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viernes, 14 de agosto de 2020

LAS CAJAS DE DIOS



Las cajas de Dios


Tengo en mis manos dos cajas que Dios me dio a guardar.

Me dijo: Pon tus tristezas en la negra, y todas tus alegrías en la dorada.

Seguí estas palabras y en ambas cajas tristezas y alegrías guardé respectivamente.

A pesar de que la dorada se hacía más pesada día con día, la negra era tan ligera como antes...

Lleno de curiosidad, abrí la caja negra para ver lo que ocurría, y vi en el fondo de la caja un agujero por donde mis tristezas habían desaparecido.

Se la mostré a Dios y le dije:

Me pregunto ¿dónde están mis tristezas?

Y con una tierna sonrisa me respondió:

"Hijo mío, todas ellas están aquí conmigo".

Le pregunté: Dios mío, ¿por qué me diste las cajas? ¿Por qué la dorada, y la negra con agujero?

Y él me respondió: "Hijo mío, la dorada es para que tomes en cuenta todas tus bendiciones, la negra es para que puedas olvidar".

PENSAMIENTOS DE SAN MAXIMILIANO KOLBE


PENSAMIENTOS DE
 SAN MAXIMILIANO KOLBE


"La vida es breve... se vive una sola vez.
Es necesario ser santos, no a medias,
sino totalmente para gloria de la Inmaculada
y mayor gloria de Dios”

“Nunca tengas miedo de amar demasiado a la Virgen.
Jamás podrás amarla más que Jesús”

“Como vemos en la historia, Dios recompensará
no sólo lo que hagamos, sino también
o que hayamos deseado hacer,
aún sin tener la fuerza suficiente para llevarlo a cabo.
¡Desead pues, pero desead sin límites!


(San Maximiliano Kolbe)

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 14 DE AGOSTO DE 2020


Lecturas de hoy Viernes de la 19ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 14 de agosto de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (16,1-15.60.63):

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, denuncia a Jerusalén sus abominaciones, diciendo: "Así dice el Señor: ¡Jerusalén! Eres cananea de casta y de cuna: tu padre era amorreo y tu madre era hitita. Fue así tu alumbramiento: El día en que naciste, no te cortaron el ombligo, no te bañaron ni frotaron con sal, ni te envolvieron en pañales. Nadie se apiadó de ti haciéndote uno de estos menesteres, por compasión, sino que te arrojaron a campo abierto, asqueados de ti, el día en que naciste. Pasando yo a tu lado, te vi chapoteando en tu propia sangre, y te dije mientras yacías en tu sangre: 'Sigue viviendo y crece como brote campestre.' Creciste y te hiciste moza, llegaste a la sazón; tus senos se afirmaron, y el vello te brotó, pero estabas desnuda y en cueros. Pasando de nuevo a tu lado, te vi en la edad del amor; extendí sobre ti mi manto para cubrir tu desnudez; te comprometí con juramento, hice alianza contigo –oráculo del Señor– y fuiste mía. Te bañé, te limpié la sangre, y te ungí con aceite. Te vestí de bordado, te calcé de marsopa; te ceñí de lino, te revestí de seda. Te engalané con joyas: te puse pulseras en los brazos y un collar al cuello. Te puse un anillo en la nariz, pendientes en las orejas y diadema de lujo en la cabeza. Lucías joyas de oro y plata, y vestidos de lino, seda y bordado; comías flor de harina, miel y aceite; estabas guapísima y prosperaste más que una reina. Cundió entre los pueblos la fama de tu belleza, completa con las galas con que te atavié –oráculo del Señor–. Te sentiste segura de tu belleza y, amparada en tu fama, fornicaste y te prostituiste con el primero que pasaba. Pero yo me acordaré de la alianza que hice contigo cuando eras moza y haré contigo una alianza eterna, para que te acuerdes y te sonrojes y no vuelvas a abrir la boca de vergüenza, cuando yo te perdone todo lo que hiciste."» Oráculo del Señor.

