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lunes, 19 de febrero de 2018

COMO UN NIÑO


Como un niño



Una vez Jesús con un niñito en sus brazos dijo: “Si no vuelven a ser como niños, no podrán entrar en el reino de los cielos”. Un pequeñín es humilde, confiado, sencillo, sincero, puro, inocente. Sólo así podré entrar en el reino de Dios. ¿Una meta difícil, verdad? Pero te orienta para ir modelando tu mentalidad y para pedir ese don especial. Puedes orar así:

Señor, mi Dios, quiero ser como un niño.
A veces no sé bien lo que eso significa,
pero me pongo en tus manos,
me abandono.
Consuélame en mis heridas,
anímame en mis cansancios,
envíame a los heridos y agobiados,
para que yo sea tu ungüento y tu fuerza
en medio del mundo necesitado. (Francisco Jiménez)

“Como el niño que no sabe dormirse sin asirse a la mano de su madre, así mi corazón viene a ponerse sobre tus manos al caer la tarde. Como el niño que sabe que alguien vela su sueño de inocencia y esperanza, así descansará mi alma segura, sabiendo que eres tú, Señor, quien nos aguarda”.  Hermoso himno para concluir el día. El Señor te bendice.



* Enviado por el P. Natalio

QUÉ ES LO QUE HAN HECHO DE MALO LOS QUE NO VIERON A CRISTO EN LOS POBRES?


¿Qué es lo que han hecho de malo los que no vieron a Cristo en los pobres?
Lunes primera semana de Cuaresma. Es el no haber abierto los ojos para ver a Cristo en sus hermanos. 


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




La Cuaresma que se nos puede presentar simplemente como camino de penitencia, como un camino de dolor, como un camino negativo, realmente es todo lo contrario. Es un camino sumamente positivo, o por lo menos así deberíamos entenderlo nosotros, como un camino de crecimiento espiritual. Un camino en el cual, cada uno de nosotros va a ir encontrándose, cada vez con más profundidad con Cristo. Encontrarnos con Cristo en el interior, en lo más profundo de nosotros, es lo que acaba dando sentido a todas las cosas: las buenas que hacemos, las malas que hacemos, las buenas que dejamos de hacer y también las malas que dejamos de hacer.

En el fondo, el camino que Dios quiere para nosotros, es un camino de búsqueda de Él, a través de todas las cosas. Esto es lo que el Evangelio nos viene a decir cuando nos habla de las obras de misericordia. Quien da de comer al hambriento, quien da de beber al sediento, en el fondo no simplemente hace algo bueno o se comporta bien con los demás, sino va mucho más allá. Está hablándonos de una búsqueda interior que nosotros tenemos que hacer para encontrarnos a Cristo; una búsqueda que tenemos que tenemos que ir realizando todos los días, para que no se nos escape Cristo en ninguno de los momentos de nuestra existencia.

¿Cómo buscamos a Cristo?¿Cuánto somos capaces de abrir los ojos para ver a Cristo? ¿Hasta que punto nos atrevemos a ir descubriendo, en todo lo que nos pasa, a Cristo? La experiencia cotidiana nos viene a decir que no es así, que muchas veces preferimos cerrar nuestros ojos a Cristo y no encontrarnos con Él.

¿Por qué nos puede costar reconocer a Cristo?¿Qué es lo que han hecho de malo los que no vieron a Cristo en los pobres? ¿Realmente dónde está el mal? Cuando dice Jesús Estuvieron hambrientos y no les disteis de comer; estuvieron sedientos y no les disteis de beber, ¿qué es lo que han hecho de malo? Lo que han hecho de malo, es el no haber sido capaces de reconocer a Cristo; el no haber abierto los ojos para ver a Cristo en sus hermanos. Ahí está el mal.

Lo que nos viene a decir el Evangelio, el problema fundamental es que nosotros tengamos la valentía, la disponibilidad, la exigencia personal para reconocer a Cristo. No simplemente para hacer el bien, que eso lo podemos hacer todos, sino para reconocer a Dios. Saber poner a Cristo en todas las situaciones, en todos los momentos de nuestra vida.

Esto que nos podría parecer algo muy sencillo, sin embargo es un camino duro y exigente. Un camino en el cual podemos encontrarnos tentaciones. ¿Cuál es la principal tentación? La principal tentación en este camino, del cual nos habla el Evangelio de hoy, es precisamente la tentación de no aceptar, con nuestra libertad, que Cristo puede estar ahí, o sea la tentación del uso de la libertad.

