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domingo, 13 de septiembre de 2020

ORACIÓN PARA PEDIR PERDÓN Y PARA PERDONAR


Oración para pedir perdón y para perdonar
Una breve oración para pedir perdón a Dios. 


Por: P. Evaristo Sada | Fuente: la oración 




Oración para pedir perdón y para perdonar

El perdón es la llave de la libertad y la paz interior. Para pedir perdón se requiere humildad. Para perdonar se requiere misericordia. Ni la humildad ni la misericordia son fáciles. Pedir perdón supone reconocerse pecador. Perdonar supone tener un corazón como el de Cristo.

En el Padre Nuestro, Jesucristo nos enseña a pedir: "Perdona nuestros pecados como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden", pues el perdón de los pecados y el haber perdonado son condiciones para alcanzar la paz interior y la salvación eterna.

Padre,
me declaro culpable, pido clemencia, perdón por mis pecados.
Me acerco a ti con absoluta confianza
porque sé que tú prefieres la penitencia a la muerte del pecador (cfr. Ezequiel 33,11)
A ti no te gusta ni la venganza ni el rencor, tu corazón es compasivo y misericordioso,
y sé que sólo estás esperando a que tenga la humildad de reconocer mi pecado, arrepentirme y pedir perdón
para desbordar la abundancia de tu misericordia.
"Cuando confesamos nuestros pecados, Dios, fiel y justo, nos los perdona" (1 Jn 1,9)
Miro al horizonte: veo tus brazos abiertos y un corazón de Padre
queriendo atraerme con lazos de un amor infinito.
Padre, perdóname, quiero recibir el abrazo eterno.

Tu enseñanza es muy clara: para ser perdonados y poder entrar en el Reino de los cielos debemos tener un Corazón como el tuyo.


"Perdonad y se os perdonará" (Lc 6,36)

"El que odia a su hermano es un homicida" (1 Jn 3,15)

"Con la medida que midiereis se os medirá" (Mt 7,2)

"Si no perdonáis, tampoco el Padre os perdonará" (Mc 11,23)

Nos pides que seamos buenos cristianos por la práctica de la caridad evangélica.

Que seamos benévolos con quienes nos han hecho daño, con quienes nos han ofendido, nos han traicionado y nos odian, pues de otro modo no mereceremos que lo seas Tú con nosotros.


El siervo al que se le condonó su deuda, cuando no quiso él hacer lo mismo con otro que le debía, fue encarcelado.
Perdió el perdón que había obtenido al no ser él capaz de perdonar. (Mt 18,23-25)

Padre,
envía tu Espíritu de amor y perdona mis pecados,
purifícame, sáname, restáurame, renuévame
con la Sangre Redentora de tu Hijo;
ayúdame a tener un corazón como el Suyo,
un corazón humilde y generoso capaz de perdonar,
arranca de mí el corazón de piedra y dame un corazón de carne.

ENSÉÑAME A SER GENEROSO


Enséñame a ser generoso



La generosidad es una virtud que te pone en sintonía con Dios que es todo amor y donación de sí mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.

Señor, enséñame a ser generoso, a dar sin calcular, a devolver bien por mal, a servir sin esperar recompensa, a acercarme al que menos me agrada, a hacer el bien al que nada puede retribuirme, a amar siempre gratuitamente, a trabajar sin preocuparme del reposo. Y, al no tener otra cosa que dar, a donarme en todo y cada vez más a aquel que necesita de mí esperando sólo de ti la recompensa. O mejor: esperando que tú mismo seas mi recompensa. Amén.

El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.


* Enviado por el P. Natalio

VIVIR PERDONANDO - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 13.09.2020


Vivir perdonando



Los discípulos le han oído a Jesús decir cosas increíbles sobre el amor a los enemigos, la oración al Padre por los que nos persiguen, el perdón a quien nos hace daño. Seguramente les parece un mensaje extraordinario pero poco realista y muy problemático.

Pedro se acerca ahora a Jesús con un planteamiento más práctico y concreto que les permita, al menos, resolver los problemas que surgen entre ellos: recelos, envidias, enfrentamientos, conflictos y rencillas. ¿Cómo tienen que actuar en aquella familia de seguidores que caminan tras sus pasos. En concreto: «Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar?».

Antes que Jesús le responda, el impetuoso Pedro se le adelanta a hacerle su propia sugerencia: «¿Hasta siete veces?». Su propuesta es de una generosidad muy superior al clima justiciero que se respira en la sociedad judía. Va más allá incluso de lo que se practica entre los rabinos y los grupos esenios que hablan como máximo de perdonar hasta cuatro veces.

