Páginas

lunes, 6 de julio de 2015

BUENAS NOCHES, SEÑOR


Buenas noches, Señor
Autor: Liturgia de las Horas
 
 
Tú, Señor...

Tu, a quien he buscado, Señor,
en este día,
a quien he escuchado,
dame el reposo de esta noche.

Tu, a quien he cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de esta noche.

Tu, a quien yo he negado, Señor,
en este día,
a quien he amado,
dame el reposo de esta noche.
Amen

NO LE TENGAS MIEDO A DIOS


No le tengas miedo a Dios
Nos asegura que nuestra vida es preciosa y que ni un pelo de nuestra cabeza se nos caerá sin su permiso. ¿De qué tener miedo?


Por: P. José Luis Richard | Fuente: Catholic.net 




Cristo aparece en el Evangelio como el gran exorcista del miedo. Se hace hombre para librarnos de él. Nos enseña con el ejemplo de su vida, luminosa y sin angustias. Nos asegura que nuestra vida es preciosa a los ojos del Padre y que ni un pelo de nuestra cabeza se nos caerá sin su permiso. ¿De qué tener miedo, entonces? ¿Del mundo? El lo ha vencido (Jn 16, 23). ¿A quiénes temer? ¿A los que matan, hieren, injurian o roban? Tranquilos: no tienen poder para más; al alma ningún daño le hacen (Mt 10, 28). ¿Al demonio? Cristo nos ha hecho fuertes para resistirle (1 Pe 5, 8) ¿Quizás al lujurioso o al déspota latente en cada uno de nosotros? Contamos con la fuerza de la gracia de Cristo, directamente proporcional a nuestra miseria (2 Cor 12, 10).

En el pasaje en el que camina sobre agua, Cristo avanza un paso más: tampoco debemos tenerle miedo a Dios.

Jesús se acercó caminando sobre las aguas a la barca de los discípulos. ¿Para darles un susto o con la intención de asombrarles? No. Se proponía solamente manifestarles su poder, la fuerza sobrenatural del Maestro al que estaban siguiendo.

Pero su milagro, en vez de suscitar una confianza ciega en el poderoso amigo, provoca los gritos de los aterrados apóstoles. Es un fantasma -decían temblando y corriendo seguramente al extremo de la barca-.

San Pedro es el único que domina su papel. Escucha la voz de Cristo: Soy yo, no temáis, comprende y aprovecha para proponerle un reto inaudito: caminar él también sobre las aguas. Y de lejos, traída por el fuerte viento, le llega claramente la inesperada respuesta: Ven.

Muy similar a aquella que todos los cristianos escuchamos en algunos momentos de nuestra vida. Después de haber conocido un poco a Cristo -aun entre brumas-, comenzamos a seguirle y, de repente, recibimos boquiabiertos la invitación de Cristo: Ven.

Ven: sé consecuente, sé fiel a esa fe que profesas.
Ven: el mundo está esperando tu testimonio de profesional cristiano.
Ven: tu hermano necesita tu ayuda, tu tiempo... tu dinero.
Ven: tus conocidos desean, aunque no te lo pidan, que les des razón de tu fe, de tu alegría.

Y la petición de Cristo sobrepasa, como en el caso de Pedro, nuestra capacidad. No vemos claramente la figura de Cristo. O dirigimos la mirada hacia otro sitio. El viento sopla. Las dificultades se agigantan... y estamos a punto de hundirnos o de regresar a la barca. Sentimos miedo de Cristo.

¡Miedo de Cristo! Sin atrevernos a confesarlo abiertamente, ¿cuántas veces no lo hemos sentido?
¡Miedo de Cristo! Esa sensación de quererse entregar pero sin abandonarse por temor al futuro...
¡Miedo de Cristo! Ese temor a afrontar con generosidad mi pequeña cruz de cada día.
¡Miedo de Cristo! Esa fuente de desazón y de intranquilidad porque, claro, el tiempo pasa, y ni realizo los planes de Dios ni llevo a cabo los míos.

