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miércoles, 18 de septiembre de 2019

CUANTO CUESTA UN MILAGRO


Cuánto cuesta un milagro



Una pequeña niña fue a su habitación y sacó un frasco que estaba escondido en su closet. Esparció su contenido en el suelo y contó con cuidado. Tres veces, incluso. El total fue contado a la perfección. No había errores.

Con cuidado regresó las monedas al frasco y cerrando la tapa, ella salió sigilosamente por la puerta trasera y caminó 6 cuadras hasta la Farmacia y esperó pacientemente a que el farmacéutico le prestara atención, pero estaba muy ocupado por el momento.

Tere movió sus pies para que rechinaran sus zapatos. Nada. Se aclaró la garganta lo más  fuerte que pudo. No sirvió de nada, finalmente tomó 25 centavos del frasco y tocó en el mostrador de cristal. Con eso fue suficiente…

“Y ¿qué es lo que quieres?” le preguntó el  farmacéutico con tono de disgusto en la voz. “Estoy hablando con mi hermano que viene de Chicago y que no he visto en años”.

“Eh, bueno, quiero hablar contigo acerca de mi hermano”, le contestó Tere, con el mismo tono de impaciencia, “Él está realmente muy, muy enfermo... y quiero comprar un milagro”.

“¿Perdón?”, dijo el farmacéutico.

“Su nombre es Andrés y algo malo ha estado creciendo en su cabeza y mi papi dice que sólo un milagro puede salvarlo, ahora dime... ¿Cuánto cuesta un milagro?”

“Nosotros no vendemos milagros aquí, chiquita, lo siento pero no puedo ayudarte”, dijo el farmacéutico, con voz suave.

“Oye, tengo dinero para pagarlo. Si no es suficiente, conseguiré lo que falte; sólo dime cuánto cuesta”

El hermano del farmacéutico que era un hombre muy bien vestido, intervino y le preguntó a la niñita: “¿Qué clase de milagro necesita tu hermano?”

“No sé”, replicó Tere, con los ojos muy abiertos. “Yo sólo sé que está muy enfermo y mami dice que necesita una operación. Pero mi papi no puede pagarla, por eso quiero usar mi dinero”.

“¿Cuánto tienes?”, le preguntó el hombre de Chicago

“Un dólar con once centavos”, contestó Tere, apenas audible. “Y ese es todo el dinero que tengo, pero puedo conseguir más si es necesario”

“Bueno, que coincidencia”, sonrió el hombre. “Un dólar y once centavos... el precio exacto de un milagro para los hermanitos.”

Él tomó el dinero en sus manos y con la otra sostuvo la manita enguantada de Tere y le dijo: “Llévame dónde vives, quiero ver a tu hermano y conocer a tus padres. Veamos si tengo el milagro que necesitas.”

Ese hombre bien vestido era el Dr. Carlton Armstrong, un cirujano especializado en neurocirugía.

La operación fue completamente gratis y sin cargo alguno por su estancia en el hospital, hasta que Andrés regresó sano a casa. Mami y papi comentaron felices de la cadena de eventos que les trajo a todo esto.

“Esa cirugía”, susurraba su madre, “fue un milagro real, ya me imagino cuánto podría costar…”

Tere sonrió. Ella sabía exactamente cuánto cuesta un milagro... un dólar con once centavos... más la fe de una chiquilla...

EL CARACOL VIEJO


El caracol viejo



En tu vida se van dando posibilidades de cambiar para bien. Conviene que te detengas, evalúes con serenidad las ventajas, y tomes decisiones sabias y prudentes, porque ésa es la forma normal de progresar. No caigas en el error de desechar todo cambio por principio; ni tampoco en el otro extremo, de creer que toda novedad es mejor. Una  fábula para ilustrar el  tema.

Un caracol viejo se arrastraba con dificultad. Estirando los cuernos para buscar su camino, hacía con el pescuezo grandes esfuerzos para llegar hasta una hoja de parra donde pensaba almorzar. Más que todo, parecía causarle gran dolencia una abolladura, cicatrizada pero ancha y profunda, que tenía en la cáscara. Unos caracolitos que lo estaban mirando, le dijeron:
—Pero, padre caracol, ¿por qué no cambia usted su cáscara por una nueva? Le debe hacer sufrir mucho esa abolladura que tiene.
—Hijitos –les contestó–, esta abolladura es dolorosa, pero cambiar la cáscara sería peor, y creo que me resultaría fatal (G. Daireaux).

El buen marino de un barco de velas, está siempre atento y obra con habilidad cuando percibe que se levanta una brisa, aunque muy suave. Tú también permanece alerta y cuando surja en tu interior un impulso a cambiar para bien, despliega al punto tus velas y obra decididamente. Como decía san Agustín: “La gracia pasa y no vuelve”.