Sin embargo Pedro se sigue moviendo en el plano de la casuística judía donde se prescribe el perdón como arreglo amistoso y reglamentado para garantizar el funcionamiento ordenado de la convivencia entre quienes pertenecen al mismo grupo.

La respuesta de Jesús exige ponerse en otro registro. En el perdón no hay límites: «No te digo hasta siete veces sino hasta setenta veces siete». No tiene sentido llevar cuentas del perdón. El que se pone a contar cuántas veces está perdonando al hermano se adentra por un camino absurdo que arruina el espíritu que ha de reinar entre sus seguidores.

En muy pocos años el malestar ha ido creciendo en el interior de la Iglesia provocando conflictos y enfrentamientos cada vez más desgarradores y dolorosos. La falta de respeto mutuo, los insultos y las calumnias son cada vez más frecuentes. Sin que nadie los desautorice, sectores que se dicen cristianos se sirven de internet para sembrar agresividad y odio destruyendo sin piedad el nombre y la trayectoria de otros creyentes.

Necesitamos urgentemente testigos de Jesús, que anuncien con palabra firme su Evangelio y que contagien con corazón humilde su paz. Creyentes que vivan perdonando y curando esta obcecación enfermiza que ha penetrado en su Iglesia.


(Padre José Antonio Pagola)

¿CONOCES LA BIBLIA?


¿Conoces la Biblia?
La Biblia revela al alma la verdadera sabiduría, su lectura frecuente nos hace obrar por amor a Dios, nos mueve a la ardua labor de la virtud.


Por: hombrenuevo.net | Fuente: hombrenuevo.net 




...¿CONOCES LA BIBLIA?...

"Escudriñad las Escrituras porque a vosotros os parece que en ellas tenéis vida eterna y ellas son las que dan testimonio de mí".Juan 5,39.

¿CONOCES TU LA BIBLIA?

"La Biblia revela al alma la verdadera sabiduría. Transporta el espíritu al cielo. Vivifica en el corazón la alabanza. Aparta al hombre de los deseos del mundo. Deja en la mente un único pensamiento: el de la otra vida.

La lectura frecuente de la Biblia nos hace obrar por amor a Dios, nos mueve a la ardua labor de la virtud. Nos pone de manifiesto el auxilio providencial de Dios, la fortaleza de los justos, la bondad divina, la excelencia de su recompensa.

Nos excita a imitar a los siervos de Dios. Nos da fuerzas para la batalla de la santidad. Renueva nuestra fe en las promesas divinas.

La Biblia es la consoladora de los tristes, puerto seguro y tranquilo, fortaleza inexpugnable, torre inconmovible, impenetrable armadura, serenidad de espíritu, verdad indestructible, alegría perdurable.

"Es preciso, pues, que leamos con la máxima atención la Biblia. Si lo hacemos obtendremos la verdadera ciencia”.

Al que con piedad y fe recorra los Santos Libros... el Señor que baja a nuestros corazones, iluminar su espíritu. Expandir sobre su alma rayos de luz, descubriéndole cosas ocultas y enseñándole todo cuanto ignora. El quiere ser nuestro Maestro: ´A nadie llamáis Maestro vuestro´. (S. Juan Crisóstomo, "La asidua lectura de la Biblia").

¿OBEDECES TU A CRISTO?

Es útil el saber citas de memoria, pero si no pones en práctica las enseñanzas que contienen de nada te sirve. Jesucristo dijo: "Escudriñad las Escrituras". (Juan 5,39.) ¿Y qué significa esto sino que es necesario llegar, mediante un estudio profundo, a comprender su verdadero sentido?

Pero hoy hay muchos pastores que engañan a la gente haciéndole creer que "escudriñar" significa "interpretar", y esto según el parecer de cada quien. (Principio protestante del juicio privado).

¿COMO DEBEMOS LEER LAS SAGRADAS ESCRITURAS?

La misma Biblia nos dice cómo. Recuerda el pasaje del eunuco de la reina de Etiopía. "Mientras viajaba en coche, iba ocupado en la santa lectura". Lee: Hechos 8, 26-39.

1. La leía con celo y ardor.

Considera su mérito de no dejar la lectura ni siquiera en el camino, ni siquiera en el coche con ruedas de madera, por un camino de piedras.

