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miércoles, 25 de enero de 2017

DE VERDAD HAY INFIERNO?


¿De verdad hay infierno?



Habitualmente, cuando la respuesta a una consulta se puede encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica, suelo utilizarlo para contestar. En este caso, bastaría con decir que la doctrina católica sobre el infierno se encuentra en los números 1033-1037, y quedaría así zanjada la cuestión.

Pero cuando se pregunta algo tan elemental, la cosa es diferente. Lo que dice el Catecismo, al menos en lo fundamental, ya se sabe, y la verdadera cuestión es que no se entiende cómo puede ser compatible la existencia del infierno con la misericordia divina. Añadiendo, quizás, que ahora que tanto se habla de misericordia no se entiende cómo la Iglesia sigue sosteniendo que existe el infierno.

Podría intentar responder a este planteamiento, pero sería un error por mi parte, pues supondría aceptar implícitamente un desenfoque: el que la Iglesia es dueña y señora de la doctrina que predica.

La fe cristiana –pues de eso se trata, de una fe y no de una opinión– se basa en aceptar la Revelación divina, la Palabra divina que quiere transmitir algo. Y para verla hay que acudir a lo que predicó Jesucristo, a los Evangelios.

Hay alguna cosa de los Evangelios que puede suscitar dudas o discusiones sobre su significado. En este caso, no. Si uno los lee, podrá comprobar que son muchas las referencias a ese castigo eterno.

Aquí me limitaré a citar la que resulta más clara: la última parte del capítulo 25 del Evangelio de San Mateo (versículos 31 al 46). Trata del juicio final, que describe a grandes rasgos. El último versículo, el 46, indica la ejecución de la sentencia con estas palabras: E irán éstos (los condenados) al suplicio eterno; los justos, en cambio, a la vida eterna.

A la vista de lo cual no queda más remedio que decir que sí, que sí existe el infierno. Sólo a partir de aceptarlo se puede intentar comprender cómo son compatibles la infinita justicia con la infinita misericordia.

Para la teología, ésta es una de las numerosas paradojas a las que debe dar respuesta, o darla en la medida de lo que puede la razón humana, pues estamos ante misterios divinos que no podemos comprender del todo. En cualquier caso, ninguna de estas paradojas se soluciona suprimiendo uno de los términos.

En lo que aquí se plantea, la misericordia divina se manifiesta en que Dios envió a su Hijo a morir en la cruz para salvarnos, y en que hasta el último momento de esta vida la está dispuesto a perdonar a quien acude a su misericordia. Pero quien se empeña en no querer acudir,


© Julio de la Vega-Hazas

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 25 DE ENERO DEL 2017


La chispa de la misión
Marcos 16, 15-18. Festividad de la Conversión de San Pablo.



Por: H. Javier Castellanos LC | Fuente: www.missionkits.org 




En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Yo creo que actúas siempre, Señor. Creo en tus milagros, pero aumenta mi fe, para poder verlos. Creo en tu presencia aquí y ahora en mi alma, y creo que Tú puedes hacer milagros en mi vida. Por eso te pido el milagro de san Pablo: conviérteme más a Ti, Señor, y transfórmame en un apóstol de tu Palabra, de tu gracia y de tu Amor. Así sea.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Millones de personas no conocen a Cristo hoy mismo. ¿Quién les hablará de Él? ¿Quién moverá los corazones de los que no creen?
La Iglesia tenía, al inicio de su vida, todo un mundo por delante. Cristo había tocado la vida de unos cuantos hombres y mujeres, los primeros discípulos, y luego entre ellos había elegido un grupo de doce para ser sus Apóstoles. Así las cosas, Cristo sube a los cielos y transmite una misión: anunciar la Buena Nueva. Al poco tiempo empieza una persecución en Jerusalén, y comunidades judías comienzan a rechazar esta nueva doctrina. Un fariseo observante toma incluso la iniciativa de encarcelar cristianos en Damasco. Pero Dios tenía otros planes: a medio camino Saulo y Jesús se encuentran. Saulo se convierte en Pablo. Pablo anuncia el Evangelio en Asia Menor, Grecia, Macedonia y llega a Roma.
Algo ardía en el corazón de Pablo. Esa caída en el camino a Damasco encendió una chispa; la chispa de una misión. A los pocos años esa chispa llegó al corazón de un imperio, y en menos de cincuenta años ya había un fuego ardiendo en todos los rincones del mundo conocido.
Esa chispa no es diferente a la que recibimos nosotros en el bautismo. Cristo nos ha salido al paso, ha tocado nuestra vida de un modo o de otro. Con el encuentro viene al mismo tiempo una misión. De nosotros depende que esta chispa se transmita hoy a nuestro alrededor.
«Aprenden así que la belleza de la unión entre los seres humanos se dirige hacia nuestra alma, busca nuestra libertad, acepta la libertad del otro, lo reconoce y lo respeta como interlocutor. Un segundo milagro, una segunda promesa: nosotros - padre y madre – ¡nos donamos a ti, para que tú te dones a ti mismo! Y esto es amor, ¡que trae una chispa de aquello de Dios! Pero ustedes, padres y madres tienen esta chispa de Dios que dan a los niños, ustedes son instrumento del amor de Dios y esto es bello, bello, bello. Solo si miramos a los niños con los ojos de Jesús, podríamos realmente entender en qué sentido, defendiendo la familia, protegemos a la humanidad.»
(Homilía de S.S. Francisco, 14 de octubre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Invitaré a un amigo o amiga a leer juntos este pasaje del Evangelio o a comentar sobre la conversión de san Pablo, para luego reflexionar juntos sobre la importancia de la misión que cada uno tiene.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

