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jueves, 29 de junio de 2017

EL LEÓN Y EL LABRADOR


El león y el labrador


La prudencia es una virtud cardinal que ayuda en la vida práctica a decidirte por tu verdadero bien y a elegir los medios rectos para conseguirlo. Ella, como experto auriga que maneja las riendas de un carruaje, conduce a las otras virtudes señalándoles la regla y la medida adecuadas. Eres prudente cuando aplicas sin error los principios morales a cada caso particular.

Entró un león en el corral de un labrador, y éste, queriendo apresarlo, cerró la puerta. El león, al ver que no podía salir, empezó a devorar primero a los carneros, y luego a los bueyes. Entonces el labrador, temiendo por su propia vida, abrió la puerta. Se fue el león, y la esposa del labrador, al oírlo quejarse le dijo: Tienes lo que buscaste, pues ¿por qué has tratado de encerrar a una fiera que más bien debías de mantener alejada? (Esopo)

“El hombre prudente medita sus pasos” (Biblia). Otros refranes que iluminan esta virtud: “El que busca el peligro en él perecerá”; “Tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe”. “Dime con quién andas y te diré quién eres”. “La ocasión hace al ladrón”. “El que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”. “Más vale prevenir que curar”. Que la prudencia ilumine siempre tus decisiones.


* Enviado por el P. Natalio

SAN PEDRO Y SAN PABLO, 29 DE JUNIO


SS. Pedro y Pablo
29 de junio

Qué le responderíamos a Jesús si hoy nos preguntara: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?


Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer 




Mateo 16, 13-19
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

Reflexión
Es un hecho que en las narraciones evangélicas se pone siempre un acento muy especial en la figura de Pedro. Teóricamente no había razón alguna para distinguirle. No es el primero en conocer a Cristo; no es un genio superior a los demás; no es tampoco el más santo o el más entregado; no será más valiente que sus compañeros a la hora de la pasión, incluso su traición será la más visible. Es uno más. Más audaz, más fogoso, pero un pescador como todos.

Pues bien, este Pedro, que ningún motivo especial tenía para una elección particular, comienza a destacar visiblemente en los evangelios. De él se habla con más frecuencia que de los otros once juntos. Él aparece en todos los catálogos de los apóstoles colocado siempre el primero. Esta preferencia sistemática ¿es casual?

El cambio de nombre.
Esta “vocación especial” había sido ya revelada en su primer encuentro con Jesús. Cuando Andrés le presenta a su hermano, Jesús hace algo tan insólito como cambiar el nombre de Pedro. Había éste recibido de su familia el nombre de Simón, común y familiar entre los judíos. Pero Jesús, al verle, le rebautizará con el nombre que le he quedado para siempre: Kephas, Pedro. ¿Qué quiere decir Jesús al denominarle “roca”? Sólo mucho más tarde lo entenderemos, en la escena que cambiará para siempre el destino del apóstol.

Ocurre en las tierras de Cesarea de Filipo. En esta región, pagana en su mayoría, Jesús se encontraba más tranquilo, más cerca de sus discípulos, casi en una especie de retiro espiritual. Tal vez fuera aquella paz la que incitó a Jesús a hablar a los doce de un tema especialmente delicado: su condición de Mesías. No le gustaba habitualmente mencionarlo. Temía que sus oyentes le dieran una interpretación política y que quisieran proclamarle rey o iniciar un tumulto. Aquí, en la soledad de Cesárea, no existía ese peligro.

Jesús, ¿era un simple enviado de Dios o Dios en persona?
Por lo demás ésta era la gran pregunta que los apóstoles se hacían unos a otros. Al cabo de año y medio de caminar a su lado no acababan de saber si su Maestro era, en verdad, el anunciado por los profetas. Y si lo era, ¿se trataba de un simple enviado de Dios o de Dios en persona? Cuando hablaba de su Padre ¿usaba una metáfora o afirmaba una realidad? ¿Y si era el Mesías, por qué lo ocultaba tan celosamente? Le molestaba hablar de ello, cambiaba de conversación cuando alguien aludía al tema, les mandaba ocultar las obras más extraordinarias que hacia. ¿Por que esta reticencia?

Pero esta vez Jesús juzgó que el tiempo había llegado. Tenía ya confianza en sus apóstoles y la tranquilidad de Cesárea había creado el clima apto para que pudieran comprenderle. Era la hora justa para comunicar abiertamente su mesianidad.

Se detuvo y se volvió a los apóstoles para preguntarles: ¿“Quién dicen los hombres que soy yo”? Y después de haber escuchado sus respuestas, les hizo una pregunta más íntima: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo”?
Fue entonces cuando la voz de Pedro se abrió paso entre ellos y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Pedro hablaba en nombre de todos.
Una especie de liderazgo personal había ido surgiendo entre ellos. Y todos se sintieron expresados por la voz de aquel pescador, tosco y violento, pero poseedor de una personalidad que le convertía en jefe nato. Por otro lado, Jesús esta vez no reprimía esa rotunda confesión de mesianismo. La aceptaba abiertamente, complacido. Era la primera vez que la declaraba sin metáforas.

Y la respuesta de Jesús iba a cargarse aún de novedades mucho mayores. No sólo no rechazaba la confesión de mesianismo, sino que la confirmaba en el nombre del Padre de los cielos. Y, tras una breve pausa, Jesús aún siguió: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.

Todo era, a la vez, misterioso y cargado de sentido en esta extraña frase de Jesús. El sobrenombre de "piedra" ya se lo había dado en otra ocasión a Pedro, pero entonces no había explicado su sentido, Ahora quedaba claro que Pedro sería el fundamento del templo espiritual que Jesús proyectaba construir.
Además Jesús hablaba ahora ya sin rodeos de su proyecto de construir una comunidad organizada, algo que tendría que durar después de Él, algo que sería tan sólido que ni las fuerzas del mal podrían contra ella.

Las expresiones de las llaves, de atar y desatar son típicamente semitas.
Aún hoy se puede ver en los países árabes a hombres que caminan con un par de gruesas llaves atadas, como prueba de que una casa es de su propiedad.
Los términos de “atar” y “desatar” conservan el mismo sentido que tenían en la literatura rabínica contemporánea. Los rabinos “ataban” cuando prohibían algo y “desataban” cuando lo permitían.

¿Entendieron los apóstoles, entendió el mismo Pedro, lo que Jesús quería decir con aquellas sorprendentes palabras? Lo solemne de la hora, la soledad espiritual en que estaban, pudieron ayudar a la comprensión. Por otro lado el progresivo liderazgo natural de Pedro ayudaba a la comprensión y, sin duda, se vio fortalecido por esta palabra. Pero sólo tras la resurrección comprenderían qué comunidad era la que Cristo deseaba y qué papel había de tomar en ella el colegio de los doce y cuál tomaría Pedro dentro de ese colegio.

Un texto muy atacado.
A lo largo de los siglos, pocas páginas del evangelio han sufrido tal cantidad de ataques como ésta prueba evidente de su importancia. Y, sin embargo, el texto sigue ahí, firme como el propio Pedro y sus sucesores. Y es fácil comprender que no se trataba de un elogio personal a las virtudes de Pedro. Pedro encontrará la santidad mucho más tarde. Y descubrirá con gozo que ni su virtud mereció la función para la que había sido elegido, ni sus pecados lograron anularla.
¡Que así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, DÍA 29 DE JUNIO, SAN PEDRO Y SAN PABLO


Nardo del día 29 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, Potestad Sublime!
Fiesta de San Pedro y San Pablo

Meditación: Oh Jesús, Mí Buen Pastor, que nos buscas como a ovejas en la tie
rra desierta, que nos cuidas y nos proteges, y Tu cayado levantas para evitar que el maligno hiera a Tus corderitos. Señor, que me buscas en la noche oscura y me libras de toda amargura. Amando siento Tu Presencia, y todo lo demás desaparece; es Tu Gran Poder el que me marca el camino y me guía como a un niño. Esa Luz dorada que de Ti se desprende, y cual luciérnagas hermosas, como estrellas fugaces veo las luces de Tus Angeles. Entonces siento que Tú, Mi Dios, todo eres, todo puedes, pues eres el Rey. Señor, que a pesar de mi pequeñez a mi casa vienes, para llevarme a Ti.
Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Comulguemos agradeciendo a Jesús por todas las gracias que derrama a través de Su Sagrado Corazón.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 29 DE JUNIO


Los cinco minutos de María
Junio 29



La Virgen tomó por guía en el camino de la santidad a Dios, que estaba con ella; practicó lo que más tarde diría Jesús: “Sean perfectos como el Padre celestial”

Observaba María lo que decía y hacía Jesús, lo meditaba en su Corazón y lo ponía en práctica.

También tú debes tener por guía a Jesús y a María; así alcanzarás la santidad. Imita a María, pues imitarla a ella es imitar a Jesús.
Santa María entra de lleno en el plan de la salvación, como predestinada a dar un cuerpo humano al Redentor y a formarlo en nuestro corazón.

Virgen clemente, llévanos por la senda de la santidad.


