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viernes, 15 de mayo de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 15 DE MAYO DEL 2015


Alegría que nadie les podrá quitar
Pascua

Juan 16, 20-23. Pascua. Cristo siempre está con nosotros, aunque no lo veamos, siempre habrá una luz de esperanza en las noches de más grande inquietud. 


Por: P. José Rodrigo Escorza | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 16, 20-23
En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. Aquel día no me preguntaréis nada.

Oración introductoria
Señor, creo en Ti, espero y confío en tu gran misericordia y amor, por eso te suplico que esta oración me lleve a descubrir tu providencia en todos los sucesos de mi vida.

Petición
Jesús, que no me falte nunca la fe, el amor, la esperanza, para gustar la verdadera alegría, que nace del amor y de la fidelidad a Ti.

Meditación del Papa Francisco
La integridad del Don, a la que nadie puede quitar ni agregar nada, es fuente incesante de alegría: una alegría incorruptible, que el Señor prometió, que nadie nos la podrá quitar. Puede estar adormecida o taponada por el pecado o por las preocupaciones de la vida pero, en el fondo, permanece intacta como el rescoldo de un tronco encendido bajo las cenizas, y siempre puede ser renovada. La recomendación de Pablo a Timoteo sigue siendo actual: Te recuerdo que atices el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.
Una alegría misionera. Este tercer rasgo lo quiero compartir y recalcar especialmente: la alegría del sacerdote está en íntima relación con el santo pueblo fiel de Dios porque se trata de una alegría eminentemente misionera. La unción es para ungir al santo pueblo fiel de Dios: para bautizar y confirmar, para curar y consagrar, para bendecir, para consolar y evangelizar. (Homilía de S.S. Francisco, 17 de abril de 2014).

Reflexión
¡Cuánta alegría siente una familia al recibir un nuevo miembro! Es una alegría que llena el alma, pero ¿cuánto dolor se tuvo que sufrir? Mucho dolor durante algunos minutos u horas, pero ese dolor se ha transformado en todos en una alegría inmensa.

También, cuando van a operar a una persona, ésta se siente afligida y no piensa en otra cosa que en lo que le está sucediendo, pero cuando ha pasado todo, después de esas horas de suspenso, se siente tranquila y en paz, hasta con una mayor alegría de seguir el camino con vida.

Así es la vida del hombre, los dolores siempre preceden a las alegrías, y a veces es al revés. Nunca hay un estado perpetuo de alegría o de dolor, siempre habrá una luz de esperanza en las noches de más grande inquietud.

Cristo nos quiere prevenir en este pasaje que no estaremos solos por mucho tiempo, sino que siempre le tendremos a Él cerca, y así nuestro dolor por la separación se transformará en alegría cuando le veamos de nuevo. No perdamos la esperanza, Cristo siempre regresará, aunque no lo veamos. Pidámosle la gracia de darnos mayor confianza en su palabra, y así esperarle con alegría.

Propósito
Al enfrentar una dificultad, pediré ayuda a Dios en vez de confiar sólo en mis propias fuerzas.

Diálogo con Cristo
Señor, lo único que hace triunfar el mal es la desconfianza, el abatimiento ante los problemas, olvidando que Tú eres el Creador, el Dueño y Señor de la vida. Por eso puedo vivir la alegría en el dolor, porque por la fe y la esperanza, sé que todo tiene un sentido y que Tú nunca me dejas en el sufrimiento, y el mal y la injusticia nunca tienen la última palabra. ¡Gracias, Padre bueno, por la fidelidad de tu amor!

DE TODAS MANERAS



De todas maneras




La gente es irrazonable, ilógica y egoísta.

Ámala de todas maneras.

Si triunfas, ganarás falsos amigos y verdaderos enemigos.

Triunfa de todas maneras.

Si haces el bien a la gente, te acusarán de tener motivos egoístas.

Haz el bien de todas maneras.

La honradez y la franqueza te hacen vulnerable.

Sé honrado y franco de todas maneras.

El bien que hoy hagas se olvidará mañana.

Haz el bien de todas maneras.

La gente más grande, con ideas más grandes, puede ser aniquilada por la gente más pequeña.

Sé grande de todas maneras.

Lo que has tardado muchos años en construir, puede desaparecer de la noche a la mañana.

Construye con ahínco de todas maneras.

Da al mundo lo mejor de ti mismo, y recibirás a cambio un puntapié.

Da al mundo lo mejor de todas maneras.

MAÑANA SERÁ UN NUEVO DÍA


Mañana será un nuevo día



A veces no nos sentimos
como quisiéramos sentirnos.
A veces no logramos
lo que quisiéramos lograr.

