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miércoles, 28 de febrero de 2018

CUMPLIR CON DIOS


Cumplir con Dios




Había una vez una mujer muy piadosa, que infaltablemente acudía todas las mañanas a rezar a la capilla de su barrio. Día tras día, lloviese o hiciese sol, estuviera sana o enferma, pasase lo que pasase, como un reloj, a las siete en punto de la mañana, era la primera persona en llegar a la capilla, empujar la puerta y entrar a rezar.

Una mañana, despertó sobresaltada. ¡Se había dormido! ¡Eran las siete menos diez, y no llegaría a horario a su cita diaria! A toda carrera se levantó, se peinó a las apuradas y se vistió como pudo. Con la ropa medio arrugada y los cabellos medio desordenados salió velozmente de su casa y enfiló rumbo a la capilla.

Apenas hubo salido, casi tropieza con un viejito que venía en una bicicleta, y al cruzarse con ella perdió el control del vehículo y cayó de boca al suelo. Lamentablemente la mujer iba muy apurada como para detenerse, así que apenas logró esbozar una disculpa y continuar en su carrera.

Una cuadra después, se le cruzó una mujer que le pidió una ayuda para poder pagar una consulta en el hospital. "Perdone, estoy apurada" alcanzó a decir sin detenerse y continuó su veloz marcha.

Apenas hubo logrado zafar de la mujer, se le cruzó un niñito que le pidió un poco de pan. "Disculpa, hijito, pero tengo una cita con Dios y no puedo llegar tarde. Otra vez será", y siguió su interrumpido camino.

Cuando por fin llegó a la capilla, miró de reojo el reloj. ¡Eran las siete en punto! ¡Lo había logrado! Embargada por la emoción de no haber fallado a su cita, empujó como de costumbre la puerta de la capilla, pero... no se abrió. Volvió a empujar con más fuerza, y nada. ¡Qué extraño! Jamás en los doce años que llevaba con su diaria rutina, había encontrado la puerta cerrada. De pronto notó que había una nota clavada con una chinche en la puerta de la capilla.

Desconcertada, la desclavó y la leyó. La nota, garrapateada como con apuro decía:

"Perdón por no estar aquí. Esta mañana tuve un accidente en la bicicleta, y encima después no pude conseguir plata para ir al hospital, ni un poco de pan para desayunar, así que es probable que llegue un poco tarde"

Firma: Dios.

Nota de Redactor: Es muy importante esta historia que has leído para recordar que en Cuaresma debemos ajustarnos a la oración, los pequeños sacrificios (ayunos) y la misericordia con el prójimo.

LA CÁSCARA DE BANANA


La cáscara de banana




En los grupos suele haber siempre un burlón que se siente importante cuando le festejan la broma que hace a la víctima elegida. Con tiempo la venía estudiando, conoce lo que no le gusta y cuáles son sus temores. Aprovecha cada debilidad y error. Pierde tiempo para disfrutar la derrota de su imaginario rival al que a veces llama compañero y amigo.

Aquel día en el zoológico había algunos visitantes que en grupos se detenían a observar las  jaulas: leopardos, leones, jirafas, monos y monitos de toda clase. Los monos con sus monadas atraían al público y algunos les tiraban maníes o frutas. Pero llegó un momento en que los monos quedaron tranquilos comiendo los regalos. Un monito al terminar su banana, vio acercarse un señor grande y obeso, arrojó la cáscara al camino y quedó a la expectativa. Al pasar el gordo pisó la cáscara con tan mala suerte que se dio una sentada terrible quedando con los pies al aire. Todos los monos corrieron a las rejas gozando del espectáculo, riendo y aplaudiendo como nunca en su vida de zoológico.

Sentirse objeto de burla es molesto e irritante. Si alguno siente satisfacción en divertirse a costa de los demás, recuerde que siempre encontrará a otro que lo hará con él... y eso no le gustará. Antes de emprender un largo viaje, Tobías recibió de su padre, entre otros consejos, éste que es una norma de oro: “No hagas a otro lo que no te agrada a ti” (4, 15).




* Enviado por el P. Natalio

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA LITURGIA EUCARÍSTICA


Catequesis del Papa Francisco sobre la Liturgia eucarística
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




En una nueva Audiencia General, el Papa Francisco continuó con el ciclo de catequesis sobre la Misa y explicó algunos momentos de la Liturgia eucarística.

