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jueves, 22 de febrero de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 22 FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
22 de Febrero



Leví siguió a Jesús dejándolo todo y esa es la actitud que discípulo del Señor debe adoptar, esa es la condición que indefectiblemente debe poner; en nuestra vida no caben dos: Dios y nosotros; si está Dios, nosotros debemos desaparecer; si estamos nosotros, nuestro propio yo, nuestro egoísmo, Dios se retira, pues Dios no puede compartir con nadie ningún corazón.

Abandonarlo todo, todo sin excepción, sin restricciones, sin limitaciones, sin esconder nada, sin regatear nada; Cristo se despojó de todo por ti, aun su propia vida; justo es que tú también respondas de la misma forma, dejándolo todo por él y no permitiendo que nada en el mundo o en tu vida te pueda alejar de Jesús.



* P. Alfonso Milagro

MARÍA, CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS


María, Consuelo de los Afligidos.
María Madre de Dios, gracias a Dios


Por: Pia Hirmas | Fuente: https://la-oracion.com/ 




Dicen los santos que hay que aprender a aceptar más el sufrimiento, puesto que por los frutos que da, es más provechoso para el alma que el placer. La oración es más sincera y humilde si nace de un corazón que sufre ya sea por el peso de sus pecados, ya sea porque es un corazón que sufre abandono y soledad, ya sea que es probado en las duras purificaciones y oscuridades de los sentidos.

El otro día asistí a una catequesis sobre liberación y sanación. Básicamente todas las personas que iban a que les hicieran una oración de corte, de sanación y hacer ellas una de perdón, habían recurrido a brujos, chamanes, limpias, prácticas New Age o algo que les diera una solución inmediata a sus muchas penas.

Muchos tenían problemas laborales, otros muchos de salud, muchos sufrían porque sus familiares los habían lastimado o porque ellos mismos habían caído en alguna adicción. El padre explicó claramente por qué ir a esas cosas eran sólo engaños que tenían un costo tremendo después, pero debajo de todos esos problemas que contaban y por lo que habían ido a alguna “solución mágica” había más que ignorancia, que es mucha, había una desesperación por tratar de no sufrir.

No quiero minimizar los problemas que allí escuché, habían grandes problemas, abusos sexuales, consagraciones de brujería y masonería  hechos por sus familiares, problemas tras problemas con el trabajo y las relaciones familiares.

Nuestra fe se distingue de las demás religiones por muchas cosas, pero una de las más importantes es que Jesús nos enseña a amar el sufrimiento como camino de santidad. Es una predilección de Dios poder sufrir y sufrir con amor, con paciencia, con generosidad por la salvación de nuestros hermanos, en reparación de nuestros muchos pecados y para asemejarnos con Cristo el Siervo Doliente. En fin, podemos decir que para nosotros los cristianos, como decía San Pablo “todo coopera para el bien de los que aman a Dios” (Romanos 8; 28) y no es necesariamente una maldición.





Aunque existen las maldiciones mucho depende de tu estado de gracia que te hagan daño. Sin embargo, nadie te puede hacer más daño que tu a ti mismo recurriendo a medios oscuros para obtener más dinero, amores, poder o fama porque has elegido al demonio sobre Dios. Aunque es cierto que hay almas víctimas e inocentes a las que les caen muchos problemas de gente mala y verdaderamente es casi de no creerse lo que les pasa, siempre nuestra amada Madre la Iglesia tiene el poder de dar solución o alivio con estas oraciones hechas por sacerdotes con autorización del Obispo.  Pero puede sobre todo dar sentido salvífico y visión sobrenatural a estas personas, hasta que puedan decir con San Pablo: “Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor.  12; 9-10)

La oración de intercesión de estas personas es especialmente atendida por Dios, quién ve en esta alma el rostro doliente de Cristo. Sí Dios lo permite es porque necesita almas puras y generosas dispuestas a sufrir con El y para El, a fin de ganar almas para el Cielo.

María Santísima es en estos momentos de nuestro peregrinar en el destierro hasta la casa del Padre, es consuelo de los tristes y afligidos. Ella es la Madre del pronto Socorro. Ella corre a ayudar a quién se lo solicita porque ve el rostro de su amado Jesús en cada hijo que sufre bajo el peso de su cruz. Ella sabe de dolor, pues una espada le atravesó el alma. Ella supo desde que su hijito era bebé que iban a sufrir mucho El y Ella, y con paciencia, con sencillez, con generosidad y con confianza en Dios aceptó que su amado Hijo tuviera que padecer para redimirnos a todos. Ella lejos de desanimarlo o evitarle el dolor, lo preparó, lo acompañó en persona o desde la oración y con dulzura recogió y besó su cuerpo muerto para envolverlo como alguna vez lo envolvió en pañales y para después de tanto dolor, sostener a los discípulos que temerosos vagaban sin rumbo, o se escondían por miedo a los judíos. Ella rogaba al Padre por ellos porque veía que no eran fuertes, que estaban en una oscuridad total. Era el momento más triste de la historia del mundo. Ella se podía haber encerrado en su dolor, pero estaba allí con ellos saliendo a su encuentro para confortarlos.

María no se instalaba ni en el gozo de las Anunciación sino que corría a asistir a su parienta anciana, ni se instalaba en su dolor, sino que sostenía a otros que verla así de fuerte les animaba a no enloquecer del todo por la vergüenza de haber huido y mantenerse lo más posible en la esperanza.

Pidamos a María que nos de esa generosidad de corazón para ofrecer un corazón que “ame hasta que duela” como decía Madre Teresa, que vea en todo la mano de Dios Padre que nos ama y que si nos permite sufrir es para nuestro bien y el de su Iglesia.

ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO


ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO




Jesús, Yo creo que estas realmente presente en el Sacramento de la Eucaristía. Jesús, yo creo que estás presente en la Eucaristía con todo tu cuerpo, con toda tu sangre, tu alma, tu divinidad, todo tu poder, toda tu sabiduría, todo tu amor infinito hacia nosotros. Yo creo que estás en la Eucaristía vivo y lleno de amor hacia cada uno de nosotros.

Señor Jesús, queremos pedirte perdón por todos nuestros pecados. Jesús, perdona nuestras faltas de amor a Ti y a tu Madre, la Virgen María; perdona nuestras faltas de caridad hacia el prójimo. Concédenos tu ayuda para arrepentirnos de nuestros pecados y de recibir con frecuencia tu perdón en la Confesión. 

Señor Jesús, te damos gracias por la vida que nos has dado,  ayúdanos a transformar el tiempo que nos das en un tesoro de eternidad. Gracias por todos los favores y ayudas divinas que nos concedes para el bien de nuestro cuerpo y de nuestra alma. Gracias, Jesús, Salvador nuestro, por el amor infinito que nos tienes, gracias por nacer por nosotros, gracias por haberte hecho hombre por nosotros, gracias por morir en la cruz para salvarnos, gracias por tu amor en la Eucaristía, gracias porque te haces alimento de nuestras almas, gracias porque nos das cada día tu vida divina. Gracias por todo.

- Te pedimos, Dios todopoderoso, que derrames tus bendiciones y gracias sobre toda la Iglesia: por el Papa, por todos los Obispos, Sacerdotes, almas consagradas y todo el Pueblo de Dios, ayúdanos a crecer en la fe, en la esperanza y en el amor a Ti y al prójimo.

- Salvador nuestro, te pedimos por todos los hombres del mundo, de forma especial por aquellos que están más alejados de ti, por los que se encuentran en el pecado, por los que viven momentos de sufrimiento, de enfermedad, de soledad; ayúdalos con tu gracia para comprendan que Tú eres el único Camino hacia el cielo, la Verdad que nos ilumina y la Vida Eterna.

- Jesús, Hijo de Dios Vivo,  ayúdanos continuamente a poner nuestro corazón y nuestra vida en tu Corazón y en el corazón de tu Madre, la Virgen María, para que seamos un solo corazón y transformemos el maravilloso tiempo que nos das en un tesoro para el cielo.

- Jesús resucitado, te pedimos que abras las puertas del paraíso a las benditas almas del Purgatorio para que vivan eternamente felices contigo en el gozo del cielo.


Amén

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 22 FEBRERO 2018 - LA CÁTEDRA DEL APÓSTOL SAN PEDRO


Lecturas de hoy La Cátedra del apóstol san Pedro
 Hoy, jueves, 22 de febrero de 2018



Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5,1-4):

A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 22,1-3.4.5.6

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta: 
en verdes praderas me hace recostar; 
me conduce hacia fuentes tranquilas 
y repara, mis fuerzas; 
me guía por el sendero justo, 
por el honor de su nombre. R/.

Aunque camine por cañadas oscuras, 
nada temo, porque tú vas conmigo: 
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/. 

Preparas una mesa ante mí, 
enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia 
me acompañan todos los días de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» 
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» 
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» 
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy jueves, 22 de febrero de 2018
 Juan Lozano, cmf


Querido amigo/a:

"¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Es la pregunta que Jesús nos dirige hoy. Necesita saber si le hemos entendido, si le reconocemos tal y como es. Veintiún siglos de cristianismo, pero ¿el mundo le conoce? Porque de Jesús se dicen muchas cosas, se escriben muchos libros y se le interpreta de múltiples maneras, como ya le ocurrió entonces. Posiblemente hoy, a pesar de la mayor distancia cronológica, tenemos más conocimiento e información que sus contemporáneos. Pero ¿tenemos la misma adhesión y fe que sus discípulos? No basta la información, el conocimiento exhaustivo del Jesús histórico, para creer en Él, aunque dicha información pueda ayudar y ser útil, pero no basta.

“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Mt 16, 15. Jesús, a quien nunca conoceremos plenamente hasta que nos encontremos con Él cara a cara; a quien descubrimos y en quien nos descubrimos más y mejor a nosotros mismos siempre que nos dejemos amar más por Él; quien siempre puede sorprendernos, enseñarnos cosas nuevas, el Maestro… ¿Quién es para ti? Nunca lo abarcaremos por completo.

Ojalá podamos decir con el corazón, como dijo Pedro: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Es decir, Señor Jesús, tú eres mi vida, mi hermano, mi amado…, mi Señor… yo creo en ti, en tus Palabras de vida eterna… Por eso la fiesta de hoy. La Cátedra de San Pedro es el reconocimiento de que Jesús quiere hacer una nueva comunidad, es el “nuevo templo”, donde Pedro será la piedra fundamental. De nada vale el  asiento, la cátedra, si no hay comunidad viva. De nada vale el  templo, por muy bello que se adorne, si no hay hombres y mujeres que lleven a Jesús a la calle, a la vida.

Oremos hoy por el sucesor de Pedro, el Papa Francisco, para que reciba la fuerza y la inspiración del Espíritu Santo en todo momento y siga guiando la barca que el pescador de Galilea recibió como encargo del propio Cristo. Que la celebración de esta fiesta sirva para unir a toda la comunidad católica y renovar nuestra misión de llevar a Jesús a toda la humanidad para por todos sea conocido, amado y servido.

Vuestro hermano en la fe:  
Juan Lozano, cmf.