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martes, 27 de agosto de 2019

LECTURAS BÍBLICAS DEL MIÉRCOLES 28 DE AGOSTO DE 2019


Lecturas del Miércoles de la 21ª semana del Tiempo Ordinario
Miércoles, 28 de agosto de 2019



Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (2,9-13):

Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo leal, recto e irreprochable que fue nuestro proceder con vosotros, los creyentes; sabéis perfectamente que tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre con sus hijos, animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha llamado a su reino y gloria. Ésa es la razón por la que no cesarnos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 138,7-8.9-10.11-12ab

R/. Señor, tú me sondeas y me conoces

¿Adónde iré lejos de tu aliento, 
adónde escaparé de tu mirada? 
Si escalo el cielo, allí estás tú; 
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R/. 

Si vuelo hasta el margen de la aurora, 
si emigro hasta el confín del mar, 
allí me alcanzará tu izquierda, 
me agarrará tu derecha. R/. 

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra, 
que la luz se haga noche en torno a mí», 
ni la tiniebla es oscura para ti, 
la noche es clara como el día. R/.


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,27-32):

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio del martes, 27 de agosto de 2019
 Pablo Largo, cmf
Queridos amigos:

Hoy nos fijamos en el primero de los ayes de este fragmento. Dejamos el segundo ay, pues viene a coincidir con el primero de mañana, que será objeto del comentario.

Sabemos que hay gente minuciosa, detallista; quizá lo eres tú mismo. La hay también en el cumplimiento de normas. Así, en una comunidad religiosa en que se detallan las prácticas de cada momento de la jornada, podemos encontrar personas que las realizan de forma impecable. Ese estilo de vida, más en otros tiempos que en los que corren, deparaba a la persona una excelente imagen pública. Se la podía presentar como modelo de observancia. Incluso su modo de vida podía darle al individuo notable tranquilidad de conciencia.

Pero una persona cumplidora, quizá encaramada en la autosatisfacción de su disciplina, puede ser a la vez inmisericorde con los que la rodean: blande contra ellos el látigo de su observancia. Y puede también permanecer ciega para las situaciones de injusticia que hay intramuros o que se dan en la sociedad y que claman al cielo. Uno vive encerrado en su pequeño mundo, en el que su vida discurre con perfecto orden, y permanece ajeno a los desórdenes que se dan al otro lado de los muros de su casa. Corre el riesgo de perder el sentido de la realidad.

El evangelio de hoy nos invita a mirar al corazón de Dios, al de Jesús, y a preguntarnos: ¿Cómo es tu corazón? ¿Cuál es la mirada que diriges a la realidad que está a este o al otro lado de los muros de tu casa? ¿Cómo te dejas afectar por ella? ¿Qué respuesta das?

Vuestro amigo
Pablo Largo

EL GUARDIÁN PERFECTO



El guardián perfecto



La conciencia moral es un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina.

Un hombre se introdujo en la huerta de un vecino para robarle maíz. Llevó consigo a su hijito para que hiciera el papel de guardián y le avisara si se aproximaba alguien. Antes de comenzar, verificó que no hubiera nadie en los alrededores. Miró a un lado y luego al otro. Al no ver a nadie, se disponía a llenar la bolsa que llevaba consigo, cuando de repente el niño exclamó:
—¡Papá, te olvidaste de mirar desde donde te ven! Suponiendo que se acercaba alguien, guardó rápidamente la bolsa y le preguntó a su hijo en voz baja: —¿Dónde?  Éste le respondió: —¡Te olvidaste de mirar hacia arriba! Al padre le remordió la conciencia, tomó a su hijo de la mano y emprendió el regreso a casa, sin el maíz que había  pensado robar.

Agradece a Dios esta inapreciable luz interior y guíate siempre por ella. En el Génesis (17,1) se cuenta que Dios se apareció a Abrahán y le dio este consejo de perdurable valor: “Camina en mi presencia y sé perfecto”. De eso se trata precisamente: de vivir en la presencia de aquel que sondea tu corazón, te conoce y te ama. Así crecerás en justicia y rectitud.
* Enviado por el P. Natalio

DIARIO DE UNA MUJER A DIETA


Diario de una mujer a dieta


Querido Diario:
Hoy comencé a hacer dieta. Preciso perder 8 kg. El médico me aconsejó escribir un diario donde debo colocar mi alimentación y hablar de mi estado de ánimo.
Me siento de vuelta en la adolescencia pero estoy muy entusiasmada con todo. Por más que la dieta sea dolorosa, cuando consiga entrar en ese vestidito negro maravilloso, va a estar todo perfecto.

