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lunes, 30 de abril de 2018
EL TORDO GOLOSO
El tordo goloso
No hay cosa que tranquilice tanto el corazón como tener dominio de sí mismo. Es la mejor preparación para el combate de la vida. Sufrir una ligera palabra, condescender con la voluntad del prójimo, excusar una indiscreción, mortificar un deseo peligroso, he aquí un elenco de actos virtuosos al alcance de todo el mundo y que se te presentan a cada paso.
Un tordo picoteaba los granos de un bosquecillo de mirtos y, complacido por la dulzura de sus pepitas, no se decidía a abandonarlo. Un jovenzuelo que cazaba pájaros observó que el tordo se acostumbraba al lugar. Un día lo esperó escondido y lo hirió con su honda. Entonces el tordo, viendo próximo su fin, exclamó: — ¡Desgraciado de mí! ¡Por el placer de comer me he privado de la vida! (Esopo)
Serás maduro cuando normalmente tengas la habilidad de controlar los deseos desordenados. Otro signo de madurez es la capacidad de posponer el placer inmediato en favor de un beneficio a largo plazo. Acepta el desafío de transformar este año en un año de crecimiento.
* Enviado por el P. Natalio
SEÑOR, TÚ QUE LLAMASTE
Señor, tú que llamaste
Te ofrezco hoy un hermoso himno que invita a levantar la mirada al inmenso cosmos donde se desplaza el planeta Tierra, como una bella nave azul poblada por los hijos de Dios. Esta contemplación es un gozoso llamado a permanecer fieles al amor de Dios que nos creó a su imagen y semejanza.
Señor, tú que llamaste del fondo del no ser todos los seres, prodigios del cincel de tu palabra, imágenes de ti resplandecientes; Señor, tú que creaste la bella nave azul en que navegan los hijos de los hombres, entre espacios repletos de misterio y luz de estrellas; Señor, tú que nos diste la inmensa dignidad de ser tus hijos, no dejes que el pecado y que la muerte destruyan en el hombre el ser divino. Señor, tú que salvaste al hombre de caer en el vacío, recréanos de nuevo en tu Palabra y llámanos de nuevo al paraíso.
Nada eleva tanto al hombre sobre las mezquindades de la vida como la capacidad de maravillarse. Los poetas tienen el talento de deslumbrarnos echando un vistazo nuevo sobre la realidad de todos los días. Esta vivencia exalta la alegría de vivir y ayuda a superar la acción desgastadora de la rutina. Relee y saborea los versos de hoy.
* Enviado por el P. Natalio
JESÚS, ES DIOS?
Jesús ¿es Dios?
Una pregunta que luego de casi veintiún siglos muchos se siguen haciendo. Las Sagradas Escrituras nos dan la respuesta.
Por: . | Fuente: Corazones.org
Sí, Jesucristo es Dios; es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad (Verbo o Hijo) hecho hombre por nosotros.
Las palabras y obras de Jesús revelan su divinidad.
Algunas religiones reconocen a Jesús solo como un "gran hombre" o "profeta" y no como Dios. Eso sería imposible si tomamos en cuenta que Jesús habló y actuó como Dios. Si no fuera Dios, entonces sería un loco o mentiroso y blasfemo, tal como decían sus enemigos.
Jesús dice:
"Yo y el Padre somos uno" (Jn 10, 30)
Dios reveló su nombre como: "Yo soy". "Dijo Dios a Moisés: "Yo soy el que soy". Y añadió: "Así dirás a los israelitas: "Yo soy" me ha enviado a vosotros". (Exodo 3,14; Cf. Os 1,9). Jesús muchas veces declaró sobre si mismo: "Yo Soy". Sus palabras no dejan duda de que se trata del mismo "Yo Soy" absoluto que solo le pertenece a Dios.
"Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo" (Jn 8,23, cf Jn 17,14)
"Porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados" (Jn 8,24)
"Antes de que Abraham existiera, Yo Soy" (Jn 9,58)
"Soy luz del mundo" (Jn 9,5)
"Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy". Jn 13,19
Muchas otras palabras de Jesús manifiestan su divinidad:
"Ahora, Padre, dame junto a Tí la misma Gloria que tenía a tu lado antes que comenzara el mundo" (Jn 17,5)
"Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy" (Juan 8,28)
"¿No crees que estoy en el Padre y que el Padre está en Mí?" (Jn 14,10)
"Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá" (Jn 11,25); solo Dios puede decir esto
"Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada". (Jn 15,5). Solo Dios puede decir esto
Jesús se declara "Hijo de Dios"
"¿Cómo le decís que blasfema por haber dicho: "Yo soy Hijo de Dios"?" (Jn 10,36)
(Los judíos acusaban de blasfemo a uno que decía que Jesús es "Hijo de Dios". Ellos saben que ese título solo puede designar a quien es divino. Jesús, sin embargo lo defiende.)
Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: "Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios." Dícele Jesús: "Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo". Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: "¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. (Mateo 26,63)
Relato del juicio final: Cf. Mt 25
Tomás le dice a Jesús resucitado: "Señor mío y Dios mío". Dícele Jesús: "Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído." (Jn 20,28-29). Tomás explícitamente reconoce que Jesús es Dios. Jesús responde afirmando su divinidad: "Porque me has visto has creído".
La Biblia afirma la divinidad de Jesús
Aquellos que dicen creer en la Biblia y niegan la divinidad de Jesús se contradicen.
"En el principio era la Palabra ... y la Palabra era Dios" (Jn 1,1, Cf. Jn 14)
"En El reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente" (Col 2, 9)
"Cristo... está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos" (Rom 9, 5)
"Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer" (Gálatas 4,4)
"Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la Vida eterna" (1 Jn 5, 20)
Jesús = Dios y Salvador. -II Pedro 1,1: "Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra".
Imagen visible del Dios invisible. -Col 1, 15-17: "El es Imagen de Dios invisible,Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia".
Dios se hizo hombre. -Flp 2,6-7: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre".
El gran Dios y Salvador. -Tito 2,13: "Aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo"
Su trono es eterno. -Hb. 1, 8: "Pero del Hijo: Tu trono, ¡oh Dios!, por los siglos de los siglos; y: El cetro de tu realeza, cetro de equidad."
Jesús es:
Eterno (cf. Jn 1, 1-2; 8, 58; 17, 5 - Col 1. 17)
Inmutable (cf. Hb 13, 8)
Omnisciente (Conoce todo) (cf. Jn 1, 48; 2, 25; 6, 64; 14, 10)
Todopoderoso (cf. Mt 28, 18; Mc 4, 39; Hb 1, 3)
Decid a los de corazón intranquilo:
¡Animo, no temáis!
Mirad que vuestro Dios
viene vengador;
es la recompensa de Dios,
él vendrá y os salvará.
-Isaías 35,4
Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, "Aquel que es,
que era y que va a venir", el Todopoderoso.
-Apocalipsis 1,8
Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto.
El puso su mano derecha sobre mí diciendo:
"No temas, soy yo, el Primero y el Ultimo
el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo
por los siglos de los siglos,
y tengo las llaves de la Muerte y del Hades.
-Apocalipsis 1,17-18
CONSAGRA TU VIDA A DIOS EN 7 PASOS
Consagra tu vida a Dios en 7 pasos
Motivemos en nuestros hogares el amor, el perdón y la reconciliación.
La santidad no es sinónimo de perfección...
Por: Maleni Grider | Fuente: www.somosrc.mx
Una vida de consagración equivale a un esfuerzo de dedicación y hábitos cristianos. En su semántica, la palabra consagración implica un enfoque extremo, un ardor y un entusiasmo inusuales hacia algo. En términos de fe, consagrarse significa apartarse de otras cosas para dedicarse en cuerpo, alma y espíritu a las cosas de Dios.
