Páginas

lunes, 27 de junio de 2016

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 27 DE JUNIO 2016



Condiciones de los seguidores de Jesús
Tiempo Ordinario


Tiempo Ordinario. Si la cruz no llega a resultarnos fuente de felicidad ¿cómo podemos decir que la creemos redentora? 


Por: Xavier Caballero | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 8, 18-22
Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Jesús le dijo: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos». 

Oración introductoria
Señor, aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad. Teóricamente yo también quiero seguirte, ansío ser fiel a los innumerables dones de tu gracia; pero, bien conoces mi debilidad, mis apegos… Hoy me pongo de rodillas ante Ti y te suplico me des la luz y la fuerza de tu Espíritu Santo.

Petición
Ven, Espíritu Santo, aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad

Meditación del Papa
Quien lee atentamente el texto descubre que las Bienaventuranzas son como una velada biografía interior de Jesús, como un retrato de su figura. Él, que no tiene donde reclinar la cabeza, es el auténtico pobre; El, que puede decir de sí mismo: Venid a mí, porque soy sencillo y humilde de corazón, es el realmente humilde; Él es verdaderamente puro de corazón y por eso contempla a Dios sin cesar. Es constructor de paz, es aquel que sufre por amor de Dios: en las Bienaventuranzas se manifiesta el misterio de Cristo mismo, y nos llaman a entrar en comunión con Él. Pero precisamente por su oculto carácter cristológico las Bienaventuranzas son señales que indican el camino también a la Iglesia, que debe reconocer en ellas su modelo; orientaciones para el seguimiento que afectan a cada fiel, si bien de modo diferente, según las diversas vocaciones. (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, p. 36).

Reflexión
El riesgo es parte sustancial de la condición humana. No se puede en este mundo hacer nada serio sin exponerse, con frecuencia, al fracaso. Y, desde luego, la única manera de no equivocarse nunca – es decir, de equivocarse siempre – es renunciar a toda aventura por pura cobardía. Sí, estamos por el riesgo y contra la seguridad. Estamos con la audacia frente a la comodidad. Creemos más humano el atrevimiento que la renuncia sistemática al combate.

El evangelio de hoy es uno de esos que solemos calificar como sólo para gente intrépida. El Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza....Todo un riesgo. Cuando nos acercamos a este pasaje podemos caer en el error de pensar que se refiere sólo a los llamados al sacerdocio, a la vida consagrada, etc. Y sin embargo, nos interpela a todos como cristianos. Forma parte de nuestra vocación. La vocación no es un lujo de elegidos ni un sueño de quiméricos. Todos llevan dentro encendida una estrella. A veces, la estrella es tan clara que mucha gente no la ve. Y es que una de las cosas importantes de la vida es la de descubrir cuál es metaluego, buscarla como una mezcla, a partes iguales, de ilusión y realismo. Sígueme, deja a los muertos sepultar a los muertos». Sólo con realismo nos quedaremos a ras de tierra. Sólo con ilusión nos romperemos las narices. No siempre es fácil. Pero, ¿es que puede ser un sacrificio amar a Alguien?

Con frecuencia hay que tomar la cruz; pero si la cruz no llega a resultarnos fuente de felicidad ¿cómo podemos decir que la creemos redentora? Somos cristianos. Nuestra vocación está unida a la de Cristo.

Repitamos hoy y hagamos vida en nuestro interior, la oración de J. H. Newman:

«Amado Señor, enséñanos a sufrir contigo; haz que el sufrir por amor a ti, sea dulce para nosotros, y santifica con tus méritos todos nuestros sufrimientos. A ti, Jesús, fuerza y sostén del universo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén»
Propósito

Ante el Santísimo Sacramento, revisar mi vida: ¿qué me pide Dios que no he querido darle?

Diálogo con Cristo 
Señor, el ambiente y los medios de comunicación buscan imponer un estilo de vida donde lo práctico y el bienestar ocupan el primer lugar. Seguirte, comprometer la vida al ideal del Evangelio, es ir contra corriente. Así es, y así ha sido siempre. No permitas que me engañe, que busque evadir mis responsabilidades. Ayúdame a saber vivir mi misión, identificándome plenamente con el ideal que me propone tu Evangelio.