Sobre el Ofertorio, por ejemplo, señaló que “nos enseña, pueda iluminar nuestras jornadas, las relaciones con los otros, las cosas que hacemos, los sufrimientos que encontramos, ayudándonos a construir la ciudad terrena a la luz del Evangelio”.

A continuación, el texto completo de la catequesis del Papa:


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuamos con la catequesis sobre la santa misa. En la liturgia de la Palabra —sobre la que me he detenido en las pasadas catequesis— sigue otra parte constitutiva de la misa, que es la liturgia eucarística. En ella, a través de los santos signos, la Iglesia hace continuamente presente el Sacrificio de la nueva alianza sellada por Jesús sobre el altar de la Cruz (cf. Concilio Vaticano ii, Const. Sacrosanctum Concilium, 47). Fue el primer altar cristiano, el de la Cruz, y cuando nosotros nos acercamos al altar para celebrar la misa, nuestra memoria va al altar de la Cruz, donde se hizo el primer sacrificio. El sacerdote, que en la misa representa a Cristo, cumple lo que el Señor mismo hizo y confió a los discípulos en la Última Cena: tomó el pan y el cáliz, dio gracias, los pasó a sus discípulos diciendo: «Tomad, comed... bebed: esto es mi cuerpo... este es el cáliz de mi sangre. Haced esto en memoria mía».

Obediente al mandamiento de Jesús, la Iglesia ha dispuesto en la liturgia eucarística el momento que corresponde a las palabras y a los gestos cumplidos por Él en la vigilia de su Pasión. Así, en la preparación de los dones. son llevados al altar el pan y el vino, es decir los elementos que Cristo tomó en sus manos. En la Oración eucarística damos gracias a Dios por la obra de la redención y las ofrendas se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Siguen la fracción del Pan y la Comunión, mediante la cual revivimos la experiencia de los Apóstoles que recibieron los dones eucarísticos de las manos de Cristo mismo (cf. Instrucción General del Misal Romano, 72).

Al primer gesto de Jesús: «tomó el pan y el cáliz del vino», corresponde por tanto la preparación de los dones. Es la primera parte de la Liturgia eucarística. Está bien que sean los fieles los que presenten el pan y el vino, porque estos representan la ofrenda espiritual de la Iglesia ahí recogida para la eucaristía. Es bonito que sean los propios fieles los que llevan al altar el pan y el vino. Aunque hoy «los fieles ya no traigan, de los suyos, el pan y el vino destinados para la liturgia, como se hacía antiguamente, sin embargo el rito de presentarlos conserva su fuerza y su significado espiritual» (ibíd., 73). Y al respecto es significativo que, al ordenar un nuevo presbítero, el obispo, cuando le entrega el pan y el vino dice: «Recibe las ofrendas del pueblo santo para el sacrificio eucarístico» (Pontifical Romano – Ordenación de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos). ¡El Pueblo de Dios que lleva la ofrenda, el pan y el vino, la gran ofrenda para la misa! Por tanto, en los signos del pan y del vino el pueblo fiel pone la propia ofrenda en las manos del sacerdote, el cual la depone en el altar o mesa del Señor, «que es el centro de toda la Liturgia Eucarística» (igmr, 73). Es decir, el centro de la misa es el altar, y el altar es Cristo; siempre es necesario mirar el altar que es el centro de la misa. En el «fruto de la tierra y del trabajo del hombre», se ofrece por tanto el compromiso de los fieles a hacer de sí mismos, obedientes a la divina Palabra, «sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso», «por el bien de toda su santa Iglesia». Así «la vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1368).

Ciertamente, nuestra ofrenda es poca cosa, pero Cristo necesita de este poco. Nos pide poco, el Señor, y nos da tanto. Nos pide poco. Nos pide, en la vida ordinaria, buena voluntad; nos pide corazón abierto; nos pide ganas de ser mejores para acogerle a Él que se ofrece a sí mismo a nosotros en la eucaristía; nos pide estas ofrendas simbólicas que después se convertirán en su cuerpo y su sangre. Una imagen de este movimiento oblativo de oración se representa en el incienso que, consumido en el fuego, libera un humo perfumado que sube hacia lo alto: incensar las ofrendas, como se hace en los días de fiesta, incensar la cruz, el altar, el sacerdote y el pueblo sacerdotal manifiesta visiblemente el vínculo del ofertorio que une todas estas realidades al sacrificio de Cristo (cf. igmr, 75). Y no olvidar: está el altar que es Cristo, pero siempre en referencia al primer altar que es la Cruz, y sobre el altar que es Cristo llevamos lo poco de nuestros dones, el pan y el vino que después se convertirán en el tanto: Jesús mismo que se da a nosotros.