2. Tenía muchas excusas para no hacerlo.

El eunuco no era cristiano, ni judío, y además era rico; todo esto le daba justificación para ser negligente, sin embargo, no se excusó como nosotros: "no tengo tiempo", "no entiendo".

3. Dios le ayuda.

Antes de concederle su gracia, Dios espera a que el eunuco haya hecho todo cuanto de él depende.

Dios te ayuda a ti también, pero tú tienes que hacer primero lo que te corresponde: adquirir la Biblia, leerla, estudiarla.

4. Le manda un apóstol.

Con la sola Biblia no pudo entender todo. Dios podía haberle enviado su Espíritu. ¡Claro que sí! Pero el hecho es que no lo hizo, para enseñarnos a nosotros que es necesario un maestro autorizado. Dios le ayuda a penetrar las Escrituras mediante un maestro de la Iglesia: el diácono Felipe. Lee: Lucas 10,16.

La misma Escritura nos enseña que la Iglesia primitiva no era la Iglesia de la sola Biblia sino la Iglesia de los maestros: "acudían asiduamente a las enseñanzas de los apóstoles". Lee: Hechos 2,42. Si hay enseñanza, tiene que haber maestros; y si hay maestros, debemos aceptar su magisterio.

Por el contrario, si no hay Magisterio, como algunos afirman, no debería haber maestros y nadie debería enseñar la Biblia. Para salvarnos, bastaría traer "la sola Biblia" bajo el brazo y leerla.

Lo que no podemos aceptar, es que por un lado nos digan que no son necesarios los maestros ni el Magisterio y después, ellos mismos, se nos presenten como únicos maestros infalibles de la Biblia.

¿QUE DICE LA IGLESIA DE LA BIBLIA?

La Iglesia considera como suprema norma de su fe la Escritura unida a la Tradición, ya que, inspirada por Dios y escrita de una vez para siempre, nos transmite inmutablemente la palabra del mismo Dios.

Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye el sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual. Lee: Documentos del Concilio: "Dei Verbum" No. 21.

La Iglesia no añade nada a la Escritura, sino que crece en la comprensión de las palabras. Estudia: "Dei Verbum" No. 8. Pero tampoco saca de la Escritura todo lo revelado, porque lo revelado abarca tanto lo transmitido por carta, la Biblia, como lo de viva voz, la Tradición. Lee: 1 Corintios 11,23 y 2 Tesalonicenses 2,15.

"Los libros inspirados enseñan la verdad. Sin embargo, la fe cristiana no es una ´religión del Libro´. El Cristianismo es la religión de la "Palabra" de Dios, ´no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo´". CIC = Catecismo de la Iglesia Católica n.108.

El Concilio recomienda insistentemente a todos los fieles la lectura asidua de la Escritura para que adquieran la suprema ciencia de Jesucristo. Lee: Filipenses 3,8.

LA RESPUESTA CATÓLICA.

1. Es necesario un Magisterio que nos explique como Felipe al eunuco.

Todos los cristianos creemos que la Biblia dice la verdad. Nadie niega eso, pero esa verdad no es clara y evidente para todos.

La Biblia lo dice. El eunuco no era ningún ignorante, tenía la Biblia en la mano y la escudriñaba como Jesús lo había mandado. Sin embargo, cuando Felipe le pregunta: "Comprendes lo que lees?" El responde: "¿Cómo voy a entender si nadie me lo explica?"

La experiencia lo demuestra. Los fundamentalistas bíblicos afirman: la Biblia dice la verdad. Pero el caso es que ellos mismos no se pueden poner de acuerdo en cuál es esa verdad. Si la conocieran no estarían divididos en multitud de iglesias.

2. Es necesaria la luz de Cristo.

Para comprender lo escrito en un libro no basta saber leer, es necesaria la luz. De la misma manera, para entender la Biblia se necesita que Cristo por medio de su Espíritu nos ilumine. Lee: CIC 108.

Esto se ve claro en el pasaje de los discípulos de Emaús. Cuando ellos quisieron interpretar las Escrituras según su propio entender se fueron alejando desilusionados, pero cuando Cristo les abrió la inteligencia, regresaron con gozo a la comunidad, a la Iglesia de Cristo. Lee: Lucas 24, 33 y 45.

Cristo no nos dejó la Biblia para inventar o discutir la fe, por el contrario, nos dio la fe de la Iglesia para entender la Biblia. CIC 113-114.

