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sábado, 30 de junio de 2018

LECTURAS BÍBLICAS DEL DOMINGO 1 JULIO 2018 Y MEDITACIÓN DEL EVANGELIO


Lecturas del Domingo 13º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
 domingo, 1 de julio de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (1,13-15;2,23-24):

Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo; y los de su partido pasarán por ella.

Palabra de Dios


Salmo
Salmo responsorial 29

R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.


Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8,7.9.13-15):

Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba.» 

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (5,21-43):


En aquel tiempo Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. 
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.» 
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda, su fortuna; pero en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido, curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que, había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio le la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿quién me ha tocado?"»
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. 
Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?» 
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate).»
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar –tenía doce años–. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio del domingo, 1 de julio de 2018
 Fernando Torres cmf


Dios está a favor de la vida

      Es curioso. La frase que da título a esta homilía puede ser causa de conflictos. Desgraciadamente seguimos haciendo de Dios bandera de nuestra propia forma de pensar. En definitiva, le usamos para justificar lo que pensamos, queremos o deseamos. Hay grupos que están a favor de la paz. Estos agitan la bandera de Dios para decir que hay que estar contra cualquier forma de guerra o violencia. Y hay otros grupos que parecen estar exclusivamente preocupados por el aborto. El tema de la guerra no les interesa o les interesa muy poco. Unos y otros están en favor de la vida pero sólo en un aspecto. Por en medio andan los partidarios de la eutanasia, que parece que están a favor de la vida, pero no de toda vida o de la vida a cualquier precio sino de una vida dignamente vivida. Todos de una forma de otra, a favor o en contra, tratan de atraer a Dios hacia su bando para justificar sus posiciones. 

      La realidad es que Dios está a favor de la vida, de la vida de la persona. Ya dijo San Ireneo, un santo Padre de los primeros siglos de la Iglesia, que “la gloria de Dios era la vida del hombre”. Dios quiere nuestro bien. ¡No puede ser de otra manera! Nos ha creado. Es el autor de la creación. No se puede concebir que haya creado este mundo para destinarlo a la muerte. Más bien, hay que pensar lo contrario: que lo ha creado para destinarlo a la vida y a la vida eterna. Eso es lo que nos dice la primera lectura tomada del libro de la Sabiduría. 

      En el Evangelio, Jesús está definitivamente a favor de la vida. No es necesario entrar en profundas exégesis ni explicaciones del texto. Es tan sencillo como ver que Jesús cura a la hija del jefe de la sinagoga. Y también cura a la mujer que padece flujos de sangre. En el primer caso, es Jesús el que se mueve hacia el enfermo o muerto y le toca. En el segundo es la mujer la que se acerca a Jesús y le toca. En los dos casos la curación es de una enfermedad física, que es sin duda la primera amenaza a la vida. 

      Hoy somos nosotros los que hemos de ocuparnos de esa defensa de la vida. Pero lo hemos de hacer con la honestidad suficiente como para no guardar silencio ante ninguna amenaza a la vida. No sólo el aborto es pecado contra la vida. No sólo la guerra. La injusticia, la pobreza, el egoísmo, la falta de amor, son también amenazas para la vida. No podemos pronunciarnos con rotundidad en un caso y callarnos en el otro. Eso no significa que no haya dudas. Hay situaciones en las que es difícil ver claro qué es lo mejor o qué significa en concreto defender la vida. La eutanasia puede ser una de ellas. Ahí tendremos que aprender a dialogar y escuchar. Y hasta aprender a convivir con situaciones concreta para las que no tenemos una respuesta clara. Pero siempre defendiendo la vida y la vida para todos. Con Dios, nuestro creador y nuestro salvador. 



Para la reflexión

      ¿Estoy convencido de que Dios defiende toda la vida y la vida de todos? ¿De qué modo esta la vida amenazada en su integridad cerca de mí? ¿Qué puedo hacer por defenderla, promoverla, apoyarla, salvarla, curarla? 

FIN DEL MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, LA COMUNIÓN REPARADORA


Mes del Sagrado Corazón de Jesús: 
Día 30: La Comunión reparadora 




El corazón de Jesús nos recuerda su enseñanza del agua viva que fluye de Su lado traspasado y la enseñanza de que el Espíritu Santo fluyó sobre la Iglesia  

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús representa actos de veneración de Su corazón físico, unido a su divinidad, como símbolo de su amor redentor a toda la humanidad

En un sentido popular, el corazón es el asiento de la vida interior de una persona, tanto natural como sobrenatural.

