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miércoles, 12 de septiembre de 2018

FRENTE AL SEMÁFORO: ANÉCDOTAS Y VIDA DE SAN JOSÉ MARELLO - SEMÁFORO 5


FRENTE AL SEMAFORO
Semáforo 05
LA HORA DE LA LLAMADA  


 “Desde niño, aun antes de conocer la oro 05   Eucaristía, nos han enseñado la devoción a María: dichosos nosotros que hemos tenido tan buena educación.” (San José Marello)  





 Un día, Vincenzo, el papá de José ofreció al hijo un viaje hasta Savona, al mar. Para aquellos tiempos era sin duda una aventura estupenda para un muchacho. En fin, claro era un premio por la conducta de José, pero para el papá tenía otra finalidad también prepararlo a la vocación de comerciante.   Savona era el puerto principal del reino del Piamonte. 

Todo salió espléndidamente, muy divertido. El papá puso empeño en hacerle conocer a José y admirar el gran movimiento del puerto.   No se sabe cómo se vino a la mente la idea de llevar a José al santuario de la misericordia, a unos ocho kilómetros de la ciudad. Para José fue un gesto claro de la Providencia.   Cuando se puso de rodillas delante de la imagen de la Virgen y miró, sintió que lo llamaba a tomar una decisión: ¡seré sacerdote!  

 La virgen le estaba apremiando y él aceptó. A José no le eran desconocidos los proyectos de papa sobre él. Tendría que luchar contra esos proyectos. Pero el permanecería fiel a la llamada aceptaba la lucha para poder seguir su vacación. Detrás de él rezaba también el padre, y por cierto con otras aspiraciones y pedidos. No podía imaginar que la virgen se había puesto de acuerdo con José en otra dirección.   

Sucede muchas veces que los padres programan el porvenir de los hijos, como a ellos les gusta, si tener en cuenta lo que decidirán los hijos. Así se ponen contra el destino delos hijos. Tal fue el caso de José Marello.  


ASÍ COMENZÓ


Así comenzó




Teníamos que estar para una celebración en la Catedral. Había ido con un algo de tiempo y, para ocuparlo, decidí sentarme en un banco de la plaza a tomar unos mates. Desde allí miraba el movimiento en el templo para saber cuándo debía acercarme.

Estaba en eso cuando se me acerca un cuida coches y se sienta en el mismo banco en el que me encontraba. Casi sin darme cuenta me encontré conversando con él. No nos conocíamos pero los temas fueron dándose con naturalidad.

En un momento me miró y sacó de debajo de su gastada campera una botellita con vino y tomó, rápidamente, un trago. Le manifesté que, por mí, podía tomar tranquilamente. Se sonrió y continuamos conversando.

Recuerdo habló de su estadía en la cárcel y me dio una serie de nombres de los que habían sido sus compañeros de prisión. Uno de esos nombres llamó mi atención puesto era el mismo de una persona que conocía, al igual que su familia, del barrio de Montevideo, donde había estado. La conversación se centró en esa persona hasta que debí irme a cumplir con lo que me había convocado a aquel lugar.

En otras oportunidades iba a sentarme en algún banco de la plaza y él se acercaba a conversar. “Así que es cura porque el otro día lo vi vestido como los otros” así me recibió en el segundo encuentro.

En uno de esos posteriores encuentros llamó a otro cuida coches. Éramos tres en animada charla entre mates de mi parte y tragos de vino de ellos. Esos encuentros me permitieron descubrir una realidad totalmente desconocida para mí. Me dije de la necesidad de realizar lo mismo en la otra plaza donde, también, reconocía algún cuida coches. Supuse que si ello significaba un descubrimiento para mí también podía serlo para los diversos integrantes de la comunidad.

En las Eucaristías solía compartirles historias o anécdotas que escuchaba de ellos. Les hablada de ellos con el asombro de quien descubre un mundo totalmente nuevo y deslumbrante. Era un mundo donde se encontraba la pobreza y la miseria, el abandono y los sin sabores de la vida, el alcohol y la soledad.

