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viernes, 22 de mayo de 2020

4 PASOS QUE DEBERÍAS SEGUIR SI QUIERES SANAR UN CORAZÓN ROTO


4 pasos que deberías seguir si quieres sanar un corazón roto
4 acciones necesarias para la sanación emocional de un corazón roto, no será rápida, pero promoverá sanación en tu alma


Por: Dave Willis | Fuente: PildorasdeFe.net




Recientemente tuve el almuerzo con un buen amigo que está pasando por tiempos muy dificiles. Está en medio de un doloroso divorcio. Está muy confundido, sus finanzas están destrozadas, su mundo está al revés y tiene el corazón roto.

Está luchando con una mezcla de emociones que incluyen arrepentimiento, tristeza, ira, confusión, miedo y frustración. Me hizo una pregunta sencilla pero profunda: ¿Qué voy a hacer ahora?

Esa es una pregunta muy buena, ¿no? Es una pregunta que todos nos preguntaremos en diferentes momentos, y cómo elegimos responder en estos momentos clave puede, en última instancia, determinar la dirección de nuestras vidas.

Le dije a mi amigo que el proceso de curación de un corazón roto es en realidad similar al proceso de curación de un brazo roto.

Cuando mi hijo se rompió el brazo, fueron necesarios cuatro pasos clave para la curación física, y cuatro acciones muy similares también son necesarias para la sanación emocional de un corazón roto.

Cuando el brazo de mi hijo se rompió, el primer paso fue acomodar el hueso. Significa realinear el hueso a su posición apropiada para que sane adecuadamente.

Después, el brazo tuvo que ser envuelto en un yeso duro para sostenerlo en su lugar y protegerlo de daños adicionales.

En tercer lugar, mi hijo tuvo que abandonar temporalmente diversas libertades y restringir sus movimientos para evitar más lesiones. Y, finalmente, tuvo que descansar para que su cuerpo tuviera la fuerza y ??la resistencia para promover la curación.

1.- Ubicate en la posición correcta.
Con un brazo roto, establecer el hueso en su lugares el primer paso. Esto se hizo de la mano de la confianza en el médico. Con un corazón roto, nuestro primer paso es confiar en las manos del médico mayor: Dios

Significa admitir que no podemos traer la curación completa por nuestra cuenta y, afortunadamente, no tenemos que hacerlo.

Jesús está listo para "acomodarnos" si confiamos en él. Permite que Su Palabra guíe tu plan de sanación y Su fuerza para ayudarte a cumplirla.

"... Y todos los que lo tocaron fueron sanados" (Mateo 14,36)

El estrés viene de querer hacer todo por tu cuenta. La paz viene de poner todo en manos de Dios.

2.- Pon un yeso: protege tu corazón
El yeso era duro. Proporcionaba una capa de protección contra cualquier cosa o cualquier persona que pudiera causar más daño.

Cuando tu corazón está roto, no puedes poner un yeso real, pero necesitas poner capas de protección alrededor de tu corazón.

No quieres que tu corazón se vuelva duro, pero quieres que esté protegido. Esto lo logras rodeandote de personas que te alentarán y orarán por ti, y alejándote de personas que intencionalmente te causarían un daño adicional. Aquí dejo una frase para reflexionar:

"No es nuestro trabajo arreglar a las personas. Nuestro trabajo es amarlas incluso si están rotas".

3.- Limita temporalmente tus movimientos.
Cuando le dijeron a mi hijo que no podía luchar, jugar a la pelota o mojar el brazo hasta que le quitaran el yeso, pensó que estaba siendo castigado. Le expliqué que no era un castigo, sino una protección.

Cuando estás experimentado un corazón roto, también debes restringir temporalmente sus movimientos y renunciar a algunas libertades para proteger la herida y promover la curación.

Si intentas saltar de nuevo a todas las cosas que hacías antes, nunca sanará correctamente. Elimina todos los elementos no esenciales de tu vida y concéntrate en aquellas actividades y personas que están promoviendo activamente la curación. Todo el mundo y todo lo demás puede esperar.

Gracias a Jesús, todo nuestro dolor es temporal, y toda nuestra alegría es eterna.

4.- Descansar.
No sólo necesitas restringir tus movimientos, también necesitas períodos de descanso completo. No trates de averiguar el futuro. No trates de arreglar todo lo que te ha roto.

No dejes que la preocupación eche raíces en tu corazón. Debes darte permiso para descansar. Avanza un día a la vez.

La sanación no será rápida, pero la desaceleración promoverá la sanación en tu alma, te ayudará a reenfocarte en lo que más importa y te acercará a Dios en el proceso.

No te apresures. Descansa. La sanación no hace en un microondas, se hace en una olla de barro.

No pierdas la esperanza. ¡Sé que conseguirás salir de esto!

EL PAPEL DE LA VIRGEN MARÍA EN NUESTRA VIDA ESPIRITUAL


Papel de María en nuestra vida espiritual
No olvidemos que desde la crucifixión de su Hijo, ella se transformó en madre nuestra también


Por: n/a | Fuente: steresita.com




El papel de María en nuestra vida espiritual no puede ser diferente al que jugó en la vida de Cristo. No olvidemos que desde la crucifixión de su Hijo, ella se transformó en madre nuestra también.

1.- María, Madre de Jesús y nuestra
Mt 1: 18: “La generación de Jesucristo fue así: María, su madre, estaba desposada con José, y antes de que conviviesen se encontró con que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo.”

            Jn 19: 26: “Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, le dijo a su madre: -Mujer, aquí tienes a tu hijo.” Y desde entonces María se convirtió también en madre nuestra.         

            Ella nos cuida y nos ama. Ella hará que Cristo “nazca” en nuestro corazón.


2.- María, Educadora y Maestra de oración
            Jesús creció bajo los cuidados de José y María: Lc 2:51: “Bajó con ellos, vino a Nazaret y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.”

            María también cuidó de los discípulos de Jesús: Act 1:14: “Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la madre de Jesús, y sus hermanos.”

            Ella es una de las mejores maestras de oración que podemos tener. Recordemos el “Magnificat” (Lc 1:46ss) o cómo consigue ayudar a los recién casados en las Bodas de Caná (Jn 2). Ella nos habla de Jesús y nos enseña a hablar con Él.

3.- María, Intercesora y Consejera
            Ella, como en Caná, siempre está atenta a nuestras necesidades, al tiempo que nos dice qué es lo que debemos hacer.

            Aconseja a su Hijo qué hacer: Jn 2:3: María le dijo a Jesús: “No tienen vino”

            Ella es nuestra mejor consejera: Jn 2:4: María dijo: “Haced lo que Él os diga”. Si seguimos estas indicaciones podemos estar seguros de no equivocarnos nunca y de tomar siempre el mejor camino.

4.- María, Modelo de todas las virtudes
            Ella ha sido modelo en todas las virtudes para todas las generaciones. Ella ha sido modelo de: virginidad, generosidad, pureza, fe, caridad, esperanza, obediencia, entrega…

            María ha sido modelo en todas las virtudes para todas las generaciones.

5.- María, Consuelo de los afligidos
            Jn 19:25: “Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre”. Ella siempre acompañó a su Hijo. Nunca lo abandonó.

Como madre nuestra que es, también nos acompaña siempre en todos nuestros sufrimientos y penas.

6.- María, Mensajera de Jesús
            Otros mensajeros nos anuncian la venida de Jesús a través de María:

Gen 3:15: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, mientras tú le herirás en el talón.”

            Is 7:14: “Mirad, la virgen está encinta y dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Enmanuel”.

            Mic 5:1: “Pero tú, Belén Efrata, aunque tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser dominador en Israel”.

            Ella nos trae a Jesús y nos lleva a nosotros a Él. Lc 1:39-45: “María se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando en voz alta, dijo: -Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí tanto bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme? Pues en cuanto llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno; y bienaventurada tú, que has creído, porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor.”

            Como el más fiel mensajero, Ella siempre llevó a Jesús, primero en su vientre, luego en su corazón. Ahora, ella, es quien nos trae a Jesús. Como dice San José María Escrivá de Balaguer: “A Jesús siempre se va y se viene por María” (Camino)

7.- María, Corredentora
            Gen 3:15: “Establezco perpetua enemistad entre ti y la Mujer, entre tu linaje y el suyo. Tú le acecharás el calcañar mientras que Ella te aplaste la cabeza”. Así es como se representa la imagen de la Inmaculada Concepción. María aplasta con el pie la cabeza de la serpiente. Ella se transforma en corredentora al vencer al demonio y al traernos a Cristo Redentor.

            En Is 7:14 se presenta a María como la madre del Enmanuel (Dios con nosotros)

8.- Otras funciones de María
Causa de nuestra alegría. Estrella de la mañana. Salud de los enfermos. Refugio de los pecadores. Reina de los hogares.

Sólo tenemos que repasar las letanías para que recordemos los muchos otros papeles que María juega en nuestra vida.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY VIERNES 22 DE MAYO DE 2020


Lecturas de hoy Viernes de la 6ª semana de Pascua
Hoy, viernes, 22 de mayo de 2020




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,9-18):

CUANDO estaba Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión:
«No temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá la mano encima para hacerte daño, porque tengo un pueblo numeroso en esta ciudad».
Se quedó, pues, allí un año y medio, enseñando entre ellos la palabra de Dios.
Pero, siendo Gallón procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron de común acuerdo contra Pablo y lo condujeron al tribunal diciendo:
«Este induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley».
Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Gallón dijo a los judíos:
«Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos».
Y les ordenó despejar el tribunal.
Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal, sin que Galión se preocupara de ello.
Pablo se quedó allí todavía bastantes días; luego se despidió de los hermanos y se embarco para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se había hecho rapar la cabeza, porque había hecho un voto.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 46,2-3,4-5.6-7

R/. Dios es el rey del mundo

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado. R/.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (16,20-23a):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy viernes, 22 de mayo de 2020
Carlos Latorre, cmf
Queridos hermanos:

¡Cuánto nos anima ver a hombres como San  Pablo entregados a dar a conocer a Jesús! El camino de su conversión fue radical. Y el cambio total en su vida le llevó a convertirse de perseguidor de los cristianos a apóstol de Cristo llevando su nombre por los lugares más difíciles. Y su palabra resonó tanto en Atenas, el centro cultural más importante de la antigüedad, como en Roma, que era la capital del imperio romano.