El corazón de Jesús nos recuerda su enseñanza del agua viva que fluye de Su lado traspasado y la enseñanza patrística de que el Espíritu Santo fluyó sobre la Iglesia a través de esa herida.

Santa Margarita María Alacoque, una santa del siglo XVII, promovió la devoción del Sagrado Corazón de Jesús especialmente en actos de reparación y de consagración



Consagremos nuestros corazones hoy
 al Sagrado Corazón de Jesús


1.- Confíate al Sagrado Corazón de Jesús
Amado Corazón de Jesús, Tú Permaneces como mi amante fiel y eterno, aunque yo vaya dando tumbos por el camino del amor, tu amor. Quieres que yo dé mucho fruto, pero para eso debo vivir unido a Ti, unido a tu sacratísimo corazón y a tu Palabra que es la semilla que alimenta al mío.

Dame de tu fuerza, de tu coraje, de tu amor y de tu perdón. Necesito a diario esas cuatro cosas en mi vida para tener la dirección correcta. Quiero hacer de mi vida una vida de servicio, obrar bien por los míos y por mi prójimo, desvivirme por ellos como Tú lo hiciste por mí.

Al final de mis días eso es lo que contará, no mi prestigio, riqueza, poder o belleza. Sé que quieres que construya mi vida sobre el amor que brota de tu Sagrado Corazón, que permanezca siempre firme y lleno de tu bondad. Confío en que Tú me llevarás seguro con la fuerza sanadora que emerge de tu Corazón.

Confío en Ti, confío en tu amor, confío en que me ayudas y me regalas tu bendición en todos los momentos de mi vida.

Sagrado Corazón de Jesús, quiero amarte con verdadero amor.

Amén



2.- Oración inicial

Sagrado Corazón de Jesús, necesito de tu fuerza que todo lo restaura, tu poder que sana y libera y conduce por nuevos caminos llenos de bendiciones.

Tú conoces lo que hay en mi corazón: quiero amarte y servirte, no porque sea un mandato, sino porque lo acepto como una petición de amor respetuosa y lleno de gozo por hacer tu voluntad, la cual, con ella siempre me diriges y quieres lo mejor para mí.

Sagrado Corazón de Jesús, quiero seguir tus pasos, vivir lo que Tú mismo viviste, amar lo que Tú amas, despreciar el mal que te aleja de mí.

Te amo, creo en tus mandamientos, que no son otra cosa que peticiones de amor que brotan de tu sagrado corazón. Amén. Sagrado Corazón de Jesús en ti confío.

Amén.


3.- Día 30: La comunión reparadora.

Si quieres amar al Corazón de Jesús debes comulgar su cuerpo muy frecuentemente. ¿No eres digno? Y para hacerla una vez al año ¿te sientes digno? No eres perfecto.

Pero la comunión no es un premio; es un medio para llegar a la perfección. ¿Tienes muchos defectos? Para corregirlos tienes necesidad de la comunión.

No son los sanos los que tienen necesidad de curación, sino los enfermos. ¿No sabes que la comunión borra por sí todos los pecados veniales y preserva de los mortales?

Rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.



4.- Oración final

Amantísimo Corazón de Jesús, de Ti provienen abundantes gracias, misericordia y perdón, defiendes a los oprimidos, ayudas a los más débiles, rescatas a los que son despreciados.

Una y otra vez intervienes en cada una de mis debilidades, me acoges, me perdonas y me invitas a convertirme de corazón.

Sagrado Corazón de Jesús, Tú lo sabes todo, Tú escudriñas la profundidad de nuestros corazones y ves nuestro interior, conoces mi debilidad.

Quiero aprender a perdonar y a pedir perdón, a reconocerme pecador y no juzgar a los demás, más bien acudo a Ti, que eres la fuente de la misericordia, para que pongas en mí la gracia de ser misericordioso.

Quiero saber inyectar esperanzas en vez de condenas. Derrama tu amor en mi corazón para solidarizarme con todos. No permitas que sea indiferente ante las personas que necesitan de una palabra de consuelo.

