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martes, 26 de enero de 2021

ENFADOS EN LA ADOLESCENCIA


Enfados en la adolescencia


Enseñemos a nuestros hijos adolescentes a dominar sus enfados cuando no obtienen lo que quieren inmediatamente. Conozco muchos matrimonios que acostumbran a ser austeros con sus hijos, aunque tienen medios económicos para adquirir de inmediato lo que deseen, pero les hacen esperar hasta su aniversario o su santo para concederles el regalo que piden. Y aunque pongan mala cara no ceden a sus caprichos.

Un defecto de los adolescentes de hoy es que exteriorizan con más enfado –por no decir impertinencia– sus deseos. Muchos padres rieron esta gracia de la espontaneidad con demasiada frecuencia cuando estos adolescentes eran pequeños. En algunos aspectos esta espontaneidad es correcta ya que si lo comparamos en épocas anteriores y, si somos positivos, podemos decir que nos tienen más confianza.

Llegaremos a la conclusión que: Espontaneidad, sí. Impertinencia, no.

Conviene hacerles ver que las emociones conviene mantenerlas en la justa medida: disgustos desproporcionados, tristezas excesivamente largas o inmotivadas pueden estar pidiendo, en algún caso, alguna ayuda externa para los padres, del tutor o del psicólogo del colegio. Una ayuda a la que recurriremos después de analizar entre padre y madre su situación con mucho interés para que nos puedan entender mejor.


Apoyemos en vivir estas actitudes:

1. Que nos vean con defectos. Hacerles ver, con naturalidad, que a nosotros también nos cuesta cumplir con nuestras obligaciones y que cometemos errores.

2. Pedir perdón. Si nos hemos alterado delante de ellos reconocerlo, sin olvidar que "es de sabios, rectificar" y que si se ha metido la pata se quita y recomenzamos. Los adolescentes necesitan ver que somos humanos y no nos enfadaremos si nos dicen: "¡Tú aquel día también...!" Al revés aprovecharemos para hacer broma y reconocerlo.

3. Hacerles entender que confiamos en ellos, a pesar de los pesares. Con el buen espíritu deportivo de: "ahora caigo, ahora me levanto", padre, madre y adolescente, seguiremos unidos para ganar el mejor partido.

Como siempre, reconocemos que los padres también debemos esforzarnos para regular nuestros enfados y que muchísimas veces estaremos dispuestos a con un: "perdona hijo, me he equivocado", volver a empezar con el optimismo diario. La mejor valentía –volver a empezar con humildad– según la frase que encabeza esta pequeña reflexión.


(Victoria Cardona Romeu - Educadora familiar) 

VEN ESPÍRITU SANTO!!



 Ven Espíritu Santo...!


Ven Espíritu Santo, porque sin ti, a Dios lo tenemos lejos.

Ven Espíritu Santo, porque sin ti, Cristo resucitado se nos queda en el pasado.

Ven Espíritu Santo, porque sin ti, el Evangelio es letra muerta.

Ven Espíritu Santo, porque sin ti, la Iglesia es una simple organización y la autoridad se convierte en ejercicio del poder.

Ven Espíritu Santo, porque sin ti, la misión pasa a ser propaganda y el culto un arcaísmo. Sin ti el actuar de los cristianos refleja una vida de esclavos.

Ven Espíritu Santo, porque contigo el cosmos camina hacia el reino. Contigo Dios está cerca y Cristo resucitado se hace presente.

Ven Espíritu Santo, porque contigo el Evangelio es vida, la Iglesia pasa a ser comunión en la Trinidad. Contigo la autoridad es un servicio liberador y la misión un renovado Pentecostés.

Ven Espíritu Santo, porque contigo la liturgia es memoria viviente. Contigo el actuar humano se hace divino. Te lo pedimos por el Inmaculado Corazón de María.

Así sea.


P. Florentín Brusa cmf


AGRADECIMIENTO DE NUESTROS NEO-SACERDOTES OBLATOS DE SAN JOSÉ, PROVINCIA DEL PERÚ - ORACIONES POR ELLOS!





AGRADECIMIENTO DE NUESTROS NEO-SACERDOTES


Venid conmigo y les hare pescadores de hombres. Mc 1,17.

Esta cita del evangelio de San Marcos, viene a resumir el itinerario vocacional que el Señor ha hecho hoy con nosotros.

El Señor llamó a los Discípulos en el mar de Galilea para que dejándolo todo lo siguieran. Esta llamada que Jesús hizo en aquel tiempo se actualiza cada vez que alguien es llamado a seguirle, y se hace realidad hoy en nosotros.

En primer lugar agradecemos a Dios por la vocación a la que hemos sido llamados sin ningún mérito nuestro, el SEÑOR HA SIDO GRANDE CON NOSOTROS Y ESTAMOS ALEGRES, han sido más de 10 años de preparación en los que Dios nos ha sostenido y bendecido. Hoy más que nunca queremos renovar el compromiso de seguir anunciando el Reino de Dios.

