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jueves, 27 de septiembre de 2018

FRENTE AL SEMÁFORO: ANÉCDOTAS Y VIDA DE SAN JOSÉ MARELLO - SEMÁFORO 10


FRENTE AL SEMÁFORO
Semáforo 10
  O SEMINARIO O MUERTE   



“Cuando se tiene una meta fija, aunque el mundo se derrumbe, hay que mirar siempre allá”. (San José Marello)   





El año que José paso en Turín, después de salir del seminario de Asti, fue una larga, amarga y atormentada experiencia. Le resultó difícil adaptarse a esa vida. Fue un experimento frustrado de crearse una “posición social honrada”, en el ambiente político-económico de Turín.   

Había fracasado en el esfuerzo por olvidar el pasado, como también el de tratar de vivir como sus nuevos amigos.   Andaba como un “cura”, como si llevara todavía la sotana, todos se daban cuenta. Y el papá gastaba dinero con la esperanza de verlo encajar bien en la nueva vida. Después de un año de vida de ensueños de búsquedas científicas propias de una fantasía, el empuje hacia el seminario se hizo irreductible: como un grito de la conciencia. Insoportable.   
Tal vez no habría podido vencer las dificultades y sobre todo la oposición del padre, si Dios no hubiera intervenido poniendo en peligro su vida.   José cayó enfermo. El diagnóstico del medito fue: “Tifus”. Una enfermedad que en aquel tiempo era una sentencia de muerte. 

Durante la enfermedad en sus delirios por la alta fiebre, (¿era una realidad?) veía un hábito de sacerdote y sentía la presencia de la Virgen Consolata. Ella le hizo entender que si no volvía al seminario moriría.   

El mismo se lo dijo a su padre. Un día que la fiebre había bajado un poco, llamo con un hilo de voz al papá que estaba a la cabecera de la cama: 

- Papá, ¿quieres que yo sane? - ¿y me lo preguntas? ¡claro que sí; cueste lo que cueste ¡  

- Oye, papá, la Virgen Consolata me dice que si no vuelvo al seminario me va a llevar consigo. Yo quería continuar mis estudios con mis compañeros de seminario… tú no has querido… te he obedecido… la virgen ve los peligros en que me encuentro y ten compasión de mi… déjame volver.   

Un llanto lleno lo ojos del papá… - Si es así, dijo-apenas podía hablar- acepto con tal que tú sanes.   

La curación fue rápida. Una vez más José experimento la gran verdad; si amas a la Virgen no te encontraras nunca en condiciones desesperadas.     

SER MÁS SANOS


Ser más sanos



El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás, encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.

Padecemos una especie de subdesarrollo emocional que nos impulsa a ciertas conductas autodestructivas, tanto en nuestra vida pública como privada. Nos urge encontrar un camino que nos permita hallar una manera de ser más sanos, y ese camino está íntimamente relacionado con el amor y la espiritualidad. El amor es el mejor símbolo de la salud del hombre, es todo lo opuesto a la agresión, al miedo y a la paranoia, que a su vez representan la patología que nos desune. (Claudio Naranjo).

La regla de oro de las grandes religiones es el amor al prójimo. En el libro de Tobías el anciano ciego, sintiéndose cercano a la muerte, dio preciosos consejos a su hijo. Entre ellos se destaca: “Haz a los demás lo que te agrada que hagan a ti”. Norma fundamental y obvia. Su observancia te dará pacíficas y muy gratas relaciones con tus semejantes.



* Enviado por el P. Natalio

TODAS MUY OCUPADAS


Todas muy ocupadas




Todos tememos la muerte, pero, ¡qué distinto es ver la muerte desde la fe en la vida eterna y no desde el vacío de la incredulidad!  La vida del cristiano es un confiado caminar hacia la Casa del Padre, y la muerte es la puerta. Junto a ella está esperando Dios Padre para introducirnos en la eterna fiesta de su inmenso corazón.