La consagración es el camino hacia la santidad, que, como ya sabemos, significa separación del mundo y del pecado. La santidad no es sinónimo de perfección sino de renunciación a la vida mundana y a la tentación del pecado; una inclinación voluntaria y un amor profundo por el Señor y su divinidad, así como por su reino en el cielo y la tierra.
Un hábito es aquello que se practica por repetición, casi siempre de manera inconsciente. La consagración requiere de hábitos piadosos constantes, así como de una permanencia y una convicción inquebrantables. Estos pueden ser practicados de manera personal o en familia.
Definamos 7 componentes de la consagración a Dios:
Orar. Establecer una comunicación diaria e incesante con Dios, lo cual quiere decir dedicarle no sólo unos minutos al día sino una conversación constante con Él. Hablar y escucharlo.
Tener fe. Confiar en Él en todo. Confiar en su guía, su amor, su protección, su sabiduría y su provisión. Saber que siendo nuestro Padre nos dará todo lo que necesitamos, en cualquier situación o circunstancia.
Meditar. Recordar, pensar y reflexionar en su Palabra de manera constante, interesada y apasionada. Esforzarnos por encontrar la riqueza y los misterios de sus revelaciones, sus mensajes concretos, sus enseñanzas y su propósito particular para nuestra vida, a fin de crecer en el conocimiento de su existencia, su gracia y su poder infinitos.
Obedecer. Sin obediencia no puede haber consagración. Todo esfuerzo será echado por tierra sin obediencia a los mandamientos de Dios. En cierta forma, la obediencia es la prueba de una consagración verdadera.
Depender del Espíritu Santo. Si desarrollamos una relación estrecha con el Espíritu Santo, estaremos muy cerca de Dios. El Espíritu Santo nos hace sensibles a la voz de Dios, nos enseña todas las cosas, nos ayuda a discernir su Palabra, nos llena de todo lo necesario para tener relaciones de amor con nuestros semejantes, y nos prepara para que seamos capaces de compartir lo que hemos conocido y recibido.
Dar y ofrendar. Nunca debemos poner límites a lo que damos. “Dar hasta que duela”, dar llenos de gozo, dar confiando en que Dios seguirá proveyendo para nosotros, dar siempre a otros en actos de caridad motivados por el amor de Dios, dar a la iglesia y a los hijos de Dios, dar a todo aquel que lo necesite, en cualquier hora y en cualquier lugar.
Perdonar. Tal como nosotros hemos sido perdonados. Al practicar el perdón de manera diaria, sin importar el tamaño de las ofensas, empezaremos a parecernos un poco al Dios que adoramos. Sin perdón nuestra fe está muerta, nuestra consagración será estéril y no podrá nunca dar buen fruto.
Alentemos a nuestra familia a vivir una vida consagrada a Dios. Motivemos en nuestros hogares el amor, el perdón y la reconciliación. Leamos y vivamos el Evangelio. Compartamos con bendiciones que vengan sobre nuestra familia. No olvidemos que la consagración es para toda la vida, y cuanto antes comencemos mayor será nuestra cercanía con Dios.
EL EVANGELIO DE HOY LUNES 30 ABRIL 2018
Lecturas de hoy Lunes de la 5ª semana de Pascua
Hoy, lunes, 30 de abril de 2018
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14,5-18):
EN aquellos días, cuando en Iconio se produjeron conatos de violencia de parte de los gentiles y de los judíos, con sus autoridades, para maltratar a Pablo y a Bernabé y apedrearlos; al darse cuenta de la situación, huyeron a las ciudades de Licaonia, a Listra y Derbe y alrededores, donde se pusieron a predicar el Evangelio.
Había en Listra, sentado, un hombre impedido de pies; cojo desde el seno de su madre, nunca había podido andar. Estaba escuchando las palabras de Pablo, y este, fijando en él la vista y viendo que tenía una fe capaz de obtener la salud, le dijo en voz alta:
«Levántate, ponte derecho sobre tus pies».
El hombre dio un salto y echó a andar. Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia:
«Los dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos».
A Bernabé lo llamaban Zeus, y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad trajo a las puertas toros y guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio.
Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío, gritando y diciendo:
«Hombres, ¿qué hacéis? También nosotros somos humanos de vuestra misma condición; os anunciamos esta Buena Noticia: que dejéis los ídolos vanos y os convirtáis al Dios vivo “que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen”. En las generaciones pasadas, permitió que cada pueblo anduviera su camino; aunque no ha dejado de dar testimonio de sí mismo con sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia».
Con estas palabras, a dura penas disuadieron al gentío de que les ofrecieran un sacrificio.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 113B,1-2.3-4.15-16
R/. No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria
No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»? R/.
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas. R/.
Benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,21-26):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama será amado mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Le dijo Judas, no el Iscariote:
«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»
Respondió Jesús y le dijo:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy lunes, 30 de abril de 2018
Pepe Lillo, cmf
“No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria”
San Pio V: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/pio_v.htm
La misión de la comunidad de discípulos es el anuncio Pascual, la gran noticia de un acontecimiento que desborda la realidad histórica de la humanidad, que acaba con la limitación y esclavitud de la muerte – “dónde está muerte tu victoria” – La muerte ha quedado reducida a una mascada carnavalesca, eso sí capaz de amenazar, atemorizar y hacer sufrir a este ser humano que en su contingencia no le queda más remedio que pasar por la cruz del viernes santo para alcanzar la mañana de luz plena en el resucitado.
De esta certeza, son testigos aquellos discípulos; y su testimonio se vuelve para los auditorios tan desconcertante como una locura, y con aquello que rompe nuestro orden rutinario como con lo absurdo “hay que acabar”. La resurrección de Jesús, se torna blasfemia en un mundo que prefiere la noticia de un “dios” poco relevante, que adormece el dolor de la cultura de muerte de la humanidad.
¿Qué prueba nos dais de esta locura que anunciáis? ¿Qué pruebas nos dais para que creamos? El primer argumento de credibilidad es siempre la vida misma del testigo, pero no sólo en la entrega martirial –y aquellos apóstoles lo fueron- sino también y en muchas más ocasiones en la vida misma del testigo, en su día a día, en sus obras: “A quienes crean les acompañarán estos signos…” (Mc15,18). De hecho todo el evangelio resulta un aval de la persona y misión de Jesús, con sus obras. “Id a decirle a Juan, los ciegos ven, los cojos…”(Lc 7,22)
Que alguien en este mundo de muerte sea expresión real de sanación, de vida, de alegría contra toda esperanza… es tan relevante que no es de extrañar que aquellos habitantes de Licaonia confundieran a Pablo y Bernabé con dioses bajados a la tierra.
Hoy, en este planeta lleno igualmente de imágenes de dolor y cruces insufribles, nosotros que comulgamos y confesamos la fe en el Señor Resucitado y nos decimos sus testigos, ¿Qué signos acompañan nuestra vida (tuya y mía) para hacer creíble la mañana de Luz a quien vive en un viernes cualquiera de muerte? ¿A quiénes ponemos en pie y sacamos de su postración?
Que tengáis buen día:
Pepe Lillo cmf.
PAPA FRANCISCO EXPLICA CÓMO DISTINGUIR ENTRE LA BUENA CURIOSIDAD Y LA MALA
El Papa explica cómo distinguir entre la buena curiosidad y la mala
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media
Durante la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco explicó la diferencia entre la curiosidad buena y la mala, algo que señaló que es de gran importancia, pues “nuestra vida está llena de curiosidad”.
El Santo Padre se apoyó en el Evangelio del día, de San Juan, en el que Jesús dialoga con los apóstoles sobre la manifestación del Señor a sus discípulos. Según el Pontífice, este diálogo es un “diálogo entre la curiosidad y la certeza”.
Afirmó que la “curiosidad buena” es como la de los niños cuando se encuentran en la “edad del por qué”. Consiste en preguntarse el “por qué” de las cosas buscando una explicación. Esta curiosidad buena permite “tener más autonomía”.
