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miércoles, 11 de octubre de 2017

APUNTES DE ANATOMÍA


APUNTES DE ANATOMÍA



 Que los PIES te lleven por el camino más largo hacia la felicidad, porque la felicidad son sólo puntos en el mapa de la vida, y el verdadero disfrute está en buscarlos en el conocimiento y profundidad de DIOS.

Que los OJOS reconozcan la diferencia entre un colibrí y el vuelo que lo sostiene. Aunque se detenga seguirá siendo un colibrí, y es conveniente que sepas, para que no confundas el sol con la luz, ni lo alto del cielo con la LA GRANDEZA DE DIOS.

Que las MANOS se tiendan generosas en el dar y agradecidas en el recibir, y que su gesto más  frecuente sea la caricia para reconfortar a los que te rodean igual que Jesús entregó sus manos en la cruz.

Que el OÍDO sea tan fiel a la hora del reproche, como debe serlo a la hora del halago, para que puedas mantener el equilibrio en cualquier circunstancia, y así poder distinguir la voz del Señor al hablarte.

Que las RODILLAS te sostengan con firmeza a la altura de tus sueños y se aflojen mansamente cuando llegue el tiempo de oración y charla con el Todopoderoso.

Que la ESPALDA sea tu mejor soporte y no la carga más pesada, pues en la cruz se entregaron y vencieron las cargas de tu alma.

Que la BOCA refleje la sonrisa que hay adentro, para que sea una ventana del alma y no la vidriera de los dientes, para que te comuniques con sabiduría y entendimiento.

Que los DIENTES te sirvan para aprovechar mejor el alimento, y no para conseguir la tajada más grande en desmedro de los otros, y para que los muestres al mundo en señal de agradecimiento por las bendiciones que Dios te ha concedido.

Que la LENGUA encuentre las palabras más exactas para expresarte sin que te malinterpreten, hablando palabras de consolación y vida.

Que las UÑAS crezcan lo suficiente para protegerte, sin lastimar a nadie, siempre peleando la buena batalla.

Que la PIEL te sirva de puente y no de valla, cuando al tacto de tus semejantes emanes la energía espiritual de sanidad y salvación que nuestro Divino Señor ha depositado en ti.

Que el PELO le de abrigo a tus ideas, que siempre adornen más que un buen peinado, adornando pensamientos de prosperidad.

Que los BRAZOS sean la cuna de los abrazos y no camisa de fuerza para nadie, y sí la fuerza para apoyar al herido y levantar al caído. 

Que el CORAZÓN toque su música con amor para que tu vida sea un paso del UNIVERSO hacia delante, bendiciendo tu vida y la de los tuyos.

EL BARRENDERO ESTIMADO



El barrendero estimado



“No hay mayor sabiduría que reconocer que esta tarea que me toca hacer, mientras no aparezca otra cosa en mi camino, es la mejor que podría realizar. Y ya que es lo que me toca hacer ahora, entonces lo vivo con todas mis energías y mis ganas, sin pensar en otras cosas que podría realizar en este momento” (P. Fernández).

No hay trabajo que no tenga importancia. Toda tarea que eleve a la humanidad, es digna e importante, y debería ser asumida con aplicada excelencia. Si alguien está llamado a ser barrendero, debería barrer como Miguel Ángel pintaba, como Beethoven componía música o como Shakespeare escribía versos. Debería barrer las calles tan bien, que todos los habitantes del cielo y de la tierra, se detuvieran a decir: “Aquí vivió un gran barrendero, que cumplió bien con su trabajo” (Martín Luther King).

Las tareas sencillas y cotidianas son realmente responsabilidades simples; pero, ser fieles al quehacer de cada día es algo importante. La felicidad humana generalmente no se logra con acciones de especial relevancia, que pueden acontecer muy raras veces, sino en ese sencillo deber que realizas todos los días con mucho amor. Valorízalo en ti y en los demás.


