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miércoles, 24 de febrero de 2016

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 24 DE FEBRERO DEL 2016


No he venido a ser servido sino a servir
Cuaresma y Semana Santa


Mateo 20, 17-28. Cuaresma. Vivamos estos días de preparación para la Semana Santa esta virtud de la sencillez y la humildad. 


Por: José Fernández de Mesa | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 20, 17-28
Cuando iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, para burlarse de él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará. Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. El le dijo: «¿Qué quieres?» Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?» Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre. Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor,y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

Oración introductoria
Jesús, permite que esta meditación me lleve a crecer en el amor, especialmente en este tiempo en que la Iglesia me invita a contemplar el gran sacrificio que implicó mi redención. Guía mi oración, ilumíname para que no sólo comprenda, sino que viva, en todo y con todos, la caridad.

Petición
Te suplico, Jesús, que nunca permitas que sea indiferente a tus innumerables muestras de amor.

Meditación del Papa Francisco
Jesús es el Siervo del Señor: su vida y su muerte, bajo la forma total del servicio, son la fuente de nuestra salvación y de la reconciliación de la humanidad con Dios. El kerigma, corazón del Evangelio, anuncia que las profecías del Siervo del Señor se han cumplido con su muerte y resurrección. La narración de san Marcos describe la escena de Jesús con los discípulos Santiago y Juan, los cuales –sostenidos por su madre– querían sentarse a su derecha y a su izquierda en el reino de Dios, reclamando puestos de honor, según su visión jerárquica del reino. El planteamiento con el que se mueven estaba todavía contaminado por sueños de realización terrena. Jesús entonces produce una primera “convulsión” en esas convicciones de los discípulos haciendo referencia a su camino en esta tierra: “El cáliz que yo voy a beber lo beberéis… pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado”. Con la imagen del cáliz, les da la posibilidad de asociarse completamente a su destino de sufrimiento, pero sin garantizarles los puestos de honor que ambicionaban. Su respuesta es una invitación a seguirlo por la vía del amor y el servicio, rechazando la tentación mundana de querer sobresalir y mandar sobre los demás.
Frente a los que luchan por alcanzar el poder y el éxito, para hacerse ver, frente a los que quieren ser reconocidos por sus propios méritos y trabajos, los discípulos están llamados a hacer lo contrario. Por eso les advierte: “Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor”. Con estas palabras señala que en la comunidad cristiana el modelo de autoridad es el servicio. (Homilía de S.S. Francisco, 18 de octubre de 2015).
Reflexión
Se acerca el momento de la pasión. Jesús está en Jerusalén con sus discípulos y pronuncia clarísimamente el tercer anuncio de su muerte. ¿Qué pensaban los discípulos en ese instante? ¿Se les encogía el corazón sólo de pensar en Jesús torturado, escarnecido, insultado, como decían los antiguos profetas?

Contrariamente a todo esto los apóstoles se enredan en una discusión egoísta sobre quién será el primero en el Reino de los Cielos. Si bien la discusión es originada por las palabras de la madre de Santiago y Juan, el pensamiento de quién de ellos estaría más cerca de Jesús en su Reino se albergaba en el corazón de cada uno de ellos. También en ocasiones nosotros, en el momento en que Cristo quiere decirnos algo importante o darnos una gracia especial, nos enredamos en nuestros pensamientos egoístas, y no escuchamos todo aquello que Jesús quiere decirnos.

El que quiera ser el primero, que sea el último. Jesús ama a los humildes, a los sencillos, a los que son como niños. El que es sencillo nunca desea el primer puesto para sí, sino para los demás. Vivamos estos días de preparación para la Semana Santa esta virtud de la sencillez y la humildad para que Cristo vea en nuestros corazones la ternura de un niño. Preparémonos de esta manera para la Pasión del Señor, y no como lo hacían los apóstoles movidos por sus pensamientos egoístas.

Propósito
Dar a Cristo un «sí» generoso y dedicar un tiempo semanal para trabajar por la Iglesia.

Diálogo con Cristo
Señor Jesús, qué fácilmente puedo caer en pensar que dado que no mato, no robo, no hago conscientemente el mal, tengo derecho a privilegios. Qué insensato puedo ser al acercarme a la oración con una actitud de superioridad, de exigencia. Gracias por mostrarme que no es ése el camino cierto del amor. Eres mi Dios, mi hermano, mi amigo, mi mejor amigo, que me ofreces la plenitud. Ayúdame a estar siempre abierto a tu gracia y servir a mis hermanos en tu Iglesia.