Por el contrario, la “curiosidad mala” es la de las habladurías y los “chismes”. La mala curiosidad consiste en querer “husmear en la vida de los demás”, indicó Francisco que también advirtió que este tipo de curiosidad es una tentación que acompaña siempre a las personas a lo largo de toda la vida.
Además, indicó que la curiosidad mala se hace todavía más maligna con internet. “En el mundo virtual, cono los teléfonos y otras herramientas…, los niños van ahí y tienen curiosidad por ver y encuentran muchas cosas malas. No hay una disciplina en esa curiosidad. Debemos ayudar a los chicos a vivir en este mundo, para que el deseo de saber no sea deseo de curiosidad y terminen prisioneros de esa curiosidad”.
En cambio, la curiosidad de los apóstoles en el Evangelio es una curiosidad buena: quieren saber lo que sucederá y Jesús responde con certezas. Les señala que “la certeza se la dará el Espíritu Santo. No es que venga el Espíritu Santo con un paquete de certezas. En la medida en que entremos en la vida y pidamos al Espíritu Santo y abramos el corazón, Él nos dará la certeza para ese momento, la respuesta para ese momento”.
“El Espíritu Santo es el compañero, acompaña la vida del cristiano”, destacó. “Pidamos al Señor hoy dos cosas: la primera es que nos purifique en el aceptar la curiosidad y que sepamos discernir: esto no debo verlo, esto no debo pedirlo… Y la segunda gracia, que abramos el corazón al Espíritu Santo porque Él es la certeza, nos da la certeza, como compañero del camino, de las cosas que Jesús nos ha enseñado y que nos recuerda”.
Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Juan 14:21-26
21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»
22 Le dice Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?»
23 Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.
24 El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado.
25 Os he dicho estas cosas estando entre vosotros.
26 Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.
LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 30 ABRIL
LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
30 abril
Nada hay que se resista a la fuerza de la oración; has de dar a la oración la importancia que tiene y que Jesús mismo le da; sobre todo cuando se trata del ejercicio del apostolado, es preciso preparar la acción apostólica con un fuerte momento de oración; quizá sea ésa la explicación del poco éxito de nuestros apostolados: se habla mucho, se hacen muchas cosas, pero se ora poco.
P. Alfonso Milagro
domingo, 29 de abril de 2018
PAPA FRANCISCO: CUALQUIER ACTIVIDAD, GRANDE O PEQUEÑA, ES UNA OCASIÓN PARA SER SANTOS
Papa Francisco: Cualquier actividad, grande o pequeña, es una ocasión para ser santos
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media / ACI Prensa
En sus palabras previas al rezo del Regina Coeli, el Papa Francisco afirmó que para ser santos no es necesario ser obispo, sacerdote o religioso, sino vivir toda actividad, grande o pequeña, en unión con Jesús y con actitud de amor y servicio al prójimo.
“Para ser santos ‘no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosos o religiosas (…). Todos nosotros, todos, somos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo cada uno su propio testimonio en las ocupaciones de cada día, ahí donde se encuentra’”, afirmó, citando pasajes de su exhortación apostólica Gaudete et exsultate.
En ese sentido, aseguró que “toda actividad –el trabajo y el descanso, la vida familiar y social, el ejercicio de las responsabilidades políticas, culturales y económicas–, toda actividad, sea pequeña, sea grande, si es vivida en unión con Jesús y con actitud de amor y de servicio, es una ocasión para vivir en plenitud el Bautismo y la santidad evangélica”.
El Pontífice dijo estas palabras al reflexionar sobre el pasaje evangélico de este domingo, en el que “Jesús se presenta como la vid verdadera y nos invita a permanecer unidos a Él para poder dar mucho fruto”.
“La vid es una planta que forma una cosa sola con los sarmientos; y los sarmientos son fecundos solamente en cuanto están unidos a la vid. Esta relación es el secreto de la vida cristiana y el evangelista Juan la expresa con el verbo 'permanecer', que en el pasaje de hoy se repite siete veces”, explicó a los 30 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. "Permanecer en mí, dice el Señor; permanecer en el Señor", alentó el Papa.
