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viernes, 22 de junio de 2018

INVOCA SIEMPRE A JESÚS

Invoca siempre a Jesús

No pierdas tu equilibrio interior.


Por grande que sea la tempestad en que te encuentres, no pierdas tu equilibrio.


Todas las tempestades pasan.


Cuando las recibimos con tranquilidad, no nos hacen ningún mal.
Jesús dormía dentro de la barca.


Cuando los discípulos, agitados, lo llamaron, todo quedó en calma.
Haz lo mismo.


Recurre al Maestro divino, para calmar las tempestades cuando lleguen...

TENEMOS MUCHOS AMIGOS, PERO SÓLO UN AMIGO


Tenemos muchos amigos, pero sólo un Amigo
Autor: P. Fintan Kelly | Fuente: Catholic.net



¡Cuántos falsos amigos hay a nuestro alrededor! En vez de hacernos el mayor bien nos hacen el mayor mal.


Todos tenemos la tendencia a amar y sentimos la necesidad de ser amados.

¡Cuánto sufre una esposa cuando siente que su marido ya no la ama! ¡Cuánto les duele a los hijos cuando ven a sus padres separarse! Muchas veces el amar y el sentirse amado parecen sólo una ilusión.

Hay una Persona que satisface esta sed existencial del hombre. Él no quiere fallarnos, ni puede hacerlo. Es Jesús de Nazaret. Es la única persona que llena totalmente el corazón del hombre.

Él es el único amigo sincero, es el único amigo fiel, es el único que nos tiende la mano y nos ayuda y nos ama en la juventud, en la edad madura, en la vejez, en la tumba y en la eternidad.

La imagen que nos da el Evangelio de Cristo es de un hombre fiel a sus amigos. Cuando Pedro le quiere disuadir de ir a Jerusalén para ser torturado y muerto, responde: ¡Apártate de mí, Satanás, pues tus caminos no son los de Dios!. Con estas palabras duras quiere corregir a su Apóstol, que no entiende el camino salvífico de la cruz. Pero Cristo fue tolerante y fiel a aquel que había escogido para ser el primer Papa de la Iglesia, pues le perdonó el haberle traicionado cobardemente durante la pasión; al hablar con él después de su resurrección le dijo: ¡Apacienta mis corderos y mis ovejas.!

Hace falta tener este tipo de amigo, que no nos deja nadar tranquilamente en el dulce charco de nuestra mediocridad, que no nos deja pisar la arena movediza de la comodidad.

Cristo exigió a la Samaritana el superarse cuando le dijo: ¡Mujer, vete y llama a tu marido!. Por medio de esta afirmación quería mover su conciencia, porque ella no tenía un marido, sino había tenido varios amantes. Algo semejante dijo a la mujer sorprendida en flagrante adulterio; los fariseos querían apedrearla, pero Cristo la salvó; al final le dijo: No te condeno, pero vete y no peques más.

Este Amigo quería lo mejor para sus amigos y por eso quiso salvarles de la muerte radical y definitiva, que es el infierno, y darles la vida radical y definitiva, que es el cielo. El mayor bien que se puede hacer a un amigo es ayudarle a salvar su alma.

¡Cuántos falsos amigos hay a nuestro alrededor! En vez de hacernos el mayor bien nos hacen el mayor mal.

La amistad que Cristo nos ofrece supera las fronteras espacio-temporales. Él nos ama en esta vida y en la otra.

Me acuerdo que una señora, viuda, sin hijos, me dijo una vez: "Ya no tengo razón para vivir." Yo le contesté: "Lo siento mucho por Ud., señora, pues parece ser que nunca ha entendido el Evangelio. Evangelio significa buena nueva". La gran noticia que el Mesías nos comunicó es que Dios nos ama por medio de Cristo; lo mandó a este mundo para enseñarnos la Verdad y la Vida, pues Él es el Camino para conocer la Verdad y para adquirir la Vida. Cuando uno se da cuenta de esto, aún los sufrimientos más duros, sean físicos o morales, se relativizan, porque nos damos cuenta que hay una Persona que nos ama inmensamente.