Palabra de Dios


Salmo
Is 12,2-3.4bcd.5-6

R/. Ha cesado tu ira y me has consolado

Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel. » R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,3-12):

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?»
Él les respondió: «¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
Ellos insistieron: «¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?»
Él les contestó: «Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Ahora os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer –no hablo de impureza– y se casa con otra, comete adulterio.»
Los discípulos le replicaron: «Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse.»
Pero él les dijo: «No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga.»

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy viernes, 14 de agosto de 2020
Eguione Nogueira, cmf


Queridos hermanos:

Las lecturas de hoy tratan de la infidelidad humana. Tanto la primera lectura del profeta Ezequiel como la del Evangelio apuntan que la infidelidad genera descaminos y sufrimientos. La infidelidad a Dios, la infidelidad en el hogar, la infidelidad en la comunidad.

El profeta Ezequiel nos presenta la imagen de Jerusalén como la de una mujer desposada y amada que es infiel a su esposo, engañándole con su belleza y falsas promesas. Esto ha pasado con la ciudad de Jerusalén, que Dios tanto amó, amparándole en su debilidad, cercándole de cariño y protección. Pero ella, cuando se hizo bella y famosa se entregó a la deshonra. Pero Dios, por su amor, no le abandonó. En respuesta a su infidelidad, le prometió restaurar su dignidad como el esposo que ama verdaderamente a su esposa y perdona su infidelidad. Cuando no existe perdón en la vida de una pareja, el camino es inevitablemente el divorcio. El divorcio, en el fondo, revela la dureza del corazón, como nos muestra el Evangelio.

Quien no ama, no puede seguir viviendo con la otra persona, pues ya no tendrá el respeto y la fidelidad de la vida en pareja. Cuando esto ocurre, la relación se hace insoportable, un infierno. Y Dios no quiere que las personas hagan de su vida y de la vida de su prójimo un infierno. Por eso, permitió a Moisés la posibilidad del divorcio. Aunque no es voluntad de Dios la separación conyugal, en algunas ocasiones es mejor el divorcio que seguir una relación que humilla y maltrata, como vemos en los números de violencia de género con tantas mujeres víctimas.

Toda separación genera heridas. En algunas situaciones estas se llevan por toda la vida. Así como el Evangelio, la Iglesia siempre defenderá la indisolubilidad del matrimonio. Dios quiere que hombre y mujer sean una sola carne, que no se separen jamás, sino que vivan fundamentados en el amor y la alianza de vida. Es evidente que hoy, como ayer, el amor y la fidelidad son necesarios. Pero también es evidente que las personas fracasan en sus proyectos de vida. Y la Iglesia no puede dejar de atender a las situaciones especiales. Por eso, no podemos aceptar la interpretación de textos sagrados que justifique de un modo u otro la dominación de la mujer por parte del varón. ¡Es inaceptable!

La fidelidad absoluta propuesta por Jesús para el matrimonio y en el matrimonio no debe ser vista como ley, sino vivida como Evangelio, dentro del gran misterio de Dios hacia la humanidad. Celebrando la memoria de San Maximiliano María Kolbe, que vivió por la conversión de los pecadores y murió para salvar la vida de un padre de familia, pidamos su intercesión por todas las familias que están viviendo situaciones difíciles.

Vuestro hermano en la fe,

Eguione Nogueira, cmf

eguionecmf@gmail.com

HOY CELEBRAMOS A SAN MAXIMILIANO KOLBE, MÁRTIR, 14 DE AGOSTO


San Maximiliano Kolbe, el mártir que ofreció su vida por un padre de familia
Redacción ACI Prensa





Maximiliano significa “el más importante de la familia”. San Maximiliano Kolbe nació un 8 de enero de 1894 en la ciudad polaca de Zundska Wola, que en ese momento se encontraba ocupada por Rusia.