Santa María Mazzarello contó un día la siguiente parábola: “La Muerte llegó a una casa de religiosas y le dijo a la portera: ‘¡Venga conmigo a la eternidad!’. Pero la portera le respondió: ‘Tengo mucho trabajo en la portería y no me puedo alejar de aquí’. Entonces pasó la Muerte a la cocina, y le dijo a la hermana cocinera: ‘¡Venga conmigo a la eternidad!’. Pero la hermana cocinera le dijo: ‘Tengo tanto que cocinar. ¡No puedo acompañarla!’. Y la Muerte se fue donde la Superiora, y le dijo: ‘Ud. tiene que dar a las demás ejemplo de obediencia. ¡Venga conmigo a la eternidad!’. Y la superiora, para dar ejemplo, se fue a la eternidad con la Muerte”.

Don Bosco solía decir a los jóvenes: “La vida es demasiado corta. Los ociosos, al final de la vida, experimentarán grandes remordimientos por el tiempo perdido. Las espinas de la vida serán las flores de la eternidad. A la hora de la muerte se ven las cosas desde otro punto de vista. Un rinconcito de cielo lo arregla todo”. Que lo pienses y tomes tus decisiones.




* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 27 SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
27 septiembre



El Señor no prohíbe un prudente cuidado y moderada preocupación por las cosas materiales; la prudencia en la previsión del futuro, para nosotros y para los demás, es una virtud, no sólo humana, sino también cristiana.

Pero no es posible que un hijo de Dios se preocupe de tal forma por las cosas materiales, que pierda de vista las espirituales.

El desprendimiento de lo material, por la pobreza evangélica, ha de llevarnos a vivir preocupados de un modo intenso por lo espiritual; que lo material ocupe en nuestra vida solamente el lugar necesario.

Dichoso el que, dando a las cosas terrenas la atención necesaria, pone su principal cuidado en que venga el Reino de Dios.

Cuidemos de las cosas de Dios y Dios cuidará de nuestras cosas.


P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 26 SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
26 septiembre



Amén: Así es. Tú eres el Padre; así es: somos tus hijos; así es: somos todos hermano; tu voluntad y tu Reino es lo que debemos buscar con el mayor ahínco.

Así sea: que te amemos, que nos santifiquemos, que te sirvamos, te adremos y todo lo esperemos de ti, que todo lo recibimos de tu generosa mano, abierta hacia nosotros, por el amor que nos tienes.


P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 25 SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
25 septiembre



No nos dejes caer en la tentación: sentimos el atractivo del pecado; somos débiles, vacilamos; si tú nos sueltas de tu mano, ciertamente caeremos. No te pedimos que no nos permitas tentaciones; pero sí te pedimos que no nos dejes arrastrar por la tentación.

Líbranos del mal: el mal nos está ahogando; estamos inmersos en un mundo saturado por el mal, que pretende meterse hasta en nuestras entrañas, para malearnos hasta en nuestra misma raíz. Líbranos, Padre, del mal y haz, más bien, que te sirvamos con rectitud y bondad.


P. Alfonso Milagro

QUÉ ES EL CULTO A LA SANTA MUERTE? ES COMPATIBLES CON LA FE CATÓLICA?

¿Qué es el culto a la santa muerte? ¿Es compatible con la fe católica?
Conviene señalar, para los católicos, que esta falsa devoción atenta contra el 1º Mandamiento


Por: Jorge Luis Zarazúa Campa | Fuente: PeriodismoCatolico.com // ApologeticaCatolica.org 



Se trata de una de las supersticiones más difundidas en México. He aquí algunos elementos que nos pueden ayudar a entender su difusión y a estar mejor informados para orientar a los desprevenidos.
Un culto muy extendido
El culto a la Santa Muerte parece estar de moda. En los puestos de periódicos es fácil encontrar folletos y revistas, que se ocupan de promover la «devoción» a la Santísima Muerte, como le llaman afectuosamente sus devotos.
Sus imágenes y todo lo relacionado con esta «devoción» pueden conseguirse con suma facilidad en las tiendas esotéricas y en los mercados populares.
Tanto se ha extendido su culto que muchos católicos la consideran un santo más de la Iglesia católica, tal vez porque sus promotores se encargan de difundirla con estas características, precisamente para atraer a los desprevenidos católicos. No falta algún católico «despistado» que lleva a bendecir la imagen al templo parroquial.

