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lunes, 7 de marzo de 2016

¿DECIR AMÉN A TODO?

¿Decir AMÉN a todo?
Las trampas del New Age

La palabra Amén es una profesión de fe al Dios verdadero y no una receta milagrosa que aparece en Internet


Por: Gerardo García Juárez | Fuente: notidiocesis.com 




Comúnmente se ven en redes sociales cosas como las siguientes: "Si crees en el poder de Dios, responde amén y pásalo a tus contactos para que hoy reciban un milagro"... O bien: "Saludo al ser divino (al ser de luz, etc.) que hay en ti. Decrétalo en tu vida y en la de tus seres queridos y un milagro ocurrirá". El caso es que muchos católicos, además de responder el tan solicitado "Amén", lo publican en sus muros y lo comparten a más gente como si se tratara de oraciones con licencia eclesiástica y aprobadas por la Iglesia, o incluso mezclando estas pseudo-oraciones con imágenes sagradas de Nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen María, o de plano con imágenes de hadas haciéndolas pasar por ángeles buenos.

Ante estas oraciones, aparentemente inocentes y efectivas, pregunto ¿se advierten los engaños contenidos?. Si para alguna persona no es evidente el engaño, me permito hacer referencia en esta publicación a muchos cristianos católicos que buscan llenar esos vacíos de plenitud en Dios con imágenes tomadas de portales o redes sociales disfrazadas de religiosidad, a nombre de pretender llevar una espiritualidad sin devoción verdadera ni mucho menos con la vivencia de los Mandamientos, "al fin y al cabo cada quien puede creer en lo que quiera, ¿o no?", me dirán algunos. A tal comentario respondo que no. Como católicos no podemos creer en lo que queramos, sino únicamente en aquellas verdades conocidas como dogmas de Fe, establecidas por Dios a través de la Iglesia a lo largo de dos milenios de Cristianismo: basadas en la Escritura, la Tradición Apostólica y el Magisterio eclesial.

La fe, la creencia y la conciencia

No faltará quien objete lo siguiente: "Tengo libertad de conciencia". La respuesta sigue siendo no, porque la conciencia no está sujeta a debate por el hecho que es a través de la misma por la que Dios nos habla señalando lo que para nuestro bien, purificación y santificación debemos creer y obedecer.

"Tal concepto de la libertad de conciencia es de origen masónico. La conciencia no es fuente de la moral, sino un testigo de la presencia de la ley moral grabada por Dios en la naturaleza humana. Ella no determina lo que está bien o mal. Eso es patrimonio de Dios. El oficio de la conciencia es decirle a la persona cuando no está obrando de acuerdo con los mandamientos de la ley de Dios" (Ver Romanos 2,14-16) (Cfr. José Luis Pivel [2002]. Nueva Era: ¿Religión del Anticristo?, tercera edición: Editorial San Gabriel).

La cuestión de fondo es que no todo lo que se presenta con el título de espiritual es religioso, ni todo esto compatible con la fe y la enseñanza de la misma, mucho menos debe ser aceptado a la primera sin discernimiento y sentido común, por más frases bonitas con las cuales aparezcan en redes sociales, programas de televisión, radio y cuanto medio masivo se nos ocurra.


El "Amén" de la Biblia vs el "Amén" de la Nueva Era

Hoy mucha gente a todo o casi todo le dice "Amén", como si se tratara de una simple fórmula para conseguir mágicamente aquello que se desea. El Pueblo de Dios, ya desde sus orígenes más remotos, sabía que la palabra "Amén" significa "Así sea", pero también lo entendía como una manera de vivir ateniéndose irrestrictamente a lo dicho y mandado por Dios por el simple hecho de estar de acuerdo con Él; dicho de otro modo, es una profesión de fe.

La palabra "Amén" la encontramos por primera vez en el primer libro de las Crónicas:

"Alaben al Señor porque es bueno. Porque es eterna su misericordia. Digan: "Sálvanos, Señor, Dios nuestro, y júntanos de entre las naciones, a fin de celebrar tu nombre santo y tener nuestra gloria en alabarte. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre hasta siempre". Que todo el pueblo diga: "Amén. Aleluya". Todo el pueblo contestó "Amén" y alabó a Yahvé" (1Cron 16,34-36).

