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jueves, 27 de noviembre de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 27 DE NOVIEMBRE DEL 2014


La ruina de Jerusalén
Tiempo Ordinario

Lucas 21, 20-28. Tiempo Ordinario. Trabajar, cumpliendo la misión que inició Cristo y que nos encomendó a nosotros. 


Por: P. Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 21, 20-28 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella; porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! «Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y Cólera contra este pueblo; y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles. «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación».

Oración introductoria
Señor, te suplico tu gracia para poder aceptar con prontitud la guía y las inspiraciones del Espíritu Santo, aunque no comprenda tu camino o me cueste aceptar las pruebas que tenga que afrontar en este día. Que el fruto de esta oración sea la sabiduría para poder amar y seguir tu voluntad, así como el don del entendimiento para comprender con profundidad las verdades de mi fe.

Jesús, en Ti confío. ¡Aumenta mi esperanza y dame la gracia de la perseverancia final!

Meditación del Papa
 
Cuando Jesús habla de estas calamidades, nos dice que habrá una profanación del templo, una profanación de la fe, del pueblo, será la abominación, será la desolación de la abominación. ¿Qué significa esto? Será como el triunfo del príncipe de este mundo: la derrota de Dios. Él parece que en ese momento final de calamidad, vendrá sobre este mundo, será el dueño del mundo.
He aquí el corazón de la "prueba final": la profanación de la fe. No es permitido hablar de religión, porque sería algo privado ¿no es así? De esto públicamente no se habla. Los signos religiosos se eliminan. Se debe obedecer a las órdenes que vienen de los poderes mundanos. Se pueden hacer muchas cosas, cosas bonitas, pero no adorar a Dios. Prohibición de adoración. Este es el centro de este fin. Y cuando llega a la plenitud -al kairos de esta actitud pagana, cuando se cumple este tiempo - entonces sí, vendrá Él: "Y verán al Hijo del hombre venir sobre una nube con gran poder y gloria".(Cf. S.S. Francisco, 28 de noviembre de 2013, homilía en Santa Marta).
Reflexión
Es la tercera vez que Jesús anuncia, con pena, la destrucción de Jerusalén: "Serán días de venganza... habrá angustia tremenda, caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones: Jerusalén será pisoteada por los gentiles".

También aquí san Lucas mezcla dos planos: el de la caída de Jerusalén -que probablemente ya había sucedido cuando él escribe- y el del final del mundo, la segunda venida de Cristo, precedida de signos en el sol y las estrellas y el estruendo del mar y del miedo y la ansiedad "ante lo que se le viene encima al mundo". Pero la perspectiva es optimista. El anuncio no quiere entristecer sino animar: "cuando suceda todo esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación".

Nuestra espera, por tanto, es dinámica, activa, comprometida. Tenemos mucho que trabajar para bien de la humanidad, llevando a cabo la misión que inició Cristo y que luego nos encomendó a nosotros. Pero bien nos viene pensar que la meta es la vida, la victoria final, junto al Hijo del Hombre. Meta que nos conducirá a la paz eterna en la gloria de Dios.

Propósito
Ofrecer un rosario para que tengamos presente lo pasajero de este mundo y nos preocupemos por lo realmente importante: la eternidad.

Diálogo con Cristo 
Señor, ayúdame a ver todos los sucesos de mi vida en la perspectiva de la eternidad. Ver todo con tu mirada, para saber qué es lo que realmente tiene valor. Sólo al final de mi vida podré confirmar que todo tiene sentido y que la lucha por vivir el Evangelio vale la pena, pero ahora sé que nunca me voy arrepentir de lo que haya hecho por amor a Ti, ¡gracias por darme la certeza de mi fe!

EL DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DEL 2014, YA EMPIEZA EL ADVIENTO


¡El domingo ya empieza el Adviento!
Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad...
Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net



Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad...

El próximo domingoserá el primero y el advenimiento que vamos a celebrar es la conmemoración de la llegada del Hijo de Dios a la Tierra.

Es tiempo de preparación puesto que siempre que esperamos recibir a una persona importante, nos preparamos.

La Iglesia nos invita a que introduzcamos en nuestro espíritu y en nuestro cotidiano vivir un nuevo aspecto disciplinario para aumentar el deseo ferviente de la venida del Mesías y que su llegada purifique e ilumine este mundo, caótico y deshumanizado, procurando el recogimiento y que sean más abundantes y profundos los tiempos de oración y el ofrecimiento de sacrificios, aunque sean cosas pequeñas y simples, preparando así los Caminos del Señor.

Caminos que llevamos en nuestro interior y que tenemos que luchar para que no se llenen de tinieblas, de ambición, de lujuria, de envidia, de soberbia y de tantas otras debilidades propias de nuestro corazón humano, sino que sean caminos de luz, senderos que nos conduzcan a la cima de la montaña, a la conquista de nuestro propio yo.