ANTES DE QUE SEA TARDE


Antes de que sea tarde



Con frecuencia nos damos cuenta de lo que tenemos, sólo cuando lo perdemos. Muchas veces esperamos demasiado para decir: "Tú significas mucho para mí”. A  veces dañamos a las personas que más amamos permitiendo que una tontería nos separe. Muchas veces dejamos que las cosas menos importantes acaparen nuestra mente, y nos perjudiquen.

Una chica le preguntó a un chico, si pensaba que ella era bonita. Él dijo que no. Ella le preguntó si él quería estar con ella para siempre, y él dijo que no. Entonces ella le preguntó que si ella se fuera, él lloraría; y él dijo que no. Ya había escuchado suficiente. Ella comenzó a caminar, y las lágrimas comenzaron a brotar. El chico la agarró de un brazo, y le dijo: Tú no eres linda, eres hermosa. No quiero estar contigo por siempre, necesito estar contigo por siempre. Y si te vas, no lloraría, simplemente moriría...

Por lo tanto… asegúrate de dejarle saber a las personas más importantes en tu vida, cuánto las quieres y cuánto ellas significan para ti. Tómate tiempo de decir las palabras adecuadas, antes de que tu tiempo se acabe. Asegúrate de apreciar todo lo que has obtenido, y sé agradecido por todo lo que significa mucho para ti. (Sitio “María luz divina”).


* Enviado por el P. Natalio

PAPA FRANCISCO: LAS MUJERES SON MÁS VALIENTES QUE LOS HOMBRES


Papa Francisco: Las mujeres son más valientes que los hombres
Por Álvaro de Juana
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



VATICANO, 25 Ene. 17 / 08:03 am (ACI).- En la Audiencia General del miércoles, el Papa Francisco afirmó de manera categórica e improvisando: “Esta es mi opinión: las mujeres son más valientes que los hombres”.

El Pontífice dijo estas palabras cuando ofrecía, como cada miércoles, una de sus catequesis centrada de nuevo sobre la esperanza cristiana. En concreto habló de la figura de Judit en el Antiguo Testamento, quien según él era una mujer valiente.


Francisco explicó que Judit era “viuda, una mujer de gran belleza y sabiduría” y que “habla al pueblo con el lenguaje de la fe”. “Valiente, reprocha en la cara al pueblo diciendo: ‘Ustedes ponen a prueba al Señor todopoderoso. No, hermanos; cuídense de provocar la ira del Señor, nuestro Dios. Porque si él no quiere venir a ayudarnos en el término de cinco días, tiene poder para protegernos cuando él quiera o para destruirnos ante nuestros enemigos. […]. Por lo tanto, invoquemos su ayuda, esperando pacientemente su salvación, y él nos escuchará si esa es su voluntad’”, contó el Papa sobre el relato bíblico.

Fue en este momento cuando expresó su opinión a cerca de las mujeres: “Es el lenguaje de la esperanza. Toquemos la puerta del corazón de Dios, Él es Padre, Él puede salvarnos. Esta mujer, viuda, arriesga de quedar mal ante los demás. ¡Pero es valiente! ¡Va adelante! Esta es mi opinión: las mujeres son más valientes que los hombres”.

FIESTA DE LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO, 25 DE ENERO


Fiesta de la Conversión de San Pablo
25 de enero


 (ACI).- Cada 25 de enero, la Iglesia Católica celebra el día en que San Pablo -entonces llamado Saulo- alcanzó la conversión camino a Damasco, a donde se dirigía para perseguir a los cristianos.

Como se recuerda, camino a Damasco Saulo fue derribado del caballo por el mismo Jesús a través de una luz del cielo que brilló sobre él y sus compañeros, cegándolo por espacio de tres días. Durante ese tiempo, Saulo permaneció en casa de un judío llamado Judas, sin comer ni beber.


El cristiano Ananías, por pedido de Cristo, fue al encuentro de Saulo, quien recuperó la vista y se convirtió, accediendo al bautismo y predicando en las sinagogas al Hijo de Dios, con gran asombro de sus oyentes. Así, el antiguo perseguidor se convirtió en apóstol y fue elegido por Dios como uno de sus principales instrumentos para la conversión del mundo.

San Pablo nació en Tarso, Cilicia (actual Turquía), su padre era ciudadano romano. Creció en el seno de una familia en la que la piedad era hereditaria y muy ligada a las tradiciones y observancias fariseas. Le pusieron de nombre Saulo, y como también era ciudadano romano llevaba el nombre latino de Pablo (Paulo).

Para los judíos de aquel tiempo era bastante usual tener dos nombres, uno hebreo y otro latino o griego. Pablo será pues, el nombre que utilizará el apóstol para evangelizar a los gentiles.

El periodo que va del año 45 al 57 fue el más activo y fructífero de su vida. Comprende tres grandes expediciones apostólicas de las que Antioquía fue siempre el punto de partida y que, invariablemente, terminaron por una visita a Jerusalén.

Los restos del santo descansan en la Basílica de San Pablo Extramuros. Este templo es el más grande después de la Basílica de San Pedro.



Oración a San Pablo

Glorioso apóstol San Pablo, vaso escogido del Señor para llevar su santo nombre por toda la tierra; por tu celo apostólico y por tu abrasada caridad con que sentías los trabajos de tus prójimos como si fueran tuyos propios; por la inalterable paciencia con que sufriste persecuciones, cárceles, azotes, cadenas, tentaciones, naufragios y hasta la misma muerte; por aquel celo que te estimulaba a trabajar día y noche en beneficio de las almas y, sobre todo, por aquella prontitud con que a la primera voz de Cristo en el camino de Damasco te rendiste enteramente a la gracia, te ruego, por todos los apóstoles de hoy, y que me consigas del Señor que imite tus ejemplos oyendo prontamente la voz de sus inspiraciones y peleando contra mis pasiones sin apego ninguno a las cosas temporales y con aprecio de las eternas, para gloria de Dios Padre, que con el Hijo y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos.

Amén.

DIOS, COMO A PABLO, TE INVITA A LA CONVERSIÓN

Dios, como a Pablo, te invita a la conversión
Convertirse significa, para cada uno de nosotros, creer que Jesús se ha entregado a sí mismo por mí.


Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net 




Hoy, 25 de enero, se hace memoria de la "Conversión de san Pablo" (...) En el caso de Pablo, algunos prefieren no utilizar el término conversión, porque -dicen- él ya era creyente, es más hebreo ferviente y por ello no pasó de la no-fe a la fe, de los ídolos a Dios, ni tuvo que abandonar la fe hebrea para adherirse a Cristo. En realidad, la experiencia del Apóstol puede ser el modelo de toda auténtica conversión cristiana.

La de Pablo maduró en el encuentro con el Cristo resucitado; fue este encuentro el que le cambió radicalmente la existencia. En el camino de Damasco sucedió para él lo que Jesús pude en el Evangelio de hoy: Saulo se convirtió porque, gracias a la luz divina, “creyó en el Evangelio”. En esto consiste su conversión y la nuestra: en creer en Jesús muerto y resucitado y en abrirse a la iluminación de su gracia divina.

En aquel momento, Saulo comprendió que su salvación no dependía de las obras buenas realizadas según la ley, sino del hecho que Jesús había muerto también por él -el perseguidor- y que estaba, y está, resucitado. Esta verdad, que gracias al Bautismo ilumina la existencia de cada cristiano, alumbra completamente nuestro modo de vivir.

Convertirse significa, también para cada uno de nosotros, creer que Jesús “se ha entregado a sí mismo por mí”, muriendo en la cruz (cfr Gal 2,20) y, resucitado, vive conmigo y en mí. Confiándome al poder de su perdón, dejándome tomar la mano por Él, puedo salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y te toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor.

Queridos amigos, la invitación a la conversión, valorada por el testimonio de san Pablo, resuena hoy (...) El Apóstol nos indica la actitud espiritual adecuada para poder progresar en el camino de la comunión. “Ciertamente no he llegado a la meta -escribe a los Filipenses -, no he llegado a la perfección; pero me esfuerzo en correr para alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús” (Fil 3,12).

Ciertamente, nosotros los cristianos no hemos conseguido llegar aún a la meta de la unidad plena, pero si nos dejamos continuamente convertir por el Señor Jesús, llegaremos seguramente.

La Virgen María, Madre de la Iglesia una y santa, nos obtenga el don de una conversión verdadera, para que cuanto antes se realice el anhelo de Cristo: "Ut unum sint".



Fragmento de las palabras de SS Benedicto XVI durante el Ángelus, en la Fiesta de la Conversión de San Pablo 25 enero 2009

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 25 DE ENERO


Los cinco minutos de María
Enero 25



Impacta la humildad de la jovencita de Nazaret. Ningún ser humano recibió jamás un embajador tan honorable como ella: un arcángel, de parte de Dios mismo, le transmite a María un saludo jamás escuchado por oídos humanos, y un mensaje que excede en honor y dignidad a cuanto el hombre pudiera imaginar.

Sin embargo, ella se juzga pequeña, indigna de tan alta dignidad y, en su profunda humildad, se titula “la esclava”, “la servidora del Señor”.

Con un corazón humilde como el de María, reconozcamos cada día los dones que recibimos de Dios y hagámoslos fecundar.
María, que precedes con tu luz al Pueblo de Dios peregrinante, tú eres el signo de nuestra esperanza y consuelo (LG 68).


* P. Alfonso Milagro