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lunes, 8 de octubre de 2018

DOCE PRINCIPIOS DE LA VIDA


Doce principios para la vida



1. La verdad
Sé sincero al hablar. No digas nada a menos que sepas fehacientemente que es verdad.

2. Agilidad
Saber aprovechar el tiempo, lo que debe ser hecho hazlo inmediatamente. El tiempo es muy valioso para ser malgastado.

3. La Diligencia
Toma decisiones conscientemente. Decide que es lo que debes hacer y luego hazlo con entusiasmo. En caso de duda, pide consejo. No permanezcas en estado de confusión.

4. El Respeto
Debes tener mucho cuidado con el sentimiento de otras personas. Todo ser humano es precioso por haber sido creado a la imagen de Dios. Se amable con todos.

5. La Tranquilidad
Ten serenidad. Conserva la calma y la serenidad. Pon sosiego en todo lo que hagas.

6. La Serenidad
Acuérdate del consejo del rey Salomón, "las palabras del sabio son dichas calladamente". Los sabios actúan pausadamente. Fomenta ese hábito, te comprenderán y te comprenderás mejor.

7. La Higiene
Es importante mantener la higiene personal, ropas, casa y lugares públicos limpios. Respeta tanto a tu cuerpo, como a tus vestimentas.

8. La Paciencia
Es necesario cultivar la paciencia sea cual sea la situación. Hay un momento para todo en la vida, no pretendas adelantarlo.

9. El Orden
Guardar cada cosa en su respectivo lugar, evitará pérdida de tiempo y de paciencia. Maneja tu tiempo y tus objetos con orden. Planifica y organiza. Así concretarás tus proyectos con éxito.

10. La Humildad
Reconoce las propias limitaciones, e ignora los errores del prójimo. Aprende de todos. Cada persona tiene alguna virtud o conocimiento único.

11. La Rectitud
Lo que es desagradable para ti no lo hagas al otro. Aquel que ama y practica la justicia es justo y su conciencia es limpia. Haz siempre lo que es correcto, especialmente en lo que respecta a tus obligaciones.

12. El Silencio
Juzga el valor de las palabras antes de hablar. Hablar es una de las armas más poderosas. Es la única característica humana. El silencio es expresión de sabiduría. Piensa antes de hablar y no hables a menos que tengas algo importante para decir.

UN DÍA...


Un día


“Un día, en la playa, un chico le preguntó a su madre:

- ¿Qué puedo hacer para conservar a un amigo?

La madre recogió arena con sus dos manos y puso las palmas boca arriba, apretó una de ellas con fuerza, la arena se escapó entre los dedos.

En cambio la otra mano permanecía abierta, con la arena intacta.
El niño entendió que la amistad se mantiene con abertura y libertad.”

FRENTE AL SEMÁFORO: ANÉCDOTAS Y VIDA DE SAN JOSÉ MARELLO - SEMÁFORO 13


FRENTE AL SEMÁFORO
Semáforo 13
  UNA MITRA NO LE CAERÍA MAL


“Unas almas bellas como ejemplo y… adelante, tras de sus huellas, cueste lo que cueste”. (San José Marello)   




Sin duda José gozaba de la más amplia estima de parte de los superiores del seminario: otro tanto y quizás más todavía cordial y profunda, de parte de sus compañeros seminaristas.  

 De eso es prueba esta anécdota. Ocurrió durante los ejercicios espirituales del retiro anual. Por ser asistente tenía que sentarse en la última banca en la capilla para tener a todos bajo su mirada.   
Un día el predicador, movido por el astro profético, recorrió calmad-amente con su mirada uno por uno a todo el grupo de clérigos que llenaban el lugar. 

- Queridos jóvenes, deben estar listos para todo en la Iglesia. Todo se les puede pedir a ustedes. ¿Quién sabe si mañana o algún día, tenga que poner una mitra en la cabeza de alguno de ustedes?   
Pareció haber dicho: - Queridos jóvenes, dentro de algunos años sobre la cabeza de su compañero José Marello le pondrán una mitra y lo harán obispo.   En efecto, como por instinto, todos voltearon la cabeza hacia atrás para mirar a Marello, como para indicar que él, a juicio de todos, podía merecer una mitra. Él se dio cuenta y bajo la cabeza. El gesto de los clérigos parecía una profecía colectiva, que se cumplió unos veinte años más tarde.     

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 8 OCTUBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
8 Octubre



Derribó a los poderosos de sus tronos y elevó a los humildes. Si nosotros queremos ser grandes a los ojos de Dios y ser amados por él, debemos humillarnos ante los hombres, reconociendo nuestra pequeñez y miseria.

Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. María se coloca en la línea de todos los pequeños, los humildes, los hambrientos de Israel; los que por estar vacíos de sí mismos, están llenos de Dios.


P. Alfonso Milagro

PAPA FRANCISCO INVITA A SER CRISTIANOS SIN MIEDO A MANCHARSE LAS MANOS PARA AYUDAR A LOS DEMÁS


El Papa invita a ser cristianos sin miedo a mancharse las manos para ayudar a los demás
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



Durante la Misa celebrada este lunes 8 de octubre en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco se sirvió de la parábola del Buen Samaritano para invitar a ser “cristianos sin miedo a mancharse las manos y las ropas cuando se acercan al prójimo”.

El Pontífice puso de relieve cómo únicamente el samaritano, considerado un pecador, se detuvo a socorrer al hombre agredido y abandonado malherido en el camino y al que ignoraron hombres considerados virtuosos, como un sacerdote y un levita.

