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lunes, 22 de julio de 2019

CELIBATO ENSANCHA EL CORAZÓN Y PERMITE DARSE A LOS DEMÁS, AFIRMA SACERDOTE


Celibato ensancha el corazón y permite darse a los demás, afirma sacerdote
Redacción ACI Prensa
 Crédito: Alexey Gotovsky / ACI



Un sacerdote de la Arquidiócesis de Washington (Estados Unidos) explicó la importancia del celibato y respondió a los cuestionamientos más comunes de quienes buscan su abolición alegando que de ese modo se podría resolver el problema de los abusos sexuales.

El P. Carter Griffin., autor del libro “¿Por qué el celibato? Reclamando la paternidad del sacerdote”, dijo a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– que el celibato viene desde los tiempos de Jesucristo, que también fue célibe.

“El celibato permite una cierta apertura del corazón, permite ensanchar el corazón y así facilita la capacidad de un hombre de vivir su sacerdocio y darse a sí mismo a los demás”, resaltó el sacerdote.

Por su parte, Peter Daly escribió en un artículo el 15 de julio en el National Catholic Reporter, en el que señaló que “no podemos hablar de una reforma real del sacerdocio católico si no hacemos a un lado al celibato obligatorio para los sacerdotes diocesanos en el rito latino”.

Siguiendo su explicación sobre el celibato, el P. Griffin resaltó que Cristo “realmente tuvo que hacerse disponible para todos. Si su corazón hubiese tenido alguna predilección por una esposa o unos hijos, simplemente no habría podido hacer lo que buscaba hacer”.

“Creo que ordenado para amar como sacerdote, con amor sacerdotal y con una paternidad espiritual, es una de las principales razones, sino la principal, para el celibato”.


El celibato, refirió, remite a la existencia de Dios y a otras realidades sobrenaturales, ya que recuerda a los demás que “nuestros bienes más preciados no son los placeres terrenos sino aquellos más grandes y elevados”.

Para Daly sería mejor tener sacerdotes casados y con hijos para que así puedan ser “más conscientes de la vulnerabilidad de los niños y así reaccionen con más indignación ante el abuso”.

Al respecto el P. Griffin admitió que puede haber algo de verdad en esa afirmación, pero subrayó que “hay muchas cosas que he aprendido como padre espiritual que son muy útiles para los padres naturales o biológicos que están cerca de mí”.

A los cuestionamientos que alegan que permitir sacerdotes casados incrementaría su cantidad, el P. Griffin dijo que eso no es cierto y que la crisis de vocaciones no se resolverá bajando la valla en los requisitos para el sacerdocio.

“Si lo correcto son los sacerdotes célibes, entonces busquemos la forma de construir la cultura católica como hemos hecho cada vez que este asunto ha aparecido con fuerza a lo largo de los siglos. Lo que tenemos que cambiar es lo que origina la escasez de vocaciones y no los estándares para el ingreso a los seminarios”.

Al alegato que considera que el celibato genera “represión sexual” en los sacerdotes, algo que puede terminar en abusos, el P. Griffin subrayó que “una objeción como esa solo puede surgir de una cultura que sufre ante la reiteración de la ‘revolución sexual’ que busca convencernos de que no podemos controlarnos sexualmente y que cualquier restricción es necesariamente no saludable”.

“Todos conocemos personas que no están casadas y que están muy bien balanceadas y son buenas personas. Además, la gran mayoría de sacerdotes son felices en su vocación y hacen un trabajo bueno y fiel. Así que tomar algunos ejemplos de los titulares y convertirlos en conclusiones universales no me parece correcto”, explicó el sacerdote.

El problema, precisó, no está en el celibato sino en la infidelidad al mismo o en el adulterio cuando la persona es casada.


El P. Griffin explicó luego la importancia de promover la castidad en “una cultura hipersexualizada” y que los padres “se tomen en serio la formación integral y saludable de sus hijos para que crezcan y se conviertan en hombres y mujeres santos, auténticamente cristianos que vivan castos y puros”.

“Si eso es así, si es que redoblamos nuestros esfuerzos como familias católicas, entonces la crisis de vocaciones desaparecería,”, destacó.

El P Griffin también compartió su propia experiencia como sacerdote.

“Yo planeaba casarme. Me habría encantado casarme y tener una familia, pero el Señor usó ese deseo y lo transformó. Ahora soy el hombre más feliz”, dijo.