* Enviado por el P. Natalio

MONEDA DE ANIVERSARIO DE FÁTIMA



Moneda de Aniversario de Fátima
Una moneda conmemorativa para celebrar el centenario de la aparación de la Virgen de Fátima.


Fuente: GaudiumPress 




El Vaticano, a través del Gabinete Filatélico y Numismático de la Ciudad del Vaticano, acaba de destacar el Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima lanzando, el 5 de octubre, una moneda conmemorativa sobre este extraordinario acontecimiento.

La moneda trae cuñada la figura de los tres pastorcitos delante de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario, evocando así las figuras de Lucía dos Santos y sus primos Francisco y Jacinta Marto, estos últimos canonizados por el Papa Francisco el 13 de mayo de este año. En la misma cara de la moneda, aparece escrito: Città del Vaticano - 1917 Fátima 2017.

El comunicado que anuncia y explica la emisión de la nueva moneda narra que, históricamente, los niños, "mientras jugaban" en Cova de la Iria, después de haber dejado su rebaño en el pasto, "vieron aparecer una ‘bella Señora que emanaba una luz fulgurante', que se presentó como la Virgen del Rosario".

A esta primera aparición se siguieron otros cinco encuentros hasta el día 13 de octubre de 1917, cada uno de ellos "revelando una serie de episodios históricos que ocurrirían en los años siguientes".

El Vaticano informa que "en 1930, la Iglesia Católica reconoció el carácter sobrenatural de las apariciones, autorizando su culto, y que en Fátima fue edificado un santuario que el Papa Francisco visitó el 12 y 13 de mayo de 2017".

Esculpida por Orienta Rossi y grabada por Silvia Petrassi, la monedatiene el diámetro de 27,75mm y el peso de 8,50g y tuvo una tirada de 10 mil ejemplares. Aunque teniendo el valor nominal de 2 euros, cada moneda, con el estuche que la acompaña, tendrá el costo de 37 euros.

PAPA FRANCISCO EN LA AUDIENCIA GENERAL: LOS CRISTIANO NO SE RINDEN NUNCA


Papa Francisco en la Audiencia General: Los cristianos no se rinden nunca
Por Álvaro de Juana
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI PRensa



VATICANO, 11 Oct. 17 / 04:20 am (ACI).- Tener esperanza es también una actitud de “espera vigilante”. Y sobre este tema habló el Papa Francisco en la catequesis de la Audiencia General del miércoles.

Después de la Resurrección, “los cristianos viven tiempos serenos y de angustia” pero los cristianos “no se rinden nunca”, sostuvo en la Plaza de San Pedro.

“Este mundo exige nuestra responsabilidad, y nosotros la asumimos toda con amor. Jesús quiere que nuestra existencia sea laboriosa, que no bajemos nunca la guardia, para acoger con gratitud y estupor cada nuevo día que nos dona Dios”.

“Cada mañana –continuó– es una página blanca que el cristiano comienza a escribir con las obras de bien. Hemos sido ya salvados por la redención de Jesús, pero ahora atendemos la plena manifestación de su señoría: cuando finalmente Dios será todo en todos”.

Francisco manifestó que el día en el que Jesús vuelva, los cristianos “tenemos que estar preparados para la salvación que llega, preparados para el encuentro”.

Pero el Papa advirtió también que “el cristiano no está hecho para el aburrimiento”, sino para “la paciencia”. “Sabe que también en la monotonía de ciertos días siempre iguales está escondido un misterio de gracia”. “Hay personas que con la perseverancia de su amor se convierten en pozos que riegan los desiertos”.

El Papa aseguró que nada sucede “en vano”. “Si permanecemos unidos a Jesús, el frío de los momentos difíciles no nos paraliza, y si también el mundo entero predicara solo contra la esperanza, si dijese que el futuro traerá solo nubes negras, el cristiano sabe que en ese mismo futuro está el regreso de Cristo”.

