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sábado, 31 de diciembre de 2016

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 31 DE DICIEMBRE, FELIZ AÑO NUEVO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
DICIEMBRE 31


Y llegamos al último día del año, al último momento del año. No todos los que comenzaron este año han podido terminarlo.

De los que lo terminan, no todos lo terminan con la felicidad y con la salud con las que nosotros tal vez lo terminamos.

Indudablemente, esto nos debe mover a un acto de gratitud a Dios, que nos ha concedido otro año más.

En estos 365 días del año hemos vivido más de 8.000 horas, y más de medio millón de minutos; ¿podremos afirmar con verdad, delante de Dios y de nuestra conciencia, que todas esas horas y todos esos minutos han sido vividos con rectitud, buscando el bien y la verdad? ¿No habremos perdido lamentablemente algunos de
 esos minutos en actos indignos que nos han rebajado, en violencias, en odios, en torcidas intenciones, en actos de pereza, de soberbia, de sensualidad, en egoísmos repugnantes?

No estará mal que, al terminar este año, nos arrepintamos con sinceridad en nuestro interior de todo lo malo que hayamos hecho a lo largo de él y de todo lo bueno que hayamos dejado de hacer.

Porque si es muy bueno no hacer el mal, es muy malo no hacer el bien; para ser malo, basta no ser bueno; para ser bueno, no basta el no ser malo.

"De la tierra creó el Señor al hombre, y de nuevo le hizo volver a ella; días contados le dio" tiempo fijo" (Ecli, 17, 1-2). Cada uno de los días del año que ha pasado ha sido una responsabilidad para nosotros: ¿lo habremos hecho fructificar? ¿lo habremos dejado perder?

Un año más que hemos vivido; un año más del que deberemos dar cuenta; un año menos que nos resta de vida; un año menos de tiempo en el que podamos hacer mérito para la eternidad.

"Mientras tengamos oportunidad (o tiempo) hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe" (Gál. 6, 10).

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 31 DE DICIEMBRE DEL 2016


Día litúrgico: 31 de Diciembre 
(Día séptimo de la octava de Navidad)



Texto del Evangelio (Jn 1,1-18): En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 

La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 

Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.

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«Y la Palabra se hizo carne»
Rev. D. David COMPTE i Verdaguer 
(Manlleu, Barcelona, España)


Hoy es el último día del año. Frecuentemente, una mezcla de sentimientos —incluso contradictorios— susurran en nuestros corazones en esta fecha. Es como si una muestra de los diferentes momentos vividos, y de aquellos que hubiésemos querido vivir, se hiciesen presentes en nuestra memoria. El Evangelio de hoy nos puede ayudar a decantarlos para poder comenzar el nuevo año con empuje.

«La Palabra era Dios (...). Todo se hizo por ella» (Jn 1,1.3). A la hora de hacer el balance del año, hay que tener presente que cada día vivido es un don recibido. Por eso, sea cual sea el aprovechamiento realizado, hoy hemos de agradecer cada minuto del año.

Pero el don de la vida no es completo. Estamos necesitados. Por eso, el Evangelio de hoy nos aporta una palabra clave: “acoger”. «Y la Palabra se hizo carne» (Jn 1,14). ¡Acoger a Dios mismo! Dios, haciéndose hombre, se pone a nuestro alcance. “Acoger” significa abrirle nuestras puertas, dejar que entre en nuestras vidas, en nuestros proyectos, en aquellos actos que llenan nuestras jornadas. ¿Hasta qué punto hemos acogido a Dios y le hemos permitido entrar en nosotros?

«La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9). Acoger a Jesús quiere decir dejarse cuestionar por Él. Dejar que sus criterios den luz tanto a nuestros pensamientos más íntimos como a nuestra actuación social y laboral. ¡Que nuestras actuaciones se avengan con las suyas!

«La vida era la luz» (Jn 1,4). Pero la fe es algo más que unos criterios. Es nuestra vida injertada en la Vida. No es sólo esfuerzo —que también—. Es, sobre todo, don y gracia. Vida recibida en el seno de la Iglesia, sobre todo mediante los sacramentos. ¿Qué lugar tienen en mi vida cristiana?

«A todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Todo un proyecto apasionante para el año que vamos a estrenar!