Creo que si hay algo a lo cual nosotros estamos profundamente arraigados, es a nuestra libertad y es lo que buscamos defender en todo momento y conservar por encima de todo. Cristo dice: "¡Cuidado!, no sea que tu libertad vaya a impedirte reconocerme. ¿Cuántas veces el ayudar a alguien significa tener que dejar de ser uno mismo? ¿Cuántas veces el ayudar a alguien significa tener que renunciar a nosotros mismos? "Tuve hambre y no me diste de comer". Y tengo que ser yo quien te dé de comer de lo mío, es decir, tengo que renunciar. Tengo que ser capaz de detenerme, de acercarme a ti, de descubrir que tienes hambre y de darte de lo mío.

A veces podríamos pensar que Cristo sólo se refiere al hambre material, pero cuántas veces se acerca a nosotros corazones hambrientos espiritualmente y nosotros preferimos seguir nuestro camino; preferimos no comprometer nuestra vida, pues es más fácil, así no me meto en complicaciones, así me ahorro muchos problemas.

¿Cuántas veces podrían nuestros hermanos, los hombres, haber pasado a nuestro lado, haber tocado nuestra puerta y haber encontrado nuestro corazón, libremente, conscientemente cerrado? diciendo: "yo no me voy a comprometer con los demás, yo no me voy a meter en problemas". Cuidado, porque esta cerrazón del corazón, puede hacer que alguien muera de hambre; puede ser que alguien muera de sed. No podemos solucionar todos los problemas del mundo; no podemos arreglar todas las dificultades del mundo, pero la pregunta es: ¿cada vez que alguien llega y toca a tu corazón, le abres la puerta? ¿te comprometes cada vez que tocan tu corazón? Este es un camino de Cuaresma, porque es un camino de encuentro con Cristo, con ese Cristo que viene una y otra vez a nuestra alma, que llega una y otra a nuestra existencia.

Todos nosotros somos de una o de otra forma, miembros comprometidos en la Iglesia, miembros que buscan la superación en la vida cristiana, que buscan ser mejores en los sacramentos, ser mejores en las virtudes, encontrarnos más con nuestro Señor. ¿Por qué no empezamos a buscarlos cuando Él llega a nuestra puerta? Cuidad con la principal de las tentaciones, que es tener el corazón cerrado.

A veces nos podría preocupar muchas tentaciones: lo mal que está el mundo de hoy, lo tremendamente horrible que está la sociedad que nos rodea. ¿Y la situación interior? ¿Y la situación de mi corazón cerrado a Cristo? ¿Y la situación de mi corazón que me hace ciego a Cristo, cómo la resuelvo? Las situaciones de la sociedad se pueden ignorar cerrando los ojos, no preocupándome de nada, metiéndome en un mundo más o menos sano. Pero la del corazón, la tentación que te impide reconocer a Cristo en tu corazón, ¿cómo la solucionas? Este es el peor de los problemas, porque de ésta es la que a la hora de la hora te van a preguntar: ¿Qué hiciste? ¿Dónde estabas? ¿Por qué no me abriste si estabas en casa?¿Por qué si yo te estaba buscando a ti, tu no me quisiste abrir la puerta? ¿Por qué si yo quería llegar a tu vida, preferiste quedarte dentro y no salir? ?¿Por qué si yo quería reunirme contigo, solucionar tus problemas, ayudarte a reconocerme, tú preferiste seguir viviendo con los ojos cerrados.

Esto es algo muy fuerte y la Cuaresma tiene que ayudarnos a preguntarnos y a planteárnos la apertura real del corazón y ver porqué nuestro corazón cerrado por nuestra libertad no quiere reconocer a Cristo en los demás. Atrevámonos a ver quiénes somos, cómo estamos viviendo nuestra existencia. Abramos nuestro corazón de par en par. No permitamos que nuestro corazón acabe siendo el sediento y hambriento por cerrado en si mismo. Podemos acabar siendo nosotros, auténticos hambrientos y sedientos, y estar Cristo tocando a nuestras puertas y sin embargo cerramos el corazón.

Hagamos de nuestro camino de cuaresmal, un camino hacia Dios abriendo nuestro corazón. Yo estoy seguro, de que siempre que abramos nuestro corazón vamos a encontrarnos con nuestro Señor, con Cristo que nos dice por dónde tenemos que ir. Así, nuestra alma va a decir: "efectivamente, yo se que tu eres el Señor, te he reconocido y por eso abro mi vida. Te he reconocido y por eso me doy completamente y soy capaz de superar cualquier dificultad. Te he reconocido". Abramos el corazón, reconozcamos a Cristo, no permitamos que nuestra vida se encierre en sí misma. Tres condiciones para que podamos verdaderamente tener al Señor en nuestra existencia. De otra forma, quién sabe qué imagen tengamos de Dios y no se trata de hacer a Dios a nuestra imagen, sino hacernos a imagen de Dios.

