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lunes, 23 de noviembre de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 23 DE NOVIEMBRE DEL 2015


La viuda de las dos monedas
Tiempo Ordinario


Lucas 21, 1-4. Tiempo Ordinario. Cristo no mira las apariencias y no se ha quedado indiferente ante el gesto de la viuda. 


Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 21, 1-4
En aquel tiempo, alzando Jesús la mirada, vio a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, y dijo: De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir.

Oración introductoria
Señor, contemplando el ejemplo de la viuda pobre del Evangelio, quiero ofrecerte mi vida entera, quiero entregártela sin reservas, como lo hizo la Virgen María. Concédeme tu gracia en esta oración para que este ofrecimiento sea una realidad al darte todo mi amor y todo mi ser, con alegría y generosidad.

Petición
Señor, enséñame a darlo todo por Ti y por los demás, con alegría, generosidad y caridad.

Meditación del Papa Francisco
Pero los pobres –y este es el tercer punto– no sólo son personas a las que les podemos dar algo. También ellos tienen algo que ofrecernos, que enseñarnos. ¡Tenemos tanto que aprender de la sabiduría de los pobres!
Un santo del siglo XVIII, Benito José Labre, que dormía en las calles de Roma y vivía de las limosnas de la gente, se convirtió en consejero espiritual de muchas personas, entre las que figuraban nobles y prelados. En cierto sentido, los pobres son para nosotros como maestros. Nos enseñan que una persona no es valiosa por lo que posee, por lo que tiene en su cuenta en el banco. Un pobre, una persona que no tiene bienes materiales, mantiene siempre su dignidad. Los pobres pueden enseñarnos mucho, también sobre la humildad y la confianza en Dios. En la parábola del fariseo y el publicano, Jesús presenta a este último como modelo porque es humilde y se considera pecador. También la viuda que echa dos pequeñas monedas en el tesoro del templo es un ejemplo de la generosidad de quien, aun teniendo poco o nada, da todo»(S.S. Francisco, Mensaje para la XXIX Jornada mundial de la juventud, enero 2014).

Reflexión
¡Qué hermosos ojos tiene nuestro Redentor que tan bellamente posa su mirada en cada uno de nuestros actos! A Cristo no le es indiferente cuanto podamos hacer, sobre todo, cuando son pequeñas menudencias que sólo Él ha visto y que sabrá premiar en su debido tiempo.

Hay en la escena algunos ricos echando grandes cantidades de dinero para Dios. Es lo que significa su ofrenda al Templo. Está lejos de Él una condena a los ricos, como alguna literatura ha querido ver en este y otros pasajes. Al contrario, seguramente se sintió a gusto al ver cómo los que cuentan con los medios necesarios, ponen en práctica la hermosa virtud de la magnificencia. ¡Qué sería del Templo, de las grandes obras de la Iglesia si no hubiera gente generosa a lo grande! Además está muy lejos de Cristo esa clase de favoritismos por unos o por otros. Y es que Dios no mira las apariencias como los hombres.

Precisamente porque no mira las apariencias se impresionó por el gesto de esa mujer pobre. Lo ha dado todo para Dios, ¡todo lo que tenía para su existencia! Y Cristo no se ha quedado indiferente ante tan grandioso gesto. Si hasta lo ha comunicado a sus apóstoles como diciendo: “aprended de esa mujer lo que es creer de veras en Dios”. Darlo todo. Y hay tanta gente que lo da todo en nuestro mundo del siglo XXI y, quizás sería importante abrir más los ojos y no dejarnos impresionar por las apariencias sino mirar con la mirada de Cristo y obrar con la generosidad de esa viuda. Porque para Dios ella no ha quedado desamparada. Porque a los que así obran Dios no los abandona sino que se conmueve de amor ante sus pequeños actos de generosidad. Pensemos sólo que gracias a ese pequeño acto de la viuda ella sigue siendo hasta ahora modelo para nosotros.

Propósito
No ofrecer lo que me sobra, tomar ejemplo de la viuda que da todo lo que tenía para vivir, y así se da a sí misma. Dar mi tiempo al escuchar con antención, acompañar, ayudar, agradecer, servir a los demás.