Una vez tuve la ocasión de hablar con una muchacha que se había cortado las venas con la intención de acabar con su vida. Tenía sólo 16 años y todavía se podían ver las cicatrices de las cortaduras en sus muñecas. Ella me dijo: "Mis padres no me quieren. Nadie me quiere." Yo le hablé del amor inmenso de Dios hacia cada uno de nosotros. Ella se quedó muy consolada.

Cuando Pedro Bernardone, el padre de Francisco de Asís, lo echó fuera de casa y lo desheredó, el Santo se dio cuenta que tenía un Padre que no le podía fallar.

Tal vez éste sea el mensaje central y esencial del Evangelio: tenemos un Padre en el Cielo que nos ama apasionadamente y lo ha mostrado por medio de su Hijo Jesucristo.

REGALA ALGO DISTINTO



Regala algo distinto
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla



Este año, haz lo que pocos hacen: regala  algo distinto.  Y en vez de pasarte los días correteando tiendas, pásatelos con Dios, haciendo paqueticos de caridad cristiana. 

¿Por qué no dejas un poco de fe, esperanza y caridad en el corazón de todos? 

Son regalos muy exclusivos de la tienda de Dios. 

No tienen precio humano.  No tienen moneda circulante.  ¡No cuestan dinero!  Su precio es de amor, de alma. 

Por eso no puede regalarlos todo el mundo y no se adquieren fácilmente, porque su tallado es laborioso, su pulimento constante y sus materiales muy caros. 

Son regalos de tierra, con resplandor de cielo. 

El hombre los elabora y Dios los premia.  El hombre da mano de obra y Dios da salvación eterna. 

Regala un poco de tu fe, porque todos la necesitan.  Es el sentido de la vida.  Es la certeza de no necesitar pruebas para creer.  Es un faro al que siempre puedes mirar.  Es el  mejor amarre para no caer, la mejor brújula para orientarte ¡y el mejor puerto para morir! 

No hay duda de que la fe es el ancla que te salva, la palanca que te mueve, el eje que  te sustenta, la vida que te rebosa y la luz que llevas dentro, floreciendo las cruces y obrando milagros. 

Da un poco de esperanza.  Es una promesa que siempre está latente.  Es traspasar las murallas y  mirar más allá.  Es el sueño de los que están despiertos.  Es el horizonte de los que se derrumban.  Es la mecha ardiendo que te permite estar de pie y comenzar de nuevo.  Es poseer de antemano lo que todavía no ha llegado, y soñar hacer con lo que llegue, lo que todavía no ha sido posible realizar.  Es el resorte de tu imaginación para buscar una salida y el espacio donde siempre puedes abrir las alas y salir a volar. 

¿Por qué no regalas este año algo tan lindo como la caridad cristiana? 

La caridad es como un desdoblamiento hacia el otro, por amor de Dios.  Es gastarte en los demás y crecer para ti. 

Son rendijas de tu amor destilando sobre la vida de los que te rodean.  Es dar de tu rocío para que el otro pueda amanecer, y de tu cosecha para que el otro pueda vivir.  Dar de tu agua para que nadie tenga sed.  Dar de tu abundancia para que nadie se sienta vacío, y de tu corazón para que nadie deje de calentarse. 

Date a ti misma como semilla del camino y regala tus dones, como se dan los besos, las rosas y el amor. 

Entrégate este año con más soluciones, más acción y más efectividad.  Y empezarás a sentir cómo se te encienden por dentro “llamitas” que tenías dormidas y cómo se realizan a tu lado los milagros invisibles de Dios. 

Darse en amor, es la única forma de hacer crecer las alas ¡y alzar la vida! 

En esta Navidad, mira la estrella del pesebre y llénate de luz. 
Porque la luz de caridad es luz de “astro”… ¡la única que tiene abierto un caminito directo para llegar al cielo!