Un origen incierto
El origen del culto a la Santa Muerte es muy incierto, aún para sus mismos promotores. Algunos de ellos lo consideran un culto prehispánico, que sobrevivió a pesar de la oposición de la Iglesia católica.
Según los que promueven esta «devoción», se trataría de la supervivencia del culto a Mictlantecuhtli, que, en la mitología azteca, es el dios de la muerte, señor del Mictlán, el silencioso y oscuro reino de los muertos. Esta divinidad prehispánica se asemeja al dios maya Ah Duch, al que solía representársele como un cuerpo putrefacto con una cabeza casi calavérica adornada con campanas y collares de huesos y plumas.
A Mictlantecuhtli se le representaba como un esqueleto, o al menos su cabeza es una calavera. Los aztecas, con el fin de tener aplacado a Mictlantecuhtli, le enviaban regalos suntuosos, entre los que no faltaban pieles de hombres desollados para que cubriera sus huesos descarnados.
Otros difusores de este tétrico culto lo consideran de origen africano, introducido por los miles de esclavos africanos que fueron arrancados de su tierra para trabajar en los territorios conquistados en el Nuevo Mundo, aunque esta teoría es poco consistente.

Otros más aseguran que en el siglo XIX, sin llegar nunca a precisar la fecha exacta, la Santa Muerte se le apareció en una visión a un brujo chamán del pueblo de Orizaba, en el estado mexicano de Veracruz. Según esta versión, la Santa Muerte le ordenó a este chamán difundir su culto. Ella, por su parte, se comprometió a auxiliar grandemente a quien acudiera a ella en búsqueda de ayuda. A partir de allí, su culto se ha difundido tanto que encontramos comunidades en Internet que propagan esta devoción.
Idolatría y credulidad
Para ayuda de los católicos, conviene señalar que esta falsa devoción atenta contra el 1º Mandamiento, que nos manda amar a Dios sobre todas las cosas. Es, pues, una forma de idolatría, pues los «devotos» de la Santa Muerte creen que las imágenes tienen poder, que no depende tanto del tamaño de la imagen, sino de los rituales que se hacen para «consagrarla».
Los que promueven este culto señalan detalladamente el ritual necesario para «consagrarla» y colocarla en el sitio más adecuado. Según ellos, la «Señora», como también la llaman, se encargará de avisar al «creyente» si le agrada o no el lugar escogido. Esto lo hará a través de un sueño o de un suceso extraño. Si ella quiere ser cambiada de lugar, no hay más que complacerla, repitiendo todo el ritual necesario.
Las ofrendas que se le presentan a la imagen suelen ser las siguientes: manzanas, dulces, pan, licor, etc. Lo que nunca debe faltar en la ofrenda, aseguran sus devotos, es el vaso con agua, una veladora encendida y un pan. Aparte de esto, cada devoto puede ofrecerle lo que considere más conveniente.
Los días más adecuados para festejarla son el dos de noviembre y el aniversario de su llegada a cada casa.
Los devotos de la Santa Muerte la consideran una ayuda invaluable en los problemas familiares, desempleo, envidias, enemistades, cuestiones de salud, amor o cualquier otro problema.
Incluso, aseguran, la Santísima avisa oportunamente a sus devotos para que eviten accidentes, robos o cualquier otro imprevisto que atente contra la integridad del creyente.
La muerte no es una persona, es sólo un proceso biológico
Tal vez lo que favorece la extensión de este culto es su parecido con la devoción católica a los santos y a las imágenes de los santos. Pero no hay que irse con la finta. Mientras las imágenes de los santos representan a personas que vivieron en grado heroico la fe cristiana, la Santa Muerte no representa a nadie, puesto que la muerte no es una persona.
En efecto, la muerte no es otra cosa que la cesación o el término de la vida. Es sólo un proceso biológico que ocurre cuando las funciones vitales — la respiración y la circulación (expresada por los latidos del corazón) — se detienen y se da la pérdida irreversible de actividad cerebral, especialmente cuando se da la ausencia de actividad en los centros cerebrales superiores, principalmente el neocórtex.
Así, pues, la Santa Muerte no puede ayudar a nadie, puesto que no existe. No es un ser personal.
Conclusión
Aunque es comprensible la extensión de este peculiar culto, pues responde a las necesidades más apremiantes de los mexicanos, especialmente en el contexto socioeconómico actual, caracterizado por el desempleo, la pérdida del poder adquisitivo y múltiples problemas en las relaciones interpersonales, conviene señalar que no se trata de una devoción auténtica, pues conduce a la idolatría, tan condenada por las Sagradas Escrituras.
Sin embargo, hay que considerar que la popularidad de este tipo de cultos puede ayudar a que nosotros, los agentes de pastoral, podamos orientar adecuadamente al pueblo católico sobre lo inútil de este tipo de devociones. Al mismo tiempo, podemos informar oportunamente el culto católico a los santos y a sus imágenes, un culto que está completamente de acuerdo con el dato bíblico.
El hecho innegable del culto a la Santa Muerte es, en esta perspectiva, una magnífica oportunidad para promover la devoción auténtica a los santos y a sus imágenes, para purificar la religiosidad popular, añadiéndole el fundamento bíblico y del Magisterio de la Iglesia, tan rico en enseñanzas.

