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jueves, 10 de enero de 2019

EL CARRITO DEL SÚPER


El carrito del súper



Nuestros actos, aunque insignificantes, pueden influir positivamente en los demás. Veamos algo tan simple como volver a su lugar el carrito del súper que hemos usado. No parece una gran cosa, ¿verdad? Pero observemos algo que realmente ha sucedido.

Un hombre y su pequeño hijo fueron de compras y, cuando cargaban los comestibles en el auto, el padre le dijo al niño que volviera el carrito a su lugar. “Vamos, papá”, respondió el hijo. “Hay carros por todos lados, nadie los pone de vuelta en su lugar. Para eso tienen empleados que lo hacen”. El padre dudó un momento, pensando si valía la pena continuar la discusión. Pero luego vio que unas parejas de ancianos iban juntos llevando de vuelta el carrito que habían usado. Entonces le dijo al niño: “Hijo, hay dos clases de personas en el mundo: los que ponen los carritos de vuelta en su lugar, y los que no lo hacen. Nosotros somos del primer grupo”.

Seguramente la pareja de ancianos no se enteró de qué modo su buena acción había influido en la educación de un niño. El muchachito no se olvidará de esa lección. Esta anécdota nos recuerda que nuestros actos pueden influir en los demás. Albert Einstein escribió: “Dar ejemplo no es la forma principal de influir en los demás, sencillamente es la única forma”. Amigo/a, persiste en dar buenos ejemplos.



* Enviado por el P. Natalio

UNA VISITA A SANTA MARTA


Una visita a Santa Marta



La basílica de San Pedro, la capilla Sixtina e incluso la parroquia de Santa Ana son conocidas por visitantes y peregrinos en el Vaticano. Sin embargo, el pequeño Estado cuenta con otros lugares de oración, habitualmente cerrados al público. Hoy, descubrimos la capilla de la residencia de Santa Marta, donde el Papa celebra su misa diaria.

Entre las capillas menos conocidas del Vaticano hay una que recibe una atención casi diaria entre muchos fieles: la capilla del Espíritu Santo, también conocida como Santa Marta, por el nombre de la residencia que la alberga. En efecto, es aquí donde el papa Francisco celebra su misa diaria y cuyas homilías atraviesan las paredes de la capilla gracias a la publicación de extractos en el portal oficial Vatican News.

Desde el inicio de su pontificado, el papa Francisco no ha querido instalarse en los apartamentos pontificios del Palacio Apostólico, sino que escogió la residencia de Santa Marta. Este enorme inmueble fue construido en 1996 al sur de la basílica de San Pedro, inicialmente para servir de alojamiento a los huéspedes de paso y para los cardenales durante los cónclaves. Sus habitaciones, cómodas pero sin ostentaciones, están amuebladas con sobriedad.

Para el Soberano Pontífice argentino, la elección de esta residencia estuvo guiada ante todo por el deseo de escapar de la soledad inherente a su cargo de jefe de la Iglesia católica. Instalado en la habitación número 201 de Santa Marta, el ocupante papal puede tener hasta 130 vecinos, repartidos en las cuatro plantas que componen este hotel eclesiástico.

Prácticamente todas las mañanas, el obispo de Roma celebra misa a las 7 en la pequeña capilla de la planta baja de la Casa de Santa Marta, entre la residencia y la Muralla Leonina: la capilla del Espíritu Santo. A esta eucaristía pueden asistir diariamente unas cincuenta personas de entre los empleados del Vaticano. Los fieles “jubilares”, es decir, que celebran un aniversario importante de matrimonio o de ordenación, pueden solicitar asistir también.

Desde 2014, el sucesor de Pedro ha propuesto incluso que la misa esté abierta a los feligreses romanos, para que puedan rezar junto a su obispo. Son los curas de la capital italiana los encargados de pedir autorización para participar en la celebración con un grupo de fieles. Son unos 25 privilegiados los que reciben permiso para asistir cada día.

Dedicada a la tercera persona de la Trinidad, hay muchos elementos decorativos de la capilla que evocan al Espíritu Santo. Una paloma dorada, por ejemplo, domina uno de los ábsides. Sobre el altar se lee una inscripción en latín: “Ven Espíritu Santo a renovar el corazón de tus fieles”. Toda la capilla está compuesta por motivos triangulares, símbolo de la Trinidad. Es el caso del enlosado, por ejemplo, cuyos colores recuerdan la bandera del Vaticano. El mármol del altar, la techumbre o incluso los pilares a lo largo de la nave se componen también de motivos triangulares.