ORACIÓN PARA DESPEDIR EL AÑO QUE TERMINA Y RECIBIR EL AÑO NUEVO


Oración para despedir el año que termina y recibir el Año Nuevo


 (ACI/EWTN Noticias).- Se acerca el fin del 2016 y el mundo entero se prepara para recibir el nuevo año con fiestas y fuegos artificiales, pero muchos olvidan de celebrarlo con Dios, dueño de la vida y el tiempo. Por ello te compartimos esta oración para rezarla junto con tu familia, comunidad o amigos antes de la medianoche del 31 de diciembre.

Se recomienda estar alrededor del nacimiento o pesebre. Juntos comienzan diciendo: “En el nombre del Padre…”

Luego se hace la siguiente oración:

Lector 1: “Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año queremos darte gracias por todo aquello que recibimos de ti.


Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrecemos cuanto hicimos en este año, el trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos y lo que con ellas pudimos construir.

Lector 2: Te presentamos a las personas que a lo largo de estos meses quisimos, las amistades nuevas y los antiguos que conocimos, los más cercanos a nosotros y los que estén más lejos, los que nos dieron su mano y aquellos a los que pudimos ayudar, con los que compartimos la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor, hoy queremos pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

Todos: Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración que poco a poco se fue aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos los olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón.

A pocos minutos de iniciar un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo tú sabes si llegaré a vivirlos.


Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso. Amén.”

Para terminar, los participantes se agarran de las manos y rezan un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria. Luego, entre todos, se dan un abrazo diciendo: “La paz sea contigo. ¡Feliz año Nuevo!”

TRES PEQUEÑAS RESOLUCIONES QUE TODO CRISTIANO PUEDE HACER EN AÑO NUEVO


Tres pequeñas resoluciones que todo cristiano puede hacer en Año Nuevo



 (ACI).- Hoy se acabará el 2016 y este cambio de año es una buena oportunidad para hacerse nuevos propósitos o resoluciones. Mons. José Gómez, Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), es uno de los que sugieren realizar esta práctica.

“Hacer resoluciones de Año Nuevo es un hábito profundamente cristiano. Refleja un hermoso deseo de crecer en amistad con Jesucristo y refleja nuestra conciencia de que no somos todavía el pueblo que Dios quiere que seamos”, indicó en una de sus columnas publicadas en ACI Prensa.


Por ello, presentamos las tres resoluciones  sugeridas por Mons. Gómez para el año nuevo:

1.- Colocar a Jesús en el centro de nuestras vidas

El Prelado indicó que la mejor forma de acercarse a Jesús es leyendo el Evangelio diariamente. Cada día durante unos minutos lea un pasaje, puede ser de la lectura diaria de la Misa.

Después “pídanle a Jesús que abra su Palabra para ustedes. No se pregunten lo que el pasaje del Evangelio dice “en general”, o lo que podría significar para otras personas. Pregúntenle personalmente a Jesús: “Señor, ¿qué me estás diciendo a mí? ¿Qué quieres que yo haga? “¿Qué debo cambiar en mi vida si quiero seguirte más de cerca?”.

Mons. Gómez sugiere aplicar lo que el pasaje dijo a cada uno durante el día. “De este modo, empezamos a ver nuestras vidas como él las ve desde su perspectiva”.

2.- Mejorar la vida de los demás

La segunda resolución es tener la disposición y la intención diario para servir, “de mejorar la vida de alguien”. El Arzobispo de Los Ángeles indicó que el amor “empieza con aquellos que nos exigen más cosas, con los que representan un reto para nuestro egoísmo”. Con aquellos que están más cerca.

Por ello, sugiere tener más paciencia, ser más comprensivos, no juzgar inmediatamente sino dar el beneficio de la duda; aceptar a las personas tal cómo son. También dejar de criticar y hacer que las conversaciones sean positivas.

“Hemos de tratarnos unos a otros con ternura y amor. Algunas veces podemos cambiar todo el curso del día de las personas tan solo sonriéndoles, tan solo con escuchar lo que ellas tienen qué decir”, manifestó.

3.- Perdonar a los demás como Dios nos perdona a nosotros


Este propósito consiste en pensar en silencio en alguna persona con la que uno esté enfadado o que no nos agrade.

“En silencio, pensemos… en alguna persona con la que estemos molestos, con los que estemos enojados, en alguien que no nos guste. Pensemos en esa persona y… oremos por esta persona y volvámonos misericordiosos con esta persona”.