En este peregrinar por distintas ciudades Pablo llegó a un puerto de mar muy famoso en Grecia, que se llamaba Corinto. Jesús mismo le hace entender que en la ciudad de Corinto tiene elegido un pueblo numeroso que le espera. Pero Jesús necesita de la voz de Pablo para tocar el corazón de tantas personas que le buscan, que le esperan, pero que no saben dónde está, porque nunca han oído hablar de Él. El imperio romano ya no será lo mismo desde que Pablo comenzó a anunciar el mensaje de Jesús en Corinto.

Hoy día evangelizar, dar a conocer la persona de Jesús, no ha pasado de moda ni es cosa de la antigüedad. Hoy hay una urgencia especial de dar a conocer el mensaje de Jesús. Los medios de comunicación se han multiplicado y están al alcance de todos. Las distancias entre las naciones y los continentes son más fáciles de recorrer.  En todos los lugares del mundo hay que proclamar el mensaje de Jesús que nos enseña a llamar a Dios PADRE NUESTRO. Para Dios todos somos hijos suyos, a todos nos  ama  porque no hace diferencia de personas. A todos llama, a todos convida a formar parte de su familia. A esto nos invita hoy el Salmo: “Pueblos todos, batid palmas,  aclamad a Dios con gritos de júbilo;   él nos escogió por heredad suya”.

Es muy cierto que no cree quien quiere, sino aquel a quien le ha sido concedido. La fe es un don de Dios, que llega a nuestros corazones gracias al Espíritu Santo. Es una luz que nos hace -como a Pablo- caer del caballo de nuestra autosuficiencia. No cree quien quiere, sino aquel a quien le ha sido concedido. Por eso nuestro único recurso es orar con humildad, pedir la venida del Espíritu para nosotros y para los demás.

Jesús en el evangelio de hoy nos dice: «En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría”.

Y nos pone una comparación que todos podemos entender: “La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre”. No hay mayor felicidad para unos padres que el momento del nacimiento de sus hijos. Por eso Jesús insiste: “También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría”.

Estamos en el mes de mayo que se distingue de otros meses por esa tradición mariana tan arraigada en nuestra tradición católica. Ella, María la Madre de Jesús, nos acompaña también a nosotros sus discípulos. El Santo Padre Francisco ha escrito una oración a la Santísima Virgen para este mes de mayo en la que le dice: “Ayúdanos, Madre del Divino Amor,  a  conformarnos a la voluntad del Padre  y hacer lo que Jesús nos diga.  Él, que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo  y cargó  nuestros dolores  para guiarnos a través de la cruz  a la alegría de la resurrección. Amén.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,  no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,  antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita”.

Vuestro hermano en la fe.
Carlos Latorre
carloslatorre@claretianos.es

HOY CELEBRAMOS A SANTA RITA DE CASIA, LA SANTA DE LO IMPOSIBLE, 22 DE MAYO

Santa Rita de Casia
Santa de lo Imposible
22 de Mayo 






Santa Rita
Oracion:
Santa de lo Imposible. Oh Santa Patrona de los necesitados, Santa Rita, cuyas plegarias ante el Divino Señor son casi irresistibles, quien por la generosidad en otorgar favores has sido llamada Mediadora de los sin esperanza e incluso de lo Imposible; Santa Rita, tan humilde, tan pura, tan mortificada, tan paciente y de tan compasionado amor por Jesus Crucificado que podrías obtener de El cualquier cosa que le pidas. A cuenta de esto recurrimos confiados a ti, esperando, si no siempre alivio, al menos consuelo. Se favorable a nuestra petición, mostrando el poder de Dios a nombre de este/a suplicante, se generosa con nosotros, como lo has sido en tantos casos maravillosos, para la más grande gloria de Dios, por la divulgación de tu propia devocion, y por el consuelo de aquellos que confian en ti. Prometemos, si nuestra peticion es concedida, glorificar tu nombre, informando del favor concedido, para bendecir y cantar tus alabanzas por siempre. Confiando entonces en los meritos y poder ante el Sagrado Corazon de Jesús, te rogamos:

(Mencione ahora su petición)

Obten para nosotros nuestra petición
Por los singulares méritos de tu infancia,
Por la perfecta union con la Divina Voluntad,
Por los heroicos sufrimientos durante tu vida de casada,
Por el consuelo que experimentaste con la conversión de tu esposo,
Por el sacrificio de tus niños antes de verlos ofender gravemente a Dios,
Por tu milagrosa entrada al Convento,
Por las austeras penitencias y las sangrientas ofrendas tres veces al día.
Por el sufrimiento causado por la herida que recibiste con la espina del Salvador Crucificado;
Por el amor divino que consumio tu corazón,
Por la notable devoción al Sagrado Sacramento, con el cual exististe por cuatro años, Por la felicidad con la cual partiste de tus pruebas para reunirte con el Divino Esposo,
Por el ejemplo perfecto que diste a la gente de cada estado de vida.



Santa de lo Imposible
Oremos
Oh Dios, Quien en tu infinita ternura has sido bondadoso para escuchar la plegaria de Tu sierva, Santa Rita, y otorgas a su súplica lo que es imposible a la vista, conocimiento y esfuerzos, en recompensa de su compasionado amor y firme confianza en Tu promesa, ten piedad en nuestra adversidad y socorrenos en nuestras calamidades, que el no creyente pueda saber que Tu eres la recompensa del humilde, la defensa de los sin esperanza, y la fuerza de aquellos que confian en Ti, a traves de Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Ruega por nosotros , O Sagrada Santa Rita, para que seamos dignos de las promesas de Cristo.


Historia:
Por siglos Santa Rita de Casia (1381-1457) ha sido una de las Santas más populares en la Iglesia Catolica. Ella es conocida como la " Santa de lo Imposible " por sus impresionantes respuestas a las oraciones, como también por los notables sucesos de su propia vida.

Santa Rita queria ser monja, pero por obedecer a sus padres, se casó. Su esposo le causo muchos sufrimientos, pero ella devolvió su crueldad con oración y bondad. Con el tiempo él se convirtió, llegando a ser considerado y temeroso de Dios. Pero Santa Rita tuvo que soportar un gran dolor cuando su esposo fue asesinado.

Santa Rita descubrió después que sus dos hijos estaban pensando en vengar el asesinato del padre. Ella temía que pusieran sus deseos en efecto de acuerdo con la maliciosa costumbre de la Venganza. Con un amor heroico por sus almas, ella le suplicó a Dios que se los llevara de esta vida antes de permitirlos cometer este gran pecado. No mucho tiempo más tarde ambos murieron después de preparse para encontrarse con Dios.

Sin su esposo e hijos, Santa Rita se entregó a la oración, penitencia y obras de caridad. Después de un tiempo ella aplicó para ser admitida al Convento Agustiniano en Casia. Ella no fue aceptada, pero después de orarle a sus tres especiales santos patronos - San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolas de Tolentino - milagrosamente entró al convento y fue permitida a quedarse. Esto sucedio alrededor del año 1411.

En el convento, la vida de Santa Rita fue marcada por su gran caridad y severas penitencias. Sus oraciones obtuvieron para otros, curas notables, liberación del demonio y otros favores especiales de Dios para que ella pudiera compartir en el dolor de Su Corona de Espinas, Nuestro Señor dio a Santa Rita una herida de espina en su frente. Fue muy dolorosa y expelía un olor desagradable, pero ella lo considaraba una gracia divina. Ella oraba "Oh amado Jesus, aumenta mi paciencia en la medida que aumentan mis sufrimientos". La herida duró por el resto de su vida.
Santa Rita fallecio un Mayo 22, 1457 a la edad de 76 años. La gente se agolpó al convento a pagar sus últimos respetos. Innumerables milagros tuvieron lugar a traves de su intercesion, y la devoción hacia ella se extendió a lo largo y a lo ancho. El cuerpo de Santa Rita fue conservado perfecto por varios siglos, y a veces daba una fragrancia dulce. En la ceremonia de beatificacion, el cuerpo de la Santa se elevó y abrió sus ojos.
Dios ha escuchado las oraciones de Santa Rita por otros en innumerables ocasiones, y ciertamente ella estará feliz de inteceder una vez más, a nombre de aquellos que le ruegan a ella ahora - para continuar percibiendo la verdad de su gran nombre.

HOY 22 DE MAYO SE INICIA LA NOVENA POR LA VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA


Hoy 22 de mayo se inicia la novena por la Visitación de la Virgen María



 (ACI).- El próximo 31 de mayo la Iglesia celebrará la Fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel y de esta forma concluirá el mes mariano.

Según narran los evangelios, el ángel Gabriel le dijo a María que así como ella iba a ser la Madre de Jesús, su prima Isabel también estaba encinta de Juan el Bautista, y la Virgen fue en ayuda de su pariente durante tres meses.

Aquí te presentamos una novena de preparación:


Primer Día de la Novena por la Visitación


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contricción

Omnipotente y sempiterno Dios, cuya grandeza no cabe en los cielos , y ante cuya magestad tiemblan de pavor las potestades y se humillan los altos serafines: ¿qué deberé yo hacer en vuestra divina presencia, cuando no solo soy un vil y asqueroso gusanillo de la tierra, sino además, un pecador abominable, que tantas veces he provocado vuestra Justicia, con mis innumerables culpas y enormes delitos? Pero ¡ah, Dios y Señor mió! Yo sé que la grandeza de vuestra Bondad iguala a la grandeza de vuestro Sér, y que si mis pecados piden venganza y castigo, la sangre preciosísima de vuestro divino Hijo clama perdón y misericordia para este miserable. Perdonadme, pues, ¡oh Padre Eterno! por la pasión y muerte de vuestro Unigénito, en quien tenéis todas vuestras complacencias; miradle muriendo en una cruz por satisfacer los derechos de vuestra Justicia; atended a los sentimientos de su Sagrado Corazón, que Vos solo comprendéis: y en vista de una víctima tan inocente, tan santa y tan pura, soltad el azote con que merecí ser castigado y dadme el ósculo de vuestra paz, que me restituya a vuestra amistad y gracia, en la cual deseo vivir y morir, para ir a alabar eternamente vuestras misericordias en el cielo. Así os lo ruego por los méritos de mi Redentor Jesucristo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para todos los días

¡Oh Madre Santísima de la Luz, Virgen la más amable, dulce, tierna y benévola que ha salido de las manos del Creador, para consuelo, amparo y bien de todos los mortales! Nosotros os alabamos, bendecimos y tributamos el justo homenaje de las más rendidas gracias, por la dignación que habéis tenido de regalar a esta Ciudad vuestra soberana Imagen, bendita por esa vuestra misma mano, que con tan blando afecto acarició al niño Jesús en el pesebre, y con tan dolorosa compasion tocó sus llagas, cuando fué bajado de la Cruz y puesto en vuestro regazo. Al mismo tiempo, benignísima Señora, os agradecemos en lo íntimo del alma, el que hayáis escogido para hacernos este rico presente, el mismo dia en que nuestra Madre la Santa Iglesia celebra vuestra Visitación a vuestra prima Santa Isabel; en lo cual entendieron nuestros padres, y hemos experimentado constantemente sus hijos que veníais a dispensarnos singulares favores, como los derramásteis a manos llenas en aquella ciudad de Judá. Con tan plausible motivo os consagramos este novenario, en el cual queremos refrescar la memoria de vuestras liberalidades, para perpetuo testimonio de ellas a las futuras generaciones e impetrar de vuestra bondad inagotable, la gracia de que a la hora de nuestra muerte, nos hagais una visita, para entregar nuestra alma en vuestras maternales manos. Así os lo suplicamos por el divino Niño que tan graciosamente sosteneis en vuestro brazo izquierdo. Amén.

Primer Día de la Novena

Serenísima Reina y Señora del universo, que siendo Madre de Dios vivo, dejásteis vuestro apacible retiro y os levantásteis con santo apresuramiento, para ir personalmente a visitar a la anciana y dichosa Santa Isabel. Ah! sin duda que esta noble matrona jamás olvidaría tan alta distinción. Pues ¿cómo podrémos olvidar la que nos habéis hecho, atravesando los mares para venir a nosotros desde Sicilia y fijar aquí vuestra morada? ¿qué visteis en nosotros para honrarnos con esta predilección? ¡Oh mil veces bendita vuestra inefable misericordia, pues como verdadera Madre allá corréis más solícita donde está el hijo más necesitado! Permitidnos pues, oh Madre Santísima de la Luz, que nos unamos al coro de los Angeles para daros las debidas gracias por este singular favor, y que con ellos y especialmente con nuestros ángeles custodios os supliquemos nos visitéis en la hora de nuestra muerte y nos concedáis la gracia que en secreto os pedimos, si fuere así de vuestro agrado. Amen.

Se hace la petición y después se rezan tres Ave Marías en esta forma:

Dios te salve, María Santísima, poderosísima hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Ahuyentad de tu pueblo la herejía.

Dios te salve, María Santísima, dignísima Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Asistidme piadosa en mi agonía.

Dios te salve María Santísima, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo Virgen purísima despues del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Que se salve por Vos el alma mia.

Oración Final

¡Oh Madre Santísima de la Luz y dulcísima Madre nuestra! El número de los favores, gracias y dones que os debemos excede a cuanto puede retener nuestra memoria, a cuanto se ha consignado en los anales de este pueblo, a todo en fin, cuanto puede expresar nuestra torpe lengua, y solo está escrito en vuestro amantísimo Corazon y en el de vuestro divino Hijo. ¡Ojalá os hubiéramos correspondido cada una de vuestras finezas con el amor y gratitud que justamente habéis merecido! Pero ¡ay! para confusión nuestra, confesamos que mil y mil veces, olvidando vuestras bondades, hemos perpetrado tantas culpas, iniquidades y crímenes, que a veces hemos obligado al Dios justo a descargar sobre nosotros el castigo; más apenas hemos recibido el primer azote, cuando Vos enternecida por nuestro llanto, os habéis interpuesto entre su Magestad y nosotros, y con vuestros maternales ruegos habéis desarmado su brazo. ¡Ah, Madre Santísima de la Luz! Nunca, nunca, por piedad, nos abandonéis, porque ¿a merced de quién se quedaría este Obispado? ¿con quién nos quedariamos nosotros? ¿con quién nuestras familias y nuestros hijos? ¿con quién todo este pueblo que tanto habéis amado? No, Señora, creemos que no tendréis corazón para abandonarnos, porque una Madre como Vos, no puede olvidarse de sus hijos, aunque delincuentes. Alcanzadnos, pues, los sentimientos de una verdadera y eficaz penitencia de nuestros pecados; enjugad como siempre nuestras lágrimas, remediad nuestras necesidades, protejed a las personas que celebran vuestro advenimiento a esta ciudad, cubridnos a todos con vuestro manto, para vivir siempre bajo vuestra protección, y dignaos cortar Vos misma con vuestras manos, el hilo de nuestra vida, para entregar en ellas nuestra alma a nuestro Creador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.





Segundo Día de la Novena por la Visitación


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contricción

Omnipotente y sempiterno Dios, cuya grandeza no cabe en los cielos , y ante cuya magestad tiemblan de pavor las potestades y se humillan los altos serafines: ¿qué deberé yo hacer en vuestra divina presencia, cuando no solo soy un vil y asqueroso gusanillo de la tierra, sino además, un pecador abominable, que tantas veces he provocado vuestra Justicia, con mis innumerables culpas y enormes delitos? Pero ¡ah, Dios y Señor mió! Yo sé que la grandeza de vuestra Bondad iguala a la grandeza de vuestro Sér, y que si mis pecados piden venganza y castigo, la sangre preciosísima de vuestro divino Hijo clama perdón y misericordia para este miserable. Perdonadme, pues, ¡oh Padre Eterno! por la pasión y muerte de vuestro Unigénito, en quien tenéis todas vuestras complacencias; miradle muriendo en una cruz por satisfacer los derechos de vuestra Justicia; atended a los sentimientos de su Sagrado Corazón, que Vos solo comprendéis: y en vista de una víctima tan inocente, tan santa y tan pura, soltad el azote con que merecí ser castigado y dadme el ósculo de vuestra paz, que me restituya a vuestra amistad y gracia, en la cual deseo vivir y morir, para ir a alabar eternamente vuestras misericordias en el cielo. Así os lo ruego por los méritos de mi Redentor Jesucristo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para todos los días

¡Oh Madre Santísima de la Luz, Virgen la más amable, dulce, tierna y benévola que ha salido de las manos del Creador, para consuelo, amparo y bien de todos los mortales! Nosotros os alabamos, bendecimos y tributamos el justo homenaje de las más rendidas gracias, por la dignación que habéis tenido de regalar a esta Ciudad vuestra soberana Imagen, bendita por esa vuestra misma mano, que con tan blando afecto acarició al niño Jesús en el pesebre, y con tan dolorosa compasion tocó sus llagas, cuando fué bajado de la Cruz y puesto en vuestro regazo. Al mismo tiempo, benignísima Señora, os agradecemos en lo íntimo del alma, el que hayáis escogido para hacernos este rico presente, el mismo dia en que nuestra Madre la Santa Iglesia celebra vuestra Visitación a vuestra prima Santa Isabel; en lo cual entendieron nuestros padres, y hemos experimentado constantemente sus hijos que veníais a dispensarnos singulares favores, como los derramásteis a manos llenas en aquella ciudad de Judá. Con tan plausible motivo os consagramos este novenario, en el cual queremos refrescar la memoria de vuestras liberalidades, para perpetuo testimonio de ellas a las futuras generaciones e impetrar de vuestra bondad inagotable, la gracia de que a la hora de nuestra muerte, nos hagais una visita, para entregar nuestra alma en vuestras maternales manos. Así os lo suplicamos por el divino Niño que tan graciosamente sosteneis en vuestro brazo izquierdo. Amén.

Segundo Día de la Novena

Piadosísima Virgen María, cuyas entrañas son tan compasivas para el miserable, que mereceis el nombre no solo de misericordiosa, sino aún de la misma misericordia. ¿Cuáles serían los afectuosos sentimientos de vuestra alma purísima y las dulces emociones de vuestro corazon cuando vuestros divinos ojos divisaron de lejos la habitación de vuestra prima, a donde os llevaban los impulsos del Espíritu Santo? Pues de la misma manera, oh gran Señora, nosotros comtemplamos hoy las amorosas ansias y maternal anhelo, con que os acercasteis a este humilde pueblo, por medio de vuestra portentosa imagen, que era la prenda segura de los insignes favores con que habíais resuelto beneficiarnos. Por tal motivo, nos postramos reverentemente a vuestras plantas, unidos con el coro de los Arcángeles, para significaros nuestro eterno reconocimiento y suplicaros que en nuestra última hora, consoléis nuestra agonía con vuestra deseadísima presencia, y entre tanto nos concedáis la gracia que ahora os pedimos. Amen.