Te suplico, Oh Dios mío, que extiendas tu mano en estos momentos sobre mis heridas y sánalas con tu inmenso amor. Eres el dueño de mi vida. Todo te lo entrego.

Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.



Nota final: El Sagrado Corazón de Jesús quiere inspirar a los corazones de hombres y mujeres de nuestros días para que puedan estar fortalecidos ante los continuos ataques de antivalores de esta sociedad y además infundirles un gran deseo de llevar a cabo grandes obras de las que se creen ser incapaces de realizar.


El Corazón de Jesús le dijo a Santa Margarita María Alacoque:

"Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí".

Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.



Fuente: PildorasdeFe.net

HOY Y MAÑANA


Hoy y mañana     



Hoy…

- Antes de decir algo destructivo, piensa en los que no pueden hablar.

- Antes de quejarte del sabor de tu comida, piensa en los que no tienen qué comer.

- Antes de quejarte de tu pareja, piensa en los corazones solitarios y tristes que añoran un compañero.

- Antes de quejarte de tus hijos, piensa en quienes no los tienen y los desean.

- Cuando estés cansado y reniegues de tu trabajo, piensa en los millones que están desempleados y quisieran el tuyo.

- Antes de señalar con el dedo, y tomarte la atribución de juzgar, recuerda que todos hemos cometido errores, y lo seguiremos haciendo.

- Y cuando el cansancio y las tinieblas quieran timarte y llenarte de pensamientos negativos y destructores... ¡Sonríe!

- Sonríe y da gracias a Dios, porque estás vivo y todavía andas por aquí.

- Esta vida no es eterna para nadie. Es un regalo, una aventura, una celebración, un hermoso viaje…. ¡Aprovéchala!


Mañana...

- Mañana será demasiado tarde para aprovechar el tiempo precioso que tienes en tus manos hoy.

- Mañana será demasiado tarde para aprovechar al máximo las oportunidades que aparezcan hoy.

- El momento de hablar claro, de avanzar, de poner manos a la obra, de marcar una diferencia, es este.

- Porque mañana es tan sólo un concepto, mientras que hoy está aquí, en tus manos.

- Cada uno de los instantes que llegan a ti es un regalo sin igual.

- Vive y actúa ahora, hoy, cuando realmente puedes hacerlo, y las posibilidades que se abrirán ante ti serán sorprendentes.

- Lo que haces hoy queda hecho. Lo que postergas para más tarde queda en el olvido.

- Mañana termina siendo una excusa muy conveniente. El tiempo para actuar es hoy. Tómalo, vívelo y sé, hoy.

VACACIONES, OPORTUNIDAD PARA SER MEJOR FAMILIA

Vacaciones, oportunidad para ser mejor familia
El descanso abre al hombre, sujeto a la necesidad del trabajo, la perspectiva de una libertad más plena


Por: Paulette Luca Cataño | Fuente: Siame.mx 




Hemos llegado rápidamente a la mitad de este año, y junto a esto llega -en México y muchos otros países- el periodo de vacaciones, un don de Dios y una oportunidad que nos ayuda a fortalecer el cuerpo y el espíritu. En esta época del año, las familias tienen la posibilidad de descansar, convivir más, pero sobre todo, tienen la oportunidad de mejorar.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que “El descanso abre al hombre, sujeto a la necesidad del trabajo, la perspectiva de una libertad más plena. (…) El descanso permite a los hombres recordar y revivir las obras de Dios, desde la creación hasta la Redención, reconocerse a sí mismos como obra suya, y dar gracias a Dios por su vida (…)”.

Cuando Jesús visitó a las hermanas Martha y María; la primera no dejaba de trabajar y la segunda se sentó a los pies de Jesús para escuchar sus enseñanzas. Él le dice a María que ha escogido la mejor parte (Lucas 10, 38-42). Algo muy importante que nos enseña este pasaje es que una de las mejores formas de aprovechar nuestro tiempo es dedicándolo a nuestra relación con Dios y dejando que Él nos acompañe y nos enseñe a ser mejores personas.

En artículos anteriores te he recomendado algunas ideas para convivir como familia y crecer en la fe. Ahora te propongo un ejercicio de reflexión y evaluación personal para cuando tengas un momento de descanso y pausa de la vida diaria. Puedes realizarlo en un ambiente de silencio, oración o frente al Santísimo y escribir las ideas o propósitos más importantes.