SALMO 49: ATENCIÓN, LOS QUE OLVIDÁIS A DIOS


Salmo
Sal 49



R/. Atención, los que olvidáis a Dios

«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?» R/.

«Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño.» R/.

«Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.» R/.

«Atención, los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.» R/.

QUÉ APRENDISTE HOY?


¿Qué aprendiste hoy?



Los años juveniles son para adquirir buenos hábitos. La única diferencia entre el adulto fracasado y el que ha tenido éxito está en la diferencia de sus hábitos. Los buenos hábitos son la clave de todo éxito. Por lo tanto valoriza el tiempo de formación, en que pones la base de tu futuro. Persevera en el esfuerzo, aun si no ves resultados inmediatos.

Leo Buscaglia cuenta que su padre le inculcó la idea de no ir nunca a dormir sin aprender ese día algo nuevo. Para reforzar ese principio, preguntaba a cada uno de sus hijos en la cena: ¿Qué aprendiste hoy? Y exponían algo de lo aprendido, aunque fuera el número de habitantes de Nepal. Este ritual establecido los obligaba a pensar qué podrían decir cada noche. Refiere Buscaglia que llevó un diccionario al comedor y, momentos antes, leía una palabra desconocida y la memorizaba. Ese fue el comienzo de su vocación a la literatura.

Tu crecimiento personal depende de los hábitos buenos que vas incorporando a tu vida. Uno de estos hábitos es la actitud de formación permanente, superándote de día en día, porque “crecer es un aprendizaje constante y culmina cuando nos retiramos de esta fiesta que es la vida”. El Señor te acompañe con su bondad.


* Enviado por el P. Natalio

JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 27 - CONFIANZA Y AMOR


Nardo del 27 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, confianza y amor!

Meditación: Jesús, mi corazón se ha puesto triste...porque Tú, que tanto nos quisiste, que nos redimiste, nos miras a través de los siglos y nos dices lleno de dolor y de amor: "...la falta de confianza lastima mis entrañas...". Señor, Tú sabes lo que siento cuando te veo clavado y muriendo por Amor, pero sin recibir amor, pues hoy nuevamente te lo negamos. No confiamos en Vos, no creemos que eres el único Dios, no vivimos para Vos, pues si te amáramos confiaríamos en Ti, y Tú serias nuestro único descanso. Señor, mi amado, Tu sabes que te amo y que por ti clamo, pero también sabes cuan pequeño es mi amor, pues muchas veces te he negado. Hoy Te pido perdón, y como sabes bien que Tú eres mi querer, te pido que aumentes mi fe, que me bañes en el manantial de Tu amor, para ser así el más fiel a mi Rey. Que sea como Tu Mamá: fiel por toda la eternidad. Y hoy te digo despacito y al oído, a Ti, Mi Cristo, a Ti, Mi Señor Bendito: "Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío. Sé mío".

Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Digamos varias veces al día "Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío, más aumenta mi fe".

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.



LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, LUNES 27 DE JUNIO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Junio 27



No es lo mismo el fracaso del apostolado que el fracaso del apóstol; el confundir las dos cosas puede llevar a un conformismo estéril o a un desaliento derrotista.

El fracaso de la acción apostólica puede ser no culpable e imprevisible; en último término, la decisión la toma cada persona en uso de su libertad, sin presiones de ninguna clase. Se podrán poner todas las condiciones previas, se podrán dar todos los pasos requeridos y, sin embargo, no conseguir lo que se pretende, por chocar contra la dureza de un corazón cerrado.

Pero lo más triste será el fracaso del apóstol, que el apóstol no se haya sentido apóstol, que no haya obrado como tal, que no se haya preocupado por la realización de su ideal: esto constituye el fracaso del apóstol, que lleva lógicamente, no tanto al fracaso cuanto a la negación de la acción apostólica.

“Tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni las potestades, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rom 8,38-39). Es el amor al Señor el que nos debe mover en toda nuestra acción apostólica; si amamos al Señor Jesús, debemos invitar a todos a amarlo.


* P. Alfonso Milagro

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO EN ALIVIO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO


Súplicas a nuestra Señora del Perpetuo Socorro en alivio de las almas del Purgatorio.


¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Tan grande es tu bondad, que no puedes descubrir miserias sin compadecerte. Mira, te suplicamos, con caritativos ojos las afligidas almas que sufren en el purgatorio, sin poderse procurar alivio alguno en sus tremendas penas, y muévete a compasión. Por tu piedad y por el amor que tienes a Jesús, te pedimos mitigues sus sufrimientos, y les procures eterno descanso. Pero ¡ah! ¡Cuán dolorosa debe  ser para tu maternal corazón la conducta de innumerables cristianos, que dejan en el olvido a las pobres almas del purgatorio! ¡Esperan nuestros sufragios y apenas hay quien se acuerde de ellas! ¡O María! dígnate inspirar a todos los fieles una tierna y viva compasión por nuestros hermanos difuntos; comunícales un ardiente deseo de ofrecer por ellas obras satisfactorias, y ganar, en su favor, cuantas indulgencias les sean aplicables, a fin de que pronto vayan a gozar de Dios. Oye ahora las súplicas que por ellas te hacemos:

Para que salgan de aquella tenebrosa cárcel, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.

Para que Dios les perdone la pena de sus pecados (*)
Para que se abrevie el tiempo de sus sufrimientos,
Para que se apaguen sus llamas abrasadoras,
Para que un rayo de luz celestial ilumine sus horrendas tinieblas,
Para que alcancen alivio en sus penas y amargas angustias,
Para que su tristeza se cambie en perpetua alegría, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.
Para que se mitigue su ardiente sed de los bienes eternos, (*)
Para que se llenen pronto sus deseos vivísimos de entrar en la gloria.

Por las almas de nuestros padres e hijos, 
Por las almas de nuestros parientes,
Por las almas de nuestros amigos, 
Por las almas de nuestros bienhechores, 
Por las almas que sufren en aquellas llamas por culpa nuestra,
Por las almas de aquellos, que en su vida nos hicieron sufrir,
Por las almas más desamparadas,
Por las almas que sufren mayores tormentos,
Por las almas que están más cerca de entrar en el cielo,
Por las almas que durante su vida te han amado más a ti y a tu divino Hijo, 
Por las almas de aquellos que sufren hace más tiempo,
Por todas las benditas almas del purgatorio,
Por tu inefable misericordia,
Por tu inmenso poder, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad, (*)
Por tu maternal bondad, 
Por tu incomparable maternidad, 
Por tus preciosas lágrimas,
Por tus acerbos dolores, 
Por tu santa muerte,
Por las cinco llagas de tu amado Hijo,
Por su dolorosísima muerte en el árbol de la Cruz,
Para que se apliquen con abundancia a los difuntos las súplicas de los vivos,
Para que la gloriosa legión de los santos las socorra sin cesar, 
Para que los nueve coros de los ángeles las reciban con regocijo,
Para que tus ojos maternales les echen una mirada de compasión,
Para que las haga felices la vista de tu divino Hijo, Para que por la contemplación de la Santísima Trinidad sean bienaventuradas,
Para que se haga cada día más fervorosa nuestra devoción a las almas,

Para que se ofrezcan siempre más y más oraciones, indulgencias y obras satisfactorias por ellas,

Para que nosotros recibamos el premio eterno de nuestra devoción a las almas, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.
Para que las almas, que hayamos librado del purgatorio, hagan un día lo mismo con nosotros, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.