“Creo que muchos sacerdotes pueden decir lo mismo y espero que la gente pueda –pese a todas las cosas que ahora tienen que afrontar– ver eso: que muchos sacerdote viven su vocación alegre y hermosamente”, concluyó.

Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA 

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY LUNES 22 DE JULIO DE 2019 - SANTA MARÍA MAGDALENA


Lecturas del Santa María Magdalena
Lunes, 22 de julio de 2019



Primera lectura
Lectura del libro del Cantar de los Cantares (3,1-4a):

Así dice la esposa: «En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: "¿Visteis al amor de mi alma?" Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma.»

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 62,2.3-4.5-6.8-9

R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, 
mi alma está sedienta de ti; 
mi carne tiene ansia de ti, 
como tierra reseca, agostada, sin agua. R/. 

¡Cómo te contemplaba en el santuario 
viendo tu fuerza y tu gloria! 
Tu gracia vale más que la vida, 
te alabarán mis labios. R/. 

Toda mi vida te bendeciré 
y alzaré las manos invocándote. 
Me saciaré como de enjundia y de manteca, 
y mis labios te alabarán jubilosos. R/. 

Porque fuiste mi auxilio, 
y a la sombra de tus alas canto con júbilo; 
mi alma está unida a ti, 
y tu diestra me sostiene. R/.

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Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1.11-18):

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. 
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?» 
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.» 
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?» 
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.» 
Jesús le dice: «¡María!» 
Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!» 
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."» 
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio del lunes, 22 de julio de 2019
 Pedro Martinez
Queridos amigos:

Hay realidades que nos acompañan durante todo el año, pero no siempre se perciben igual; en determinados momentos se hacen especialmente visibles, aunque estén siempre ahí. Algo de eso pasa con los santos, con aquellos hermanos y hermanas que han recorrido ya el camino de la fe y, tras hacer suyo el Evangelio, comparten la gloria del Padre. Siempre están ahí, caminando a nuestro lado y velando por nosotros, aunque haya fechas del año en que tomemos conciencia de su presencia de un modo singular.

En este año litúrgico 2019 esta semana (la decimosexta del tiempo ordinario) se presenta llena de santos y además (¡que me perdonen otros!) de santos de primera. Nuestra lectura continua de la Palabra se va a ver interrumpida, y hasta quizá algún día oigamos proclamar lecturas que no esperamos, pero la incomodidad merece la pena. Este Año de la Fe es una buena ocasión para profundizar en el lugar de los santos en nuestra vida. Una lectura afectuosa de la constitución Lumen gentium puede ayudarnos: en estos discípulos del Señor el Padre nos  revela su rostro y muestra caminos seguros que llevan a él. Nosotros, peregrinos, podemos acogernos a su intercesión, protección y socorro. Si la presencia del Espíritu nos garantiza que nunca caminamos solos, la cercanía de los santos lo confirma claramente. La Eucaristía es, además, el lugar por excelencia para que, junto a María, nos encontremos con ellos.

Y para iniciar la semana nuestra primera compañera es ni más ni menos María Magdalena, llamada apóstol de los apóstoles. Las dos lecturas de la eucaristía insisten en el amor; el Cantar de los Cantares resalta sobre todo la búsqueda apasionada de la que dan fe el salmo y el texto evangélico. También las oraciones de la liturgia nos invitan a fijarnos en la “gran ofrenda de amor” de “la que se entregó a Jesús para siempre”: María, contágianos tu amor por Jesús. Enséñanos a buscarle sin desfallecer, a no dejar jamás de anunciarle y de transmitir la alegría que Él siembra entre nosotros. Magdalena, ayúdanos a no despreciar nunca a nadie. Y mucho menos a los que parecen amar con exceso.

HOY ES LA FIESTA DE SANTA MARÍA MAGDALENA, 22 DE JULIO


Hoy es la fiesta de Santa María Magdalena, la primera mujer que vio a Cristo resucitado
Redacción ACI Prensa





Santa María Magdalena es una de las discípulas más fieles y que el Señor escogió para ser testigo de su resurrección ante los apóstoles, asimismo es ejemplo para toda mujer de la Iglesia y de auténtica evangelizadora, es decir, de una evangelizadora que anuncia el mensaje gozoso central de la Pascua.

El 10 de junio del 2016 el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, emitió un decreto en el que, siguiendo la voluntad del Papa Francisco, se estableció que la memoria litúrgica de Santa María Magdalena se eleve al rango de fiesta.