Francisco dijo que “se trata de permanecer en el Señor para encontrar el valor de salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestros espacios restringidos y protegidos, para adentrarnos en el mar abierto de las necesidades de los demás y dar amplio respiro a nuestro testimonio cristiano en el mundo”.
“Este coraje de salir de sí mismos y de adentrarse en las necesidades de los demás –explicó–, nace de la fe en el Señor Resucitado y de la certeza de que su Espíritu acompaña nuestra historia”.
En ese sentido, afirmó que “uno de los frutos más maduros que brota de la comunión con Cristo es, de hecho, el compromiso de caridad hacia el prójimo, amando a los hermanos con abnegación de sí, hasta las últimas consecuencias, como Jesús nos amó”.
Asimismo, señaló que “el dinamismo de la caridad del creyente no es fruto de estrategias, no nace de solicitudes externas, de instancias sociales o ideológicas, sino del encuentro con Jesús y del permanecer en Jesús”.
“Él es para nosotros la vida de la que absorbemos la linfa, es decir, la ‘vida’ para llevar en la sociedad una forma diferente de vivir y de brindarse, lo que pone en el primer lugar a los últimos”, indicó.
Además, aseguró que “cuando se es íntimo con el Señor, como son íntimos y unidos entre sí la vid y los sarmientos, se es capaz de dar frutos de vida nueva, de misericordia, de justicia y de paz, que derivan de la Resurrección del Señor. Es lo que hicieron los santos, aquellos que vivieron en plenitud la vida cristiana y el testimonio de la caridad, porque eran verdaderos sarmientos de la vid del Señor”.
El Papa invitó a pedir a María, “Reina de los santos y modelo de perfecta comunión con su Hijo divino”, a que nos enseñe “a permanecer en Jesús, como los sarmientos a la vid, y a no separarnos nunca de su amor. Nada, de hecho, podemos sin Él, porque nuestra vida es Jesús vivo, presente en la Iglesia y en el mundo”.
LA VID Y LOS SARMIENTOS
La vid y los sarmientos
¿Pero qué significa dar fruto? Se trata de la fecundidad interior, no del éxito exterior.
Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer
Juan 15, 1-8. El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.
Reflexión
El Evangelio de hoy se ubica dentro del discurso de despedida de Jesús, tal como lo trasmite San Juan. Son las últimas enseñanzas del Señor, algo así como su testamento personal, antes de entregarse a los judíos. En este ambiente solemne y dramático, les presenta la parábola de la vid y de los sarmientos.
El tema no puede ser más bíblico. La viña era uno de los cultivos preferidos en Palestina. Era lógico que se tomara la imagen de la viña para dibujar por medio de ella la historia del pueblo. La viña era Israel, Dios era su viñador. Profetas y salmistas contaron la aventura de este viñedo cultivado por Yahvé.
También Jesús recurre varias veces a los viñedos para sus parábolas. Pero esta vez le da su sentido pleno: Jesús es la vid, la verdadera vid. Los que creen en Él, son los sarmientos. Y el Padre es el viñador de esta gran cepa.
Con ello, la imagen del Antiguo Testamento ha crecido en anchura y en profundidad. Ahora simboliza al gran árbol de la humanidad entera: su ramaje no son ya sólo los judíos, sino todos los que aceptan ser hijos de Dios.
¿Qué quiere enseñarnos el Señor con esta parábola de la vid? Me parece que quiere decirnos lo siguiente:
1 La Iglesia es, como la vid, un organismo vivo.
2 La fuente de vida de la Iglesia es Jesucristo.
3 Sólo en unión íntima con Cristo podremos ser fecundos.
1. La Iglesia es, como la vid, un organismo vivo
La Iglesia no es una organización jurídica o social. Como la vid, ella es un organismo vivo, es el Cuerpo de Cristo, una comunidad y una corriente de vida. Para formar parte viva de esta vid del Señor no es suficiente, haber sido bautizados y estar inscritos en la lista de miembros. Formamos parte de esta vid en la medida en que estamos unidos vitalmente a ella, en la medida en que compartimos su vida íntima.