1. Mi persona. ¿Busco ser una mujer o un hombre de bien? ¿Cuido mi trabajo y doy mi mejor esfuerzo? ¿Cuido mi salud? ¿Trato de cumplir mis propósitos, mis metas, mis sueños?


2. Mi vida espiritual. ¿Vamos a Misa los domingos mi familia y yo? ¿Tenemos algún momento de oración en el día? ¿Tratamos de hacer obras de caridad o misericordia hacia las personas más necesitadas?

3. Mi matrimonio. ¿Busco hacer feliz a mi pareja con pequeños detalles? ¿Cuáles son las áreas que tenemos que mejorar? ¿Le he preguntado si quisiera que mejorara en algún área de nuestra relación? Le he preguntado: ¿Hay algo que pueda hacer por ti hoy?

4. Las bases de mi familia. ¿Qué aspectos necesitamos mejorar como familia? ¿Deberíamos dedicarnos más tiempo de calidad, tener más organización, etc.? ¿Cómo podemos mejorar la comunicación para prevenir problemas o discusiones? ¿Tenemos bases sólidas de amor y confianza o necesitamos reforzarlas?

5. Nuestros hijos. ¿Cuáles son los valores que le estoy enseñando a mis hijos? ¿Cuál es el ejemplo que quiero que mis hijos tengan de mí? ¿Qué me enseñaron mis padres que me gustaría transmitirles a ellos?

Cambiar es un proceso difícil, pero no imposible. Es mejor pensar en los beneficios a largo plazo que estos cambios positivos traerán a tu vida matrimonial y familiar.

Además, vacaciones no necesariamente significa un viaje o no hacer nada, también puede ser un fin de semana dedicado sólo a tu familia para renovarse, fortalecerse y superarse. Lugares para visitar siempre van a existir, pero lo que no regresa es el tiempo de calidad para amar y educar a tus hijos.

Benedicto XVI nos motiva con estas palabras: “Jesús promete que dará a todos descanso, pero pone una condición: Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón. ¿En qué consiste este yugo que en lugar de pesar, aligera, y en lugar de aplastar, alivia? El yugo de Cristo es la ley del amor.

Espero que en estas vacaciones, Dios te bendiga de manera especial con la gracia de su amor y de su Espíritu Santo para que puedas acompañar y guiar de la mejor manera a tus hijos y encaminarlos a que siempre sean hombres y mujeres de bien.

LA FE DEL CENTURIÓN


La fe del centurión
Jesús, en el Evangelio de hoy, se nos muestra como el maestro universal, como el gran unificador del pueblo de Dios.


Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer 




Del Santo Evangelio según San Lucas 7,1-10: En aquel tiempo, Jesús, cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga». Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Vete”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace». Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande». Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.

Reflexión
Jesús, en el pasaje que hemos compartido del Evangelio, se nos muestra como el maestro universal, como el gran unificador del pueblo de Dios. Se nos muestra como salvador, que supera todas las divisiones y que reintegra en la comunidad religiosa a este centurión que todos consideramos excluido de ella.

Dios ha creado al mundo en la unidad y en el amor. Ha sido el pecado, el diablo, quienes han suscitado la división y la discordia. El pecado no solamente ha roto el vínculo filial entre el hombre y Dios. Ha separado también a los hombres entre sí.

Cada uno de nuestros pecados ha introducido en el mundo una nueva división: barreras de raza, barreras de clases sociales, barreras de color, de lengua, de nación, hasta barreras de religión. Todas estas barreras son frutos de nuestros pecados, de nuestras faltas de amor.

Todos tenemos una inmensa necesidad de ser amados, de ser apreciados. ¡Pero qué mal respondemos a las necesidades de los demás! Todos nos lamentamos de las barreras que tenemos que sufrir, pero ignoramos o justificamos las que imponemos nosotros a los demás.

Cristo ha venido a suprimir todas estas divisiones, a levantar todas estas barreras. Él ha sido enviado para reunir en un solo cuerpo a los hijos de Dios que están dispersos. Todos son hijos de Dios: los negros y los blancos, los patrones y los obreros, los creyentes y los que no creen.