A veces las cosas que suceden
no tienen sentido.
A veces la vida nos lleva por caminos
que están fuera de nuestro control.

En esos momentos, sobre todo,
es cuando necesitamos a alguien
que nos entienda en silencio
y esté presente con su apoyo.

Quiero que sepas
que estoy a tu lado
en todo,
y que recuerdes que aunque
las cosas pueden ser difíciles hoy,
mañana será un nuevo día.

SAN ISIDRO LABRADOR, LAICO, 15 DE MAYO



Isidro Labrador, Santo
Isidro Labrador, Santo

Laico, 15 de mayo


Por: Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net



Campesino

Martirologio Romano: En Madrid, capital de España, labrador, que juntamente con su mujer, santa María de la Cabeza o Toribia, llevó una dura vida de trabajo, recogiendo con más paciencia los frutos del cielo que los de la tierra, y de este modo se convirtió en un verdadero modelo del honrado y piadoso agricultor cristiano. ( 1130)

Fecha de canonización: 12 de marzo de 1622 por el Papa Gregorio XV.

Breve Biografía

Cuarenta años antes de que ocurriera, había escrito Cicerón: “De una tienda o de un taller nada noble puede salir”. Unos años después, en el año primero de la era cristiana, salió de un taller de carpintero el Hijo de Dios. Las mismas manos que crearon el sol y las estrellas y dibujaron las montañas y los mares bravíos, manejaban la sierra, el formón, la garlopa, el martillo y los clavos y trabajaban la madera. Desde entonces, ni la azada ni el arado ni la faena de regar y de escardar tendrían que avergonzarse ante la pluma ni ante el manejo de los medios modernos de comunicación, ni ante las coronas de los reyes. El patrón de aquella villa recién conquistada a los musulmanes, Madrid, hoy capital de España, no es un rey, ni un cardenal, ni un rey poderoso, ni un poeta ni un sabio, ni un jurista, ni un político famoso. El patrón es un obrero humilde, vestido de paño burdo, con gregüescos sucios de barro, con capa parda de capilla, con abarcas y escarpines y con callos en las manos. Es un labrador, San Isidro. Como el Padre de Jesús, cuyas palabras nos transmite San Juan en el evangelio 15,1: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador”.

SE POSTRARON LOS REYES

Ante su se-pulcro se postraron los reyes, los arquitectos le construyeron templos y los poetas le dedicaron sus versos. Lope de Vega, Calderón de la Barca, Burguillos, Espinel, Guillén de Castro, honraron a este trabajador madrileño. El historiador Gregorio de Argaiz le dedicó un gran libro: "La soledad y el campo, laureados por San Isidro". Fue su misión, laurear el campo, frío, duro, ingrato, calcinado por los soles del verano y estremecido por los hielos de los inviernos. El campo quedó iluminado y fecundado por su paciencia, su inocencia y su trabajo. No hizo nada extraordinario, pero fue un héroe.

Fue un héroe que cumplió el “Ora et labora” benedictino. La oración era el descanso de las rudas faenas; y las faenas eran una oración. Labrando la tierra sudaba y su alma se iluminaba; los golpes de la azada, el chirriar de la carreta y la lluvia del trigo en la era, iban acompañados por el murmullo de la plegaria de alabanza y gratitud mientras rumiaba las palabras escuchadas en la iglesia. Acariciando la cruz, aprendió a empuñar la mancera. He ahí el misterio de su vida sencilla y alegre, como el canto de la alondra, revolando sobre los mansos bueyes y el vuelo de los mirlos audaces.

TAN POBRE

Alegre y, sin embargo, tan pobre. Isidro no cultivaba su prado, ni su viña; cultivaba el campo de Juan de Vargas, ante quien cada noche se descubría para preguntarle: "Señor amo, ¿adónde hay que ir mañana?" Juan de Vargas le señalaba el plan de cada jornada: sembrar, barbechar, podar las vides, limpiar los sembrados, vendimiar, recoger la cosecha. Y al día siguiente, al alba, Isidro uncía los bueyes y marchaba hacia las colinas onduladas de Carabanchel, hacia las llanuras de Getafe, por las orillas del Manzanares o las umbrías del Jarama. Cuando pasaba cerca de la Almudena o frente a la ermita de Atocha, el corazón le latía con fuerza, su rostro se iluminaba y musitaba palabras de amor. Y las horas del tajo, sin impaciencias ni agobios, pero sin debilidades, esperando el fruto de la cosecha “Tened paciencia, hermanos, como el labrador que aguanta paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía” Santiago 5, 7. Así, todo el trabajo duro y constante, ennoblecido con las claridades de la fe, con la frente bañada por el oro del cielo, con el alma envuelta en las caricias de la madre tierra.