Hace unos días celebrábamos el día de Cristo Rey. Cristo es un Rey que no es de este mundo. El reino que El nos vino a enseñar pertenece a los pobres, a los pequeños y también a los pecadores arrepentidos, es decir, a los que lo acogen con corazón humilde y los declara bienaventurados porque de "ellos es el Reino de los Cielos".... y a lo "pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas ocultas a los sabios y a los ricos.

Es preciso entrar en ese Reino y para eso hay que hacerse discípulo de Cristo.

A nosotros no toca ser portadores del mensaje que Jesús vino a traer a la Tierra.

Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros desde su Encarnación. por "nosotros los hombres y por nuestra salvación hasta su muerte, por nuestros pecados" (1Co 15,3) y en su Resurrección "para nuestra justificación (Rm4,1) "estando siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7,25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros, de una vez por todas, permanece presente para siempre "ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9,24).

Cuatro domingos faltan para que celebremos su llegada. Días y semanas para meditar, menos carreras, menos cansancio del bullicio y ajetreo de compras y compromisos, de banalidades y gastos superfluos... mejor preparar nuestro corazón y tratar de que los demás lo hagan también para el Gran Día del Nacimiento en la Tierra de Dios que se hace hombre.

PREPARÉMOSNOS CON ILUSIÓN Y CON FE.

EL DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS - HAPPY THANKSGIVING


El Día de Acción de Gracias
Cuarto Jueves de Noviembre

Este día nos debe llevar a recordar que nuestra vida como católicos es una constante acción de gracias


Por: Archbishop Jose H. Gomez 



Para la mayoría de los norteamericanos, el Día de Acción de Gracias es un día especial, donde ante todo se celebra la unidad familiar. En efecto, las familias se reúnen en Thanksgiving con más frecuencia que en cualquier otra fiesta, incluyendo la Navidad, y según estadísticas de las tiendas, este es el día en que más comida se consume en el país.

Pero además de estos aspectos tradicionales del encuentro familiar y de la gran cena, está también el sentido religioso de esta fiesta, muy presente desde sus orígenes. Según la tradición, los peregrinos celebraron la primera cena de agradecimiento en 1621, junto a un grupo de nativos. El evento quería ante todo dar gracias a Dios por la abundancia de las cosechas en el nuevo mundo.

Con el paso de los años, esta celebración se convirtió en un evento nacional, finalmente sancionado por el mismo Presidente George Washington. Hoy, los católicos celebramos el Día de Acción de Gracias no sólo como una fiesta nacional, sino también como una fiesta auténticamente católica.

Digo que es una celebración verdaderamente católica porque incluso antes de la “primera” celebración de Thanksgiving en 1621 en suelo norteamericano, el 30 de abril de 1598, en Texas, Don Juan de Oñate ya había declarado oficialmente un “Día de Acción de Gracias”, que fue conmemorado con el santo sacrificio de la Misa.

Oñate hizo lo más propiamente católico: celebrar la Eucaristía, una palabra que viene del término griega Eukaristein, y que significa, precisamente “acción de gracias”. 

En efecto el Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que “Creer en Dios, el Único, y amarlo con todo el ser tiene consecuencias inmensas para toda nuestra vida”, (CCC 222); y luego agrega que esto implica, “vivir en acción de gracias: Si Dios es el Único, todo lo que somos y todo lo que poseemos viene de él: ‘¿Qué tienes que no hayas recibido?’ (1 Co 4:7) ‘¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?’” (Sal 116:12) (CCC 224)

Esta es la razón por la cual, pese a que Thanksgiving no es una fiesta de guardar en el calendario católico, el calendario litúrgico de la Iglesia en los Estados Unidos lo celebra con la solemnidad de dos lecturas — una del Antiguo y otra del Nuevo Testamento — y con una emblemática lectura del Evangelio de Lucas: el pasaje del “Magnificat” pronunciado por la Santísima Virgen María, en la que ella declama una de las más hermosas y profundas acciones de gracias al amor infinito de Dios: “proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva… porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí, y su nombre es santo”. (ver Lc 1: 41-55)

Aunque la Virgen María lo vivió de manera única y privilegiada, todos podemos decir que en nuestra vida, en nuestra familia, en Estados Unidos, podemos elevar nuestra acción de gracias a Dios porque nos ha dado más de lo que imaginamos o merecemos, simplemente porque, como nos dice nuestra Santa Madre, Él ha hecho obras grandes por nosotros, y su nombre es santo.