Un día, al finalizar una Eucaristía, me disponía a cerrar el portón de ingreso al templo cuando una de las participantes volvió hacia donde me encontraba. “¿No podríamos hacer un almuerzo con tus amiguitos?”

No necesité preguntarle por quienes eran “tus amiguitos” ya que muy en claro lo tenía. Le dije que al día siguiente lo podíamos conversar en la misa y eso hicimos. Manifesté mi disposición a invitarles siempre y cuando nosotros compartiésemos la mesa con ellos.

Cuando salí a invitar todos aceptaron menos aquel primero que no pude encontrar por ningún lado. Me había manifestado que un primo se lo quería llevar para el campo. Nunca más le he visto ni he sabido de él.

Muchas veces lo recuerdo puesto ha sido él quien me abrió la puerta a un mundo desconocido para mí. En oportunidades me he dicho que nunca existió sino que fue un alguien puesto por Dios para hacerme encontrar con una realidad que, pese a los años, continúa asombrándome y desconcertándome.

Padre Martín Ponce de León
Sacerdote Salesiano

ACEPTAR LA REALIDAD


Aceptar la realidad



Para la persona de fe, todo sucede porque lo quiere o lo permite Dios. Y él es experto en sacar bien del mal. Imagínate el río de bendiciones que bajó del Calvario donde murió Jesús en la cruz. También él tiene proyectos de salvación para cada una de tus contradicciones aceptadas en paz.

Un profesor de química al mismo tiempo que hacía experimentos solía dejar enseñanzas inolvidables. Una vez que tenía en la mano una botella de leche, la dejó caer en la batea del agua. Quedaron los vidrios y toda la leche se escurrió por el desagüe. “La leche está perdida, dijo. No podemos rescatarla más. Seamos más cuidadosos y no lloremos nunca por la leche derramada”.

Hay una oración muy buena para recordar cuando nos sucedan esas cosas desagradables que no tienen más solución: “Señor, concédeme fortaleza para solucionar lo que tiene solución; pero, valor para aceptar lo que ya no tiene solución; y sabiduría para reconocer la diferencia”. Es una sabia lección que se resume así: “Aceptar, olvidar, y seguir adelante”.



* Enviado por el P. Natalio

PAPA FRANCISCO CONVOCA REUNIÓN DE OBISPOS DE TODO EL MUNDO PARA TRATAR ABUSOS EN LA IGLESIA CATÓLICA


El Papa convoca reunión de obispos de todo el mundo para tratar abusos en la Iglesia Católica
Redacción ACI Prensa
 Foto: Marina Testino / ACI Prensa





El Papa Francisco convocó una reunión de los Presidentes de todas las conferencias episcopales del mundo para hablar sobre la prevención de abusos a menores y a otras personas vulnerables en el seno de la Iglesia. La reunión tendrá lugar en el Vaticano del 21 al 24 de febrero de 2019.

Según informó la subdirectora de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Paloma García Ovejero, a los periodistas acreditados en un encuentro para explicar los temas tratados en la última reunión del Consejo de Cardenales que asesora al Papa en la reforma de la Curia, conocido como C9, el Santo Padre realizó esta convocatoria tras escuchar al Consejo de Cardenales.

Además, la subdirectora de la Sala de Prensa, leyó un comunicado del C9 en el que se señala que durante esta reunión “el Consejo ha reflexionado ampliamente junto con el Santo Padre sobre el tema del abuso, relanzando el comunicado ya difundido por la Sala de Prensa de la Santa Sede el pasado 10 de septiembre”.


