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sábado, 30 de abril de 2016
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DEL DOMINGO 1 DE MAYO 2016 - SAN JOSÉ OBRERO 1 DE MAYO
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn, 14,23-29
LA PAZ EN LA IGLESIA
En el evangelio de Juan podemos leer un conjunto de discursos en los que Jesús se va despidiendo de sus discípulos. Los comentaristas lo llaman «El Discurso de despedida». En él se respira una atmósfera muy especial: los discípulos tienen miedo a quedarse sin su Maestro; Jesús, por su parte, les insiste en que, a pesar de su partida, nunca sentirán su ausencia.
Hasta cinco veces les repite que podrán contar con «el Espíritu Santo». Él los defenderá, pues los mantendrá fieles a su mensaje y a su proyecto. Por eso lo llama «Espíritu de la verdad». En un momento determinado, Jesús les explica mejor cuál será su quehacer: «El Defensor, el Espíritu Santo… será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho». Este Espíritu será la memoria viva de Jesús.
El horizonte que ofrece a sus discípulos es grandioso. De Jesús nacerá un gran movimiento espiritual de discípulos y discípulas que le seguirán defendidos por el Espíritu Santo. Se mantendrán en su verdad, pues ese Espíritu les irá enseñando todo lo que Jesús les ha ido comunicando por los caminos de Galilea. Él los defenderá en el futuro de la turbación y de la cobardía.
Jesús desea que capten bien lo que significará para ellos el Espíritu de la verdad y Defensor de su comunidad: «Os estoy dejando la paz; os estoy dando la paz». No solo les desea la paz. Les regala su paz. Si viven guiados por el Espíritu, recordando y guardando sus palabras, conocerán la paz.
No es una paz cualquiera. Es su paz. Por eso les dice: «No os la doy yo como la da el mundo». La paz de Jesús no se construye con estrategias inspiradas en la mentira o en la injusticia, sino actuando con el Espíritu de la verdad. Han de reafirmarse en él: «Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde».
En estos tiempos difíciles de desprestigio y turbación que estamos sufriendo en la Iglesia, sería un grave error pretender defender nuestra credibilidad y autoridad moral actuando sin el Espíritu de la verdad prometido por Jesús. El miedo seguirá penetrando en el cristianismo si buscamos asentar nuestra seguridad y nuestra paz alejándonos del camino trazado por él.
Cuando en la Iglesia se pierde la paz, no es posible recuperarla de cualquier manera ni sirve cualquier estrategia. Con el corazón lleno de resentimiento y ceguera no es posible introducir la paz de Jesús. Es necesario convertirnos humildemente a su verdad, movilizar todas nuestras fuerzas para desandar caminos equivocados y dejarnos guiar por el Espíritu que animó la vida entera de Jesús.
LECTURAS BÍBLICAS Y EL EVANGELIO DEL DOMINGO 1 DE MAYO DEL 2016 - SAN JOSÉ OBRERO
6º Domingo de Pascua – Ciclo C
Domingo 1 de Mayo de 2016
“El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará,
y vendremos a él y haremos morada en él“
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
(14,23-2915,1-2.22-29):
En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron entonces elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé.
Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo. Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras.
Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud.»
Palabra de Dios
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Salmo
Salmo Responsorial: 66,2-3.5.6.8
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R/.
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Segunda lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (21,10-14.21-23):
El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero. Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.
Palabra de Dios
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Lectura del Santo Evangelio según san Juan (14,23-29)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado.” Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»
Palabra del Señor
SAN JOSÉ OBRERO, 1 DE MAYO
San José Obrero
1 de Mayo
San José Obrero, el carpintero de Nazaret, que con su laboriosidad proveyó la subsistencia de María y de Jesús e inició al Hijo de Dios en los trabajos de los hombres. Por esta razón, en el día de hoy, en que se celebra la fiesta del trabajo en muchas partes del mundo, todos los obreros cristianos honran a san José como modelo y patrono suyo.
El día 1 de Mayo del año 1955, el Papa Pío XII, instituyó la fiesta de San José Obrero. Una fiesta bien distinta que ha de celebrarse desde el punto de partida del amor a Dios y de ahí pasar a la vigilancia por la responsabilidad de todos y de cada uno al amplísimo y complejo mundo de la relación con el prójimo basada en el amor: desde el trabajador al empresario y del trabajo al capital, pasando por poner de relieve y bien manifiesta la dignidad del trabajo -don de Dios- y del trabajador -imagen de Dios-, los derechos a una vivienda digna, a formar familia, al salario justo para alimentarla y a la asistencia social para atenderla, al ocio y a practicar la religión que su conciencia le dicte; además, se recuerda la responsabilidad de los sindicatos para logro de mejoras sociales de los distintos grupos, habida cuenta de las exigencias del bien de toda la colectividad y se aviva también la responsabilidad política del gobernante.