Por eso, los católicos no sólo debemos celebrar el Día de Acción de Gracias con profundo espíritu de oración, agradecimiento y alegría, sino que la celebración de este día nos debe llevar a recordar que nuestra vida como católicos es una constante acción de gracias, a través de nuestros actos de la vida cotidiana, que deben todos ellos dar gloria a Dios, y de manera especial a través de la celebración de la Eucaristía, que como nos dice el Catecismo: “La Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación. ‘Eucaristía’ significa, ante todo, acción de gracias”. (CCC 1360)

Este fin de semana iniciamos el tiempo especial del Adviento. A través de él nos preparamos para recibir el supremo regalo de Dios: su propio Hijo, hecho uno de nosotros para reconciliar a la humanidad.

Rezo de todo corazón a nuestra Santa Madre, la gran agradecida del Señor, para que nos prepare con un corazón lleno de acción de gracias para los grandes misterios de la Navidad.

NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA, ADVOCACIÓN MARIANA, 27 DE NOVIEMBRE


Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa
Advocación Mariana, 27 de noviembre




La primera aparición de la Medalla Milagrosa tuvo lugar el domingo 18 de Julio 1830, en París, justo en la capilla de la casa central de las Hijas de la Caridad, a una religiosa llamada Catalina Laboure. El padre Aladel, confesor de la vidente, fue quien insertó el relato en el proceso canónico siete años más tarde.

"A las cinco de la tarde, estando las Hijas de la Caridad haciendo oraciones, la Virgen Santísima se mostró a una hermana en un retablo de forma oval. La Reina de los cielos estaba de pie sobre el globo terráqueo, con vestido blanco y manto azul. Tenía en sus benditas manos unos como diamantes, de los cuales salían, en forma de hacecillos, rayos muy resplandecientes, que caían sobre la tierra... También vio en la parte superior del retablo escritas en caracteres de oro estas palabras: ¡Oh María sin pecado concebida!, rogad por nosotros que recurrimos a Vos. Las cuales palabras formaban un semicírculo que, pasando sobre la cabeza de la Virgen, terminaba a la altura de sus manos virginales. En esto volvióse el retablo, y en su reverso viose la letra M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, y debajo los corazones de Jesús y de María... Luego oyó estas palabras: Es preciso acuñar una medalla según este modelo; cuantos la llevaren puesta, teniendo aplicadas indulgencias, y devotamente rezaren esta súplica, alcanzarán especial protección de la madre de Dios. E inmediatamente desapareció la visión".

Esta visión se repitió algunas veces, durante la Misa y durante la oración, siempre en la rue du Bac, de París, cerca de la parada de "Metro" Sèvre-Babylone, detrás de los grandes almacenes "Au Bon Marché" donde está el edificio de las Hijas de la Caridad, en la capilla rectangular y sin estilo definido similar a las miles que existen en las casas religiosas.


EL SIGNIFICADO DE LA MEDALLA MILAGROSA


SIGNIFICADO DE LA MEDALLA MILAGROSA
Aparición del 27 de noviembre del 1830

La tarde el 27 de Nov. de 1830, sábado víspera del primer domingo de Adviento, en la capilla, estaba Sor Catalina haciendo su meditación, cuando le pareció oír el roce de un traje de seda que le hace recordar la aparición anterior.

Aparece la Virgen Santísima, vestida de blanco con mangas largas y túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su cabeza un velo blanco que sin ocultar su figura caía por ambos lados hasta los pies. Cuando quiso describir su rostro solo acertó a decir que era la Virgen María en su mayor belleza.

Sus pies posaban sobre un globo blanco, del que únicamente se veía la parte superior, y aplastaban una serpiente verde con pintas amarillas. Sus manos elevadas a la altura del corazón sostenían otro globo pequeño de oro, coronado por una crucecita.

La Stma. Virgen mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al cielo y a veces a la tierra. De pronto sus dedos se llenaron de anillos adornados con piedras preciosas que brillaban y derramaban su luz en todas direcciones, circundándola en este momento de tal claridad, que no era posible verla.

Tenia tres anillos en cada dedo; el mas grueso junto a la mano; uno de tamaño mediano en el medio, y no mas pequeño, en la extremidad. De las piedras preciosas de los anillos salían los rayos, que se alargaban hacia abajo; llenaban toda la parte baja.

Mientras Sor Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró y dijo a su corazón:

Este globo que ves (a los pies de la Virgen) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden.

Con estas palabras La Virgen se da a conocer como la mediadora de las gracias que nos vienen de Jesucristo.

El globo de oro (la riqueza de gracias) se desvaneció de entre las manos de la Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz seguían cayendo sobre el globo blanco de sus pies.


La Medalla Milagrosa:

En este momento se apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación: "María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti"

Estas palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda .

Oyó de nuevo la voz en su interior: "Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán mas abundantes para los que la lleven con confianza".

La aparición, entonces, dio media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el reverso de la medalla.

En el aparecía una M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, la cual atravesaba la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los corazones de Jesús y de María, de los cuales el primero estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada. En torno había doce estrellas.