En aquel texto los cardenales expresaban su plena solidaridad al Papa Francisco ante las acusaciones publicadas el pasado 25 de agosto por el ex nuncio en Estados Unidos, Mons. Carlo Maria Viganò, en una carta de 11 páginas en la que aseguraba que diversos sacerdotes, obispos, cardenales e incluso el Papa Francisco conocían de los abusos del ex cardenal Theodore McCarrick y actuaron negligentemente o lo encubrieron.

El Consejo de Cardenales mantuvo su 26ª reunión desde el lunes 10 hasta este miércoles 12 de septiembre. No estuvieron presentes los cardenales George Pell, Francisco Javier Errázuriz y Laurent Monsengwo Pasinya.

El Pontífice participó en las reuniones excepto el lunes a última hora de la mañana, que tuvo que ausentarse para recibir al Cardenal Beniamino Stella; el martes por la mañana debido a la visita ad Limina de la Conferencia Episcopal Venezolana, y la mañana de este miércoles 12 de septiembre debido a la Audiencia General.


Los cardenales dedicaron una parte importante de los trabajos a realizar los últimos ajustes del borrador de la nueva Constitución Apostólica de la Curia Romana, cuyo título provisional es “Praedicate evangelium”. El Consejo remitió al Papa Francisco el texto provisional que, no obstante, aún debe ser sometido a una revisión de estilo y a una relectura canónica.

Como ya se había informado anteriormente, los cardenales pidieron al Papa una reflexión sobre el trabajo, la estructura y la composición del C9, teniendo en cuenta la avanzada edad de algunos de sus miembros.

Asimismo, los cardenales expresaron, una vez más, su plena solidaridad al Papa Francisco por todo lo sucedido en las últimas semanas a raíz de la carta de Mons. Viganò.

BAUTIZAR A LOS NIÑOS O DEJAR QUE DECIDAN CUANDO CREZCAN?


¿Bautizar a los niños o dejar que decidan cuando crezcan?
Los padres católicos deben dar el bautismo a sus hijos poco después de su nacimiento, cuanto antes mejor


Por: Padre Federico | Fuente: InfoCatolica.com 




Se escucha con creciente frecuencia a padres de familia decir, con aires de sensatez, progresismo y apertura de mente, que no bautizarán a sus hijos, porque prefieren dejar que ellos mismos elijan la religión de su preferencia cuando tengan la madurez para hacerlo, sin la influencia de los padres… Olvidan estas personas que el mismo proceso de maduración de los hijos, el concepto que estos se formen de la realidad –y por consiguiente las decisiones que tomen en sus vidas–, está sujeto a una fuerte influencia de sus padres, y de otros individuos, algunas tal vez de influencia deseable, otras no tanto.

Nosotros afirmamos, con la Santa Madre Iglesia, que los padres católicos deben dar el bautismo a sus hijos poco después de su nacimiento, cuanto antes mejor, y que tienen la grave responsabilidad de formar a sus hijos en la fe católica. Pero antes de argumentar esta afirmación, preguntémonos, ¿qué es lo que motiva cada vez a más padres, que vienen de familias católicas, a pensar que es mejor dejar que sus hijos elijan por ellos mismos su religión? La respuesta parece encontrarse en dos causas, necesariamente vinculadas: la primera es que estos padres no tienen fe; la segunda consiste en un falso concepto de libertad.

Cuando los padres carecen de fe, bien porque la perdieron al no haber recibido el alimento de la sana doctrina católica y de los sacramentos, o bien porque en realidad nunca llegaron a creer al no haber sido movidos a ello por sus padres (o por quienes tuvieron la responsabilidad de educarlos), presentan una gran dificultad para ver que los hombres, hijos de Adán, tienen, por el pecado de este, la naturaleza caída, sometida a la debilidad, a la ignorancia y al poder de las tinieblas, e inclinada al pecado; de igual manera, la falta de fe dificulta, o imposibilita, a estos padres ver el bien infinito que recibe un alma por la gracia santificante.