“No perdonamos lo suficiente. Esto daña a nuestras familias. Esto perjudica nuestras relaciones. La gente nos va a hacer daño y nos va a ofender todos los días. Pero permanecer enojados o resentidos no cura nada. Sólo hace que las cosas nos lastimen por más tiempo”, indicó el Arzobispo de Los Ángeles.

TRES PALABRAS A JESÚS POR EL FIN DE AÑO


Tres palabras a Jesús por el Fin de Año
Terminamos un año y comienza uno nuevo; no olvidemos a quien se lo debemos todo

Es momento de agradecer, pedir perdón y pedir ayuda


Por: Francisco Mario Morales | Fuente: Catholic.net 




En estos últimos momentos del año que hoy termina aquí, Señor, vengo a ti en silencio y en recogimiento,

Para decirte: GRACIAS.
Para solicitarte: AYUDA,
Para implorarte: PERDON.

     

  ¡GRACIAS!

Señor, por la paz, por la alegría, por la unión que los hombres mis hermanos, me han brindado; por esos ojos que con ternura y comprensión me miraron, por esa mano oportuna que me levantó, por esos labios cuyas palabras y sonrisas me alentaron, por esos oídos que me escucharon, por ese corazón que, amistad, cariño y amor me dio.

GRACIAS, Señor, también por el éxito que me estimuló, por la salud que me sostuvo, por la comodidad y diversión que me descansaron.

GRACIAS, Señor... me cuesta trabajo decirlo... por la enfermedad, por el fracaso, por la desilusión, por el insulto, por el engaño, por la injusticia, por la soledad, por el fallecimiento del ser querido.

Tú, lo sabes, Señor, cuan difícil fue aceptarlo; quizá estuve a punto de la desesperación pero ahora me doy cuenta que todo esto me acercó más a Ti ¡Tú sabes lo que hiciste!

GRACIAS, Señor, sobre todo por la fe que me has dado en Ti y en los hombres.

Por esa fe que se tambaleó, pero que Tú nunca dejaste de fortalecer, cuantas veces encorvado bajo el peso del desánimo, me hizo caminar por el sendero de la verdad a pesar de la oscuridad.


AYUDA

Te he venido también a implorar para el año que está a punto de comenzar, 2017. Lo que el futuro me depara, lo desconozco, Señor. Vivir en la incertidumbre, en la duda, no me gusta, me molesta, me hace sufrir. Pero sé que Tú siempre me ayudarás.

Yo te puedo dar la espalda. Soy libre.

Tú nunca me la darás, eres fiel.

Yo sé que contaré con tu ayuda.

Tú sabes que no siempre cooperaré.

Yo sé que me tenderás la mano.

Tú sabes que no siempre la tomaré.

Por eso, hoy te pido que me ayudes a dejarme ayudar,

Que llenes mi vida de esperanza y generosidad.

No abandones la obra de tus manos, Señor...


PERDON

No podría retirarme sin pronunciar esa palabra que tantas veces te bebería haber dicho, pero que por mi negligencia y orgullo he callado.

PERDÓN, Señor, por mis negligencias, descuidos y olvidos, por mi orgullo, por mi vanidad, por mi necedad y capricho, por mi silencio y mi excesiva locuacidad.

PERDÓN, Señor, por prejuzgar a mis hermanos, por mi falta de alegría y entusiasmo, por mi falta de fe y confianza en Ti, por mi cobardía y mi temor en mi compromiso.

PERDÓN, porque me han perdonado y no he sabido perdonar.

PERDÓN por mi hipocresía y doblez, por esa apariencia que con tanto esmero cuido pero, que en el fondo no es más que engaño a mí mismo y los demás.

PERDÓN por esos labios que no sonrieron, por esa palabra que callé, por esa mano que no tendí, por esa mirada que desvié, por esos oídos que no presté, por esa verdad que omití, por ese corazón que no amó... Por ese YO que se prefirió. SEÑOR, no te he dicho todo.

Llena con tu amor mi silencio y mi gran cobardía.

GRACIAS por todos los que no te dan las gracias.

AYUDA a todos los que no imploran tu ayuda.

PERDON por todos los que no te piden perdón.

Me has escuchado... ahora, Señor, habla Tú, te escucho...

Un año termina Señor.

GRACIAS, Señor, por todo lo que en este año me diste.

