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lunes, 11 de enero de 2021

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 11 DE ENERO DEL 2021 - TIEMPO ORDINARIO



 Lecturas de hoy Lunes de la 1ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, lunes, 11 de enero de 2021




Primera lectura

Comienzo de la carta a los Hebreos (1,1-6):

EN muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas.

En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues ¿a qué ángel dijo jamás:

«Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy»;

y en otro lugar:

«Yo seré para él un padre,

y él será para mí un hijo?».

Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice:

«Adórenlo todos los ángeles de Dios».


Palabra de Dios



Salmo

Sal 96,1.2b.6.7c.9


R/. Adorad a Dios todos sus ángeles


V/. El Señor reina, la tierra goza,

se alegran las islas innumerables.

Justicia y derecho sostienen su trono. R/.


V/. Los cielos pregonan su justicia,

y todos los pueblos contemplan su gloria.

Adoradlo todos sus ángeles. R/.


V/. Porque tú eres, Señor,

Altísimo sobre toda la tierra,

encumbrado sobre todos los dioses. R/.


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,14-20):

DESPUÉS de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:

«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.

Jesús les dijo:

«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.


Palabra de Dios



«Convertíos y creed en la Buena Nueva»

Rev. D. Joan COSTA i Bou

(Barcelona, España)


Hoy, el Evangelio nos invita a la conversión. «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Convertirse, ¿a qué?; mejor sería decir, ¿a quién? ¡A Cristo! Así lo expresó: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí» (Mt 10,37).

Convertirse significa acoger agradecidos el don de la fe y hacerlo operativo por la caridad. Convertirse quiere decir reconocer a Cristo como único señor y rey de nuestros corazones, de los que puede disponer. Convertirse implica descubrir a Cristo en todos los acontecimientos de la historia humana, también de la nuestra personal, a sabiendas de que Él es el origen, el centro y el fin de toda la historia, y que por Él todo ha sido redimido y en Él alcanza su plenitud. Convertirse supone vivir de esperanza, porque Él ha vencido el pecado, al maligno y la muerte, y la Eucaristía es la garantía.

Convertirse comporta amar a Nuestro Señor por encima de todo aquí en la tierra, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Convertirse presupone entregarle nuestro entendimiento y nuestra voluntad, de tal manera que nuestro comportamiento haga realidad el lema episcopal del Santo Padre, San Juan Pablo II, Totus tuus, es decir, Todo tuyo, Dios mío; y todo es: tiempo, cualidades, bienes, ilusiones, proyectos, salud, familia, trabajo, descanso, todo. Convertirse requiere, entonces, amar la voluntad de Dios en Cristo por encima de todo y gozar, agradecidos, de todo lo que acontece de parte de Dios, incluso contradicciones, humillaciones, enfermedades, y descubrirlas como tesoros que nos permiten manifestar más plenamente nuestro amor a Dios: ¡si Tú lo quieres así, yo también lo quiero!

Convertirse pide, así, como los apóstoles Simón, Andrés, Santiago y Juan, dejar «inmediatamente las redes» e irse con Él (cf. Mc 1,18), una vez oída su voz. Convertirse es que Cristo lo sea todo en nosotros.

EL PAPA FRANCISCO DA ACCESO A LAS MUJERES A LOS OFICIOS DE LECTOR Y ACÓLITO



 El Papa Francisco da acceso a las mujeres a los oficios de Lector y Acólito

Redacción ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco abrió a las mujeres los oficios del Lector y del Acólito, dos ministerios reservados a los varones en virtud de lo establecido en el Código de Derecho Canónico (CIC) pero que en la Iglesia latina ya se había dado acceso a las mujeres en virtud de otro canon del CIC.

Esta nueva disposición se ha establecido mediante la aprobación el 10 de enero, por parte del Santo Padre, del Motu Proprio Spiritus Domini que modifica el canon 230 § 1 del Código de Derecho Canónico sobre el acceso de las mujeres al ministerio instituido del lectorado y acolitado.

Hasta ahora, el canon 230 § 1 establecía que “los varones laicos que tengan la edad y condiciones determinadas por decreto de la Conferencia Episcopal, pueden ser llamados para el ministerio estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo, la colación de esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia”.