Que el reclamo a la santidad, que es la Cuaresma, sea un reclamo a un corazón tan abierto, tan generoso y tan disponible que no tenga miedo de reconocer a Cristo en todas cada una de la situaciones por las que atraviesa; en todas y cada una de las exigencias, que Cristo, venga a pedir a nuestra vida cotidiana. No se trata simplemente de esperar hasta el día del Juicio Final para que nos digan: "tu a la derecha y tu a la izquierda"; es en el camino cotidiano, donde tenemos que empezar a abrir los ojos y a reconocer a Cristo.

ENTRE CONFLICTOS Y TENTACIONES


Entre conflictos y tentaciones



Antes de comenzar a narrar la actividad profética de Jesús, Marcos nos dice que el Espíritu lo impulsó hacia el desierto. Se quedó allí cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Estas breves líneas son un resumen de las tentaciones o pruebas básicas vividas por Jesús hasta su ejecución en la cruz.

Jesús no ha conocido una vida fácil ni tranquila. Ha vivido impulsado por el Espíritu, pero ha sentido en su propia carne las fuerzas del mal. Su entrega apasionada al proyecto de Dios le ha llevado a vivir una existencia desgarrada por conflictos y tensiones. De él hemos de aprender sus seguidores a vivir en tiempos de prueba.

«El Espíritu empuja a Jesús al desierto». No lo conduce a una vida cómoda. Lo lleva por caminos de pruebas, riesgos y tentaciones. Buscar el reino de Dios y su justicia, anunciar a Dios sin falsearlo, trabajar por un mundo más humano es siempre arriesgado. Lo fue para Jesús y lo será para sus seguidores.

«Se quedó en el desierto cuarenta días». El desierto será el escenario por el que transcurrirá la vida de Jesús. Este lugar inhóspito y nada acogedor es símbolo de pruebas y dificultades. El mejor lugar para aprender a vivir de lo esencial, pero también el más peligroso para quien queda abandonado a sus propias fuerzas.

«Tentado por Satanás». Satanás significa "el adversario", la fuerza hostil a Dios y a quienes trabajan por su reinado. En la tentación se descubre qué hay en nosotros de verdad o de mentira, de luz o de tinieblas, de fidelidad a Dios o de complicidad con la injusticia.

A lo largo de su vida, Jesús se mantendrá vigilante para descubrir a "Satanás" en las circunstancias más inesperadas. Un día rechazará a Pedro con estas palabras: "Apártate de mí, Satanás, porque tus pensamiento no son los de Dios". Los tiempos de prueba los hemos de vivir, como él, atentos a lo que nos puede desviar de Dios.

«Vivía entre alimañas, y los ángeles le servían». Las fieras, los seres más violentos de la tierra, evocan los peligros que amenazarán a Jesús. Los ángeles, los seres más buenos de la creación, sugieren la cercanía de Dios, que lo bendice, cuida y sostiene. Así vivirá Jesús: defendiéndose de Antipas al que llama "zorro" y buscando en la oración de la noche la fuerza del Padre.

Hemos de vivir estos tiempos difíciles con los ojos fijos en Jesús. Es el Espíritu de Dios el que nos está empujando al desierto. De esta crisis saldrá un día una Iglesia más humana y más fiel a su Señor.



© José Antonio Pagola

PAPA FRANCISCO DA INICIO A SUS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE CUARESMA JUNTO A LOS MIEMBROS DE LA CURIA DEL VATICANO


El Papa da inicio a sus ejercicios espirituales de Cuaresma junto a miembros de la Curia
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




El domingo por la tarde el Papa Francisco inició sus ejercicios espirituales (retiro) junto a los miembros de la Curia del Vaticano hasta el viernes 23 de febrero, como ya es tradición en la Casa del Divino Maestro de la localidad italiana de Ariccia.

Este año, los ejercicios espirituales estarán dirigidos por el P. José Tolentino de Mendonça.

Los ejercicios espirituales del Papa y la Curia Romana tendrán como tema “Elogio de la sed”. Este primer domingo tiene lugar la prédica introductoria, “Aprendices del asombro”, la adoración eucarística y el rezo de las Vísperas.

Los demás días la jornada comenzará con la Misa a las 7:30 a.m. seguida de una meditación a las 9:30 a.m. A las 4:00 p.m. se impartirá una segunda meditación seguida de la adoración eucarística y las vísperas. Para el último día, el viernes 23, solo se ha programado una meditación.