Siendo niño realizó una travesura que su mamá le reprochó. Tiempo después, la madre vio que el pequeño Kolbe había cambiado de actitud y que frecuentemente oraba llorando ante un pequeño altar que tenía escondido entre dos roperos.

La madre preocupada le pidió que le contara todo. Entonces, temblando de emoción y con los ojos llenos de lágrimas le dijo: “Mamá, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen que me dijera lo que sería de mí. Lo mismo en la Iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja”.

“La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que sería mártir. Contesté que las aceptaba… (las dos). Entonces la Virgen me miró con dulzura y desapareció”.


Este hecho marcó profundamente la vida de Maximiliano, quien se volvió un gran devoto de la Virgen Inmaculada e ingresó a la Orden de los Franciscanos.

Estando como estudiante en Roma, funda la “Milicia de la Inmaculada” con la finalidad de promover el amor y el servicio a la Virgen y la conversión de las almas a Cristo. De regreso a Polonia, publica la revista mensual “Caballero de la Inmaculada”.

En 1929 funda la "Ciudad de la Inmaculada" en el convento franciscano de Niepokalanów, a 40 kilómetros de Varsovia. Tiempo después se ofrece como voluntario para ir al Japón. Estando allá funda una nueva "Ciudad de la Inmaculada" ("Mugenzai No Sono") y publica la revista “Caballero de la Inmaculada” en japonés.

Regresa a Polonia en plena Segunda Guerra Mundial, es apresado y enviado a campos de concentración. Cierto día se escapa un prisionero y los alemanes, para dar muestra de severidad, escogen a 10 prisioneros que son condenados a morir de hambre. El décimo número le tocó al sargento Franciszek Gajowniczek, polaco también, quien exclamó: “Dios mío, yo tengo esposa e hijos”.

Ante esto, el P. Maximiliano ofrece intercambiarse por el condenado. El sacerdote es llevado a un subterráneo, donde alienta constantemente a los demás presos a seguir unidos en la oración. Todos mueren y solo él queda vivo. Al final, le aplican una inyección letal que acaba con su vida.

Su máximo deseo era: “Concédeme alabarte, Virgen santa, concédeme alabarte con mi sacrificio. Concédeme por ti, solo por ti, vivir, trabajar, sufrir, gastarme, morir…”

El Papa Pablo VI lo declaró Beato y fue canonizado por San Juan Pablo II, su paisano, quien dijo que “Maximiliano Kolbe hizo como Jesús, no sufrió la muerte sino que donó la vida”.

El 19 de julio de 2016 el Papa Francisco visitó la “celda del hambre” donde fue encerrado San Maximiliano Kolbe hasta el día de su muerte, durante su visita al campo de concentración nazi de Auschwitz, en el tercer día de su viaje apostólico a Polonia para la Jornada Mundial de la Juventud.



Los Inicios


San Maximiliano María Kolbe fue hijo de María Dabrowska y de Julio Kolbe, pertenecientes a la Tercera Orden Franciscana, y los cuales tenían en su casa un taller y un pequeño altar con la imagen milagrosa de Nuestra Señora de Czestochowa, veneradísima patrona de Polonia.

Nació en Polonia el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola, que en ese entonces se hallaba ocupada por Rusia. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial. Sus hermanos fueron Francisco, José, Valentín y Antonio. Los dos últimos murieron prematuramente.

Aproximadamente en el año 1906, un suceso marca la vida de Maximiliano, y preocupa y desconcierta a su madre. Ella misma relata el suceso a los pocos meses del martirio de Maximiliano. Dice ella: "Sabia yo de antemano, en base a un caso extraordinario que le sucedió en los años de la infancia, que Maximiliano moriría mártir. Solo no recuerdo si sucedió antes o después de su primera confesión. Una vez no me gusto nada una travesura, y se la reproche: Niño mío, ¡quien sabe lo que será de ti!. Después, yo no pensé más, pero observe que el muchacho había cambiado tan radicalmente, que no se le podía reconocer. Teníamos un pequeño altar escondido ente dos roperos, ante el cual él a menudo se retiraba sin hacerse notar y rezaba llorando. En general, tenía una conducta superior a la de su edad, siempre recogido y serio, y cuando rezaba, estallaba en lágrimas. Estuve preocupada, pensando en alguna enfermedad, y le pregunté: ¿te pasa algo? ¡Has de contar todo a tu madre!

