabiendo que fue fundada por Cristo, y aunque está formada por seres humanos susceptibles de fallar, como tú y como yo, es conducida a través de la historia, por el Espíritu de Dios.

8. Anunciar la Buena Nueva.

Leer la Biblia te permite cumplir el mandato de Jesús de ir por todo el mundo a anunciar la Buena Nueva (ver Mc 16, 15). Sólo si conoces la Escritura puedes compartir Su luz con otros. 

9. Conocer y defender la fe.

Dice San Pablo que todo texto de la Escritura es útil para enseñar (ver 2Tim 3,16). Conocer la Biblia te permite enfrentar a quienes atacan tu fe católica y responderles no sólo con caridad sino con argumentos sólidos. 

10. Vivir con libertad y alegría.

Leer la Biblia te da libertad y alegría. La libertad de que gozan quienes abandonan la inmovilidad de las tinieblas y caminan hacia Aquel que es la Luz; la alegría de saber que Él está contigo todos los días hasta el fin del mundo, y la alegría de anunciarlo a los demás, como pide el Papa Francisco.


(Fuente: Catholic.net)

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 8 DE JULIO DE 2021



Jueves 14 del tiempo ordinario

Jueves 8 de julio de 2021



1ª Lectura (Gén 44,18-21.3-29; 45,1-5): En aquellos días, se acercó Judá a José y le dijo: «Con tu permiso, señor, tu siervo va a pronunciar algunas palabras a tu oído; no te enojes con tu siervo, pues tú eres como un segundo faraón. Tú, señor, nos preguntaste: ‘¿Tienen padre o algún hermano?’ Nosotros te respondimos: ‘Sí, tenemos un padre anciano, con un hijo pequeño, que le nació en su vejez. Como es el único que le queda de su madre, pues el otro hermano ya murió, su padre lo ama tiernamente’. Entonces tú dijiste a tus siervos: ‘Traédmelo para que yo lo vea con mis propios ojos, pues si no viene vuestro hermano menor con vosotros, no os volveré a recibir’.

»Cuando regresamos a donde está nuestro padre, tu siervo, le referimos lo que nos habías dicho. Nuestro padre nos dijo: ‘Volved a Egipto y comprad víveres’. Nosotros le dijimos: ‘No podemos volver, a menos que nuestro hermano menor vaya con nosotros. Sólo así volveríamos, porque no podemos presentarnos ante el ministro del faraón, si no va con nosotros nuestro hermano menor’. Nuestro padre, tu siervo, nos dijo entonces: ‘Ya sabéis que mi mujer me dio dos hijos: uno desapareció y vosotros me dijisteis que una fiera se lo había comido y ya no lo he vuelto a ver. Ahora os lleváis también a éste; si le ocurre una desgracia, me vais a matar de dolor’».

Entonces José ya no pudo aguantarse más y ordenó a todos los que lo acompañaban que salieran de ahí. Nadie se quedó con él cuando se dio a conocer a sus hermanos. José se puso a llorar a gritos; lo oyeron los egipcios y llegó la noticia hasta la casa del faraón.

Después les dijo a sus hermanos: «Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre?». Sus hermanos no podían contestarle, porque el miedo se había apoderado de ellos. José les dijo: «Acercaos». Se acercaron y él continuó: «Yo soy vuestro hermano José, a quien vosotros vendisteis a los egipcios. Pero no os asustéis ni os aflijáis por haberme vendido, pues Dios me mandó a Egipto antes que a vosotros para salvaros la vida».



Salmo responsorial: 104

R/. Recordemos los prodigios del Señor.

Cuando el Señor mandó el hambre sobre el país y acabó con todas las cosechas, y había enviado por delante a un hombre: a José, vendido como esclavo.

Le trabaron los pies con grilletes, y rodearon su cuerpo con cadenas, hasta que se cumplió su predicción, y Dios lo acreditó con su palabra.

El rey mandó que lo soltaran, el jefe de esos pueblos lo libró, lo nombró administrador de su casa, y señor de todas sus posesiones.

Versículo antes del Evangelio (Mc 1,15): Aleluya. El Reino de Dios está cerca, dice el Señor; arrepentíos y creed en el Evangelio. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mt 10,7-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis. Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies. Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad».



«Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca»

Rev. D. Antonio BORDAS i Belmonte

(L’Ametlla de Mar, Tarragona, España)


Hoy, el texto del Evangelio nos invita a evangelizar; nos dice: «Predicad» (cf. Mt 10,7). El anuncio es la buena nueva de Jesús, que intenta hablarnos del reino de Dios, que Él es nuestro salvador, enviado por el Padre al mundo y, por este motivo, el único que nos puede renovar desde dentro y cambiar la sociedad en la que vivimos.

Jesús anunciaba que «el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 10,7). Él era el anunciador del reino de Dios que se hacía presente entre los hombres y mujeres en la medida en que el bien avanzaba y retrocedía el mal.

Jesús quiere la salvación del hombre total, en su cuerpo y en su espíritu; más aun, ante el enigma que preocupa a la humanidad, que es la muerte, Jesús propone la resurrección. Quien vive muerto por el pecado, cuando recupera la gracia, experimenta una nueva vida. Éste es un gran misterio que comenzamos a experimentar a partir de nuestro bautismo: ¡los cristianos estamos llamados a la resurrección!

Una muestra de cómo el Papa Francisco busca el bien del hombre: «Esta “cultura del descarte” nos ha hecho insensibles también al derroche y al desperdicio de alimentos. En otro tiempo nuestros abuelos cuidaban mucho que no se tirara nada de comida sobrante. ¡El alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre!».

Jesús nos dice que seamos siempre portadores de paz. Cuando los sacerdotes llevamos la Comunión a un enfermo decimos: «¡La paz del Señor sea en esta casa!». Y la paz de Cristo permanece ahí, si hay personas dignas de ella. Para recibir los dones del reino de Dios se necesita una buena disposición interior. Por otro lado, también vemos cómo mucha gente pone excusas para no recibir el Evangelio.

Nosotros tenemos un gran cometido entre los hombres, y es que no podemos dejar de anunciar el Evangelio después de haber creído, porque vivimos de él y queremos que otros también lo vivan.


 

Papa Francisco agradece mensajes de cariño y oración mientras que continúa hospitalizado

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

Foto: Vatican Media



El Papa Francisco agradeció “por la cercanía y la oración” manifestada con los “numerosos mensajes y el cariño recibidos en estos días” mientras continúa hospitalizado en el Políclinico A. Gemelli de Roma después de la operación quirúrgica a la que fue sometido el pasado domingo 4 de julio.

El director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, informó este 7 de julio que “el curso postoperatorio de Su Santidad el Papa Francisco sigue siendo regular y satisfactorio” y agregó que “ha seguido comiendo regularmente y ha suspendido la terapia parenteral”.

Además, “el examen histológico definitivo ha confirmado una estenosis diverticular grave con signos de diverticulitis esclerosante”, indicó Bruni.

Por último, el director de la oficina de prensa vaticana señaló que “el Papa Francisco está conmovido por los numerosos mensajes y el cariño recibidos en estos días y expresa su gratitud por la cercanía y la oración”.

Por su parte, el secretario personal de Benedicto XVI, Mons. Georg Gänswein, destacó que el Papa Emérito está rezando por la recuperación del Papa Francisco.

Según informó la prensa italiana y la sección alemana de Vatican News, el Papa Emérito "dirige amorosamente sus pensamientos al Papa Francisco y reza fervientemente por él”. 

Los médicos del Gemelli prevén que el Papa Francisco, de 84 años, continúe hospitalizado durante esta semana.

La operación del domingo por “estenosis diverticular” en la parte final del colon consistió en “una hemicolectomía izquierda que duró unas tres horas”.

El 5 de julio, Matteo Bruni informó que “su Santidad el Papa Francisco está en buen estado general, alerta y respirando por sí mismo” y al día siguiente añadió que el Papa había “descansado bien durante la noche”, había desayunado, leído algunos periódicos y se había levantado para caminar durante la mañana por lo que indicó que la recuperación del Papa Francisco se desarrolla con normalidad. 

La estenosis del colon es una afección en la que parte del intestino grueso se vuelve más estrecho de lo habitual. Puede ser peligroso si por su estrechez comienza a impedir el paso seguro de los alimentos.

En el hospital Gemelli fue atendido también San Juan Pablo II, la primera ocasión fue después del atentado de 1981.