En referencia a ella, Benedicto XVI expresó en el 2006 que “la historia de María de Magdala recuerda a todos una verdad fundamental: discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por él, y le ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo de la potencia de su amor misericordioso, que es más fuerte que el pecado y la muerte”.

En los Evangelios se habla de María Magdalena, la pecadora (Lc. 7, 37-50); María Magdalena, una de las mujeres que seguían al Señor (Jn. 20, 10-18) y María de Betania, la hermana de Lázaro (Lc. 10, 38-42).

La liturgia romana identifica a las tres mujeres con el nombre de María Magdalena, como lo hace la antigua tradición occidental desde la época de San Gregorio Magno.

María Magdalena siguió a Jesús hasta el Calvario y estuvo ante el cuerpo yacente del Señor. El domingo de Resurrección fue la primera que vio a Cristo resucitado y tuvo el honor de ser enviada por el Señor a anunciar esta buena noticia a los discípulos.


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Biografía de Santa María Magdalena



Evangelios se habla de María Magdalena, la pecadora (Luc 7, 37-50); María Magdalena, una de las mujeres que seguían al Señor (Jn 20, 10-18) y María de Betania, la hermana de Lázaro (Lc 10, 38-42). La liturgia romana identifica a las tres mujeres con el nombre de María Magdalena, como lo hace la antigua tradición occidental desde la época de San Gregorio Magno.

El nombre de María Magdalena se deriva de Magdala, una población situada sobre la orilla occidental del mar de Galilea, cerca de Tiberíades, en la que el Señor encontró por primera vez a aquella mujer. San Lucas hace notar que era una pecadora (aunque no afirma que haya sido una prostituta, como se supone comúnmente). Cristo cenaba en casa de un fariseo donde la pecadora se presentó y al momento se arrojó al suelo frente al Señor, se echó a llorar y le enjugó los pies con sus cabellos. Después le ungió el perfume que llevaba en un vaso de alabastro. El fariseo interpretó el silencio de Cristo como una especie de aprobación del pecado y murmuró en su corazón. Jesús le recriminó por sus pensamientos. Le preguntó en forma de parábola cuál de dos deudores debe mayor agradecimiento a su acreedor: aquél a quién se perdona una deuda mayor, o al que se perdona una suma menor. En el capítulo siguiente, San Lucas, habla de los viajes de Cristo por Galilea, dice que le acompañaban los apóstoles y que le servían varias mujeres.

Entre ellas figuraba María Magdalena, de la que había arrojado "siete demonios". También se recuerda a María Magdalena por otros episodios. En la hora más oscura de la vida de Cristo, María Magdalena contemplaba la cruz a cierta distancia. Acompañada por "la otra María", descubrió que alguien había apartado la pesada piedra del sepulcro del Señor. Fue ella la primera persona que vio, saludó y reconoció a Cristo resucitado. María Magdalena, la contemplativa, fue el primer testigo de la resurrección del Señor, sin la cual vana es nuestra esperanza. El Hijo de Dios quiso manifestar la gloria de su resurrección a aquella mujer manchada por el pecado y santificada por la penitencia. La tradición oriental afirma que después de Pentecostés, fue a vivir a Efeso con la Virgen María y San Juan y que murió ahí. Pero, según la tradición francesa adoptada por el Martirologio Romano y muy difundida en occidente, María Magdalena fue con Lázaro y Marta a evangelizar la Provenza y pasó los treinta años de su vida en los Alpes Marítimos, en la caverna de la Sainte Baume. Poco antes de su muerte fue trasladada milagrosamente a la capilla de San Maximino, donde recibió los últimos sacramentos y fue enterrada por el santo.


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Cuatro Menciones en los Evangelios



1) Los siete demonios. Lo primero que dice el Evangelio acerca de esta mujer, es que Jesús sacó de ella siete demonios (Lc 8,2), lo cual es un favor grandísimo, porque una persona poseída por siete espíritus inmundos tiene que haber sido impresionantemente infeliz. Esta gran liberación obrada por Jesús debió dejar en Magdalena una gratitud profundísima.

Nuestro Señor decía que cuando una persona logra echar lejos a un mal espíritu, este se va y consigue otros siete espíritus peores que él y la atacan y así su segundo estado llega a ser peor que el primero (Lc 11,24). Eso le pudo suceder a Magdalena. Y que enorme paz habrá experimentado cuando Cristo alejó de su alma estos molestos espíritus.