- PRIMER DÍA DE DIETA:
Un pedazo de queso blanco.
Un tazón de cereales diet.
Mi humor está maravilloso.
Me siento más liviana.
Un leve dolor de cabeza tal vez...

- SEGUNDO DÍA DE DIETA:
Una ensaladita rápida.
Algunas tostadas y un vaso de yogurt.
Aún me siento maravillosa.
La cabeza me duele un poquito más fuerte pero no es nada, que una aspirina no pueda solucionar.

- TERCER DÍA DE DIETA:
Me desperté en el medio de la madrugada con un ruido extraño...
Creí que era un ladrón, pero después de un tiempo me di cuenta que era mi estómago...
Tomé un litro de té... Estuve orinando el resto de la noche.
Anotación: Suprimir té de manzanilla.

- CUARTO DÍA DE DIETA:
Estoy comenzando a odiar la ensalada.
Me siento una vaca mascando pasto.
Estoy un poco irritada, pero creo que es el tiempo...
Mi cabeza parece un tambor...
Mi compañera de trabajo comió una torta alemana hoy en el almuerzo. Pero yo, resistí.
Anotación: Odio a mi compañera de trabajo.

- QUINTO DÍA DE DIETA:
¡Juro por Dios que si yo veo un pedazo más de queso blanco en mi frente, vomito!
Mi almuerzo: una ensalada, parecía reírse en mi cara...
Preciso calmarme y volverme a concentrar.
Compré una revista con una modelo en la tapa. Mi meta. No puedo perder el foco.

- SEXTO DÍA DE DIETA:
Estoy muerta. No dormí nada y, lo poco que conseguí, soñé con un flan de vainilla.
Mato por un pedazo de alfajor...

- SÉPTIMO DÍA DE DIETA:
Fui al médico...
Adelgacé 250 gramos. ¡Es una idiotez!
Toda la semana comiendo pasto. ¡Sólo me faltó mugir y perdí 250 gramos!
Él explicó que es normal. La mujer demora más en adelgazar, más a mi edad...
¡El maldito me llamó gorda y vieja!
Anotación: Buscar otro médico.

- OCTAVO DÍA DE DIETA:
Fui despertada hoy por un pollo asado. ¡Lo juro!
Él estaba en la punta de la cama, bailando can-can.
Aclaración: Mis compañeros de trabajo me empezaron a mirar raro...

- NOVENO DÍA DE DIETA:
Hoy no fui a trabajar. El pollo me volvió a despertar, esta vez con la danza del vientre.
Pasé el día viendo tele.
Existe un complot. Todos los canales son de cocina. Enseñaban a hacer tarta de frutillas, lasaña y selva negra...
Anotación: Comprar un nuevo control remoto, el otro lo tiré por la ventana.

- DÉCIMO DÍA DE DIETA
¡Las flacas son unas huecas!

- DÉCIMO PRIMER DÍA DE DIETA:
La balanza no se mueve. ¡Ella no se mueve! ¡No perdí un mísero gramo!
Comencé a reírme a carcajadas. Asustado, el médico, sugirió un psicólogo.
Creo que llegó a decir psiquiatra. ¿Será porque yo lo amenacé con un bisturí?
Anotación: No vuelvo más al médico, el pollo me dijo que cree que es un chanta, farsante.

- DÉCIMO SEGUNDO DÍA:
No estoy más a dieta.
Enojadísima con el pollo, me lo almorcé!!!

SÓLO EMPUJA


Sólo empuja



Un hombre dormía en su cabaña cuando de repente una luz iluminó la habitación y apareció Dios. El Señor le dijo que tenía un trabajo para él y le enseñó una gran roca frente a la cabaña.

Le explicó que debía empujar la piedra con todas sus fuerzas. El hombre hizo lo que el Señor le pidió, día tras día. Por muchos años, desde que salía el sol hasta el ocaso, el hombre empujaba la fría piedra con todas sus fuerzas... y ésta no se movía. Todas las noches el hombre regresaba a su cabaña muy cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en vano.

Como el hombre empezó a sentirse frustrado, Satanás decidió entrar al juego trayendo pensamientos a su mente: "Has estado empujando esa roca por mucho tiempo, y no se ha movido".

Le dio al hombre la impresión que la tarea que le había sido encomendada era imposible de realizar y que él era un fracaso. Estos pensamientos incrementaron su sentimiento de frustración y desilusión. Satanás le dijo: "¿Por qué esforzarte todo el día en ésta tarea imposible? Solo haz un mínimo esfuerzo y será suficiente".

