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sábado, 30 de noviembre de 2019

SAN ANDRÉS, APÓSTOL - 30 DE NOVIEMBRE


San Andrés




Hijo de Jonás, pescador, y hermano carnal de San Pedro, compartía con ellos la profesión de pescador. Discípulo de San Juan Bautista, estaba ahí en el momento en el que su maestro ve pasar al Señor y exclama "Este es el cordero de Dios". Desde ese momento San Andrés sigue al Señor (Jn 1, 35-40). Fue el primer llamado al ministerio apostólico por el Señor, por ello también se le llama, en griego, "Protocleto".

San Andrés también es el que introduce a su hermano al seguimiento del Señor (Jn 1, 41-42). El haber muerto crucificado y el amor a la Cruz que la tradición le atribuye, lo hacen especialmente cercano al Señor. En la enumeración de los Apóstoles en los Evangelio de San Mateo y San Lucas (Mt 10,3; Lc 6, 12) es mencionado en segundo lugar, mientras que en el Evangelio de San Marcos y los Hechos (Mc 3, 13; Hch 1, 13) en cuarto lugar.

La tradición sobre este Apóstol dice que predicó en Grecia. Hay otras versiones que mencionan la costa del Mar Negro y el Caúcaso como su campo de apostolado. El lugar de su muerte, así como la forma de morir del Apóstol, son inciertas, aunque un escrito apócrifo, los "Hechos de Andrés" nos cuenta con mucho detalle su pasión y su muerte. Según este escrito, San Andrés fue crucificado en Patrás de Acaya, en Grecia, alrededor del año 60. Al estar atado y no clavado a la cruz, pudo predicar durante dos días al pueblo antes de morir. La iglesia de oriente considera a San Andrés como su fundador y cabeza.

El texto apócrifo recoge también muchas de las palabras que el Apóstol le habría dirigido a su juez, el procónsul Egeo o Egeas, al pueblo que lo contemplaba crucificado, y a la Cruz: ""¡Oh cruz, instrumento de salud del Altísimo! ¡Oh cruz, signo de victoria de Cristo sobre sus enemigos! ¡Oh cruz plantada en la tierra y que fructificas en el cielo! ¡Oh nombre de la cruz que abarcas en ti al universo! ¡Salve, cruz, que has unido al mundo en toda su extensión!".

Según la tradición, la cruz en la que fue muerto tenía forma de "X", por lo cual es llamada "cruz aspada". Es su símbolo iconográfico principal, y se le conoce popularmente como "cruz de San Andrés". Siempre es representado con la cruz aspada en sus manos, o crucificado en ella.

El tema de la cruz es recogido en el himno de Laudes "Captátor olim píscium", compuesto por San Pedro Damián: "Tú, hermano de Pedro, obtuviste su misma muerte, pues la cruz engendró para el Cielo a los que habíais nacido de una misma carne". También en la antífona del Benedictus, leemos este texto que procede de la passio latina: "Salve, oh cruz preciosa, recibe al discípulo de aquel que en ti estuvo clavado, Cristo, mi maestro".

El nombre de San Andrés figura (hasta la reforma del misal romano) en la intercalación que sigue al Padrenuestro de la Misa, junto con los nombres de la Virgen María, San Pedro y San Pablo. Esta mención suele atribuirse a la devoción que San Gregorio Magno le tenía al Apóstol, aunque tal vez data de una fecha anterior.

En el siglo IV, en tiempos del emperador Constancio II, las reliquias de San Andrés fueron trasladadas de Patras a la iglesia de los Apóstoles, en Constantinopla. Los cruzados tomaron Constantinopla en el siglo XIII, y, poco después las reliquias fueron robadas y trasladadas a la catedral de Amalfi, en Italia. Su cabeza fue llevada a Roma en 1462 y fue colocada en la Basílica de San Pedro. El papa Pablo VI, como gesto ecuménico, la devolvió a la iglesia greco ortodoxa en 1964.

San Andrés es patrono de Rusia y Escocia, y su fiesta se celebra el 30 de noviembre.

EL AÑO LITÚRGICO


El Año Litúrgico



Con la celebración del Domingo 1° de Adviento, se inicia el nuevo Año Litúrgico, que estará signado por las lecturas del denominado ciclo A, siguiendo a San Mateo.

La liturgia considera tres ciclos: A, B, y C, uno por año, de tal manera que en tres años quien asiste a las misas dominicales escucha las lecturas de casi todo el Nuevo Testamento y partes sustanciales del Antiguo.

El año litúrgico comienza con el Adviento, tiempo de espera para el nacimiento de Dios en el mundo, que comprende cuatro semanas que nos llevan a la Navidad

Al terminar el Adviento, comienza el Tiempo de Navidad, que llega hasta la fiesta de la Epifanía.

Allí comienza la primera parte del Tiempo Ordinario, o “durante el año”, que se extiende hasta el martes antes de la Cuaresma.

Al día siguiente es el Miércoles de Cenizas y allí se inicia formalmente el Tiempo de Cuaresma, cuarenta días de preparación para la Pascua. Es un tiempo de oración, penitencia y ayuno para la conversión del corazón.

