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miércoles, 21 de marzo de 2018

CIERRO SUAVEMENTE LAS PUERTAS


Cierro suavemente las puertas... 



Cierro suavemente la puerta a todas las distracciones exteriores y me encuentro con Dios en el silencio de mi ser.

En el silencio se renueva mi conciencia de Dios y de los dones que Él me ha brindado.

En silencio, recibo el don de paz y lo acepto ahora en mi vida. La paz es la copa que presento para que sea colmada con todas las bendiciones que estoy dispuesto a recibir.

En silencio recibo el don de la guía. Me  colma, me rodea e ilumina mi camino. Avanzo, viviendo y marchando bajo la maravillosa luz reveladora de Dios.

En silencio recibo el don de la curación. Ahora la curación brota desde lo más profundo de mí. Estoy sano, bien y fuerte.

En silencio reclamo los dones que me ha dado Dios y digo: "Te agradezco, Señor, la paz, la guía y la curación".

"Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto". Mateo 6, 6 

FALTAS TÚ


Faltas Tú...





Dios me pidió un poema sobre las bellezas de la creación, y yo me puse a hablar de las cosas que El creó.

Hablé del sol, y sentí sus manos calentándome.

Hablé de la luna, y sentí su brillo envolviéndome.

Hablé de la noche, y sentí sobre mí su manto de estrellas.

Hablé de todo lo verde del planeta, y sentí su soplo de esperanza.

Hablé de las aguas, y sentí su inmersión en el misterio de mi espíritu.

Hablé del cielo, y sentí que su azul me protegía.

Hablé del fuego, y sentí sus llamas quemando mis penas.

Hablé del aire, y sentí su soplo divino renovándome.

Hablé de todos los seres, y sentí su presencia en cada forma viviente.

Y a El le presente todo lo que escribí: " Aquí está el poema que pediste, espero que apruebes todo lo que escribí "

Y oí su respuesta: " Prosigue, aún no has hablado de ti" 

NECESITAS REFLEXIONAR


Necesitas reflexionar 
Autor: Alfonso Aguiló | Fuente: Conoze.com 
Nuestra vida debe ser fruto de nuestras decisiones personales, todo lo contrastadas que se quieran 
  




Cuando una persona se encuentra agobiada por el peso de una preocupación, solemos decirle que necesita distraerse. Y le recomendamos que salga un poco de todo ese entramado de tensiones que le oprimen, y busque fuera de él un horizonte más luminoso y recomponedor. Y efectivamente, lo normal es que ese periodo de descanso en un ambiente gratificante produzca el cambio deseado.

Pero también se puede dar el caso de que lo que una persona necesite no sea distraerse sino reflexionar: volverse sobre sí misma para hacer de su vida objeto de sereno estudio, y encontrar así conclusiones válidas para eliminar errores y vivir con más acierto.

Reflexionar con sosiego puede tener resultados muy beneficiosos para quien esté convencido de su necesidad. Lo malo es que muchas veces es precisamente esto lo más difícil, convencernos de que necesitamos reflexionar. Porque no suele costarnos comprender que necesitamos distraernos, pero cuando la necesidad es de reflexión, nos cuesta más caer en la cuenta, no se sabe bien por qué.

Quizá se deba, en bastantes ocasiones, a que la reflexión va intrínsecamente unida a la conducta diaria, y quizá advertimos que hemos de cambiar algo en nuestra vida, y nos cuesta hacerlo, y rehuimos pensar en ello. Si esto nos sucede -continúo glosando ideas de Miguel Angel Martí-, debemos alertarnos. Cuando la vida va más aprisa que nuestro pensamiento y nos encontramos actuando sin habernos dado tiempo a hacer una elección razonada, precisamente entonces resulta urgente decirnos, o que alguien nos diga: «necesitas reflexionar». Porque de no hacerlo, nuestras reflexiones (cuando las haya) serán siempre a posteriori, a hechos consumados. Y la reflexión -que es el ejercicio de la razón aplicada a nuestra propia vida- debe estar al inicio de nuestro actuar, para así elegir lo mejor.

La huida hacia adelante -que suele justificarse luego con complicadas razones que intentan disculpar los comportamientos erróneos- es una grave equivocación, de la que siempre sale perjudicado quien la toma como norma de conducta. Esta fuga hacia adelante deja de lado a la razón, que queda obligada a aparecer sólo al final, como una pobre esclava que es reclamada en última instancia para intentar justificar una elección que comprendemos que fue errónea.

El hombre no puede prescindir de la razón. Y si en lugar de darle una misión de alumbrar la verdad y el bien, la convierte en una simple justificadora de conductas, cuya máxima norma suele ser «está bien porque lo he hecho yo (y todo lo que yo hago, para mí está bien)», entonces se produce una perversión del uso de la razón, y la que debía ser antorcha de la verdad, pasa a ser una simple venda que tapa las heridas de una conducta irreflexiva.