Así que, ya sabiendo que la palabra "Amén" se trata de una profesión de fe al Dios verdadero y no a recetas fáciles y milagrosas que aparecen en internet, la próxima vez que les pidan en redes sociales decir esto y poner el respectivo "Like", pueden simple y llanamente responder: "No, gracias. Sé bien en Quien he puesto mi confianza" (Cfr. 2Tim 1,12a).

"No vine para abolir, sino para cumplir. Les aseguro que mientras duren el cielo y la tierra, ni una "i" ni una coma de la ley dejará de realizarse. Por tanto, quien quebrante el más mínimo de estos mandamientos y enseñe a otros a hacerlo será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero quien lo cumpla y lo enseñe será considerado grande en el reino de los cielos". (Mt 5,17-20).

LA OBEDIENCIA NO ES PARA BOBOS


La obediencia no es para bobos
La obediencia, ese someter mi juicio a alguien, ese dejar de lado lo que pienso y quiero para pensar y querer lo que el otro quiera, parece lo más ridículo y loco para este mundo independiente.


Por: Alexis Gatica Andrade, L.C. | Fuente: Catholic.net 




Recuerdo que cuando era pequeño, sentía unas locas ganas de violar las reglas. Mi mamá me decía algo y yo quería y buscaba hacerlo del modo totalmente contrario, para probarme a mí mismo y a mis padres que era posible una segunda vía. Un día, en la escuela, hice un examen, y queriendo innovar seguí mis métodos de desarrollo, y pensé que había hecho un examen magistral. A los dos días llegó el resultado: reprobado. ¿Cuál fue la causa? No hice lo que el profesor quería. Esto me ayudó a comprender, que no siempre lo que pensamos o queremos va a ser el camino hacia la felicidad.

Ahora trabajo como profesor, y puedo comprobar esa sed de libertad, y esa locura por innovar en las mentes y corazones de tantos jóvenes y personas. El lema, implícito o explícito, es Llevar la contraria, Nadar contra corriente, y todavía más se dice La obediencia es para bobos. La misma moda nos muestra esa carrera por ver quien es el más creativo (pearcings en la lengua, en la nariz, barbas kilométricas, jeans desteñidos, etc.) y no se diga de la moral, en donde lo natural pasó a ser retrógrado, y lo anormal el común parámetro de conducta (casamiento entre hombres, noviazgo entre mujeres, suicidios asistidos, etc.) Y esa sed nos ciega, hasta el punto de creer que mi modo de vivir es el más lícito y el más excelente.

La obediencia, ese someter mi juicio a alguien, ese dejar de lado lo que pienso y quiero para pensar y querer lo que el otro quiera, parece lo más ridículo y loco para este mundo independiente. Obedecer implica un granito de humildad, para reconocer y aceptar que en esta ocasión o en otras más, no tengo la razón; implica honestidad y realismo, pues yo no soy el único ser en este mundo, sino que estoy rodeado de personas, que en su mayoría, tuvieron la misma edad que yo tengo, y que pasaron por la misma circunstancia y sienten lo mismo que yo siento. Obedecer no es acatar rabiosamente o inconscientemente una orden; no es hacer lo que el otro me pide, con la esperanza de que el otro se equivoque. Obedecer es confiar. Así como tú obedeces el semáforo, confiando que es por tu bien, así hemos de confiar también en los demás, sobretodo en los que tienen alguna ascendencia sobre mí: mis padres, mis abuelos, mis profesores, mis jefes de trabajo. La obediencia en fin, no es para bobos, sino que es para inteligentes, pues la inteligencia busca lo mejor para uno mismo, y cuando lo encuentra, lo presenta a la voluntad y ella lo elige y lo realiza.

Quien no confía ahora, quien no quiere obedecer ahora, los golpes de la vida serán sus mejores maestros. Tarde o temprano, hemos de aprender a dejar de ser bobos, y así aprender a ser inteligentes por el amor y la confianza.