¿Cómo se explica ese miedo de Dios? ¿Dónde puede estar nuestra vida y nuestro futuro más seguros que en sus manos? ¿Es que la Bondad anda maquinándonos el mal cuando nos pide algo? ¿Es que Él no es un Padre? ¿Por qué, entonces, le tememos? ¿De dónde proviene ese miedo?

Sólo hay una respuesta: de nosotros mismos. El miedo no es a Dios. Es a perdernos, a morir en el surco. Amamos mucho la piel como para desgarrarla toda en el seguimiento completo de Cristo.

Y Cristo no es fácil. Duro para los amigos de la vida cómoda y para quienes no entienden las duras paradojas del Evangelio: morir para vivir, perder la vida para ganarla, salir de sí mismo para encontrarse.

No todos lo entienden. Se requiere sencillez, apertura de espíritu y, como Pedro, pedir ayuda a Cristo.

Quiero confiar en Ti, Señor, para estar seguro de que en Ti encontraré la plenitud y felicidad que tanto anhelo. Deseo esperar en Ti, estar cierto de que en Ti hallaré la fuerza para llegar hasta el final del camino, a pesar de todas las dificultades. Aumenta mi confianza para que esté convencido de que Tú nunca me dejarás si yo no me aparto de Ti.

LAS BODAS DE CANÁ SE REPITEN CON CADA FAMILIA, CON CADA UNO DE NOSOTROS - HOMILÍA PAPA FRANCISCO


"Las bodas de Caná se repiten con cada familia, con cada uno de nosotros"
 El Santo Padre en el Parque Los Samanes pide oraciones por el Sínodo de la familia, para que aun aquello que nos parezca impuro, o espante, Dios lo pueda transformar en milagro
Ciudad del Vaticano, 06 de julio de 2015 (ZENIT.org) Rocío Lancho García



El santo padre Francisco ha viajado este lunes por la mañana a Guayaquil, en el segundo día de su visita pastoral a Ecuador. Tras apenas una hora de vuelo desde Quito, el Papa ha llegado a las 9 de la mañana a la ciudad más poblada del país, donde ha sido acogido por el arzobispo, monseñor Antonio Arregui Yarza y las autoridades locales.

Su primera parada en Guayaquil ha sido el Santuario Nacional de la Divina Misericordia, donde el Papa ha sido recibido con entusiasmo por los fieles allí reunidos, enfermos y ancianos en su mayoría. Dentro del Santuario, el Pontífice ha depositado unas flores a la Virgen y ha rezado unos instantes. El Papa ha dado los buenos días y ha invitado a “todos juntos a rezar a la Virgen”. A continuación, improvisando unas palabras, el Pontífice les ha asegurado a que les llevaría en el corazón en la misa que iba a celebrar a continuación. “Le voy a pedir a Jesús, para cada uno de ustedes mucha misericordia, que los cubra con su misericordia, que los cuide. Y a la Virgen que esté siempre al lado vuestro”, ha indicado.   

Y desde allí se ha trasladado en coche hasta el Parque de Los Samanes para la celebración eucarística. Según fuentes oficiales, un millón de personas ha participado, con entusiasmo y devoción, en la misa presidida por el Santo Padre. Además, la música tradicional ha acompañado la liturgia. Durante la homilía, el Pontífice, haciendo referencia a la lectura del Evangelio, ha señalado que “las bodas de Caná se repiten con cada generación, con cada familia, con cada uno de nosotros y nuestros intentos por hacer que nuestro corazón logre asentarse en amores duraderos, fecundos y alegres”. Así, el Papa ha invitado a hacer con María el itinerario de Caná. María, “no se ensimisma, no se enfrasca en su mundo, su amor la hace ser hacia los otros”.  