Se hace la petición y después se rezan tres Ave Marías en esta forma:

Dios te salve, María Santísima, poderosísima hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Ahuyentad de tu pueblo la herejía.

Dios te salve, María Santísima, dignísima Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Asistidme piadosa en mi agonía.

Dios te salve María Santísima, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo Virgen purísima despues del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Que se salve por Vos el alma mia.

Oración Final

¡Oh Madre Santísima de la Luz y dulcísima Madre nuestra! El número de los favores, gracias y dones que os debemos excede a cuanto puede retener nuestra memoria, a cuanto se ha consignado en los anales de este pueblo, a todo en fin, cuanto puede expresar nuestra torpe lengua, y solo está escrito en vuestro amantísimo Corazon y en el de vuestro divino Hijo. ¡Ojalá os hubiéramos correspondido cada una de vuestras finezas con el amor y gratitud que justamente habéis merecido! Pero ¡ay! para confusión nuestra, confesamos que mil y mil veces, olvidando vuestras bondades, hemos perpetrado tantas culpas, iniquidades y crímenes, que a veces hemos obligado al Dios justo a descargar sobre nosotros el castigo; más apenas hemos recibido el primer azote, cuando Vos enternecida por nuestro llanto, os habéis interpuesto entre su Magestad y nosotros, y con vuestros maternales ruegos habéis desarmado su brazo. ¡Ah, Madre Santísima de la Luz! Nunca, nunca, por piedad, nos abandonéis, porque ¿a merced de quién se quedaría este Obispado? ¿con quién nos quedariamos nosotros? ¿con quién nuestras familias y nuestros hijos? ¿con quién todo este pueblo que tanto habéis amado? No, Señora, creemos que no tendréis corazón para abandonarnos, porque una Madre como Vos, no puede olvidarse de sus hijos, aunque delincuentes. Alcanzadnos, pues, los sentimientos de una verdadera y eficaz penitencia de nuestros pecados; enjugad como siempre nuestras lágrimas, remediad nuestras necesidades, protejed a las personas que celebran vuestro advenimiento a esta ciudad, cubridnos a todos con vuestro manto, para vivir siempre bajo vuestra protección, y dignaos cortar Vos misma con vuestras manos, el hilo de nuestra vida, para entregar en ellas nuestra alma a nuestro Creador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.




Tercer Día de la Novena por la Visitación

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contricción

Omnipotente y sempiterno Dios, cuya grandeza no cabe en los cielos , y ante cuya magestad tiemblan de pavor las potestades y se humillan los altos serafines: ¿qué deberé yo hacer en vuestra divina presencia, cuando no solo soy un vil y asqueroso gusanillo de la tierra, sino además, un pecador abominable, que tantas veces he provocado vuestra Justicia, con mis innumerables culpas y enormes delitos? Pero ¡ah, Dios y Señor mió! Yo sé que la grandeza de vuestra Bondad iguala a la grandeza de vuestro Sér, y que si mis pecados piden venganza y castigo, la sangre preciosísima de vuestro divino Hijo clama perdón y misericordia para este miserable. Perdonadme, pues, ¡oh Padre Eterno! por la pasión y muerte de vuestro Unigénito, en quien tenéis todas vuestras complacencias; miradle muriendo en una cruz por satisfacer los derechos de vuestra Justicia; atended a los sentimientos de su Sagrado Corazón, que Vos solo comprendéis: y en vista de una víctima tan inocente, tan santa y tan pura, soltad el azote con que merecí ser castigado y dadme el ósculo de vuestra paz, que me restituya a vuestra amistad y gracia, en la cual deseo vivir y morir, para ir a alabar eternamente vuestras misericordias en el cielo. Así os lo ruego por los méritos de mi Redentor Jesucristo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para todos los días

¡Oh Madre Santísima de la Luz, Virgen la más amable, dulce, tierna y benévola que ha salido de las manos del Creador, para consuelo, amparo y bien de todos los mortales! Nosotros os alabamos, bendecimos y tributamos el justo homenaje de las más rendidas gracias, por la dignación que habéis tenido de regalar a esta Ciudad vuestra soberana Imagen, bendita por esa vuestra misma mano, que con tan blando afecto acarició al niño Jesús en el pesebre, y con tan dolorosa compasion tocó sus llagas, cuando fué bajado de la Cruz y puesto en vuestro regazo. Al mismo tiempo, benignísima Señora, os agradecemos en lo íntimo del alma, el que hayáis escogido para hacernos este rico presente, el mismo dia en que nuestra Madre la Santa Iglesia celebra vuestra Visitación a vuestra prima Santa Isabel; en lo cual entendieron nuestros padres, y hemos experimentado constantemente sus hijos que veníais a dispensarnos singulares favores, como los derramásteis a manos llenas en aquella ciudad de Judá. Con tan plausible motivo os consagramos este novenario, en el cual queremos refrescar la memoria de vuestras liberalidades, para perpetuo testimonio de ellas a las futuras generaciones e impetrar de vuestra bondad inagotable, la gracia de que a la hora de nuestra muerte, nos hagais una visita, para entregar nuestra alma en vuestras maternales manos. Así os lo suplicamos por el divino Niño que tan graciosamente sosteneis en vuestro brazo izquierdo. Amén.

Tercer Día de la Novena

Grande asombro es, Virgen María, considerar que Vos, la Esposa del Espíritu Santo, haya ido a Isabel, la esposa de Zacarías; y que el Hijo de Dios humanado en vuestro seno virginal, haya ido a Juan encarcelado en el vientre de su madre. ¡Oh qué misterio! ¡El Verbo divino rodeado de sus eternos e infinitos resplandores, se coloca hoy frente a frente de un niño envuelto en las tinieblas del pecado original! ¿Pero a quienes vinisteis, ¡oh Virgen Santa! cuando entró vuestra veneranda imagen en las calles de esta población, y llegó a la pobre casa en donde habia de permanecer entre nosotros? ¿Ante quienes se presentó ese vuestro divino Niño, que mostráis en vuestro brazo izquierdo, si no fue delante de unos pobres pecadores, mil veces más necesitados y miserables que Juan el Bautista? Os debemos, pues, por esta dignación tan excelente, todo el amor y gratitud de nuestra alma, y para satisfacer siquiera una pequeña parte de esta deuda, nos asociamos al coro de los Principados para alabaros y bendeciros, suplicándoos que cuando se anublen nuestros ojos por nuestra próxima partida de este mundo, veamos la serena luz de vuestro rostro, y si es conveniente para este fin, nos concedáis la gracia que ahora os pedimos. Amen.

Se hace la petición y después se rezan tres Ave Marías en esta forma:

Dios te salve, María Santísima, poderosísima hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Ahuyentad de tu pueblo la herejía.

Dios te salve, María Santísima, dignísima Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Asistidme piadosa en mi agonía.

Dios te salve María Santísima, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo Virgen purísima despues del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Que se salve por Vos el alma mia.

Oración Final

¡Oh Madre Santísima de la Luz y dulcísima Madre nuestra! El número de los favores, gracias y dones que os debemos excede a cuanto puede retener nuestra memoria, a cuanto se ha consignado en los anales de este pueblo, a todo en fin, cuanto puede expresar nuestra torpe lengua, y solo está escrito en vuestro amantísimo Corazon y en el de vuestro divino Hijo. ¡Ojalá os hubiéramos correspondido cada una de vuestras finezas con el amor y gratitud que justamente habéis merecido! Pero ¡ay! para confusión nuestra, confesamos que mil y mil veces, olvidando vuestras bondades, hemos perpetrado tantas culpas, iniquidades y crímenes, que a veces hemos obligado al Dios justo a descargar sobre nosotros el castigo; más apenas hemos recibido el primer azote, cuando Vos enternecida por nuestro llanto, os habéis interpuesto entre su Magestad y nosotros, y con vuestros maternales ruegos habéis desarmado su brazo. ¡Ah, Madre Santísima de la Luz! Nunca, nunca, por piedad, nos abandonéis, porque ¿a merced de quién se quedaría este Obispado? ¿con quién nos quedariamos nosotros? ¿con quién nuestras familias y nuestros hijos? ¿con quién todo este pueblo que tanto habéis amado? No, Señora, creemos que no tendréis corazón para abandonarnos, porque una Madre como Vos, no puede olvidarse de sus hijos, aunque delincuentes. Alcanzadnos, pues, los sentimientos de una verdadera y eficaz penitencia de nuestros pecados; enjugad como siempre nuestras lágrimas, remediad nuestras necesidades, protejed a las personas que celebran vuestro advenimiento a esta ciudad, cubridnos a todos con vuestro manto, para vivir siempre bajo vuestra protección, y dignaos cortar Vos misma con vuestras manos, el hilo de nuestra vida, para entregar en ellas nuestra alma a nuestro Creador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.