“Ninguno sabe cuándo sucederá esto, ninguno lo sabe, pero el pensamiento de que al final de nuestra historia está Jesús misericordioso es suficiente para confiar y no maldecir la vida. Todo será salvado. Sufriremos, habrá momentos que suscitan rabia e indignación, pero la dulce y potente memoria de Cristo eliminará la tentación de pensar que esta vida es un error”.

El Santo Padre dijo que “Jesús es como una casa” en la que “nosotros nos encontramos seguros y desde las ventanas observamos el mundo”. Por eso invitó a “no encerrarnos en nosotros mismos, no llenemos de melancolía un pasado que se presume dorado, sino que miremos siempre hacia delante, a un futuro que no solo es obra de nuestras manos, si no ante todo una preocupación constante de la providencia de Dios”.

De nuevo, hizo un llamado a no caer en el “pesimismo” como si “la historia fuese un tren que ha perdido el control”. “La resignación no es una virtud cristiana”, subrayó. 

EL PADRENUESTRO - EXPLICACIÓN


El Padrenuestro
Explicación de las partes del Padrenuestro


Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net 




Uno de sus discípulos le pidió a Jesús que los enseñara a orar y Él lo hizo, enseñándoles la oración del Padrenuestro. Es así como Jesús nos regaló esta oración siendo la oración cristiana fundamental, la que todos nos sabemos, grandes y chicos, la que rezamos en la casa, en el colegio, en la Misa. A esta oración también se le llama “Oración del Señor” porque nos la dejó Cristo y en esta oración pedimos las cosas en el orden que nos convienen. Dios sabe que es lo mejor para nosotros. A través del Padrenuestro vamos a hablar con nuestro Padre Dios. Se trata de vivir las palabras de esta oración, no solo de repetirlas sin fijarnos en lo que estamos diciendo. El Padrenuestro está formado por un saludo y siete peticiones.

Saludo

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN E L CIELO. Con esta pequeña frase nos ponemos en presencia de Dios para adorarle, amarle y bendecirle.

¡PADRE! : Al decirle Padre, nosotros nos reconocemos como hijos suyos y tenemos el deseo y el compromiso de portarnos como hijos de Dios, tratar de parecernos a Él. Confiamos en Dios porque es nuestro Padre.

PADRE “NUESTRO”: Al decir Padre Nuestro reconocemos todas las promesas de amor de Dios hacia nosotros. Dios ha querido ser nuestro Padre y Él es un Padre bueno, fiel y que nos ama muchísimo. “Padre Nuestro” porque es mío, de Jesús y de todos los cristianos.

“QUE ESTÁS EN EL CIELO”: El cielo no es un lugar sino una manera de estar. Dios está en los corazones que confían y creen en Él. Dios puede habitar en nosotros si se lo permitimos. Dios no está fuera del mundo, sino que su presencia abarca más allá de todo lo que podemos ver y tocar.

Las siete peticiones

Después de ponernos en presencia de Dios, desde nuestro corazón diremos siete peticiones, siete bendiciones. Las tres primeras son para dar gloria al Padre, son los deseos de un hijo que ama a su Padre sobre todas las cosas. Las cuatro últimas le pedimos su ayuda, su gracia.

1.SANTIFICADO SEA TU NOMBRE: Con esto decimos que Dios sea alabado, santificado en cada nación, en cada hombre. Depende de nuestra vida y de nuestra oración que su nombre sea santificado o no. Pedimos que sea santificado por nosotros que estamos en Él, pero también por los otros a los que todavía no les llega la gracia de Dios. Expresamos a Dios nuestro deseo de que todos los hombres lo conozcan y le estén agradecidos por su amor.
Expresamos nuestro deseo de que el nombre de Dios sea pronunicado por todos los hombres de una manera santa, para bendecirlo y no para blasfemar contra él. Nos comprometemos a bendecir el nombre de Dios con nuestra propia vida.