Francisco ha recordado que el vino es signo de alegría, de amor, de abundancia. Por eso se ha preguntado “cuántos de nuestros adolescentes y jóvenes perciben que en sus casas hace rato que ya no lo hay”, “cuánta mujer sola y entristecida se pregunta cuándo el amor se fue, se escurrió de su vida”, “cuántos ancianos se sienten dejados fuera de la fiesta de sus familias, arrinconados y ya sin beber del amor cotidiano”.

Por otro lado, ha advertido que la carencia de vino puede ser “el efecto de la falta de trabajo, enfermedades, situaciones problemáticas que nuestras familias atraviesan”. María, ha advertido, no es una madre reclamadora, no es una suegra que vigila para divertirse de nuestras impericias, errores o desatenciones.    

Y María acude con confianza a Jesús, María reza, le presenta la dificultad de los esposos a su Hijo. “Su premura por las necesidades de los demás apresura la ‘hora’ de Jesús. María es parte de esa hora, desde el pesebre a la cruz”, ha explicado.

Asimismo ha subrayado que “rezar siempre nos saca del perímetro de nuestros desvelos, nos hace trascender lo que nos duele, nos agita o nos falta a nosotros mismos y ponernos en la piel de los otros, en sus zapatos”. A propósito, ha indicado que “la familia es una escuela donde la oración también nos recuerda que hay un nosotros, que hay un prójimo cercano, patente: vive bajo el mismo techo, comparte la vida y está necesitado”.

Y finalmente María actúa. De este modo, el Papa ha afirmado que las palabras de María ‘Hagan lo que Él les diga’ son “una invitación también a nosotros, a ponernos a disposición de Jesús”. El servicio es el criterio del verdadero amor y esto, ha asegurado el Papa, se aprende especialmente en la familia, donde nos hacemos servidores por amor los unos de los otros. La familia es “el hospital más cercano”, “la primera escuela de los niños”, “el grupo de referencia imprescindible para los jóvenes”, “el mejor asilo para los ancianos”. Y a propósito ha recordado que la familia constituye la gran riqueza social que “otras instituciones no pueden sustituir” y que “debe ser ayudada y potenciada”.

En la familia de cada uno de nosotros --ha añadido-- y en la familia común que formamos todos, nada se descarta, nada es inútil.  En este momento, el Papa ha recordado que el próximo mes de octubre se celebra en Roma el Sínodo Ordinario dedicado a las familias, “para madurar un verdadero discernimiento espiritual” y “encontrar soluciones concretas a las muchas dificultades e importantes desafíos que la familia debe afrontar en nuestros días”. Por eso el Santo Padre ha invitado a intensificar su oración por esta intención, “para que aun aquello que nos parezca impuro, nos escandalice o espanta, Dios –haciéndolo pasar por su «hora»– lo pueda transformar en milagro”.

Para finalizar, el Obispo de Roma ha precisado que la buena noticia es que “el mejor de los vinos está por ser tomado, lo más lindo, profundo y bello para la familia está por venir”. Está por venir --ha asegurado-- el tiempo donde gustamos el amor cotidiano, donde nuestros hijos redescubren el espacio que compartimos, y los mayores están presentes en el gozo de cada día. “El mejor de los vinos está por venir para cada persona que se arriesga al amor”, ha asegurado. Y en la familia "hay que arriesgarse al amor, hay que arriesgarse a amar".  Y el mejor de los vinos está por venir “aunque todas las variables y estadísticas digan lo contrario”.

El mejor vino --ha afirmado-- está por venir en aquellos que hoy ven derrumbarse todo. Por eso ha invitado a murmurarlo hasta creerlo y contarlo “a los desesperados o desamorados”. Dios siempre se acerca a las periferias de “los que se han quedado sin vino”, “los que sólo tienen para beber desalientos”. Jesús siente debilidad --ha concluido-- por derrochar el mejor de los vinos con aquellos a los que por una u otra razón, ya sienten que se les han roto todas las tinajas.

