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miércoles, 26 de julio de 2017

DAR Y DARSE


Dar y darse



La generosidad es una virtud que te pone en sintonía con Dios que es todo amor y donación de sí mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.

El gran secreto está en dar. Aprende, pues, y la vida te recompensará con creces. Dale a tu prójimo una parte de tu tiempo, de tu dinero, de tu comprensión, de tu simpatía, de tu estimulo. De cierto te digo que a cambio recibirás algo valioso. Más al dar no esperes una recompensa inmediata y material. Por misteriosos caminos infalibles, el Supremo Dador te lo ofrecerá multiplicado y en su momento oportuno. A fin de cuentas, el negocio más productivo del mundo es dar (Clement Stone).

El propósito de actuar con generosidad abre el corazón poco a poco, y descubres admirado que nunca pierdes. Por el contrario te fortaleces y puedes superar el temor de ser vulnerable. Practicar esta actitud ejercita al corazón: cuanto más se da, más se fortalece. Recuerda que Jesús dijo: “Hay más alegría en dar que en recibir”.


* Enviado por el P. Natalio

HACE MUCHO TIEMPO NO ME CONFIESO


Hace mucho tiempo no me confieso
¿Todo esto del Perdón es verdaderamente real?


Por: Astrid Luke | Fuente: Catholic.link 




Dame tu miedo y yo te devolveré la paz. Este es el pensamiento que venía a mi mente después de ver este hermoso video sobre el sacramento de la confesión. No por casualidad el Papa Francisco hace pocos días ha decidido  proclamar un Jubileo de la misericordia para el año 2016. Qué falta nos hace seguir reverenciándonos ante la infinita misericordia y el perdón amoroso del Señor hacia el pecador arrepentido. Todos somos pecadores, todos necesitamos perdón, todos hemos sentido en nuestro corazón el peso de nuestras faltas y el miedo de acercarnos al confesionario. Pero este video nos ayuda a recordar lo sencillo y al mismo tiempo sobrecogedor que resulta el momento de acercarnos al sacramento de la reconciliación.

El intercambio es este: nosotros damos nuestro miedo, la tristeza por nuestras faltas, la vergüenza, el dolor, y Jesús nos devuelve la paz, la tranquilidad de nuestra conciencia, la certeza del amor de Dios.

Para todas aquellas personas que aún tienen miedo de acercarse a este sacramento, o que los detienen las falsas ideas que llenaban la mente del joven al comienzo de este video, recordemos que la confesión no es otra cosa que una fuente desbordante de misericordia, un abrazo amoroso del Padre, un retorno al hogar, al corazón de Jesús.

Pidámosle al Señor que  nos ayude a acercarnos a este sacramento con un corazón verdaderamente arrepentido, y que encontrándonos con su presencia real en el perdón de nuestros pecados podamos salir renovados y con el firme propósito de esforzarnos cada día por ser como Él. Repitamos las palabras de la antifona que nos sugería hace poco el Papa Francisco: “Danos Señor un corazón semejante al tuyo”.

SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA, 26 DE JULIO

San Joaquín y Santa Ana
Los padres de la Virgen María, 26 de julio


Por: P. Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net 




Un matrimonio santo

Martirologio Romano: Memoria de san Joaquín y santa Ana, padres de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyos nombres se conservaron gracias a la tradición de los cristianos.

Breves Biografías

San Joaquín

Joaquín (Yahvé prepara) fue el padre de la Virgen María, madre de Dios. Según San Pedro Damián, deberíamos tener por curiosidad censurable e innecesaria el inquirir sobre cuestiones que los evangelistas no tuvieron a bien relatar, y, en particular, acerca de los padres de la Virgen.

Con todo, la tradición, basándose en testimonios antiquísimos y muy tempranamente, saludó a los santos esposos Joaquín y Ana como padre y madre de la Madre de Dios.