GRACIAS por los días de sol y los nublados tristes.

GRACIAS por las noches tranquilas y por las inquietas horas obscuras.

GRACIAS por la salud y la enfermedad.

GRACIAS por las penas y las alegrías.

GRACIAS por todo lo que me prestaste y después me pediste.

GRACIAS, Señor, por la sonrisa amable y la mano amiga, por el amor y todo lo hermoso y dulce.

Por las flores y las estrellas y la existencia de los niños y de las almas buenas.

GRACIAS por la soledad, por el trabajo, por las dificultades, y las lágrimas, por todo lo que me acerco a ti más íntimamente.

GRACIAS por tu presencia en el sagrario y la gracia de los sacramentos.

Por haberme dejado vivir...

GRACIAS, SEÑOR.

Un año inicia.

Da vuelta otra hoja del libro de mi vida.

¿Qué traerá el año que empieza?

Lo que tú quieras Señor.

Pero te pido Fe para mirarte en todo.

Esperanza para no desfallecer.

Caridad perfecta en todo lo que haga, piense y quiera.

Dame Paciencia y Humildad.

Dame Desprendimiento y un Olvido total de mí mismo.

Dame, Señor; lo que tú sabes me conviene y yo no sé pedir,

Que pueda yo amarte cada vez más, y hacerte amar de los que rodean.

Que sea yo grande en lo pequeño.

Que siempre tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activas, el pie dispuesto.

Derrama, Señor, tus gracias, sobre todos los que quiero.

Mi amor abarca el mundo y aunque yo soy muy pequeño, sé que todo lo colmas con tu bondad inmensa.

AMÉN

SI LOS DEMONIOS NO PUEDEN ADIVINAR EL FUTURO, CREERÁS EN LOS PRONÓSTICOS?


Si los demonios no pueden adivinar el futuro, ¿creerás en los pronósticos para 2017?



ROMA, 30 Dic. 16 / 10:43 pm (ACI/EWTN Noticias).- En los días previos a la celebración de un Año Nuevo proliferan los pronósticos y adivinaciones sobre lo que vendrá. Algo que muy pocos toman en cuenta al recurrir a estos supuestos adivinos, es que ni siquiera los demonios pueden ver el futuro, tal como lo explica el famoso exorcista José Antonio Fortea.

En su libro Summa Daemoniaca, un libro de consulta sobre la materia de los demonios y el exorcismo, el P. Fortea advierte: “No hace falta decir que si el futuro no es posible conocerlo ni invocando a los demonios, mucho menos con esas prácticas de astrología, cartomancia, etc.”.

“Los demonios no lo saben todo, solo lo que pueden deducir, pero ellos no ven el futuro”, señala.

El P. Fortea indica que los demonios “con su inteligencia muy superior a la humana pueden deducir por sus causas algunas cosas que sucederán en el porvenir”, pero precisa que aquello que pertenece “a la libertad humana, está indeterminado y no lo conocen”.

El exorcista español escribe además que “los mismos que practican esas supercherías son la prueba viviente de que por ese medio no se puede obtener ningún beneficio”.

“Los únicos que sí que suelen obtener algún beneficio de tales adivinaciones, son los embaucadores profesionales que son los primeros en no creer en ellas y que saben dosificar sus predicciones para no pillarse los dedos”, señala.


El exorcista español es enfático en que “nunca ningún cristiano bajo ningún concepto debe consultar a este tipo de personas”, pues “la consulta a un mago, vidente o santón constituye siempre un pecado grave”.

Puede descargar gratuitamente el libro Summa Daemoniaca del P. José Antonio Fortea, así como otros textos del mismo autor en este enlace: https://www.aciprensa.com/fortea/

UN AÑO NUEVO ESTÁ POR COMENZAR


Un año nuevo está por comenzar...
¿Qué pasó con aquellos deseos que brotaron en nuestro corazón al terminar de oír las doce campanadas y nos hicieron decir: 


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 




El sábado sonarán las campanas en el reloj...

Las 12. Las 12 de la noche.

Parece que los meses del año que termina, con sus días y sus horas se columpian en cada una de ellas... Doce meses, doce campanadas. El año se va. El año 2016 se acaba. Se esfuman los doce meses como en un conjuro de tiempo y eternidad. Los tuvimos en nuestras manos paro ya no volverán.