La segunda causa, decíamos, radica en un falso concepto de libertad, según el cual se comprende a esta como la independencia de cualquier influencia previa o inclinación, de manera que, mientras más indiferente y ajena de toda inclinación sea una persona, más libre es; sin embargo el hombre no es libre cuando es independiente de inclinaciones, sino cuando es capaz de seguir aquellas inclinaciones que son acordes con la verdad de su ser, y la verdad del ser del hombre tiene su cumplimiento en la vocación por la que Dios lo ha creado: la filiación divina, ser hijo de Dios, que no está al alcance de las determinaciones ni esfuerzos humanos, sino que es un don absolutamente gratuito de Dios, sin ningún mérito previo de nuestra parte («Porque Dios es el que produce en ustedes el querer y el hacer, conforme a su designio de amor», Flp 2,13), y que Él ha dispuesto dárnoslo a través de la Iglesia por los méritos de Su Hijo Único, Jesucristo, Cabeza de la Iglesia («Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y ustedes participan de esa plenitud de Cristo, que es la Cabeza», Col 2,9). Solo existe una voluntad absolutamente libre, que es la de Dios; luego, la voluntad del hombre será tanto más libre cuanto mayor sea su disposición a unirse a la voluntad de Dios, y esta disposición será mayor cuando sea más fiel a su conciencia y esta esté más iluminada por la verdad, ya que la voluntad de Dios actúa siempre según la verdad, o sea que cuanto más acostumbrada esté el alma a Dios, más libre es, y este “acostumbramiento” a Dios, a Su voluntad, nos es dado, por disposición Suya, en un orden sobrenatural por el Bautismo, por el que pasamos a participar de la misma naturaleza de Dios, del amor entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo.

En las consideraciones precedentes ya podemos vislumbrar parte de la argumentación de por qué se debe bautizar a un niño lo más inmediatamente posible después de su bautismo, y también los motivos por los que una tal argumentación, aunque sea clara en los conceptos y su concatenación lógica, resultará oscura a quien carece de fe y de un correcto concepto de la libertad del hombre. Pasemos, pues, a comentar los argumentos que nos ofrece el Catecismo (numerales 1250-1252):

«Puesto que nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original [el pecado de nuestros primeros padres, Adán y Eva], los niños necesitan también el nuevo nacimiento en el Bautismo para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios.»
Si los padres entendiesen la realidad del pecado original, y las consecuencias de éste para el alma, entenderían que postergar el bautismo de su hijo hasta que este pueda decidir, significa dejarlo desnudo de la gracia santificante, privado del vestido del mismo Cristo de quien somos revestidos en las aguas bautismales. Curiosamente, no se escucha a ningún papá decir que, puesto que no desea influir sobre los gustos de ropa de su hijo, lo dejará desnudo hasta que este pueda escoger por sí mismo las vestimentas de su preferencia.

«La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo de niños.»
Este argumento se relaciona con el falso concepto de libertad que explicamos más arriba. Cuando un papá quiere que su hijo sea libre para escoger su religión cuando tenga consciencia y conocimiento, es como pretender que sea libre para escoger a sus padres cuando tenga consciencia y conocimiento. Esa supuesta libertad es un engaño. El niño no necesita conocer varios candidatos a papás, y conseguirse el amor de alguno de ellos con ciertos méritos de su parte; él ya tiene papás desde el mismo momento en que ha sido concebido, y normalmente ya tiene garantizado el amor de estos, no necesita hacer méritos para ganarse su amor. Este es el caso con Dios, quien ha creado al hombre, y le ofrece Su amor y la salvación gratuitamente, pues todo acto meritorio de amor que puede hacer el hombre ya es un don de la gracia divina.