Y todo esto es cuanto expresa también la oración sobre las ofrendas. En ella el sacerdote pide a Dios aceptar los dones que la Iglesia les ofrece, invocando el fruto del admirable intercambio entre nuestra pobreza y su riqueza. En el pan y el vino le presentamos la ofrenda de nuestra vida, para que sea transformada por el Espíritu Santo en el sacrificio de Cristo y se convierta con Él en una sola ofrenda espiritual agradable al Padre. Mientras se concluye así la preparación de los dones, nos dispones a la Oración eucarística (cf. ibíd., 77).

Que la espiritualidad del don de sí, que este momento de la misa nos enseña, pueda iluminar nuestras jornadas, las relaciones con los otros, las cosas que hacemos, los sufrimientos que encontramos, ayudándonos a construir la ciudad terrena a la luz del Evangelio.

PAPA FRANCISCO: POR QUÉ LA PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS EN LA MISA ES TAN IMPORTANTE?


¿Por qué la presentación de las ofrendas en la Misa es tan importante? El Papa lo explica
Redacción ACI Prensa
. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El tema central de la nueva catequesis del Papa Francisco durante la Audiencia General del miércoles fue el de la “Presentación de los dones” en la Misa y deseó que este momento “pueda iluminar nuestros días, las relaciones con los otros, las cosas que hacemos, los sufrimientos que encontramos, ayudándonos a construir la ciudad terrena a la luz del Evangelio”.

Con la Liturgia eucarística “la Iglesia hace continuamente presente el Sacrificio de la nueva alianza sellada por Jesús en el altar de la Cruz”. “Obediente al mandamiento de Jesús, la Iglesia ha dispuesto la Liturgia eucarística en momentos que corresponden a las palabras y a los gestos realizados por Él la vigilia de su Pasión”, explicó.

La Audiencia se desarrolló esta vez en el Aula Pablo VI para resguardar a los peregrinos del frío extremo que estos días golpea Roma. Sin embargo, también se habilitó la Basílica para centenares de fieles que no tenían espacio allí. Se dispuesto una gran pantalla e incluso Francisco, al término de la Audiencia, acudió a saludarles.

En su catequesis, dijo también que “está bien que sean los fieles quienes presenten al sacerdote el pan y el vino, porque significan la oferta espiritual de la Iglesia allí recogida para la Eucaristía”.

“Aunque hoy los fieles no lleven ya, como hace un tiempo, su propio vino y pan destinados a la Liturgia, todavía el rito de la presentación de estos dones conserva su valor y significado espiritual”.

“En los signos del pan y del vino el pueblo fiel pone la propia oferta en las manos del sacerdote, el cual la depone sobre el altar o la mesa del Señor, que es el centro de toda la Liturgia eucarística”.

El Papa recordó además que “’en el fruto de la tierra y del trabajo del hombre’ viene ofrecido el empeño de los fieles en hacerse de sí mismos, obedientes a la divina Palabra, un ‘sacrificio agradable a Dios Padre omnipotente’, ‘por el bien de toda su santa Iglesia’”.

“Es verdad que nuestra oferta es poca, pero Cristo necesita de este poco para transformarlo en el Don eucarístico que alimenta a todos y hermana en su Cuerpo que es la Iglesia”.

De la oración que el sacerdote pronuncia sobre las ofrendas, manifestó que “en ella se pide a Dios aceptar los dones que la Iglesia le ofrece, invocando el fruto del maravilloso intercambio entre nuestra pobreza y su riqueza”.

“En el pan y en el vino le presentamos la oferta de nuestra vida, para que sea transformada por el Espíritu Santo en el sacrificio de Cristo y se convierta con Él en una sola oferta espiritual agradable al Padre”.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 28 DE FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
28 de Febrero




Jesús ha sufrido muchos fracasos en su misión profética; humanamente hablando, Jesús fracasó entre los suyos.

También tú, como apóstol del Señor fracasarás en algunas ocasiones y quizá el fracaso sea en alguna ocasión condición indispensable para el éxito de tu misión; de todas formas, el ejemplo de Jesús nos ha de enseñar a saber fracasar y a no desanimarnos por el fracaso.