Todo esto incluye ¡y mucho más! la doctrina social de la Iglesia porque se toca al hombre al que ella debe anunciar el Evangelio y llevarle la Salvación; así mantuvo siempre su voz la Iglesia y quien tenga voluntad y ojos limpios lo puede leer sin tapujos ni retoques en Rerum novarum, Mater et magistra, Populorum progressio, Laborem exercens, Solicitudo rei socialis, entre otros documentos. Dar doctrina, enseñar donde está la justicia y señalar los límites de la moral; recordar la prioridad del hombre sobre el trabajo, el derecho a un puesto en el tajo común, animar a la revisión de comportamientos abusivos y atentatorios contra la dignidad humana... es su cometido para bien de toda la humanidad; y son principios aplicables al campo y a la industria, al comercio y a la universidad, a la labor manual y a la alta investigación científica, es decir, a todo el variadísimo campo donde se desarrolle la actividad humana.
Nada más natural que fuera el titular de la nueva fiesta cristiana José, esposo de María y padre en funciones de Jesús, el trabajador que no lo tuvo nada fácil a pesar de la nobilísima misión recibida de Dios para la Salvación definitiva y completa de todo hombre; es uno más del pueblo, el trabajador nato que entendió de carencias, supo de estréchese en su familia y las llevó con dignidad, sufrió emigración forzada, conoció el cansancio del cuerpo por su esfuerzo, sacó adelante su responsabilidad familiar; es decir, vivió como vive cualquier trabajador y probablemente tuvo dificultades laborales mayores que muchos de ellos; se le conoce en su tiempo como José «el artesano» y a Jesús se le da el nombre descriptivo de «el hijo del artesano». Y, por si fuera poco, los designios de Dios cubrían todo su compromiso.
Fiesta sugiere honra a Dios, descanso y regocijo. Pues, ánimo. Honremos a Dios santificando el trabajo diario con el que nos ganamos el pan, descansemos hoy de la labor y disfrutemos la alegría que conlleva compartir lo nuestro con los demás.
HOY ES FIESTA DE SAN PÍO V, EL PASTOR QUE LIBERÓ A LA IGLESIA CON EL AUXILIO DE LA VIRGEN MARÍA
Hoy es fiesta de San Pío V, el pastor que liberó a la Iglesia con el auxilio de María
Por Abel Camasca
(ACI).- Cada 30 de abril la Iglesia celebra la fiesta de San Pío V, quien salvó a la Iglesia y a Europa de la invasión musulmana en la famosa batalla de Lepanto y con el auxilio de la Virgen del Rosario.
Antonio Chislieri (San Pío V) nació en Bosco (Italia) en 1504. Tuvo que cuidar ovejas en el campo porque sus padres eran muy pobres. En la adolescencia, una familia generosa le costeó los estudios al ver que su hijo, también llamado Antonio, se comportaba mejor desde que era amigo del santo.
De esta manera pudo estudiar con los dominicos y llegó a ser religioso de esa comunidad. Poco a poco le encomendaron cargos importantes hasta que el propio Pontífice lo nombró Obispo y luego encargado de la asociación que en Italia defendía la fe.
El santo recorría a pie los pueblos alertando a los fieles de los errores de los evangélicos y luteranos. Muchas veces lo quisieron matar, pero él siguió anunciando la verdad. El Papa lo nombró cardenal y le encargó dirigir a la Iglesia en defensa de la recta doctrina.
Cuando murió el Papa Pío IV, San Carlos Borromeo les dijo a los cardenales que el más apropiado era el Cardenal Antonio Chislieri, por lo que lo eligieron y tomó el nombre de Pío V.
San Pío V pidió que lo que se iba a gastar en el banquete a los políticos y militares se empleara en ayuda para los pobres y enfermos. Un día vio en la calle a su amigo Antonio, cuya familia le pagó los estudios, lo nombró gobernador del cuartel del Papa y la gente admiró más al Santo Padre al enterarse de su humilde pasado.
El Pontífice tenía mucha devoción por la Eucaristía, la Virgen y el rezo del Santo Rosario, que recomendaba a todos los que podía. En las procesiones del Santísimo, recorría las calles de Roma a pie y con gran piedad y devoción.
Ordenó que los Obispos y párrocos vivan en el sitio donde habían sido nombrados para que no descuiden a sus fieles, publicó un nuevo misal y una nueva edición de la Liturgia de la Horas, así como un nuevo catecismo.
El Misal de San Pío V contiene la Misa celebrada en latín según la antigua tradición, y actualmente puede celebrarse de forma universal por los sacerdotes que así lo deseen. Así fue promulgado por decreto pontificio en forma de motu proprio "Summorum Pontificum" por el Papa Emérito Benedicto XVI el 7 de julio de 2007. Antes de la reforma el misal en latín era utilizado por la Iglesia Católica hasta 1962, cuando fue reemplazado por la liturgia de “Novus Ordo” (Nuevo Ordinario) aprobada a raíz de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II.