2.VENGA A NOSOTROS TU REINO: Al hablar del Reino de Dios, nos referimos a hacerlo presente en nuestra vida de todos los días, a tener a Cristo en nosotros para darlo a los demás y así hacer crecer su Reino; y también nos referimos a que esperamos a que Cristo regrese y sea la venida final del Reino de Dios.
Cristo vino a la Tierra por primera vez como hombre y nació humildemente en un establo. En el fin del mundo, cuando llegue la Resurrección de los muertos y el juicio final, Cristo volverá a venir a la Tierra, pero esta vez como Rey y desde ese momento reinará para siempre sobre todos los hombres. Se trata de ayudar en la Evangelización y conversión de todos los hombres. Hacer apostolado para que todos los hombres lo conozcan, lo amen.
Pedimos el crecimiento del Reino de Dios en nuestras vidas, el retorno de Cristo y la venida final su Reino.

3.HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO: La voluntad de Dios, lo que quiere Dios para nosotros es nuestra salvación, es que lleguemos a estar con Él.
Le pedimos que nuestra voluntad se una a la suya para que en nuestra vida tratemos de salvar a los hombres. Que en la tierra el error sea desterrado, que reine la verdad, que el vicio sea destruido y que florezcan las virtudes.

4.DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA: Al decir “danos” nos estamos dirigiendo a nuestro Padre con toda la confianza con la que se dirige un hijo a un padre.
Al decir “nuestro pan” nos referimos tanto al pan de comida para satisfacer nuestras ncesidades materiales como al pan del alma para satisfacer nuestras necesidades espirituales. En el mundo hay hambre de estos dos tipos, por lo que nosotros podemos ayudar a nuestros hermanos necesitados.

5. PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN.
PERDONA NUESTRAS OFENSAS: Los hombres pecamos y nos alejamos de Dios, por eso necesitamos pedirle perdón cuando lo ofendemos. Para poder recibir el amor de Dios necesitamos un corazón limpio y puro, no un corazón duro que no perdone los demás.
COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN: Este perdón debe nacer del fondo del corazón. Para esto necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo y recordar que el amor es más fuerte que el pecado.

6. NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN
El pecado es el fruto de consentir la tentación, de decir sí a las invitaciones que nos hace el demonio para obrar mal. Le pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce hacia el pecado, hacia el mal. El Espíritu Santo nos ayuda a decir no a la tentación. Hay que orar mucho para no caer en tentación.

7. Y LÍBRANOS DEL MAL
El mal es Satanás, el ángel rebelde. La pedimos a Dios que nos guarde de las astucias del demonio. Pedimos por los males presentes, pasados y futuros. Pedimos estar en paz y en gracia para la venida de Cristo.

AMÉN: Así sea.

Como te das cuenta, al rezar el Padrenuestro, le pides mucha ayuda a Dios que seguramente Él te va a dar y al mismo tiempo te comprometes a vivir como hijo de Dios.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 11 OCTUBRE


Los cinco minutos de María
Octubre 11




Para nuestra madre de la tierra deseamos siempre las cosas mejores y más hermosas; para ella pedimos a Dios lo mejor de la tierra y lo más selecto del cielo. Y si esto deseamos para nuestra madre terrena… ¡Qué no vamos a desear para nuestra Madre del cielo!
Si nada hay en la tierra que podamos comparar con la madre, ¿qué podremos hallar en el cielo comparable con la Madre celestial? Después de Dios, nada ni nadie hay tan grande y sublime como la Santísima Virgen María.

Nuestra Señora de la entrega, que dijiste: “Hágase en mí según tu Palabra”, que sea esa también mi actitud durante toda la vida.


* P. Alfonso Milagro 

SAN JUAN XXIII, EL PAPA BUENO, 11 OCTUBRE


JUAN XXIII
(1881-1963)



Angelo Giuseppe Roncalli nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, diócesis y provincia de Bérgamo, el cuarto de trece  hermanos. Ese mismo día fue bautizado. En la parroquia, bajo la guía del excelente sacerdote don Francesco Rebuzzini, recibió una impronta eclesiástica imborrable, que le sirvió de apoyo en las dificultades y de estímulo en las tareas apostólicas.