EL OBRERO DEL SEÑOR



El obrero del Señor



El obrero de Dios es aquel que en cualquier senda de educación y en cualquier corriente religiosa sigue adelante, ayudando, comprendiendo, perdonando y sirviendo, para cumplir siempre la voluntad del Supremo Creador.

El obrero del Señor, donde quiera que surja, es conocido por rasgos
esenciales.
No piensa en su propio interés.
No exige cooperación para hacer el bien.
No crea problemas.
No sospecha mal.
No cobra tributos de gratitud.
No arma celadas.
No convierte el servicio en un fardo insoportable en los hombros del compañero.
No transforma la verdad en un puñal de fuego en el pecho de los semejantes.
No reclama santidad en los otros, para ser útil.
No fiscaliza el centavo que da.
No espía los errores del prójimo.
No promueve el examen las conciencias ajenas.
No se cansa de auxiliar.
No hace huelga por sentirse desatendido.
No desconoce sus flaquezas.
No cultiva espinos de intolerancia.
No hace una colección de quejas.
No pierde tiempo en luchas innecesarias.
No tiene la boca untada de veneno.
No siente cóleras sagradas.
No levanta monumentos al derrotismo.
No se impacienta.
No se exhibe.
No acusa.
No critica.
No se llena de soberbia.

Escoge amar... en vez de odiar.
Reír... en vez de llorar.
Crear... en vez de destruir.
Perseverar... en vez de desistir.
Alabar... en vez de difamar.
Curar... en vez de herir.
Dar... en vez de robar.
Actuar... en vez de criticar.
Crecer... en vez de estancarse.
Orar... en vez de maldecir.

No quieras de nadie cambios repentinos.
Toda renovación es servicio del tiempo.

El fruto nunca surge antes que la flor en la rama.

Sin terreno adecuado la simiente no germina.

Todo se perfecciona.

LOS ORÍGENES DE LA CUARESMA


Los orígenes de la Cuaresma
¿Cómo vivían los Primeros Cristianos la Cuaresma? El tiempo de Cuaresma surge de un período de celebración y preparación pascual. 
Por: Primeros Cristianos 



¿Cómo vivían los Primeros Cristianos la Cuaresma?
¿CÓMO Y CUÁNDO EMPIEZA A VIVIRSE LA CUARESMA?
¿POR QUÉ 40 DÍAS? ¿POR QUÉ LA PENITENCIA Y EL AYUNO?
¿POR QUÉ LA IMPOSICIÓN DE LA CENIZA?

Habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico. A finales del siglo IV, Roma conocía ya la estructura cuaresmal de cuarenta días

La celebración de la Pascua del Señor, constituye, sin duda, la fiesta primordial del año litúrgico. De aquí que, cuando en el siglo II, la Iglesia comenzó a celebrar anualmente el misterio pascual de Cristo, advirtió la necesidad de una preparación adecuada, por medio de la oración y del ayuno, según el modo prescrito por el Señor. Surgió así la piadosa costumbre del ayuno infrapascual del viernes y sábado santos, como preparación al Domingo de Resurrección.

Los primeros pasos

Paso a paso, mediante un proceso de sedimentación, este período de preparación pascual fue consolidándose hasta llegar a constituir la realidad litúrgica que hoy conocemos como Tiempo de Cuaresma. Influyeron también, sin duda, las exigencias del catecumenado y la disciplina penitencial para la reconciliación de los penitentes.



La primitiva celebración de la Pascua del Señor conoció la praxis de un ayuno preparatorio el viernes y sábado previos a dicha conmemoración.

A esta práctica podría aludir la Traditio Apostolica, documento de comienzos del siglo III, cuando exige que los candidatos al bautismo ayunen el viernes y transcurran la noche del sábado en vela. Por otra parte, en el siglo III, la Iglesia de Alejandría, de hondas y mutuas relaciones con la sede romana, vivíauna semana de ayuno previo a las fiestas pascuales.

En el siglo IV se consolida la estructura cuaresmal de cuarenta días

De todos modos, como en otros ámbitos de la vida de la Iglesia, habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico. Sin embargo, mientras en esta época aparece ya consolidada en casi todas las Iglesias la institución de la cuaresma de cuarenta días, el período de preparación pascual se circunscribía en  Roma a tres semanas de ayuno diario, excepto sábados y domingos. Este ayuno prepascual de tres semanas se mantuvo poco tiempo en vigor, pues a finales del siglo IV, la Urbe conocía ya la estructura cuaresmal de cuarenta días.