Cristo tiene un solo fin: unirnos a todos. Y lo demuestra en este Evangelio, reintegrando a la comunidad religiosa a este centurión pagano.

Pero además, Jesús hace de este pagano un elogio tan grande que lo coloca por encima de todos los creyentes tradicionales, de todos los fieles que se creen salvados porque cumplen con unas cuantas prácticas piadosas.

Es una lección que resulta poco agradable de aprender pero que sin duda se dirige también a cada uno de nosotros, sacerdotes y fieles. Porque también nosotros sufrimos la tentación de creernos salvados, ya que tenemos la religión verdadera, ya que hemos sido bautizados, ya que nos encontramos hoy aquí celebrando esta misa.

Pienso que Cristo sentía nostalgia de los paganos. Deseaba poder salir de su triste comunidad adormilada, embotada, satisfecha, para ir al encuentro de otras almas nuevas, frescas, impresionables. Entre los suyos, no encontraba más que almas habituadas, comodonas, endurecidas por la rutina, practicantes sin alegría, creyentes sin fuego interior.

Y cuando una vez encontró un acto de fe entusiasta y generoso, lo encontró en un pagano. Una sola vez nos dice el Evangelio que Cristo se admiró de una persona: y no fue de un fiel, sino de un pagano, de nuestro centurión.

Y yo me pregunto si Jesús no habrá pensado también en nosotros cuando hizo aquella observación tan triste: “Verdaderamente no he encontrado tanta fe en Israel”.

Toda religión, incluso la verdadera religión, corre el riesgo de degenerar en fariseísmo y en pura rutina.

Si practicamos nuestra religión sin un continuo esfuerzo de renovación, de fidelidad, de conversión, corremos el riesgo de convertirnos en personas más paganas todavía que si no hubiéramos creído. Porque el que cree que tiene ¿cómo es posible que acepte algo?

No tenemos más que una manera de salvarnos: vivir de una fe que nos abra personalmente a Dios, que nos haga reconocer a Dios y encontrarlo en todo cuanto nos hable de Él. Por eso, toda fe es una búsqueda constante, que tiene altibajos, sus dificultades y dudas de fe.

Mientras no tengamos dudas contra la fe, es que nuestras ideas se compaginan fácilmente con las ideas de Dios. Pero entonces no sabemos si creemos de verdad en Dios o si creemos sencillamente en nosotros mismos.

Es a partir del momento en que tenemos una dificultad, una diferencia entre lo que Dios nos dice y lo que nosotros mismos pensamos, cuando por primera vez en nuestra vida tenemos la oportunidad de hacer un verdadero acto de fe, de abandonarnos a Dios, de salir de nosotros mismos y de entrar en sus ideas, en su mundo, en su voluntad.

Esto fue lo que hizo el centurión del Evangelio. Él se pudo en camino. Salió de su ambiente nacional: era romano y se dirigió a aquel judío. Salió de su ambiente religioso: era pagano y puso su fe en Cristo. Se confió a Él por completo, separándose de su autoeducación, de su ambiente, de sus costumbres.

Queridos hermanos, Jesús nos invita por medio del Evangelio de hoy, a recorrer con Él valientemente nuestro camino de fe, a abrir nuestra alma al mundo misterioso de Dios, y a dejarnos conducir y educar por su mano bondadosa de Padre. Pidámosle, por eso, a la Virgen María en su Santuario que nos regale esa gracia de una fe auténtica y madura a todos nosotros.

¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt

PAPA FRANCISCO PIDE A LOS CRISTIANOS QUE IMITEN A JESÚS

Una multitud llenó la Plaza de San Pedro durante la Misa. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

El Papa pide a los cristianos que imiten a Jesús y no rechacen tocar la miseria humana

Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




Frente a la tentación de alejarse de las llagas de Cristo, el Papa Francisco afirmó que “Jesús toca la miseria humana, invitándonos a estar con Él y a tocar la carne sufriente de los demás”.

Durante la homilía pronunciada en la Misa con motivo de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, celebrada este viernes 29 de junio en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre advirtió que “no son pocas las veces que sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor”.

El Pontífice, que celebró la Misa acompañado de los 14 nuevos Cardenales creados el día anterior en el Consistorio, atribuyó esta actitud a la acción del demonio que, actuando “a escondidas” trata de alejar a los cristianos de Jesús.