Agradecemos de manera especial al Mons: Rafael Escudero, por habernos conferido el ministerio sacerdotal a través de la imposición de sus manos, Monseñor cuente con nuestra humilde oración y nos encomendamos a la suya.

Damos gracias a nuestra familia religiosa de los Oblatos de San José, superiores, formadores, y a todos los integrantes desde el más mayor (P. Juanito, Marcelo, Pedro, Guillermo Álvarez) y a todos los Oblatos que nos han acompañado a lo largo de nuestra formación, Gracias por habernos heredado este legado de amor y fidelidad a Dios y a la congregación.

Agradecemos de todo corazón a nuestra familia por su amor y apoyo incondicional a lo largo de toda nuestra vida, y por haber hecho el gran esfuerzo de acompañarnos en este día muy especial, (a pesar de las circunstancia) así mismo nuestro agradecimiento especial a nuestros familiares, amigos y conocidos que nos acompañan con su oración y presencia a través de las redes sociales.

Del mismo modo queremos agradecer a los amigos de San José, y bienhechores, por su oración por nuestra perseverancia y su ayuda material en la formación de las Vocaciones de los Oblatos de San José.

Una agradecimiento especial al coro, que Dios por intercesión de San José los cuide.

A cada uno de ustedes les pedimos que sigan orando por todas las vocaciones, así mismo para que ejerzamos nuestro ministerio según el corazón de Cristo, que allí donde la Divina Providencia nos quiera no brillemos nosotros, sino la presencia de Cristo en nosotros.

“Que la alegría reine entre los hijos de San José”… ¡GRACIAS!


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FUENTE: https://www.facebook.com/Oblatosdesanjose/

Oblatos de San José - Provincia del Perú

 

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 26 DE ENERO DEL 2021



 Lecturas de hoy Martes de la 3ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, martes, 26 de enero de 2021



Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (10,1-10):

HERMANOS:

La ley, que presenta solo una sombra de los bienes futuros y no la realidad misma de las cosas, no puede nunca hacer perfectos a los que se acercan, pues lo hacen año tras año y ofrecen siempre los mismos sacrificios.

Si no fuera así, ¿no habrían dejado de ofrecerse, porque los ministros del culto, purificados de una vez para siempre, no tendrían ya ningún pecado sobre su conciencia?

Pero, en realidad, con estos sacrificios se recuerdan, año tras año, los pecados. Porque es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.

Por eso, al entrar él en el mundo dice:

«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo;

no aceptaste

holocaustos ni víctimas expiatorias.

Entonces yo dije: He aquí que vengo

—pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí—

para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad».

Primero dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos, ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley.

Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad».

Niega lo primero, para afirmar lo segundo.

Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 39,2.4ab.7-8a.10.11


R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad


V/. Yo esperaba con ansia al Señor;

él se inclinó y escuchó mi grito.

Me puso en la boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios. R/.


V/. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,

y, en cambio, me abriste el oído;

no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,

entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.


V/. He proclamado tu justicia

ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios,

Señor, tú lo sabes. R/.


V/. No me he guardado en el pecho tu justicia,

he contado tu fidelidad y tu salvación,

no he negado tu misericordia y tu lealtad

ante la gran asamblea. R/.



Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,31-35):

EN aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.

La gente que tenia sentada alrededor le dice:

«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».

Él les pregunta:

«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».

Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:

«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».


Palabra del Señor




«Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»


Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera

(Ripollet, Barcelona, España)

Hoy contemplamos a Jesús —en una escena muy concreta y, a la vez, comprometedora— rodeado por una multitud de gente del pueblo. Los familiares más próximos de Jesús han llegado desde Nazaret a Cafarnaum. Pero en vista de la cantidad de gente, permanecen fuera y lo mandan llamar. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan» (Mc 3,31).

En la respuesta de Jesús, como veremos, no hay ningún motivo de rechazo hacia sus familiares. Jesús se había alejado de ellos para seguir la llamada divina y muestra ahora que también internamente ha renunciado a ellos: no por frialdad de sentimientos o por menosprecio de los vínculos familiares, sino porque pertenece completamente a Dios Padre. Jesucristo ha realizado personalmente en Él mismo aquello que justamente pide a sus discípulos.

En lugar de su familia de la tierra, Jesús ha escogido una familia espiritual. Echa una mirada sobre los hombres sentados a su alrededor y les dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,34-35). San Marcos, en otros lugares de su Evangelio, refiere otras de esas miradas de Jesús a su alrededor.

¿Es que Jesús nos quiere decir que sólo son sus parientes los que escuchan con atención su palabra? ¡No! No son sus parientes aquellos que escuchan su palabra, sino aquellos que escuchan y cumplen la voluntad de Dios: éstos son su hermano, su hermana, su madre.

Lo que Jesús hace es una exhortación a aquellos que se encuentran allí sentados —y a todos— a entrar en comunión con Él mediante el cumplimiento de la voluntad divina. Pero, a la vez, vemos en sus palabras una alabanza a su madre, María, la siempre bienaventurada por haber creído.