Cuaresma se extiende hasta antes que comience la Misa de la Cena del Señor (Jueves Santo). Viene luego el Triduo Pascual y el Domingo de Pascua de Resurrección, que es la mayor fiesta de la Iglesia, en la que se celebra la Resurrección de Jesús. Es el triunfo definitivo del Señor sobre la muerte y primicia de nuestra resurrección.

El Tiempo Pascual dura cincuenta días y finaliza el Domingo de Pentecostés, con la venida del Espíritu Santo, e incluye (en el día 40) la fiesta de la Ascensión del Señor.

Después de Pentecostés sigue el segunda parte del Tiempo Ordinario del año litúrgico que termina con la fiesta de Cristo Rey.

En los “tiempos ordinarios”, la Iglesia sigue construyendo el Reino de Cristo movida por el Espíritu y alimentada por la Palabra que nos permite rememorar los misterios de la vida de Jesús.

ORAR CON LA BIBLIA


Orar con la Biblia



Hay un modo de orar con la Biblia que se llama “responsorial”. Son frases breves pero selectas, casi siempre de los salmos. Esta oración se llama así porque a la frase enunciada por el solista, el coro responde (responsum) con la misma u otra distinta. Te ofrezco hoy un ejemplo para que lo repitas a lo largo del día: es denso y bello. Es muy fácil memorizarlo.

V. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.
R. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.
V. Y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
R. Sácianos de tu misericordia, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.

La repetición de la idea principal: “la misericordia y ternura de Dios”, es un elemento que ayuda a una oración muy simple, impulsándonos a tener sed y hambre (¡sácianos!) del bien infinito, anhelo del corazón. Si bien los responsorios han sido elaborados para la oración comunitaria, son excelentes para una oración personal, sólida y rica.


* Enviado por el P. Natalio

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY SÁBADO 30 DE NOVIEMBRE DE 2019 - FIESTA DE SAN ANDRÉS APÓSTOL


Lecturas de hoy Fiesta de San Andrés apostol
Hoy, sábado, 30 de noviembre de 2019



Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10,9-18):

Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!» Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 18,2-3.4-5

R/. A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,18-22):

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy sábado, 30 de noviembre de 2019
Severiano Blanco, cmf


Queridos hermanos:

Los Apóstoles no son unos santos cualesquiera; son el cimiento de la iglesia. El Apocalipsis dice que bajó del cielo la ciudad santa (la Iglesia ideal), y que tenía “doce cimientos con doce nombres, los nombres de los Doce Apóstoles del Cordero” (Ap 21,14). Con muy buen criterio, en la liturgia el recuerdo de los Apóstoles tiene siempre rango de “fiesta”, mientras que de la mayor parte de los demás santos sólo se hace “memoria”. La Iglesia celebra el recuerdo de los Apóstoles siempre con gozo agradecido: gracias a lo que ellos iniciaron ha llegado hasta nosotros la salvación de Dios, y sigue llegando “a toda la tierra, hasta los límites del orbe, su lenguaje” (Rm 10,18).

La categoría histórica de San Andrés es muy especial, pues no sólo forma parte de la primera pareja de seguidores de Jesús, sino que él fue el intermediario para que su hermano Pedro creyese en Jesús; según Jn 1,41-42, Andrés condujo a Pedro hasta Jesús, de quien le había dicho previamente: “hemos encontrado al Mesías”. Andrés queda así convertido en el evangelizador modélico: puede llevar a otros a Jesús porque tiene la experiencia de haberse “encontrado” personalmente con Él.

Otro recuerdo de San Andrés que el evangelio nos ha conservado es su apertura a otras culturas o formas de pensamiento. En Juan 12,20-22 se nos informa de que unos judíos helenistas (grecoparlantes) que querían encontrarse con Jesús se valieron de la mediación de Andrés y Felipe; casualmente Andrés y Felipe son los únicos discípulos de Jesús que tienen nombre griego, signo seguramente de su apertura a ese mundo tan distante del judío. Esto hará que, en el futuro, Andrés consiga muchos adeptos a la fe cristiana; el misionero debe tener corazón grande, universal,

Andrés fue, como todo apóstol, un seguidor de Jesús, posteriormente un difusor del evangelio, y por fin –se sospecha- un mártir de la fe, que amó más su adhesión a Jesús que su propia vida. En la iglesia siempre se ha considerado que los obispos son los sucesores de los apóstoles; les toca conservar cuidadosamente el legado de aquellos, animar a las comunidades creyentes, impulsar la misión hacia nuevos pueblos. Pero, en lo más profundo, todos los cristianos somos sucesores de los apóstoles; nuestro rasgo principal no puede ser otro que la adhesión vital a Jesús, la seducción por su causa y la entrega a la misma, y el deseo de que le conozcan todos los pueblos. Que la fiesta de San Andrés avive en nosotros el recuerdo de lo más noble que nos ha tocado en suerte.