No temas al fracaso del apostolado, que en no pocas ocasiones es el abono para que la semilla germine; pero sí ten miedo al fracaso del apóstol, cuando éste no ha cumplido debidamente su misión.

* P. Alfonso Milagro

ESTE ES EL SELLO POSTAL DEL VATICANO PARA LA PASCUA 2018


Este es el sello postal del Vaticano para la Pascua 2018
Redacción ACI Prensa






La Oficina de Filatelia y Numismática de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano presentó el sello postal preparado para la celebración de la Pascua de Resurrección de 2018.

El sello tiene un costo de 0.95 euros (alrededor de 1.16 dólares), y ya está a la venta en las oficinas de correo del Vaticano.

La imagen elegida para el sello postal es el lienzo “Cristo Resucitado” del artista español Raúl Berzosa, de 37 años.

Esta la cuarta ocasión en la que la Santa Sede usa pinturas de Berzosa para sus sellos postales. Antes usó los trabajos del español para el sello del V centenario del nacimiento de San Felipe Neri y Santa Teresa de Jesús, en 2015; el 80 cumpleaños del Papa Francisco, en 2016; y el 50 aniversario de la encíclica Populorum Progressio, en 2017.

En declaraciones para ACI Prensa, Raúl Berzosa explicó que “la obra Cristo Resucitado la realicé en el año 2016 para la colección ‘Rostros de Cristo’”, y “fue la última de una serie de pinturas, las cuales han sido expuestas en numerosas ciudades del mundo junto al resto de la colección”.

Estas obras, destacó, “pretenden llevar el mensaje catequético al mayor público posible”.

“Lo que nunca imaginé es que esa obra, dos años más tarde sería utilizada por la Oficina de Filatelia y Numismática de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano para anunciar la Pascua 2018 en un sello”.

Berzosa aseguró que para él esta elección “es un honor enorme como católico y pintor de arte sacro”.

“En la obra en cuestión podemos observar a Cristo, de medio cuerpo, mirando hacía un cielo lleno de luz, es bañado por esa luminiscencia, se desprende de las vendas propias de la mortaja y una cruz de luz enmarca su rostro”.

El artista español destacó que al crear esta obra “se buscaba un Cristo lleno de fuerza, Cristo ha vencido a la muerte y solo nos deja ver parte de sus llagas”.

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 28 FEBRERO 2018


Lecturas de hoy Miércoles de la 2ª semana de Cuaresma
 Hoy, miércoles, 28 de febrero de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (18,18-20):

ELLOS dijeron:
«Venga, tramemos un plan contra Jeremías porque no faltará la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta. Venga, vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos».
Hazme caso, Señor,
escucha lo que dicen mis oponentes.
¿Se paga el bien con el mal?,
¡pues me han cavado una fosa!
Recuerda que estuve ante ti,
pidiendo clemencia por ellos,
para apartar tu cólera.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 30,5-6.14.15-16

R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia

V/. Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R/.

V/. Oigo el cuchicheo de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida. R/.

V/. Pero yo confío en ti, Señor;
te digo: «Tú eres mi Dios».
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (20,17-28):

EN aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino:
«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará».
Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
«¿Qué deseas?».
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 28 de febrero de 2018
Carlos Latorre, Misionero Claretiano
Queridos amigos:

Había una reunión de familia con muchos invitados a la mesa. Como podéis imaginar trabajo no faltaba. Fue una oportunidad inesperada para conocer las maneras y forma de ser de los comensales, pues mientras unos apenas se movían de sus sillas otros apenas se sentaban, porque había mucho que preparar y servir. ¡Y eso que todos eran parientes!

Algo parecido nos cuenta el evangelio que sucedió entre los apóstoles. Jesús anunció la pasión y las humillaciones que tendría que sufrir, pero algunos discípulos no escuchaban. Estaban pensando en los puestos que conseguirían, en el poder que el Señor les daría en ese reino de felicidad que se acercaba. Creían que Jesús iba a tener un reinado glorioso en la tierra, y les interesaba asegurarse el puesto más destacado. Jesús rechaza esos deseos mundanos y pide a sus discípulos que no caigan en esa trampa. En la nueva comunidad que Él inicia en esta tierra la autoridad es servicio, no gloria.

¿Qué pasa hoy día en algunas comunidades cristianas? ¿No se convierten tal vez en escenario de ambiciones y rivalidad, buscando cómo sobresalir y conseguir ventajas?