3. La Biblia no estuvo muda 2,000 años.

Todos los cristianos creemos que Dios nos habla por medio de la Biblia. Si esto es verdad, y no estuvo muda y silenciosa durante 2,000 años, algo debió de haber dicho a los que la tuvieron en la mano antes que nosotros y, por tanto, antes de dar nuestra interpretación, deberíamos de consultar lo que la Biblia dijo a los que la estudiaron antes que nosotros.

La Biblia no se escribió la semana pasada, y citarla como si tú fueras el primero que la entiende es arrogancia. Más aún, si lo que te dice la Biblia hoy a ti, contradice o niega lo que la Biblia dijo ayer, una de dos, o la Biblia dice mentiras o tú estás equivocado.

Precisamente por eso los que predican opiniones que cambian, y no verdades que permanecen, rechazan el Magisterio que está para conservar, exponer y custodiar esas verdades, válidas para todos los hombres de todos los tiempos. Lee: CIC 86.

Pero entonces, ¿cómo es que hay muchas enseñanzas católicas que no están en la Biblia?

La primera razón es que no basta saber leer para entender. ¿Cómo quieres entender en una semana lo que a la Iglesia le costó 2,000 años de meditación y estudio? Dei Verbum n. 8.

La segunda razón es que nosotros aceptamos todo lo que la Tradición Apostólica nos ha transmitido, no sólo por escrito sino también de palabra. Lee: 1 Tesalonicenses 2,5. Estudia: CIC 80 ss.

Lutero tenía razón al subrayar que la Escritura habla en un lenguaje que cada hombre puede entender. Hasta los niños y los iletrados entienden el Sermón de la Montaña, el mandamiento del amor al prójimo, la parábola del hijo pródigo. La Biblia para aplicarla a mi vida y para hablar con Dios está al alcance de todos. Lee: CIC 104. Pero "el oficio de interpretar ha sido encomendado únicamente al Magisterio" CIC 85 ss.

Poca Biblia aleja de la Iglesia, mucha Biblia acerca a ella.

Scott Hann era un pastor presbiteriano, profesor de Sagradas Escrituras. Su amor a la Biblia era tan grande como su antipatía por la Iglesia Católica. Un día, uno de sus estudiantes le preguntó:

"¿Dónde enseña la Biblia el principio protestante de la sola Biblia?"

Scott dio las conocidas citas de 2 Timoteo 3, 15 y 1 Tesalonicenses 2,13.

A la primera cita el estudiante replicó que lo que ahí se dice es que la Biblia tiene autoridad, pero no que es la única autoridad; y a la segunda, que S. Pablo se refiere a lo que él ha predicado y no a lo escrito. Aunque el maestro no aceptó en ese momento la réplica del alumno, su amor a la verdad le hizo reflexionar y estudiar más a fondo la Escritura. Tiempo después se convirtió a la fe Católica.

ORACIÓN:

"Señor Jesús, haz que la lectura de la Biblia sea luz para mis pasos, pan para mi alma, sal que da sazón a mi vida y me lleve a ser fermento de vida cristiana y apóstol intrépido de tu palabra."

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 13 DE SEPTIEMBRE DE 2020


Lecturas de hoy Domingo 24º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Hoy, domingo, 13 de septiembre de 2020



Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (27,33–28,9):

Furor y cólera son odiosos; el pecador los posee. Del vengativo se vengará el Señor y llevará estrecha cuenta de sus culpas. Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados? Si él, que es carne, conserva la ira, ¿quién expiará por sus pecados? Piensa en tu fin, y cesa en tu enojo; en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos. Recuerda los mandamientos, y no te enojes con tu prójimo; la alianza del Señor, y perdona el error.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12

R/. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia

Bendice, alma mía, al Señor, 
y todo mi ser a su santo nombre. 
Bendice, alma mía, al Señor, 
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas 
y cura todas tus enfermedades; 
él rescata tu vida de la fosa 
y te colma de gracia y de ternura. R/.

No está siempre acusando 
ni guarda rencor perpetuo; 
no nos trata como merecen nuestros pecados 
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

Como se levanta el cielo sobre la tierra, 
se levanta su bondad sobre sus fieles; 
como dista el oriente del ocaso, 
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.



Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (14,7-9):

Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.

Palabra de Dios



Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,21-35):

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»

Palabra del Señor




«¿Cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?»