HOY 27 DE SEPTIEMBRE CELEBRAMOS A SAN VICENTE DE PAÚL


Hoy celebramos a San Vicente de Paul, patrono de las obras de caridad
Redacción ACI Prensa





“Si se invoca a la Madre de Dios y se la toma como Patrona en las cosas importantes, no puede ocurrir sino que todo vaya bien y redunde en gloria del buen Jesús, su Hijo”, decía el gran San Vicente de Paul, Patrono de las obras de caridad y fundador de la Congregación de la Misión (Vicentinos) y de las Hijas de la Caridad.

San Vicente nació en Francia en 1581, en una familia  de campesinos. Siendo adolescente fue enviado al colegio de los franciscanos en la próspera ciudad de Dax. Allí se entregó de lleno a los estudios, pero empezó a sentir vergüenza de sus orígenes.

Recibió la tonsura y las órdenes menores para luego ingresar a la universidad de Toulouse, donde estudió teología. Su padre falleció y le dejó parte de la herencia para que pueda pagar sus estudios, pero el joven Vicente rechazó la ayuda y decidió valérselas por sí mismo. Por ello trabajó como educador  en un colegio.

Fue ordenado sacerdote en 1600 con tan solo diecinueve años y prefirió continuar sus estudios, aspirando a ser Obispo. Una anciana dama de Toulouse le dejó una herencia económica que él tuvo que ir a cobrar hasta Marsella. Cuando se embarcó de regreso, el barco fue atacado por los turcos y Vicente cayó prisionero.


Se dice que fue vendido como esclavo y que estuvo al servicio de un pescador, un médico y de un cristiano renegado. A este último logró convertirlo y así pudo emprender su viaje de retorno hasta que llegó a París.

Más adelante sirvió como párroco, pero tuvo que dejarlo para trabajar como preceptor de una ilustre familia. No obstante, en esa vida de riqueza empieza a darse cuenta que el Evangelio exige una caridad radical.