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 22 JUNIO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
22 junio



Permanecer en Cristo, es tener vida de intimidad con él; cobrar conciencia de que él vive en nosotros y nosotros en él. Tenemos relación vital con él más que el hijo con su madre y así es como llegamos a ser "otro Cristo"; imitar a Cristo es fácil, cuando se lo ama profundamente.

Y cuando se llega a vivir íntimamente unido a Cristo y a imitarlo en todas sus obras, pensamientos y sentimientos, es cuando se comienza a dar frutos que complacen al Padre celestial; es una locura pensar que un sarmiento seco pueda producir fruto; pero es todavía una locura mayor pretender ser apóstol al margen de Cristo; porque apostolado es dar a Cristo y nadie da lo que no tiene.


P. Alfonso Milagro

PAPA FRANCISCO DESTACA EL PAPEL DE LOS CRISTIANOS ORIENTALES ANTE UN OCCIDENTE SECULARIZADO


El Papa destaca el papel de los cristianos orientales ante un Occidente secularizado
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa





El Papa Francisco hizo un llamado a ayudar a los cristianos de Oriente Medio, custodios de una importante “carga profética”, y pidió generosidad de acogida a los que huyen de la guerra, pues su testimonio tiene un gran valor en un Occidente secularizado.

El Santo Padre realizó este pedido durante la audiencia que concedió a los participantes de la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO), que celebran estos días su Asamblea Plenaria que, este año, coincide con el 50 aniversario de su fundación.

El Papa valoró los diversos proyectos impulsados por la Agencia, “gracias a la generosidad de muchísimos fieles en todo el mundo”, que han permitido a las diferentes Iglesias Orientales Católicas, “tanto en la madre patria como en la diáspora, desarrollarse y llevar adelante el testimonio evangélico”.


En este sentido, subrayó que ese testimonio ha supuesto una dura prueba para los cristianos orientales, pues, con frecuencia, se ha llevado a cabo “en medio de dolores y persecuciones, primero por parte de los regímenes totalitarios de Europa Oriental, y, de forma más reciente, en medio del fundamentalismo y del fanatismo que, con pretextos religiosos y de conflictos, parecen no querer cesar, sobre todo en Oriente Medio”.

“La solidaridad concreta que habéis mostrado se ha dirigido a las emergencias de las guerras y de las migraciones, pero, principalmente, ha sabido garantizar la vida de la Iglesia, la actividad pastoral y de evangelización, las obras sociales y asistenciales”.

En su discurso, el Santo Padre subrayó la misión esencial de las Iglesias Orientales: “Las Iglesias Orientales Católicas, que son testimonios vivos de los orígenes apostólicos, están llamadas de manera especial a custodiar y a difundir la llama pentecostal”.

“Están llamados cada día a redescubrir la misma presencia profética en cada lugar donde son peregrinos. Comenzando por Jerusalén, Ciudad Santa cuya identidad y vocación peculiar debe preservar, más allá de las tensiones y de las disputas políticas, la presencia de los cristianos como pequeño rebaño que obtiene del Espíritu la fuerza para la misión de dar testimonio, hoy más urgente que nunca”.

Con esta misión de los cristianos de Jerusalén presente, el Pontífice hizo un llamado: “Que, de los lugares santos, donde el sueño de Dios se cumplió en la encarnación, muerte y resurrección de Jesucristo, llegue un renovado espíritu de fortaleza que anime a los cristianos de Tierra Santa y de Oriente Medio a comprender su vocación específica y a dar razón de la fe y de la esperanza”.


Dentro de esa misión de “los hijos e hijas de las Iglesias Orientales Católicas” tiene especial peso el encargo de “custodiar su carga profética, de anuncio del Evangelio de Jesús, también en los contextos a menudo muy secularizados de nuestro Occidente, adonde llegan como migrantes y refugiados”.