Fueron instantes nuestros, únicos e irrepetibles, vividos dentro de nuestro libre albedrío, hora tras hora y ahora se van, perdiéndose en la noche última del año. La noche vieja.

El poeta dice:

El indivisible tiempo
lo hemos dividido en años
y así decimos que pasa
cuando nosotros pasamos. 

Así es, decimos que el tiempo se va cuando somos nosotros los que nos vamos. Decimos que el tiempo corre, que el tiempo vuela, pero los que corremos, los que volamos sobre el tiempo somos nosotros. El tiempo siempre está, el tiempo ni tiene tiempo, ni es joven ni viejo, nosotros si.

Las 12. Noche Vieja. Un año nuevo está por comenzar.

Las 12 horas del 31 de diciembre de 2016... ¿Qué hicimos con estos trescientos sesenta y cinco días? ¿Qué dijimos, qué pensamos una noche como esta pero del año pasado? ¡Cuántos planes, cuántas promesas, cuántos propósitos! ¿Somos los mismos de aquella noche de otras muchas noches o sentimos que fuimos limando las aristas de nuestro carácter, rellenando "baches" en los que caíamos una y otra vez, quitando obstáculos, que quizá amábamos pero que nos hacían tropezar en nuestro plan de ser mejores como seres humanos en nuestra plenitud y dignidad? ¿Qué pasó con aquellos deseos vehementes que brotaron en nuestro corazón al terminar de oír las doce campanadas y nos hicieron decir: "¡Ahora sí, este año nuevo sí!

Poco a poco se nos fueron aminorando las fuerzas, el entusiasmo, y llegó esa desgana o indiferencia por las cosas. La bruma de la rutina nos envolvió en sus días grises y nos heló el corazón y el coraje.

O no fue así... y sentimos que sí ha habido un cambio positivo. Que el sol del amor nos arropa y podemos repartir el calor que hay en nuestra alma a los demás. Que estamos en pie de lucha, que las 12 campanadas resuenan en nuestro corazón como el tañer de las campanas de la ermita invitándonos a orar.

Que cada campanada se un:
Perdón y gracias, Dios mío, me estás regalando otro año para crecer en la fe y en el amor a Ti y a los demás. El tiempo pasado está en Tus manos , el que comienza en las mías, pero quiero que Tu me acompañes a vivirlo!.

Y con el año que se va y el nuevo que comienza, en esta Noche Vieja, la más vieja del año, recordamos al poeta que nos dice:

Un año más, no mires con desvelo
la carrera veloz del tiempo alado
que un año más en la virtud pasado
un paso es más que te aproxima al cielo.

Y siguiendo con los versos terminaremos esta pequeña reflexión con uno que una noche como esta me inspiro:

Esta noche es "noche-vieja"
y yo hago un alto en mi camino,
sentada bajo la luna
abro mi alforja y la miro.
¿Qué es lo que tengo en ella?
Oro y plata:-Te lo cambio
por la sonrisa de un niño.

Quiero caminar descalza
por lo prados con rocío
quiero soltar mis amarras
y extender libre mis alas
y sentir mi poderío.

Poderío y libertad
olvidando el claro-oscuro
de ambiciones que esclavizan
tan pesadas como un yugo.

Esta noche es "noche vieja"
tengo el alma transparente,
cuando llegue el año nuevo
que me encuentre en la vereda
como quién vuelve a nacer,
sin sandalias ,sin alforja,
con la piel limpia de luna
las estrellas en mi pelo
y cantando el "aleluya".

Esta noche es noche vieja,
y yo tengo el alma nueva...
¡quién lo pudiera creer!

ORACIONES DE AÑO NUEVO, DAMOS GRACIAS A DIOS


Para comenzar el Nuevo Año dando gracias a Dios
Oraciones para bendecir el año que concluye y poner en manos de Dios el que inicia


Por: n/a | Fuente: GaudiumPress.org 




Finaliza el 2016 y el nuevo año se asoma ya en la puerta de la esquina. Es ocasión para hacer un balance sobre el tiempo que culmina, los logros, las metas cumplidas, lo que está por mejorar... pero qué mejor manera de iniciar el 2017 dando gracias a Dios por todos los momentos vividos durante el año, sean buenos y no tan buenos.

