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miércoles, 28 de septiembre de 2016

EL LEÑADOR EXHAUSTO


El leñador exhausto


Hay en ti dos facultades rectoras que te ayudan a tomar decisiones. Son la inteligencia y la voluntad. La inteligencia ilumina las razones a favor o en contra, y hace una evaluación de lo que es más conveniente. Entonces tu voluntad, toma la decisión y actúa por lo mejor. A este proceso se lo llama discernimiento. Una anécdota te lo esclarecerá.

Cierto día un señor al ir paseando por el campo se encontró con un leñador que con ímpetu estaba cortando un tronco. El caminante le preguntó: —Disculpe señor, usted parece estar exhausto..., ¿cuánto tiempo ha estado trabajando? —Más de seis horas —fue su respuesta. —¿No sería bueno que descansara un poco y afilara su serrucho? El hombre respondió: —No... No tengo tiempo, pues hay mucha leña que cortar. —Pero si afila su sierra cortará más rápido y, si descansa, tendrá fuerzas para cortar más. El hombre se quedó pensativo, como dando la razón a aquel señor, pero miró su reloj, luego la leña, y continuó cortando el tronco sin tener en cuenta el valioso consejo que aquel hombre le había dado. 

El tiempo utilizado en estudiar un problema no es tiempo perdido. Evita los desánimos que surgen cuando se encuentran dificultades en plena acción. Esto detiene el empuje y entra la desconfianza al comprobar errores. Sin embargo, debes estar dispuesto a resolver siempre estas situaciones con inteligente paciencia. Que sepas discernir con sabiduría.


* Enviado por el P. Natalio

7 COSAS QUE TAL VEZ NO SABÍAS DE LOS SANTOS ARCÁNGELES


7 cosas que tal vez no sabías de los Santos Arcángeles


 (ACI).- Cada 29 de septiembre la Iglesia Católica celebra la fiesta de tres Santos Arcángeles: San Miguel, San Gabriel y San Rafael.

Aquí 7 cosas que tal vez no sabías de ellos:

1. Son los más cercanos a los humanos
Desde Pseudo-Dionisio, Padre de la Iglesia del siglo VI, se suele enumerar tres jerarquías de ángeles. En la primera están los Serafines, Querubines y Tronos. Les siguen las Dominaciones, Virtudes y Potestades. Mientras que en la tercera jerarquía se encuentran los Principados, Arcángeles y Ángeles. Estos últimos son los que están más cercanos a las necesidades de los seres humanos.

2. Son mensajeros de anuncios importantes
La palabra Arcángel proviene de las palabras griegas “Arc” que significa “principal” y “ángel” que es “mensajero de Dios”. Al respecto, señala San Gregorio Magno:


“Hay que saber que el nombre de ‘ángel’ designa la función, no el ser del que lo lleva. En efecto, aquellos santos espíritus de la patria celestial son siempre espíritus, pero no siempre pueden ser llamados ángeles, ya que solamente lo son cuando ejercen su oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles”.

3. Hay 7 Arcángeles según la Biblia
En el libro de Tobías (12,15) San Rafael se presenta como “uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia”. Mientras que en el Apocalipsis (8,2) San Juan describe: “vi a los siete Ángeles que estaban delante de Dios, y ellos recibieron siete trompetas”. Por estas dos citas bíblicas se afirma que son 7 Arcángeles.

4. Sólo conocemos tres nombres
La Biblia solo da el nombre de tres Arcángeles: Miguel, Rafael y Gabriel. Los otros nombres (Uriel, Barachiel o Baraquiel, Jehudiel, Saeltiel) aparecen en libros apócrifos de Enoc, el cuarto libro de Esdras y en literatura rabínica. Sin embargo, la Iglesia solamente reconoce los tres nombres que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Los demás pueden servir como referencia, pero no son doctrina.

5.  Gabriel significa “la fuerza de Dios”
En el Antiguo Testamento, San Gabriel Arcángel aparece en el libro sagrado de Daniel explicándole al profeta una visión del carnero y el chivo (Dn. 8), así como instruyéndolo en las cosas futuras (Dn. 9,21-27).  En los Evangelios, San Lucas (1,11-20) lo menciona anunciando a Zacarías el nacimiento de San Juan Bautista y a María (Lc. 1,26-38) que concebiría y daría a luz a Jesús.

San Gabriel Arcángel es conocido como el “ángel mensajero”, se le representa con una vara de perfumada azucena y es patrono de las comunicaciones y de los comunicadores porque trajo al mundo la más bella noticia con la Anunciación.


6. Rafael en hebreo es “Dios te sana”
El único libro sagrado que menciona a San Rafael Arcángel es el de Tobías y figura en varios capítulos. Allí se lee que Dios envía a este Arcángel para que acompañe a Tobías en un viaje, en el que se casó con Sara.

De igual manera San Rafael le indicó a Tobías cómo devolverle la vista a su padre. Por esta razón es invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.

7. Miguel significa “¿Quién como Dios?”
El nombre del Arcángel Miguel viene del hebreo “Mija-El” que significa “¿Quién como Dios?” y que, según la tradición, fue el grito de guerra en defensa de los derechos de Dios cuando Lucifer se opuso a los planes salvíficos y de amor del Creador.

La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Se le suele representar con el traje de guerrero o soldado centurión poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 28 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 28


Es bueno soñar, pero no es bueno soñar tanto.

Que nunca despertemos del sueño; es bueno caminar en la vida, mirando a las estrellas, pero no es bueno que no nos fijemos dónde posamos los pies al caminar.

Es bueno fijarse en lontananza una meta hacia la cual nos dirijamos, pero no es bueno que nos despreocupemos de lo que sucede a nuestro alrededor.

Es bueno querer mejorar a todos, pero es mejor comenzar por mejorarse a sí mismo. Es bueno querer hacer obras de relieve, pero quizá sea mejor acariciar la cabecita de ese niño que todos los días encontramos en la puerta de nuestro negocio.

Es bueno pronunciar discursos o arengas ante multitudes, pero quizá debamos comenzar por hablar fugaces minutos con el cartero o el lechero, o con el lustrabotas que da brillo a nuestros zapatos.
“El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho” (Lc 16,10). En las cosas menores es donde se manifiesta al amor; las cosas pequeñas son las que se ofrecen a diario y en las que debes vivir tu amor al Señor.


* P. Alfonso Milagro

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO, DEL 28 DE SEPTIEMBRE AL 6 DE OCTUBRE


Hoy 28 de septiembre  se inicia la novena a Nuestra Señora del Santo Rosario

 (ACI).- El 7 de octubre es fiesta de Nuestra Señora del Santo Rosario. Según la tradición fue la propia Madre de Dios quien un día se le apareció a Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), le enseñó a rezar el Santo Rosario y le pidió que se propagara esta práctica, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.


A pocos días de la gran celebración en honor a Nuestra Señora del Santo Rosario, aquí una novena para pedir su intercesión:



Primer Día de la Novena a Nuestra Señora Del Rosario


Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Primer día
"Dios te salve". ¡Cuánto mi alma se alegra, amantísima Virgen, con los dulces recuerdos que en mí despierta esta salutación! Se llena de gozo mi corazón al decir el "Ave María", para acompañar el gozo que llenó tu espíritu al escuchar de boca del Ángel, alegrándome de la elección que de ti hizo el omnipotente para darnos el Señor. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Segundo Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Segundo día

¡"María" nombre santo! Dígnate, amabilísima Madre, sellar con tu nombre el memorial de las súplicas nuestras, dándonos el consuelo de que lo atienda benignamente tu Hijo Jesús, para que alcancemos aburrimiento grande a todas las vanidades del mundo, firme afición a la virtud, y ansias continuas de nuestra eterna salvación. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Tercer Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Tercer día
"Llena eres de gracia". ¡Dulce Madre! Dios te salve, María, sagrario riquísimo en que descansó corporalmente la plenitud de la Divinidad: a tus pies se presenta desnuda mi pobre alma, pidiendo la gracia y amor de Dios, con el que fuiste enriquecida, haciéndote llena de virtud, llena de santidad, y llena de gracia. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Cuarto Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Cuarto día
"El Señor es contigo". ¡Oh Santísima Virgen! Aquel inmenso Señor, que por su esencia se halla con todas las cosas, está en ti y contigo por modo muy superior. Madre mía venga por ti a nosotros. Pero ¿cómo ha de venir a un corazón de tan poca limpieza, aquel Señor, que para hacernos habitación suya, quiso con tal prodigio, que no se perdiese, siendo Madre tu virginidad? ¡Oh! muera en nosotros toda impureza para que habite en nuestra alma el Señor. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Quinto Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Quinto día
ujeres". Tú eres la gloria de Jerusalén: tú la alegría de Israel: tú el honor del pueblo santo de Dios. Obtenga por tu intercesión nuestro espíritu la más viva fe, para considerar y adorar con tu santo Rosario las misericordias que en ti y por ti hizo el Hijo de Dios. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




Sexto Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Sexto día
"Bendito es el fruto de tu vientre Jesús". Lloro, oh Madre mía, que haya yo hecho tantos pecados, sabiendo que ellos hicieron morir en cruz a tu Hijo. Sea el fruto de mi oración, que no termine nunca de llorarlos, hasta poder bendecir eternamente aquel purísimo fruto de tu vientre. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Séptimo Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Séptimo día
"Santa María, Madre de Dios". No permitas se pierda mi alma comprada con el inestimable precio de la sangre de Jesús. Dame un corazón digno de ti, para que amando el recogimiento, sean mis delicias obsequiártelo con el santo Rosario, adorando con él a tu Hijo, por lo mucho que hizo para nuestra redención, y por lo que te ensalzó, haciéndote Madre suya. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Octavo Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario


Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Octavo día
"Ruega por nosotros pecadores". ¡Madre de piedad! A ti solo dijo aquel Rey soberano de la gloria: Tú eres mi Madre. Alcánzame humildad y plena confianza, dispuesto de este modo, con el auxilio de Dios, a recibir los favores de la Divina misericordia, por los méritos de tu Hijo y Redentor nuestro. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Noveno Día de la Novena a Nuestra Señora del Rosario

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Noveno día
"Ahora, y en la hora de nuestra muerte", estamos siempre expuestos a perder la gracia de Dios. Haz que no se aparte de mi memoria al último momento de la vida, que habrá de ser decisivo de mi eterna suerte. ¡Oh Madre de piedad! concédeme el consuelo de morir bajo tu protección y en el amor de mi Jesús. Amén.

Súplica a la Virgen
Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres padrenuestros, avemarías y glorias.

Consagración a la Virgen
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final
¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se sugiere también rezar el Santo Rosario o al menos una decena, correspondiente al día.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.