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jueves, 23 de marzo de 2017

LA SINCERIDAD DEL SABIO


La sinceridad del sabio



Vivir con sinceridad es decidirte a hablar con la verdad en la mano aunque a veces te cueste; a no valerte de una mentira para salir de una dificultad o librarte de una responsabilidad; a no mentir para que los demás piensen algo bueno de ti; a reconocer con honestidad cuando te has equivocado sin tratar de justificarte. He aquí un camino exigente de grandeza moral.

Una antigua leyenda china cuenta que un emperador tenía entre sus consejeros a un sabio, por quien sentía una gran estima. Vivía en el palacio a expensas del soberano. Por lo demás era un hombre muy humilde y, cuando le presentaban un tema que ignoraba, aclaraba con sencillez que no sabía nada sobre el asunto. Una vez un cortesano a quien le desagradaba esa sinceridad, le preguntó severamente: —Pero, ¿acaso no te paga el emperador por lo que sabes? Es verdad, —respondió el sabio con serenidad— porque si me pagara por lo que no sé… ¡Ni las riquezas del imperio, ni las del mundo entero bastarían!

Ser una persona que ama la verdad, aun cuando ésta te perjudique, te reviste de gran honor. Y el honor es mejor que los honores. Urge educar al niño a descubrir la alegría que da hablar y actuar con la verdad, comprendiendo que no debe avergonzarse de dar testimonio sincero de ella. Ojalá  padres y maestros asuman esta tarea básica.

* Enviado por el P. Natalio

QUIÉN ES CATÓLICO?


¿Quién es católico?
Para que una persona se pueda llamar católica, es necesario que cumpla todas estas condiciones, ya que son características esenciales del católico


Por: Los Tres Mosqueteros | Fuente: Religión en Libertad 




Mucha gente a la que se le pregunta quién es católico responde que católico es el que cree en Cristo; el que va a la Iglesia; el que hace caridades; el que es buena persona; el que cree en el Papa, en los curas… y otra mucha gente no sabe qué decir. En este caso último caso está el teólogo católico (al menos de nombre) que decía en su libro: "Si me preguntan si creo en Cristo, no sabría qué responder. Ni siquiera sé si es de las preguntas que tienen contestación". Me pregunto qué hubiera respondido este teólogo a Cristo caso de haber vivido en Palestina en tiempos del Señor. Porque, Jesús, cuando formulaba preguntas (cosa que hacía con frecuencia) exigía respuestas rotundas y sinceras, como es obvio.

Volviendo al tema. Supuesto el bautismo, es católico:

1.- El que cree el Credo y todos los Dogmas.

2.- El que cree que la Biblia es Palabra revelada por Dios, y según la enseñanza de la Iglesia, no como a cada uno se le antoje.

3.- El que admite al Papa (unido al Colegio Episcopal) como jefe infalible de la Iglesia. (En esto hay que saber que el Colegio Episcopal sin el Papa no es infalible).
Para que una persona se pueda llamar católica, es necesario que cumpla todas estas condiciones, ya que son características esenciales del católico, de tal manera que si le falta alguna dejará de serlo. (No vale decir "Yo creo el Credo" y a continuación decir "Yo no creo en el infierno, en la Iglesia…").

Recuerdo a un buen católico que al escuchar esto exclamó: "¡Pues con este filtro vamos a quedar muy pocos!". A lo que yo pensé: "Pues entonces hay mucho que hacer…".