Hoy, en el Evangelio, Pedro consulta a Jesús sobre un tema muy concreto que sigue albergado en el corazón de muchas personas: pregunta por el límite del perdón. La respuesta es que no existe dicho límite: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18,22). Para explicar esta realidad, Jesús emplea una parábola. La pregunta del rey centra el tema de la parábola: «¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?» (Mt 18,33).

El perdón es un don, una gracia que procede del amor y la misericordia de Dios. Para Jesús, el perdón no tiene límites, siempre y cuando el arrepentimiento sea sincero y veraz. Pero exige abrir el corazón a la conversión, es decir, obrar con los demás según los criterios de Dios.

El pecado grave nos aparta de Dios (cf. Catecismo de la Iglesia Católica n. 1470). El vehículo ordinario para recibir el perdón de ese pecado grave por parte de Dios es el sacramento de la Penitencia, y el acto del penitente que la corona es la satisfacción. Las obras propias que manifiestan la satisfacción son el signo del compromiso personal —que el cristiano ha asumido ante Dios— de comenzar una existencia nueva, reparando en lo posible los daños causados al prójimo.

No puede haber perdón del pecado sin algún genero de satisfacción, cuyo fin es: 1. Evitar deslizarse a otros pecados mas graves; 2. Rechazar el pecado (pues las penas satisfactorias son como un freno y hacen al penitente mas cauto y vigilante); 3. Quitar con los actos virtuosos los malos hábitos contraídos con el mal vivir; 4. Asemejarnos a Cristo. 

Como explicó santo Tomás de Aquino, el hombre es deudor con Dios por los beneficios recibidos, y por sus pecados cometidos. Por los primeros debe tributarle adoración y acción de gracias; y, por los segundos, satisfacción. El hombre de la parábola no estuvo dispuesto a realizar lo segundo, por lo tanto se hizo incapaz de recibir el perdón.

Rev. P. Anastasio URQUIZA Fernández MCIU
(Monterrey, México)

PAPA FRANCISCO: ESTAMOS LLAMADOS A PERDONAR SIEMPRE


Papa Francisco: Estamos llamados a perdonar siempre
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




El Papa Francisco destacó este Domingo que “estamos llamados a perdonar siempre”.

Antes del rezo del Ángelus dominical, el Santo Padre reflexionó en el pasaje del Evangelio de este 13 de septiembre del Libro de San Mateo (18,21-35) en el que Jesús relata la parábola del rey misericordioso para indicar que estamos llamados a perdonar “hasta setenta veces siete”.

“En el lenguaje simbólico de la Biblia, esto significa que estamos llamados a perdonar siempre”, señaló el Papa.

En esta línea, el Santo Padre advirtió: “¡cuánto sufrimiento, cuántas divisiones, cuántas guerras podrían evitarse, si el perdón y la misericordia fueran el estilo de nuestra vida!” y añadió que también en familia “¡cuántas familias desunidas que no saben perdonarse, cuántos hermanos y hermanas que tienen este rencor dentro!”.

“Es necesario aplicar el amor misericordioso en todas las relaciones humanas: entre los esposos, entre padres e hijos, dentro de nuestras comunidades, en la Iglesia y también en la sociedad y la política”, pidió el Papa.

El Santo Padre comentó que en la parábola de la Liturgia de este Domingo “encontramos dos veces esta súplica: ‘Ten paciencia conmigo que todo te los devolveré’. La primera vez la pronuncia el siervo que le debe a su amo diez mil talentos, una suma enorme, hoy serían millones y millones de euros. La segunda vez la repite otro criado del mismo amo. Él también tiene deudas, no con su amo, sino con el siervo que tiene esa enorme deuda. Y su deuda es muy pequeña comparada con la de su compañero, quizá como el sueldo de una semana”.

“El centro de la parábola es la indulgencia que el amo muestra hacia el siervo más endeudado. El evangelista subraya que ‘movido a compasión el señor de aquel siervo le dejó marchar y le perdonó la deuda’”, dijo el Papa quien invitó a no olvidar que “Jesús siempre tiene compasión. ¡Una deuda enorme, por tanto, una condonación enorme!”.

Sin embargo, el Santo Padre recordó que “ese criado, inmediatamente después, se muestra despiadado con su compañero, que le debe una modesta suma. No lo escucha, le insulta y lo hace encarcelar, hasta que haya pagado la deuda. Aquella pequeña deuda. El amo se entera de esto y, enojado, llama al siervo malvado y lo condena”.

En este sentido, el Pontífice explicó que en esta parábola se observan dos actitudes diferentes: “la de Dios, representado por el rey, y la del hombre. En la actitud divina, la justicia está impregnada de misericordia, mientras que la actitud humana se limita a la justicia”.