Vuestro hermano en la fe
Severiano Blanco cmf

EL DOMINGO YA EMPIEZA EL ADVIENTO


¡El domingo ya empieza el Adviento!
Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad...


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net




Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad...
Mañana será el primero y el advenimiento que vamos a celebrar es la conmemoración de la llegada del Hijo de Dios a la Tierra.

Es tiempo de preparación puesto que siempre que esperamos recibir a una persona importante, nos preparamos.

La Iglesia nos invita a que introduzcamos en nuestro espíritu y en nuestro cotidiano vivir un nuevo aspecto disciplinario para aumentar el deseo ferviente de la venida del Mesías y que su llegada purifique e ilumine este mundo, caótico y deshumanizado, procurando el recogimiento y que sean más abundantes y profundos los tiempos de oración y el ofrecimiento de sacrificios, aunque sean cosas pequeñas y simples, preparando así los Caminos del Señor.

Caminos que llevamos en nuestro interior y que tenemos que luchar para que no se llenen de tinieblas, de ambición, de lujuria, de envidia, de soberbia y de tantas otras debilidades propias de nuestro corazón humano, sino que sean caminos de luz, senderos que nos conduzcan a la cima de la montaña, a la conquista de nuestro propio yo.

Hace unos días celebrábamos el día de Cristo Rey. Cristo es un Rey que no es de este mundo. El reino que El nos vino a enseñar pertenece a los pobres, a los pequeños y también a los pecadores arrepentidos, es decir, a los que lo acogen con corazón humilde y los declara bienaventurados porque de "ellos es el Reino de los Cielos".... y a lo "pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas ocultas a los sabios y a los ricos.

Es preciso entrar en ese Reino y para eso hay que hacerse discípulo de Cristo.
A nosotros no toca ser portadores del mensaje que Jesús vino a traer a la Tierra.

Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros desde su Encarnación. por "nosotros los hombres y por nuestra salvación hasta su muerte, por nuestros pecados" (1Co 15,3) y en su Resurrección "para nuestra justificación (Rm4,1) "estando siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7,25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros, de una vez por todas, permanece presente para siempre "ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9,24).

Cuatro domingos faltan para que celebremos su llegada. Días y semanas para meditar, menos carreras, menos cansancio del bullicio y ajetreo de compras y compromisos, de banalidades y gastos superfluos... mejor preparar nuestro corazón y tratar de que los demás lo hagan también para el Gran Día del Nacimiento en la Tierra de Dios que se hace hombre.

PREPARÉMOSNOS CON ILUSIÓN Y CON FE.

PAPA FRANCISCO: LA IGLESIA NO ES AJENA A LOS MATRIMONIOS QUE SUFREN


La Iglesia no es ajena a los matrimonios que sufren, asegura el Papa Francisco
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



“La Iglesia nunca es ajena, humana ni espiritualmente, a cuantos sufren”, afirmó el Papa Francisco hablando de los matrimonios rotos o que se encuentran en dificultad.

El Papa recibió este sábado 30 de noviembre a los participantes en el curso organizado por el Tribunal de la Rota Romana en el histórico Palacio de la Cancellería sobre la tutela del matrimonio y el cuidado pastoral de las parejas heridas.

Francisco explicó que muchas situaciones difíciles por las que puede atravesar un matrimonio “no pueden tratarse con una aproximación meramente burocrática, casi mecánica. Se trata, más bien, de entrar en la vida de las personas que sufren, que tienen sed de serenidad y de felicidad personal y de pareja”.

Recordó que hoy, “las heridas del matrimonio provienen de muchas y diferentes causas: psicológicas, físicas, ambientales, culturales…; a veces están cerradas por el cierre del corazón humano al amor, por el pecado que nos afecta a todos”.

Este cierre “socava surcos profundos y amargos en los corazones de muchas personas implicadas, heridas sangrientas ante las que la Iglesia no desviará la mirada a otra parte”.

Por ese motivo, “la Iglesia, cuando se encuentra con esta realidad de parejas heridas, en primer lugar, llora y sufre con ellas; se acerca con el aceite del consuelo para aliviar y curar; quiere cargar sobre ella el dolor con el que se encuentra”.

El Papa continuó: “La Iglesia busca siempre y sólo el bien de las personas heridas, busca la verdad de su amor; no tiene otra cosa en mente que sostener su justa y deseada felicidad, la cual, ante que un bien personal al que todos, humanamente aspiran, es un don que Dios reserva a sus hijos y que proviene de Él”.

Por ese motivo, “toda causa eclesiástica que afronta un matrimonio herido, y por lo tanto los trabajadores, los jueces, las partes afectadas, los testimonios, deben siempre en primer lugar confiarse al Espíritu Santo para que, guiados por Él, puedan escuchar con justo criterios, sepan examinar, discernir y juzgar”.

“Un proceso no es algo matemático para ver simplemente qué motivo pesa más que otro. No. Es el Espíritu Santo el que debe guiar el proceso, siempre. Si no está el Espíritu Santo, lo que hacemos no es eclesial”, aseguró.