Temblando de emoción y con los ojos anegados en lágrimas, me contó: "Mamá, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen me dijera lo que sería de mi. Lo mismo en la iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. Me miró con cariño y me preguntó si quería esas dos coronas. La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que seria mártir. Conteste que las aceptaba... (las dos). Entonces la Virgen me miró con dulzura y desapareció".

El cambio extraordinario en la conducta del muchacho, atestiguaba la verdad de las cosas. El tenia plena conciencia, y al hablarme, con el rostro radiante señalaba la deseada muerte de mártir. Este fascinante encuentro de Maximiliano con su "Madrecita" celestial es algo más que un episodio pasajero. Es la raíz de todo su futuro; es el motor de sus amplios planes; es la fuerza para los vuelos más audaces; es el manantial de su santidad y de su apostolado”.



Vocación Franciscana



A los 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba ocupada por Austria. Fue en el seminario donde adoptó el nombre de Maximiliano María.

El padre Wilk lo describe así: "era diligente en el cumplimiento de sus deberes, dotado por las matemáticas, obediente a los profesores, servicial con los compañeros, alegre y equilibrado. Rezaba con recogimiento. Un episodio se me grabó por siempre. Entrando en una sala, vi a Maximiliano de rodillas ante una gran cruz, absorto en oración."

Pero de pronto entró la crisis en ambos hermanos. Maximiliano se convenció y convenció a su hermano de abandonar el seminario. Cuando estaban a punto de hablar con el superior, les visita la madre llena de alegría. Orgullosa les cuenta que José, el hermano menor, también entraría en la orden. ¡Además ella y su esposo también tienen vocación religiosa de manera que sería toda la familia Franciscana!.

El 4 de septiembre de 1910 ciñó a su cintura el cordón de San Francisco, y de esa manera comenzó su año de noviciado. ¡Apenas dieciséis años!

En el otoño de 1912, el P. Provincial teniendo en cuenta las excelentes cualidades intelectuales de Fray Maximiliano, dispuso que, junto a otros, siguiera sus estudios de filosofía y teología en Roma, donde los finalizó. Los años romanos serán fecundísimos y decisivos en la vida de Maximiliano. La Virgen lo espera para inspirarle la fundación de La Milicia de la Inmaculada.

En 1918 es ordenado sacerdote.



La Misión


Maximiliano siempre fue muy devoto de la Inmaculada Concepción, por lo que pensaba que la Iglesia tenía que ser militante en su colaboración con la Gracia Divina para el avance de la fe católica. Es por eso que movido por su devoción, funda en el año 1917 un movimiento llamado "La Milicia de la Inmaculada", el cual se consagraría a la Virgen María y lucharía con todos los medios moralmente válidos, por la construcción del Reino de Dios en todo el mundo. En palabras del propio San Maximiliano, el movimiento tendría:

"una visión global de la vida católica bajo una nueva forma, que consiste en la unión con la Inmaculada."

Inició la publicación de una revista mensual llamada "Caballero de la Inmaculada", ésta era orientada a promover el conocimiento, el amor y el servicio a la Virgen María. Comenzó con un tiraje de sólo 500 ejemplares en 1922, y para el año 1939 alcanzaría cerca de un millón de ejemplares publicados.

La primera "Ciudad de la Inmaculada" se funda en el año 1929 en el convento franciscano situado en Niepokalanów a 40 kilómetros de Varsovia, que luego de algunos años se convertiría en una ciudad consagrada a la Virgen y, en palabras de San Maximiliano, dedicada a:

"conquistar todo el mundo, todas las almas, para Cristo, para la Inmaculada, usando todos los medios lícitos, todos los descubrimientos tecnológicos, especialmente en el ámbito de las comunicaciones."