Diálogo con Cristo
Señor, no te puedo dar nada que no haya recibido de Ti, por lo que pongo en tus manos mi amor y mi total dependencia a tu voluntad. Con tu gracia podré vivir desprendido de las cosas y sabré darme con más generosidad y más amor a los demás.

JESUCRISTO REY DEL HOGAR


Jesucristo Rey del hogar




Comenzamos con una anécdota de hace ya muchos años, pues se remonta a Septiembre de 1907, cuando un sacerdote peruano, el santo misionero Padre Mateo, se presentaba ante el Papa San Pío X, que estaba ante la mesa de su escritorio, entretenido en cortar las hojas de un libro nuevo que acababa de llegarle.

- ¿Qué te ha pasado, hijo mío? Me han dicho que vienes de Francia...
- Sí, Santo Padre. Vengo de la capilla de las apariciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María. Contraje la tuberculosis, y, desahuciado de los médicos, fui a la Capilla a pedir al Sagrado Corazón la gracia de una santa muerte. Nada más me arrodillé, sentí un estremecimiento en todo mi cuerpo. Me sentí curado de repente. Vi que el Sagrado Corazón quería algo de mí. Y he trazado mi plan.

El Papa San Pío X aparentaba escuchar distraído, sin prestar mucha atención a lo que le decía el joven sacerdote, que parecía un poco soñador.

- Santo Padre, vengo a pedir su autorización y su bendición para la empresa que quiero iniciar.
- ¿De qué se trata, pues?
- Quiero lanzarme por todo el mundo predicando una cruzada de amor. Quiero conquistar hogar por hogar para el Sagrado Corazón de Jesús. Entronizar su imagen en todos los hogares, para que delante de ella se consagren a Él, para que ante ella le recen y le desagravien, para que Jesucristo sea el Rey de la familia. ¿Me lo permite, Santo Padre?

San Pío X era bastante bromista, y seguía cortando las hojas del libro, en aparente distracción. Ahora, sin decir palabra, mueve la cabeza con signo negativo. El Padre Mateo se extraña, y empieza a acongojarse:

- Santo Padre, pero si se trata de... ¿No me lo permite?
- ¡No, hijo mío, no!  -sigue ahora el Papa, dirigiéndole una mirada escrutadora y cariñosa, y pronunciando lentamente cada palabra-  ¡No te lo permito! Te lo mando, ¿entiendes?... Tienes mandato del Papa, no permiso. ¡Vete, con mi bendición!

A partir de este momento, empezaba la campaña de la Entronización del Corazón de Jesús en los hogares. Fue una llamarada que prendió en todo el mundo. Desde entonces, la imagen o el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús ha presidido la vida de innumerables hogares cristianos. Jesucristo, el Rey de Amor, desde su imagen bendita ha acogido súplicas innumerables, ha enjugado torrentes de lágrimas y ha estimulado heroísmos sin cuento.

¿Habrá pasado a la historia esta práctica tan bella? Sobre todo, y aunque prescindamos de la imagen del Sagrado Corazón, ¿dejará de ser Jesucristo el Rey de cada familia?

Hoy la familia constituye la preocupación mayor de la Iglesia y de toda la sociedad en general. Porque vemos cómo el matrimonio se tambalea, muchas veces apenas contraído. El divorcio está a las puertas de muchas parejas todavía jóvenes. Los hijos no encuentran en la casa el ambiente en que desarrollarse sanamente, lo mismo en el orden físico que en el intelectual y el moral.

Partimos siempre del presupuesto de que la familia es la célula primera de la sociedad. Si esa célula se deteriora viene el temido cáncer, del que dicen que no es otra cosa sino una célula del cuerpo mal desarrollada.

Esto que pasa en el orden físico, y de ahí tantas muertes producidas por el cáncer, pasa igual en el orden social. El día en que hayamos encontrado el remedio contra esa célula que ya nace mal o ha empezado a deformarse, ese día habremos acabado con la mayor plaga moral que está asolando al mundo.