La reflexión no es una actividad exclusiva de los filósofos. A lo largo de su vida, el hombre sensato se pregunta con frecuencia por su propia identidad, se hace cuestión de sí mismo, se interesa por él, no sólo por su actividad, se vuelve a su mundo interior en busca de respuestas. Y caemos entonces en la cuenta de que nos equivocamos, y descubrimos la importancia de la verdad, experimentamos como angustiosa la duda y deseamos salir de ella, surge en nosotros la incertidumbre, a veces también el desconcierto. Y se nos hace necesario pensar, poner orden, relacionar datos, examinar experiencias pasadas, ver posibles consecuencias en caso de optar por una solución determinada.

Y luego podemos preguntar, y pedir consejo, pero al final nuestra vida debe ser fruto de nuestras decisiones personales, todo lo contrastadas que se quieran, pero la última palabra la debemos dar nosotros. Y esa última palabra debe ser pensada con la seriedad que se merece.

CRISTO EN LA CRUZ PONE TODO POR NOSOTROS


Cristo en la cruz pone todo por nosotros
Miércoles quinta semana de Cuaresma. La cruz de Cristo se convierte en punto de partida para nosotros.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




Durante toda la Cuaresma la Iglesia nos ha ido preparando para encontrarnos con el misterio de la Pascua, que es el juicio que Dios hace del mundo, el juicio con el cual Dios señala el bien y el mal del mundo. La Pascua no es solamente el final de la pasión; la Pascua es la proclamación de Cristo como juez del universo. Un juez que, por ser juez del universo, pone a sus pies a todos: sus amigos, que pueden ser los que le han servido; y a sus enemigos, que pueden ser los que no le han servido.

El juicio que Dios hace del hombre dependerá de cómo el hombre se ha comportado con Cristo. Ser conscientes de esto es, al mismo tiempo, dejar entrar en nuestro corazón la pregunta de cuál es la opción fundamental de nuestras vidas.

Escuchábamos en la narración del Libro de Daniel, que los tres jóvenes son salvados del horno del fuego ardiente por el ángel del Señor. Yo creo que lo fundamental de esta narración es la reflexión final: “Bendito sea el Dios de Sadrak, Mesak y Abed Negó, que ha enviado a su ángel para librar a sus siervos que, confiando en él, desobedecieron la orden del rey y expusieron su vida antes que servir y a adorar a un dios extraño”.

Éste es el punto más importante: el ser capaz de juzgar nuestra vida de tal forma que nuestros actos se vean discriminados según nuestra opción por Dios. O sea, Dios como criterio primero, y no al revés. Que nuestra forma de afrontar la vida, nuestra forma de pensar, de juzgar a las personas, de entender los acontecimientos, no se vean discriminadas por «lo que a mí me parecería» , es decir, por un criterio subjetivo.

Esta situación debe ser para todos nosotros punto de examen de conciencia, sobre todo de cara a la Pascua del Señor, para ver si efectivamente nuestra vida está decidida por Dios. La cruz se convierte así, para cada uno de nosotros, en el punto de juicio, el punto al cual todos tenemos que llegar para ver si mi vida está o no decidida por Cristo nuestro Señor.

Cristo en la cruz apuesta todo por nosotros. Cristo en la cruz pone todo por nosotros. Cristo en la cruz se entrega totalmente a nosotros. La cruz de Cristo se convierte en punto de juicio para nosotros: Si Él nos ha dado tanto, ¿nosotros qué damos? Si Él ha sido tanto para nosotros, ¿nosotros qué somos para Él? Si Él ha vivido de esa manera con nosotros y para nosotros, ¿nosotros cómo vivimos para Él?

Jesús, en el Evangelio, pide a los judíos que le escuchaban que examinen quién es su Padre. Ellos le dicen: “Nosotros tenemos por padre a Dios”. Pero Jesús les contesta que no es verdad, porque les dice: “Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado”.

Cuando nuestra vida choca con la cruz, cuando nuestra vida choca con los criterios cristianos, tenemos que preguntarnos: ¿Quién es mi padre?; no ¿cuál es mi título?; no ¿cuál es la etiqueta que yo traigo puesta en mi vida? ¿Cuál es el fruto que da en mi vida la opción por Cristo? ¿Qué es lo que realmente brota en mi vida de mi opción por Cristo? Porque ése es verdaderamente el origen de mi existencia.

Jesús dice a los de su época que ellos no son los hijos de Abraham; porque el fruto de Abraham sería una opción definitiva por Dios, hasta el punto de ser capaz de arriesgar el propio interior, el propio juicio para seguir a Dios. Recordemos que Abraham puso, incluso lo ilógico de la orden de Dios de matar a su propio hijo, para obedecer a Dios.