Al finalizar la misa, el arzobispo ha dado las gracias porque “nuestro amadísimo Papa, nos ha mirado con misericordia y nos ha elegido”.El corazón nos dice --ha asegurado-- que se trata de un verdadero cariño, que mira nuestros muchos vacíos y necesidades con un derroche de comprensión, amable cercanía y ánimo de ayudar. Asimismo ha pedido que este día “se convierta en una caudalosa fuente de renovada vitalidad eclesial y social”.

Tras despedirse de los presentes, el Santo Padre se ha dirigido al Colegio Javier de la Compañía de Jesús donde comerá con los jesuitas de la comunidad y el séquito papal.

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 6 DE JULIO DEL 2015


¡Animo hija! tu fe te ha salvado
Milagros de Jesús

Mateo 9, 18-26. Tiempo Ordinario. Cristo puede llenarte de vida, Él es la Vida, ponte en sus manos. 


Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 9, 18-26
Así les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven tú a imponerle las manos y vivirá». Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Animo!, hija, tu fe te ha salvado». Y se curó la mujer desde aquel momento. Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de él. Mas, echada fuera la gente, entró él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca.

Oración introductoria
Señor, eres mi Salvador y Redentor. Creo que en este justo momento estabas esperando que dejará todo para tener un momento de oración, por eso me acerco con fe, confianza y mucho amor. Te ofrezco esta meditación por aquellos que temen acercarse a Ti.

Petición
Jesús, te pido una fe que toque y transforme mi vida entera.

Meditación del Papa Francisco
Jesús alabó mucho la fe de la hemorroísa, de la cananea o del ciego de nacimiento y decía que quien tenga fe como un grano de mostaza puede mover montañas. "Esta fe nos pide dos actitudes: confesar y confiar". Sobre todo confesar. […]
Yo me atrevo a decir que el termómetro de la vida de la Iglesia está un poco bajo en esto: hay poca capacidad de adorar, no tenemos mucha, algunos sí... Y esto porque en la confesión de la fe nosotros no estamos convencidos o estamos convencidos a mitad. Por tanto, la primera actitud es confesar la fe y guardarla. La otra actitud es confiarse.
El hombre o la mujer que tiene fe confía en Dios: ¡confía! Pablo, en un momento oscuro de su vida, decía: 'Yo sé bien de quien me he fiado' ¡De Dios! ¡Del Señor Jesús! Confiar: y esto nos lleva a la esperanza. Así como la confesión de la fe nos lleva a la adoración y a la alabanza a Dios, el fiarse de Dios nos lleva a una actitud de esperanza. Hay muchos cristianos con una esperanza demasiado aguada, no fuerte: una esperanza débil. ¿Por qué? Porque no tiene la fuerza y la valentía para confiarse al Señor. Pero si nosotros cristianos creemos confesando la fe, también guardándola, haciendo custodia de la fe y confiando en Dios, en el Señor, seremos cristianos vencedores. Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe! (Cf Homilía de S.S. Francisco, 10 de enero de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
Jesucristo está siempre disponible para el hombre o la mujer atribulada. Para Él todos somos importantes, no importa que seas magistrado o ama de casa. Él siempre nos espera y nos acoge con dulzura y atención, pero nos pide que tengamos fe en su persona. Y ésta es la actitud con la que estos dos personajes del Evangelio se acercan al Señor para pedirle una gracia, para esperar un consuelo, a pesar de las condiciones tan adversas que se les presentaban: la muerte de una hija y una enfermedad de toda la vida.

Lo que maravilla es la seguridad de pedir al Señor cosas que parecen imposibles, teniendo la certeza de que son escuchadas y apostando por un feliz desenlace. Y es que con Jesucristo siempre hay recursos, no se acaban las opciones. Ni siquiera la muerte puede rasgar la esperanza que nace de la fe, porque Dios ha vencido a la muerte y es garante de nuestra esperanza. Por eso el magistrado no se detiene ante la muerte de su hija y acude al Señor, con la certeza de que imponiéndole las manos vivirá.