A nosotros nos consuela esta intervención del Salvador, porque a nuestra alma la atacan también siete espíritus dañosísimos: el orgullo, la avaricia, la ira, la gula, la impureza o lujuria, envidia, la pereza y quizás varios más. ¿Quién puede decir que el espíritu del orgullo no le ataca día por día? ¿Habrá alguien que pueda gloriarse de que el mal espíritu de la impureza no le ha atacado y no le va a atacar ferozmente? Y lo mismo podemos afirmar de los demás.

Pero hay una verdad consoladora: Y es que los espíritus inmundos cuando veían o escuchaban a Jesús empezaban a tembar y salían huyendo. ¿Por qué no pedirle frecuentemente a Cristo que con su inmenso poder aleje de nuestra alma todo mal espíritu? El milagro que hizo en favor de la Magdalena, puede y quiere seguirlo haciendo cada día en favor de todos nosotros.

2) Se dedicó a servirle con sus bienes. Amor con amor se paga. Es lo que hizo la Magdalena. Ya que Jesús le hizo un gran favor al librarla de los malos espíritus, ella se dedicó a hacerle pequeños pero numerosos favores. Se unió al grupo de las santas mujeres que colaboraban con Jesús y sus discípulos (Juana, Susana y otras). San Lucas cuenta que estas mujeres habían sido liberadas por Jesús de malos espíritus o de enfermedades y que se dedicaban a servirle con sus bienes (Lc 8,3). Lavaban la ropa, preparaban los alimentos; quizás cuidaban a los niños mientras los mayores escuchaban al Señor; ayudaban a catequizar niños, ancianos y mujeres, etc...

3) Junto a la cruz. La tercera vez que el Evangelio nombra a Magdalena es para decir que estuvo junto a la cruz, cuando murió Jesús. La ausencia de hombres amigos junto a la cruz del Redentor fue escandalosa. Sencillamente no se atrevieron a aparecer por ahí. No era nada fácil declararse amigo de un condenado a muerte. El único que estuvo junto a Él fue Juan. En cambio las mujeres se mostraron mucho más valerosas en esa hora trágica y fatal. Y una de ellas fue Magdalena.

San Mateo (Mt 27,55), San Marcos (Mc 15, 40) y San Juan (Jn 19, 25) afirman que junto a la cruz de Jesús estaba la Magdalena. En las imágenes religiosas de todo el mundo los artistas han pintado a María Magdalena junto a María, la Madre de Jesús, cerca de la cruz del Redentor agonizante, como un detalle de gratitud a Jesús.

4) Jesús resucitado y la Magdalena. Uno de los datos más consoladores del Evangelio es que Jesús resucitado se aparece primero a dos personas que habían sido pecadoras pero se habían arrepentido: Pedro y Magdalena. Como para animarnos a todos los pecadores, con la esperanza de que si nos arrepentimos y corregimos lograremos volver a ser buenos amigos de Cristo.

Los cuatro evangelistas cuentan como María Magdalena fue el domingo de Resurrección por la mañana a visitar el sepulcro de Jesús. San Juan lo narra de la siguiente manera:

"Estaba María Magdalena llorando fuera, junto al sepulcro y vio dos ángeles donde había estado Jesús. Ellos le dicen: - ¿Mujer, por qué lloras? - Ella les responde: - Porque se han llevado a mi Señor, y no sé donde lo han puesto.

Dicho esto se volvió y vio que Jesús estaba ahí, pero no sabía que era Jesús.

Le dice Jesús: - ¿Mujer por qué lloras? ¿A quién buscas?

Ella, pensando que era el encargado de aquella finca le dijo: - Señor, si tú lo has llevado, dime donde lo has puesto, yo me lo llevaré.

Jesús le dice: '¡María!'

Ella lo reconoce y le dice : '¡Oh Maestro!' (y se lanzó a besarle los pies).

Le dijo Jesús: - Suéltame, porque todavía no he subido al Padre. Vete donde los hermanos y diles: 'Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios a vuestro Dios'.

Fue María Magdalena y les dijo a los discípulos: - He visto al Señor, y me ha dicho esto y esto." (Jn. 27, 11).

Esta mujer tuvo el honor de ser la encargada de comunicar la noticia de la resurrección de Jesús.

ORACIÓN A SANTA MARÍA MAGDALENA


Oración a Santa María Magdalena



Señor, Dios nuestro, Cristo, tu unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a nosotros, por la intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos, anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.