El período cuaresmal de seis semanas de duración nació probablemente vinculado a la práctica penitencial: los penitentes comenzaban su preparación más intensa el sexto domingo antes de Pascua y vivían un ayuno prolongado hasta el día de la reconciliación, que acaecía durante la asamblea eucarística del Jueves Santo. Como este período de penitencia duraba cuarenta días, recibió el nombre deQuadragesima o cuaresma.

Durante el primer estadio de organización cuaresmal se celebraban tan sólo las reuniones eucarísticas dominicales, si bien entre semana existían asambleas no eucarísticas: los miércoles y viernes.

Pero a finales del siglo VI las reuniones del lunes, miércoles y viernes celebraban ya la eucaristía. Más tarde, se añadieron nuevas asambleas eucarísticas los martes y sábados. Por último, el proceso se cerró bajo el pontificado de Gregorio II (715-731), con la asignación de un formulario eucarístico para los jueves de cuaresma.

¿Por qué la ceniza?

Hacia finales del siglo V, el miércoles y viernes previos al primer domingo de cuaresma comenzaron a celebrarse cómo si formaran parte del período penitencial, probablemente como medio de compensar los domingos y días en los que se rompía el ayuno.

Dicho miércoles, los penitentes por la imposición de la ceniza, ingresaban en el orden que regulaba la penitencia canónica. Cuando la institución penitencial desapareció, el rito se extendió a toda la comunidad cristiana: este es el origen del Miércoles de Ceniza o «Feria IV anerum».

El proceso de alargamiento del período penitencial continuó de forma irremediable. Esta anticipación delayuno cuaresmal no es una práctica exclusivamente romana: se encuentra también en Oriente, y en diversas regiones de Occidente.

Probablemente se trata de una praxis originada en la ascesis monástica y más tarde propagada entre la comunidad cristiana, aunque resulte difícil conocer sus características.

¿Por qué los cuarenta días?

El significado teológico de la Cuaresma es muy rico. Su estructura de cuarentena conlleva un enfoque doctrinal peculiar.

En efecto, cuando el ayuno se limitaba a dos días —o una semana a lo sumo—, esta praxis litúrgica podía justificarse simplemente por la tristeza de la Iglesia ante la ausencia del Esposo, o por el cli­ma de ansiosa espera; mientras que el ayuno cuares­mal supone desde el principio unas connotaciones propias, impuestas por el significado simbólico del número cuarenta.

En primer lugar, no debe pasarse por alto que toda la tradición occidental inicia la Cuaresma con la lectura del evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto: el período cuaresmal constituye, pues, una experiencia de desierto, que al igual que en el caso del Señor, se prolonga durante cuarenta días.

En la Cuaresma, la Iglesia vive un combate espiritual intenso, como tiempo de ayuno y de prueba. Así lo manifiestan también los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí.

Otros simbolismos enriquecen el número cuarenta, como se advierte en el Antiguo y Nuevo Testamento. Así, la cuarentena evoca la idea de preparación: cuarenta días de Moisés y Elías previos al encuentro de Yahveh; cuarenta días empleados por Jonás para alcanzar la penitencia y el perdón; cuarenta días de ayuno de Jesús antes del comienzo de su ministerio público. La Cuaresma es un período de preparación para la celebración de las solemnidades pascuales: iniciación cristiana y reconciliación de los penitentes.

Por último, la tradición cristiana ha interpretado también el número cuarenta como expresión del tiempo de la vida presente, anticipo del mundo futuro. El Concilio Vaticano II(cfr. SC 109) ha señalado que la Cuaresma posee una doble dimensión, bautismal y penitencial, y ha subrayado su carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta escucha a la Palabra de Dios y oración incesante.

El período cuaresmal concluye la mañana del Jueves Santo con la Misa crismal —Missa Chrismalis— que el obispo concelebra con sus presbíteros. Esta Misa manifiesta la comunión del obispo y sus presbíteros en el único e idéntico sacerdocio y ministerio de Cristo. Durante la celebración se bendicen, además, los santos óleos y se consagra el crisma.

El tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la cena del Señor exclusive. El miércoles de Ceniza es día de ayuno y abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la abstinencia de carne. El Viernes Santo también se viven el ayuno y la abstinencia.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS: MIÉRCOLES 24 DE FEBRERO DEL 2016


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Febrero 24


Con frecuencia la vida se convierte en un juego de naipes en el que triunfa el as. La diferencia está en que para unos el as mayor es el as de oro, para otros el de espada, para no pocos el de bastos y no faltan quienes eligen el de copas.

As de oro para los que ponen sus esfuerzos en almacenar riquezas a toda costa y sin reparar en miramientos o en delicadezas de conciencia que se juzgan puritanas; as de oro con el que se piensa se pueden ganar todas las partidas, incluso la partida de la felicidad.
As de espadas para quienes todo lo quieren conseguir con la fuerza, sea de las armas, sea de las leyes políticas o sindicales.
As de bastos para quienes pretenden arreglar el mundo a garrotazos, con violencia, con secuestros, con odios, guerras y crímenes.

As de copas para los despreocupados que tratan de ahogar en vino y licores, en fiestas y comilonas los sinsabores diarios, los problemas acuciantes para la sociedad o el vacío que ellos experimentan en su interior, por falta de un sentido para su vida.
¿Será eso la vida? ¿Un juego de naipes?
“Cantaré al Señor toda mi vida, mientras yo exista, celebraré a mi Dios” (Sal 104,33). “Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán; así te bendeciré mientras viva” (Sal 63,4-5)


* P. Alfonso Milagro

ES MARAVILLOSO, SEÑOR


Es maravilloso, Señor


“Empezar a dar gracias a Dios invita a descubrir sus dones, y cuanto más se busca, más se encuentra. Es como recoger flores en un prado: no se ha concluido de cortar una flor, cuando otra se presenta más hermosa” (A. Gasparino).

Es maravilloso, Señor, tener mis brazos perfectos, cuando hay tantos mutilados. Mis ojos miran, cuando tantos no tienen luz. Mi voz canta, cuando otros enmudecen. Mis manos trabajan, cuando tantos mendigan. Es maravilloso, Señor, volver a casa, cuando otros no tienen dónde ir.
Es bueno sonreír, amar, soñar, vivir, cuando tantos odian y mueren. Es maravilloso, Señor, tener un Dios para creer, cuando tantos no creen. Es maravilloso, Señor, tener tan poco que pedir y tanto que agradecer.

“Vivir dando gracias a Dios” (san Pablo), te ayudará a relacionarte con él de una forma muy concreta, descubriendo los dones que te regala a cada paso. Por otra parte es una oración que te ensanchará el corazón y descansará tu mente. Si tienes alguna dificultad, ¿por qué no ensayas escribir brevemente los motivos de tu gratitud? El Señor te bendiga.



* Enviado por el P. Natalio

LA FE EN CASA: LA BENDICIÓN DE LA MESA


La fe en casa: La Bendición de la mesa
Bendecir la mesa, una costumbre que ayuda a que vuestros hijos vivan en un ambiente cristiano.


Por: Jorge Peñacoba | Fuente: http://www.sontushijos.org 




La Bendición de la mesa es una costumbre antiquísima entre los cristianos; y, antes, entre nuestros hermanos mayores, los judíos. En los relatos evangélicos se puede observar como el propio Jesús, nuestro Señor, lo hacía. No sólo en la última cena, sino que, por ejemplo, antes de multiplicar los panes, bendice al Padre, pronuncia la bendición de agradecimiento… Lo mismo hacen los discípulos, como se puede apreciar en el libro de Los Hechos de los Apóstoles y otros del Nuevo Testamento.

¿Qué significa bendecir algo o a alguien?

Bendición, bendecir, es un término de raíz latina que significa decir bien, decir algo bueno sobre algo o alguien; desearle un bien (como maldecir es desearle un mal, cargar sobre él una mala palabra y el mal deseo que conlleva. También la lengua griega, en la que fue escrito el Nuevo Testamento tiene una palabra que significa lo mismo: eu-logein

La Sagrada Escritura está transida de la alegría por las bendiciones de Dios, y exhorta muy a menudo a bendecir a su vez al Autor de todo nuestro bien: ‘Bendecid al Señor sus Ángeles todos, bendecidle, hijos de los hombres: todo ser que alienta bendiga al Señor...’, dice el Cántico de los Tres Jóvenes.