Y llegamos así al punto clave de este texto evangélico: la vida. Todos deseamos una vida libre de enfermedades, de dolencias, de angustias y de muerte. La mujer enferma de flujo de sangre después de ser curada se “salvó” --dice el Evangelio-- y ¿qué es salvarse sino preservarse de la muerte, de la enfermedad, de las debilidades propias de nuestra condición humana para vivir una vida donde nada de esto suceda?

Por ello, quien busca a Jesús busca realmente “salvar su vida y la de los demás”dándole un sentido a su existencia que le salve de la muerte y que le dé fuerzas en la enfermedad.

Por eso, nuestro deber diario está en dar ese sentido a nuestra vida y vivir para dar sentido a la vida de los demás. ¡Cuántas personas solas hay a nuestro alrededor porque nadie tiene una palabra de cariño para ellas!

Como consecuencia de esto, hay que tocar a Jesucristo en la orla de su manto y llevarlo a aquellas personas que yacen ya como cadáveres ambulantes sin haber muerto. Él es la Vida. Y se les puede llevar la Vida muy fácilmente: con un buen testimonio, con la caridad, con un sacrificio, pidiendo por ellos en la oración, llevándolos con un sacerdote, invitándolos a los sacramentos, etc. Hay mil formas de llevar a Jesucristo a los demás. Éste es el verdadero tesoro que permanece para siempre, pues todo lo que hagamos por ellos es tiempo bien invertido, máxime si les estamos llevando la Vida.

Ojalá que nunca nos pase aquello de lamentar la muerte de alguien conocido porque dejamos de hacerle un bien que podríamos haberle hecho. Qué pena tener que decir ante un féretro: si no te hubieras ido yo podría haberte llevado la Vida…

Propósito
Rezar por las personas enfermas, especialmente las que están cerca de mi.

Diálogo con Cristo
Señor, el oficial romano y la mujer con flujo de sangre me recuerdan lo maravilloso que es vivir con fe. Tú sabes exactamente qué es lo que necesito, mas esperas que me acerque a Ti y con confianza te pida lo que creo necesitar, por eso te suplico por el don de una fe viva, que no olvide nunca que Tú eres mi Amigo fiel, que eres el compañero que va conmigo siempre, que eres mi Padre bueno que vela continuamente sobre mí.

ORACIÓN POR EL BUEN USO DEL TIEMPO


Oración por el buen uso del tiempo
Tengo ante mí unos minutos, unas horas, unos días. ¿Qué voy a hacer? La decisión está en mis manos.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




Tengo ante mí unos minutos, unas horas, unos días. ¿Qué voy a hacer? La decisión está en mis manos. Si no hay urgencias inmediatas, si la enfermedad no corta las alas de mi vida, soy plenamente libre para escoger.

No quiero, sin embargo, decidir a solas. Sé que hay un Dios que es Padre y me ama. Sé que Cristo me ha enseñado el camino de la vida. Sé que el Espíritu Santo habita en mi alma y me invita a optar por lo mejor.

Por eso, Señor, te pido luz para usar bien el tiempo que ahora me concedes. Ayúdame a renunciar a un uso egoísta del mismo. Ayúdame a dejar de lado caprichos, placeres malsanos, deseos de venganza, obsesiones que encadenan.

Permíteme la gracia de arrepentirme de mis pecados y de llegar a una conversión profunda, sincera, completa, decidida, desde la certeza de tu misericordia eterna.

Concédeme ver con claridad qué deseas de mí ahora, cómo puedo ayudar mejor a mis hermanos.