La misma aparición se repitió, con las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina: "En adelante, ya no veras , hija mía; pero oirás mi voz en la oración".

Un día que Sor Catalina estaba inquieta por no saber que inscripción poner en el reverso de la medalla, durante la oración, la Virgen le dijo: "La M y los dos corazones son bastante elocuentes".

Símbolos de la Medalla y mensaje espiritual:

En el Anverso:

-María aplastando la cabeza de la serpiente que esta sobre el mundo. Ella, la Inmaculada, tiene todo poder en virtud de su gracia para triunfar sobre Satanás.

-El color de su vestuario y las doce estrellas sobre su cabeza: la mujer del Apocalipsis, vestida del sol.

-Sus manos extendidas, transmitiendo rayos de gracia, señal de su misión de madre y mediadora de las gracias que derrama sobre el mundo y a quienes pidan.

-Jaculatoria: dogma de la Inmaculada Concepción (antes de la definición dogmática de 1854). Misión de intercesión, confiar y recurrir a la Madre.

-El globo bajo sus pies: Reina del cielos y tierra.

-El globo en sus manos: el mundo ofrecido a Jesús por sus manos.

En el reverso:

-La cruz: el misterio de redención- precio que pagó Cristo. obediencia, sacrificio, entrega

-La M: símbolo de María y de su maternidad espiritual.

-La barra: es una letra del alfabeto griego, "yota" o I, que es monograma del nombre, Jesús.

Agrupados ellos: La Madre de Jesucristo Crucificado, el Salvador.

-Las doce estrellas: signo de la Iglesia que Cristo funda sobre los apóstoles y que nace en el Calvario de su corazón traspasado.

-Los dos corazones: la corredención. Unidad indisoluble. Futura devoción a los dos y su reinado.

Nombre:

La Medalla se llamaba originalmente: "de la Inmaculada Concepción", pero al expandirse la devoción y haber tantos milagros concedidos a través de ella, se le llamó popularmente "La Medalla Milagrosa".

CONSAGRACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA



CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA



¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre de los hombres y de las mujeres: Reina y defensora nuestra SANTÍSIMA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA!

Venimos aquí para " CONSAGRARNOS A VOS ANTE ESTE ALTAR Y VUESTRA ESCOGIDA IMAGEN", y ofreceros el homenaje de nuestra vida y de nuestro amor; para felicitarte, como hijos tuyos, por los incomparables privilegios con que Dios te adornó desde el primer instante de tu concepción inmaculada, y para alegrarnos contigo por la gloria sublime de que ahora gozas en el cielo.

Un día feliz, admirada ante la bondad de Dios que acababa de hacerte Madre suya, dijiste aquellas palabras de divina inspiración: <<DESDE AHORA ME LLAMARAN BIENAVENTURADA TODAS LAS GENERACIONES.>>

Nosotros queremos cumplir ahora la parte que nos corresponde en esta profecía triunfal, y proclamamos tus glorias y te bendecimos por ellas con todo el fervor de nuestros corazones enamorados de tu hermosura y santidad.

Bendita seas, Santa María, por tu Concepción Inmaculada y por tu Maternidad Divina; por tu santidad y por tu poder de mediadora universal; por tu piedad y tu misericordia.

Tu nunca te olvidas de que has sido levantada hasta el trono de Dios, no sólo para tu gloria, sino también para nuestra salvación; no te olvides de que Dios te ha llevado al cielo en cuerpo y alma, para que así intercedas mejor por nosotros, pobres pecadores.

Llenos de confianza en tu poder y en tu bondad, y sabiendo que, como Madre buena, oyes los ruegos de tus hijos y de tus hijas, te suplicamos con todo el fervor de nuestro corazón, que no nos dejes de tu mano, porque, si tú nos dejas, nos perderemos para siempre.

¡No nos abandones y danos fortaleza, Santa Madre de Dios!

Para luchar contra las malas inclinaciones de nuestra naturaleza, herida por el pecado.

Para dominar las miradas peligrosas, y para impedir las conversaciones atrevidas.

Para apartarnos de compañías que nos lleven al pecado; para cumplir decididamente nuestros deberes de trabajo y estudio.


Para ser buenos y leales con los que convivimos y amigos, caritativos y atentos con los pobres y los enfermos, constantes y devotos en la recepción de los sacramentos de Confesión y Comunión.

Danos fortaleza para luchar y vencer;

¡Oh celestial vencedora de todas las batallas de Dios!

Y concédenos que los que hoy nos hemos reunido ante Ti para haceros entrega de todo nuestro ser mediante esta consagración, cantar tus alabanzas y pedir tu protección, nos reunamos un día en la gloria del paraíso para ofrecer contigo nuestro amor a tu Hijo y Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.