Cuarto Día de la Novena por la Visitación


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contricción

Omnipotente y sempiterno Dios, cuya grandeza no cabe en los cielos , y ante cuya magestad tiemblan de pavor las potestades y se humillan los altos serafines: ¿qué deberé yo hacer en vuestra divina presencia, cuando no solo soy un vil y asqueroso gusanillo de la tierra, sino además, un pecador abominable, que tantas veces he provocado vuestra Justicia, con mis innumerables culpas y enormes delitos? Pero ¡ah, Dios y Señor mió! Yo sé que la grandeza de vuestra Bondad iguala a la grandeza de vuestro Sér, y que si mis pecados piden venganza y castigo, la sangre preciosísima de vuestro divino Hijo clama perdón y misericordia para este miserable. Perdonadme, pues, ¡oh Padre Eterno! por la pasión y muerte de vuestro Unigénito, en quien tenéis todas vuestras complacencias; miradle muriendo en una cruz por satisfacer los derechos de vuestra Justicia; atended a los sentimientos de su Sagrado Corazón, que Vos solo comprendéis: y en vista de una víctima tan inocente, tan santa y tan pura, soltad el azote con que merecí ser castigado y dadme el ósculo de vuestra paz, que me restituya a vuestra amistad y gracia, en la cual deseo vivir y morir, para ir a alabar eternamente vuestras misericordias en el cielo. Así os lo ruego por los méritos de mi Redentor Jesucristo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para todos los días

¡Oh Madre Santísima de la Luz, Virgen la más amable, dulce, tierna y benévola que ha salido de las manos del Creador, para consuelo, amparo y bien de todos los mortales! Nosotros os alabamos, bendecimos y tributamos el justo homenaje de las más rendidas gracias, por la dignación que habéis tenido de regalar a esta Ciudad vuestra soberana Imagen, bendita por esa vuestra misma mano, que con tan blando afecto acarició al niño Jesús en el pesebre, y con tan dolorosa compasion tocó sus llagas, cuando fué bajado de la Cruz y puesto en vuestro regazo. Al mismo tiempo, benignísima Señora, os agradecemos en lo íntimo del alma, el que hayáis escogido para hacernos este rico presente, el mismo dia en que nuestra Madre la Santa Iglesia celebra vuestra Visitación a vuestra prima Santa Isabel; en lo cual entendieron nuestros padres, y hemos experimentado constantemente sus hijos que veníais a dispensarnos singulares favores, como los derramásteis a manos llenas en aquella ciudad de Judá. Con tan plausible motivo os consagramos este novenario, en el cual queremos refrescar la memoria de vuestras liberalidades, para perpetuo testimonio de ellas a las futuras generaciones e impetrar de vuestra bondad inagotable, la gracia de que a la hora de nuestra muerte, nos hagais una visita, para entregar nuestra alma en vuestras maternales manos. Así os lo suplicamos por el divino Niño que tan graciosamente sosteneis en vuestro brazo izquierdo. Amén.

Cuarto Día de la Novena

Purísima doncellita y dignísima Madre de Dios, cuya humildad fue tanto más profunda, cuanto más encumbrada fue vuestra grandeza: nosotros os admiramos, ensalzamos y bendecimos por haber sido la primera en saludar a Santa Isabel, regalando sus oídos con los acentos de vuestra voz dulce, que ahora regocija los cielos, con el inefable canto que sólo es dado entonar a las vírgenes que siguen al Cordero, y en cuya célica armonía dominan poderosísimamente las notas inimitables que salen de vuestra garganta. Así creemos que al presentaros en este nuestro afortunado suelo delante de nuestros antepasados, seriáis la primera en hablarles al corazon con esa voz interna y mística que oye en silencio nuestra alma, cuando contempla vuestra soberana imagen; y nosotros también confesamos, benignísima Protectora nuestra, que mil y mil veces os habéis anticipado a enviarnos saludables inspiraciones y a socorrer nuestras necesidades, aún antes de haber implorado vuestro patrocinio. Por esto nos unimos al coro de las Potestades para cantar vuestras misericordias, esperando que en los últimos momentos de nuestra vida, nos concederéis la dicha de oir vuestra voz dulcísima y la gracia que confiadamente, os pedimos ahora en esta novena. Amen.

Se hace la petición y después se rezan tres Ave Marías en esta forma:

Dios te salve, María Santísima, poderosísima hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Ahuyentad de tu pueblo la herejía.

Dios te salve, María Santísima, dignísima Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Asistidme piadosa en mi agonía.

Dios te salve María Santísima, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo Virgen purísima despues del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Que se salve por Vos el alma mia.

Oración Final

¡Oh Madre Santísima de la Luz y dulcísima Madre nuestra! El número de los favores, gracias y dones que os debemos excede a cuanto puede retener nuestra memoria, a cuanto se ha consignado en los anales de este pueblo, a todo en fin, cuanto puede expresar nuestra torpe lengua, y solo está escrito en vuestro amantísimo Corazon y en el de vuestro divino Hijo. ¡Ojalá os hubiéramos correspondido cada una de vuestras finezas con el amor y gratitud que justamente habéis merecido! Pero ¡ay! para confusión nuestra, confesamos que mil y mil veces, olvidando vuestras bondades, hemos perpetrado tantas culpas, iniquidades y crímenes, que a veces hemos obligado al Dios justo a descargar sobre nosotros el castigo; más apenas hemos recibido el primer azote, cuando Vos enternecida por nuestro llanto, os habéis interpuesto entre su Magestad y nosotros, y con vuestros maternales ruegos habéis desarmado su brazo. ¡Ah, Madre Santísima de la Luz! Nunca, nunca, por piedad, nos abandonéis, porque ¿a merced de quién se quedaría este Obispado? ¿con quién nos quedariamos nosotros? ¿con quién nuestras familias y nuestros hijos? ¿con quién todo este pueblo que tanto habéis amado? No, Señora, creemos que no tendréis corazón para abandonarnos, porque una Madre como Vos, no puede olvidarse de sus hijos, aunque delincuentes. Alcanzadnos, pues, los sentimientos de una verdadera y eficaz penitencia de nuestros pecados; enjugad como siempre nuestras lágrimas, remediad nuestras necesidades, protejed a las personas que celebran vuestro advenimiento a esta ciudad, cubridnos a todos con vuestro manto, para vivir siempre bajo vuestra protección, y dignaos cortar Vos misma con vuestras manos, el hilo de nuestra vida, para entregar en ellas nuestra alma a nuestro Creador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.




Quinto Día de la Novena por la Visitación


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contricción

Omnipotente y sempiterno Dios, cuya grandeza no cabe en los cielos , y ante cuya magestad tiemblan de pavor las potestades y se humillan los altos serafines: ¿qué deberé yo hacer en vuestra divina presencia, cuando no solo soy un vil y asqueroso gusanillo de la tierra, sino además, un pecador abominable, que tantas veces he provocado vuestra Justicia, con mis innumerables culpas y enormes delitos? Pero ¡ah, Dios y Señor mió! Yo sé que la grandeza de vuestra Bondad iguala a la grandeza de vuestro Sér, y que si mis pecados piden venganza y castigo, la sangre preciosísima de vuestro divino Hijo clama perdón y misericordia para este miserable. Perdonadme, pues, ¡oh Padre Eterno! por la pasión y muerte de vuestro Unigénito, en quien tenéis todas vuestras complacencias; miradle muriendo en una cruz por satisfacer los derechos de vuestra Justicia; atended a los sentimientos de su Sagrado Corazón, que Vos solo comprendéis: y en vista de una víctima tan inocente, tan santa y tan pura, soltad el azote con que merecí ser castigado y dadme el ósculo de vuestra paz, que me restituya a vuestra amistad y gracia, en la cual deseo vivir y morir, para ir a alabar eternamente vuestras misericordias en el cielo. Así os lo ruego por los méritos de mi Redentor Jesucristo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para todos los días

¡Oh Madre Santísima de la Luz, Virgen la más amable, dulce, tierna y benévola que ha salido de las manos del Creador, para consuelo, amparo y bien de todos los mortales! Nosotros os alabamos, bendecimos y tributamos el justo homenaje de las más rendidas gracias, por la dignación que habéis tenido de regalar a esta Ciudad vuestra soberana Imagen, bendita por esa vuestra misma mano, que con tan blando afecto acarició al niño Jesús en el pesebre, y con tan dolorosa compasion tocó sus llagas, cuando fué bajado de la Cruz y puesto en vuestro regazo. Al mismo tiempo, benignísima Señora, os agradecemos en lo íntimo del alma, el que hayáis escogido para hacernos este rico presente, el mismo dia en que nuestra Madre la Santa Iglesia celebra vuestra Visitación a vuestra prima Santa Isabel; en lo cual entendieron nuestros padres, y hemos experimentado constantemente sus hijos que veníais a dispensarnos singulares favores, como los derramásteis a manos llenas en aquella ciudad de Judá. Con tan plausible motivo os consagramos este novenario, en el cual queremos refrescar la memoria de vuestras liberalidades, para perpetuo testimonio de ellas a las futuras generaciones e impetrar de vuestra bondad inagotable, la gracia de que a la hora de nuestra muerte, nos hagais una visita, para entregar nuestra alma en vuestras maternales manos. Así os lo suplicamos por el divino Niño que tan graciosamente sosteneis en vuestro brazo izquierdo. Amén.

Quinto Día de la Novena

¡Oh cuán grata y deseable es vuestra presencia, Virgen bondadosísima, pues basta ella sola para que huyan precipitadamente los males y afluyan abundantemente los bienes! Así aconteció en la dichosa casa de vuestra prima Isabel, pues tan luego como percibió la salutación que salió de vuestros graciosos labios, sintió que daba saltos de alegría el niño que llevaba en su vientre. ¡Oh mil veces venturoso niño, que en tales momentos, traspasando los términos de la naturaleza, anunció con sus gozosos movimientos que estaba presente el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo! Pero también felices nosotros, oh Madre Santísima de la Luz, pues desde que llegasteis a nosotros, todo este pueblo ha dado saltos de alegría, viéndose por vuestra intercesión, libre de los males que le han afligido, y colmado siempre de celestiales favores, así en el orden de la naturaleza como en el de la gracia. Justo es, pues, que os demos las debidas gracias, y a fin de suplir de algún modo nuestra insuficiencia, nos unimos al coro de las virtudes para tributaros nuestras alabanzas, y pediros al mismo tiempo que os digneis asistir a nuestro último trance y nos lleneis de alegría, para salir en paz de este mundo. Y si es conducente a este objeto la gracia particular que deseamos conseguir en esta novena, os rogamos que os digneis otorgárnosla. Amen.

