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viernes, 7 de octubre de 2016
EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 7 DE OCTUBRE 2016
El que no está conmigo, está contra Mi, ; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Lucas 11, 15-26. Viernes XXVII del tiempo ordinario. Las señales milagrosas.
Por: H. Cristian Gutiérrez LC | Fuente: Catholic.net
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor por esta nueva oportunidad que me das para estar contigo. Bien sabes lo que necesito y por ello te pido humildemente me lo concedas. Aumenta mi fe, mi confianza y mi amor a Ti. Dame la gracia de jamás dejarte solo y no permitas que nada ni nadie me separe de Ti. Mira que mi vida sin Ti no tiene sentido, y todo en ella se opaca si no estás Tú. Señor no me dejes nunca de tu mano porque sin Ti nada puedo.
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 15-26
En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron: “Este expulsa a los demonios con el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.
Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: “Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Belzebú. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios por el dedo de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra Mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo, y al no hallarlo, dice: ‘Volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces va por otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí, y así la situación final de aquel hombre resulta peor que la de antes”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Las señales milagrosas.
No puedo dejar pasar desapercibido la forma en que te defiendes de los que te atacan con mentiras. Incluso en esto me das ejemplo a seguir. No les respondes con malas palabras o venganzas. Ante la crítica, callas, piensas y hablas. Hablas, no para ofender, sino para defender. Defender la verdad, defender el bien de los demás, defender a los que sinceramente te siguen.
¡Qué argumento bien pensado presentas a los que fácilmente juzgan a los demás y sus acciones! Un argumento claro, sencillo y profundo. Bastaría leer de nuevo con calma el pasaje para dejarme atrapar por tus palabras llenas de verdad, de fuerza y de pasión. Dame la gracia, Señor, de nunca criticar y juzgar a mis hermanos. Ayúdame a ser siempre un defensor de la verdad, de la justicia, del amor y un practicante constante de la benedicencia.
Aquella gente que contemplaba tus milagros no había podido aceptar que el Reino de Dios había llegado hasta ellos. Y tal vez yo, de igual manera, no soy capaz de descubrir tu Reino en mi vida cotidiana.
Quizá no presencio expulsiones de demonios, curaciones portentosas y multiplicaciones de panes, pero dame la gracia de descubrir los milagros que vas realizando en mi vida poco a poco. Milagros desapercibidos pero que me he ido acostumbrando a presenciar. El milagro de mi vida y de la de los que me rodean. El milagro del amor, el milagro de la familia, de la amistad. El milagro de una caricia, de un abrazo de apoyo, de un consuelo en el dolor, de una sonrisa. El milagro de este mundo maravilloso que siempre me sorprende con un atardecer, un cielo estrellado, un viento refrescante, un cielo despejado. El milagro de la fe, de la oración, de los sacramentos y de la Eucaristía.
Que no me acostumbre Señor a estos milagros cotidianos con los cuales te haces presente en mi vida, me dices que me amas infinitamente y que tu Reino está presente en mí.
«Ninguno es digno, ninguno está a la altura, ¡ninguno tiene las fuerzas! Sin la gracia de Dios, no podremos hacer nada. Todo nos es dado gratuitamente. Y el Señor no llega nunca a una nueva familia sin hacer algún milagro. ¡Recordemos lo que hizo en las bodas de Caná! Sí, el Señor, si nos ponemos en sus manos, nos hace hacer milagros. Milagros de todos los días cuando está el Señor en esa familia.»
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy evitaré toda crítica hacia otro y procuraré hablar bien, comentar una cualidad de esa persona con la que no me llevo muy bien.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Amén.
DA CON GENEROSIDAD
Da con generosidad
La generosidad es una virtud que te pone en sintonía con Dios que es todo amor y donación de sí mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das. Una vez Don Bosco narró a los jóvenes este apólogo.
Un día Jesús se dirigió con Pedro y Juan a un monte. Ya en plena subida, les dijo: —Tomen cada uno una piedra y llévenla arriba. Juan tomó la primera piedra que halló al paso, era bastante pesada. Pedro con un gesto calculador recogió una piedra pequeña. La subida era fatigosa. Juan comenzó a sudar. Pedro le dijo en tono burlón: —Ay, Juan, ¡qué cándido eres! ¿Quién te mandó tomar esa piedra tan grande? Jesús dijo que lleváramos una piedra, pero no una piedra grande. Mira, yo con este guijarro ni sudo ni me canso. Jesús oía y sonreía. Poco después se detuvo bajo un pino y los invitó a sentarse. La subida y el cansancio les había abierto el apetito. Juan inició un bostezo. Entonces Jesús bendijo las piedras y se convirtieron en panes. ¡Grande y sabroso era el de Juan, mientras el de Pedro apenas un bocado! Juan maravillado se alegró mucho. Pedro quedó avergonzado. Jesús sonrió con bondad.
También los jóvenes sonrieron, y Don Bosco sacó esta enseñanza: no seamos mezquinos en servir a Dios. Quien mucho da al Señor, mucho recibirá, quien le da poco, poco recogerá. María Auxiliadora, interceda por nosotros para que seamos generosos en el servicio de Dios, y así nos aseguremos una bellísima corona de gloria en el Cielo.
* Enviado por el P. Natalio
HOY 7 DE OCTUBRE LA IGLESIA CELEBRA A LA VIRGEN DEL ROSARIO
Hoy 7 de octubre la Iglesia celebra a la Virgen del Rosario
Por Abel Camasca
(ACI/EWTN Noticias).- El 7 de octubre se celebra a la Virgen del Rosario, advocación que hace referencia al rezo del Santo Rosario que la propia Madre de Dios pidió que se difundiera para obtener abundantes gracias.
En el año 1208 la Virgen María se le apareció a Santo Domingo y le enseñó a rezar el Rosario para que lo propagara. El santo así lo hizo y su difusión fue tal que las tropas cristianas, antes de la Batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571), rezaron el Santo Rosario y salieron victoriosos.
El Papa San Pío V en agradecimiento a la Virgen, instituyó la fiesta de la Virgen de las Victorias para el primer domingo de octubre y añadió el título de “Auxilio de los Cristianos” a las letanías de la Madre de Dios.
Más adelante, el Papa Gregorio XIII cambió el nombre de la Fiesta al de Nuestra Señora del Rosario y Clemente XI extendió la festividad a toda la Iglesia de occidente. Posteriormente San Pío X la fijó para el 7 de octubre y afirmó: “Denme un ejército que rece el Rosario y vencerá al mundo”.
Rosario significa “corona de rosas y, tal como lo definió el propio San Pío V, “es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un Padrenuestro entre cada diez Avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor".
San Juan Pablo II, quien añadió los misterios luminosos al rezo del Santo Rosario, escribió en su Carta Apostólica “Rosarium Virginis Mariae” que este rezo mariano “en su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad”.
El Papa peregrino termina esa misma Carta con una hermosa oración del Beato Bartolomé Longo, apóstol del Rosario, que dice:
Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios,
vínculo de amor que nos une a los Ángeles,
torre de salvación contra los asaltos del infierno,
puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás.
Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía.
Para ti el último beso de la vida que se apaga.
Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre,
oh Reina del Rosario de Pompeya,
oh Madre nuestra querida,
oh Refugio de los pecadores,
oh Soberana consoladora de los tristes.
Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo.
SANTO DOMINGO DE GUZMÁN Y LA VIRGEN DEL ROSARIO
Santo Domingo de Guzmán y la Virgen del Rosario
La Madre de Dios, en persona, le enseñó a Sto. Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.
Domingo de Guzmán era un santo sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albingense. Esta enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como consecuencia, para los albingenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios.
También negaban los sacramentos y la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus propias normas y creencias. Durante años los Papas enviaron sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero sin mucho éxito. También habían factores políticos envueltos.
Domingo trabajó por años en medio de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser ridiculizados y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos. Domingo dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.
La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.
Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito porque muchos albingenses volvieron a la fe católica.
Lamentablemente la situación entre albingences y cristianos estaba además vinculada con la política, lo cual hizo que la cosa llegase a la guerra. Simón de Montfort, el dirigente del ejército cristiano y a la vez amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a las tropas a rezar el rosario. Lo rezaron con gran devoción antes de su batalla más importante en Muret. De Montfort consideró que su victoria había sido un verdadero milagro y el resultado del rosario. Como signo de gratitud, De Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.
Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (más conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.
El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.
PROMESAS DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
Promesas de Nuestra Señora del Rosario
Tomadas de los escritos del Beato Alano:
1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.
JUDAS, LA EVIDENCIA DEL PERDÓN NO RECIBIDO
Judas, la evidencia del perdón no recibido
El pecado siempre nos provoca dolor cuando lo reconocemos
Por: Maleni Grider | Fuente: ACC Agencia de Contenido Católico
Judas, el discípulo de Cristo que vivió junto a él durante tres años, el que escuchó su palabra y vio sus milagros, decidió entregar a Jesús a sus perseguidores. Dice el evangelio que incluso buscaba la ocasión para entregarlo, y una paga por ello. Vendió a su Maestro por unas monedas, lo traicionó (Mateo 26:14-16).
Todo el juicio que podamos hacer sobre su proceder es irrelevante. Cualquier pecado que cometamos, por muy atroz que sea, puede ser perdonado y lavado por la misericordia de Dios y mediante la sangre de Cristo. No hay pecado que no pueda ser perdonado, excepto, dijo Jesús, la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mateo 12:31 y 32 / Marcos 3:28-30).
Al darse cuenta de su error, Judas cayó en un sentimiento de culpa que le provocó dolor, pues el pecado siempre nos provoca dolor cuando lo reconocemos. Sentir dolor está bien, pero sentir demasiado dolor no, pues esto sirve de herramienta para Satanás.
Cuando la culpabilidad nos separa de Dios, lo que debemos buscar es el inmediato perdón del Señor, pues si nos escondemos, nos aislamos, nos autocastigamos, no podemos recibir dicho perdón. Dice la Biblia que si confesamos nuestro pecado Él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad.
El perdón de nuestros pecados –pasados, presentes y futuros– fue comprado por precio. Y el precio fue la sangre de Jesucristo en la cruz. Su sacrificio, su vida, su cuerpo entregado fue el costo que se pagó para que nosotros pudiéramos y podamos ser perdonados. Ningún mérito propio, ninguno de nuestros esfuerzos, buenas obras, ofrendas o sacrificios puede añadir algo a su sacrificio, pues la muerte y resurrección de Cristo fueron suficientes. Toda buena obra es evidencia de nuestra fe, pero el perdón de los pecados es otorgado solamente mediante el sacrificio del Hijo de Dios en el Calvario.
Ahora bien, cuando nosotros nos rehusamos a recibir el perdón, Satanás utiliza dicha resistencia para torturarnos. La culpa ya no es un proceso natural de reconciliación sino una postura enfermiza, pecaminosa, entregada a la oscuridad. Cuando no nos perdonamos a nosotros mismos evidenciamos nuestra falta de fe en el Señor, nuestra falta de fe en su sacrificio, rechazamos y minimizamos lo que Él hizo por nosotros.
Si rechazamos el perdón, por no sentirnos merecedores del mismo, es porque no hemos entendido que Jesús murió por nosotros, de hecho, sin que lo mereciéramos. No hemos comprendido el valor de su sacrificio y el don de su gracia. Cuando cerramos nuestro corazón y nos amargamos dentro de nosotros mismos por una culpa, permitimos que el diablo nos torture, y creemos a sus mentiras. Nos entregamos a la destrucción en vez de correr a la fuente de perdón y salvación.
La congoja por nuestro pecado es necesaria para alcanzar la reconciliación con Dios; pero el autoflajelo nos enfila hacia la perdición. Jesús odiaba el pecado, pero amaba a los pecadores, así como a los justos. Él fue capaz de perdonar pecados, liberar a hombres y mujeres de los demonios que los atormentaban, y sanar todo tipo de enfermedad física y espiritual. Su compasión no tuvo límites.
Judas se desesperó, se acobardó, huyó y tomó la justicia en sus manos: se quitó la vida antes que buscar y recibir el perdón. Pedro, en cambio, se dolió por su pecado cuando negó tres veces a Jesús, clamó por el perdón y fue inmediatamente perdonado y puesto a cargo de los apóstoles. Jesucristo le confirmó que lo seguía amando a pesar de su error, y que podía tener una nueva oportunidad.
Así nosotros, promovamos en nuestra relación con Dios el dolor de arrepentimiento cada vez que pequemos, confesemos nuestra culpa y dejémoslo todo a los pies de Cristo, a los pies de la cruz. Recibamos el perdón con humildad y valoremos la nueva oportunidad de rechazar el pecado y vivir para el espíritu, honrando el sacrificio de nuestro Señor, quien siempre está listo para perdonar; de esa manera desarmaremos al enemigo, quien siempre está listo para acusar, engañar, atacar, robar, matar y destruir.
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 7 DE OCTUBRE
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Octubre 7
¡Qué multitud y qué variedad de seres se van descubriendo día a día! Hasta se van descubriendo nuevos mundos y el hombre va conquistando nuevos espacios inmensos.
Sin embargo, hablando con propiedad, sólo hay dos seres en todo el universo: Dios y yo. Sí, porque Dios está en todo lo creado, está en todos los hombres y yo frente a Él, viéndolo en todo y en todos.
Nada hay de lo que yo pueda prescindir, como tampoco nada hay que pueda prescindir de mí; esa será la única forma de beneficiarme yo de todo y de todos.
Todos formamos una sola unidad y, entre los elementos integrados de esa unidad, se da una inter relación que la vincula y hace que unos dependan de los otros.
“Las Sagradas Escrituras son, en el diálogo mismo, instrumentos preciosos en la mano poderosa de Dios, para lograr aquella unidad que el Salvador presenta a todos los hombres” (UR 21). Dios es el Dios de la unidad y no de la división; cuanto tiende a fructificar la unidad, viene de Dios; cuanto disuelve o afloja la unidad, no puede venir del Espíritu de Dios.
* P. Alfonso Milagro
PRIMER VIERNES DEL MES DE OCTUBRE- 2016 - SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
PRIMER VIERNES DEL MES DE OCTUBRE
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Breve consideración: Jesús a su sierva Margarita María: " Me he acercado a ti, hija mía, para sustituir mi alma por la tuya, mi espíritu por el tuyo, mi Corazón por tu corazón, a fin de trocar nuestras vivdas. Tú sabes no quiero participación en tu cariño; así es que todas tus facultades de amar, de pensar y de padecer queden sepultadas, junto con tu voluntad, en la llaga de mi pecho; ahí encontrarás valor para vencerte a ti misma; ahí hallarás inefables delicias en la muerte de ti misma y en la victoria de mi Corazón"
ORACIÓN
CONTRATO DE AMOR, EN FORMA DE PLEGARIA:
Yo te suplico, Jesús mío, que no me hagas conforme a la vida (la cual, según nuestros sentidos, es vida de muerte) que llevas en el Santísimo Sacramento, donde te haces obediente hasta el aniquilamiento a la sola voz del Sacerdote. Haz, Salvador mío, que en honra de tu obediencia y anonadamiento, sea yo también humilde y obediente por amor y para gloria de tu Sagrado Corazón.
Por Ti, Jesús, sacrifico mi libertad y mi propia voluntad a la tuya, y esto sin reservas. Detesto de todo corazón y renuncio los respetos, repugnancias y desabrimientos que me sugiera el amor prohibido, en cuanto me sea mandado o prohibido.
Este es el contrato que mi corazón hace con el tuyo, !Oh Divino Jesús!, de obrar en todo por amor y con humildad, pues quiero vivir y morir en este ejercicio de amor perfecto. Suplícote que te hagas dueño de mi corazón y de cuanto pueda darte gloria en mí, en el tiempo y en la eternidad. Amén.
Santa Margarita María de Alacoque.
DECIMA PROMESA que se cumple para el mes de Octubre:
DARÉ A LOS SACERDOTES LA GRACIA DE MOVER LOS CORAZONES MÁS EMPEDERNIDOS.
Bendigamos a Jesús por esta preciosa promesa, y pidámosle la cumpla con todos sus apóstoles, recitando las Letanías del Sagrado Corazón de Jesús.
V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, ten piedad de nosotros.
R: Cristo, ten piedad de nosotros.
V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, óyenos.
R: Cristo, óyenos.
V: Cristo, escúchanos.
R: Cristo, escúchanos.
V: Dios, Padre celestial,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Hijo, Redentor del mundo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Espíritu Santo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Trinidad Santa, un solo Dios,
R: ten piedad de nosotros.
V: Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre.
R: Ten piedad de nosotros.
V: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el
seno de la Virgen María, R/.
Corazón de Jesús, unido substancialmente al
Verbo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, de majestad infinita, R/.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, R/.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor, R/.
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad, R/.
Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, R/.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, R/.
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, R/.
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, R/.
Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros
de la sabiduría y la ciencia, R/.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud
de la divinidad, R/.
Corazón de Jesús, en quién el Padre halló sus
complacencias, R/.
Corazón de Jesús, en cuya plenitud
todos hemos recibido, R/.
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados, R/.
Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, R/.
Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan, R/.
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, R/.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, R/.
Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos, R/.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, R/.
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, R/.
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, R/.
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, R/.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, R/.
Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan, R/.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren
y esperan, R/.
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, R/.
V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: perdónanos, Señor.
V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: óyenos, Señor.
V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: ten piedad y misericordia de nosotros.
V: Jesús, manso y humilde de corazón,
R: haz nuestro corazón semejante al Tuyo.
V: Sagrado Corazón de Jesús,
R: en Vos confío.
V: Sagrado Corazón de María,
R: salvad el alma mía.
V: Jesús y María os quiero con toda mi alma,
R: salvad almas y salvad el alma mía.
Una palabra de Santa Margarita María Alacoque a sus hermanos asociados: "Abismada en el divino Corazón pude ver los tesoros de amor y de gracia que reservaba a los que se sacrifican por procurar su reinado de este culto, y al mismo tiempo el bien incalculable que conseguirán para gloria de Jesús y en provecho de las almas, con este apostolado omnipotente".
Un PadreNuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confío!!
ACTO DE CONSAGRACIÓN
SE SOR MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN
Amabilísimo Jesús, yo me consagro de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón. Te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus potencias y mi ser todo entero. Te consagro mis pensamientos, palabras, obras, todos mis sufrimientos y trabajos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías. Especialmente te consagro mi pobre corazón para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, !oh Corazón divino!, el deseo que tengo de consolarte y de pertenecerte para simpre. Toma de tal manera posesión de mí, que yo no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que sufrir y morir por Ti. Pongo en Ti toda mi confianza, una confianza sin límites, y espero de tu misericordia infinita perdón de todos mis pecados. Deposito en tus manos todos mis intereses, principalmente el de mi salvación eterna.
Prometo amarte y honrarte hasta el último momento de mi vida, y ayudado de tu divina gracia, prometo propagar con celo ardiente el culto de tu Sacratísimo Corazón. !Oh divino Corazón de Jesús!, dispón de mí como te agrade, no quiero más recompensa que tu mayor gloria y tu santo amor. Concédeme la gracia de hacer mi morada en tu Sacratísimo Corazón; allí es donde quiero pasar los días de mi vida y exhalar mi último suspiro.
Haz también de mi corazón tu morada y el lugar de tu reposo, para quedarnos así íntimamente unidos, hasta que un día pueda yo alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad y cantar para siempre las misericordias de tu dulcísimo Corazón. Amén
Corazón Divino de Jesús, ten misericordia de nosotros (Tres veces)
Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.
San José, Ruega por nosotros.
Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.
20 FRASES DE SANTOS Y BEATOS QUE TE HARÁN AMAR MÁS EL SANTO ROSARIO
20 frases de Santos y Beatos que te harán amar más el Santo Rosario
Por Abel Camasca
(ACI).- Desde que se empezó a propagar la devoción al Santo Rosario, por pedido de la Virgen María en el siglo XIII, muchos santos y beatos a lo largo de los tiempos han tenido una profunda devoción a esta oración mariana y ayudado a su difusión. Aquí 20 frases de aquellos que crecieron en santidad con el rezo del Rosario:
1. San Pío X
“Si quieren que la paz reine en sus familias y en su Patria, recen todos los días el Rosario con todos los suyos”.
2. San Francisco de Sales
“Rezar mi Rosario es mi más dulce ocupación y una verdadera alegría, porque sé que mientras lo rezo estoy hablando con la más amable y generosa de las madres”.
3. San José de Calasanz
“Hacer saber a todos que sean devotos del Santísimo Rosario, en el que se contiene la vida, pasión y muerte de nuestro Redentor”.
4. San Luis María Grignion de Montfort
“La práctica del Santo Rosario es grande, sublime y divina. El cielo nos la ha dado para convertir a los pecadores más endurecidos y a los herejes más obstinados” .
5. San Alfonso María de Ligorio
“Si queremos aliviar a las benditas almas del purgatorio, procuremos rogar por ellas a la Santísima Virgen, aplicando por ellas de modo especial el Santo Rosario que les servirá de gran alivio”.
6. San Antonio María Claret
“Las mejores conquistas de almas que he logrado, las he conseguido por medio del rezo devoto del Santo Rosario”.
7. San Juan María Vianney (Santo Cura de Ars)
“Con esta arma le he quitado muchas almas al diablo”.
8. San Juan Bosco
“Sobre la devoción de la Virgen y el rezo del Rosario se basa toda mi obra educativa. Preferiría renunciar a cualquier otra cosa, antes que al Rosario”.
9. Santa Teresita del Niño Jesús (Teresita de Lisieux)
“Con el Rosario se puede alcanzar todo. Según una graciosa comparación, es una larga cadena que une el cielo y la tierra, uno de cuyos extremos está en nuestras manos y el otro en las de la Santísima Virgen. Mientras el Rosario sea rezado, Dios no puede abandonar al mundo, pues esta oración es muy poderosa sobre su Corazón”.
10. Beato Pablo VI
“El rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso que favorezcan en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del Corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor”.
11. San Josemaría Escrivá
“Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana”.
12. San Juan XXIII
“El Rosario es una muy excelente forma de oración meditada, compuesta a modo de mística corona”.
13. San Juan Pablo II
“El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo”.
14. Santa Teresa de Calcuta
“Aférrate al Rosario como las hojas de la hiedra se aferran al árbol; porque sin nuestra Señora no podemos permanecer”.
15. San Pío de Pietrelcina
“¡Amen a la Virgen y háganla amar. Reciten siempre el Rosario!”.
16. San Juan Berchmans
“Denme mis armas: la cruz, la corona del rosario de la Santísima Virgen y las reglas de la Compañía. Estas son mis tres prendas más amadas; con ellas moriré contento”.
17. San Miguel Febres (Santo Hermano Miguel)
“Un cristiano sin Rosario, es un soldado sin armas”.
18. Beato Álvaro del Portillo
“Al desgranar el Rosario, suplicad a la Reina del Mundo por la santidad de la familia”.
19. Beato Bartolomé Longo
“Como dos amigos, frecuentándose, suelen parecerse también en las costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesús y la Virgen, al meditar los Misterios del Rosario, y formando juntos una misma vida de comunión, podemos llegar a ser, en la medida de nuestra pequeñez, parecidos a ellos, y aprender de estos eminentes ejemplos el vivir humilde, pobre, escondido, paciente y perfecto”.
20. Santo Domingo de Guzmán
“Estás viendo el fruto que he conseguido con la predicación del Santo Rosario; haz lo mismo, tú y todos los que aman a María, para de ese modo atraer todos los pueblos al pleno conocimiento de las virtudes”.