«Los padres cristianos deben reconocer que esta práctica corresponde también a su misión de alimentar la vida que Dios les ha confiado.»
Cuando los padres reciben un hijo, no reciben solo un cuerpo, reciben una persona, que es una unión indivisible de cuerpo, alma y espíritu. Por eso la responsabilidad de cuidarlo no implica solamente proveerle alimento material, sino también el espiritual. Uno dudaría del buen estado mental de un papá que se propusiera privar de alimento a su niño, aduciendo que prefiere esperar a que este tenga edad suficiente para decidir por sí mismo los tipos de alimentos de su preferencia, o que no le enseñase a hablar pensando que respeta mejor la libertad de su hijo si espera a que este tenga la edad suficiente para escoger por cuenta propia la lengua en la que desea comunicarse.

«La práctica de bautizar a los niños pequeños es una tradición inmemorial de la Iglesia está atestiguada explícitamente desde el siglo II. Sin embargo, es muy posible que, desde el comienzo de la predicación apostólica, cuando “casas” enteras recibieron el Bautismo (Cf. Hch 16,15.33; 18,8; 1Co 1,16), se haya bautizado también a los niños.»
Finalmente el Catecismo nos presenta aquí el argumento que para un católico es el de mayor peso: el testimonio de la Tradición de la Iglesia, fuente auténtica de la revelación divina. Siendo esta una práctica desde los comienzos del cristianismo, significa que fue instruida por nuestro Señor Jesucristo a los apóstoles, y que estos la transmitieron a la Iglesia, particularmente a los obispos que instituyeron para continuar el mandato del Señor de ir hasta los confines de la tierra, haciendo que todos los pueblos sean sus discípulos, bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19), pues «el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.» (Jn 3,5).

Así como uno no puede escoger, cuando ya es joven, una pareja de padres para ser sus progenitores, y entonces comenzar a ser hijo, tampoco puede escoger un Dios para que sea su Creador y Salvador, y así como desde el nacimiento el niño necesita los cuidados y atención de sus padres, también desde el nacimiento el alma de ese niño necesita los cuidados y atención de su Padre y Salvador que es Dios, y de su Madre que es la Iglesia instituida por Dios. Si el cuerpo comenzase a tener alma recién de joven o adulto, o se pudiese escoger, entre varios dioses, de cuál recibir el alma, entonces coincidimos que sería muy sensato esperar a que el hijo tuviese el conocimiento y la madurez necesarias para hacer la mejor elección, como puede ocurrir con la vocación matrimonial o religiosa, por ejemplo. Concluimos con una cita de San Basilio, uno de los más grandes Padres de la Iglesia:


Hay un tiempo conveniente para cada cosa: un tiempo para el sueño y otro para la vigilia, un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz. Sin embargo, el tiempo del bautismo absorbe toda la vida del hombre. Si no es posible al cuerpo vivir sin respirar, mucho menos lo será para el alma subsistir sin conocer a su creador. La ignorancia de Dios es la muerte del alma. Aquel que no ha sido bautizado tampoco ha sido iluminado. Así como sin luz, la vista no puede examinar aquello que le interesa, del mismo modo, el alma no puede contemplar a Dios sin el bautismo.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 12 SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
12 septiembre



Cuando se nos pregunte con qué fundamento nosotros creemos, esperamos y gozamos por adelantado de la eterna felicidad, deberemos responder: Apoyándonos en el Padre celestial, que se ha dignado hacernos sus hijos.


P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 11 SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
11 septiembre



La humildad y el servicio son las mayores excelencias en el Espíritu de Jesús. El máximo servicio, como expresión del máximo amor, lo da el que llega a morir por los demás.

Una forma de morir es entregar la vida en un acto de generosidad heroica, como el soldado que muere por la patria, o como el sacerdote que cae bajo las balas de un pelotón por guardar fidelidad a su compromiso sacerdotal.

Pero hay otra forma de morir: poco a poco, gota a gota, día a día, momento a momento, deshilachándose en el cumplimiento de un deber monótono y persistente.



P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY 12 SEPTIEMBRE 2018

La fuente
Santo Evangelio según San Lucas 6, 20-26. Miércoles XXIII de Tiempo Ordinario.