Algunas de las meditaciones son “La sed de Jesús”, “La ciencia de la sed”, “Escuchar la sed de las periferias”, “La beatitud de la sed” y “Las lágrimas encuentran la sed”.

En los días que el Santo Padre y la Curia vaticana realizarán los ejercicios espirituales se suspenderán las audiencias privadas y especiales, incluida la Audiencia General que el Papa Francisco preside los miércoles.

5 CONSEJOS PRÁCTICOS PARA UNA BUENA ORACIÓN CON LA BIBLIA


5 consejos prácticos para una buena oración con la Biblia
POR MARÍA XIMENA RONDÓN | ACI Prensa







En su última columna semanal, Mons. José Gómez, Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos) habló sobre la importancia de poder hablar con Dios a través de la oración e indicó que un método perfecto para  lograrlo es la llamada “Lectio divina”.

“La Lectio divina transforma nuestra lectura de las Escrituras en una audiencia privada con el Dios vivo que viene a nosotros con amor y nos habla en las páginas de los textos sagrados… Si la oración es conversación, entonces tenemos que escuchar a Dios tanto como hablamos con Él. ‘Al leer la Biblia, Dios te habla’, dijo San Agustín. ‘Cuando oras hablas con Dios’”, señaló.

Por ello, el Prelado da estos cinco consejos para meditar con un pasaje bíblico, de preferencia el Evangelio del día:

1.- Buscar un lugar tranquilo

Antes de leer las Sagradas Escrituras es preciso ponerse en presencia de Dios. Por lo tanto, Mons. Gómez recomienda buscar un lugar tranquilo, donde nadie interrumpa y apaguen todas sus “pantallas”: computadora, teléfono celular, televisión para poder estar aunque sea 15 minutos “a solas con el Señor”.

Después “pidan que su Espíritu Santo abra sus corazones. Pídanle a nuestra Santísima Madre que los ayude a reflexionar en su corazón sobre los misterios de Cristo, como Ella lo hizo”.

2.- Detenerse en los detalles


Una vez terminada la oración “empiecen a leer despacio el texto del Evangelio de ese día. Léanlo una y otra vez. Y conforme van leyendo, fíjense en los detalles. ¿Qué está pasando? ¿Quiénes son los personajes principales? Deténganse en las palabras o en las frases que les llamen la atención. Presten especial atención a lo que Jesús está diciendo y haciendo”.

Asimismo, Mons. Gómez señaló que hay que recordar que no se debe leer la Biblia como si se estuviera se estuviera leyendo una novela. “Se trata de un encuentro con el Dios vivo. Jesús vive en los textos sagrados. Dios está hablándoles a ustedes, personalmente”.

3.- Meditar sobre la lectura

Tras identificar el pasaje que les llamó la atención, el Prelado indicó que hay que preguntarle a Dios qué está tratando de decir a través de las palabras específicas.

“¿Hay aquí una promesa para ustedes? ¿Una orden? ¿Una advertencia? ¿Cómo se aplica este texto a la situación que están ustedes viviendo en este momento?”, propuso.

“Permítanle a la Palabra de Dios transformarse en un reto para ustedes. Si tienen dificultad para entender lo que están leyendo, pídanle al Espíritu que los ayude”, sobre todo a comprender las escenas y enseñanzas que “no se ajusten a la manera de pensar, a las expectativas y a los prejuicios”, precisó.

4.- Orar

Después de comprender lo que Dios quiere decir, Mons. Gómez indicó que es necesario responderle. Esto se hace con la oración.

“Puede ser una oración de agradecimiento o de alabanza. La oración de ustedes puede ser una petición, una petición de que Dios les dé la fuerza para seguir adelante o de que les otorgue alguna gracia o virtud en especial”, explicó.

También añadió que “cuanto más oremos con los Evangelios, más podremos pensar según “'a mentalidad de Cristo'”, y así "nos apropiaremos de sus pensamientos y sentimientos; más podremos ver la realidad a través de sus ojos”.

Al orar más experimentaremos con mayor intensidad “el llamado de Cristo a cambiar el mundo, para así moldear la sociedad y la historia de acuerdo al designio amoroso de Dios”.

5.- Contemplar

La lectio divina termina con la contemplación. Este momento se trata de permanecer en silencio y “contemplar a Dios”.

“En la contemplación, somos como niños que buscan conocer la manera de pensar y la voluntad del Padre que nos ama. Con nuestra mente tranquila, descansa la presencia de su mirada. ‘Yo lo miro y Él me mira’”, comentó el Arzobispo de Los Ángeles.