Todos queremos poner remedio a las situaciones dolorosas de la familia. Y todos nos empeñamos cada uno con nuestro esfuerzo y con nuestra mucha voluntad en hacer que cada casa llegue a ser un pedacito de cielo.

¿Podemos soñar, desde un principio, en algún medio para evitar los males que se han echado encima de las familias? ¿Podemos soñar en un medio para atraer sobre los hogares todos los bienes?

¡Pues, claro que sí! Nosotros no nos cansaremos de repetirlo en nuestros mensajes sobre la familia. Este medio es Jesucristo.

Empecemos por meter a Jesucristo en el hogar. Que Cristo se sienta invitado a él como en la boda de Caná. Que se meta en la casa con la libertad con que entraba en la de los amigos de Betania. Que viva en ella como en propia casa, igual que en la suya de Nazaret... Pronto en ese hogar se notará la presencia del divino Huésped y Rey de sus moradores. En el seno de esa familia habrá paz, habrá amor, habrá alegría, habrá honestidad, habrá trabajo, habrá ahorro, habrá esperanza, habrá resignación en la prueba, habrá prosperidad de toda clase.

Jesucristo, Rey universal, ¿no es Rey especialmente de la familia?... Acogido amorosamente en el hogar, con Él entrarán en la casa todos los bienes.


Autor: Pedro García, Misionero Claretiano / Fuente: Catholic.net / 

¿ES JESÚS EL REY DE TU VIDA?


¿ES JESÚS EL REY DE TU VIDA?




¿Es Jesús el rey de tu vida? ¿Reina en tus pensamientos, sentimientos y deseos? ¿Reina en tu trabajo y tu descanso? ¿Reina en tus diversiones y tiempo libre? ¿Reina en tu afectividad? ¿Es el rey y dueño de tu casa, de tus posesiones y de tu dinero? ¿Es el rey de tu matrimonio y de tu familia? ¿Estás consagrado a Jesús por María? ¿Has pensado seriamente en entregar toda tu vida al servicio del Señor? ¿Quieres ser santo? ¿Has hecho ya la entronización del Corazón de Jesús en tu hogar? ¿Haces oración en familia? En tu casa, ¿hay amor, paz y comprensión? ¿Es Jesús un miembro más de tu familia? ¿Es Jesús Eucaristía el centro de tu vida? ¿Vas a misa todos los días?

Jesús espera mucho de ti y te necesita para la gran tarea de la salvación del mundo. Él cuenta contigo. ¿Qué le vas a responder? Él quiere que seas santo y des lo mejor de ti mismo. No te des por vencido, no te detengas... En el camino de Dios, en el camino del amor, en el camino de la santidad, hay un camino infinito por recorrer. Jesús te espera con María al final del camino. Recuerda que un ángel bueno te acompaña. ¡Feliz viaje hacia la santidad!


P. Ángel Peña

LA CONFESIÓN: UN SERVICIO ECLESIAL ESPECÍFICO



La confesión: un servicio eclesial específico

Discurso del Papa Benedicto XVI. 17 febrero 2007



El sacerdote, obedeciendo con dócil adhesión al magisterio de la Iglesia, se hace ministro de la consoladora misericordia de Dios