Oración: ¡Oh Madre compasiva del Perpetuo Socorro!, mira te ruego, a esas afligidas almas que la justicia de Dios tiene sumergidas en las llamas del purgatorio. Ellos son caros objetos del amor de tu divino Hijo; ellas lo han amado durante su vida, y al presente se abrasan en deseos de verle y poseerle; pero no pueden romper sus cadenas por sí mismas, ni salir del fuego terrible que las devora. ¡Conmueva tu tierno corazón la vista de su dolor!  Dígnate consolar a esas almas que te aman y suspiran sin cesar por Ti; son hijas tuyas, muestra que eres para ellas Madre del Perpetuo Socorro. Visítalas, mitiga sus penas, abrevia sus sufrimientos, y apresúrate a librarlas alcanzando de tu divino Hijo les aplique los méritos infinitos del santo sacrificio que por ellas se celebra.
Amén.
Un Credo por los devotos.


Cortesía de: José Gálvez Krüger

HOY SE CELEBRA NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO, 27 DE JUNIO

Hoy se celebra a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Por Abel Camasca



 27 Jun. 16 (ACI).- El 27 de junio se celebra la Fiesta de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, patrona de los Padres Redentoristas y cuyo icono original está en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso.

Esta imagen recuerda el cuidado de la Virgen por Jesús, desde su concepción hasta su muerte, y que hoy sigue protegiendo a sus hijos que acuden a ella.

Se dice que en el siglo XV un comerciante adinerado del Mar Mediterráneo tenía la pintura del Perpetuo Socorro, aunque se desconoce el cómo llegó a sus manos. Para proteger el cuadro de ser destruido, decidió llevarlo a Italia y en la travesía se desató una terrible tormenta.

El comerciante tomó el cuadro en alto, pidió socorro y el mar se calmó. Estando ya en Roma, él tenía un amigo, a quien le mostró el cuadro y le dijo que un día el mundo entero rendiría homenaje a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.


Después de un tiempo, el mercader enfermó y, antes de morir, le hizo prometer a su amigo que colocaría la pintura en una iglesia ilustre. Sin embargo, la esposa del amigo se encariño con la pintura y este no realizó su promesa.

Nuestra Señora se le apareció al hombre en varias ocasiones pidiéndole cumpliera, pero al no querer disgustar a su mujer, enfermó y murió. Más adelante la Virgen habló con la hija de seis años y le dio el mismo mensaje de que deseaba que el cuadro fuera puesto en una iglesia. La pequeña fue y se lo contó a su madre.

La mamá se asustó y a una vecina que se burló de lo ocurrido le vinieron unos dolores tan fuertes que solo se alivió cuando invocó arrepentida la ayuda de la Virgen y tocó el cuadro. Nuestra Señora se volvió a aparecer a la niña y le dijo que la pintura debía ser puesta en la iglesia de San Mateo, que quedaba entre las Basílicas Santa María la Mayor y San Juan de Letrán. Finalmente, así se hizo y se obraron grandes milagros.

Siglos después, Napoleón destruyó muchas iglesias, entre ellas la de San Mateo, pero un padre agustino logró llevarse secretamente el cuadro y más adelante fue colocado en una capilla agustiniana en Posterula.

Los Redentoristas construyen la Iglesia de San Alfonso sobre las ruinas de la iglesia de San Mateo y en sus investigaciones descubrieron que antes ahí estaba el milagroso cuadro de del Perpetuo Socorro y que lo tenían los Agustinos. Gracias a un sacerdote jesuita conocieron el deseo de la Virgen de ser honrada en ese lugar.

Es así que el superior de los Redentoristas solicitó al Beato Pío IX, quien dispuso que el cuadro fuera devuelto a la Iglesia entre Santa María la Mayor y San Juan de Letrán. Asimismo, encargó a los Redentoristas que hicieran que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera conocida.

Los Agustinos, una vez que supieron la historia y el deseo del Pontífice, gustosos devolvieron la imagen mariana para complacer a la Virgen.

Hoy en día la devoción a Nuestra Señora del perpetuo Socorro se ha expandido por diversos lugares, construyéndose iglesias y santuarios en su honor. Su retrato es conocido y venerado en todas partes del mundo.