Recibió la confirmación y la primera comunión en 1889; en 1892 ingresó en el Seminario de Bérgamo, donde estudió humanidades,  filosofía y hasta el segundo año de teología. Allí, con catorce años, empezó a redactar unos apuntes espirituales que le acompañaron, de una u otra forma, a lo largo de su vida, y que fueron recogidos en Diario de un alma. También desde entonces practicaba con asiduidad la dirección espiritual. El 1 de marzo de 1896, el padre espiritual del Seminario de Bérgamo, don Luigi Isacchi, lo admitió en la Orden Franciscana Seglar, cuya regla profesó el 23 de mayo de 1897.

De 1901 a 1905 fue alumno del Pontificio Seminario Romano, gracias a una beca de la diócesis de Bérgamo para seminaristas aventajados. En este tiempo, hizo también un año de servicio militar. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904 en la Iglesia de Santa María in Monte Santo, en la Piazza del Popolo de Roma. En 1905 el nuevo Obispo de Bérgamo, mons. Giacomo Maria Radini Tedeschi, lo nombró su secretario, cargo que desempeñó hasta 1914, acompañando al Obispo en las visitas pastorales y colaborando en múltiples iniciativas apostólicas: Sínodo, redacción de la publicación mensual “La vita diocesana”, peregrinaciones, obras sociales. También era profesor de historia, patrología y apologética en el Seminario. En 1910, en la reordenación de los Estatutos de la Acción Católica, el Obispo le confió la sección V (las mujeres católicas). Colaboró con el diario católico de Bérgamo, fue predicador asiduo, profundo y eficaz.

Durante estos años tuvo la oportunidad de conocer en profundidad a los santos pastores, San Carlos Borromeo (del que publicó las Actas de la visita apostólica realizada a Bérgamo en 1575), San Francisco de Sales y el entonces Beato Gregorio Barbarigo. Fueron años en los que adquirió una gran experiencia pastoral al lado del Obispo mons. Radini Tedeschi. Cuando murió el Obispo en 1914, Don Angelo siguió como profesor del Seminario y dedicándose a las diversas actividades pastorales, sobre todo la asociativa.

Cuando en 1915 Italia entró en la guerra, fue movilizado como sargento de sanidad. El año siguiente pasó a ser capellán castrense en los hospitales militares de retaguardia y coordinador de la asistencia espiritual y moral a los soldados. Al terminar la guerra, fundó la “Casa del estudiante”, dedicada a la pastoral estudiantil. En 1919 fue nombrado director espiritual del Seminario.

En 1921 comenzó la segunda parte de su vida, al servicio de la Santa Sede. Llamado a Roma por Benedicto XV como Presidente para Italia del Consejo central de la Pontificia Obra para la Propagación de la Fe, recorrió muchas diócesis italianas para organizar los Círculos Misioneros. En 1925 Pío XI lo nombró Visitador Apostólico para Bulgaria, elevándolo al episcopado con el título de Areópolis. Eligió como lema episcopal “Oboedientia et pax”, programa que siempre le acompañó.

Ordenado Obispo el 19 de marzo de 1925 en Roma, marchó a Sofía el 25 de abril. Nombrado posteriormente primer Delegado Apostólico, estuvo en Bulgaria hasta finales de 1934, visitando las comunidades católicas, cultivando relaciones respetuosas con las demás comunidades cristianas. Actuó con solicitud caritativa durante el terremoto de 1928. Sufrió en silencio incomprensiones y dificultades de un ministerio caracterizado por la pastoral de pequeños pasos. Se perfeccionó en la confianza y el abandono a Jesús Crucificado.

El 27 de noviembre de 1934 fue nombrado Delegado Apostólico en Turquía y Grecia. El nuevo campo de trabajo era vasto y la Iglesia católica estaba presente en muchos ámbitos de la joven república turca, que se estaba renovando y organizando. Su ministerio con los católicos fue intenso, y se distinguió por un talante de respeto y diálogo con el mundo ortodoxo y musulmán.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, estaba en Grecia, que quedó devastada por los combates. Intentó recabar información sobre los prisioneros de guerra y puso a salvo a muchos judíos sirviéndose del “visado de tránsito” de la Delegación Apostólica. El 6 de diciembre de 1944 Pío XII lo nombró Nuncio Apostólico en París.

Durante los últimos meses de la contienda y los primeros de la paz, ayudó a los prisioneros de guerra y se preocupó por la normalización de la organización eclesiástica de Francia. Visitó los santuarios franceses, participó en las fiestas populares y en las manifestaciones religiosas más significativas. Estuvo atento, con prudencia y confianza, a las nuevas iniciativas pastorales del episcopado y del clero de Francia. Siempre se caracterizó por la búsqueda de la simplicidad del Evangelio, incluso cuando trataba los más complejos asuntos diplomáticos. El deseo pastoral de ser sacerdote en cualquier circunstancia lo sostenía. Y una sincera piedad, que se transformaba cada día en un prolongado tiempo de oración y de meditación, lo animaba.

El 12 de enero de 1953 fue creado Cardenal y el 25 promovido al Patriarcado de Venecia. Estaba contento de poder dedicarse los últimos años de su vida al ministerio directo de la cura de almas, deseo que siempre le acompañó desde que se ordenó sacerdote. Fue pastor sabio y emprendedor, a ejemplo de los santos pastores que siempre había venerado: San Lorenzo Justiniani, primer Patriarca de Venecia, y San Pío X. Con los años, crecía su confianza en el Señor, que se manifestaba en una entrega pastoral activa, dinámica y alegre.

Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII. En sus cinco años como Papa, el mundo entero pudo ver en él una imagen auténtica del Buen Pastor. Humilde y atento, decidido y valiente, sencillo y activo, practicó los gestos cristianos de las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, acogiendo a personas de cualquier nación y credo, comportándose  con todos con un admirable sentido de paternidad. Su magisterio social está contenido en las Encíclicas Mater et magistra (1961) y Pacem in terris (1963).

Convocó el Sínodo Romano, instituyó la Comisión para la revisión del Código de Derecho Canónico, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II. Como Obispo de la diócesis de Roma, visitó parroquias e iglesias del centro histórico y de la periferia. El pueblo veía en él un rayo de la  benignitas evangelica y lo llamaba “el Papa de la bondad”. Lo sostenía un profundo espíritu de oración; siendo el iniciador de la renovación de la Iglesia, irradiaba la paz de quien confía siempre en el Señor. Se lanzó decididamente por los caminos de la evangelización, del ecumenismo, del diálogo con todos, teniendo la preocupación paternal de llegar a sus hermanos e hijos más afligidos.

Murió la tarde del 3 de junio de 1963, al día siguiente de Pentecostés, en profundo espíritu de abandono a Jesús, deseando su abrazo, rodeado por la oración unánime de todo el mundo, que parecía haberse reunido en torno a él, para respirar con él el amor del Padre.

Juan XXIII fue declarado beato por el Papa Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000 en la Plaza de San Pedro, durante la celebración del Gran Jubileo del año 2000.



Tomado del Librito de la Celebración para la Canonización de los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II, 27 de abril de 2014

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 11 OCTUBRE 2017


Lecturas de hoy Miércoles de la 27ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, miércoles, 11 de octubre de 2017



Primera lectura
Lectura de la profecía de Jonás (4,1-11):.