Durante el pontificado de San Pío V los musulmanes amenazaron invadir Europa y acabar con la religión católica. Iban desde Turquía arrasando con las poblaciones católicas y anunciando que la Basílica de San Pedro sería la pesebrera para sus caballos. Ningún rey quería enfrentarlos.
El Papa buscó la ayuda de los líderes europeos y organizó una gran armada con barcos. Pidió que todos los combatientes fueran a la batalla confesados y habiendo comulgado en Misa. Mientras ellos iban a combatir, el Pontífice y los fieles romanos recorrían las calles descalzos rezando el Rosario.
Los musulmanes eran superiores y se encontraron con la armada católica en el golfo de Lepanto, cerca de Grecia. Los jefes cristianos hicieron que los soldados rezaran el rosario antes de empezar la batalla el 7 de octubre de 1571.
Empezó el combate con el viento en contra para los católicos hasta que de un momento a otro se cambió de dirección, entonces los cristianos se lanzaron al ataque y obligaron a los musulmanes a retroceder.
San Pío V, sin haber recibido noticias de lo sucedido, se asomó por la ventana y dijo a los cardenales: "Dediquémonos a darle gracias a Dios y a la Virgen Santísima, porque hemos conseguido la victoria".
El Papa como agradecimiento mandó que cada 7 de octubre se celebre la fiesta de Nuestra Señora del Rosario y que en las letanías se incluya "María, Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros" (algo que propagó un santo llamado San Juan Bosco siglos después).
Partió a la Casa del Padre un 1 de mayo de 1572 a los 68 años.
MARÍA ESTÁ CERCA DE CADA UNO DE NOSOTROS
María está cerca de cada uno de nosotros
Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al estar en Dios, está
Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net
Esta poesía de María –el «Magníficat»– es totalmente original; sin embargo, al mismo tiempo, es un "tejido" hecho completamente con "hilos" del Antiguo Testamento, hecho de palabra de Dios.
Se puede ver que María, por decirlo así, "se sentía como en su casa" en la palabra de Dios, vivía de la palabra de Dios, estaba penetrada de la palabra de Dios. En efecto, hablaba con palabras de Dios, pensaba con palabras de Dios; sus pensamientos eran los pensamientos de Dios; sus palabras eran las palabras de Dios. Estaba penetrada de la luz divina; por eso era tan espléndida, tan buena; por eso irradiaba amor y bondad.
María vivía de la palabra de Dios; estaba impregnada de la palabra de Dios. Al estar inmersa en la palabra de Dios, al tener tanta familiaridad con la palabra de Dios, recibía también la luz interior de la sabiduría. Quien piensa con Dios, piensa bien; y quien habla con Dios, habla bien, tiene criterios de juicio válidos para todas las cosas del mundo, se hace sabio, prudente y, al mismo tiempo, bueno; también se hace fuerte y valiente, con la fuerza de Dios, que resiste al mal y promueve el bien en el mundo.
Así, María habla con nosotros, nos habla a nosotros, nos invita a conocer la palabra de Dios, a amar la palabra de Dios, a vivir con la palabra de Dios, a pensar con la palabra de Dios. Y podemos hacerlo de muy diversas maneras: leyendo la sagrada Escritura, sobre todo participando en la liturgia, en la que a lo largo del año la santa Iglesia nos abre todo el libro de la sagrada Escritura. Lo abre a nuestra vida y lo hace presente en nuestra vida.
Pero pienso también en el «Compendio del Catecismo de la Iglesia católica», en el que la palabra de Dios se aplica a nuestra vida, interpreta la realidad de nuestra vida, nos ayuda a entrar en el gran "templo" de la palabra de Dios, a aprender a amarla y a impregnarnos, como María, de esta palabra. Así la vida resulta luminosa y tenemos el criterio para juzgar, recibimos bondad y fuerza al mismo tiempo.
María fue elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, y con Dios es reina del cielo y de la tierra. ¿Acaso así está alejada de nosotros? Al contrario. Precisamente al estar con Dios y en Dios, está muy cerca de cada uno de nosotros.
Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al estar en Dios, que está cerca de nosotros, más aún, que está "dentro" de todos nosotros, María participa de esta cercanía de Dios.
Al estar en Dios y con Dios, María está cerca de cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón, puede escuchar nuestras oraciones, puede ayudarnos con su bondad materna. Nos ha sido dada como "madre" –así lo dijo el Señor–, a la que podemos dirigirnos en cada momento. Ella nos escucha siempre, siempre está cerca de nosotros; y, siendo Madre del Hijo, participa del poder del Hijo, de su bondad. Podemos poner siempre toda nuestra vida en manos de esta Madre, que siempre está cerca de cada uno de nosotros.