La enseñanza de la Palabra de Dios es fuerte. Y nos puede molestar esta insistencia en el servicio. Pero esa es la verdadera palabra de Jesús; no lo que a nosotros nos gustaría. Es decir que lo importante en el reinado de Dios no es tener un puesto de honor, sino seguirle a Él, Jesús, en su camino de entrega y servicio a los más necesitados, a los “descartados”, como dice el Papa Francisco.

Os invito a meditar el “TESTIMONIO DE MASSIMILIANO”.

Sucedió en Roma el 19 de agosto del 2000 con ocasión de la XV Jornada Mundial de la Juventud ante dos millones de jóvenes reunidos en la Vigilia de oración en Tor Vergata con el Papa S. Juan Pablo II.

Massimiliano, nacido en Roma, explicó en su testimonio que había nacido en una sociedad «donde todo se puede comprar» y «en la que tengo de todo». “Tengo una familia unida, en casa no me falta de nada, tengo estudios en la Universidad, tengo asegurado mi puesto de trabajo. No he conocido la guerra ni las deportaciones ni el control de la libertad como muchos de los jóvenes que aquí están... Me considero un joven privilegiado. Pero un día leyendo el Evangelio de Jesús encontré estas palabras que me impresionaron muchísimo –las que Jesús dijo al joven rico- : “Una cosa te falta...”

Era cierto ME FALTABA EL AMOR A LOS POBRES... Y en ese momento he sentido el llamamiento a dar lo que tenía a los pobres y a seguir a Cristo. “Procuro hacerme amigo de ellos: ellos ya conocen mi nombre y yo conozco el nombre de algunos de ellos.  Y todo esto no lo hago yo sólo, pues estoy con un grupo de amigos que tienen los mismos  ideales que yo”.

Este es el camino de Jesús que este joven intenta seguir no para llamar la atención o recibir algún premio, sino por hacer realidad lo que Jesús nos enseñó a todos sus amigos.

Vuestro hermano en la fe
Carlos Latorre
Misionero Claretiano
carloslatorre@claretianos.es

ABRIR NUESTRO CORAZÓN AL DON DE DIOS


Abrir nuestro corazón al don de Dios
Pidámosle a Cristo nos conceda abrir nuestro corazón al don de Dios, y nos permita abrir el nuestro para ser don de Dios para los demás.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




Nuestra vida no es simplemente una serie de circunstancias, una serie de días que van pasando uno detrás de otro, sino que todos los días de nuestra vida son un don de Dios, no sólo para nosotros, sino sobre todo un don de Dios para los demás, para aquellos que viven con nosotros. Un don de Dios que requiere, por parte nuestra, reconocerlo y hacernos conscientes de que efectivamente es un regalo de Dios. Y permitir, como consecuencia, que en nuestro corazón haya un espíritu agradecido por el hecho de ser un don de Dios.

En la historia de la Iglesia, Dios nuestro Señor ha ido dando dones constantemente, y a veces Él se prodiga de una forma particular en algunas circunstancias, por lo demás muy normales, muy corrientes, pero que se convierten de modo muy especial en don de Dios para sus hermanos. Es Él quien decide dar hombres y mujeres a su Iglesia que ayuden a los demás a caminar, que ayuden a los demás a encontrarse más profundamente con Cristo; es Él quien decide hacer de nuestras vidas un don para los demás.

Ciertamente que esto requiere, por parte de quien toma conciencia de ser un don de Dios para los demás, una correspondencia. No basta con decir “yo me entrego a los demás”, “yo soy un don de Dios para los demás”, es necesario, también, estar conscientes de lo que por nuestra parte esto va a suponer. A veces podemos convivir con el don de Dios y no ser conscientes de que lo tenemos a nuestro lado y no ser conscientes de que Dios está junto a nosotros. Podemos estar conviviendo con el don de Dios y no reconocerlo.

Algo así les había pasado a Santiago y a Juan, los hijos de Zebedeo. A pesar de llevar ya tiempo con nuestro Señor, no habían captado el don de Dios. Tanto es así que, justamente después que Cristo les habla de pasión, de muerte y de resurrección, acompañados de su madre, llegan y le dicen a Jesús: “Queremos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Cuando Jesús está hablando de renuncia, de entrega, de sacrificio, de redención, ellos le hablan a Cristo de dignidades, de cargos y de honores.
¡Qué misterio es el hecho de que se puede convivir con el don de Dios y, sin embargo, no reconocerlo! Nuestra vida puede ser una vida semejante a la de los hijos de Zebedeo, que tenían el don de Dios más grande —Cristo nuestro Señor—, y no lo habían reconocido.