Además, la capilla está decorada en su lado derecho con un gran ventanal que da directamente a la muralla que forma la frontera del Estado más pequeño del mundo. En el lado izquierdo, una Santa Virgen en bronce vela a su Hijo en brazos. Tiene la cabeza girada hacia el ambón en mármol blanco, donde predica el Pontífice. Cabe destacar la presencia de un pequeño órgano, regalo al papa Juan Pablo II de parte de la organización benéfica estadounidense de los Caballeros de Colón en 1997.

Este pequeño remanso de paz moderno y silencioso recibe cada día las oraciones del Vicario de Cristo sobe la tierra. El Sucesor de Pedro no solo celebra misa y predica en este lugar, sino que también se recoge en silencio en ciertos momentos del día, en particular por la tarde, para un tiempo de meditación.



Fuente: Aleteia

UN RATITO CON SAN JOSÉ: TÍTULOS DE SAN JOSÉ


UN RATITO CON SAN JOSÉ
Títulos de San José




En la Iglesia, San José recibe varios títulos. Por mencionar algunos, San José es el patrono de la Iglesia universal, el patrono de los trabajadores, el patrono de los padres de familia, el patrono de los seminarios y el patrono de la buena muerte.

Y por si no lo saben, además, San José es patrono de algunos países como por ejemplo: Austria, Bélgica, Canadá, China, Corea, Croacia, Vietnam y Perú.

Por encima de todos estos títulos, San José estará muy contento con nosotros si nos esforzamos por tratar con cariño a Jesús y María Santísima. Forjar una sólida piedad eucarística y mariana es la mejor manera de honrar a este santo varón.

P. Carlos Rosell De Almeida

UN RATITO CON EL ESPÍRITU SANTO: SEÑOR Y DADOR DE VIDA


UN RATITO CON EL ESPÍRITU SANTO
Señor y dador de vida




Cierta vez, un señor se le acercó a un sacerdote para decirle: "Padrecito, rece mucho por mi negocio, pues ha bajado la clientela y tengo seis hijos que alimentar". Este sacerdote, conmovido, le señaló: "Hijo mío, me comprometo a rezar todos los días para que tu negocio no quiebre, más aún, rezaré para que se triplique tu clientela". Luego de tres meses se volvieron a encontrar. El señor, emocionado, abrazó al sacerdote y le dijo casi llorando: "Padrecito, mil gracias por sus oraciones, pues mi negocio no quebró, al contrario, la clientela se ha triplicado". El sacerdote, lleno de alegría, le dijo: "Me alegra mucho que mis oraciones hayan dado resultado. Por cierto, ¿cuál es tu negocio?. El señor rápidamente contestó: "Es una funeraria".

Este sacerdote, sin saberlo, estaba rezando para que muriera más gente. Ahora bien, todos nos vamos a morir; sin embargo, el alma no muere. Tras la muerte el alma sigue viviendo, porque es inmortal.

Además, el Espíritu Santo da la verdadera vida al alma, por eso, le llamamos "Señor y dador de vida". Le decimos "Señor", porque es Dios; y "Dador de vida", porque nos hace vivir con Cristo, verdadera vida del alma.


P. Carlos Rosell De Almeida

EL CONSUELO DIVINO


El consuelo divino
El dolor llega de muchas maneras a la propia vida. En esos momentos, sentimos necesidad del consuelo de un amigo.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




El dolor llega de muchas maneras a la propia vida. A veces por circunstancias y situaciones externas: una crisis económica, un terremoto, un accidente de tráfico, una epidemia. Otras veces, a través de personas concretas: un “amigo” que nos traiciona, un consejero que nos engaña, un prestamista que nos ahoga con su extorsión, un enemigo que consigue destruir nuestra fama...

También hay dolores que nacen desde uno mismo. Porque descubrimos nuestra miseria, porque fuimos infieles a una promesa, porque no supimos ayudar al amigo cuando lo necesitaba, porque cedimos a una tentación mezquina, porque nos encerramos en el egoísmo, porque no aprendimos a ser humildes, porque dejamos que el odio aprisionase el propio corazón...