Por ello, pidió que “puedan encontrar acogida tanto en el ámbito práctico como en el ámbito de la vida eclesial, conservando y desarrollando el patrimonio de sus propias tradiciones”.

Francisco finalizó su discurso destacando que “gracias a la actividad de la ROACO, por medio de miradas y gestos de caridad que sostienen la vida de las Iglesias Orientales, el Sucesor de Pedro puede continuar su misión de búsqueda de posibles caminos hacia la unidad visible de todos los cristianos”.

21 DE JUNIO FINALIZÓ LA GUERRA CRISTERA EN MÉXICO


21 de junio:  finalizó la Guerra Cristera en México
POR DAVID RAMOS | ACI Prensa
 Foto: Dominio público.




El 21 de junio de 1929 finalizó oficialmente la Guerra Cristera en México tras la firma de los acuerdos entre el Arzobispo mexicano Leopoldo Ruiz y Flóres, como delegado apostólico del Papa Pío XI, y el entonces presidente del país, Emilio Portes Gil.

Culminó así un conflicto de tres años que enfrentó al Gobierno mexicano con numerosos grupos de fieles católicos, denominados “cristeros”, indignados por las medidas legales emitidas contra la Iglesia y el culto religioso.

Los cristeros tenían como su lema principal “Viva Cristo Rey y Nuestra Señora de Guadalupe”. Se estima que más de 60 mil soldados del Gobierno y 25 mil milicianos del bando cristero murieron.

En declaraciones a ACI Prensa, el jurista y doctor en Historia Jorge Adame Goddard, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, explicó que el origen del conflicto es la Constitución de México de 1917, que “desconocía los derechos de la Iglesia, desconocía su personalidad jurídica, limitaba el número de sacerdotes, ponía restricciones muy importantes al culto público”.

Recordó que “esto generó una serie de protestas” y las tensiones aumentaron con la llegada al poder del presidente Plutarco Elías Calles en 1924.

En 1926 este presidente promulgó la Ley de tolerancia de cultos, conocida como “Ley Calles”, para hacer efectivos los artículos constitucionales contra la Iglesia.

Con la Ley Calles, señala Adame Goddard, “se consideraban delitos muchas actividades totalmente lícitas, como que un sacerdote esté en la calle con traje talar o que los religiosos estén reunidos en congregaciones, o que se enseñara religión en las escuelas”.

Ante las repetidas negativas del Gobierno a derogar la Ley Calles, un gran número de obispos decidió suspender el culto el 31 de julio de 1926, día en que comenzó a regir la controversial legislación.

“La suspensión de culto impresiona muchísimo a la población. De pronto todas las iglesias están cerradas, no pueden bautizar a sus hijos, no hay primeras comuniones, ni Misas los domingos”, dijo el jurista.


El Gobierno respondió cerrando los templos, persiguiendo y arrestando a sacerdotes y dirigentes laicos. La violenta reacción estatal hace que muchos católicos decidan tomar el camino de las armas.

Adame Goddard dijo a ACI Prensa que el movimiento cristero “se produce en varios estados de manera espontánea. En cada lugar hay jefes locales, jefes regionales militares, militares improvisados”.

“En la Ciudad de México se constituye un grupo de intelectuales profesionistas, principalmente abogados, que constituyen la Liga Defensora de la Libertad Religiosa” con el fin de “conseguir recursos para apoyar el movimiento armado y procura también dirigirlo”.

Eventualmente, precisó el jurista, se constituyó un mando único militar en el movimiento cristero, bajo el mando del general Enrique Gorostieta Velarde.

“Este era un militar de carrera, entrenado en el Ejército” que unificó y “logró que el movimiento cristero llegara a controlar territorios en partes de Jalisco, Zacatecas, algo de Durango, Colima”.

La preocupación de la Iglesia: La pastoral

Adame Goddard indicó que “la Iglesia no apoyó el movimiento armado”, aunque “tampoco lo detuvo”.

