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viernes, 26 de marzo de 2021

SEAN SIEMPRE DÓCILES A LA VOLUNTAD DE DIOS COMO MARÍA, PIDE EL PAPA EN LA ANUNCIACIÓN


 

Sean siempre dóciles a la voluntad de Dios como María, pide el Papa en Anunciación

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa. Imagen de la anunciación. Crédito: Dominio público




Con ocasión de la Solemnidad de la Anunciación del Señor que la Iglesia celebra el 25 de marzo, el Papa Francisco invitó a ser dóciles a la voluntad de Dios como lo fue la Virgen María.

“¡Sean siempre disponibles y dóciles a la voluntad de Dios! Amen y recen a María Santísima, para que ella ilumine y consuele su vida”, recomendó el Santo Padre durante la Audiencia General del miércoles 24 de marzo. Añadió que en la Solemnidad de la Anunciación del Señor se recuerda “a la Virgen que acoge con su Sí el plan salvífico del Altísimo”.

Además, el Papa Francisco escribió este 25 de marzo en su cuenta oficial de Twitter @Pontifex_es que “María no es solo el puente entre Dios y nosotros, es más todavía: es el camino que Dios ha recorrido para llegar a nosotros y es la senda que debemos recorrer nosotros para llegar a Él”.

Asimismo, el Santo Padre destacó en diciembre de 2018, durante una Misa en la Casa Santa Marta, que “el misterio de la Anunciación es el momento ‘decisivo’ en el cual la historia del hombre cambió completamente”.

Al reflexionar en el pasaje del Evangelio de San Lucas, que describe la Anunciación del Arcángel San Gabriel a la Virgen María, el Papa remarcó que el “Dios de las sorpresas” cambió el destino del hombre.

“Dios desciende, Dios entra en la historia y lo hace con su estilo original: una sorpresa. El Dios de las sorpresas nos sorprende (de nuevo) una vez”, relató el Papa.

En esta línea, el Santo Padre describió que fue un “momento decisivo de la historia, el más revolucionario”.

Por ello, “cuando en Navidad o en el día de la Anunciación profesamos la fe para decir este misterio nos hincamos. Es el momento en el que todo cambia, todo, desde la raíz”, concluyó entonces.

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 26 DE MARZO DE 2021



 Lecturas de hoy Viernes de la 5ª semana de Cuaresma

Hoy, viernes, 26 de marzo de 2021



Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (20,10-13):

OÍA la acusación de la gente:

«“Pavor-en-torno”,

delatadlo, vamos a delatarlo».

Mis amigos acechaban mi traspié:

«A ver si, engañado, lo sometemos

y podemos vengarnos de él».

Pero el Señor es mi fuerte defensor:

me persiguen, pero tropiezan impotentes.

Acabarán avergonzados de su fracaso,

con sonrojo eterno que no se olvidará.

Señor del universo, que examinas al honrado

y sondeas las entrañas y el corazón,

¡que yo vea tu venganza sobre ellos,

pues te he encomendado mi causa!

Cantad al Señor, alabad al Señor,

que libera la vida del pobre

de las manos de gente perversa.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 17,2-3a.3bc-4.5-6.7


R/. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó


V/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;

Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.


V/. Dios mío, peña mía, refugio mío,

escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.

Invoco al Señor de mi alabanza

y quedo libre de mis enemigos. R/.


V/. Me cercaban olas mortales,

torrentes destructores me aterraban,

me envolvían las redes del abismo,

me alcanzaban los lazos de la muerte. R/.


V/. En el peligro invoqué al Señor,

grité a mi Dios:

desde su templo él escuchó mi voz,

y mi grito llegó a sus oídos. R/.



Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,31-42):

EN aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.

Elles replicó:

«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».

Los judíos le contestaron:

«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».

Jesús les replicó:

«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».

Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.

Muchos acudieron a él y decían:

«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».

Y muchos creyeron en él allí.


Palabra del Señor




«¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?»

Rev. D. Carles ELÍAS i Cao

(Barcelona, España)



Hoy viernes, cuando sólo falta una semana para conmemorar la muerte del Señor, el Evangelio nos presenta los motivos de su condena. Jesús trata de mostrar la verdad, pero los judíos lo tienen por blasfemo y reo de lapidación. Jesús habla de las obras que realiza, obras de Dios que lo acreditan, de cómo puede darse a sí mismo el título de “Hijo de Dios”... Sin embargo, habla desde unas categorías difíciles de entender para sus adversarios: “estar en la verdad”, “escuchar su voz”...; les habla desde el seguimiento y el compromiso con su persona que hacen que Jesús sea conocido y amado —«Maestro, ¿dónde vives?», le preguntaron los discípulos al inicio de su ministerio (Jn 1,38)—. Pero todo parece inútil: es tan grande lo que Jesús intenta decir que no pueden entenderlo, solamente lo podrán comprender los pequeños y sencillos, porque el Reino está escondido a los sabios y entendidos.

Jesús lucha por presentar argumentos que puedan aceptar, pero el intento es en vano. En el fondo, morirá por decir la verdad sobre sí mismo, por ser fiel a sí mismo, a su identidad y a su misión. Como profeta, presentará una llamada a la conversión y será rechazado, un nuevo rostro de Dios y será escupido, una nueva fraternidad y será abandonado.

De nuevo se alza la Cruz del Señor con toda su fuerza como estandarte verdadero, como única razón indiscutible: «¡Oh admirable virtud de la santa cruz! ¡Oh inefable gloria del Padre! En ella podemos considerar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del crucificado. ¡Oh, sí, Señor: atrajiste a ti todas las cosas cuando, teniendo extendidas todo el día tus manos hacia el pueblo incrédulo y rebelde (cf. Is 65,2), el universo entero comprendió que debía rendir homenaje a tu majestad!» (San León Magno). Jesús ha de huir al otro lado del Jordán y quienes de veras creen el Él se trasladan allí dispuestos a seguirle y a escucharle.