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domingo, 12 de noviembre de 2017

ESTAR PREPARADOS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 12 NOVIEMBRE 2017


Estar preparados




Aquellas muchachas del Evangelio no tenían otra cosa que hacer allí que entrar con unas lámparas encendidas acompañando al novio. No tenían que hacer otra cosa. Era muy fácil el encargo, pero el hecho fue que se olvidaron de llevar aceite de repuesto y al pasar el tiempo y darse cuenta de que se les apagaba su luz, se fueron, y no estuvieron allí en el momento preciso. La voz del esposo es contundente y tremenda: no os conozco, ya no nos veremos. ¿Por qué esa respuesta tan fuerte?, ¿por qué no la misericordia si las otras también se durmieron? Es que hay olvidos que no son falta de memoria, sino falta de interés, falta de amor.

Podría parecer que las otras doncellas no vivieron la caridad con ellas, o que el señor las trata sin compasión, pero es que en el corazón es donde uno decide hacer lo que hace. La jóvenes prudentes realmente fueron prudentes, no sólo en ser previsoras, sino también no quedándose sin aceite, porque si estaban allí era para lo que estaban.

En este mundo estamos para alabar a Dios, no para enredarnos en historias y teorías de tal suerte que al llegar la muerte a uno le pille no estando en gracia. Y eso se decide en el día a día, en el interés o la falta de interés ante las mociones de Dios. Nadie se puede quejar de que Dios le diga en la vida eterna que no le conoce (es lo más terrible que Dios puede decir a una criatura), porque depende de uno mismo el amor a Dios. Cada una de nuestras acciones nos acerca a la vida o nos aleja de Dios, cada una es de vida o muerte.

Dame, Señor, la virtud de la prudencia para acertar en cada caso con lo que debo de hacer y lo lleve a cabo; que quiera comprometerme en lo que Tú me sugieres; que no deje para mañana lo que debo de hacer hoy, pues el mañana no sé si llegará para mí. Quiero estar preparado en todo momento –con la luz encendida, en gracia y en oración–, para que cuando me llames, pueda yo también decir: Aquí estoy porque me has llamado.




© P. Jesús Martínez García

UN HOMBRE Y UN ZORRO


Un hombre y un zorro




Un hombre que pasaba por el bosque descubrió un zorro que había perdido sus patas. Y de inmediato se preguntó, “¿cómo podrá sobrevivir?”.

Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en la boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro. Al día siguiente se repitió la escena.

El observador se maravilló de los sentimientos de los animales, y se dijo a sí mismo: "Voy también yo a simular junto al camino estar herido y a confiar en los que pasan". Así lo hizo durante varios días, pero no sucedió nada.

El pobre hombre ya estaba casi muerto de hambre, cuando oyó una voz que le decía: "Si quieres descubrir humanidad en tus semejantes, sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado".

La moraleja es simple: siempre hay que empezar por dar, para luego recibir...

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 12 NOVIEMBRE


Los cinco minutos de María
Noviembre 12





Después de Jesucristo, nadie ha sufrido tanto como la Santísima Virgen María. La piedad cristiana la suele denominar “la Dolorosa”, o la Virgen de los Dolores, o la Reina de los mártires. Y se la suele representar con su Corazón atravesado por siete espadas.
María al pie de la cruz es la imagen más sublime del dolor humano; una Madre que ve morir a su Hijo; cuando ese Hijo es nada menos que Dios y esa Madre es la Madre de Dios, el dolor no tiene límites.

El Corazón de María fue el Corazón que más sufrió, porque fue el Corazón que más amó.

Concédenos, Virgen Santa, comprender que para seguir a tu Hijo Jesús tenemos que tomar la cruz y ofrecer nuestra vida.




* P. Alfonso Milagro

PAPA FRANCISCO: ESTA ES LA CONDICIÓN PARA ENTRAR EN EL REINO DE LOS CIELOS


Esta es la condición para entrar en el Reino de los Cielos explicada por el Papa Francisco
 Foto: Captura de Youtube




VATICANO, 12 Nov. 17 / 06:44 am (ACI).- Durante el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, el Papa Francisco subrayó que para poder entrar en el Reino de los Cielos es necesario permanecer vigilantes durante toda la vida a la espera de la llegada del Señor, pues, como dice el Evangelio, “no sabemos ni el día ni la hora”.

El Santo Padre afirmó que ese estar preparados no significa sólo el permanecer despiertos, sino, que también hay que prepararse llevando una vida cristiana centrada en ayudar al prójimo.

Francisco realizó esta reflexión a partir del Evangelio del domingo, en el que, mediante la parábola de las diez vírgenes, “nos indica la condición para entrar en el Reino de los Cielos”. Señaló que las diez vírgenes “eran las damas de honor encargadas de acoger al esposo en la ceremonia de la boda, y puesto que en aquel tiempo la costumbre era celebrarlas de noche, poseían unas lámparas”.

“La parábola dice que cinco de aquellas vírgenes eran prudentes, y las otras cinco necias. Las prudentes llevaron con ellas el aceite para las lámparas, mientras que las necias no lo habían llevado. El esposo tardaba en llegar y todas se durmieron”.

“A medianoche –continuó narrando el Papa– se anunció la llegada del esposo, y entonces las vírgenes necias se dieron cuenta de que no tenían el aceite para las lámparas, y se lo pidieron a las prudentes. Pero estas respondieron que no se lo podían dar porque no tenían suficiente para todas”.

Entonces, “mientras las necias acudían a por el aceite, llegó el esposo. Las vírgenes prudentes entraron con él en la sala del banquete, y tras ellas se cerró la puerta. Las cinco necias llegaron más tarde y llamaron a la puerta, pero recibieron por respuesta: ‘No os conocemos’, y se quedaron fuera”.

Tras terminar de resumir el episodio evangélico, el Papa preguntó: “¿Qué es lo que nos quiere enseñar Jesús con esta parábola? Nos recuerda que debemos estar preparados para el encuentro con Él”.

“En muchas ocasiones, en el Evangelio, Jesús nos exhorta a estar vigilantes, y lo hace también cuando finaliza esta parábola: ‘Permaneced siempre vigilantes, porque no sabéis el día ni la hora’. Pero con esta parábola nos dice que vigilar no solo significa no quedarse dormidos, sino estar preparados”.

De hecho, “en la parábola todas las vírgenes se durmieron antes de la llegada del esposo, pero al despertarse, algunas estaban preparadas y otras no. Aquí está el significado de ese ser sagaces y prudentes. Se trata de no esperar al último momento de nuestra vida para colaborar con la gracia de Dios, sino, hacerlo ya ahora”.

Entre el simbolismo de la parábola, Francisco destacó la lámpara, que “es el símbolo de la fe que ilumina nuestra vida, mientras que el aceite es el símbolo de la caridad que alimenta la luz de la fe y la hace fecunda y luminosa”

“La condición para estar preparados para el encuentro con el Señor no es solo la fe, sino también una vida cristiana rica en amor por el prójimo. Si nos dejamos guiar por aquello que parece más cómodo, por la búsqueda de nuestros intereses, nuestra vida se vuelve estéril, y no guardamos ninguna reserva de aceite para la lámpara de nuestra fe, y ésta se apagara en el momento de la llegada del Señor, o incluso antes”.

“Por el contrario –finalizó el Pontífice–, si estamos vigilantes y buscamos hacer el bien, con gestos de amor, compartiendo, siendo serviciales con el prójimo en dificultad, podemos estar tranquilos mientras esperamos la llegada del esposo: el Señor podrá venir en cualquier momento, y ni siquiera el sueño de la muerte nos asustará, porque tenemos la reserva de aceite acumulada con las obras buenas de cada día”. 

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 12 NOVIEMBRE 2017



Domingo 32º del Tiempo Ordinario – Ciclo A
Domingo 12 de noviembre de 2017

“Quien espera la llamada de Jesús que no olvide el cargador“



Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (6,12-16):

La sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean. Quien madruga por ella no se cansa: la encuentra sentada a la puerta. Meditar en ella es prudencia consumada, el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones; ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada pensamiento.

Palabra de Dios

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Salmo

Salmo: 62,2.3-4.5-6.7-8
R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansía de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas
canto con júbilo. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,13-17):

No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Palabra de Dios

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Lectura del santo evangelio según san Mateo (25, 1-13):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.” Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

Palabra del Señor

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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt 25, 1-13

ENCENDER UNA FE GASTADA

La primera generación cristiana vivió convencida de que Jesús, el Señor resucitado, volvería muy pronto lleno de vida. No fue así. Poco a poco, los seguidores de Jesús se tuvieron que preparar para una larga espera.

No es difícil imaginar las preguntas que se despertaron entre ellos. ¿Cómo mantener vivo el espíritu de los comienzos? ¿Cómo vivir despiertos mientras llega el Señor? ¿Cómo alimentar la fe sin dejar que se apague? Un relato de Jesús sobre lo sucedido en una boda les ayudaba a pensar la respuesta.

Diez jóvenes, amigas de la novia, encienden sus lámparas y se preparan para recibir al esposo. Cuando, al caer el sol, llegue el novio a tomar consigo a la esposa, los acompañarán a ambos en el cortejo que los llevará hasta la casa del esposo, donde se celebrará el banquete nupcial.

Hay un detalle que el narrador quiere destacar desde el comienzo. Entre las jóvenes hay cinco «sensatas» y previsoras que toman consigo aceite para alimentar sus lámparas a medida que se vaya consumiendo la llama. Las otras cinco son unas «necias» y descuidadas que se olvidan de tomar aceite, con el riesgo de que se les apaguen las lámparas.

Pronto descubrirán su error. El esposo se retrasa y no llega hasta medianoche. Cuando se oye la llamada a recibirlo, las sensatas alimentan con su aceite la llama de sus lámparas y acompañan al esposo hasta entrar con él en la fiesta. Las necias no saben sino lamentarse: «Que se nos apagan las lámparas». Ocupadas en adquirir aceite, llegan al banquete cuando la puerta está cerrada. Demasiado tarde.

Muchos comentaristas tratan de buscar un significado secreto al símbolo del aceite. ¿Está Jesús hablando del fervor espiritual, del amor, de la gracia bautismal…? Tal vez es más sencillo recordar su gran deseo: «Yo he venido a traer fuego a la tierra, ¿y qué he de querer sino que se encienda?». ¿Hay algo que pueda encender más nuestra fe que el contacto vivo con Jesús?

¿No es una insensatez pretender conservar una fe gastada sin reavivarla con el fuego de Jesús? ¿No es una contradicción creernos cristianos sin conocer su proyecto ni sentirnos atraídos por su estilo de vida?

Necesitamos urgentemente una calidad nueva en nuestra relación con él. Cuidar todo lo que nos ayude a centrar nuestra vida en su persona. No gastar energías en lo que nos distrae o desvía de su Evangelio. Encender cada domingo nuestra fe rumiando sus palabras y comulgando vitalmente con él. Nadie puede transformar nuestras comunidades como Jesús.