El don de Dios, el Hijo de Dios caminaba con ellos, comía con ellos, dormía con ellos, les hablaba, les enseñaba, y ¡no lo habían reconocido! Es necesario tener los ojos abiertos y el corazón dispuesto a acoger el don de Dios, porque nos damos cuenta de que, no solamente Juan y Santiago no habían captado nada del don de Dios que era Cristo para sus vidas, tampoco nosotros mismos, muchas veces, lo hemos captado.

En este Evangelio encontramos una serie de características que tiene que tener nuestro corazón para ser capaz de reconocer el don de Dios: En primer lugar, estar dispuestos a servir a los demás; en segundo lugar, estar dispuestos a beber el cáliz del Señor, y en tercer lugar, estar dispuestos a ir con Cristo, como corredentores, por el bien de los demás.

Corredentor, compañero y servidor son las características del corazón que está dispuesto a reconocer el don de Dios y del corazón que está dispuesto a ser don de Dios para nuestros hermanos. A nosotros, entonces, nos correspondería preguntarnos: ¿Soy yo también corredentor? ¿Tomo yo como mía la misión de la Iglesia, la misión de Cristo, que es salvar a los hombres? ¿Soy compañero de Cristo, es decir, lo tengo frecuentemente en mi corazón, bebo su cáliz, comparto con Él todo? ¿Su vida es mi vida, sus intereses los míos, sus inquietudes las mías? ¿Soy servidor de los demás? ¿Estoy dispuesto a ser de los que sirven, de los que ayudan, de los que colaboran, de los que cooperan, de los que se entregan, de los que dan sin esperar necesariamente una recompensa?

Así como el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate de muchos, ¿tenemos nosotros la conciencia de que éste debe ser el retrato de nuestra vida: corredentores, compañeros y servidores de Cristo? Esta conciencia, que nos convierte en don de Dios para los demás, es la que nos convierte en colaboradores, en ayuda y en camino de Dios para nuestros hermanos los hombres.

No soñemos pensando que simplemente porque los criterios del Evangelio más o menos se nos emparejen y estemos de acuerdo con ellos, ya por eso tenemos claro el don de Dios. Si no eres con Cristo corredentor, si no eres capaz de beber su cáliz y si no eres con Cristo servidor de tus hermanos, serás lo que seas, pero no me digas que has encontrado el don de Dios, porque te estás engañando.

Cuando el Señor nos llama a la fe cristiana, es para llenarnos de cosas cotidianas y normales, como es cada una de nuestras vidas. En lo cotidiano está el don, no tenemos que buscar cosas extraordinarias ni milagros ni cosas raras.

Pidámosle a Cristo que nos conceda abrir nuestro corazón al don de Dios, pero también pidámosle que nos permita abrir nuestro corazón para que también nosotros, corredentores, compañeros y servidores, sepamos ser don de Dios para los demás.

PRIMER VIERNES DEL MES DE MARZO 2018, SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


PRIMER VIERNES DEL MES DE MARZO
DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 


Breve consideración.- Jesús a su confidente Margarita María de Alacoque:

"Tengo una sed abrasadora de ser honrado en el Santísimo Sacramento del Altar ¡ay!, y casi no encuentro quien, cediendo a mis deseos, mitigue esa sed con una correspondencia generosa a mi Corazón. Sírveme tú de asilo..., recíbeme en la Sagrada Comunión y, entronizando en tu alma, adórame, ofreciéndote al Padre, para obtener piedad por los pobres pecadores. No olvides que una alma santa, y que me pertenezca de veras, puede obtener el perdón de mil y más criminales."


ORACIÓN:

¡Oh Corazón abrasado de amor! ¡Oh santuario de la divinidad, templo de la majestad soberana, altar de la caridad divina, Corazón que ardes en llamas de amor por Dios y por mi! Yo te adoro, y desfallezco de amor en tu presencia. Yo me uno a tus santas intenciones, yo quiero, sí, yo quiero abrazarme en tus ardores y vivir de tu vida. ¡Cuánto huelgo de verte feliz en tus triunfos y en tu gloria! ¡Cuán de veras querría yo padecer y morir antes que desagradarte! ¡Oh corazón mío, si obras, sea tan sólo por los impulsos del Corazón de Jesús; muere, en silencio, delante de Él a todo lo que es natural o humano! ¡Oh Corazón divino!, a Ti me adhiero, en Ti me pierdo, y sólo de Ti quiero vivir. Así, toda mi ocupación será, Señor, enmudecer y adorar anonadado delante de Ti, como una lámpara encendida que se consume delante del Sagrario. ¡Amar, padecir y morir por tu Sagrado Corazón!