Una de las Cartas de san Pablo comienza con esta explosión de alegría: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la creación del mundo, para ser santos e sin mancha en su presencia por el amor” (Ep. a los Efesios, cap. 1)

En realidad es Dios quien nos bendice con su Amor. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: ‘Bendecir es una acción divina que da la vida y cuya fuente es el Padre. Su bendición es a la vez palabra y don ("bene-dictio", "eu-logia")… Desde el comienzo y hasta la consumación de los tiempos, toda la obra de Dios es bendición.

‘Toda bendición es alabanza de Dios y oración para obtener sus dones. En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre "con toda clase de bendiciones espirituales" (Ef 1,3). Por eso la Iglesia da la bendición invocando el nombre de Jesús y haciendo habitualmente la señal santa de la cruz de Cristo’ (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1671).

La Bendición de la mesa o los alimentos

La bendición de la mesa es una acción de gracias y una sencilla petición, que sigue la estela del Padrenuestro, la oración que Jesús nos enseñó, donde pedimos: ‘Danos hoy nuestro pan de cada día’, recordando así la procedencia de esos y de todos los bienes -vienen de Dios- que nos deleitan y nos alimentan, y que son completamente necesarios para el hombre.

Al recordar que vienen de Dios y son para todos, nos alienta a hacer de nuestra parte todo lo que podamos para que a nadie le falten, empezando por la personal moderación en su uso; moderación que debe ser sincera y alegre, y que es señal de que no ponemos en la acumulación y goce de esos bienes fungibles la clave de nuestra felicidad.

Hay algunas fórmulas de bendición muy ricas de contenido, otras muy sencillas (‘Benedictus benedicat’: ‘que el Bendito nos bendiga’, por ejemplo) o incluso un tanto infantiles (‘El Niño Jesús que nació en Belén bendiga estos alimentos y a nosotros también’). … Todas pueden ayudar, según las circunstancias y la costumbre de la familia de que se trate… aunque tal vez habría que prescindir de las que tengan un tono demasiado jocoso o incompatible con la idea de oración.

Lo mismo cabe decir acerca de a quién corresponde en la casa hacer la bendición. En muchas familias es costumbre que lo haga la madre, que tal vez es la que los ha preparado y a la que todos miran esperando (y agradeciendo) que cuide de todos de ese modo tan maravilloso. O el padre, como cabeza de familia. No faltan hogares en que de buena gana se le pide al más pequeño que dirija la bendición, como signo del respeto y cariño a los niños que Jesús enseñó; o que la hacen por turno los hijos… Lo importante en cualquier caso es que es una oración familiar, un detalle que hace brillar el carácter cristiano de aquel hogar.

Algunas sugerencias prácticas

Es frecuente en la actualidad que los miembros de la familia coman a distintas horas o en distintos sitios, o que la cena sea poco más que un asunto que cada uno se despacha por su cuenta… Pero siempre hay algunas comidas especiales; tal vez el domingo, o la comida en casa de la abuela… Se le puede dar un valor especial precisamente con la bendición.

También es buena cosa enseñar a bendecir incluso cuando uno come sólo. De ese modo se adquiere el hábito de vivir en presencia de Dios con sencillez a lo largo del día, y no sólo, por ejemplo, en el templo
Hay quien, para fomentar la costumbre entre los más pequeños, escribe en un papel la fórmula, de un modo más o menos artístico, y lo pone en un imán de la nevera, o en una cartelita para que pueda leerlo en voz clara aquel que le toca ese día…

FÓRMULAS PARA LA BENDICIÓN DE LA MESA


Fórmulas para la bendición de la mesa

Bendición 
V. Bendícenos, Señor, y bendice estos alimentos que por tu bondad vamos a tomar.
R. Amén.
V. El Rey de la gloria eterna nos haga partícipes de la mesa celestial.
R. Amén.



Acción de gracias 
V. Te damos gracias por todos tus beneficios, omnipotente Dios, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
V. El Señor nos dé su paz.
R. Y la vida eterna. Amén.

Hay otras muchas fórmulas. Se adjuntan algunas, tanto de bendición antes de comer como de acción de gracias al terminar.


BENDICIÓN AL COMENZAR 

1. En el nombre del Padre...
Bendícenos, Señor, y bendice los alimentos que vamos a tomar para mantenernos en tu santo servicio. Amén.

2. Bendícenos, Señor, y bendice nuestros alimentos. Bendice también a quienes nos los han preparado, y da pan a los que no lo tienen.