Luego de que el papa solicitara sacerdotes para ir de misiones, en el año 1931 se ofrece como voluntario y viaja a Japón donde funda una nueva ciudad de la Inmaculada ("Mugenzai No Sono") y publica la revista "Caballero de la Inmaculada" en idioma japonés ("Seibo No Kishi").




El Testimonio



Regresó a Polonia en el año 1936, siendo director espiritual de Niepokalanów, y luego de 3 años, mientras se daba la Guerra Mundial, fue apresado junto a otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. Poco tiempo después, el día de la Inmaculada Concepción, es liberado.

En 1941 es nuevamente hecho prisionero y ésta vez es enviado a la prisión de Pawiak, y luego llevado al campo de concentración de Auschwitz, donde prosiguió su ministerio a pesar de las terribles condiciones de vida.

Los nazis siempre trataban a los prisioneros de una manera inhumana y antipersonal, de manera que los llamaban por números; a San Maximiliano le asignaron el número 16670. A pesar de los difíciles momentos en el campo su generosidad y su preocupación por los demás nunca le abandonaron.

El 3 de agosto de 1941, un prisionero escapa; y en represalia, el comandante del campo ordena escoger a 10 prisioneros para ser condenados a morir de hambre. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, polaco como San Maximiliano, casado y con hijos.

"No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos". (Jn 15, 13)

San Maximiliano, que no se encontraba dentro de los 10 prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio.

Luego de 10 días de su condena y al encontrarlo todavía con vida, los nazis le colocan una inyección letal el 14 de agosto de 1941.



El Legado



De esta manera San Maximiliano María Kolbe da testimonio y ejemplo de dignidad, en medio de la más terrible adversidad.

En el año 1973 el Papa Paulo VI beatifica a San Maximiliano y en 1982 Juan Pablo II lo canoniza como Mártir de la Caridad.

Juan Pablo II comenta la influencia que tuvo San Maximiliano en su vocación sacerdotal:

“Surge aquí otra singular e importante dimensión de mi vocación. Los años de la ocupación alemana en Occidente y de la soviética en Oriente supusieron un enorme número de detenciones y deportaciones de sacerdotes polacos hacia los campos de concentración. Sólo en Dachau fueron internados casi tres mil. Hubo otros campos, como por ejemplo el de Auschwitz, donde ofreció la vida por Cristo el primer sacerdote canonizado después de la guerra, San Maximiliano María Kolbe, el franciscano de Niepokalanów”.




Oración de súplica a San Maximiliano Kolbe



¡Oh, San Maximiliano María! Fiel seguidor del Pobrecito de Asís, 
que encendido en el amor de Dios has pasado tu vida en la asidua práctica de las virtudes heroicas y en las santas obras del apostolado, vuelve tu mirada a nosotros, tus devotos, que confiamos en tu intercesión.

Tu que, irradiado por la luz de la Virgen Inmaculada, atrajisteis innumerables almas hacia los ideales de santidad, llamándoles a toda forma de apostolado para el triunfo del bien y la propagación del Reino de Dios, obténos la luz y la fuerza para obrar el bien atrayendo muchas almas al amor de Cristo.

Tu que, en perfecta imitación del divino Salvador, has alcanzado tan alto grado de caridad para ofrecer, en sublime testimonio de amor, 
tu vida para salvar aquella de un hermano prisionero, intercede ante el Señor por la gracia que confiadamente te pedimos:

(Mencionar aquí la gracia que se desea alcanzar)

Y, animados por el mismo ardor de caridad, podamos también nosotros con la fe y las obras, dar testimonio de Cristo ante nuestros hermanos, para alcanzar junto a ti, la posesión beatificante de Dios 
en la luz de la gloria eterna. Amén.