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jueves, 18 de agosto de 2016

SALMO 50, DERRAMARÉ SOBRE VOSOTROS UN AGUA PURA


Salmo
Sal 50,12-13.14-15.18-19

R/. Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará de todas vuestras inmundicias

Oh Dios, crea en mi un corazón puro, 
renuévame por dentro con espíritu firme; 
no me arrojes lejos de tu rostro, 
no me quites tu santo espíritu. R/. 

Devuélveme la alegría de tu salvación, 
afiánzame con espíritu generoso: 
enseñaré a los malvados tus caminos, 
los pecadores volverán a ti. R/. 

Los sacrificios no te satisfacen: 
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. 
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; 
un corazón quebrantado y humillado, 
tú no lo desprecias.R/.

EL ECO, UNA ENSEÑANZA


EL ECO: Una Enseñanza



Un hijo y su padre estaban caminando en las montañas.

De pronto el hijo se cae, se lastima y grita: "Ahhhh"

Para su sorpresa, oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña: "Ahhhh!"

Con curiosidad, el niño grita: "¿Quién está ahí?"

Y escucha: " ¿Quién está ahí? "

Enojado con la respuesta, el niño grita: "Cobarde".

Y recibe de respuesta: "Cobarde".

El niño mira a su padre y le pregunta: "¿Qué sucede?"

El padre le contesta: "Presta atención hijo".

Y grita: "¡Te admiro!".

Y la voz responde: "¡Te admiro!

"¡Eres un campeón!"

"¡Eres un campeón!"

Y el padre le explica: "La gente lo llama ECO", pero,

en realidad, es la VIDA...........que te devuelve todo lo que haces.

Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones.

Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor.

Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean.

Si quieres una sonrisa en el alma, dirige una sonrisa al alma de los que conoces.

Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida.

La vida te dará de regreso... exactamente aquello que tú le has dado.

Tu vida, no es una coincidencia, es un reflejo de tí.

Alguien dijo: "Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa bien lo que estás dando!!".

ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO


ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO


Vengo, Jesús mío, a visitarte.

Te adoro en el sacramento de tu amor.

Te adoro en todos los Sagrarios del mundo.

Te adoro, sobre todo, en donde estás más abandonado y eres más ofendido.

Te ofrezco todos los actos de adoración que has recibido desde la institución de este Sacramento y recibirás hasta el fin de los siglos.

Te ofrezco principalmente las adoraciones de tu Santa Madre, de San Juan, tu discípulo amado, y de las almas más enamoradas de la Eucaristía.

Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre todos los Sagrarios del mundo.

Di a Jesús cosas que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí.

AMÉN

PAPA FRANCISCO CREA DICASTERIO PARA LAICOS, FAMILIA Y VIDA Y NOMBRA PREFECTO


Papa Francisco crea dicasterio para laicos, familia y vida y nombra prefecto




VATICANO, 17 Ago. 16 / (ACI).- A través de un Motu Proprio, el Papa Francisco instituyó el 17 de agosto el nuevo Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y nombró como su prefecto a Mons. Kevin Joseph Farrell, hasta hoy Obispo de Dallas, Estados Unidos.

Tras la creación del nuevo dicasterio, el Arzobispo Vincenzo Paglia, hasta ahora presidente del Pontificio Consejo para la Familia, ha sido nombrado Presidente de la Pontifica Academia para la Vida y Canciller del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia.

En el Motu Proprio de creación del nuevo dicasterio, publicado el 17 de agosto por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Papa Francisco indica que “la Iglesia, madre solícita, siempre, a lo largo de los siglos, ha tenido siempre gran cuidado y respeto por los laicos, la familia y la vida, manifestando el amor del Salvador misericordioso hacia la humanidad”.

El nuevo departamento, explicó el Santo Padre, está hecho para adaptar “los dicasterios de la Curia Romana a las situaciones de nuestro tiempo y encajar en las necesidades de la Iglesia universal”.

“En particular, nuestro pensamiento se dirige a los laicos, la familia y la vida, a quienes queremos ofrecer apoyo y ayuda, porque son testigos activos del Evangelio en nuestro tiempo y una expresión de la bondad del Redentor”, indicó el Papa en su Motu Proprio.

El dicasterio vaticano comenzará sus labores el 1 de septiembre de este año, al mismo tiempo que culminarán las del Pontificio Consejo para la Familia y el Pontificio Consejo para los Laicos.

A la cabeza del nuevo dicasterio, el Papa Francisco designó a Mons. Kevin Joseph Farrell, de Dallas, un estadounidense de ascendencia irlandesa –nacido en Dublín (Irlanda), hermano de Mons. Brian Farrell, secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

Antes de dirigir la Diócesis de Dallas, Mons. Kevin Joseph Farrell fue obispo auxiliar de Washington.

En un comunicado publicado por la Diócesis de Dallas, Mons. Farrell expresó su agradecimiento y pidió oraciones “mientras inicio este próximo e inesperado capítulo de mi sacerdocio”.

“Espero formar parte de la importante labor de la Iglesia universal en la promoción del laicado y su apostolado para el cuidado pastoral de la familia y apoyo a la vida humana de acuerdo a la reciente exhortación apostólica del Papa, Amoris Laetitia, la Alegría del Amor”, señaló.

Asimismo, la Santa Sede informó que a través de un quirógrafo, el Papa exhortó a Mons. Paglia a velar por el cuidado de la dignidad de la persona “en las diferentes fases de la existencia”, el respeto y promoción de una calidad de vida “que integre el valor material y espiritual, en la perspectiva de una auténtica  'ecología humana'”.

Para ello lo animó a favorecer el diálogo con otros Institutos científicos y centros académicos, “ya sea de inspiración cristiana así como de otras tradiciones culturales y religiosas”. Francisco recordó que “inclinarse ante las heridas del hombre para comprenderlas, curarlas y sanarlas, es la tarea de una Iglesia confiada en la luz y en la fuerza de Cristo resucitado (…), precisamente ahí donde la vida de los individuos está más amenazada por las nuevas culturas de la competencia y del descarte''.

DIOS PREPARÓ MI CORAZÓN, ASEGURA PROTAGONISTA DE GESTO QUE CONMUEVE AL MUNDO EN RÍO 2016


“Dios preparó mi corazón”, asegura protagonista de gesto que conmueve al mundo en Río 2016


RÍO DE JANEIRO, 17 Ago. 16 / (ACI).- Las Olimpiadas de Río 2016 están llenas de momentos memorables pero hasta ahora ninguno supera en emoción al que protagonizaron dos atletas en la primera ronda eliminatoria de la carrera de 5000 metros planos.


En la primera ronda eliminatoria, la corredora Nikki Hamblin de Nueva Zelanda tropezó y causó sin querer la caída de Abbey D’Agostino de Estados Unidos. D’Agostino ayudó a Hamblin a levantarse, y unos metros después la estadounidense estuvo a punto de abandonar la carrera pero la neozelandesa –en vez de retomar la prueba– la alentó para que cruzara la meta.

La caída tuvo serias secuelas en ambas y fueron las últimas en terminar la prueba en medio de una gran ovación. D’Agostino sufrió una grave lesión y en cuanto cruzó la meta fue llevada en silla de ruedas para recibir primeros auxilios.


En una declaración publicada en el sitio web USA Track & Field, Abbey D’Agostino señaló que “aunque mis acciones fueron instintivas en ese momento, la única forma en la que pude racionalizarlo es que Dios preparó mi corazón para responder de esa forma”.

“Todo este tiempo aquí Él me ha dejado claro que mi experiencia en Río iba a ir más allá que solo mi desempeño en las carreras; y en cuanto vi a Nikki levantarse supe que era eso”, explicó.

Hamblin agradeció el gesto de D’Agostino. “Independientemente de la carrera y el resultado en el tablero, es un momento que nunca vas a olvidar por el resto de tu vida, esa chica sacudiendo mi hombro, como: 'Vamos, levántate’”, dijo la atleta neozelandesa a los medios.

D’Agostino es conocida por su profunda fe cristiana. Creció en el seno de una familia muy católica y en una entrevista, comentó que si tuviera una máquina del tiempo le “encantaría conocer a la Madre Teresa. Eso haría. Sería especial poder conversar con ella”.

En aquella ocasión, al ser cuestionada sobre si su fe es importante para el atletismo, D’Agostino respondió que “sí, absolutamente. Crecí en una familia católica y estuve rodeada por alumnos de fe en secundaria, pero no fue sino hasta que ese entorno me tocó en la universidad e ingresé en grupos cristianos en el campus, que ocurrió en mí el paso de la mente al corazón”.

“Correr era parte integral de esa experiencia. No fue sino hasta que comencé a sentir la presión que me di cuenta que si no hay un propósito eterno detrás de esto, ¿entonces qué estoy haciendo en realidad?”, continuó.

“Esto –prosiguió– ha sido un aspecto enorme en mi experiencia y más incluso al compartirla con mis compañeros de equipo. Uno de mis mejores amigas del equipo fue quien me alentó a ir a reuniones de grupos cristianos y estoy muy agradecida por eso”.

En sus redes sociales, la atleta ha expresado varias veces su fe y hace algunos meses compartió una cita de San Agustín sobre la que estuvo reflexionando: “La gente viaja y se asombra; ante la altura de las montañas; ante las enormes olas del mar, ante los largos cursos de los ríos, ante los vastos límites del océano, ante el movimiento circular de las estrellas, y pasan  por delante de sí mismos sin sorprenderse”.

Aunque sus tiempos no fueron suficientes para participar en la final, los jueces decidieron darles un pase directo por el gran gesto que tuvieron en la carrera.

Abbey D’Agostino ha anunciado que no participará debido a la lesión que sufrió. En la final la gran favorita es la etíope Almaz Ayana, quien pulverizó hace unos días en Río, el récord mundial de 10 mil metros planos.

SABER DECIR.. ADIÓS!!


Saber decir ... ¡adiós!
Renunciación, olvido de uno mismo y oración por el que se va. Un abrazo y si se puede... una sonrisa.


Por: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net 




Cuando hay un dolor profundo, el corazón pesa. Se siente su abatimiento y es como si una enorme losa nos aplastara el pecho. Con esa sensación mortificante y amarga el dolor sube hasta nuestros labios y se convierte en oración:

"Tú lo sabes Señor, lo sabes mejor que nosotros porque Tú conoces a la perfección el corazón de los hombres. Y Tú sabes lo adolorido que está este pobre corazón porque tiene que decir adiós".

Decir adiós es una cosa y saber decir adiós es otra. Decir adiós es abandonarse a ese dolor que tiene sabor a muerte.

Decir adiós es sumergirse en esa profunda pena que nos brota del corazón y se asoma a nuestros ojos convertida en lágrimas.

Decir adiós es quedarse con un hueco en el pecho... es levantar la mano en señal de despedida y darnos cuenta que es el aire, lo único que acarició nuestra piel.

Es volver a casa y ver tantas y tantas cosas del ser amado y junto a esas cosas, un sitio vacío. Es llorar, desesperarse, vivir en la tristeza de un recuerdo.

¡Decir adiós es tan triste y hay muchos adioses en nuestras vidas! El adiós al ser querido que se nos adelantó, el adiós de las madres a sus hijos en países en guerra, el adiós a quién amamos y se aleja del hogar... el adiós que se le da a la tierra que nos vio nacer...

¿Cómo lograremos saber decir adiós, dónde encontraremos una forma diferente para que este adiós nos sea más soportable?

Para saber decir adiós nos ayudaremos con el recuerdo o más bien con la meditación de cómo debió de ser el adiós entre María y su hijo Jesús. A mí en lo personal me gusta pensar que fue después de una comida. Nada nos dicen los Evangelio de estas escenas, ya que fueron escritos después, bastante tiempo después. Jesús vivió tres años fuera de su hogar dedicado a su misión de predicar.

Solos estaban ya la Madre y el Hijo puesto que ya habían dado el adiós a José tiempo atrás. Comida de despedida, de miradas llenas de ternura, de silencios cargados de amor más que de frases. La madre solícita y tierna y al mismo tiempo firme y serena. El Hijo empezando a sentir el primer dolor con un adiós para ir al encuentro de la Redención de la Humanidad.

La tarde es calurosa y el camino polvoriento. Por él van un hombre y una mujer. Una madre y un hijo que se despiden, que tienen que decirse adiós...

Y yo creo que María acompañó a Jesús hasta el final del sendero donde el hijo tomaría el camino definitivo. Nada sabemos de lo que hablaron, nada sabemos de lo que se dijeron... pero tuvo que ser un adiós de inconmensurable grandeza y amor. También de dolor. Dolor que se hace incienso y sube hasta el Padre Eterno.

Otra vez en los labios de María el SÍ y en los de Jesús el primer sorbo del amargo cáliz que beberá hasta la última gota. Pero serenos y firmes, llenos de amor el uno por el otro, cumpliendo, aceptando en sus corazones la Voluntad del Altísimo: Saben como hay que decir adiós.

Así nosotros, con este ejemplo de despedida hemos de saber decir adiós. Renunciación, olvido de uno mismo y oración por el que se va. Un abrazo, corazón con corazón y si se puede... una sonrisa.

Y nuestra oración termina así:

"Señor, sabes que me duele el corazón pero Tú me vas a enseñar a "saber decir adiós".


EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 18 DE AGOSTO 2016, EL BANQUETE ESTÁ PREPARADO


El banquete está preparado, pero los invitados...

Parábolas




Mateo 22, 1-14. Tiempo Ordinario. Todos estamos invitados a participar del gran banquete que celebrará en el cielo. 



Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net 




Del santo Evangelio según san Mateo 22, 1-14
Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda." Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda." Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos».

Oración introductoria
Dios mío, me invitas, me llamas incansablemente a tener un encuentro misterioso en el amor. Tu iniciativa me conmueve. Ayúdame a elevar mi corazón hacia Ti para saber corresponder a tanto amor, participando dignamente en este banquete de la oración.

Petición
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Cristo te invita al banquete.
Cólera de corazón, decepción ante una bella expectativa, frustración ante el último rechazo de lo que había sido un formidable plan. El Rey invita a las personas a venir a su banquete, es un Rey generoso, un Rey que sobrelleva el peso del derroche mientras eso le suponga la felicidad del invitado. Pobre Rey que tenía bien presente a cada uno de los que deseaba ver en su palacio. Anhelaba el corazón del Rey poder abrir sus brazos recibiendo al huésped esperado, pero éste no quiso venir, simplemente así: no quiso, no supo o no quiso saber…
Yo, persona que me gusta que me imploren, que me soliciten varias veces. Yo, persona que subyace en la tendencia de esperar a que me rueguen. Yo, persona que no soy feliz, aun si haber salido de mí misma. Soy una persona que buscando la felicidad en preferirme, he encontrado la irónica tristeza de quien no se entrega. Soy yo un comensal que fue invitado a ese banquete, y que ahora solo puedo vagamente imaginar y saborear. Soy el invitado que pensó encontrar mayor placer en dedicarse ciegamente a los afanes de esta vida, sin pensar siquiera en dirigir la vista, por lo menos una vez, hacia los gozos que del cielo se desprenden. Soy esa persona, ese invitado…
Pero tengo la certeza de que el Rey llamó dos veces…


Hoy, Señor, quiero pedirte perdón por los momentos en que no acepté tu voluntad. Quiero volverme a tu misericordia, por las veces en que no confié en Ti. Me encuentro aquí con el deseo de empezar una vez más y de aceptar esa segunda invitación. De extender mi mano para que la tomes y me lleves caminando junto a Ti hacia el banquete, pues deseo dar el paso de este día también; y acoger tu voluntad desde mi corazón.
«De este modo, sentarse en la mesa con Jesús significa ser transformados y salvados por Él. En la comunidad cristiana la mesa de Jesús es doble: está la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía. Son estas las medicinas con las cuales el Médico Divino nos cura y nos nutre.»
(S.S. Francisco, audiencia del 13 de abril de 2016).
Reflexión
Podría sonar demasiado extraño este evangelio porque, ¿cómo es posible que alguien rechace la invitación a una boda donde habrá vino, música y buen ambiente? Al menos hoy día son pocos los que rechazarían esta oferta tan especial. Pero es claro que esta parábola Cristo nos la dibujó así para que comprendiésemos que todos estamos invitados a participar del gran banquete que celebrará en el cielo.

Sólo nos hace falta cumplir un requisito que el evangelio lo pone como algo externo pero que en realidad en las bodas se le da demasiada importancia y es el vestido. Es necesario e indispensable entrar con el ajuar apropiado al gran banquete que Cristo nos invitará, este ajuar es la vida de gracia. Por eso expulsaron de la boda al hombre que no llevaba el traje apropiado, porque no estaba en vida de gracia. Y la gracia, como la llama santo Tomás de Aquino, es "nitior animae" es decir, esplendor del alma, presencia de Dios en nuestra alma.

Es claro que Jesús no puede habitar en un lugar en donde no tiene amigos, y tampoco nosotros nos deberíamos atrever a presentarnos a la boda que Él organiza cuando no le tenemos por amigo. Esto es la vida de gracia, conservar su amistad y por tanto rechazar enérgicamente todo lo que pudiese ofenderle: revistas indecentes, películas deshonestas, compañías perjudiciales, ofensas a nuestros padres o hermanos, críticas etc.

Es difícil conservar esta amistad con Cristo, pero si realmente lo tenemos por amigo no nos atreveremos a ofenderle, sino que al contrario nos esforzaremos por ser cada día mejores amigos de Él.

Propósito
Ser sincero con todos y en todo, fortaleciendo esta actitud en el sacramento de la reconciliación.

Diálogo con Cristo 
Jesús, el vestido de bodas que necesito es el del amor. Cuántas veces doy más importancia a mi propia satisfacción en vez de centrar mi atención y esfuerzo en alcanzar la verdadera comunión contigo. Con la intercesión de María, ayúdame a valorar tu invitación a la santidad, optando siempre por la virtud en vez del pecado, amando desinteresadamente en vez de buscar mi propia conveniencia, siendo humilde en vez de orgulloso