2. La fuente de vida de la Iglesia es Jesucristo
La rama por sí sola no es nada: lo es todo por la savia que recibe del tronco al que está adherida. Así también cada discípulo de por sí no es nada; pero unido a Cristo lo es todo. Éste es el secreto de la vitalidad de la Iglesia y de las comunidades cristianas.
Al resucitar Jesús, Él se transforma en la vid llena de vida y de fuerza. Y nosotros nos convertimos en sus ramas. Nuestra vida de cristianos es parte de su vida. Porque Él es el único autor de la vida. Él es el principio y fundamento de la Iglesia. Él mantiene unidos los sarmientos, para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Esto supone una vinculación permanente e íntima con Jesús: “permaneced en mí y yo en vosotros”. Mientras que permanezcamos unidos a Él, participaremos de su comunión de vida.
3. Sólo en la unión íntima con Cristo podremos ser fecundos
Los sarmientos producen fruto porque están unidos al tronco y se alimentan de su savia. El único camino para que nosotros podamos producir fruto y vida es, por eso, la unión íntima y personal con Cristo. El sarmiento que se separa del tronco, se seca y se lo echa al fuego, porque no sirve ya para otra cosa. Y para que podamos dar más fruto, el Padre nos va podando, nos purifica de nuestro egoísmo y de todo aquello que nos impide dar fruto en abundancia.
¿Pero qué significa dar fruto? Se trata de la fecundidad interior, no del éxito exterior. Tenemos que aprender a ver las cosas no con los ojos miopes humanos, sino con la visión de Dios. Los éxitos y fracasos ante los ojos de Dios son, por lo general, muy distintos de los que considera el mundo como tales. Y el Señor nos da aquí el único criterio para medir la verdadera fecundidad de nuestras obras: “no podéis dar fruto, si no permanecéis en mí”.
Queridos hermanos, pidámosle por eso al Señor que nos regale esa relación personal profunda con Él y con su Madre, para que así podamos ser fecundos por su Reino y transformarnos en auténticos discípulos suyos.
¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt
CREER - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 29 ABRIL 2018
CREER
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn 15,1-8
La fe no es una impresión o emoción del corazón. Sin duda, el creyente siente su fe, la experimenta y la disfruta, pero sería un error reducirla a «sentimentalismo». La fe no es algo que dependa de los sentimientos: «Ya no siento nada; debo de estar perdiendo la fe». Ser creyentes es una actitud responsable y razonada.
La fe no es tampoco una opinión personal. El creyente se compromete personalmente a creer en Dios, pero la fe no puede ser reducida a «subjetivismo»: «Yo tengo mis ideas y creo lo que a mí me parece». La realidad de Dios no depende de mí ni la fe cristiana es fabricación de uno. Brota de la acción de Dios en nosotros.
La fe no es tampoco una costumbre o tradición recibida de los padres. Es bueno nacer en una familia creyente y recibir desde niño una orientación cristiana de la vida, pero sería muy pobre reducir la fe a «costumbre religiosa»: «En mi familia siempre hemos sido muy de Iglesia». La fe es una decisión personal de cada uno.
La fe no es tampoco una receta moral. Creer en Dios tiene sus exigencias, pero sería una equivocación reducirlo todo a «moralismo»: «Yo respeto a todos y no hago mal a nadie». La fe es, además, amor a Dios, compromiso por un mundo más humano, esperanza de vida eterna, acción de gracias, celebración.
La fe no es tampoco un «tranquilizante». Creer en Dios es, sin duda, fuente de paz, consuelo y serenidad, pero la fe no es solo un «agarradero» para los momentos críticos: «Yo, cuando me encuentro en apuros, acudo a la Virgen». Creer es el mejor estímulo para luchar, trabajar y vivir de manera digna y responsable.