3. Bendice, Señor, a cuantos hoy comemos este pan Bendice a quienes lo hicieron y haz que juntos lo comamos en la mesa celestial.

4. Porque me das de comer, muchas gracias, Señor. Sé que hay muchos hombres que hoy no comerán... Danos a todos el pan de cada día.

ACCIÓN DE GRACIAS AL TERMINAR

1. Te damos gracias, Señor, por el alimento que nos has dado; haced que de él nos sirvamos siempre para nuestro bien.

2. Gracias por todos tus dones. Que el Rey de la eterna gloria nos haga partícipes de la mesa celestial. Amén.

3. Gracias, Señor, porque, de nuevo, hemos podido alimentarnos con los dones que Tú generosamente nos das. Señor, que no haya más hambre en el mundo.

4. Te agradezco, Señor, esta alegría de la mesa: el alimento y la compañía de los míos. Bendice siempre a esta familia y a quienes no tienen ni hogar ni pan.

LA MISERICORDIA NO ES PRETEXTO PARA DAR LA COMUNIÓN A DIVORCIADOS, EXPLICA ARZOBISPO


La misericordia no es pretexto para dar la comunión a divorciados, explica Arzobispo
Por Diego López Marina



(ACI).- El Arzobispo de La Plata (Argentina), Mons. Héctor Aguer, afirmó que “a los sacerdotes no les está permitido hacer su parecer y violar las disposiciones sobre la admisión a la comunión eucarística de los divorciados que han pasado a una segunda unión, como pretexto de ejercer misericordia”.

El Prelado hizo esta advertencia en la instrucción pastoral “La misericordia de Dios y la nuestra”, que fue enviada a la comunidad arquidiocesana de La Plata con motivo del Jubileo Extraordinario de la Misericordia.

Recordó que en este año, especial para la Iglesia, se exige de los sacerdotes “una mayor disponibilidad para el ministerio de la reconciliación, que incluye la predicación y la enseñanza para esclarecer las condiciones necesarias para recibir la absolución sacramental”.

En 1994 la Congregación de la Doctrina para la Fe emitió una carta a todos los obispos donde se determinó como errónea la creencia de algunas personas divorciadas y vueltas a casar, de poder recibir la Eucaristía normalmente.

La doctrina es clara en relación a los divorciados en nueva unión. En el numeral 2382 del Catecismo de la Iglesia Católica se explica el carácter indisoluble del matrimonio y en el 2384 se precisa que contraer una nueva unión aumenta la gravedad de la ruptura pues se convierte “en situación de adulterio público y permanente”, algo que imposibilita el acceso a la Eucaristía.



El Arzobispo de La Plata lamentó que “ahora se plantean las cosas como si se tratara de la reconquista de un derecho humano. Quienes así lo hacen ignoran qué es la Eucaristía, la enseñanza de Jesús expuesta en los tres Evangelios sinópticos acerca del adulterio y la constante disciplina de la Iglesia”.

También puso hincapié en la confusión generada entre la nulidad matrimonial y el divorcio debido a “la algarabía de algunos conocidos periodistas cuando (el Papa) Francisco publicó las nuevas normas para los procesos de nulidad” en septiembre de 2015.

Esta reforma del proceso considera una mayor participación de los obispos, mayor brevedad para la resolución de los casos y la declaración de la gratuidad de los mismos.

Busca además mejorar el sistema de declaración de nulidad, por la salvación de las almas, mientras se reafirma la enseñanza católica de la indisolubilidad del matrimonio.

Finalmente Mons. Aguer puso de ejemplo al Movimiento Camino a Nazaret, perteneciente a su arquidiócesis, “que reúne a parejas que no pueden celebrar el sacramento del matrimonio, pero procuran crecer en la fe y en la caridad, se ejercitan en la oración y aguardan con esperanza la hora de la gracia”.

“Les estoy muy cercano con mi afecto y mi oración”, concluyó el Arzobispo.

El Movimiento Camino a Nazaret es una comunidad formada por divorciados en nueva unión, que pese a su situación buscan imitar a la Sagrada Familia. Cuentan con la asesoría de sacerdotes que los acompañan en el proceso de crecimiento de la fe.

Esta iniciativa empezó en 1995 de la mano de un matrimonio en nueva unión, Silvia y Jorge Castello, y del Padre Juan Francisco Ronconi, párroco de San Carlos de Buenos Aires. Ellos decidieron dar una respuesta a este desafío pastoral en la Iglesia Católica.