En esos momentos, sentimos necesidad del consuelo de un amigo, de un familiar, de una persona honesta. Pero no será nunca suficiente. Porque ciertos males pueden ser curados sólo con una Mano capaz de llegar dentro, a lo más íntimo, a lo más profundo, a lo más misterioso de uno mismo.

Dios nos ofrece, en tantos modos, esa Mano amiga. En la confesión, cuando acoge nuestro gesto humilde y nos repite, como en tantas páginas del Evangelio, “Yo te perdono”. En la Eucaristía, cuando participamos dignamente del Sacrificio de la Pascua, cuando tocamos al Cordero que sigue en medio de su Pueblo. En los ratos de lectura del Evangelio, que nos traen ecos del Maestro, que nos susurran al oído enseñanzas de consuelo.

Dios permite que la vida nos hiera de mil modos. Pero siempre encontraremos en Su Amor un consuelo capaz de vendar la herida, de curar con su mano las penas del alma (cf. Jb 5,18 y Sal 147,3). Al mismo tiempo, ese Amor nos invitará a convertirnos, los unos para con los nosotros, en consuelo mutuo. “Y el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener los unos para con los otros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús” (Rm 15,5).

Sí: Dios es un Dios de consuelo, es un Dios cariñoso, es un Dios que conserva y que mima a cada uno de sus hijos. Quizá ahora no comprendemos el porqué de una prueba, de una enfermedad, de la muerte de un ser querido. Pero si acogemos Su misericordia, si vivimos confiados en su Amor, ya aquí gozaremos de la paz de Cristo. Y un día lo veremos, sin misterios, como Amor divino, como Consuelo eterno y verdadero.

SI NO AMAS A TU HERMANO, NO PUEDES AMAR A DIOS, ASEGURA EL PAPA FRANCISCO


Si no amas a tu hermano, no puedes amar a Dios, asegura el Papa Francisco
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media



Durante la Misa celebrada este jueves 10 de enero en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco advirtió que, si se afirma que se ama a Dios, pero no se ama al hermano, al prójimo, entonces se es un mentiroso, porque “si no amas a tu hermano no puedes amar a Dios”.


En su homilía, el Santo Padre contrapuso el “espíritu del mundo” al “espíritu de Dios”. “El espíritu del mundo es el espíritu de la vanidad, de las cosas que no tienen fuerza, que no tienen fundamento y que caerán”. El espíritu del mundo está “lleno de aire” y engaña porque “es hijo del padre de la mentira”.

Siguiendo las palabras del Apóstol San Juan en la primera lectura del día, cuando dice “quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve”, Francisco planteó: “si tú no eres capaz de amar algo que ves, ¿cómo vas a amar los que no ves? Es una fantasía”, aseguró el Papa. Por el contrario, el camino del Espíritu de Dios “no sirve para las fantasías”.

“Si no eres capaz de amar a Dios en lo concreto, no es cierto que tú ames a Dios”, aseguró. “El espíritu del mundo es un espíritu de división, y cuando se introduce en la familia, en la comunidad, en la sociedad, siempre genera división: siempre”.

Una vez que se ha introducido esa división, explicó el Papa, “crecen las divisiones y surge el odio y la guerra. El Apóstol Juan dice: ‘Si uno dice que ama a Dios pero odia a su hermano, es un mentiroso’, es decir, un hijo del espíritu del mundo, que es pura mentira, pura apariencia”.

“Esta es algo sobre lo cual nos hará bien reflexionar: ¿yo amo a Dios? Pero vayamos a la clave de la cuestión y veamos cómo tú amas a tu hermano”.

En este sentido, el Pontífice citó tres señales que indican que una persona no ama a su hermano. “La primera señal requiere que nos preguntemos: ¿rezo por las personas? Por todas, de forma concreta, por aquellas que me son simpáticas y también aquellas que me son antipáticas, por aquellas de los que soy amigo y por aquellos que no soy amigo”.

“Segunda señal: cuando siento en mi interior sentimientos de celos, de envidia, y me viene la necesidad de desear el mal…, es una señal de que no amas. Párate ahí. No dejes creces esos sentimientos: son peligrosos. No los dejes crecer”.

Por último, “la señal más cotidiana de que no amo al prójimo y, por lo tanto, de que no puedo amar a Dios, es la habladuría. Metámoslo en el corazón y en la cabeza, claramente: si difundo habladurías, no amos a Dios, porque con las habladurías estoy destruyendo a esa persona”.