El hombre pensó en poner en práctica esto, pero antes decidió elevar una oración al Señor y confesarle sus sentimientos: "Señor, he trabajado duro por mucho tiempo a tu servicio. He empleado toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero aun así, no he podido mover la roca ni un milímetro. ¿Qué pasa?, ¿Por qué he fracasado? ".

El Señor le respondió con compasión:

"Querido hijo, cuando te pedí que me sirvieras y tú aceptaste, te dije que tu tarea era empujar contra la roca con todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras. Tu tarea era empujar. Ahora vienes a mi sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en realidad fracasaste?  Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda fuerte y bronceada, tus manos callosas por la constante presión, tus piernas se han vuelto duras. A pesar de la adversidad has crecido mucho y tus habilidades ahora son mayores que las que tuviste alguna vez. Es cierto, no has movido la roca, pero tu misión era ser obediente y empujar para ejercitar tu fe en mí. Eso lo has conseguido. Ahora, querido hijo, Yo moveré la roca".

Algunas veces, cuando escuchamos la palabra del Señor, tratamos de utilizar nuestro intelecto para descifrar su voluntad, cuando en realidad Dios solo nos pide obediencia y fe en él.

Debemos ejercitar nuestra fe, que mueve montañas, pero conscientes que es Dios quien al final logra moverlas.

Cuándo todo parezca ir mal... sólo ¡EMPUJA!
Cuándo estés agotado por el trabajo... sólo ¡EMPUJA!
Cuándo la gente no se comporte de la manera que te parece que debería... sólo ¡EMPUJA!
Cuándo no tienes más dinero para pagar tus cuentas... sólo ¡EMPUJA!
Cuándo la gente simplemente no te comprende... sólo ¡EMPUJA!
Cuando te sientas agotado y sin fuerzas... sólo ¡EMPUJA! 

LECTURAS BÍBLICAS DEL MARTES 27 DE AGOSTO DE 2019

Lecturas del Martes de la 21ª semana del Tiempo Ordinario
 Martes, 27 de agosto de 2019


Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (2,1-8):

Sabéis muy bien, hermanos, que nuestra visita no fue inútil. A pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis, tuvimos valor –apoyados en nuestro Dios– para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha confiado el Evangelio, y así lo predicamos, no para contentar a los hombres, sino a Dios, que aprueba nuestras intenciones. Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia disimulada. Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado autoritariamente; por el contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 138,1-3.4-6

R/. Señor, tú me sondeas y me conoces

Señor, tú me sondeas y me conoces; 
me conoces cuando me siento o me levanto, 
de lejos penetras mis pensamientos; 
distingues mi camino y mi descanso, 
todas mis sendas te son familiares. R/.

No ha llegado la palabra a mi lengua, 
y ya, Señor, te la sabes toda. 
Me estrechas detrás y delante, 
me cubres con tu palma. 
Tanto saber me sobrepasa, 
es sublime, y no lo abarco. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,23-26):

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio del martes, 27 de agosto de 2019
Pablo Largo, cmf


Queridos amigos:

Hoy nos fijamos en el primero de los ayes de este fragmento. Dejamos el segundo ay, pues viene a coincidir con el primero de mañana, que será objeto del comentario.

Sabemos que hay gente minuciosa, detallista; quizá lo eres tú mismo. La hay también en el cumplimiento de normas. Así, en una comunidad religiosa en que se detallan las prácticas de cada momento de la jornada, podemos encontrar personas que las realizan de forma impecable. Ese estilo de vida, más en otros tiempos que en los que corren, deparaba a la persona una excelente imagen pública. Se la podía presentar como modelo de observancia. Incluso su modo de vida podía darle al individuo notable tranquilidad de conciencia.

Pero una persona cumplidora, quizá encaramada en la autosatisfacción de su disciplina, puede ser a la vez inmisericorde con los que la rodean: blande contra ellos el látigo de su observancia. Y puede también permanecer ciega para las situaciones de injusticia que hay intramuros o que se dan en la sociedad y que claman al cielo. Uno vive encerrado en su pequeño mundo, en el que su vida discurre con perfecto orden, y permanece ajeno a los desórdenes que se dan al otro lado de los muros de su casa. Corre el riesgo de perder el sentido de la realidad.

El evangelio de hoy nos invita a mirar al corazón de Dios, al de Jesús, y a preguntarnos: ¿Cómo es tu corazón? ¿Cuál es la mirada que diriges a la realidad que está a este o al otro lado de los muros de tu casa? ¿Cómo te dejas afectar por ella? ¿Qué respuesta das?

Vuestro amigo
Pablo Largo