“Resulta además que con la guerra se generaba el problema que, en mi opinión, era el más grave”, pues México era para 1929 “un país católico que no tiene culto público durante tres años y aparte tiene a los sacerdotes perseguidos, y casi todos los obispos fuera del país”.

“Estaba el riesgo de relajación de los sacerdotes, la casi nula atención de los creyentes. Esto generaba mucha preocupación en la Iglesia. Y es la preocupación principal que tenía el Papa (Pío XI) entonces”, explicó.

En ese contexto, Emilio Portes Gil asume el gobierno en diciembre de 1928 y “abre un camino de negociación, diciendo que se pueden respetar ciertos derechos sin modificar la legislación”.

“Los obispos, también apoyados por Roma, deciden aprovechar esta oportunidad precisamente para resolver el problema pastoral”, explicó Adame Goddard.

Con la firma de los acuerdos, “el problema político que generó el conflicto, la Constitución, quedó sin tocar. La Ley Calles quedó sin aplicar, las leyes constitucionales quedaron sin aplicar. Se mantuvo un estado pacífico sin cambiar la legislación”.

“Pero el problema pastoral se resolvió inmediatamente: se reanudó el culto, y al reanudarse el culto la mayor parte de los levantados en armas, que se habían levantado porque no tenían culto público, decidieron dejar las armas y volver a sus actividades ordinarias. Entonces el movimiento militar también decayó mucho después de ese momento”.

El legado de la guerra cristera


El jurista de la UNAM destaca que la guerra cristera dejó “varias enseñanzas” para la Iglesia y el México de hoy.

Con la Liga Defensora de la Libertad Religiosa surge una “nueva perspectiva, la de considerar la libertad religiosa principalmente como un derecho de los creyentes que el Estado debe respetar y del cual se deriva el reconocimiento de los derechos de la Iglesia”, indicó.

Añadió que otra consecuencia es que el Gobierno mexicano “se da cuenta que esa ley no la puede aplicar. Y eso llevará a que en 1992 se reforme la Constitución estableciendo un régimen moderno de respeto a los derechos de los creyentes y de relaciones institucionales entre el Estado y la Iglesia”.

Adame Goddard subrayó también que una enseñanza de la guerra cristera para la Iglesia es “que se debe cuidar antes que nada la formación espiritual de los laicos y hacerles ver la importancia de su participación en la vida pública, el gran bien que fue la participación de estos cristeros, muchos de ellos ya beatificados.

“Y que tengan actualmente la misma fortaleza que tuvieron los cristeros”.

Una mentalidad laicista que persiste en México

Sin embargo, para el jurista mexicano, a pesar de los cambios legales la Iglesia en México “sigue con una voz disminuida en el debate público”.

“Se ha insistido en que los obispos, por ejemplo, no pueden opinar sobre los asuntos públicos. Cuando han opinado acerca del aborto y acerca del matrimonio se levantan denuncias en contra de ellos, porque dicen que se están metiendo en asuntos políticos que no les corresponden”, indicó.

En ese sentido, Adame Goddard lamentó que en el país permanezca una mentalidad laicista “que no respeta el derecho de libertad religiosa de los creyentes y el derecho de expresión de los creyentes y los obispos”.

“Y siguen pensando que la Iglesia tiene el interés de apoderarse del poder político para gobernar, lo cual es totalmente anacrónico”, señaló.

LA IGLESIA Y EL DEPORTE


La Iglesia y el deporte
¿Dónde radica, en última instancia, el interés eclesial por el deporte?