“Las habladurías son como los caramelos de miel: tomo uno, y otro, y otro, y luego el estómago se estropea con tantos caramelos… Porque es bello, es ‘dulce’ hablar de los demás, parece algo bueno, pero destruye. Y eso es señal de que no amas”.

Ese espíritu del mundo, aseguró el Papa Francisco, “se vence con el espíritu de la fe: creer que Dios está en mi hermano, en mi hermana. La victoria que ha vencido el mundo es nuestra fe. Únicamente con mucha fe se puede avanzar en este camino, no con pensamientos humanos de buen sentido…, no, no: no sirve. Ayudan, pero no sirven para esta lucha”.

“Únicamente la fe nos da la fuerza para no difundir habladurías, para rezar por todos, también por los enemigos, y no dejar crecer los sentimientos de celos y envidia. El Señor, con este fragmento de la Primera Carta de San Juan Apóstol, nos pide concreción en el amor”.

“Amar a Dios: pero si no amas a tu hermano, no puedes amar a Dios. Y si dices que amas a tu hermano, pero realmente no lo amas, sino que lo odias, entonces eres un mentiroso”, concluyó el Papa Francisco.

Lectura comentada por el Papa Francisco:

I Juan 4:19--5:4


19 quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor. Nosotros amemos, porque él nos amó primero.

20 Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve.

21 Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano.

1 Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquel que da el ser ama también al que ha nacido de él.

2 En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.

3 Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados,

4 pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 10 DE ENERO 2019


Lecturas de hoy 10 de Enero. Feria de Navidad
 Hoy, jueves, 10 de enero de 2019



Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,19–5,4):

Nosotros amamos a Dios, porque él nos amó primero. Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: Quien ama a Dios, ame también a su hermano. Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él, En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no, son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 71,1-2.14.15bc.17

R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra

Dios mío, confía tu juicio al rey, 
tu justicia al hijo de reyes, 
para que rija a tu pueblo con justicia, 
a tus humildes con rectitud. R/. 

Él rescatará sus vidas de la violencia, 
su sangre será preciosa a sus ojos. 
Que recen por él continuamente 
y lo bendigan todo el día. R/. 

Que su nombre sea eterno, 
y su fama dure como el sol; 
que él sea la bendición de todos los pueblos, 
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según San Lucas (4,14-22a):

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. 
Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.» Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.

Palabra del Señor


Comentario al Evangelio de hoy jueves, 10 de enero de 2019
Alejandro, C. M. F.

Queridos hermanos, paz y bien.

La escena del Evangelio de hoy es casi cinematográfica. Casi me puedo imaginar la cámara yendo del rostro de Jesús, mientras lee, al de los oyentes, al escuchar esas palabras de esperanza. No debía ser fácil vivir en tiempos de Jesús. Por lo menos, para la gente sencilla, sin mucho futuro, pensando solo en cómo llegar al día de mañana. Y, de repente, aparece Él, diciendo: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»

Y no es una escritura cualquiera. Es una escritura que habla de liberación, de salud, de esperanza. Palabras útiles hace 2000 años, y palabras que nos pueden servir a nosotros hoy, también. Porque los tiempos cambian, pero las necesidades de la persona no tanto. Sentirse querido, respetado, libre. ¿Quién no quiere tener esas sensaciones?

El mundo en el que vivimos habla mucho de libertad, pero no siempre la entiende como debe. Habla mucho de paz y amor, pero generalmente son vivencias a corto plazo. Y, muchas veces, cargadas de utilitarismo. Estoy contigo mientras “yo” esté bien. Lo importante soy yo. Y mucha gente vive intentando ser libre, pero sintiéndose esclavizada.

Es Jesús el que nos anuncia el año de gracia del Señor. Y lo hace sin menoscabar la libertad de la persona. Propone, no impone, asombra, no avasalla, deja vivir, no obliga. Nosotros hemos aceptado ese mensaje, esa gracia que el Señor regala a los que se dejan interpelar. Y, con la gracias, comienza la misión. Porque “quién ama a Dios, ame a su hermano”.

Tenemos que hacer entender a los que no lo saben que Dios es la Libertad con mayúscula, la Salud, la Paz. El niño Jesús, a quien hace poco celebrábamos, es la muestra de que Dios está con nosotros, cuando anunciamos al mundo ese mensaje de liberación. Que seamos capaces de seguir anunciando a todos la Buena Nueva.

Vuestro hermano en la fe,
Alejandro, C. M. F.