Jonás sintió un disgusto enorme y estaba irritado. Oró al Señor en estos términos: «Señor, ¿no es esto lo que me temía yo en mi tierra? Por eso me adelanté a huir a Tarsis, porque sé que eres compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad, que te arrepientes de las amenazas. Ahora, Señor, quítame la vida; más vale morir que vivir.»
Respondióle el Señor: «¿Y tienes tú derecho a irritarte?» 
Jonás había salido de la ciudad, y estaba sentado al oriente. Allí se había hecho una choza y se sentaba a la sombra, esperando el destino de la ciudad. Entonces hizo crecer el Señor un ricino, alzándose por encima de Jonás para darle sombra y resguardarle del ardor del sol. Jonás se alegró mucho de aquel ricino. Pero el Señor envió un gusano, cuando el sol salía al día siguiente, el cual dañó al ricino, que se secó. Y, cuando el sol apretaba, envió el Señor un viento solano bochornoso; el sol hería la cabeza de Jonás, haciéndole desfallecer. 
Deseó Jonás morir, y dijo: «Más me vale morir que vivir.» 
Respondió el Señor a Jonás: «¿Crees que tienes derecho a irritarte por el ricino?» 
Contestó él: «Con razón siento un disgusto mortal.»
Respondióle el Señor: «Tú te lamentas por el ricino, que no cultivaste con tu trabajo, y que brota una noche y perece la otra. Y yo, ¿no voy a sentir la suerte de Nínive, la gran ciudad, que habitan más de ciento veinte mil hombres, que no distinguen la derecha de la izquierda, y gran cantidad de ganado?»

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 85,3-4.5-6.9-10

R/. Tú, Señor, eres lento a la cólera, rico en piedad

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, 
que a ti te estoy llamando todo el día; 
alegra el alma de tu siervo, 
pues levanto mi alma hacia ti. R/.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, 
rico en misericordia con los que te invocan. 
Señor, escucha mi oración, 
atiende a la voz de mi súplica. R/.

Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; 
bendecirán tu nombre: 
«Grande eres tú, y haces maravillas; 
tú eres el único Dios.» R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,1-4):

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.» 
Él les dijo: «Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 11 de octubre de 2017
Ciudadredonda


El padrenuestro

En la ladera del Monte de los Olivos se nos recuerda, en una sinfonía de lenguas, la escena del Evangelio: “Enséñanos a orar”, suplican los discípulos. “Decid así”, responde el Maestro. Es la oración del Señor; por eso es sublime y es modelo; tan breve, tan directa, tan filial. Lejos de esas oraciones largas, pringosas, moralizantes, con las que los hombres pretendemos arrancar de Dios su benevolencia.
El Padrenuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano). “Es el corazón de las sagradas escrituras” (Catecismo). Es la oración de la Iglesia. Las primeras comunidades han de recitar esta oración tres veces al día (Didaché).
Como en una pieza musical, todo se entiende desde su obertura: “Padre que estás en los cielos”. Ya está dicho todo. Porque es nuestro Padre, queremos su Reino y nos llenamos de confianza para pedir. Es el Padre de todos; aunque rece en solitario, siempre rezo en plural. Pero brilla mejor en comunidad: en el Bautismo, antes de comulgar, al acabar la Liturgia de la Horas.

Dos peticiones primeras: que venga el Reino; que se haga la voluntad de Dios. Es la causa de Dios. Está a la base de toda nuestra oración: el nombre, el Reino, la voluntad de Dios, ante todo. Porque amamos a Dios queremos lo mejor, expresado en estos verbos: santificado, venga, hágase. Cuando penetramos en el misterio de nuestro Bautismo, y nos sentimos hijos del Padre, qué bien entendemos nuestras ganas de que Dios “sea conocido, amado y servido” (Claret).
En la segunda parte del Padrenuestro nos jugamos la causa del hombre. ¿Cómo podríamos separar la causa de Dios y la causa de sus hijos?  Pan y perdón pedimos. Ese pan, necesario para poder edificar el Reino que, antes, hemos suplicado. Porque oramos en verdad, nos acordamos de los que pasan hambre de ese pan, que también son hijos del mismo Padre.  Y el perdón. Como el hijo de la parábola, lo reconocemos: “Hemos pecado contra ti”. Lo bueno es que no se nos ocurre decir: “No  nos trates como hijos tuyos” sino que con confianza repetimos mil veces: “Padre, perdona nuestras ofensas”.
Igual que reza el Padrenuestro el niño con su madre, al acostarse. Así.