Se hace la petición y después se rezan tres Ave Marías en esta forma:

Dios te salve, María Santísima, poderosísima hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Ahuyentad de tu pueblo la herejía.

Dios te salve, María Santísima, dignísima Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Asistidme piadosa en mi agonía.

Dios te salve María Santísima, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo Virgen purísima despues del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Que se salve por Vos el alma mia.

Oración Final

¡Oh Madre Santísima de la Luz y dulcísima Madre nuestra! El número de los favores, gracias y dones que os debemos excede a cuanto puede retener nuestra memoria, a cuanto se ha consignado en los anales de este pueblo, a todo en fin, cuanto puede expresar nuestra torpe lengua, y solo está escrito en vuestro amantísimo Corazon y en el de vuestro divino Hijo. ¡Ojalá os hubiéramos correspondido cada una de vuestras finezas con el amor y gratitud que justamente habéis merecido! Pero ¡ay! para confusión nuestra, confesamos que mil y mil veces, olvidando vuestras bondades, hemos perpetrado tantas culpas, iniquidades y crímenes, que a veces hemos obligado al Dios justo a descargar sobre nosotros el castigo; más apenas hemos recibido el primer azote, cuando Vos enternecida por nuestro llanto, os habéis interpuesto entre su Magestad y nosotros, y con vuestros maternales ruegos habéis desarmado su brazo. ¡Ah, Madre Santísima de la Luz! Nunca, nunca, por piedad, nos abandonéis, porque ¿a merced de quién se quedaría este Obispado? ¿con quién nos quedariamos nosotros? ¿con quién nuestras familias y nuestros hijos? ¿con quién todo este pueblo que tanto habéis amado? No, Señora, creemos que no tendréis corazón para abandonarnos, porque una Madre como Vos, no puede olvidarse de sus hijos, aunque delincuentes. Alcanzadnos, pues, los sentimientos de una verdadera y eficaz penitencia de nuestros pecados; enjugad como siempre nuestras lágrimas, remediad nuestras necesidades, protejed a las personas que celebran vuestro advenimiento a esta ciudad, cubridnos a todos con vuestro manto, para vivir siempre bajo vuestra protección, y dignaos cortar Vos misma con vuestras manos, el hilo de nuestra vida, para entregar en ellas nuestra alma a nuestro Creador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.




Sexto Día de la Novena por la Visitación


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contricción

Omnipotente y sempiterno Dios, cuya grandeza no cabe en los cielos , y ante cuya magestad tiemblan de pavor las potestades y se humillan los altos serafines: ¿qué deberé yo hacer en vuestra divina presencia, cuando no solo soy un vil y asqueroso gusanillo de la tierra, sino además, un pecador abominable, que tantas veces he provocado vuestra Justicia, con mis innumerables culpas y enormes delitos? Pero ¡ah, Dios y Señor mió! Yo sé que la grandeza de vuestra Bondad iguala a la grandeza de vuestro Sér, y que si mis pecados piden venganza y castigo, la sangre preciosísima de vuestro divino Hijo clama perdón y misericordia para este miserable. Perdonadme, pues, ¡oh Padre Eterno! por la pasión y muerte de vuestro Unigénito, en quien tenéis todas vuestras complacencias; miradle muriendo en una cruz por satisfacer los derechos de vuestra Justicia; atended a los sentimientos de su Sagrado Corazón, que Vos solo comprendéis: y en vista de una víctima tan inocente, tan santa y tan pura, soltad el azote con que merecí ser castigado y dadme el ósculo de vuestra paz, que me restituya a vuestra amistad y gracia, en la cual deseo vivir y morir, para ir a alabar eternamente vuestras misericordias en el cielo. Así os lo ruego por los méritos de mi Redentor Jesucristo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para todos los días

¡Oh Madre Santísima de la Luz, Virgen la más amable, dulce, tierna y benévola que ha salido de las manos del Creador, para consuelo, amparo y bien de todos los mortales! Nosotros os alabamos, bendecimos y tributamos el justo homenaje de las más rendidas gracias, por la dignación que habéis tenido de regalar a esta Ciudad vuestra soberana Imagen, bendita por esa vuestra misma mano, que con tan blando afecto acarició al niño Jesús en el pesebre, y con tan dolorosa compasion tocó sus llagas, cuando fué bajado de la Cruz y puesto en vuestro regazo. Al mismo tiempo, benignísima Señora, os agradecemos en lo íntimo del alma, el que hayáis escogido para hacernos este rico presente, el mismo dia en que nuestra Madre la Santa Iglesia celebra vuestra Visitación a vuestra prima Santa Isabel; en lo cual entendieron nuestros padres, y hemos experimentado constantemente sus hijos que veníais a dispensarnos singulares favores, como los derramásteis a manos llenas en aquella ciudad de Judá. Con tan plausible motivo os consagramos este novenario, en el cual queremos refrescar la memoria de vuestras liberalidades, para perpetuo testimonio de ellas a las futuras generaciones e impetrar de vuestra bondad inagotable, la gracia de que a la hora de nuestra muerte, nos hagais una visita, para entregar nuestra alma en vuestras maternales manos. Así os lo suplicamos por el divino Niño que tan graciosamente sosteneis en vuestro brazo izquierdo. Amén.

Sexto Día de la Novena

Amantísima Virgen María, cuyas santas y preciosas manos son depositarias de todas las gracias que nos concede vuestro divino Hijo: nosotros nos alegramos al considerar que por vuestra mediación, no solo el niño Juan fue lleno del Espíritu Santo, sino que de él redundó en su bendita madre, para que iluminada por esta luz divina, pudiera celebrar vuestras inefables glorias, y cantar vuestra soberana excelsitud y grandeza. Y ¿quién, sino Vos, Señora, ha obtenido del Padre de las luces que en este pueblo arda inextinguible la fe católica, a pesar de los furiosos vientos de la incredulidad? ¿Quién sino Vos, nos ha alcanzado tantas ilustraciones para la vida eterna, las cuales, creciendo cada dia de claridad en claridad? ¡Oh insigne Bienhechora nuestra! ¡Cuán incapaces somos no solo de expresar, sino aun de concebir todo cuanto os debemos! Disimulad pues, nuestra pequeñez, y aceptad nuestras humildes gracias que con el coro de las Dominaciones os tributamos, esperando que a la hora de nuestra muerte, estando Vos presente, haréis con vuestros ruegos que la luz del Espíritu Santo se infunda en nuestros corazones, concediéndonos si conduce a este fin, la gracia que ahora os pedimos. Amen.

Se hace la petición y después se rezan tres Ave Marías en esta forma:

Dios te salve, María Santísima, poderosísima hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Ahuyentad de tu pueblo la herejía.

Dios te salve, María Santísima, dignísima Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Asistidme piadosa en mi agonía.

Dios te salve María Santísima, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo Virgen purísima despues del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Que se salve por Vos el alma mia.

Oración Final

¡Oh Madre Santísima de la Luz y dulcísima Madre nuestra! El número de los favores, gracias y dones que os debemos excede a cuanto puede retener nuestra memoria, a cuanto se ha consignado en los anales de este pueblo, a todo en fin, cuanto puede expresar nuestra torpe lengua, y solo está escrito en vuestro amantísimo Corazon y en el de vuestro divino Hijo. ¡Ojalá os hubiéramos correspondido cada una de vuestras finezas con el amor y gratitud que justamente habéis merecido! Pero ¡ay! para confusión nuestra, confesamos que mil y mil veces, olvidando vuestras bondades, hemos perpetrado tantas culpas, iniquidades y crímenes, que a veces hemos obligado al Dios justo a descargar sobre nosotros el castigo; más apenas hemos recibido el primer azote, cuando Vos enternecida por nuestro llanto, os habéis interpuesto entre su Magestad y nosotros, y con vuestros maternales ruegos habéis desarmado su brazo. ¡Ah, Madre Santísima de la Luz! Nunca, nunca, por piedad, nos abandonéis, porque ¿a merced de quién se quedaría este Obispado? ¿con quién nos quedariamos nosotros? ¿con quién nuestras familias y nuestros hijos? ¿con quién todo este pueblo que tanto habéis amado? No, Señora, creemos que no tendréis corazón para abandonarnos, porque una Madre como Vos, no puede olvidarse de sus hijos, aunque delincuentes. Alcanzadnos, pues, los sentimientos de una verdadera y eficaz penitencia de nuestros pecados; enjugad como siempre nuestras lágrimas, remediad nuestras necesidades, protejed a las personas que celebran vuestro advenimiento a esta ciudad, cubridnos a todos con vuestro manto, para vivir siempre bajo vuestra protección, y dignaos cortar Vos misma con vuestras manos, el hilo de nuestra vida, para entregar en ellas nuestra alma a nuestro Creador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.