Por: Alexandre Borges de Magalhaes | Fuente: CEC Conectado Con lo Esencial 




El interés de la Iglesia por la actividad deportiva no es nuevo, pero en las últimas décadas ha experimentado un crecimiento significativo que coincide con la difusión del deporte a círculos cada vez más amplios de la sociedad. Los últimos Papas han estado atentos al mundo deportivo y a través de encuentros con equipos, selecciones y deportistas, han regalado importantes luces que propician una comprensión integral del deporte. En los últimos años, este esfuerzo eclesial se ha traducido en la creación de la sección “Iglesia y deporte”, del Pontificio Consejo para los Laicos, la Familia y la Vida y del Departamento de Deporte en el Pontificio Consejo para la Cultura, que buscan fomentar la reflexión acerca de la relación entre fe cristiana y deporte, impulsar la pastoral de los deportistas y difundir los valores cristianos asociados a la práctica deportiva, pues la Iglesia «está llamada a prestar atención también a todo lo que concierne al deporte, que puede ser considerado como uno de los puntos neurálgicos de la cultura contemporánea y frontera de la nueva evangelización»1.

Pero, ¿dónde radica, en última instancia, el interés eclesial por el deporte? Con mucha claridad lo dice el Papa Francisco: “Los lazos entre la Iglesia y el deporte son una bella realidad que se ha ido consolidando en el tiempo, porque la comunidad eclesial ve en el deporte un válido instrumento para el crecimiento integral de la persona humana. La práctica del deporte, en efecto, estimula una sana superación de sí mismos y de los propios egoísmos, entrena el espíritu de sacrificio y, si se enfoca correctamente, favorece la lealtad en las relaciones interpersonales, la amistad y el respeto de las reglas”2.

También nos ayuda remontarnos a la célebre intervención del Papa Pío XII acerca de los cuatro fines del deporte, donde enseña que el deporte «tiene como fin próximo el educar, el desarrollar y fortificar el cuerpo en su lado estético y dinámico; como fin más remoto, el uso del cuerpo por parte del alma, así preparado para el despliegue de la vida interior y exterior de la persona; como fin aún más profundo, el de contribuir a su perfección; por último, como fin supremo, en general y común a toda forma de actividad humana, el de acercar al hombre a Dios»3.

Al precisar la finalidad de la actividad deportiva, el Papa Pio XII muestra el trasfondo del interés eclesial por el deporte, que es la salvación del hombre en su totalidad, cuerpo y espíritu, dejando en evidencia que para la Iglesia el deporte es una actividad humana sumamente relevante, pues es un instrumento que permite al ser humano desarrollarse integralmente y acercarse a Dios.

La Iglesia se interesa por la práctica deportiva porque antes que nada se interesa por el bienestar físico y espiritual del ser humano, porque lo concibe como una unidad, no compuesta de partes aisladas e independientes, sino de realidades unidas, que interactúan y se influencian permanentemente. La visión cristiana del ser humano busca ser integral, evitando cualquier reduccionismo antropológico.


En la misma línea, se entiende el deporte no sólo en su aspecto físico, sino también en cuanto «ordenado al perfeccionamiento intelectual y moral del alma»4, como una «gimnasia del espíritu, un ejercicio de educación moral»5 que ayuda al ser humano a la consecución de los fines supremos para los que ha sido creado. «Asimismo, cuando se practica deportes de alto nivel hace falta preservar la armonía interior entre el cuerpo y el espíritu, no reduciendo el deporte solamente a la mera obtención de resultados»6.

“Nada hay nada verdaderamente humano que no encuentre eco”7 en el corazón del Pueblo de Dios, nos enseñaron los padres conciliares en la Gaudium et spes. En la misma dirección el Papa Francisco nos exhorta a seguir: ‘‘La Iglesia se interesa por el deporte porque le preocupa el ser humano, todo el ser humano, y reconoce que la actividad deportiva repercute en la formación de la persona, en sus relaciones, en su espiritualidad”8.

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1 Nota de prensa con ocasión de la fundación de la oficina “Iglesia y deporte” del Pontificio Consejo para los Laicos.
2 Papa Francisco, Mensaje a los Delegados de los Comités Olímpicos Europeos, 23/11/2013.
3 Pío XII, Discurso al Congreso italiano de educación física, 8/11/1952.
4 Pío XII, Discurso al Centro Deportivo Italiano, 5/10/1955.
5 Pablo VI, Discurso a los ciclistas del Giro de Italia, 30/5/1964.
6 Benedicto XVI, Discurso al equipo de ski alpino de Austria, 6/10/2007.
7 GS, 1.
8 Papa Francisco, Discurso a los miembros de la Federación Italiana de Tenis, 8/5/2015.