Por: Papa Benedicto XVI | Fuente: www.vatican.va 





El sacramento de la Penitencia, que tanta importancia tiene en la vida del cristiano, actualiza la eficacia redentora del misterio pascual de Cristo. En el gesto de la absolución, pronunciada en nombre y por cuenta de la Iglesia, el confesor se convierte en el instrumento consciente de un maravilloso acontecimiento de gracia. Obedeciendo con dócil adhesión al magisterio de la Iglesia, se hace ministro de la consoladora misericordia de Dios, muestra la realidad del pecado y manifiesta al mismo tiempo la ilimitada fuerza renovadora del amor divino, amor que devuelve la vida.
Así pues, la confesión se convierte en un renacimiento espiritual, que transforma al penitente en una nueva criatura. Sólo Dios puede realizar este milagro de gracia, y lo hace mediante las palabras y los gestos del sacerdote. El penitente, experimentando la ternura y el perdón del Señor, es más fácilmente impulsado a reconocer la gravedad del pecado, y más decidido a evitarlo, para permanecer y crecer en la amistad reanudada con él.
En este misterioso proceso de renovación interior, el confesor no es un espectador pasivo, sino persona dramatis, es decir, instrumento activo de la misericordia divina. Por tanto, es necesario que, además de una buena sensibilidad espiritual y pastoral, tenga una seria preparación teológica, moral y pedagógica, que lo capacite para comprender la situación real de la persona. Además, le conviene conocer los ambientes sociales, culturales y profesionales de quienes acuden al confesonario, para poder darles consejos adecuados y orientaciones espirituales y prácticas. El sacerdote no debe olvidar que en este sacramento está llamado a desempeñar la función de padre, juez espiritual, maestro y educador. Ello exige una constante actualización; con este fin se programan los cursos del así llamado "fuero interno" organizados por la Penitenciaría apostólica.
Queridos sacerdotes, vuestro ministerio reviste sobre todo un carácter espiritual. Por tanto, además de la sabiduría humana y la preparación teológica, es preciso añadir una profunda vena de espiritualidad, alimentada por el contacto con Cristo, Maestro y Redentor, en la oración. En efecto, en virtud de la ordenación presbiteral, el confesor presta un servicio peculiar "in persona Christi", con una plenitud de dotes humanas reforzadas por la gracia. Su modelo es Jesús, el enviado del Padre; el manantial del que toma abundantemente es el soplo vivificante del Espíritu Santo. Ciertamente, ante una responsabilidad tan alta las fuerzas humanas son inadecuadas, pero la humilde y fiel adhesión a los designios salvíficos de Cristo nos convierte, queridos hermanos, en testigos de la redención universal realizada por él, poniendo en práctica la exhortación de san Pablo, que dice:  "En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, (...) poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación" (2 Co 5, 19).
Para cumplir esta tarea, ante todo debemos arraigar en nosotros mismos este mensaje de salvación y dejar que nos transforme profundamente. No podemos predicar el perdón y la reconciliación a los demás si no estamos personalmente impregnados de ellos. Aunque es verdad que en nuestro ministerio hay varios modos e instrumentos para comunicar a los hermanos el amor misericordioso de Dios, es en la celebración de este sacramento donde podemos hacerlo de la forma más completa y eminente. Cristo nos ha elegido, queridos sacerdotes, para ser los únicos que podamos perdonar los pecados en su nombre:  se trata, pues, de un servicio eclesial específico al que debemos dar prioridad.


¡Cuántas personas que atraviesan dificultades buscan el consuelo y el apoyo de Cristo! ¡Cuántos penitentes encuentran en la confesión la paz y la alegría que anhelaban desde hacía tiempo! ¿Cómo no reconocer que también en nuestra época, marcada por tantos desafíos religiosos y sociales, es necesario redescubrir y volver a proponer este sacramento?
Queridos hermanos, sigamos el ejemplo de los santos, en particular de los que, como vosotros, se dedicaban casi exclusivamente al ministerio del confesonario, como san Juan María Vianney, san Leopoldo Mandic y, más recientemente, san Pío de Pietrelcina. Que ellos os ayuden desde el cielo para que sepáis distribuir en abundancia la misericordia y el perdón de Cristo.
Que María, Refugio de los pecadores, os obtenga la fuerza, el aliento y la esperanza para continuar generosamente esta indispensable misión. Os aseguro de corazón mi oración, a la vez que con afecto os bendigo a todos.
Del discurso del Papa Benedicto XVI a los penitenciarios de las cuatro Basílicas Papales de Roma (19 de febrero de 2007)    

DIOS DIRIGE MI VIDA


Dios dirige mi vida
Con su ayuda es posible entrar en el buen camino. Basta con mantener encendida la lámpara de la fe, el entusiasmo de la esperanza, y el amor.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




De un modo sencillo y casi misterioso, Dios dirige mi vida. Lo hace con su gracia, que me acompaña desde el bautismo. Lo hace con su Palabra, acogida y explicada en la Iglesia católica. Lo hace con las inspiraciones continuas del Espíritu Santo.