* Enviado por el P. Natalio

HOY ES LA FIESTA DE SAN JOSÉ DE CUPERTINO, 18 DE SEPTIEMBRE, PATRONO DE ESTUDIANTES CON PROBLEMAS


Hoy es fiesta de San José de Cupertino, patrono de estudiantes con problemas
Redacción ACI Prensa




“Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el Cielo es de bronce. Todo el que le pide, recibe”, afirmaba San José de Cupertino, el franciscano que no era bueno en los estudios, pero que llegó a ser el patrono de los estudiantes. 

Este santo nació en 1603 en el pueblo llamado Cupertino (Italia) en una familia muy pobre. Cuando tenía 17 años pidió ser admitido en la orden franciscana, pero lo rechazaron. Entonces solicitó ingresar a los capuchinos, donde entró como hermano lego. 

Después de unos meses fue expulsado por ser muy distraído. Dejaba caer los platos que llevaba al comedor, se olvidaba los encargos asignados y parecía que siempre estaba pensando en otra cosa. 

San José de Cupertino buscó refugio en la casa de un familiar rico que también lo echó a la calle, porque dijo que el joven era un bueno para nada. Ante esto, su madre le rogó a un pariente franciscano que recibiera al muchacho como mandadero en un convento. 


Los frailes lo aceptaron como obrero, lo pusieron a trabajar en el establo y el joven empezó a desempeñarse con gran destreza en todos los oficios que le encomendaban.

Con su humildad, amabilidad, espíritu de penitencia y de oración se ganó rápidamente el aprecio de los religiosos, quienes en 1625 por votación unánime lo admitieron como uno de sus miembros.

Lo pusieron a estudiar para que fuera ordenado sacerdote, sin embargo en los exámenes San José de Cupertino se trababa y no era capaz de responder. Llegó una de las pruebas finales y la única frase del Evangelio que el fraile sabía explicar era: “Bendito el fruto de tu vientre Jesús”.

El examinador dijo que abriría la Biblia y leería una frase al azar para escuchar la interpretación. José estaba asustadísimo y la Providencia quiso que el pasaje escogido fuera el único que era capaz de explicar.

Además, en el examen definitivo para que las autoridades decidieran quiénes serían ordenados sacerdotes, el obispo examinó a los diez primeros. Ellos respondieron tan maravillosamente que el prelado no vio necesario seguir examinando a los demás. De esta manera San José, que era el siguiente en la lista, se libró de la prueba.


Por ello este santo es considerado patrón de los estudiantes, especialmente de los que encuentran dificultades en los estudios como él.

Fue ordenado sacerdote el 18 de marzo de 1628, pero consciente de que no tenía cualidades especiales para predicar y enseñar, se dedicó a ofrecer penitencias y oraciones por los pecadores.

Por su intercesión en vida, Dios obró muchos milagros y con ellos logró la conversión de muchos.

Partió a la Casa del Padre el 18 de septiembre de 1663. Fue beatificado en 1753 por Benedicto XIV y canonizado en 1767 por Clemente XIII.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES 18 DE SEPTIEMBRE DE 2019


Lecturas de hoy Miércoles de la 24ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, miércoles, 18 de septiembre de 2019


Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 
(3,14-16):

Aunque espero ir a verte pronto, te escribo esto por si me retraso; quiero que sepas cómo hay que conducirse en la casa de Dios, es decir, en la asamblea de Dios vivo, columna y base de la verdad. Sin discusión, grande es el misterio que veneramos: Manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, contemplado por los ángeles, predicado a los paganos, creído en el mundo, llevado a la gloria.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 110,1-2.3-4.5-6

R/. Grandes son las obras del Señor

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente. R/.

Él da alimento, a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (7,31-35):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 
18 de septiembre de 2019
CR


Queridos hermanos:

Hoy leemos el evangelio y nos deja un mal sabor de boca, parece que no tenemos remedio, que Jesús siente una gran decepción por su pueblo. Es inutil lo que haga, siempre habrá un excusa para no creer, siempre habrá una excusa para aquellos que interpretan las acciones de Jesús desde la sospecha culpable del que no quiere cambiar. En el fondo, creer en Jesús ayer, hoy y siempre requiere un primer movimiento en el corazón humano: abrirse honestamente a la Palabra, querer escuchar. Dios no se nos impone, se muestra y se esconde a la vez, se ocuta y se revela, es luz y sombra.

Por eso creer en Jesús requiere un acto de confianza primero, querer ver la luz. Creemos porque en el fondo hemos dado ese paso, libres, decididos, honestos que nos pone en la onda del Espíritu. El problema está en aquellos que damos el paso pero a medias, siempre jugando entre la luz y la sombra, el hombre nuevo y el viejo. El problema está en los que queremos nadar y guardar la ropa al mismo tiempo, cruzar el mar y no arriesgarnos.

Jesús viene a nosotros, y para acogelerle con corazón sincero tenemos que reconocer nuestra oscuridad, poner nombre a nuestras esclavitudes, dejara de congeniar con la mediocridad... si le dejamos El es capaz de iluminar todas nuestras oscuridades. Si no queremos, siempre econtraremos una excusa para justificar nuestra incledulidad.