De ahora en adelante, de acuerdo con el Motu Proprio Spiritus Domini, el canon 230 § 1 quedará redactado del siguiente modo: “Los laicos que tengan la edad y los dones determinados por decreto de la Conferencia Episcopal podrán ser asumidos establemente, mediante el rito litúrgico establecido, en los ministerios de lectores y acólitos; sin embargo, tal atribución no les da derecho al sustento ni a la remuneración por parte de la Iglesia”.

Es decir, se elimina la referencia a “los varones laicos” abriendo el lectorado y acolitado a todos los bautizados, incluidas las mujeres.

En cualquier caso, recuerda el Papa, se trata de una práctica ya consolidada en la Iglesia latina en virtud de lo establecido en el canon 230 § 2: “Por encargo temporal, los laicos pueden desempeñar la función de lector en las ceremonias litúrgicas; así mismo, todos los laicos pueden desempeñar las funciones de comentador, cantor y otras, a tenor de la norma del derecho”.

Esta decisión, según afirma el mismo Pontífice en el Motu Proprio, se produce tras escuchar las recomendaciones de “algunas Asambleas del Sínodo de los Obispos”.

Tradicionalmente, señala el Papa, “la recepción de los ministerios laicales precedía a la recepción del Sacramento del Orden a modo de preparación, aunque dichos ministerios se les concediera a otros fieles idóneos de sexo masculino”. Esa práctica quedó regulada en virtud del Motu Proprio Ministeria quaedam del 17 de agosto de 1972 durante el Pontificado de San Pablo VI.

Sin embargo, continúa el Santo Padre, “algunas Asambleas del Sínodo de los Obispos han evidenciado la necesidad de profundizar doctrinalmente en el tema, de forma que responda a la naturaleza de dichos carismas y a las exigencias de los tiempos”.

En su argumentación con la que abre el Motu Proprio, el Papa diferencia entre los ministerios que responden al Orden sagrado, como el sacerdocio, de los ministerios laicales, que no se instituyen en virtud de un sacramento.

Francisco explica que el Espíritu Santo “distribuye a los miembros del pueblo de Dios los dones que permiten a cada uno, de forma diferente, contribuir a la edificación de la Iglesia y al anuncio del Evangelio”. Esos dones, recuerda el Pontífice, reciben el medio de “ministerios”.

Los ministerios pueden ser de dos tipos. El primero es el que se refiere al Orden sagrado: “En algunos casos, dicha contribución ministerial tiene su origen en un sacramento específico, el Orden sagrado”.

El segundo se refiere a otras funciones que a lo largo de la historia “se han instituido en la Iglesia y confiados mediante un rito litúrgico no sacramental a personas individuales en virtud de una particular forma de ejercicio del sacerdocio bautismal y en ayuda del ministerio específico de obispos, presbíteros y diáconos”.

De hecho, hace hincapié en que “en los últimos años se ha llegado en los últimos años a una elaboración doctrinal que ha puesto de relieve cómo determinados ministerios instituidos por la Iglesia tengan como fundamento la condición común de ser bautizados y el sacerdocio real recibido en el sacramento del Bautismo”.

Esos ministerios “son esencialmente distintos del ministerio ordenado recibido en el sacramento del Orden”.

En ese sentido, insiste en que ya existe “una práctica consolidada en la Iglesia latina” según la cual “esos ministerios laicales, al estar basados en el sacramento del Bautismo, pueden ser confiados a todos los fieles idóneos, sean de sexo masculino o femenino”.


Funciones del Lector y del Acólito

Según el Motu Proprio Ministeria quaedam, del 17 de agosto de 1972, firmado por el Papa San Pablo VI, el ministerio del Lector tiene como función “leer la palabra de Dios en la asamblea litúrgica”.

El lector “proclamará las lecturas de la Sagrada Escritura, pero no el Evangelio, en la Misa y en las demás celebraciones sagradas; faltando el salmista, recitará el Salmo interleccional; proclamará las intenciones de la Oración Universal de los fieles, cuando no haya a disposición diácono o cantor; dirigirá el canto y la participación del pueblo fiel; instruirá a los fieles para recibir dignamente los Sacramentos”.

Por su parte, el Acólito, según lo establecido en dicho Motu Proprio de San Pablo VI, “queda instituido para ayudar al diácono y prestar su servicio al sacerdote”. 


Lea el Motu Proprio Spiritus Domini AQUÍ.