Ciertamente, esta tradición parece tener su fundamento último en el llamado Protoevangelio de Santiago, en el Evangelio de la Natividad de Santa María y el Pseudomateo o Libro de la Natividad de Santa María la Virgen y de la infancia del Salvador; este origen es normal que levantara sospechas bastante fundadas.

No debería olvidarse, sin embargo, que el carácter apócrifo de tales escritos, es decir, su exclusión del canon y su falta de autenticidad no conlleva el prescindir totalmente de sus aportaciones.

En efecto, a la par que hechos poco fiables y legendarios, estas obras contienen datos históricos tomados de tradiciones o documentos fidedignos; y aunque no es fácil separar el grano de la paja, sería poco prudente y acrítico rechazar el conjunto indiscrimadamente.

Algunos comentaristas, que opinan que la genealogía aportada por San Lucas es la de la Virgen, hallan la mención de Joaquín en Helí (Lucas, 3, 23; Eliachim, es decir, Jeho-achim), y explican que José se había convertido a los ojos de la ley, a fuer de su matrimonio, en el hijo de Joaquín. Que esa sea el propósito y la intención del evangelista es más que dudoso, lo mismo que la identificación propuesta entre los dos nombres Helí y Joaquín.

Tampoco se puede afirmar con certeza, a pesar de la autoridad de los Bollandistas, que Joaquín fuera hijo de Helí y hermano de José; ni tampoco, como en ocasiones se dice a partir de fuentes de muy dudoso valor, que era propietario de innumerables cabezas de ganado y vastos rebaños.

Más interesantes son las bellas líneas en las que el Evangelio de Santiago describe, cómo, en su edad provecta, Joaquín y Ana hallaron respuesta a sus oraciones en favor de tener descendencia.

Es tradición que los padres de Santa María, que aparentemente vivieron primero en Galilea, se instalaron después en Jerusalén; donde nació y creció Nuestra Señora; allí también murieron y fueron enterrados.

Una iglesia, conocida en distintas épocas como Santa María, Santa María ubi nata est, Santa María in Probática, Sagrada Probática y Santa Ana fue edificada en el siglo IV, posiblemente por Santa Elena, en el lugar de la casa de San Joaquín y Santa Ana, y sus tumbas fueron allí veneradas hasta finales del siglo IX, en que fue convertida en una escuela musulmana.

La cripta que contenía en otro tiempo las sagradas tumbas fue redescubierta en 1889. San Joaquín fue honrado muy pronto por los griegos, que celebran su fiesta al día siguiente de la de la Natividad de Ntra. Señora. Los latinos tardaron en incluirlo en su calendario, donde le correspondió unas veces el 16 de septiembre y otras el 9 de diciembre.

Asociado por Julio II [el de la capilla Sixtina] al 20 de marzo, la solemnidad fue suprimida unos cinco años después, restaurada por Gregorio XV (1622), fijada por Clemente XII (1738) en el domingo posterior a la Asunción, y fue finalmente León XIII [el de la Rerum Novarum] quien, el 1 de agosto de 1879, dignificó la fiesta de estos esposos que se celebró por separado hasta la última reforma litúrgica.

Santa Ana

Ana (del hebreo Hannah, gracia) es el nombre que la tradición ha señalado para la madre de la Virgen. Las fuentes son las mismas que en el caso de San Joaquín. Aunque la versión más antigua de estas fuentes apócrifas se remonta al año 150 d.C., difícilmente podemos admitir como fuera de toda duda sus variopintas afirmaciones con fundamento en su sola autoridad.

En Oriente, el Protoevangelio gozó de gran autoridad y de él se leían pasajes en las fiestas marianas entre los griegos, los coptos y los árabes. En Occidente, sin embargo, como ya te adelanté con San Joaquín, fue rechazado por los Padres de la Iglesia hasta que su contenido fue incorporado por San Jacobo de Vorágine a su Leyenda Áurea en el siglo XIII.

A partir de entonces, la historia de Santa Ana se divulgó en Occidente y tuvo un considerable desarrollo, hasta que Santa Ana llegó a convertirse en uno de los santos más populares también para los cristianos de rito latino.

El Protoevangelio aporta la siguiente relación: En Nazaret vivía una pareja rica y piadosa, Joaquín y Ana. No tenían hijos. Cuando con ocasión de cierto día festivo Joaquín se presentó a ofrecer un sacrificio en el templo, fue arrojado de él por un tal Rubén, porque los varones sin descendencia eran indignos de ser admitidos.

Joaquín entonces, transido de dolor, no regresó a su casa, sino que se dirigió a las montañas para manifestar su sentimiento a Dios en soledad. También Ana, puesta ya al tanto de la prolongada ausencia de su marido, dirigió lastimeras súplicas a Dios para que le levantara la maldición de la esterilidad, prometiendo dedicar el hijo a su servicio.

Sus plegarias fueron oídas; un ángel se presentó ante Ana y le dijo: "Ana, el Señor ha visto tus lágrimas; concebirás y darás a luz, y el fruto de tu seno será bendecido por todo el mundo". El ángel hizo la misma promesa a Joaquín, que volvió al lado de su esposa. Ana dio a luz una hija, a la que llamó Miriam.

Dado que esta narración parece reproducir el relato bíblico de la concepción del profeta Samuel, cuya madre también se llamaba Hannah, la sombra de la duda se proyecta hasta en el nombre de la madre de María.

El célebre Padre John de Eck de Ingolstadt, en un sermón dedicado a Santa Ana (pronunciado en París en 1579), aparenta conocer hasta los nombres de los padres de Santa Ana. Los llama Estolano (Stollanus) y Emerencia (Emerentia).

Afirma que la santa nació después de que Estolano y Emerencia pasaran veinte años sin descendencia; que San Joaquín murió poco después de la presentación de María en el templo; que Santa Ana casó después con Cleofás, del cual tuvo a María de Cleofás; la mujer de Alfeo y madre de los apóstoles Santiago el Menor, Simón y Judas Tadeo, así como de José el Justo.

Después de la muerte de Cleofás, se dijo que casó con Salomas, de quien trajo al mundo a María Salomé (la mujer de Zebedeo y madre de los apóstoles Juan y Santiago el Mayor).

La misma leyenda espuria se halla en los textos de Gerson y en los de muchos otros. Allí surgió en el siglo XVI una animada controversia sobre los matrimonios de Santa Ana, en la que Baronio y Belarmino defendieron su monogamia.

En Oriente, al culto a Santa Ana se le puede seguir la pista hasta el siglo IV. Justiniano I hizo que se le dedicara una iglesia. El canon del oficio griego de Santa Ana fue compuesto por San Teófanes, pero partes aún más antiguas del oficio son atribuidas a Anatolio de Bizancio.

Su fiesta se celebra en Oriente el 25 de julio, que podría ser el día de la dedicación de su
primera iglesia en Constantinopla o el aniversario de la llegada de sus supuestas reliquias a esta ciudad (710).

Aparece ya en el más antiguo documento litúrgico de la Iglesia Griega, el Calendario de
Constantinopla (primera mitad del siglo VIII). Los griegos conservan una fiesta común de San Joaquín y Santa Ana el 9 de septiembre.

En la Iglesia Latina, Santa Ana no fue venerada, salvo, quizás, en el sur de Francia, antes del siglo XIII. Su imagen, pintada en el siglo
VIII y hallada más tarde en la Iglesia de Santa María la Antigua de Roma, acusa la influencia bizantina.

Su fiesta, bajo la influencia de la Leyenda Áurea, se puede ya rastrear (26 de julio) en el siglo XIII, en Douai. Fue introducida en Inglaterra por Urbano VI el 21 de noviembre de 1378, y a partir de entonces se extendió a toda la Iglesia occidental. Pasó a la Iglesia Latina universal en 1584.

Santa Ana es la patrona de Bretaña. Su imagen milagrosa (fiesta, 7 de marzo) es venerada en Notre Dame d´Auray, en la diócesis de Vannes.
También en Canadá -donde es la patrona principal de la provincia de Québec- el santuario de Santa Ana de Beaupré es muy famoso.

Santa Ana es patrona de las mujeres trabajadoras; se la representa con la Virgen María en su regazo, que también lleva en brazos al Niño Jesús. Es además la patrona de los mineros, que comparan a Cristo con el oro y con la plata a María.

Jesús Martí Ballester

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 26 DE JULIO


Los cinco minutos de María
Julio 26



A veces, la devoción a la Virgen se expresa con actos externos: la bendición de los hogares, de los coches, de los lugares de trabajo; o también la veneración de imágenes y estampas. Todos estos actos tienen sentido si son expresión sincera de nuestra confianza en la Madre de Dios.

Podemos confundirnos o equivocarnos si les damos un sentido mágico. Ellos no solucionan mágicamente los problemas de la vida con las dificultades del trabajo, los problemas de la convivencia familiar, la salud de nuestros enfermos. Pero sí nos ayudan a ponernos en comunicación con la Virgen, sí nos impulsan a comprometernos cada día con el amor a Dios y a los hermanos, son recordatorios del camino del Evangelio de Jesús.
Santa Madre de Dios, queremos renovar nuestro amor a ti, para que en todas nuestras devociones crezcamos en la confianza de hijos tuyos y discípulos del Señor.


* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 26 DE JULIO 2017


Para dar fruto: dejarse amar
Santo Evangelio según San Mateo 13, 1-9. XVI Miércoles de Tiempo Ordinario.


Por: H. Hiram Samir Galán Jaime, L.C. | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey Nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Toca mi alma, Señor; renuévame por dentro; no permitas que siga en el fango de la indiferencia espiritual; enciende mi corazón de amor por Ti para que sea capaz de buscar tu rostro en mis hermanos.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 13, 1-9
Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que Él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:
"Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuántas veces hemos escuchado este pasaje y sabemos con certeza que podremos ser algunos de los tres terrenos que no dan frutos que permanecen, pero no aquel terreno de tierra buena que da frutos al treinta, al sesenta y al cien por ciento. Pero esto, ¿se debe a una verdadera humildad, o a una falsa imagen de nosotros mismos cargada de autoconfianza y desconfianza en el poder de Dios?
Si reflexionamos con profundidad, ¿quién es el verdadero artífice de la santidad? El Espíritu Santo evidentemente. Es por ello que primero que nada tenemos que creer que Él puede y quiere transformar nuestras vidas. Porque si bien es cierto que necesita de nuestra colaboración, esa colaboración corresponde al uno por ciento del camino de santidad que Dios tiene destinado para nosotros. El otro noventa y nueve por ciento lo pone ÉL. Por ello es más un abandonarse en Dios que hacer muchas cosas y poner muchos medios humanos.
Enséñanos, Señor, que el verdadero camino hacia Ti es el amor. Ese amor que consiste en dejarse amar por Ti y que todo lo demás se da por añadidura.
"El verdadero amor es amar y dejarme amar. Es más difícil dejarse amar que amar. Por eso es tan difícil llegar al amor perfecto de Dios. Porque podemos amarlo, pero lo importante es dejarnos amar por él. El verdadero amor es abrirse a ese amor que está primero, y que nos provoca una sorpresa. Si ustedes tienen solo toda la información, estás cerrado a la sorpresa. El amor te abre a la sorpresa. El amor siempre es una sorpresa, porque supone un diálogo entre dos: entre el que ama y el que es amado. Y a Dios decimos que es el Dios de las sorpresas, porque él siempre nos amó primero, y nos espera con una sorpresa. Dios nos sorprende. Dejémonos sorprender por Dios."
(Mensaje de SS Francisco, 18 de enero de 2015)

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré una persona que considere, prudente, espiritual y sabia, y le pediré que sea mi director espiritual. Y si ya tengo uno, buscaré hacer un programa de vida que me ayude a dejarme amar por Dios, a dejarme sorprender por su amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.