ESCUCHEN MI VOZ


"Escuchen mi voz"
Ser entre los hombres, una luz encendida, un camino de salvación.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




Jesucristo nuestro Señor no quiere dejarnos solos. Quiere ser Él el que nos acompañe, quiere ser Él el que camina junto a nosotros: "Escuchen mi voz y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo; caminen siempre por el camino que yo les mostraré para que les vaya bien". Éstas son las palabras con las que nuestro Señor exhorta al pueblo, a través del profeta, a escuchar y a seguir el camino de Dios

Cristo, en el Evangelio, nos narra la parábola del hombre fuerte que tiene sus tesoros custodiados, hasta que llega alguien más fuerte que él y lo vence. Quién sabe si nuestra alma es así: como un hombre fuerte bien armado, dispuesto a defenderse, dispuesto a no permitir que nadie toque ciertos tesoros. Sin embargo, Dios nuestro Señor —más fuerte sin duda—, quizá logre entrar en el castillo y logre arrebatarnos aquello que nosotros le tenemos todavía prohibido, le tenemos todavía vedado. Cristo es más fuerte que nosotros. Y no es más fuerte porque nos violente, sino que es más fuerte porque nos ama más.

Es el amor de Jesucristo el que llega a nuestra alma y el que viene a arrebatar en nuestro interior. Es al amor de Jesucristo el que no se conforma con un compromiso mediocre, con una vida cristiana tibia, con una vida espiritual vacía. Y Cristo quiere todo, según nuestro estado de vida: quiere todo en nuestra vida conyugal, quiere todo en nuestra vida familiar, quiere todo en nuestra vida social.
“Escuchen mi voz". Estas palabras tienen que resonar constantemente en nosotros a lo largo del tiempo cuaresmal. Si Dios nuestro Señor ha inquietado nuestra alma, si Dios nuestro Señor no ha dejado tranquilo nuestro corazón, si nos ha buscado, si nos ha asediado, si nos ha tomado, si nos ha conquistado, no es ahora para dejarnos solitarios por la vida, sino porque el primero que se compromete a llevar adelante nuestra vocación cristiana es Él, y va a estar con nosotros. La pregunta que nosotros tenemos que hacernos es: ¿Estamos dispuestos a seguir a Cristo o estamos dispuestos a abandonarlo?

Al final de la lectura del profeta Jeremías, aparece una frase muy triste: "De este pueblo dirá: Éste es el pueblo que no escuchó la voz del Señor, ni aceptó la corrección; ya no existe fidelidad en Israel; ha desaparecido de su misma boca".

Está en nuestras manos dar fruto. Está en nuestras manos perseverar. Está en nuestras manos el continuar adelante con nuestro compromiso de cristianos en la sociedad. De nosotros depende y a nosotros nos toca que Jesucristo pueda seguir caminando con nosotros, yendo a nuestro lado. El Señor vuelve a buscarnos hoy, el Señor vuelve a estar con nosotros, ¿cuál va a ser nuestra respuesta? ¿Cuál va a ser nuestro comportamiento si nuestro Señor viene a nuestro corazón?

Jesús, al final del Evangelio, nos lanza un reto: "El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama". Un reto que es una responsabilidad: o estamos con Él y recogemos con Él; o estamos contra Él, desparramando. No nos deja alternativas. O tomamos nuestra vida y la ponemos junto con Él, la recogemos con Él, la hacemos fructificar, la hacemos vivir, la hacemos llenarse, la hacemos ser testigos cristianos de los hombres, o simplemente nos vamos a desparramar.

¿Quién de nosotros aceptaría ver su vida desparramada? ¿Quién de nosotros toleraría que su existencia simplemente corriese? ¿No nos interesa tenerla verdaderamente rica, no nos interesa tenerla verdaderamente comprometida junto a Jesucristo nuestro Señor? Esto no se puede quedar en palabras, tenemos necesidad de llevarlo a los demás. Esto es obra de todos los días, es un compromiso cotidiano que está en nuestras manos.

Vamos a pedirle a Jesucristo que nos guíe para comprometernos con nuestra fe, para comprometernos con la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. La Iglesia que se nos ha entregado, viniendo desde muchas generaciones. La Iglesia de los mártires, la Iglesia de los apóstoles, la Iglesia de los confesores. La Iglesia que ha llegado a nosotros a través de dos mil años por medio de la sangre de muchos que creyeron en lo mismo que creemos nosotros. La Iglesia que es para nosotros el camino de santificación, y que es la Iglesia que nosotros tenemos que transmitir a las siguientes generaciones con la misma fidelidad, con la misma ilusión, con el mismo vigor con que a nosotros llegó.