“Jesús nos exhorta a abrirnos valientemente al poder del perdón, porque no todo en la vida se resuelve con la justicia. Lo sabemos. Es necesario ese amor misericordioso, que también es la base de la respuesta del Señor a la pregunta de Pedro que precede a la parábola: ‘Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?’. Y Jesús le respondió: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete’. En el lenguaje simbólico de la Biblia, esto significa que estamos llamados a perdonar siempre”, afirmó el Papa.

Además, el Santo Padre subrayó una frase de la Primera Lectura de la Misa que celebró esta mañana para exhortar a “pensar en el final y dejar de odiar, dejar el rencor” y después reconoció que “no es fácil perdonar” ya que “el rencor vuelve” porque “perdonar no es solamente algo de un momento, es algo continuo y el rencor vuelve”.

Por ello, el Papa señaló también que esta parábola “nos ayuda a comprender plenamente el significado de esa frase que recitamos en la oración del Padre Nuestro: ‘Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores’”.


“Estas palabras contienen una verdad decisiva. No podemos pretender para nosotros el perdón de Dios, si nosotros, a nuestra vez, no concedemos el perdón a nuestro prójimo. Es una condición. Piensa en el final, el perdón de Dios y deja de odiar. Deja el rencor, esa mosca que vuelve y vuelve. Si no nos esforzamos por perdonar y amar, tampoco seremos perdonados ni amados”, alertó el Papa.

Por último, el Santo Padre invitó a encomendarnos “a la maternal intercesión de la Madre de Dios: que Ella nos ayude a darnos cuenta de cuánto estamos en deuda con Dios, y a recordarlo siempre, para tener el corazón abierto a la misericordia y a la bondad”.

A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Mateo 18:21-35
21 Pedro se acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?»
22 Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.»
23 «Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.
24 Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos.
25 Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase.
26 Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: "Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré."
27 Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.
28 Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: "Paga lo que debes."
29 Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: "Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré."
30 Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía.
31 Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido.
32 Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: "Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste.
33 ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?"
34 Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía.
35 Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.»

5 BENEFICIOS AL INVOCAR EL NOMBRE DE MARÍA









El dulce nombre de María
Celebración: 12 de setiembre

El evangelista San Lucas revela el nombre de la doncella que va a ser la Madre de Dios: "Y su nombre era María". El nombre de María, traducido del hebreo "Miriam", significa Doncella, Señora, Princesa.

Estrella del Mar, feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave maris stella. El nombre de María está relacionado con el mar pues las tres letras de mar guardan semejanza fonética con María. También tiene relación con "mirra", que proviene de un idioma semita. La mirra es una hierba de África que produce incienso y perfume (Jesús Marí Ballester).

En el libro "Mes de María" del Padre Eliecer Salesman, se explica que

María en el idioma popular significa: "La Iluminadora". (S. Jeronimo M 1.23.780). En el idioma arameo significa: "Señora" o "Princesa" (Bover). El significado científico de María en el idioma hebreo es: "Hermosa" (Banderhewer).

En el idioma egipcio que fue donde primero se utilizó este nombre significa: "La preferida de Yahvé Dios". (Exodo 15, 20). Mar o Myr, en Egipcio significaba la más preferida de las hijas. Y "Ya" o "Yam", significaba: El Dios verdadero -Yahvé-. Así que MAR-YA o MYR-YAM en egipcio significaría: "La Hija preferida de Dios" (Zorell).

Celebración

Su belleza, amada de Dios, estrella del mar, señora y también el de iluminada. Todo depende de las múltiples interpretaciones que se hagan de las palabras que forman el nombre, tanto en griego como en hebreo.

Incluso hay quien cree que puede significar "mar amargo", por la situación de amargura en que vivía el pueblo de Israel. Recuerda que muchos israelitas ponían a sus hijos los nombres que más expresaran las situaciones sociales y económicas en que vivían.

También es importante destacar que en 1683, el Papa Inocencio XI declaró oficial una fiesta que se realizaba en el centro de España durante muchos años y que es la del "Dulce nombre de María".

Se cuenta que la primera diócesis que celebró oficialmente la fiesta fue la de Cuenca. Pero, la onomástica del "Dulce nombre de María" tiene fecha propia, y es la del 12 de septiembre. Es bueno que sepas que hay muchas "Marías" que celebran su fiesta durante este día y no el 15 de agosto.