Séptimo Día de la Novena por la Visitación


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contricción

Omnipotente y sempiterno Dios, cuya grandeza no cabe en los cielos , y ante cuya magestad tiemblan de pavor las potestades y se humillan los altos serafines: ¿qué deberé yo hacer en vuestra divina presencia, cuando no solo soy un vil y asqueroso gusanillo de la tierra, sino además, un pecador abominable, que tantas veces he provocado vuestra Justicia, con mis innumerables culpas y enormes delitos? Pero ¡ah, Dios y Señor mió! Yo sé que la grandeza de vuestra Bondad iguala a la grandeza de vuestro Sér, y que si mis pecados piden venganza y castigo, la sangre preciosísima de vuestro divino Hijo clama perdón y misericordia para este miserable. Perdonadme, pues, ¡oh Padre Eterno! por la pasión y muerte de vuestro Unigénito, en quien tenéis todas vuestras complacencias; miradle muriendo en una cruz por satisfacer los derechos de vuestra Justicia; atended a los sentimientos de su Sagrado Corazón, que Vos solo comprendéis: y en vista de una víctima tan inocente, tan santa y tan pura, soltad el azote con que merecí ser castigado y dadme el ósculo de vuestra paz, que me restituya a vuestra amistad y gracia, en la cual deseo vivir y morir, para ir a alabar eternamente vuestras misericordias en el cielo. Así os lo ruego por los méritos de mi Redentor Jesucristo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para todos los días

¡Oh Madre Santísima de la Luz, Virgen la más amable, dulce, tierna y benévola que ha salido de las manos del Creador, para consuelo, amparo y bien de todos los mortales! Nosotros os alabamos, bendecimos y tributamos el justo homenaje de las más rendidas gracias, por la dignación que habéis tenido de regalar a esta Ciudad vuestra soberana Imagen, bendita por esa vuestra misma mano, que con tan blando afecto acarició al niño Jesús en el pesebre, y con tan dolorosa compasion tocó sus llagas, cuando fué bajado de la Cruz y puesto en vuestro regazo. Al mismo tiempo, benignísima Señora, os agradecemos en lo íntimo del alma, el que hayáis escogido para hacernos este rico presente, el mismo dia en que nuestra Madre la Santa Iglesia celebra vuestra Visitación a vuestra prima Santa Isabel; en lo cual entendieron nuestros padres, y hemos experimentado constantemente sus hijos que veníais a dispensarnos singulares favores, como los derramásteis a manos llenas en aquella ciudad de Judá. Con tan plausible motivo os consagramos este novenario, en el cual queremos refrescar la memoria de vuestras liberalidades, para perpetuo testimonio de ellas a las futuras generaciones e impetrar de vuestra bondad inagotable, la gracia de que a la hora de nuestra muerte, nos hagais una visita, para entregar nuestra alma en vuestras maternales manos. Así os lo suplicamos por el divino Niño que tan graciosamente sosteneis en vuestro brazo izquierdo. Amén.

Séptimo Día de la Novena

Gloriosísima Virgen María, a quien después de Dios, se debe todo honor y alabanza, con absoluta preferencia a toda otra criatura: nosotros nos congratulamos por los magníficos encomios con que contestó a vuestra salutación la santa y nobilísima Isabel, pues obedeciendo no ya a los impulsos de la amistad y parentesco, sino a las inspiraciones del Espíritu Santo, abrió sus labios llena de alborozo, y exclamó en alta voz diciéndoos: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Estas mismas palabras, oh augusta Señora del universo, han sido repetidas en todos los siglos por todas las generaciones, y nosotros las hemos recojido de los labios de nuestros padres, cuando éramos todavía niños, y después, de la boca de los predicadores que nos han enseñado a honraros, en unión de vuestro tierno Niño, con estas expresiones, tan llenas de unción celestial y de sagrado fuego. Bien sabéis, Madre Santísima, que en vuestra devoción hemos cifrado nuestra dicha, especialmente desde que os dignásteis honrar este lugar con vuestra presencia; por lo cual celebramos hoy vuestras grandezas con el coro de los Tronos, suplicándoos que a la hora de nuestra muerte, no veamos a vuestro divino Hijo como Juez tremendo, sino que nos le presenteis en vuestros brazos como dulce Niño; y finalmente, que si la gracia que ahora os pedimos ha de conducirnos á nuestra salvación, nos la concedáis propicia. Amen.

Se hace la petición y después se rezan tres Ave Marías en esta forma:

Dios te salve, María Santísima, poderosísima hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Ahuyentad de tu pueblo la herejía.

Dios te salve, María Santísima, dignísima Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Asistidme piadosa en mi agonía.

Dios te salve María Santísima, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo Virgen purísima despues del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Que se salve por Vos el alma mia.

Oración Final

¡Oh Madre Santísima de la Luz y dulcísima Madre nuestra! El número de los favores, gracias y dones que os debemos excede a cuanto puede retener nuestra memoria, a cuanto se ha consignado en los anales de este pueblo, a todo en fin, cuanto puede expresar nuestra torpe lengua, y solo está escrito en vuestro amantísimo Corazon y en el de vuestro divino Hijo. ¡Ojalá os hubiéramos correspondido cada una de vuestras finezas con el amor y gratitud que justamente habéis merecido! Pero ¡ay! para confusión nuestra, confesamos que mil y mil veces, olvidando vuestras bondades, hemos perpetrado tantas culpas, iniquidades y crímenes, que a veces hemos obligado al Dios justo a descargar sobre nosotros el castigo; más apenas hemos recibido el primer azote, cuando Vos enternecida por nuestro llanto, os habéis interpuesto entre su Magestad y nosotros, y con vuestros maternales ruegos habéis desarmado su brazo. ¡Ah, Madre Santísima de la Luz! Nunca, nunca, por piedad, nos abandonéis, porque ¿a merced de quién se quedaría este Obispado? ¿con quién nos quedariamos nosotros? ¿con quién nuestras familias y nuestros hijos? ¿con quién todo este pueblo que tanto habéis amado? No, Señora, creemos que no tendréis corazón para abandonarnos, porque una Madre como Vos, no puede olvidarse de sus hijos, aunque delincuentes. Alcanzadnos, pues, los sentimientos de una verdadera y eficaz penitencia de nuestros pecados; enjugad como siempre nuestras lágrimas, remediad nuestras necesidades, protejed a las personas que celebran vuestro advenimiento a esta ciudad, cubridnos a todos con vuestro manto, para vivir siempre bajo vuestra protección, y dignaos cortar Vos misma con vuestras manos, el hilo de nuestra vida, para entregar en ellas nuestra alma a nuestro Creador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.




Octavo Día de la Novena por la Visitación


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contricción

Omnipotente y sempiterno Dios, cuya grandeza no cabe en los cielos , y ante cuya magestad tiemblan de pavor las potestades y se humillan los altos serafines: ¿qué deberé yo hacer en vuestra divina presencia, cuando no solo soy un vil y asqueroso gusanillo de la tierra, sino además, un pecador abominable, que tantas veces he provocado vuestra Justicia, con mis innumerables culpas y enormes delitos? Pero ¡ah, Dios y Señor mió! Yo sé que la grandeza de vuestra Bondad iguala a la grandeza de vuestro Sér, y que si mis pecados piden venganza y castigo, la sangre preciosísima de vuestro divino Hijo clama perdón y misericordia para este miserable. Perdonadme, pues, ¡oh Padre Eterno! por la pasión y muerte de vuestro Unigénito, en quien tenéis todas vuestras complacencias; miradle muriendo en una cruz por satisfacer los derechos de vuestra Justicia; atended a los sentimientos de su Sagrado Corazón, que Vos solo comprendéis: y en vista de una víctima tan inocente, tan santa y tan pura, soltad el azote con que merecí ser castigado y dadme el ósculo de vuestra paz, que me restituya a vuestra amistad y gracia, en la cual deseo vivir y morir, para ir a alabar eternamente vuestras misericordias en el cielo. Así os lo ruego por los méritos de mi Redentor Jesucristo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para todos los días

¡Oh Madre Santísima de la Luz, Virgen la más amable, dulce, tierna y benévola que ha salido de las manos del Creador, para consuelo, amparo y bien de todos los mortales! Nosotros os alabamos, bendecimos y tributamos el justo homenaje de las más rendidas gracias, por la dignación que habéis tenido de regalar a esta Ciudad vuestra soberana Imagen, bendita por esa vuestra misma mano, que con tan blando afecto acarició al niño Jesús en el pesebre, y con tan dolorosa compasion tocó sus llagas, cuando fué bajado de la Cruz y puesto en vuestro regazo. Al mismo tiempo, benignísima Señora, os agradecemos en lo íntimo del alma, el que hayáis escogido para hacernos este rico presente, el mismo dia en que nuestra Madre la Santa Iglesia celebra vuestra Visitación a vuestra prima Santa Isabel; en lo cual entendieron nuestros padres, y hemos experimentado constantemente sus hijos que veníais a dispensarnos singulares favores, como los derramásteis a manos llenas en aquella ciudad de Judá. Con tan plausible motivo os consagramos este novenario, en el cual queremos refrescar la memoria de vuestras liberalidades, para perpetuo testimonio de ellas a las futuras generaciones e impetrar de vuestra bondad inagotable, la gracia de que a la hora de nuestra muerte, nos hagais una visita, para entregar nuestra alma en vuestras maternales manos. Así os lo suplicamos por el divino Niño que tan graciosamente sosteneis en vuestro brazo izquierdo. Amén.

Octavo Día de la Novena

¡Con cuánta razón, oh excelsa Virgen, vuestra dichosa prima, después de haberos proclamado la bendita entre las mujeres, y bendito también el precioso fruto de vuestro vientre, añadió penetrada de la más profunda humildad: _ Y ¿de dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a visitarme? Bienaventurada la que creíste, porque cumplido será lo que te fue dicho de parte del Señor. ¡Oh! ¡qué cuadro tan sorprendente y magnífico se presentaría entonces a la mirada profética de Isabel! ¡Un Dios hecho hombre! ¡Una Virgen hecha Madre de Dios! ¡Los resplandores de la divinidad del Hijo envolviendo la fecunda virginidad de su Madre! ¿Cómo pues, no habia de humillarse Isabel? Pero, Señora: ¿con cuánta mayor razón debemos humillarnos nosotros, al ser honrados con vuestra visita? ¡Ah, Madre Santísima de la Luz! En este vuestro pueblo, ni los padres de familia son como Zacarías, ni las madres como Isabel, ni los hijos como Juan. Todos somos unos pobres pecadores; mas no por esto nos habéis desechado, sino antes bien nos habéis cubierto con vuestro manto, manifestando así que la Reina de la misericordia tiene por subditos a los miserables. Por tan inestimable e inmerecido favor nos postramos a vuestros pies, con el coro de los Querubines, y en unión de ellos os rogamos que en la hora de nuestra muerte nos infundáis con vuestra presencia, sentimientos de humildad para ser exaltados a la vida eterna y nos concedáis la merced que ahora os pedimos. Amen.