Compartimos a continuación varias oraciones para bendecir el año que concluye y poner en manos de Dios el que inicia. Te recomendamos realizarlas en familia frente el pesebre o, si lo prefieres, ante la presencia real de Jesús Eucaristía, en el Santísimo Sacramento o tras la celebración de la Misa de año nuevo.



Oración de Acción de Gracias 
para el año que termina

Gracias Señor por todo cuanto me diste en el año que termina. Gracias por los días de sol y los nublados tristes por las tardes tranquilas y las noches oscuras. Gracias por lo que nos prestaste y luego nos pediste. Gracias señor por la sonrisa amable y por la mano amiga, por el amor y todo lo hermoso, por todo lo dulce, por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las personas buenas. Gracias por la soledad y por el trabajo, por las inquietudes y las dificultades, por las lágrimas, por todo lo que nos acercó a ti. Gracias por habernos conservado la vida, por habernos dado techo, abrigo y sustento. Amén.



Fe para mirarte en todo. 
Esperanza para no desfallecer


¿Qué traerá el año que comienza? ¡Lo que Tú quieras; Señor! Te pido Fe para mirarte en todo. Esperanza para no desfallecer. Caridad perfecta en todo lo que haga, piense y quiera. Dame paciencia y humildad. Dame desprendimiento y un olvido total de mí mismo. Dame, Señor, lo que Tú sabes me conviene y yo no sé pedir. ¡Que pueda yo amarte cada vez más; y hacerte amar por los que me rodean! ¡Que sea yo grande en lo pequeño! ¡Que siempre tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activas, el pie dispuesto!

Derrama, Señor tus gracias sobre todos los que quiero. Mi amor abarca el mundo y aunque yo soy muy pequeño, sé que todo lo colmas con tu bondad inmensa. Amén


Pongo en tus manos Señor el año que comienza

Tú, Padre amoroso, que velas por mí y estás por encima de los límites del tiempo y del espacio, sabes lo que necesitaré en este año que inicia. Me abandono a tu misericordia, a tu providencia. Que sea lo que Tú dispongas, Señor.

Aumenta mi fe, que sea capaz de descubrir tu presencia a mi lado. No permitas que nada me separe de Ti. Dame fortaleza y perseverancia en las pruebas, y ayúdame cada día a recordar que nunca sucederá nada que Tú y yo juntos, no podamos superar.

Líbrame de la indiferencia. Hazme sensible a las necesidades de los demás, y muéveme no sólo a orar, a interceder por ellos, sino a realizar acciones concretas en beneficio suyo.

Ayúdame a no ser avaro ni desperdiciado con mi tiempo, con mis dones. Enséñame a darme a los demás, a comprender que sólo vale la pena lo que se hace por los demás. Enséñame a salir de mí mismo para ir al encuentro de mis hermanos, sin prejuicios, sin retórica. Simplemente como Tú, con la mano extendida y el corazón abierto. Pero líbrame de la vanidad, de creerme bueno, de sentirme satisfecho. No dejes que me paralice la inercia, el orgullo, la complacencia. No dejes de inquietarme, de ponerme en movimiento, de lanzarme contigo a construir tu reino de paz, amor y justicia.

Enséñame a mantenerme sencillo y alegre, a ser verdaderamente testigo tuyo en mi mundo. Ayúdame a desprenderme de todo lo que me estorba para seguirte, líbrame de lo que me hace tropezar, de lo que me pesa: de mis rencores, mis egoísmos, mis orgullos, mis miserias, mis apegos.

Enséñame a ser paciente, comprensivo, dulce, a perdonar a los otros, a acogerlos en mi corazón. Enséñame a amar como amas Tú.

Quiero descubrirte en cada día de este año que empieza, y ayudar a que otros te descubran también. Señor, que cuando me busquen a mí, te encuentren siempre a Ti. Amén.

Con información de Catholic.net y Misioneros Oblatos.

HERMOSA ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA, PAPA FRANCISCO


La hermosa oración a la Sagrada Familia con la que el Papa concluye la Amoris Laetitia



VATICANO, 30 Dic. 16 / 10:27 am (ACI).- En la exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia, publicada en abril de 2016, el Papa Francisco incluyó una hermosa oración dirigida a la Sagrada Familia, cuya fiesta la Iglesia celebra este 30 de diciembre. 

Este es el texto completo de la plegaria del Santo Padre:


Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret,
haz tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Amén.