LA FE DE LOS ATEOS


La fe de los ateos
La fe y la razón son dos alas que nos elevan a la contemplación de la verdad


Por: Íñigo Alfaro | Fuente: Fluvium.org 




Xavier Zubiri decía –palabras más, palabras menos– que todos creemos en un Dios, lo que pasa es que no nos ponemos de acuerdo en cuál. La idea es tan provocadora como cierta. Provocadora del porqué basta asomarse un poco al mundo para darse cuenta de que hay muchos hombres y mujeres que afirman, sin pestañear, que Dios no existe. Cierta, porque si esas personas lo reflexionasen a fondo se darían cuenta de que su ateísmo va de la mano de una gran fe. Una fe tal vez mayor que la de los creyentes.

Porque la inmensa mayoría de los hombres y mujeres de todos los tiempos que han observado el mundo con sencillez –lo cuál no quiere decir sin pensar–, se ha dado cuenta de que lo más lógico es que exista un Dios que organice este jaleo cósmico y que lo haya guiado hacia ese milagro que llamamos vida. Porque por mucho que quitemos a Dios de en medio, el universo y sus maravillas nos siguen preguntando: ¿a dónde vamos? ¿De dónde venimos? La primera pregunta es más fácil de responder con banalidades: a ninguna parte; a la nada; no se sabe, etc.

Creo que, a la hora de la verdad, cuando la vida apriete, la muerte nos acaricie o, simplemente, cuando tengamos un minuto para pensar, ninguna de esas respuestas nos consolará. Mientras tanto, para los que responden así, basta con no preocuparse demasiado.

La segunda pregunta es más complicada. Las banalidades tienen que ser más sofisticadas. El porqué del universo no puede responderse con un simple “porque sí”. Por eso los ateos se han visto obligados a buscar otras respuestas que les sacien o que, al menos, les tranquilicen

Por un lado están quienes, para salvar la ínfima probabilidad de la aparición de la vida, dicen que, en realidad, éste no es si no uno de los millones de universos que han existido y que ha sido precisamente en éste donde ha surgido la vida. La idea no está mal, incluso tiene cierto ingenio. Pero es totalmente gratuita e indemostrable. Si escribiésemos un libro al respecto, tendría que ser de ciencia ficción.

Por otro lado están los que, para salvar las apariencias, se agarran al darwinismo como los náufragos de la balsa de medusa en medio de un mar de incongruencias. Hay que reconocer que Darwin tenía algo de razón, pero pretender que el ciego azar sea el creador de la inteligencia humana es como pretender que Rompetechos pintó la Capilla Sixtina.

Existen muchos más intentos de respuesta, pero la mayoría son una variante más o menos manida de los anteriores. El problema de estas afirmaciones es que, al final, requieren de una gran dosis de fe para ser aceptadas. Porque –si creer es aceptar lo que no vemos- creer que la vida ha surgido por la existencia de infinitos –e indemostrables– universos supone un gran acto de fe. Porque creer que la inteligencia es fruto de una casualidad inconsciente es otro gran acto de fe.

Ambos son actos de fe mucho mayores que creer que Dios ha creado, y dirige con sus leyes y con su amor, el universo en el que vivimos. Es verdad que la razón humana no puede decirnos todo sobre Dios. Es más, nos dice muy poco y pretender lo contrario sería muy pretencioso. Pero que Dios existe, está perfectamente a su alcance.

En cambio, creer en el dios azar o en el mito de los infinitos universos parece más práctico. Ninguno de ellos puede reclamarnos la justicia, la coherencia de vida, el amor o el respeto por los demás. Pero tienen un problema: ni respetan la realidad ni respetan la inteligencia humana. Son actos de fe irracionales y nos convierten en seres aislados y egoístas.

Al final –y también al principio– resulta que lo más razonable es creer en Dios. Por eso ya decía Juan Pablo II que la fe y la razón son dos alas que nos elevan a la contemplación de la verdad. El que encuentre a Dios con la razón será capaz de ver el mundo con mucha mayor amplitud y perspectiva, pero sin perder pie en la realidad. El que, además, crea lo que la revelación le dice podrá vivir en plenitud –aunque cueste– y sentirse amado siempre, hasta la eternidad. El que tenga que apostar que no lo dude.