Cristo y su cruz se convierten en un reclamo para cada uno de nosotros: ¿quién eres Tú? El misterio Pascual es para todos nosotros una llamada. No me puedo quedar nada más en los ritos exteriores. ¿Cuál es la obra que me está diciendo a mí si opto por Cristo o no? Mi comportamiento cristiano, mi compromiso cristiano, mi opción definitiva por Jesucristo es donde puedo ver quién es verdaderamente mi Padre, allí es donde sé quién es auténticamente el Señor de mi vida.

Cuando los judíos le responden a Jesús: “Nosotros no somos hijos de prostitución, no tenemos más padre que Dios”, están tocando un tema muy típico de toda la Escritura: la relación con Dios. El pueblo de Dios como un pueblo amado, un pueblo fiel, un pueblo esposo de Dios. Por eso dicen: “no somos hijos de prostitución, no somos hijos de adulterio, somos hijos genuinos de Dios”.

Pero Cristo les responde: “Si Dios fuera su Padre me amarían a mí[...]”. Si realmente fuesen un pueblo esposo de Dios, me amarían a mí. Si realmente fuesen un pueblo fiel a Dios, un pueblo que nace del amor esponsal a Dios, amarían a Cristo.

Podría ser que en nuestra alma hubiese algunos campos en los que todavía Cristo nuestro Señor no es el vencedor victorioso, no es el esposo fiel. ¿No podría haber campos en nuestra vida, rasgos en nuestra alma, en los que por egoísmo, por falta de generosidad, por pereza, por frialdad, nuestra alma todavía no corriese al ritmo de Dios, no estuviese alimentándose de la vida de Dios, no estuviese nutriéndose de la opción fundamental, definitiva, única, exclusiva por Dios nuestro Señor?

La Semana Santa es un período de reflexión muy importante. Un período que nos va a mostrar a un Cristo que se ofrece a nosotros; un Cristo que se hace obediente por nosotros; un Cristo que es la garantía del amor esponsal de Dios por su pueblo. Un Cristo que reclama de cada uno de nosotros el amor fiel, el amor de don total del corazón hecho obras, manifestado en un comportamiento realmente cristiano. El misterio pascual es la raya que define si soy alguien que vive de Dios, o soy alguien que vive de sí mismo.

Jesucristo, en la Eucaristía, viene a redimirnos de esto. Jesucristo quiere darnos la Eucaristía para que de nuevo en esa unión íntima del Creador, del Señor, del Redentor con el alma cristiana, se produzca la opción fuerte, definitiva, amorosa por Dios.

Pidámosle que esta opción llegue a iluminar todos los campos de nuestra vida. Que ilumine nuestro interior, que ilumine nuestra alma, que ilumine también nuestra vida social, nuestra vida familiar, y, sobre todo, que ilumine nuestra libertad para que optemos definitivamente, sin ninguna cadena, por aquello que únicamente nos hace libres: el amor de Dios.

PAPA FRANCISCO SE PRONUNCIA EN DEFENSA DE LAS PERSONAS CON SÍNDROME DE DOWN


El Papa Francisco se pronuncia en defensa de las personas con síndrome de Down
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media / ACI Prensa





En el Día Mundial del Síndrome de Down, el Papa Francisco se pronunció a través de su cuenta de Twitter para recordar que la dignidad humana de las personas con esta discapacidad y señalar que también son “un tesoro que Dios hace crecer a su manera”.

“Nadie puede ser descartado, porque todos somos vulnerables. Cada uno de nosotros es un tesoro que Dios hace crecer a su manera”, expresó Francisco por medio de su cuenta @Pontifex_es.


La celebración del Día Mundial del Síndrome de Down cada 21 de marzo fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 2011 “para aumentar la conciencia pública sobre la cuestión y recordar la dignidad inherente, la valía y las valiosas contribuciones de las personas con discapacidad intelectual como promotores del bienestar y de la diversidad de sus comunidades”.

Sin embargo, en varios países se usa el diagnóstico prenatal para abortar a los niños que tienen este síndrome, como en Estados Unidos, España, Islandia, entre otros.

El 21 de octubre del año pasado, Bridget Brown, una actriz estadounidense con síndrome de Down, tuvo la oportunidad de conocer al Papa Francisco en el Vaticano. Allí le entregó una carta en la que asegura tener “una vida plena y maravillosa”.

La joven de 31 años ha actuado en películas como LOL, protagonizada por la cantante Miley Cirus; en la comedia Wiener-Dog y en la serie Chicago Justice.

En su carta le dijo al Papa que “el mundo necesita saber que no ‘sufro’ de Síndrome de Down. Tengo una vida plena y maravillosa, y estoy llena de alegría por estar viva. Amo absolutamente mi vida”.