NO SABÍA LEER

El Cielo y la tierra eran los libros de aquel trabajador animoso que no sabía leer. La tierra, con sus brisas puras, el murmullo de sus aguas claras, el gorjeo de los pájaros, el ventalle de sus alamedas y el arrullo de sus fuentes; la tierra, fertilizada por el sudor del labrador, y bendecida por Dios, se renueva año tras año en las hojas verdes de sus árboles, en la belleza silvestre de sus flores, en los estallidos de sus primaveras, en los crepúsculos de sus tardes otoñales, con el aroma de los prados recién segados. Isidro se quedaba quieto, silencioso, extático, con los ojos llenos de lágrimas, porque en aquellas bellezas divisaba el rostro Amado. Seguro que no sabia expresar lo que sentía, pero su llanto era la exclamación del contemplativo en la acción, con la jaculatoria del poeta místico Ramón Llull: "¡Oh bondad! ¡Oh amable y adorable y munificentísima bondad!". O del mínimo y dulce Francisco de Asís, el Poverello: “Dios mío y mi todo”. “Loado seas mi Señor por todas las criaturas, por el sol, la luna y la tierra y el agua, que es casta, humilde y pura”. O también con el sublime poeta castellano como él: “¡Oh montes y espesuras - plantados por las manos del Amado - oh prado de verduras, de flores esmaltado - decid si por vosotros ha pasado!!!. “El que permanece en mí y yo en él ese da fruto abundante” Juan 15,5. Así, el día se le hacía corto y el trabajo ligero. Bajaban las sombras de las colinas. Colgaba el arado en el ubio, se envolvía en su capote y entraba en la villa, siguiendo la marcha cachazuda de la pareja de bueyes.

UNA SANTA

Empezaba la vida de familia. A la puerta le esperaba su mujer con su sonrisa y su amor y su paz. María Toribia era también una santa, Santa María de la Cabeza. Un niño salía a ayudar a su padre a desuncir y conducir los bueyes al abrevadero. Era su hijo, que lo era doblemente, porque después de nacer, Isidro le libró de la muerte con la oración. Luego arregla los trastos, cuelga la aguijada, ata los animales, los llama por su nombre, los acaricia y les echa el pienso en el pesebre, pues, según la copla castellana: “Como amigo y jornalero, - pace el animal el yero, - primero que su señor; - que en casa del labrador, - quien sirve, come primero”. Hasta que llega María restregándose las manos con el delantal: "Pero ¿qué haces, Isidro, no tienes hambre? -le dice cariñosamente-. Ya en la mesa, la olla de verdura con tropiezos de vaca. Pobre cena pero sabrosa, condimentada con la conformidad y animada con la alegría, la paz y el amor. Y eso todos los días; dias incoloros pero ricos a los ojos de Dios. Sin saber cómo, Isidro se ha ido convirtiendo en santo. “Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin” Salmo 1,1. “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante” Juan 15,6

Ya su aguijada tiene la virtud de abrir manantiales en la roca, porque: “Mucho puede hacer la oración intensa del justo...Elías volvió a orar, y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos” Santiago 5, 17. “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis y se realizará” Juan 15, 7. Ya puede Isidro rezar con tranquilidad entre los árboles aunque le observe su amo, porque los ángeles empuñan el arado. ¡Oh arado, oh esteva, oh aguijada de San Isidro, sois inmortales como la tizona del Cid, el báculo pastoral de San Isidoro y la corona del rey San Fernando!, exclama el poeta. Con la pluma de Santa Teresa habéis subido a los altares. Así es como la villa y corte, centro de España, tiene por patrón a un labrador inculto, sin discursos, ni escritos, ni hechos memorables, sólo con una vida escondida y vulgar de un aldeano, hombre de aquella pequeña villa que se llamaba Madrid, recién reconconquistada al Islam. En 1083 Alfonso VI había entrado por la cuesta de la Vega. El contraste es instructivo y proclama el estilo de Dios cuando nos regala sus santos. “Escondiste estos secretos a los sabios, y los revelaste a las gentes sencillas”. San Isidro labrador era un simple; reconocerlo es admirar los planes de Dios.

EL DIÁCONO DE SAN ANDRÉS

Lo que sabemos de su vida se debe al diácono de San Andrés, que conoció a su paisano y sólo ocupa media docena de páginas. ¿Quién es capaz de extender más la descripción de un labriego sencillísimo que cruza por esta vida sin ninguna aventura externa y sin más complicación que la personalísima de ser santo a los ojos de Dios? Fue un hombre sencillo, su villa era pequeña. Madrid era rica en aguas y en bosques, con su docena de pequeñas parroquias, sus estrechas calles y en cuesta, su alcázar junto al río, su morería y sus murallas. Un puñado de familias cristianas, entre ellas, la de los Vargas, que era la más rica, alrededor de la parroquia de San Andrés, a cuyo servicio estaba Isidro. San Isidro nos ofrece todo un programa de vida sencilla, de honrada laboriosidad, de piedad infantil aunque madura, de caridad fraterna, ejemplo para esta sociedad compleja, y llena de mundo, de vida callejera, de codicia y de egoísmo, que lamenta hoy el zarpazo del terrorismo atroz y espera el nacimiento del nuevo Infante heredero. Ambos acontecimientos, tan dispares, laten en el corazón celeste de San Isidro, en su calidad de Patrón de Madrid que lo es, en cierto modo, de España.

NOVENA A MARÍA AUXILIADORA Y NOVENA DE LA CONFIANZA, DEL 15 AL 23 DE MAYO

Novena a María Auxiliadora y Novena de la Confianza
La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora. 
Del 15 al 24 de mayo


Por: Redacción | Fuente: eljardindemariaauxiliadora.com / hizomasfuertemife.blogspot.com.es




El primero que llamó a la Virgen María con el título de "Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, el dice: " Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios".

San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: "María Auxiliadora , rogad por nosotros". Y repite: la virgen es "auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación".

En el año 1572, el Papa San Pío V ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanias la advocación " María Auxiliadora, rogad, por nosotros", porque en ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente en la batalla de lepanto a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.

En 1860 la Santísima Virgen se aparece a San Juan Bosco y le dice que quiere ser honrada con el título de "Auxiliadora", y le señala el sitio para que le construya en Turín, Italia, un templo. Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: Auxiliadora. "La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana".

En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma, en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente el pontífice quedó libre, y llegó a Roma el 24 de mayo. Desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora.



Novena a María Auxiliadora
Recomendada por San Juan Bosco

1.- Rezar, durante nueve días seguidos, tres Padres Nuestro, Avemarías y Glorias con la siguiente jaculatoria: “Sea alabado y reverenciado en todo momento el Santísimo y Divinísimo Sacramento del Altar” y luego tres Salves con la jaculatoria: “María Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros”.

2.- Acercarse los Santos Sacramentos de Confesión y Comunión.

3.- Hacer o prometer una limosna en favor de las obras de apostolado de la Iglesia o de las obras salesianas.

Oh, Dios omnipotente y misericordioso, que has establecido de una manera prodigiosa en la Santísima Virgen María un constante auxilio para la defensa del pueblo cristiano; dígnate concedernos que, combatiendo durante la vida presente revestidos con este escudo, podamos en la hora de la muerte alcanzar la victoria contra el maligno enemigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén!



San Juan Bosco decía:

“Tengan mucha fe en Jesús Sacramentado y en María Auxiliadora y estén persuadidos de que la Virgen no dejará de cumplir plenamente sus deseos, si han de ser para la gloria de Dios y bien de sus almas. De lo contrario, les concederá otras gracia iguales o mayores”.



 Novena de la Confianza

 1.- Madre mía de mi vida, auxilio de los cristianos, la pena que me atormenta, pongo en tus benditas manos. (Ave María).

2.- Tú qué sabes mis secretos, pues todos te los confío, da la paz a los turbados y alivio al corazón mío. (Ave María).

3.- Y aunque tu amor no merezco, nadie recurre a Ti en vano, pues eres Madre de Dios y Auxilio de los cristianos. (Ave María).


Oración de San Bernardo:

Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tú protección, implorado vuestra asistencia y reclamado tú socorro, haya sido abandonado de ti. Animado con esta confianza, a Ti también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. No deseches, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclina a ellas tus oídos y dígnate atenderlas favorablemente.

FLORECILLAS A MARÍA: 15 DE MAYO


Flor del 15 de mayo: Causa de nuestra alegría


Meditación: “Los justos se alegran, se regocijan y saltan de júbilo pensando en la Providencia y Bondad de Dios” (Salmos 32,33). Cómo no estar felices si agradamos al Señor cumpliendo Su Voluntad y viendo todo lo que El nos da. Seamos hijos dignos pues el Señor es nuestro amigo. Todo nos da, y si caminamos junto a El, todo compartiremos: Su Amor, Su Dolor y Su Crucifixión, pero felices sabiéndonos herederos del Reino de Dios.

Oración: Madre de la alegría, sé nuestra guía y haznos llevar una vida realmente digna. Haz que ésta vasija rebose de amor, fe y esperanza, pues el Señor nos acompaña. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Valorar todo lo que Dios nos da, porque nada es mérito nuestro, todo lo bueno viene del Señor.