Cada uno de nosotros es el hombre herido y Jesús, el samaritano que se acerca y nos cura. #SantaMarta

— Papa Francisco (@Pontifex_es) 8 de octubre de 2018
El samaritano “no miró el reloj, no pensó en la sangre del herido. Se acercó a él, se bajó de su cabalgadura y le curó las heridas con aceite y vino. Se manchó las manos, se manchó las ropas de sangre. Después lo cargó en su cabalgadura y lo llevó a un albergue”.

“Y no sólo no lo dejó en el albergue diciendo: ‘Aquí lo dejo, llamad al médico que yo ya he cumplido y me voy’. No. Se preocupó por él. No era un funcionario, era un hombre con el corazón abierto”.

Así, el Santo Padre exhortó a abrir de verdad el corazón a las sorpresas de Dios: “¿Eres cristiano?”. “¿Estás abierto a las sorpresas de Dios? ¿O eres un cristiano funcionario, cerrado?”. A estas preguntas, señaló Francisco, se puede contestar con condescendencia propia del “cristiano funcionario”: “Sí, soy cristiano. Voy los domingos a Misa, trato de hacer el bien. Comulgo, me confieso una vez al año…”.

Sin embargo, así es como actúan los “cristianos funcionarios”, advirtió el Papa, “aquellos que no están abiertos a las sorpresas de Dios, aquellos que saben mucho de Dios, pero no salen a encontrarse con Él. Aquellos que nunca han experimentado el estupor ante el testimonio, son capaces de dar testimonio”, advirtió.

Por ello, exhortó a los laicos y a los pastores a preguntarse si tienen el corazón abierto a las sorpresas de Dios, “a aquello que Dios te da cada día”.

“Cada uno de nosotros es el hombre herido y abandonado, y el Samaritano es Jesús, que nos ha curado las heridas, que se ha acercado a nosotros y nos ha curado. Él ha pagado por nosotros”, concluyó.

Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Lucas 10:25-37
25 Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?»
26 El le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?»
27 Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.»
28 Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás.»
29 Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?»
30 Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto.
31 Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo.
32 De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo.
33 Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión;
34 y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él.
35 Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva."
36 ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?»
37 El dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 8 OCTUBRE 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 27ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 8 de octubre de 2018




Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (1,6-12):

Me sorprende que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó a la gracia de Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio, lo que pasa es que algunos os turban para volver del revés el Evangelio de Cristo. Pues bien, si alguien os predica un evangelio distinto del que os hemos predicado –seamos nosotros mismos o un ángel del cielo–, ¡sea maldito! Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea maldito! Cuando digo esto, ¿busco la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿Trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo. Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 110,1-2.7-8.9.10c

R/. El Señor recuerda siempre su alianza

Grandes son las obras del Señor, 
dignas de estudio para los que las aman. R/.

Justicia y verdad son las obras de sus manos, 
todos sus preceptos merecen confianza: 
son estables para siempre jamás, 
se han de cumplir con verdad y rectitud. R/.

Envió la redención a su pueblo, 
ratificó para siempre su alianza, 
su nombre es sagrado y temible. 
La alabanza del Señor dura por siempre. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,25-37):

En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy lunes, 8 de octubre de 2018
 CR


Queridos amigos

A lo largo de esta semana iremos leyendo los fragmentos principales de la Carta de San Pablo a los Gálatas. Pablo, hoy, sale al paso de un problema: la situación de desconcierto creada por los que han predicado "otro" evangelio distinto del de Jesucristo. Este es un problema de siempre. Surge cada vez que nuestra predicación (o nuestro criterio, o nuestro punto de vista) nace más de nuestra particular manera de entender a Dios y de vivir la fe o de una mera proyección psicológica, que realmente de las fuentes comunes de revelación de Dios. A menudo, lo que consideramos evangélico no es más que un fruto de nuestra necesidad de imponernos a otros, o de ser aceptados, o de nuestras ideas, o de justificar nuestra mediocridad. Cada vez que enarbolamos frases rotundas como: "Esta clarísimo en el evangelio que" o "Hay que cortar por lo sano" es como para echarse a temblar solemos estar más frente a nuestra particular interpretación del Evangelio que del Evangelio mismo. Y es que el Evangelio  suele tener un tono exigente, pero al mismo tiempo es profundamente liberador. Apela a la inteligencia de las personas ("¿Qué os parece?) y también a su libertad ("Si quieres"). Jesús tiene toda la fuerza del mundo para "imponer" el evangelio por decreto ley, porque sí, porque yo soy el que mando, y, sin embargo, procede por la vía de la seducción. Lo comprobamos en el evangelio de hoy. Más que la parábola del buen samaritano en sí misma podemos fijar nuestra atención en las preguntas que Jesús hace al Maestro de la Ley: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella? ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos? Y también dos recomendaciones: "Haz esto y tendrás la vida", "Anda, haz tú lo mismo".

Jesús no cuenta la parábola para humillar al maestro de la ley, sino para conectar con lo mejor de este hombre, para abrirle un horizonte más amplio, para hacerle ver la buena noticia, con la que "tendrá vida".

¡De qué manera tan distinta sonaría el evangelio en nosotros si surgiese de este modo y no como un arma arrojadiza al servicio de nuestros intereses, por nobles que aparezcan, sino como un instrumento de liberación, una manifestación del amor de Dios que quiere llegar al corazón de cada uno, que quiere “que todos los hombres de salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Nunca desde la imposición o el acorralamiento, sino desde la libertad y es descubrimiento personal.