El Pontífice reflexionó sobre la identidad de Jesús, y cómo el pueblo de Israel, entonces, al igual que “tantos rostros sedientos de vida” hoy, preguntaba: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. El Papa señaló que Jesús retoma esa pregunta y es Él mismo quien se la plantea a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.

“Pedro, tomando la palabra en Cesarea de Filipo, le otorga a Jesús el título más grande con el que podía llamarlo: ‘Tú eres el Mesías’, es decir, el Ungido de Dios”, señaló.


En este sentido, explicó que “me gusta saber que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo Jesús ungía a su Pueblo. Jesús, el Ungido, que, de poblado en poblado, camina con el único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: ‘unge’ al muerto, unge al enfermo, unge las heridas, unge al penitente, unge la esperanza”.

En esa unción, “cada pecador, perdedor, enfermo, pagano pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de modo personal: tú me perteneces”.

De esta manera, “todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción” y, por lo tanto, “no nos es lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a confesar ‘tú eres el Hijo de Dios vivo’”.

Francisco explicó que Jesús, el Ungido de Dios, “lleva el amor y la misericordia del Padre hasta sus últimas consecuencias”, hasta la cruz. “Tal amor misericordioso supone ir a todos los rincones de la vida para alcanzar a todos, aunque eso le costase el ‘buen nombre’, las comodidades, la posición…, el martirio”.

Fue precisamente en el momento en que Jesús anuncia su misión de acudir a Jerusalén para ser crucificado cuando Pedro reacciona: “¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte”. Pedro, señala el Papa, “se transforma inmediatamente en piedra de tropiezo en el camino del Mesías; y creyendo defender los derechos de Dios, sin darse cuenta se transforma en su enemigo (lo llama ‘Satanás’)”.

“Contemplar la vida de Pedro y su confesión, es también aprender a conocer las tentaciones que acompañarán la vida del discípulo. Como Pedro, como Iglesia, estaremos siempre tentados por esos ‘secreteos’ del maligno que serán piedra de tropiezo para la misión. Y digo ‘secreteos’ porque el demonio seduce a escondidas, procurando que no se conozca su intención”.


Por el contrario, “participar de la unción de Cristo es participar de su gloria, que es su Cruz”. “Gloria y cruz en Jesucristo van de la mano y no pueden separarse; porque cuando se abandona la cruz, aunque nos introduzcamos en el esplendor deslumbrante de la gloria, nos engañaremos, ya que eso no será la gloria de Dios, sino la mofa del ‘adversario’”.

Frente a la tentación de permanecer alejados de las llagas de Cristo en la cruz, el Santo Padre recordó que “confesar la fe con nuestros labios y con nuestro corazón exige identificar los ‘secreteos’ del maligno”.

“Aprender a discernir y descubrir esos cobertizos personales o comunitarios que nos mantienen a distancia del nudo de la tormenta humana; que nos impiden entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y nos privan, en definitiva, de conocer la fuerza revolucionaria de la ternura de Dios”.

El Pontífice finalizó la homilía señalando que “contemplar y seguir a Cristo exige dejar que el corazón se abra al Padre y a todos aquellos con los que Él mismo se quiso identificar, y esto con la certeza de saber que no abandona a su pueblo”.

Antes de la celebración, el Papa bendijo los palios destinados a los Arzobispos metropolitanos nombrados a lo largo del año y que les serán impuestos en sus respectivas diócesis.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 30 JUNIO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
30 Junio




Ahora sabemos la labor que incumbe al cristiano: transformar al mundo desde sus cimientos, haciéndolo según el Corazón de Jesús, por medio de un despertar de ideas y de obras. !Despertar¡ !Nunca fueron fecundos ni el sueño ni la muerte¡


P. Alfonso Milagro

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, 30 JUNIO


Nardo del 30 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, Camino, Verdad y Vida!

