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domingo, 19 de agosto de 2018

PAPA FRANCISCO: AL COMULGAR SE RECIBE LA VIDA MISMA DEL SEÑOR


Al comulgar se recibe la vida misma del Señor, recuerda el Papa Francisco en el Ángelus
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco subrayó, durante el rezo del Ángelus este domingo 19 de agosto, la centralidad de la Eucaristía en la vida del cristiano, y recordó que al comulgar se recibe a Cristo mismo: “Cuando acudimos a la comunión recibimos la vida misma del Señor, y para recibir esta vida es necesario nutrirse del Evangelio y del amor de los hermanos”.

Durante sus reflexiones previas al rezo, el Santo Padre meditó sobre el fragmento evangélico de este domingo, centrado en la segunda parte del discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm.

En su discurso, Jesús “se presenta como ‘el pan vivo bajado del cielo’, el pan que da la vida eterna, y añade: ‘El pan que yo os daré es mi carne por la vida del mundo’”.

“Este pasaje es decisivo –aseguró Francisco– y, de hecho, provoca la reacción de quienes le escuchan, que se ponen a discutir entre ellos: ‘¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?’”.

El Pontífice mostró cómo “cuando el signo del pan compartido muestra su verdadero significado, esto es, la entrega de sí mismo hasta el sacrificio, emerge la incomprensión, emerge el rechazo a Aquel a quien poco antes querían llevar de forma triunfal”.

A pesar de estas murmuraciones, “Jesús continúa: ‘Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros’. Aquí, junto con la carne, presenta también la sangre. Carne y sangre, en el lenguaje bíblico, expresan la humanidad concreta”.

“La gente y los mismos discípulos, intuyen que Jesús les invita a entrar en comunión con Él, a ‘comerle’ a Él, su humanidad, para compartir con Él el don de la vida para el mundo, más que triunfos espejismos de éxito”.

El Papa subrayó que “este pan de vida, Sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, llega a nosotros entregado de forma gratuita en la mesa de la Eucaristía. En torno al altar encontramos aquello que nos alimenta y que nos anima espiritualmente hoy y para la eternidad”.

Recordó que “cada vez que participamos en la Santa Misa, en cierto sentido, anticipamos el cielo sobre la tierra, porque del alimento eucarístico, el Cuerpo y la Sangre de Jesús, aprendemos cómo es la vida eterna, a vivir para el Señor”.

“La Eucaristía nos muestra por qué no vivimos sólo para nosotros mismos, sino para el Señor y para los hermanos. La felicidad y la eternidad de la vida dependen de nuestra capacidad de hacer fecundo el amor evangélico que recibimos en la Eucaristía”.

Además, insistió en que “Jesús nos repite también hoy a cada uno de nosotros: ‘Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros’. No se trata de una comida material, sino de un pan vivo y vivificante, que comunica la misma vida de Dios”.

Francisco explicó que la incomprensión de los oyentes ante estas palabras de Jesús también puede darse en la actualidad: “Ante la invitación de Jesús a nutrirnos de su Cuerpo y de su Sangre podemos advertir la necesidad de discutir y de resistir, como hacían los oyentes de los que habla el Evangelio de hoy”.

“Esto sucede cuando nos resistimos a modelar nuestra existencia a partir de la de Jesús, a actuar según sus criterios y no según los criterios del mundo. Pero Él no se cansa nunca de invitarnos a su banquete para saciarnos de Él, ‘pan vivo bajado del cielo’”.

Sin embargo, concluyó afirmando que “nutriéndonos de ese alimento podemos entrar en plena sintonía con Cristo, con sus sentimientos, con sus comportamientos”.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 19 AGOSTO 2018


Lecturas de hoy Domingo 20º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Hoy, domingo, 19 de agosto de 2018


Primera lectura
Lectura del libro de los Proverbios (9,1-6):

La Sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas, ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: «Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: "Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia."»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 33,2-3.10-11.12-13.14-15

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.

Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor. 
¿Hay alguien que ame la vida 
y desee días de prosperidad? R/.

Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5,15-20):

Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,51-58):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron;,el que come este pan vivirá para siempre.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 19 de agosto de 2018
Fernando Torres cmf


Compartir la vida con Cristo

      Durante la época de las persecuciones contra los cristianos en los primeros siglos de nuestra era, se acusó a los cristianos de comer carne humana. Se les acusó de ser antropófagos. Era, como es obvio, un malentendido en torno a la Eucaristía. También los judíos que aparecen en el Evangelio de hoy no entienden a Jesús cuando les dice que “si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros”. 

      ¿Qué significa “comer la carne” y “beber la sangre”? Carne y sangre no son sólo para los judíos realidades físicas. Son también el lugar de la presencia de la vida. Comer la carne y beber la sangre significa participar en la misma vida. Habla de una unión profunda entre las personas. Por eso, cuando en el Génesis Adán ve a Eva recién creada por Dios, dice que es “carne de mi carne” (Gn 2,23). Y de alguien que es muy cercano a nosotros, de nuestra familia, decimos que es “de nuestra sangre”.

      El Evangelio de hoy nos habla de la relación que hay entre la vida sacramental, especialmente la Eucaristía y la vida del cristiano. Participar en la Eucaristía es realmente recibir el pan que da la verdadera vida, pero también es comulgar con el cuerpo y la sangre de Cristo. Por la participación en el sacramento quedamos íntimamente unidos a Cristo. Habitamos en él y él en nosotros. Somos “sangre de su sangre” y “carne de su carne”. Pero comulgar con él nos lleva a un especial compromiso, a vivir de acuerdo a un determinado estilo: como Jesús. El Evangelio se convierte en nuestra norma de vida. Al salir de la Eucaristía nos hemos transformado para vivir la misma vida de Jesús.

      Participar en la Misa es, pues, un modo de comprometernos públicamente a vivir al estilo de Jesús. En cada Eucaristía, Jesús nos repite la misma pregunta que les hizo a los Zebedeos: “¿Sois capaces de tomar la copa que yo he de beber?” (Mt 20,22). Recibir la vida en la comunión de la carne y de la sangre, del pan y del vino, en la Misa significa vivir de una forma diferente, de acuerdo con el Evangelio, nuestra vida de familia, nuestra relación con los amigos, en nuestro trabajo, como ciudadanos. La Eucaristía se convierte en lugar de vida y la vida, nuestra vida, se convierte en lugar donde vivir lo que hemos recibido en la Eucaristía. Nuestro estilo de vida certifica si realmente hemos participado en la Misa, si nos hemos hecho “sangre de su sangre”.



Para la reflexión

      Participar en la misa dominical no es sólo llegar a tiempo, participar en los cantos y saludar a los amigos. Es escuchar la Palabra y comprometernos con Jesús, comulgando con él. ¿Cómo me preparo para participar mejor cada domingo? ¿Leo y medito antes o después de Misa las lecturas? ¿Lo hago con mi familia? ¿Me esfuerzo porque mi vida cambie en algo después de cada Misa?