* P. Alfonso Milagro

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY SAN PEDRO Y SAN PABLO, 29 DE JUNIO 2017


Lecturas de hoy San Pedro y san Pablo, apóstoles
Hoy, jueves, 29 de junio de 2017




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,1-11):

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. 
La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda. 
Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.» 
Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias.»
Obedeció y el ángel le dijo: «Échate el manto y sígueme.» 
Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. 
Pedro recapacitó y dijo: «Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. El Señor me libró de todas mis ansias

Bendigo al Señor en todo momento, 
su alabanza está siempre en mi boca; 
mi alma se gloría en el Señor: 
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre. 
Yo consulté al Señor, y me respondió, 
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, 
vuestro rostro no se avergonzará. 
Si el afligido invoca al Señor, 
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa 
en torno a sus fieles y los protege. 
Gustad y ved qué bueno es el Señor, 
dichoso el que se acoge a él. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.17-18):

Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» 
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» 
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» 
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy jueves, 29 de junio de 2017


Queridos amigos:

Hoy es una fiesta grande. Celebramos la vida de dos personas, dos personajes, que son dos “grandes” del cristianismo: San Pedro y San Pablo. Tan diferentes en su origen, en su camino, en su manera de ver las cosas... y los dos son pilares de la Iglesia...

Pedro... pescador, llano, del pueblo. La misma impulsividad para confesarle –“Tú eres el Mesías”- que para rechazar sus caminos de cruz. La misma generosidad para dejarle la barca que para ofrecerse a dar la vida por él. La misma sinceridad para intentar salvar el pellejo negándole que para llorar amargamente por haberle negado... Jesús le llamó “piedra”, pero también “satanás”. Al final, esa mirada que lo comprende todo y nada condena le rehabilitó, le levantó y le puso en su sitio: ni tan arriba, ni tan abajo. Y desde ahí, como hermano de sus hermanos, pudo seguir caminando, sirviendo a la Iglesia, hablando, discutiendo, haciendo las obras de Jesús, luchando, entregándose...

Pablo... judío donde los haya. Fariseo y perseguidor de la Iglesia en sus orígenes. Lo tenía todo muy claro... hasta que Dios le tocó el corazón y los ojos y todo quedó patas arriba. Tardó un tiempo en re-colocarse. Pero cuando lo hizo, abrazó el nuevo camino con el mismo ardor que el anterior. Predicó a unos y a otros. Escribió a muchos. Hizo equipo con otros. Discutió y concilió. Suscitó y acompañó la fe de muchas comunidades. Y cuando le tocó dar la vida, no se la guardó...
Pedro y Pablo. Tan distintos... Al final, la vida les unificó: en su amor a Cristo, en su celo por llevar a otros la Buena Noticia, en su muerte violenta a causa de la fe.

Hoy también hay muchos cristianos que caminan, caen, se levantan... que combaten su combate y corren hacia la meta. Con distintos acentos. Unidos en la diversidad, comulgando en lo importante.

Seguro que tú también eres uno de ellos. Por eso, hoy también es tu día.

Felicidades, y a seguir caminando.

Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF (luismanuel@claretianos.es)

7 CLAVES PARA ENTENDER POR QUÉ SAN PEDRO Y SAN PABLO SE CELEBRAN JUNTOS


7 claves para entender por qué San Pedro y San Pablo se celebran juntos


 (ACI).- Hoy 29 de junio la Iglesia celebra la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, sin embargo, hay algunas dudas sobre las verdaderas razones de por qué la fiesta de ambos apóstoles se celebra el mismo día.

Aquí 7 claves que permiten acercarse a la respuesta:  


1. San Agustín de Hipona expresó que eran “uno solo”

En un sermón del año 395, el Doctor de la Iglesia, San Agustín de Hipona, expresó que San Pedro y San Pablo “eran en realidad una sola cosa aunque fueran martirizados en días diversos; primero lo fue Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros por la sangre de los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina”.

2. Ambos padecieron en Roma

Fueron detenidos en la prisión Mamertina, también llamada el Tullianum, ubicada en el foro romano en la Antigua Roma. Además, fueron martirizados en esa misma ciudad, posiblemente por orden del emperador Nerón.

San Pedro pasó sus últimos años en Roma liderando a la Iglesia durante la persecución y hasta su martirio en el año 64. Fue crucificado cabeza abajo a petición propia, por no considerarse digno de morir como su Señor. Fue enterrado en la colina del Vaticano y la Basílica de San Pedro está construida sobre su tumba.


San Pablo fue encarcelado y llevado a Roma, donde fue decapitado en el año 67. Está enterrado en Roma, en la Basílica de San Pablo de Extramuros.