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, 22 JUNIO


Nardo del 22 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, Corazón Eucarístico!

Meditación: ¡Oh Señor, Oh Mi Amor!. Que aquel Jueves Santo te quisiste quedar entre nosotros perpetuado en el Pan Sagrado. Señor, te conviertes en nuestro Alimento para que algún día veamos el Cielo. Cuántos hoy del Supremo Regalo se han olvidado y lo han despreciado, cuántos hermanos están profanando Tu Cuerpo Santo. Sabes, Señor, muy pocos creen que estás en el Pan Vivo, que el Vino en Tu Sacratísima Sangre se ha convertido...¡oh Mi Cristo, cuántos corazones perdidos!.
Señor que nos obsequias en las Especies Santas la Vida de las almas, qué pocas de ellas Te besan cuando en ellas entras. Jacinta de Fátima te llamaba el Jesús Escondido, al saber que estabas en el Pan Bendito. ¡Oh Señor, que renuevas el Supremo Sacrificio y te ofreces permanentemente para nuestra salvación!. Te pido perdón por todos los que no sabemos verte presente en el Pan de Dios y no te damos permanente adoración!.

Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Ofrezcamos una mortificación al Señor por todos los ultrajes y sacrilegios cometidos contra Su Santísimo Cuerpo y Sacratísima Sangre.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 22 JUNIO 2018


Lecturas de hoy Viernes de la 11ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 22 de junio de 2018



Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (11,1-4.9-18.20):

En aquellos días, cuando Atalía, madre del rey Ocozías, vio que su hijo había muerto, empezó a exterminar a toda la familia real. Pero cuando los hijos del rey estaban siendo asesinados, Josebá, hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, raptó a Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio; así, se lo ocultó a Atalía y lo libró de la muerte. El niño estuvo escondido con ella en el templo durante seis años, mientras en el país reinaba Atalía. El año séptimo, Yehoyadá mandó a buscar a los centuriones de los carios y de la escolta; los llamó a su presencia, en el templo, se juramentó con ellos y les presentó al hijo del rey. Los centuriones hicieron lo que les mandó el sacerdote Yehoyadá; cada uno reunió a sus hombres, los que estaban de servicio el sábado y los que estaban libres, y se presentaron al sacerdote Yehoyadá. El sacerdote entregó a los centuriones las lanzas y los escudos del rey David, que se guardaban en el templo. Los de la escolta empuñaron las armas y se colocaron entre el altar y el templo, desde el ángulo sur hasta el ángulo norte del templo, para proteger al rey. Entonces Yehoyadá sacó al hijo del rey, le colocó la diadema y las insignias, lo ungió rey, y todos aplaudieron, aclamando: «¡Viva el rey!» 
Atalía oyó el clamor de la tropa y se fue hacia la gente, al templo. Pero, cuando vio al rey en pie sobre el estrado, como es costumbre, y a los oficiales y la banda cerca del rey, toda la población en fiesta y las trompetas tocando, se rasgó las vestiduras y gritó: «¡Traición, traición!» 
El sacerdote Yehoyadá ordenó a los centuriones que mandaban las fuerzas: «Sacadla del atrio. Al que la siga lo matáis.» Pues no quería que la matasen en el templo. 
La fueron empujando con las manos y, cuando llegaba a palacio por la puerta de las caballerizas, allí la mataron. Yehoyadá selló el pacto entre el Señor y el rey y el pueblo, para que éste fuera el pueblo del Señor. Toda la población se dirigió luego al templo de Baal; lo destruyeron, derribaron sus altares, trituraron las imágenes, y a Matán, sacerdote de Baal, lo degollaron ante el altar. El sacerdote Yehoyadá puso guardias en el templo. Toda la población hizo fiesta, y la ciudad quedó tranquila. A Atalía la habían matado en el palacio.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 131,11.12.13-14.17-18

R/. El Señor ha elegido a Sión, 
ha deseado vivir en ella

El Señor ha jurado a David 
una promesa que no retractará: 
«A uno de tu linaje 
pondré sobre tu trono.» R/. 