En esta fase “la lectio divina nos lleva a tomar resoluciones y a comprometernos para la acción”.

Lee la columna completa aquí.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 19 DE FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
19 de Febrero




La elección que Jesús hizo de Leví, para que fuera su apóstol, fue una elección completamente gratuita; la profesión que ejercía Leví era considerada deshonrosa e inmoral; Cristo no se fija en eso y llama a Leví para ser su apóstol.

La Palabra de Jesús convierte a Leví en un hombre nuevo, con una nueva vida, con nuevos valores, con nuevas metas.

La Palabra de Jesús, que es el Evangelio, debe también cambiar tu vida: porque tú también has sido elegido y llamado por el Señor Jesús, para ser su apóstol; debes adaptar tu vida al Evangelio, evangelizarte a ti mismo y evangelizar el ambiente en el que te desenvuelves y esto aunque tu vida pasada no haya sido del todo correcta.



* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 18 DE FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
18 de Febrero




Teniendo a Cristo con nosotros, viviendo con Dios en nosotros, sintiendo en nuestro corazón la presencia de Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, no hay nada que sea capaz de hacernos perder el gusto de esa presencia de Dios en nosotros; no existe nada ni nadie que pueda robarnos la paz del alma. Por la gracia Dios vive en nosotros; mantener esa gracia en nosotros será el fundamento de nuestra felicidad no sólo en la otra vida, sino también en esta vida terrena.


* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 19 FEBRERO 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 1ª semana de Cuaresma
Hoy, lunes, 19 de febrero de 2018



Primera lectura
Lectura del libro del Levítico (19,1-2.11-18):

EL Señor habló así a Moisés:
«Di a la comunidad de los hijos de Israel:
“Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo.
No robaréis ni defraudaréis ni os engañaréis unos a otros.
No juraréis en falso por mi nombre, profanando el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor.
No explotarás a tu prójimo ni le robarás. No dormirá contigo hasta la mañana siguiente el jornal del obrero.
No maldecirás al sordo ni pondrás tropiezo al ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.
No daréis sentencias injustas. No serás parcial ni por favorecer al pobre ni por honrar al rico. Juzga con justicia a tu prójimo.
No andarás difamando a tu gente, ni declararás en falso contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor.
No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado.
No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 18,8.9.10.15

R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

V/. La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes. R/.

V/. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.

V/. El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.

V/. Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, Roca mía, Redentor mío. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a yerme”.
Entonces los justos le contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.
Y el rey les dirá:
“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Entonces dirá a los de su izquierda:
“Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
Entonces también estos contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.
Él les replicará:
“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy lunes, 19 de febrero de 2018
 Juan Lozano, cmf



Querido amigo/a:

Acabamos de comenzar la Cuaresma. El Papa Francisco en su mensaje para este año ha elegido como lema: «Al crecer la maldad, se enfriara? el amor en la mayoría» (Mt 24,12). “Esta frase se encuentra en el discurso que habla del fin de los tiempos y que esta? ambientado en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, precisamente allí? donde tendrá? comienzo la pasión del Señor. Jesús, respondiendo a una pregunta de sus discípulos, anuncia una gran tribulación y describe la situación en la que podría encontrarse la comunidad de los fieles: frente a acontecimientos dolorosos, algunos falsos profetas engañarán a mucha gente hasta amenazar con apagar la caridad en los corazones, que es el centro de todo el Evangelio”, dice el Papa.

Precisamente el Evangelio de hoy nos habla del juicio final, donde nuestros corazones serán expuestos ante Él para ver si fueron fríos o calientes, de piedra o de carne, cerrados o abiertos. Pero no es necesario esperar a ese día, porque una vida presente con un corazón enfriado es una vida triste, apagada, sin aliciente, sin alegría. No se trata de hacer el bien para sufrir y conseguir un pasaje para la vida eterna, sino de hacer el bien por convicción, sabiendo que todo el amor que damos lo recibimos ya en esta vida, el “ciento por uno”, aunque con creces en la eterna.

Entrenarnos para amar aquí y ahora es a lo que nos invita la Cuaresma de manera más intensa, porque su final, la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor, es la máxima lección de amor que Él nos ha dejado; y en este amor tenemos que crecer. Cada vez que damos un paso en esta dirección, se hacen realidad las palabras finales del Evangelio de hoy: “Venid vosotros, benditos de mi Padre”.

Que nuestro corazón no se enfríe con la maldad, la rutina o la apatía, sino que despierte y se caliente en este tiempo bendito que es la Cuaresma.

Vuestro hermano en la fe:  
Juan Lozano, cmf.