También escribió que le rompe el corazón pensar que puede ser parte de la última generación de personas con Síndrome de Down ya que con el aumento de las pruebas de detección prenatal en Europa y Estados Unidos han aumentado los abortos de estos bebés.

Sin embargo, expresó que mantiene la esperanza y reza por quienes piensan que las personas con discapacidad no tienen derecho a vivir. “Creo que todas las personas tienen una dignidad sagrada. Conozco mucha gente que tiene discapacidad y pueden tener vidas plenas y productivas, como yo”, expresó.

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 21 MARZO 2018

La casa de Dios
Santo Evangelio según San Juan 8, 31-42. Miércoles V de Cuarresma.


Por: H. José Romero, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concédeme poder ver tu amor paternal.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Juan 8, 31-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en Él: "Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres". Ellos replicaron: "Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices Tú: Serán libres?".
Jesús les contestó: "Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre".
Ellos le respondieron: "Nuestro padre es Abraham". Jesús les dijo: "Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre". Le respondieron: "Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que a Dios".
Jesús les dijo entonces: "Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque Yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por Él".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Mi mamá creó una mesa en mi casa con fotografías de la familia.Colocó a sus hijos, se colocó ella con mi papá y finalmente a mi abuela. Al terminar ella pensaba que algo no estaba bien o que algo faltaba, mi hermano llegó y le solucionó el problema, faltaba mi foto. Mi mamá, apenada y adolorida,fue y colocó una fotografía mía en el centro de la mesa.
Hacía algunos años que no visitaba a mi mamá, y mi ausencia física la engañó, al grado de olvidar colocar mi foto en la nueva mesa familiar; pero su amor de madre le decía que algo estaba mal, que algo faltaba. Este amor es lo que representa la casa de Dios, más que una cosa física es un hogar donde Dios nos ama y nos protege. Y así como un hijo jamás se va de su hogar, del amor de la familia, un cristiano jamás se va de la casa de Dios, del amor del Padre.
Pero todos nosotros sabemos que hay familias con problemas, donde el padre jamás se ha portado como uno o donde el hijo solamente es un huésped, no un verdadero hijo. Dios, en cambio, es un verdadero padre amoroso y fiel. Nosotros, en algunas ocasiones, no nos comportamos como verdaderos cristianos; algunas veces queremos irnos de la casa de Dios. Pero sabemos que nuestra felicidad está en que nuestra fotografía esté en la mesa, que nunca nos vayamos del hogar familiar, que siempre estemos en el corazón de Dios.
Un hijo de verdad respeta a sus padres porque los ama. Un cristiano de verdad se comporta como hijo de Dios cuando sólo desea hacer la voluntad de Dios; le obedece porque sabe que Dios sólo desea lo mejor para él y basa todo en el amor que existe entre Dios y él, entre el Padre y el hijo. Un hijo siempre confía en su papá porque sabe que lo ama y ésta debe ser la confianza que debemos darle al amor que Dios nos tiene, una confianza de hijo que se sabe amado.
Un verdadero hijo de Dios es completamente feliz porque es consciente del amor de Dios, y es libre porque el pecado no es el camino que desea tomar. Pero, algunas veces, por debilidad me voy de la casa, pero jamás me voy del hogar, jamás me voy de la casa de Dios, quien jamás deja de amarme. Por ser su hijo, mi fotografía estará en la mesa familiar, por ser cristiano habitaré por siempre en el corazón de Dios.
Para consolidar nuestra relación de pertenencia al Señor Jesús, el Espíritu nos hace entrar en una nueva dinámica de fraternidad. Por medio del Hermano universal, Jesús, podemos relacionarnos con los demás de un modo nuevo, no como huérfanos, sino como hijos del mismo Padre bueno y misericordioso. Y esto hace que todo cambie. Podemos mirarnos como hermanos, y nuestras diferencias harán que se multiplique la alegría y la admiración de pertenecer a esta única paternidad y fraternidad.
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de mayo de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Descubrir los detalles del amor paternal de Dios en mi vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 21 MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
21 marzo



Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.

Realmente no podía ser más expresivo; no basta amar a Dios con un corazón dividido, compartiéndolo con el amor a otra criatura;  a Dios no le agradan los corazones partidos, de tal modo que si debemos amar a otro que no sea Dios, ha de ser por Dios, en Dios y para Dios.

Si amar es el distintivo y la característica del cristianismo, veremos qué poco cristiano es el mundo de hoy en el que hay tanto odio y rencor, tanta injusticia y tanta guerra; en cambio, qué espectáculo ofrecería el mundo, si los hombres supiéramos practicar este mandamiento de Cristo.


P. Alfonso Milagro