(De Santa Margarita María de Alacoque)



TERCERA PROMESA:

"Los consolaré en todas sus aflicciones"


(Agradezcamos esta promesa y pidamos que Jesús la cumpla con nosotros en nuestros  continuos pesares, recitando las:

 LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros
Jesucristo óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

(A todas las invocaciones que siguen se responde: “Ten misericordia de nosotros”)


Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno,
Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo,
Corazón de Jesús, al Verbo de Dios substancialmente unido,
Corazón de Jesús, de majestad infinita,
Corazón de Jesús, Templo santo de Dios,
Corazón de Jesús, Tabernáculo del Altísimo,
Corazón de Jesús, Casa de Dios y puerta del cielo,
Corazón de Jesús, Horno ardiente de caridad,
Corazón de Jesús, Santuario de justicia y de amor,
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor,
Corazón de Jesús, Abismo de todas las virtudes,
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza,
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones,
Corazón de Jesús, en que están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia,
Corazón de Jesús, en que mora toda la plenitud de la divinidad,
Corazón de Jesús, en que el Padre se agradó,
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos nosotros hemos recibido,
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados,
Corazón de Jesús, paciente y muy misericordioso,
Corazón de Jesús, liberal con todos los que te invocan,
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad,
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, colmado de oprobios,
Corazón de Jesús, desgarrado por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte,
Corazón de Jesús, con lanza traspasado,
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo,
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra,
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra,
Corazón de Jesús, víctima por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan,
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren,
Corazón de Jesús, delicias de todos los Santos,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros.
V.- Jesús manso y humilde de corazón.
R.- Haz nuestro corazón conforme al tuyo.

Oremos: Oh Dios todopoderoso y eterno: mira el Corazón de tu amantísimo Hijo y las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te tributa; y concede aplacado el perdón a éstos que piden tu misericordia en el nombre de tu mismo Hijo Jesucristo. Quien contigo vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.


Un Padrenuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.




Una palabra de Margarita María a sus hermanos asociados: "Si quieres dar un gusto inmenso al Corazón de Jesús, ofrécele, sacrifícale por entero los vuestros un primer viernes, después de comulgar, y prométle en ese instante solemne dos cosas: pertenecerle de veras, amándole sobre todas las cosas, y extender la gloria y el amor de su Sagrado Corazón"

Un Padre Nuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.



ACTO DE CONSAGRACIÓN
SE SOR MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN

Amabilísimo Jesús, yo me consagro de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón. Te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus potencias y mi ser todo entero. Te consagro mis pensamientos, palabras, obras, todos mis sufrimientos y trabajos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías. Especialmente te consagro mi pobre corazón para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, !oh Corazón divino!, el deseo que tengo de consolarte y de pertenecerte para simpre. Toma de tal manera posesión de mí, que yo no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que sufrir y morir por Ti. Pongo en Ti toda mi confianza, una confianza sin límites, y espero de tu misericordia infinita perdón de todos mis pecados. Deposito en tus manos todos mis intereses, principalmente el de mi salvación eterna.

Prometo amarte y honrarte hasta el último momento de mi vida, y ayudado de tu divina gracia, prometo propagar con celo ardiente el culto de tu Sacratísimo Corazón. !Oh divino Corazón de Jesús!, dispón de mí como te agrade, no quiero más recompensa que tu mayor gloria y tu santo amor. Concédeme la gracia de hacer mi morada en tu Sacratísimo Corazón; allí es donde quiero pasar los días de mi vida y exhalar mi último suspiro.

Haz también de mi  corazón tu morada y el lugar de tu reposo, para quedarnos así íntimamente unidos, hasta que un día pueda yo alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad y cantar para siempre las misericordias de tu dulcísimo Corazón. Amén


Corazón Divino de Jesús, ten misericordia de nosotros (Tres veces)

Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.

San José, Ruega por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.