Por: H. Jorge Alberto Leaños García, L.C. | Fuente: missionkits.org 





En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
En medio de mis preocupaciones, mis intereses y mi vida ordinaria, quiero darte un pequeño momento, estar a tu lado y crear conciencia de lo que has hecho por mí. Dame la gracia de saber escucharte, contemplarte y enamorarme de la misión que me tienes preparada.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 20-26
En aquel tiempo, mirando Jesús a sus díscípulos, les dijo:"Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados.Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán.
Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas.
Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena!
¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!".

Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Si somos capaces de poner la fuente de nuestra alegría y de nuestra tristeza en Cristo podremos entender los caminos que pone en nuestra vida.
Hay que entender las bienaventuranzas para poder vivirlas, pues son benditos los que saben llorar con esperanza, porque ellos son los que encuentran un sentido a su dolor. Son ellos los que saben dar el paso de fe en medio de la incomprensión y logran entender que las lágrimas no tienen la última palabra.
Si la fuente de nuestra alegría está en diversiones y placeres que se prenden y apagan como un relámpago, no podremos encontrar satisfacción total y, aun cuando demostremos seguridad, en el fondo tendremos miedo por saber que esta risa, este consuelo, este gozo tendrá, tarde o temprano, un fin.
Es válido y necesario preguntarnos, ¿por qué somos felices?, ¿por qué reímos?, ¿por qué…? Respondiendo a esta pregunta lograremos examinarnos a fondo y darnos cuenta que no siempre vivimos con fe. Pero también nos ayudará a ver aquellos momentos que logramos responder con espíritu sobrenatural, en un acto de confianza, que pudimos haber puesto la fuente de nuestra alegría y gozo en donde nace la vida eterna, en Dios.
Frente al sufrimiento no comprendido se pone un "por qué" desesperado. Pero por detrás de cada suceso, por fe sabemos que hay un porqué... Es la respuesta que ofrece el creer en un Dios que prepara todo camino para aquellos que le aman.
Estas son las bienaventuranzas. No exigen gestos asombrosos, no son para superhombres, sino para quien vive las pruebas y las fatigas de cada día, para nosotros. Así son los santos: respiran como todos el aire contaminado del mal que existe en el mundo, pero en el camino no pierden nunca de vista el recorrido de Jesús, aquel indicado en las bienaventuranzas, que son como un mapa de la vida cristiana.

(Homilía de S.S. Francisco, 1º de noviembre de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy intentaré responder profundamente al porqué de mi felicidad, de mi alegría, de mi tristeza…
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

HOY ES LA FIESTA DEL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA, 12 SEPTIEMBRE


Hoy es la fiesta del Santísimo Nombre de María, luz que ilumina los cielos y la tierra
Redacción ACI Prensa






Cada 12 de septiembre la Iglesia celebra el Santísimo Nombre de la Madre de Dios que San Lucas señala en su Evangelio para veneración de todos los cristianos: “el nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 27).

En el libro “El secreto admirable del Santísimo Rosario” (p. 68), San Luis María Grignion de Montfort cuenta que la Virgen, llevando sobre el pecho la salutación angélica escrita en letras de oro, se le apareció a Santa Matilde y le dijo:


“El nombre de María, que significa Señora de la luz, indica que Dios me colmó de sabiduría y luz, como astros brillantes, para iluminar los cielos y la tierra”.

Desde muy antiguo, en la historia de la salvación, siempre se ha tenido un respeto especial por la forma con la que cada uno es nombrado porque, tal como como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (2158-2159), “el nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva”.

“El nombre recibido es un nombre de eternidad. En el reino de Dios, el carácter misterioso y único de cada persona marcada con el nombre de Dios brillará a plena luz”.

Por lo tanto, si el nombre de los hombres comunes merece respeto, con mayor razón los cristianos están llamados a honrar los Santos Nombres de Jesús y de la Virgen María.