Meditación: Sabes, Señor, me parece verte en una colina de la hermosa Galilea. Vestido de blanco estás, el manto no llevas, Tus discípulos están descansando y el cielo se está pintando de un rojo tornasolado. Se levanta un rico olor a tierra mojada, y sobre la colina en que pones Tu mirada un trigal se alza, parece como que el campo se ha vestido de dorado para alabar al Dios de lo alto. En la otra colina, sencillas flores multicolores esparcidas la tapizan, y sonríen al nuevo día. Más allá hay un campo ralo en el que no crece ningún sembrado. Señor, me parece que me quieres decir que el mundo así está. A pesar de que toda la tierra fue regada con la Santísima Sangre de Mi Señor, en muchos lugares la semilla no germinó pues no se trabajó con fe y amor. Fue entonces que la planta murió y la tierra en desierto se convirtió. La otra colina en la que germinan flores sencillas son las que han luchado en un campo no tan trabajado, pero donde los talentos a Dios se han presentado y El los ha premiado. El trigal del cual se saca el Pan son todos aquellos a quienes el Señor eligió para ser Sus testigos, y que se vistieron de dorado, abrazándose con nardos pues junto a El su vida han entregado.
Señor, que en la Santa Llaga de Tu Corazón nos abrazas a todos con el Fuego del Amor, escóndenos allí hoy, para evitar que caigamos en el mal. Purifícanos cual metal, para que alcancemos la Verdadera Vida en la Tierra Prometida.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Llenemos el altar que hemos preparado de flores físicas y espirituales, y cantemos en alabanza al Corazón del Amor, que es Jesús, Nuestro Redentor.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.


SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN TI CONFÍO, MÁS AUMENTA MI FE


EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 30 JUNIO 2018

Una fe sin límites
Santo Evangelio según San Mateo 8, 5-17. Sábado XII de Tiempo Ordinario.


Por: H. Rogelio Suárez, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, te pido la gracia de acrecentar mi fe. Que sea mi fe la que me impulse a realizar grandes cosas por Ti. Creo, pero ayúdame a creer sin desconfiar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: "Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho". Él contestó: "Voy a curarlo".
Pero el oficial le replicó: "Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: '¡Ve!', él va; al otro: '¡Ven!', y viene; a mi criado: '¡Haz esto!, y lo hace".
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían; "Yo les aseguro que en ningún israelita ha hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación".
Jesús le dijo al oficial romano: "Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído". Y en aquel momento se curó el criado.
Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles.
Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. El expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: El hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
"Cuando Jesús lo oyó quedó admirado", la fe de este centurión es la que produjo la admiración en Jesús. ¿Queremos que Jesús quede admirado por nosotros? ¿Qué necesitamos para tener una fe sin límites?
La actitud del centurión es una gran fe, pero ésta implica una gran confianza y una profunda humildad. Todos queremos una gran fe, capaz de mover montañas, pero muchas veces nos falta la confianza y la humildad.
La confianza para poder abandonarnos en la voluntad de Dios, queriendo hacer siempre lo que Él quiera y como Él quiera. ¡Cuánto nos cuesta abandonarnos en la voluntad de Dios! Es por eso que la confianza plena en Dios le permitirá actuar de la mejor manera, que siempre es la mejor, en nosotros.
Y la humildad, que es lo que hace a Dios más cercanos a nosotros. La humildad es la base de la confianza, pues no podemos confiar plenamente en Dios, si no nos reconocemos necesitados de Él. La humildad de sabernos pequeños y débiles, es lo que atrae más a Dios. Él no puede trabajar libremente en un alma soberbia, que se cree capaz de todo, pero que en realidad no puede nada.
Cada vez que nosotros hacemos la comunión, nos parecemos más a Jesús, nos transformamos más en Jesús. Como el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre del Señor, así cuantos le reciben con fe son transformados en eucaristía viviente. Al sacerdote que, distribuyendo la eucaristía, te dice: "El Cuerpo de Cristo", tú respondes: "Amén", o sea reconoces la gracia y el compromiso que conlleva convertirse en Cuerpo de Cristo. Porque cuando tú recibes la eucaristía te conviertes en cuerpo de Cristo. Es bonito, esto; es muy bonito. Mientras nos une a Cristo, arrancándonos de nuestros egoísmos, la comunión nos abre y une a todos aquellos que son una sola cosa en Él. Este es el prodigio de la comunión: ¡nos convertimos en lo que recibimos!
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de marzo de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar un tiempo para estar con Jesús Eucaristía para pedirle la gracia de una fe sin límites, sin barreras; de saberme pequeño(a) y necesitado(a) de su amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.