Se hace la petición y después se rezan tres Ave Marías en esta forma:

Dios te salve, María Santísima, poderosísima hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Ahuyentad de tu pueblo la herejía.

Dios te salve, María Santísima, dignísima Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Asistidme piadosa en mi agonía.

Dios te salve María Santísima, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo Virgen purísima despues del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Que se salve por Vos el alma mia.

Oración Final

¡Oh Madre Santísima de la Luz y dulcísima Madre nuestra! El número de los favores, gracias y dones que os debemos excede a cuanto puede retener nuestra memoria, a cuanto se ha consignado en los anales de este pueblo, a todo en fin, cuanto puede expresar nuestra torpe lengua, y solo está escrito en vuestro amantísimo Corazon y en el de vuestro divino Hijo. ¡Ojalá os hubiéramos correspondido cada una de vuestras finezas con el amor y gratitud que justamente habéis merecido! Pero ¡ay! para confusión nuestra, confesamos que mil y mil veces, olvidando vuestras bondades, hemos perpetrado tantas culpas, iniquidades y crímenes, que a veces hemos obligado al Dios justo a descargar sobre nosotros el castigo; más apenas hemos recibido el primer azote, cuando Vos enternecida por nuestro llanto, os habéis interpuesto entre su Magestad y nosotros, y con vuestros maternales ruegos habéis desarmado su brazo. ¡Ah, Madre Santísima de la Luz! Nunca, nunca, por piedad, nos abandonéis, porque ¿a merced de quién se quedaría este Obispado? ¿con quién nos quedariamos nosotros? ¿con quién nuestras familias y nuestros hijos? ¿con quién todo este pueblo que tanto habéis amado? No, Señora, creemos que no tendréis corazón para abandonarnos, porque una Madre como Vos, no puede olvidarse de sus hijos, aunque delincuentes. Alcanzadnos, pues, los sentimientos de una verdadera y eficaz penitencia de nuestros pecados; enjugad como siempre nuestras lágrimas, remediad nuestras necesidades, protejed a las personas que celebran vuestro advenimiento a esta ciudad, cubridnos a todos con vuestro manto, para vivir siempre bajo vuestra protección, y dignaos cortar Vos misma con vuestras manos, el hilo de nuestra vida, para entregar en ellas nuestra alma a nuestro Creador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.



Noveno Día de la Novena por la Visitación



Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contricción

Omnipotente y sempiterno Dios, cuya grandeza no cabe en los cielos , y ante cuya magestad tiemblan de pavor las potestades y se humillan los altos serafines: ¿qué deberé yo hacer en vuestra divina presencia, cuando no solo soy un vil y asqueroso gusanillo de la tierra, sino además, un pecador abominable, que tantas veces he provocado vuestra Justicia, con mis innumerables culpas y enormes delitos? Pero ¡ah, Dios y Señor mió! Yo sé que la grandeza de vuestra Bondad iguala a la grandeza de vuestro Sér, y que si mis pecados piden venganza y castigo, la sangre preciosísima de vuestro divino Hijo clama perdón y misericordia para este miserable. Perdonadme, pues, ¡oh Padre Eterno! por la pasión y muerte de vuestro Unigénito, en quien tenéis todas vuestras complacencias; miradle muriendo en una cruz por satisfacer los derechos de vuestra Justicia; atended a los sentimientos de su Sagrado Corazón, que Vos solo comprendéis: y en vista de una víctima tan inocente, tan santa y tan pura, soltad el azote con que merecí ser castigado y dadme el ósculo de vuestra paz, que me restituya a vuestra amistad y gracia, en la cual deseo vivir y morir, para ir a alabar eternamente vuestras misericordias en el cielo. Así os lo ruego por los méritos de mi Redentor Jesucristo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para todos los días

¡Oh Madre Santísima de la Luz, Virgen la más amable, dulce, tierna y benévola que ha salido de las manos del Creador, para consuelo, amparo y bien de todos los mortales! Nosotros os alabamos, bendecimos y tributamos el justo homenaje de las más rendidas gracias, por la dignación que habéis tenido de regalar a esta Ciudad vuestra soberana Imagen, bendita por esa vuestra misma mano, que con tan blando afecto acarició al niño Jesús en el pesebre, y con tan dolorosa compasion tocó sus llagas, cuando fué bajado de la Cruz y puesto en vuestro regazo. Al mismo tiempo, benignísima Señora, os agradecemos en lo íntimo del alma, el que hayáis escogido para hacernos este rico presente, el mismo dia en que nuestra Madre la Santa Iglesia celebra vuestra Visitación a vuestra prima Santa Isabel; en lo cual entendieron nuestros padres, y hemos experimentado constantemente sus hijos que veníais a dispensarnos singulares favores, como los derramásteis a manos llenas en aquella ciudad de Judá. Con tan plausible motivo os consagramos este novenario, en el cual queremos refrescar la memoria de vuestras liberalidades, para perpetuo testimonio de ellas a las futuras generaciones e impetrar de vuestra bondad inagotable, la gracia de que a la hora de nuestra muerte, nos hagais una visita, para entregar nuestra alma en vuestras maternales manos. Así os lo suplicamos por el divino Niño que tan graciosamente sosteneis en vuestro brazo izquierdo. Amén.

Noveno Día de la Novena

¡Oh Madre Santísima de la Luz! Vos coronasteis vuestra visita a Santa Isabel, con un cántico tan divino, que sólo vuestros labios fueron dignos de entonarlo. ¿Cómo, pues, nos atreveríamos a pronunciarlo, si no es porque sabemos, que una madre gusta de que su hijo repita, aunque sea balbuceando, las palabras que ella le dicta? Concedednos, por tanto, Altísima Señora, que primero purifiquen los Serafines nuestra lengua con su sagrado fuego, para decir despues con toda la efusión de nuestra alma:

Glorifica mi alma al Señor: y mi espíritu se regocijo en Dios mi Salvador.

Porque miró la bajeza de su esclava: pues ya desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones.

Porque me ha hecho grandes cosas, el que es Todopoderoso-, y Santo el nombre de él. -

Y su misericordia de generación en generación sobre los que le temen.

Hizo valentía con su brazo; esparció a los soberbios del pensamiento de su corazon.

Destronó a los poderosos, y ensalzó a lós humildes.

Hinchó de bienes a los hambrientos, y a los ricos dejó vacíos.

Recibió a Israel su siervo, acordándose de su misericordia.

Así como habló a nuestros padres, a Abraham, y a su descendencia por los siglos de los siglos.

¡Oh María! Por amor de la Sabiduría Eterna que os inspiró estas palabras, dignaos visitarnos á la hora de nuestra muerte y recibir en vuestras manos nuestro espíritu.

Se hace la petición y después se rezan tres Ave Marías en esta forma:

Dios te salve, María Santísima, poderosísima hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Ahuyentad de tu pueblo la herejía.

Dios te salve, María Santísima, dignísima Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Asistidme piadosa en mi agonía.

Dios te salve María Santísima, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo Virgen purísima despues del parto. Dios te salve María, etc.

¡Oh Madre de la Luz, Virgen María! Que se salve por Vos el alma mia.

Oración Final

¡Oh Madre Santísima de la Luz y dulcísima Madre nuestra! El número de los favores, gracias y dones que os debemos excede a cuanto puede retener nuestra memoria, a cuanto se ha consignado en los anales de este pueblo, a todo en fin, cuanto puede expresar nuestra torpe lengua, y solo está escrito en vuestro amantísimo Corazon y en el de vuestro divino Hijo. ¡Ojalá os hubiéramos correspondido cada una de vuestras finezas con el amor y gratitud que justamente habéis merecido! Pero ¡ay! para confusión nuestra, confesamos que mil y mil veces, olvidando vuestras bondades, hemos perpetrado tantas culpas, iniquidades y crímenes, que a veces hemos obligado al Dios justo a descargar sobre nosotros el castigo; más apenas hemos recibido el primer azote, cuando Vos enternecida por nuestro llanto, os habéis interpuesto entre su Magestad y nosotros, y con vuestros maternales ruegos habéis desarmado su brazo. ¡Ah, Madre Santísima de la Luz! Nunca, nunca, por piedad, nos abandonéis, porque ¿a merced de quién se quedaría este Obispado? ¿con quién nos quedariamos nosotros? ¿con quién nuestras familias y nuestros hijos? ¿con quién todo este pueblo que tanto habéis amado? No, Señora, creemos que no tendréis corazón para abandonarnos, porque una Madre como Vos, no puede olvidarse de sus hijos, aunque delincuentes. Alcanzadnos, pues, los sentimientos de una verdadera y eficaz penitencia de nuestros pecados; enjugad como siempre nuestras lágrimas, remediad nuestras necesidades, protejed a las personas que celebran vuestro advenimiento a esta ciudad, cubridnos a todos con vuestro manto, para vivir siempre bajo vuestra protección, y dignaos cortar Vos misma con vuestras manos, el hilo de nuestra vida, para entregar en ellas nuestra alma a nuestro Creador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.