«Si tus hijos guardan mi alianza 
y los mandatos que les enseño, 
también sus hijos, por siempre, 
se sentarán sobre tu trono.» R/. 

Porque el Señor ha elegido a Sión, 
ha deseado vivir en ella: 
«Ésta es mi mansión por siempre, 
aquí viviré porque la deseo.» R/. 

«Haré germinar el vigor de David, 
enciendo una lámpara para mi Ungido. 
A sus enemigos los vestiré de ignominia, 
sobre él brillará mi diadema.» R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,19-23):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy viernes, 22 de junio de 2018
 Llorente cmf




      El mensaje del Evangelio de hoy es bien sencillo y fácil de entender: tenemos que ser inteligentes y orientar nuestra vida para conseguir lo más valioso, el mejor tesoro que podamos alcanzar. Así de simple. Así de sencillo. Lo que pasa es que a veces, demasiadas veces, nos equivocamos y terminamos poniendo nuestro corazón en cosas que ni son tesoro ni son nada, que se desvanecen entre los dedos de nuestras manos como se escapa la arena de la playa. 

      Para que lo entendemos mejor, se nos pone el ejemplo de la primera lectura. No es más que un relato de aquellos primeros reyes de Israel. No fueron muy allá los descendientes de David. Enseguida se corrompieron y anduvieron en luchas entre ellos. Unos para quitarle el trono a los otros y los otros para defenderse de los que se lo querían quitar. La historia de siempre, mil veces repetidas a lo largo de los siglos de vida de la humanidad en la faz de la tierra. 

      Atalía había conseguido arrebatar el trono a la familia de su hijo. Para ello, no dudo en exterminar a sus propios nietos (no eran tiempos en los que estuviesen de broma a la hora de vencer en la batalla). Ya se sentía segura. Tenía el trono. Tenía el palacio. Tenía una buena vida asegurada. Pero pasó lo que pasa habitualmente: que no había atado todos los cabos y se le escapó vivo uno de sus nietos. Por ahí le llegaron a Atalía todos los males. Solo fue cuestión de tiempo que terminase ella también, acosada, acorralada y muerta. 

      Jesús nos centra en la enseñanza que debemos aprender de esta historia y de tantas historias parecidas. Hay que buscar y trabajar por alcanzar los verdaderos tesoros, los que no se come la polilla ni la carcoma. 

      Seamos realistas todo lo material está llamado a pasar, a deteriorarse, a desaparecer. El que pone su corazón en los tesoros materiales está perdiendo el tiempo y, probablemente, se terminará quedando más sólo que la una. 

      Pero Jesús señala a otros tesoros en los que sí vale la pena poner el corazón. Jesús habla de los tesoros del cielo. Nosotros hoy con nuestro lenguaje hablaríamos del amor y el cariño, e la relación, de la fraternidad, de la justicia. Hablaríamos de abrir la mano para tender puentes, para encontrarse con el hermano. Ahí, con seguridad, encontraremos el verdadero tesoro: en la amistad, en el cariño, en el amor (¿les suena a algo aquello de que “Dios es amor”?). Esa luz ilumina la vida con tal fuerza que nos hace olvidar la oscuridad. 

      Para terminar y confirmar: ¿no han oído muchas veces decir a las personas que dedican su vida al servicio amoroso a los más pobres que se sienten felices y amados por ellos, que reciben mucho más de lo que dan? Es que en el amor todo lo que se da se recibe mil veces de vuelta. Con la ventaja de que ese tesoro no se lo comen ni las polillas ni las carcomas, ni el tiempo ni la enfermedad.