La fe cristiana empieza a despertarse en nosotros cuando nos encontramos con Jesús. El cristiano es una persona que se encuentra con Cristo, y en él va descubriendo a un Dios Amor que cada día le atrae más. Lo dice muy bien Juan: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es Amor» (1 Juan 4,16).
Esta fe crece y da frutos solo cuando permanecemos día a día unidos a Cristo, es decir, motivados y sostenidos por su Espíritu y su Palabra: «El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada».
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 29 ABRIL 2018
Lecturas de hoy Domingo 5º de Pascua - Ciclo B
Hoy, domingo, 29 de abril de 2018
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,26-31):
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles. Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús. Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso. La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 21,26b-27.28.30.31-32
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea
Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R/.
Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.
Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,18-24):
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy domingo, 29 de abril de 2018
Fernando Torres cmf
La vid y los sarmientos
Todos tenemos la experiencia de la amistad. Hay personas con las que nos relacionamos todos los días, a veces podemos incluso salir a dar un paseo juntos o a divertirnos. Pero eso no significa que seamos amigos. Con el amigo hay una relación más profunda, hay algo que nos une más allá incluso del hecho de que nos podamos ver con frecuencia o no. Es como si entre los amigos se estableciera un vínculo profundo. Ser amigos quiere decir algo más que divertirse un rato juntos. Esos serían los amigotes que sirven sólo para irse de juerga pero nada más. Recordemos que el hijo pródigo, cuando se fue con su parte de la herencia, tuvo muchos amigos pero, en cuanto se terminó el dinero, se quedó sólo. Los amigos son otra cosa. Los amigos contactan y comparten sus más profundos sentimientos, los buenos y los malos. Entre los amigos a veces no hacen falta palabras. Se entienden con una mirada.
El Evangelio de hoy nos habla de nuestra relación con Jesús. Nos pone un ejemplo concreto para hablar de ella: la vid y sus ramas, los sarmientos. Los sarmientos sólo tienen vida si están unidos a la vid. Pero también podemos mirar lo que Jesús dice desde otro punto de vista: sin los sarmientos, la vid nunca dará fruto. Lo que une a la vid y a sus ramas, los sarmientos, es la corriente de savia que lleva la vida continuamente de la una a las otras. Cuando miramos a la vid, la savia no se ve. Corre por dentro del tronco y de las ramas. Ni siquiera cuando se corta una rama, se ve la savia a simple vista. Hace falta una mirada más profunda, quizá con el microscopio, para verla. Y, sin embargo, está ahí. Un sarmiento que se separa de la vid, se seca y muere. Como dice Jesús, es echado al fuego.
Hoy Jesús nos pide que mantengamos esa relación profunda con él. Como la vid y los sarmientos. Como los buenos amigos. No nos pide que pasemos el día entero en la Iglesia rezando. Los amigos no lo son más por estar todo el día juntos. Pero sí que mantengamos ese vínculo profundo, que dejemos que su savia nos llegue adentro y nos de la vida que necesitamos para dar fruto. ¿Qué frutos? Pues, como dice la segunda lectura, los frutos van a ser cumplir su mandato, es decir, que nos amemos unos a otros. Ése es el fruto que tenemos que dar: “frutos de amor para la vida del mundo”, como dijo el Concilio Vaticano II. Que los demás se sientan apreciados y valorados, acogidos con misericordia y comprensión, que sembremos la paz y la serenidad a nuestro alrededor, que renunciemos a la violencia, que seamos honrados en nuestro trabajo. Esos son los frutos que daremos si permanecemos unidos a Jesús. Pero, como también dice la segunda lectura, que “no amemos con puras palabras y de labios para afuera, sino de verdad y con hechos.”
Para la reflexión
¿Qué significa en la práctica para mí permanecer unido a la vid que es Cristo? ¿Siento que mantengo esa relación profunda con Jesús que me permite dar frutos de amor? ¿Cómo expreso mi amor a los que me rodean? ¿He renunciado, por lo menos, a la violencia en mi vida?