Es así que al atender a un moribundo profundiza en el amor de Dios y empezó a querer ir a todos los campos remotos a expresar que existe un Dios de ternura que no los ha olvidado.

Con el tiempo funda la Congregación de la Misión para dar misiones populares y trabajar en la formación del clero. Asimismo cofunda junto a Santa Luisa de Marillac la Compañía de la Hijas de la Caridad.

Durante su vida, San Vicente conoció al Obispo San Francisco de Sales que luego le pidió hacerse cargo de la capellanía de sus Visitandinas de París y de la dirección espiritual de Santa Juana de Chantal.


Para San Vicente la oración era lo primero y presentó la humildad como la primera cualidad de los sacerdotes misioneros. Siempre buscó la paz y la atención a los necesitados, incluso en medio de las guerras de su época, convirtiéndose en consejero de gobernantes y verdadero amigo de los desposeídos.

Partió a la Casa del Padre el 27 de septiembre de 1660, poco antes de las cuatro de la mañana, la hora a la que solía levantarse para servir a Dios y a los pobres.

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 27 SEPTIEMBRE 2018

Jesús actúa en nuestro aquí y ahora
Santo Evangelio según San Lucas 9, 7-9. Jueves XXV del Tiempo Ordinario.


Por: H. Jesús Alberto Salazar Brenes, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Mi alma tiene sed de Ti, Dios mío. Tu rostro busco, ¡no te ocultes!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Pero Herodes decía: "A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas?". Y tenía curiosidad de ver a Jesús.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Herodes deseaba ver a Jesús. Así nos puede suceder también a nosotros, pues hemos escuchado tanto de Él, que a la larga se nos figura en la mente como un personaje histórico, un sabio de la vida a ejemplo de Sócrates, Aristóteles o Platón. En otro plano quizás, aunque repitamos que Jesús es nuestro amigo, nuestra relación verdadera con Él puede estar un poco fría y lo veamos como alguien tremendamente lejano a nuestra realidad, casi como si fuera un mito.
Sin embargo, Jesús no es un mito porque es un hombre real que entró en la historia y entra en nuestra historia, y como Dios y hombre verdadero, trasciende la historia y actúa en nuestra vida, en nuestro aquí y ahora.
El gran error del cristiano es comportarse como Herodes, quedándose con lo que otros dicen de Jesús. Podemos tener muy buena disposición, querer conocerlo y escuchar lo que dice el Evangelio, pero hay que dar un paso más. Tenemos que vivir la experiencia íntima de Jesús; no sólo leer el Evangelio, sino buscar cómo me quiere hablar Dios a mí; no sólo tener buena disposición, sino reflexionar a qué me mueve el Evangelio y ponerlo en práctica.
El Jesús de la historia y el Jesús de la fe son uno solo, el Mesías, Dios y hombre verdadero que nos espera porque quiere cambiarnos la vida y llenar todo nuestro ser. Ahora es cuando decimos con el salmista: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? (Sal 41).
Jesús no habla de un conocimiento intelectual, sino de una relación personal, de predilección, de ternura mutua, un reflejo de la misma relación íntima de amor entre Él y el Padre. Esta es la actitud a través de la cual se realiza una relación viva y personal con Jesús: dejándonos conocer por Él. No cerrándonos en nosotros mismos, abrirse al Señor, para que Él me conozca. Él está atento a cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón profundamente: conoce nuestras fortalezas y nuestras debilidades, los proyectos que hemos logrado y las esperanzas que fueron decepcionadas. Pero nos acepta tal como somos, nos conduce con amor, porque de su mano podemos atravesar incluso caminos inescrutables sin perder el rumbo. Nos acompaña Él.
(Regina coelide S.S. Francisco, 22 de abril de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré un tiempo a orar de una forma más sencilla, hablándole a Jesús como Dios cercano que es, y no como una simple idea intelectual.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.