Pidámosle al Señor que la podamos transmitir íntegra a las generaciones que vienen detrás y la podamos extender a las generaciones que conviven con nosotros y que todavía no conocen a Cristo.

Este compromiso no es un compromiso hacia dentro, sino que es un compromiso hacia afuera. Un compromiso que nace de un corazón decidido, pero que tiene que transformarse en acción eficaz, en evangelización para el bien de los hombres.

Vamos a pedirle a Jesucristo que nos conceda la gracia de recoger con Él, la gracia de estar siempre a favor de Él, de escuchar su voz y de caminar por el camino que Él nos muestra, para ser entre los hombres, una luz encendida, un camino de salvación, una respuesta a los interrogantes que hay en tantos corazones, y que sólo nuestro Señor Jesucristo puede llegar a responder.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 23 DE MARZO 2017


Los cinco minutos de María
Marzo 23



María fue buscando a Jesús durante tres días y lo encontró en el Templo con los doctores de la Ley. Como lo hubiera hecho cualquier madre, le reprobó a Nuestro Señor que se hubiera quedado conversando sin avisarle, sin pedir autorización.

María no comprendió la conducta de Jesús. Como nosotros tantas veces no alcanzamos a comprender los planes de Dios. En esas situaciones que no podemos comprender deberá aflorar nuestra fe, porque la fe no es tanto comprensión cuanto aceptación de lo que no se comprende.

Son muchas las cosas que ignoramos y que Dios nos dará a conocer cuando nos lleva a su cielo. Mientras llega ese momento, es preciso vivir la oscuridad de la fe con amor y en el amor.
Madre, libéranos de una caridad sin justicia, de una justicia sin verdad, de una lucha sin perdón.


* P. Alfonso Milagro

PAPA FRANCISCO: EL CATÓLICO QUE OLVIDA LA PALABRA DE DIOS SE VUELVE UN CATÓLICO ATEO


El católico que olvida la Palabra de Dios se vuelve un católico ateo, advierte el Papa
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 23 Mar. 17 / 06:03 am (ACI).- En la Misa matutina celebrada en la Casa Santa Marta el jueves, el Papa Francisco advirtió del peligro que corren los católicos que dan la espalda a la Palabra de Dios. “Pueden perder el sentido de la fidelidad y convertirse en católicos paganos, en católicos ateos”.

“Cuando no nos paramos a escuchar la voz del Señor terminamos por alejarnos, nos alejamos de Él, le damos la espalda. Y si no escuchamos la voz del Señor, escuchamos otras voces”. “Nos volvemos sordos, sordos a la Palabra de Dios”, explicó.


Por ello, el Santo Padre invitó a “detenemos un poco y mirar hacia nuestro corazón. Veremos cuántas veces tenemos cerrados los oídos y cuántas veces nos volvemos sordos”.

El Pontífice subrayó la importancia de identificar ese problema en el alma de cada uno, para evitar terminar dando la espalda a Dios y caer en la idolatría. “Cuando un pueblo, una comunidad, también una comunidad cristiana, una parroquia, una diócesis, cierra los oídos y se vuelve sorda a la Palabra del Señor, busca otras voces, otros señores y va a terminar con los ídolos, los ídolos del mundo, de la mundanidad, que la sociedad ofrece. Se aleja del Dios vivo”.

En definitiva, “el corazón se vuelve más duro, más cerrado en sí mismo. Duro e incapaz de recibir nada”.

“Estas dos cosas, no escuchar la Palabra de Dios y tener el corazón endurecido y cerrado en sí mismo, nos hacen cerrarnos a la fidelidad. Se pierde el sentido de la fidelidad”.

Como consecuencia, “nos convertimos en católicos infieles, en católicos paganos o, todavía peor, en católicos ateos, porque no tenemos como referencia de amor al Dios viviente. No escuchar y dar la espalda a Dios nos lleva por el camino de la infidelidad”.

“Esa infidelidad, ¿cómo se llena? Se llena de una forma de confusión, no se sabe dónde está Dios o dónde no está, se confunde a Dios con el diablo”. Puso como ejemplo de ello el pasaje del Evangelio en el que “a Jesús, que hace milagros, que hace tantas cosas por la salvación de las personas, le dicen: ‘Y esto lo hace porque es un hijo del diablo. Lo hace por el poder de Belzebú”.

“Esa es la blasfemia –continuó Francisco–. La blasfemia es la palabra final de ese proceso que comienza con no escuchar, que endurece el corazón, que lleva a la confusión, que te hace olvidar la fidelidad y, finalmente, lleva a la blasfemia”.

Por ello, el Papa invitó a coger una Biblia y preguntarse: “¿Me está hablando a mí? ¿Mi corazón se ha endurecido? ¿Me he alejado del Señor? ¿He perdido la fidelidad al Señor y vivo con los ídolos que me ofrece la mundanidad de cada día?”.

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 23 DE MARZO DEL 2017


Dios del amor y la misericordia
San Lucas 11,14-23. III Jueves de Cuaresma.



Por: H. Cristian Gutiérrez, L.C. | Fuente: missionkits.org 





En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor Jesús, por esta nueva ocasión para estar a solas contigo. Gracias por la vida, la salud, el alimento, el vestido. Gracias por el afecto y los dones que no dejo de recibir de Ti y de los demás. Gracias por el don de la fe, de la esperanza y de la caridad. Ayúdame a serte fiel siempre y concédeme la gracia de jamás abandonarte. Inflama mi corazón de celo por la extensión de tu Reino.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 11,14-23
En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: “Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios”.
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: “Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.”
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
En este Evangelio puedo descubrir en Ti una actitud característica tuya. Te muestras como un Dios paciente que sabe comprender y esperar, explicar y corregir. Era bastante difícil entender cómo era que el pueblo se resistía a creer en Ti, a pesar de ver las obras portentosas que hacías. ¡Expulsaste un demonio y recuperaste el habla a un mudo! Esto no era que se viera todos los días en Israel. Pero ellos no te reconocían.
Tu actitud ante esta negativa no fue la del desánimo, la de la frustración. Tampoco la del enojo y la venganza. Eres un Dios que, con calma, respeta los tiempos de cada uno, respeta la libertad y espera. Espera una respuesta libre, consciente y llena de amor. Tú esperas mi respuesta. ¿Cuál es mi respuesta a tu invitación de amor? No eres el dios que anda detrás amenazándome para que lo escoja, no eres el dios falso que se impone a mi inteligencia y voluntad para que le siga. Eres el Dios de la invitación, de la misericordia, de la paciencia. Pero sobre todo, eres el Dios del amor.
Puede ser que estés obrando cosas grandes en el mundo de hoy y las perciba, pero no crea, no acepte, y no te reconozca. No por ello me aniquilas, me castigas, me envías reprimendas. Eres misericordia. Tu misericordia implica comprensión, paciencia, ternura. Misericordia que implica decir la verdad, corregir al que está equivocado y mostrar el camino. Eso es lo que Tú haces en este pasaje.
Dame la gracia. Señor de crecer en la fe. Aumenta mi fe, para que sepa reconocer tu acción en mi vida. Para que pueda creer en Ti con más fuerza y te reconozca como mi Dios y mi Señor.
Jesús dice "quien no está conmigo está contra mí". Pero, ¿no habrá un camino en medio, un poco de aquí un poco de allá? No. O tú estás en el camino del amor, o en el de la hipocresía. O tú te dejas amar por la misericordia de Dios, o haces lo que quieres, según tu corazón, que se endurece más, cada vez, en este camino. O eres santo o vas por el otro camino. Quien no recoge conmigo, deja las cosas… No, es peor: dispersa, arruina. Es un corruptor. Es un corrupto que corrompe.

(Homilía de S.S. Francisco, 12 de marzo de 2015, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Agradeceré a Dios el don de mi fe católica rezando un Credo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.