Lo hace, de un modo sorprendente, a través de la historia. Nada escapa a su Providencia. Si algo ha ocurrido, incluso el pecado, es porque Él lo tenía ya previsto. No quiso el mal, pero tampoco impidió que algunos de sus hijos abusasen de la libertad.

Muchas veces, con su gracia, me ayudó a evitar el pecado. Muchas otras veces me iluminó tras una caída, me inspiró confianza en su misericordia, me sacó de la fosa (cf. Sal 40,3) y me vistió un traje de fiesta cuando, arrepentido, volví a casa (cf. Lc 15,20-24).

A lo largo del camino, ha estado siempre a mi lado. Supo esperar cuando mi egoísmo cerró puertas y partí lejos de casa. Buscó una y mil veces cómo despertarme del mal y enseñarme el camino de la vida. Incluso estuvo dispuesto a morir en una cruz para rescatarme del pecado.

No pudo hacer más por mí. Todo está ofrecido en el Calvario. El cielo ha quedado abierto. La fuerza del Espíritu Santo actúa en los corazones. Desde que nació la Iglesia, los discípulos repiten la invitación de Cristo Maestro: convertíos y creed (cf. Mc 1,15; Hch 2,38; 3,19).


Con su ayuda es posible entrar en el buen camino. Basta con mantener encendida la lámpara de la fe, el entusiasmo de la esperanza, y el amor de Dios que “ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (cf. Rm 5,5).

Como un niño en brazos de su madre (cf. Sal 131), dejo que Dios dirija mi vida. Me llevará a verdes praderas, me conducirá a fuentes tranquilas (cf. Sal 23), viviré en paz. Porque sé que Él me ama, y eso me basta.

EL PAPA FRANCISCO PIDE ORACIONES POR SU PRIMER VIAJE A ÁFRICA


El Papa Francisco pide oraciones por su primer viaje a África
Por Walter Sánchez Silva




 (ACI).- Tras el rezo del Ángelus este domingo, el Papa Francisco afirmó que irá a la República Centroafricana, un país devastado por la guerra y que vive una grave crisis actualmente. El Santo Padre pidió a todos rezar por este que es el primer viaje de su vida a África.

“El próximo miércoles (25 de noviembre) comenzaré el viaje a África para visitar Kenia, Uganda y la República Centroafricana. Les pido a todos ustedes que recen por este viaje para que sea para todos estos queridos hermanos, y también para mí, un signo de cercanía y de amor”, dijo el Santo Padre.

El Pontífice también instó a los fieles a “pedir juntos a la Virgen que bendiga estas queridas tierras (africanas) para que haya en ellas paz y prosperidad”.



El jueves 19 de noviembre y en conferencia de prensa, el Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, se refirió al tema de la seguridad del Papa y dijo que “las autoridades del Vaticano están trabajando con las locales. Sabemos que en la República Centroafricana hay tropas de la ONU y de Francia. El Papa no está particularmente preocupado por su propia seguridad, lo está más por la de los demás”.

El sacerdote dijo también que no hay problema con el toque de queda vigente en ese país e indicó que “si se va a realizar un evento (durante la visita del Papa) es porque todo para que se haga ya está previsto”.

En su primer viaje a África, dijo el P. Lombardi, “el Papa es quien decide ir a la República Centroafricana y el programa sigue así. Todos nos orientamos de ese modo y el estado actual es que iremos”.

El Papa Francisco estará del 25 al 27 de noviembre en Kenia donde sostendrá un encuentro con los jóvenes que aún recuerdan la masacre de 147 estudiantes en la Universidad de Garissa, perpetrada por terroristas musulmanes el Jueves Santo de este año. Luego irá a Uganda, del 27 al 29, donde visitará el Santuario de los Mártires de Namugongo.

La visita a la República Centroafricana está programada del 29 al 30. Allí el Papa abrirá la Puerta Santa de la Catedral de Bangui en ocasión del inicio del Año Santo de la Misericordia que comienza oficialmente el 8 de diciembre en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción.