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miércoles, 16 de mayo de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 16 MAYO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
16 mayo



Las palabras de Jesús son vida y comunican vida; no podemos permitir que solamente queden escritas; es preciso vivirlas con la mayor intensidad posible.

Para vivirlas, hay que conocerlas y en consecuencia hay que leerlas y meditarlas con frecuencia; por eso te aconsejo como término de estas reflexiones evangélicas que no se te caiga de las manos el santo Evangelio; ha de ser tu libro de cabecera y tu compañero de viaje, tu más frecuente consejero y tu alivio más seguro.

Los demás libros, por buenos que sean, son siempre la palabra del hombre; el Evangelio es la Palabra de Jesucristo.


P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 16 MAYO 2018


Lecturas de hoy Miércoles de la 7ª semana de Pascua
 Hoy, miércoles, 16 de mayo de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (20,28-38):

En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: «Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir.”» 
Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 67,29-30.33-35a.35b.36c

R/. Reyes de la tierra, cantad a Dios

Oh Dios, despliega tu poder, 
tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro. 
A tu templo de Jerusalén 
traigan los reyes su tributo. R/. 

Reyes de la tierra, cantad a Dios, 
tocad para el Señor, 
que avanza por los cielos, 
los cielos antiquísimos, 
que lanza su voz, su voz poderosa: 
«Reconoced el poder de Dios.» R/.

Sobre Israel resplandece su majestad, 
y su poder, sobre las nubes. 
¡Dios sea bendito! R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (17,11b-19):

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 16 de mayo de 2018
Eguione Nogueira, cmf
¡Hermanas y hermanos! ¡Paz y bien!

Jesús vive, muere y resucita para que los hombres tengan la vida. Pero su entrega no significa propiamente una sustitución a la responsabilidad que tenemos con nuestra vida. Jesús inicia un movimiento, da el primer paso, abre el camino para que el discípulo pueda hacer lo mismo. El se hizo fuente de donde todo procede para los que creen en su palabra. Por eso, la palabra que recibimos como discípulos suyos no debe hacernos inertes ante la vida, sino asumirla con todas sus consecuencias.

La palabra que hemos recibido pide testimonio de nuestra parte, pide que nosotros seamos sus testigos: “Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo” (Jn 17,18). Eso quiere decir que, si el testimonio de Jesús ha encontrado el odio del mundo, no hay que esperar que la condición de los discípulos sea distinta. El mundo sabe que la palabra de Cristo nos hace libres y verdaderos y eso incomoda las estructuras que viven bajo la dictadura de la mentira (hoy las famosas fake news), de la mundanidad y del relativismo.

La palabra de Jesús amenazaba el orden y la tranquilidad del mundo. Su modo de actuar fue considerado subversivo para los poderes de su tiempo: el poder político, de la cultura y de la religión. Por eso, fue juzgado y condenado por ser la encarnación de la subversión, por no aceptar el dominio supremo del mundo y de las potencias que lo gobernaban: la mentira, el odio, la muerte. Asimismo, es la suerte del cristiano que no tiene otra palabra que la de Cristo y otra suerte que la suya.

Es verdad que en nosotros hay un instinto casi irresistible de protección, seguridad y tranquilidad. Un ejemplo se puede ver en los padres que tuvieron que luchar mucho para lograr buenas condiciones para sus hijos y creen que lo mejor es ahorrarles esfuerzos personales. Pero lo que Jesús nos enseña es que el amor no puede ahorrar el sacrificio de las personas amadas. El amor es fiel y la fidelidad no rehúye de los sacrificios. Eso nos ayuda a comprender la entrega de Jesús en la cruz: solo desde la fidelidad al amor es posible comprender la obediencia de Jesús al Padre. Aunque no nos sintamos a la altura de las exigencias evangélicas, no nos sintamos capaces de abrazar los sacrificios que se presentan en la vida, lo importante es dar el primer paso. Como decía el Papa Francisco en la Exhortación Evangelii Gaudium: “Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades” (EG 44).

Vuestro hermano en la fe,
Eguione Nogueira, cmf
eguionecmf@gmail.com

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 16


Décimo sexto día: Explicación de las letanías


Virgo potens

Virgen poderosa: María, que es la Reina de los ángeles y de los hombres, es la soberana de todas las criaturas, y reina al costado de Aquél que esta sentado por encima de los querubines, que mueve los cielos, que cambia los tiempos, que manda los vientos y a las tempestades, y que altera los elementos. Ahora bien, como todo es posible en el cielo y sobre la tierra al Amo de la naturaleza, toda la naturaleza debe obedecer, toda la naturaleza debe  obedecer a aquella a quien él mismo estuvo sometido. Por eso, los ángeles y los santos, que son testigos del gran poder de María, se apresuran a rendirle los homenajes y la obediencia que le deben.

Virgo clemens

Recurran, pobres pecadores, recurran a María, cuyo trono es accesible a los desventurados, y no duden de la buena voluntad y del poder de esta Madre de clemencia, que está siempre dispuesta a recibir y que Jesús no tiene nada que rehusar a aquella por cuya intercesión hizo su primer milagro y que Él destinó para ser abogada de los pecadores. Recurran a María, ustedes que son sus fieles servidores, recurran a ellas con confianza; que si los grandes pecadores encuentran en ella los auxilios que necesitan, ustedes no dejarán de recibir los favores que ella concede, particularmente a aquellos que la aman y que la sirven, imitando sus virtudes.

Ejemplo

Juan, Emperador de Oriente, dio una prueba sorprendente de la devoción que tenía a las imágenes de la madre de Dios. Los escitas habían irrumpido violentamente en la Tracia; concretando una usurpación digna de su mala fe, se convirtieron en los amos. El Emperador, en estas circunstancia que le hacía perder una bella provincia de su imperio, recurrió a la Reina del cielo; y por la intercesión visible que recibió su ejército, rechazó a los bárbaros y los puso en fuga. Entonces, lejos de ser ingrato hacia su libertadora, quiso cederle los honores de esta victoria. Hizo colocar su pintura sobre un carro de triunfo magníficamente tirado por cuatro caballos blancos, montados por los príncipes de su Imperio; y él, presidiendo todo su cortejo, iba a pie, con la cabeza descubierta, delante del carro de triunfo, con una cruz en la mano, otorgando a María toda la gloria. Honremos, a ejemplo de esos grandes personajes, en todas las formas que dependan de nosotros, a las imágenes de la Reina del cielo.

Pidamos a María proteger a la Iglesia y a las familias cristianas contra nuestros enemigos


Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa