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jueves, 11 de agosto de 2016

LA AUTENTICIDAD, LA MEJOR VERSIÓN DE TI MISMO



La autenticidad, la mejor versión de ti mismo
El hombre auténtico es el que busca decir “sí”, con fe y con amor, a ese proyecto que es él mismo.


Por: Vicente D. Yanes, L.C. | Fuente: GAMA-Virtudes y valores 




Cuando decimos que alguien es auténtico señalamos que en él encontramos a una persona genuina, que no busca aparentar algo diferente a lo que es, que no tiene miedos en presentarse como es. A veces podemos confundir la autenticidad con el descaro o con una sinceridad mal entendida y bastante despreocupada de lo que piensen y digan los demás frente a las propias acciones, palabras o maneras de pensar. Es cierto que la autenticidad implica “ser como uno es”, pero no de cualquier manera.

Ser una persona auténtica no es sólo “ser como soy” –y que los demás me aguanten porque “así soy”–, sino ser lo mejor que yo puedo ser. Esto no es fingimiento, ni hipocresía; todo lo contrario: es fidelidad a la propia identidad, coherencia profunda con uno mismo y verdadero amor a lo que uno es como persona única e irrepetible. Cuando buscamos elevar nuestra situación, nuestra manera de ser, estamos actuando de acuerdo con nuestra naturaleza, que tiende siempre hacia lo mejor. El hombre no es un ser “ya hecho” del todo, puede perfeccionarse cada vez más por medio del ejercicio de su inteligencia y voluntad. Al alcanzar ese estado superior, o mejor, mientras estamos en la lucha por conseguirlo, seguimos siendo nosotros mismos. No estamos actuando ni representando un papel que no nos corresponde.

Un ejemplo sencillo puede ayudarnos a entender con más claridad lo dicho: La mayoría de los coches van mejorando su modelo año con año. En ocasiones los cambios pueden ser pequeños, como el cambio de los acabados internos, el color y la calidad de la tapicería. Otras veces, pueden ser más sustanciales: se amplía el espacio de la cabina, se instala un navegador vía satélite, se optimizan los frenos, la suspensión y el motor y la carrocería luce un diseño más fino y elegante. ¿Es el mismo auto? Sí, pero mejor.

Ya hemos hablado, aunque de modo tangencial, de que ser auténtico requiere un esfuerzo por dar lo mejor de lo que uno es. Es importante resaltar que no debemos preocuparnos por imitar o copiar las actitudes, la personalidad o la forma de ser de los demás. Hay quien actúa como otras personas no porque desee ser mejor él mismo, sino porque no quiere ser como es. Quiere ser algo diferente de lo que es, ser igual o semejante a otra persona a la que admira; pero nunca lo conseguirá, precisamente porque son diferentes. Y aquí diferente no quiere significar de suyo “mejor” o “peor”. Claro que una persona puede ser mejor que otra, pero la diferencia no estará en su personalidad sino en aquello que ha hecho con la misma y con el resto de sus cualidades y limitaciones.

Para ser auténtico, la primera regla es ser uno mismo. Podemos aprovechar el ejemplo de algunas personas como inspiración y como estímulo, pero no esperemos llegar a ser exactamente como ellas, ni perdamos el tiempo en intentarlo. Decía Giacomo Leopardi: “Las personas no son ridículas sino cuando quieren parecer o ser lo que no son”. Si la “piratería” en el campo del mercado es nefasta, en el campo de la personalidad es todavía más funesta.

¿Cómo podemos trabajar para conseguir una personalidad auténtica? Junto a la primera regla que ya hemos enunciado es muy necesario un conocimiento personal claro, sereno y objetivo. Este conocimiento debe abarcar nuestro pasado, nuestro presente y, en cierta medida, nuestro futuro entendiendo por éste el objetivo o meta que nos hemos fijado en la vida. Si no nos conocemos, no sabremos con qué “material” contamos –puntos positivos y negativos– para realizar nuestra personalidad.

Otro punto importante es mantener una coherencia a rajatabla con aquello que sabemos que es bueno y correcto: fidelidad a nuestros valores más íntimos. Es éste un aspecto no fácil de la vida, pero es el que en definitiva nos hace ser mejores o peores. No es que somos aquello que hacemos, pero nuestras acciones son un reflejo de lo que somos. En cierto sentido, el adagio de los escolásticos “agere sequitur esse” (el actuar sigue al ser) puede aplicarse perfectamente a lo que tratamos. Pero también es verdad que nuestras acciones modifican lo que somos, para bien o para mal: lo que hacemos dice mucho más de lo que hablamos o de lo que buscamos transmitir.

También es preciso preguntarse por qué quiero cambiar –por qué deseo ser auténtico– y si quiero realmente superarme a pesar de todas las dificultades. El solo “querer ser mejor” no basta. Hay que estar convencidos de que la autenticidad es un bien para nosotros porque es la verdad y no el fingimiento ni la medianía la que hace feliz al hombre. Será esto lo que nos mantendrá firmes en la tarea por no negar lo que somos, por afirmarnos a nosotros mismos.

Una vez definido quiénes somos, cómo debemos ser y si lo queremos con fuerza o no, no queda más que esforzarse día con día, en cada acción, grande o pequeña, por ser un constante “sí” (Cf. 1 Co 1, 19). Puede haber caídas, que son sólo una oportunidad para levantarse. El hombre auténtico es el que busca decir “sí”, con fe y con amor, a ese proyecto que es él mismo. El oro no lo es porque lo parezca, sino porque lo es en verdad.

MUJER RECUPERA VISTA POR INTERCESIÓN DE SAN CHARBEL Y CONSTRUYEN SANTUARIO EN SU HONOR


Mujer recupera vista por intercesión de santo y construyen santuario en su honor
Por Eduardo Berdejo


 (ACI).- San Charbel, monje maronita canonizado por el Beato Papa Pablo VI, tendrá pronto un santuario en Phoenix (Estados Unidos), como respuesta a la gran devoción que sigue creciendo entre los fieles, luego que su intercesión ante Dios hiciera que Dafne Gutiérrez, una madre hispana, recuperara la vista de manera milagrosa en enero pasado.

El anuncio de la construcción fue hecho por el sacerdote de origen libanés, P. Wissam Akiki, quien dirige la iglesia católica maronita San José en Phoenix.

En declaraciones a la prensa local, el sacerdote dijo que ya se colocó “la primera piedra donde irá la gran escultura”. Explicó que el santuario se levantará en un terreno frente a la parroquia y que el 9 de octubre habrá una ceremonia donde le van a dedicar el altar. Indicó que se eligió esa fecha porque ese día, en 1977, el Beato Pablo VI canonizó al monje libanés.

Sin embargo, señaló que para poder culminar la obra se están aceptando donaciones. “La meta es recaudar 85.000 dólares para la construcción y arquitectura de la capilla, que estará abierta las 24 horas para cualquier persona que desee venir a rezar o prender una veladora”, indicó.

Además, se informó que debido a la gran devoción, se ha dejado en la parroquia una de las reliquias de San Charbel.


La curación de Dafne

Sobre el milagro atribuido a la intercesión del monje del siglo XIX, el P. Akiki recordó que Dafne “vino y se confesó conmigo, le dije que hiciera oración y tuviera fe, luego le hice la señal de la cruz en la frente y los ojos, y luego el santo Charbel hizo el milagro, para beneficio de sus tres hijos”.

A causa de un tumor, la mujer llevaba dos años sin ver por un ojo y en noviembre de 2015 perdió completamente la vista. Sin embargo, a través de los medios se enteró que en enero llegaban al país las reliquias de San Charbel, las cuales estarían expuestas a los creyentes durante tres días.

“Tomé la Eucaristía y no volví a sentir mi cuerpo igual. No veía, pero sentía el cuerpo diferente, Me dije ¿Qué me está pasando y qué siento?” recordó a la prensa estadounidense. Dos días después “me levanté en la madrugada y le dije a mi esposo, ‘me duelen mis ojos. Me tiemblan, me duelen’. Él me dice que me sale un olor a carne quemada”. “Abrí los ojos, y ‘te miro y no solo con un ojo, sino con los dos’”, le dijo a su esposo.

Sin embargo, su caso debió pasar por un estudio y el jueves 18 de febrero de 2016 la Iglesia Católica Maronita, representada por el Obispo de la Eparquía de Nuestra Señora del Líbano en Los Ángeles, Mons. Elias Zaidan, y el P. Wissam Akiki; junto a los médicos que siguieron la enfermedad de Dafne, confirmaron que se trata de una curación científicamente inexplicable.

La Iglesia atribuyó la sanación a la intercesión de San Charbel.

"Hoy se cumple un mes de esa vez que yo vine a tocar la reliquia y de que por fin Dios me escuchó", sostuvo la mujer a Univisión.

Ese día el médico internista Jorge Sánchez dijo que “como doctor es obviamente interesante”. “Vamos a seguir a Dafne a mirarla por los siguientes años con la esperanza de descubrir algo nuevo o no descubrir nada nuevo” y llegar a que es un hecho que no tiene explicación, añadió.

Por su parte, la también médico internista Anne Borik afirmó que “hemos hecho todo lo posible para explicar el caso de Dafne y entonces nos debemos preguntar: ¿es esto algo que se pueda explicar médicamente? Y la respuesta es que no tenemos una justificación médica para explicar cómo ella pudo estar completamente ciega un día y luego, 48 horas después, haber recuperado la visión”.

Debido al escepticismo de los médicos, la mujer sigue siendo sometida a análisis dos veces por semana, pero Dafne, junto a los numerosos fieles que siguen visitando la parroquia de Phoenix, confían en el veredicto de la Iglesia de que es un milagro gracias a la intercesión de San Charbel.

SALMO 77, NO OLVIDÉIS LAS ACCIONES DE DIOS - SALMO 77


Salmo
Sal 77,56-57.58-59.61-62


R/. No olvidéis las acciones de Dios

Tentaron al Dios Altísimo
y se rebelaron, negándose a guardar sus preceptos;
desertaron y traicionaron como sus padres,
fallaron como un arco engañoso. R/.

Con sus altozanos lo irritaban,
con sus ídolos provocaban sus celos.
Dios lo oyó y se indignó,
y rechazó totalmente a Israel. R/.

Abandonó sus valientes al cautiverio,
su orgullo a las manos enemigas;
entregó su pueblo a la espada,
encolerizado contra su heredad. R/.

AGRADECE A DIOS

Agradece con humildad a Dios


La famosa sicóloga norteamericana, de origen suizo, Elisabeth Kübler Ross dice: Llegó un momento en mi vida en que me di cuenta de que había traído dos hijos al mundo, les había dado todo el bienestar, una buena educación, pero eran soberbios y estaban vacíos por dentro, vacíos como una botella de cerveza recién bebida. Entonces, me dije a mí misma, que debía hacer algo que no fuese solamente darles cosas materiales.

De acuerdo con mi esposo, tomamos como huésped en mi casa a un anciano de 74 años, al cual los médicos habían diagnosticado dos meses de vida. Quería que mis hijos estuvieran cerca de él en su momento final, quería que viesen y tocasen por sí mismos la experiencia más importante de la vida: La muerte. El huésped no sólo vivió dos meses, vivió dos años y medio. Era tratado en todo como un miembro más de la familia.
Aquella experiencia dio a mis hijos una increíble riqueza espiritual. En aquel desconocido, que fue recibido para morir entre nosotros, descubrieron un nuevo sentido para su vida y maduraron mucho (haciéndose más humildes). Aquel pobre anciano nos había dado mucho más de lo que nosotros le habíamos dado a él.

Es bueno conocer la muerte para conocer la vida. Es importante darnos cuenta de lo poco que somos humanamente y de lo frágil que es la vida para que no seamos soberbios y podamos vivir humildemente agradecidos a Dios por cada momento de nuestra existencia, sin tratar de acumular tesoros en este mundo.


* Enviado por el P. Natalio

LA NUEVA CASA DE LA ABUELA


La nueva casa de la abuela
La vida de los mayores en una residencia cambia muchas cosas pero no el amor y la capacidad de los abuelos para participar en la familia.


Por: José Leopoldo Castro Fdez de Lara | Fuente: http://www.sontushijos.org 




La familia es entre muchas otras cosas el lugar en el que somos valorados por ser nosotros mismos. En ella no importa si somos altos, grandes, delgados, niños, mayores, de colores distintos, etc. En ella se nos valora por ser parte de ella y somos importantes por existir. Somos únicos e irrepetibles.

Trabajo con adultos mayores que ahora viven en residencias en donde se les brindan cuidados especiales a los que muchas veces no podrían tener acceso en casa (un médico siempre disponible, enfermeras, auxiliares de enfermería, espacios amplios y actividades específicas).

Siempre me ha llamado la atención la capacidad de una persona para adaptarse a un lugar nuevo y poder ser feliz. Hablando con cada una de ellas he encontrado que reconocen a la familia como vital en este proceso. El ser importante para los hijos y para los nietos, no como una persona que espera que le visiten sino como un miembro activo en la familia que participa en las decisiones, que comparte sus cosas y sus conocimientos a la vez que una vida interior profunda, garantizan una continuación de la felicidad que antes vivía.

Muchas veces hablando con personas moribundas al preguntarles sobre lo que viene ahora todas coinciden en que se despiden de esta vida alegres porque han cumplido consigo mismos. Han sido firmes en el matrimonio, han educado a sus hijos y estos son buenas personas. La mayoría miden sus vidas de acuerdo al amor que han dado y al amor que han recibido; ya no importan tanto las cosas materiales. Y lo más bello es que este amor siempre es compartido por sus familiares. Si nosotros como hijos y nuestros hijos como nietos aprendemos a estar cerca de los abuelos, a escucharles con atención y amor, a quererles, a conocerles, entonces también este amor continúa y nos ayuda a despedirnos cuando llega el momento.

Además de la educación en casa y en los colegios es importante la educación con los mayores. Del tiempo que pasamos con ellos y que solo puede ser resultado de una tarea educativa basada en el amor (¿de que otra forma compite un abuelo con los videojuegos, los amigos, los columpios?) Recuerdo el caso de un par de niños de venían todas las tardes a hacer los deberes con la abuela en la residencia. Poco podía ayudarles académicamente pues no sabía leer ni escribir pero siempre sonreía y les daba ánimos. Al principio ellos se desesperaban pues no era el apoyo que buscaban, se aburrían y a veces la dejaban sola en la mesa. Ella esperaba y poco a poco supo ganárselos con paciencia y cariño. Tiempo después la escuchaban pacientemente y si estaban cansados siempre había alguna anécdota divertida para alegrar la lluviosa tarde. Se sentaban y realizaban sus deberes con su abuelita. Nunca hubo lágrimas ni exigencias irracionales. No se si sus notas habrán mejorado pero estoy seguro que cuando pase el tiempo y sean capaces de valorar aquellas tardes con su abuela se darán cuenta de que a pesar de no saber leer ni escribir tuvieron la mejor maestra.



José Leopoldo Castro Fdez de Lara
Psicólogo.
Master en áreas de investigación en CCSS.
Padre de dos hijos.

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 11 DE AGOSTO 2016 - CUÁNTAS VECES LO TENGO QUE PERDONAR?


¿Cuántas veces lo tengo que perdonar?

Tiempo Ordinario




Mateo 18, 21-19,1. Tiempo Ordinario. Al perdonar encontramos paz en nuestra vida. Aunque sea costoso y se oponga a nuestros sentimientos. 



Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 





Del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-19,1 
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús, le preguntó: Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces lo tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y les propuso esta parábola: Se parece el Reino de los Cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo. El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: Págame lo que me debes. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo y te lo pagaré. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti? Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano. Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

Oración introductoria
Dios mío, creo que estás aquí presente. Espero y te suplico humildemente que guíes esta oración. Ayúdame a tener los mismos sentimientos de acogida y misericordia que tuvo tu Hijo, Jesús.

Petición
Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo para amar y perdonar a los demás como los amas Tú.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Perdonar de corazón.
A veces, Señor, me es muy fácil decir: “te perdono” o pensarlo. Y sin embargo, a veces las palabras no van acompañadas por la actitud. Cuántas veces, por formalismo, le digo a la persona que la perdono, pero por dentro llevo la espinita. No me es fácil perdonar de corazón. No me es fácil querer de corazón a aquella persona que me ofendió. Y actúo así. Guardo ese rencor. Incluso a veces siento el deseo de vengarme.
Empiezo a criticar por dentro a la persona. Pienso que ella es quien tiene los problemas. Es que es antipático, no tiene sentido del humor, él tuvo la culpa… pero eso sí, yo tenía muy buenas intenciones, yo que soy buena gente, yo siempre hago las cosas bien. Pero me doy cuenta que el que está equivocado soy yo. Me doy cuenta que la viga que tengo es mucho más grande y que a veces yo soy el que tengo el problema.


Sí es verdad, nadie es perfecto. Y en lo otros siempre encontraré problemas y debilidades. Pero también es verdad que muchas veces está en mi corazón. Como Tú dijiste, Jesús, lo malo viene del interior del hombre. Sin duda que muchos problemas se solucionarían si antes de juzgar a una persona examino mi interior y busco el problema dentro de mí.
Y por eso te pido perdón, Señor, por las veces que no he sabido perdonar cuando Tú no tienes límites al perdonarme. Te pido que me ayudes a comprender la debilidad del hombre. Dame un corazón grande, un corazón bondadoso. Que nunca ofenda a nadie y que todos puedan recibir consuelo en él. Dame, Jesús, unos ojos misericordiosos que se compadezcan de las necesidades del prójimo, y dame una lengua que siempre hable bien de los demás y de la que nunca salgan palabras duras.
Dame la gracia de tener ese corazón tuyo. Que nunca me canse de perdonar y que siempre esté dispuesto a sufrir por mis hermanos.
«El amor de Cristo, derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, nos permite vivir así, ser así: personas capaces de perdonar siempre; de dar siempre confianza, porque estamos llenos de fe en Dios; capaces de infundir siempre esperanza, porque estamos llenos de esperanza en Dios; personas que saben soportar con paciencia toda situación y a todo hermano y hermana, en unión con Jesús, que llevó con amor el peso de todos nuestros pecados.»
 (Homilía de S.S. Francisco, 14 de febrero de 2015).

Reflexión
Juan Pablo II dio al mundo uno de los más grandes ejemplos de perdón cuando, en 1982, después de que atentaran contra su vida, fue a visitar a Ali Agca para ofrecerle su perdón. Perdonar a quien intentó asesinarle es todo un testimonio del seguimiento de Cristo.

Jesús no pone límites a la hora de olvidar las faltas. Además nos dejó un sacramento, el de la Penitencia, para borrar los pecados que cometiésemos contra Él, contra Dios. De ahí sacamos una lección de misericordia y de amor. Dios nos gana a todos en generosidad, y no sólo nos perdona una o dos faltas, sino todos los pecados por graves que éstos sean.

Así como Dios perdona, así como el Papa perdonó, igualmente debemos hacer nosotros con todos aquellos que nos perjudican.

Perdonar es vivir la caridad. Aunque sea costoso y se oponga a nuestros sentimientos y pasiones, es la mejor manera de manifestar nuestra correspondencia al amor de Dios.

El perdón es una manera de vivir muy cristiana, y muy necesaria, sobre todo en los ambientes donde reina el odio y la venganza. Dicen que las guerras no se vencen con la fuerza de las armas, sino con el poder del perdón.

Propósito
Imitar el amor misericordioso de Dios en mi propia vida, con cada persona con la que tenga contacto: familia, compañeros de estudio o trabajo, amigos.

Diálogo con Cristo 
Padre mío, lo que puedo llegar a hacer, si dejo actuar tu gracia, es impresionante. Porque contestarle a Pedro que no sólo siete, sino setenta veces siete, es todo un desafío, imposible sin tu gracia e inspiración. Ayúdame a recorrer este camino de amor y misericordia hacia los demás.

NO TENER CONFIANZA ES NO TENER PAZ


No tener confianza es no tener paz
No queremos hablar con nadie ni contarle a nadie nuestra pena, ¡nos han engañado! y hemos perdido la confianza. 


Por: Ma. Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 




No tener confianza, desconfiar, es perder la calma, es no tener paz. Hoy en día los hombres y las mujeres desconfiamos de todo y por lo tanto no tenemos paz. Vivimos recelando, pensando en que todos nos pueden engañar.

Tal vez sea porque tampoco nosotros somos auténticos, tal vez sea por eso. Lo cierto es que vivimos en un mundo de engaño. Engaño en los negocios, engaño en los artículos que consumimos, comida, cremas, accesorios, contratos, etcétera; engaño en el amor y en la amistad. Y cuando somos sinceros, honestos, ¡cuánto nos duele que alguien nos traicione!

Creer en nuestros semejantes, en nuestros seres queridos, es necesidad vital para poder vivir. Creer plenamente, sin sombra de duda en el ser amado es condición necesaria para sublimarnos en toda nuestra integridad moral como el que alguien nos diga: - ¡Creo en ti!. Pero los seres humanos nos fallamos unos a otros y es ahí cuando aparece el dolor, los celos, la desconfianza.

Tal vez hoy tengamos eso, dolor, decepción, estamos heridos, nos han engañado... Tal vez aquel puesto de trabajo que nos prometieron fue un engaño, tal vez aquel juramento de amor no fue sincero, tal vez aquella amistad nos clavó un puñal por la espalda... Traición, mentira, desilusión, elementos y sensaciones que nos hacen estar tristes, muy tristes. No queremos hablar con nadie, no queremos contarle a nadie nuestra pena, ¡nos han engañado! y hemos perdido la confianza.

Por ese dolor, de la índole que sea, no nos dejemos aniquilar. Dios es nuestro Padre y nos está cuidando, un Padre todo amor y en El si podemos confiar. Fijémonos en los niños cuando juegan en el Parque. Andan corriendo un poco lejos de su madre, pero si tropiezan y caen, o algo los asusta, corren a refugiarse en los brazos de ella que los acoge solícita y el niño con un suspiro de llanto apoya su cabecita en el regazo materno porque allí se siente seguro y CONFIADO. Eso es lo que necesitamos cuando las cosas nos hacen sufrir, tener confianza en nuestro PADRE Dios pero también en los hombres. El niño no solo cuando cae o tiene miedo, sino cuando encuentra una florerilla corre gozoso a mostrársela al ser querido. Así nosotros en nuestras penas, pero también en nuestros acontecimientos gratos, en nuestros triunfos y alegrías vayamos a Él para mostrarle y agradecerle todo aquello que nos llena de dicha.

La falsedad, aunque en estos tiempos parece acosarnos para donde miremos, no es un mal de hoy. Ya lo podemos ver en el texto de (Jeremías, IX, 3 y 55) "Nada de fidelidad, solo el fraude predomina en la tierra. Amontonan iniquidad sobre iniquidad... recelan uno del otro, nadie confía en nadie todos engañan, todos difaman... no hay en ellos palabras de verdad. Tan avezadas están sus lenguas a la mentira, que ya no pueden sino mentir".

Nos engañamos, nos mentimos unos a otros porque no somos auténticos. Hemos de vivir nuestra existencia con autenticidad para poder confiar y dar confianza a nuestros semejantes.

Estamos llamados a hacer un mundo nuevo. Un mundo mejor. Un mundo verdad. Y LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES. Para eso tenemos que vivir nuestra propia vida con auténtica verdad. Una auténtica renovación en nuestras vidas, empezando por confiar en la Humanidad.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 11 DE AGOSTO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 11



Los niños merecen todo nuestro respeto y nuestro amor.  No estará de más que examinemos si hemos faltado al respeto al niño; no solamente los niños pueden faltar el respeto a los mayores; la falta de respeto al niño, por parte de los adultos, es mucho más grave. Y examinemos si nuestro amor a los niños ha sido siempre sincero, grande y puro.

Y finalmente, analizar, con entera honestidad ante la propia conciencia, si la mirada de los niños, que todo lo descubre, pudo ver siempre en nosotros a Dios.

Los niños son como diamantes en bruto, que hay que trabajar y pulir; son una línea de puntos suspensivos, sin saber que encierran en su suspenso.  Quizás de nosotros dependa el que algunos de esos puntos suspensivos se resuelvan en magníficas afirmaciones de fidelidad al deber, de  generosidad y de entrega.

“El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo. Pero si alguien escandaliza a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar” (Mt 18,5-6). Cuida de tus niños y cuida de los niños en general; su integridad es lo más hermoso que existe sobre la tierra.


* P. Alfonso Milagro