3. Son fundadores de la Iglesia de Roma

En la homilía del 2012 por la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el Papa Benedicto aseguró que en Roma “su vinculación como hermanos en la fe ha adquirido un significado particular. En efecto, la comunidad cristiana de esta ciudad los consideró una especie de contrapunto de los míticos Rómulo y Remo, la pareja de hermanos a los que se hace remontar la fundación de Roma”.

4. Son patronos de Roma y representantes del Evangelio

En la misma homilía, el Santo Padre llamó a estos dos apóstoles “patronos principales de la Iglesia de Roma”.

“La tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a San Pedro y a San Pablo: juntos, en efecto, representan todo el Evangelio de Cristo”, detalló.

5. Son la versión contraria de Caín y Abel

El Santo Padre también presentó un paralelismo opuesto con la hermandad presentada en el Antiguo Testamento entre Caín y Abel.

“Mientras que la primera pareja bíblica de hermanos nos muestra el efecto del pecado, por el cual Caín mata a Abel, Pedro y Pablo, aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos”, relató el Santo Padre Benedicto XVI.

6. Porque Pedro es la “roca”


Esta celebración recuerda que San Pedro fue elegido por Cristo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, quien con humildad aceptó la misión de ser “la roca” de la Iglesia y apacentar el rebaño de Dios a pesar de sus debilidades humanas.

Los Hechos de los Apóstoles ilustran su papel como cabeza de la Iglesia después de la Resurrección y Ascensión de Cristo. Pedro dirigió a los Apóstoles como el primer Papa y aseguró que los discípulos mantuvieran la verdadera fe.

Como explicó en su homilía el Sumo Pontífice Benedicto XVI, “en el pasaje del Evangelio de San Mateo (…), Pedro hace la propia confesión de fe a Jesús reconociéndolo como Mesías e Hijo de Dios; la hace también en nombre de los otros apóstoles. Como respuesta, el Señor le revela la misión que desea confiarle, la de ser la ‘piedra’, la ‘roca’, el fundamento visible sobre el que está construido todo el edificio espiritual de la Iglesia”.

7. San Pablo también es columna del edificio espiritual de la Iglesia

San Pablo fue el apóstol de los gentiles. Antes de su conversión era llamado Saúl, pero después de su encuentro con Cristo y conversión, continuó hacia Damasco donde fue bautizado y recobró la vista. Tomó el nombre de Pablo y pasó el resto de su vida predicando el Evangelio sin descanso a las naciones del mundo mediterráneo.

“La tradición iconográfica representa a San Pablo con la espada, y sabemos que ésta significa el instrumento con el que fue asesinado. Pero, leyendo los escritos del apóstol de los gentiles, descubrimos que la imagen de la espada se refiere a su misión de evangelizador. Él, por ejemplo, sintiendo cercana la muerte, escribe a Timoteo: «He luchado el noble combate» (2 Tm 4,7). No es ciertamente la batalla de un caudillo, sino la de quien anuncia la Palabra de Dios, fiel a Cristo y a su Iglesia, por quien se ha entregado totalmente. Y por eso el Señor le ha dado la corona de la gloria y lo ha puesto, al igual que a Pedro, como columna del edificio espiritual de la Iglesia”, expresó Benedicto XVI en su homilía.

HOY 29 DE JUNIO ES LA SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO


[VIDEO] Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el día del Papa


REDACCIÓN CENTRAL, 29 Jun. 17 / 12:01 am (ACI).- “El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo… Es que ambos eran en realidad una sola cosa aunque fueran martirizados en días diversos”, explicaba el Obispo San Agustín (354-430) en sus sermones a los inicios del cristianismo.

Esta celebración recuerda que San Pedro fue elegido por Cristo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, quien con humildad aceptó la misión de ser “la roca” de la Iglesia.

El Papa por su parte, como Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, así de los obispos como de la multitud de fieles. Es Pastor de toda la Iglesia y tiene potestad plena, suprema y universal. Por ello se festeja  también en esta fecha el día del Sumo Pontífice.

Asimismo se conmemora a San Pablo, el Apóstol de los gentiles, que antes de su conversión era perseguidor de los cristianos y pasó, con su vida, a ser un ardoroso evangelizador para todos los católicos, sin reservas en el anuncio del Evangelio.

Tal como recordó el Papa Benedicto XVI en el  2012, “la tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a San Pedro y a San Pablo: juntos, en efecto, representan todo el Evangelio de Cristo…”

“Aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos. Sólo el seguimiento de Jesús conduce a la nueva fraternidad”, destacó.