Fortalece mi voluntad para que la pereza no me detenga, para que el miedo no me paralice, para que esté dispuesto a arriesgar mi fama si se trata de defender la justicia, de ayudar al pobre, de proteger a la viuda, de corregir al que yerra, de consolar al triste, de transmitir tu Evangelio.

Ayúdame a tomar buenas decisiones. La vida pasa, y no puedo desgastarme en lo inútil y en lo dañino. Sólo tiene sentido escoger lo que me lleva a amarte a Ti y a servir a mis hermanos.

Señor, tengo ante mí este tiempo que me concedes. Haz que se convierta en un momento bello para acercarme más a Ti, para conocer mejor mi fe, para dejarme impulsar por la esperanza, para avanzar por el camino maravilloso del amor, del servicio, de la entrega hasta “dar la vida por los hermanos” (1Jn 3,16).

SANTA MARÍA GORETTI, VIRTUDES A IMITAR, 6 DE JULIO




6 de julio

Santa María Goretti
virgen y mártir

María GorettiSanta María Goretti nació en Corinaldo, Italia el 16 de octubre de 1890 hija de Luis Goretti y Assunta Carlini, ambos campesinos. María fue la segunda de seis hijo.

Vivió en el seno de una familia humilde y perdió a su padre a los diez años por causa del paludismo.

Como consecuencia de la muerte de su padre, la madre de María Goretti tuvo que trabajar dejando la casa y los hermanos menores a cargo de ésta quien realizaba sus obligaciones con alegría y cada semana asistía a clases de catecismo.

A los once años hizo su primera comunión haciéndose, desde entonces, el firme propósito de morir antes que cometer un pecado.

En la misma finca donde vivía María trabajaba Alejandro Serenelli, quien se enamoró de María que en ese entonces contaba con doce años.

Serenelli, a causa de lecturas impuras, se dedicó a buscar a María haciéndole propuestas que la santa rechazaba haciendo que Serenelli se sintiera despreciado.

El 5 de julio de 1902 Serenelli fue en busca de María quien estaba sola en su casa y al encontrarla la invitó a ir a una recámara de la casa a lo que María se negó por lo que aquél se vio obligado a forzarla.

María se negaba advirtiéndole a Serenelli que lo que pretendía era pecado y que no accedería a sus pretensiones por lo que éste la atacó con un cuchillo clavándoselo catorce veces.

María no murió inmediatamente, fue trasladada a la hospital de San Juan de Dios donde los médicos la operaron sin antestcia porque no había y durante dos horas la santa soportó el sufrimiento ofreciéndo a Dios sus dolores.

Antes de morir, un día después del ataque, María alcanzó a recibir la comunión y la unción de los enfermos e hizo público su perdón a Serenelli.

El asesino fue condenado a 30 años de prisión donde al principio no daba muestras de arrepentimiento. La tradición cuenta que después de un sueño donde María le dijo que él también podía ir al cielo, Serenelli cambió completamente volviéndose hacia Dios y ofreciendo sus trabajos y sufrimientos en reparación de sus pecados.

Después de 27 años de cárcel fue liberado y acudió a pedir perdón a la madre de la santa, quien no solo lo perdonó sino que lo defendió en público alegando que si Dios y su hija lo habían perdonado, ella no tenía porque no perdonarlo.

La fama de María Goretti se extendía cada vez más y fueron apareciendo las muestras de santidad, que fue fruto de su cercanía a Dios y su devoción a laVirgen María.

Después de numerosos estudios, la Santa Sede la canonizó el 24 de junio de 1950 en una ceremonia que se tuvo que realizar en la Plaza de San Pedro debido a la cantidad de asistentes que se calculaban en más de quinientas mil personas.

En la ceremonia de canonización acompañaron a Pío XII la madre, dos hermanas y un hermano de María. Durante esta ceremonia Su Santidad Pío XII exhaltó la virtud de la santa y sus estudiosos afirman que por la vida que llevó aún cuando no hubiera sido mártir habría merecido ser declarada santa.